Sometido a mi mujer
De como me convertí en sumiso de mi mujer. Dominación, bondage, fetichismo, todo vale, estoy a sus pies y ello me excita.
SOMETIDO A MI MUJER (1)
Leonor es una mujer que lleva la superioridad en las venas. Pertenece a la junta directiva de un gabinete de abogados internacional. Es cierto que las influencias de su padre la han ayudado a llegar ahí, pero ella tiene casi todo el mérito de sus logros profesionales. Yo tengo un puesto de trabajo más modesto pero eso ahora no importa.
Nuestra vida social se limita a unos pocos amigos, y a nuestras familias las vemos fechas señaladas durante el año, ya que vivimos fuera de España desde que ella comenzó su ascenso en la empresa hace ya unos años.
De cara a nuestros conocidos tenemos una relación de lo más corriente, pero en la intimidad, mantenemos una relación de dominación/sumisión en la que yo soy el sumiso y ella la mujer altiva y dominante que desearía cualquier hombre e incluso mujeres.
El como llegamos hasta este tipo de relación ha sido a base de ir profundizando cada vez más en la relación ama-esclavo durante todos estos años. Lo cierto es que poco a poco mi mujer ha sabido alcanzar cotas de mi sumisión que nunca pensé que yo aceptaría, tales como la infidelidad de ella con un importante empresario que conoció como cliente del despacho de abogados. Ella, como mujer discreta que es, ha sabido llevarlo en secreto y a él (Matt) no le interesa que se le relacione con una mujer casada a pesar de que el es soltero. Por lo tanto mi mujer me domina hasta el punto de serme infiel pero únicamente lo sabemos los tres implicados. Pero de su infidelidad hablaré en próximas historias.
Ya de novios Leonor conocía de mi disfrute cuando era dominado en el plano sexual, y ella aprovechaba esta tendencia mía para disfrutar sometiéndome en cada juego sexual que ingeniaba. Al principio su imaginación bastaba para recrear un nuevo y perverso juego. Aún sigue igual de brillante para crear una nueva situación, pero le gusta alimentarse de información y relatos en páginas de dominación de internet.
Uno de los juegos que disfrutaba mucho era el de Cleopatra. Sencillo, ella era la reina Cleopatra y yo su esclavo y tenia que obedecerla sin rechistar. Tenía que bañarla con leche de vaca que yo mismo tenía que ir a comprar el día antes a un mercado cercano. Luego la vestía con una túnica blanca y la calzaba con unas sandalias. Yo siempre debia permanecer desnudo y con un artilugio formado por unos aros y un candado que colocado entre mis testículos y mi pene hacia las funciones de cinturón de castidad. Ella decia que así hacia yo el papel de eunuco sin necesidad de castrarme. Luego se tendía en nuestra cama y se ponía a leer mientras yo tenía que hacerle la pedicura, pintarle las uñas de los pies, masajearle los pies y piernas y por último dar una crema hidratante. Era humillante y excitante a la vez ya que mientras hacia estas tareas tenía ante mis ojos la pequeña llave de mi jaula de castidad, que ella llevaba colgando de una fina cadena de plata alrededor de su tobillo. La llave de mi sexo estaba en sus pies los cuales yo estaba mimando y eso la hacia sentir una diosa, lo cual la excitaba.
Luego se acostaba boca abajo y tenía que darle un masaje de espalda, hombro y cuello. El olor de las velas, el incienso quemado y el aceite corporal, junto con la suave música arabesca que poníamos para aquel juego resultaba dolorosamente sensual. Dolorosamente ya que el estar yo tocando su piel en aquella situación me excitaba terriblemente pero mi jaulita de castidad impedía mi miembro ponerse duro, me apretaba y tiraba de los testículos ya que no dejaba espacio en su interior. Con lo cual yo tenía que concentrarme en otra cosa mientras daba el masaje y respirar hondo para tratar de evitar la excitación. Leonor sabía todo esto y aunque tenía los ojos cerrados podia oir mi agitación, y saber que me tenía bajo su poder hasta el punto de controlar ya no mis orgasmos solamente, sino incluso mis erecciones, era algo que la ponía a 100.
Para cuando terminaba el masaje ella estaba excitadísima, así que se sentaba en la cama y decía:
-"Necesito un juguete sexual para mi disfrute, pero no se si tu eres digno de ello esclavo.".
Entonces yo, que conocía mi papel, me arrodillaba ante ella y mientras le besaba los pies le imploraba que por favor me utilizara a su antojo, que mi existencia tenía como fin su disfrute. Mientras le comía a besos los pies veía la cadenita en su tobillo con la llave de mi jaulita como yo siempre la llamo.
Después de rogarle un rato ella aceptaba usarme, para lo cual generalmente me hacía tender boca arriba en el suelo, ella se ponía de rodillas dejando mi cabeza en medio y a continuación bajaba su sexo hasta quedarse sentada en mi cara. Yo lamía y besaba al principio con dulzura los alrededores de su sexo, y luego a medida que me lo pedía incrementaba la velocidad y la presión de mi lengua e iba más a su clítoris. Ella si cerraba los muslos me dejaba sin poder respirar, lo cual era una forma de tener mi vida en sus manos. Esto la excitaba más aun, y controlaba mi respiración dejándome sin respirar por varios segundos. A veces terminaba en mi boca, bebiéndome yo todos los fluidos de su orgasmo, otras veces cogía un consolador doble y metía el pene pequeño en mi boca, ella se sentaba sobre el más grande de espaldas a mí y empezaba a cabalgar sobre mi cara. Cada vez que bajaba sobre el consolador su esfínter tocaba mi nariz, lo cual me excitaba mucho y me causaba dolor en mi enclaustrado pene y huevos. Con lo excitado que estaba le hubiera metido la lengua en lo más hondo de su ano si ella me lo hubiera pedido, yo solo era su juguete. Cuando se corría se clavaba el consolador hasta el fondo enterrando mi nariz en su culo. Y se quedaba así varios segundos. Yo en el suelo con la mitad pequeña del consolador doble enterrado hasta mi garganta, y mi diosa sentada en mi cara con mi nariz en su culo disfrutando de su orgasmo. Ella creo que tenía dos orgasmos seguidos al ver mi completa sumisión.
Luego se levantaba, sacaba el consolador de mi boca, le daba la vuelta y me metía en la boca la parte que había estado en su sexo para que la limpiara de sus jugos. Una vez me dejó en el suelo con el consolador en la boca, acarició mi jaula de castidad con su pie derecho un rato, disfrutando de mi erección reprimida y dolor de testículos y luego se fue a la cama. Como no me dio permiso ni dio por terminado el juego, me quede acostado en el suelo, con el consolador en la boca toda la noche.
Leonor es una mujer inteligente y yo, ser sumiso no implica ser imbécil, así que hemos acordado una palabra y un gesto clave, la palabra clave es Rojo, y el gesto es un chasquido de dedos. Si durante un juego veo que mi vida corre peligro digo rojo, y si no puedo hablar porque tengo la boca "llena" pues chasqueo los dedos.
Cualquiera que practique juegos de dominación/bondage y que tenga un mínimo de conocimientos hace esto. Leonor es mi ama y me puede tratar como un perro o humillarme hasta el infinito, pero nunca pondrá en peligro mi vida.
Algunas veces cuando llega del trabajo practica el juego de "adivina que tal dia he tenido". Todo empieza si ella me pregunta "Sabes que tal día he tenido?". Y entonces yo he de arrodillarme ante ella, que se descalza los zapatos y yo he de meter mi nariz en ellos. Según la intensidad del olor he de adivinar si ha tenido un dia tranquilo o muy ajetreado. He tenido que afinar la técnica y actualmente acierto un porcentaje muy elevado de las veces. Para ello tengo en cuenta si usa zapatos nuevos o cuan viejos son, si se los ha puesto con medias, si tienen plantillas,
Otra variante de este juego es que ella en vez de descalzarse se levanta la falda o baja el pantalón y yo he de enterrar mi nariz en su sexo o su trasero y oler profunda y repetidas veces. Aquí es más difícil acertar ya que siempre trae un olor fuerte, pero he afinado también y en función de la intensidad del olor, si lleva falda o pantalón o si lleva prendas de invierno o verano puedo llegar a acertar.
Me he convertido en un autentico fetichista de toda prenda de mi mujer. A veces cuando quiere castigarme, o simplemente si tiene un dia perverso y está excitada pensando en humillarme, me coloca en la cara una de sus bragas usadas, o alguna de sus medias. A primera vista podré dar una imagen patética, pero les aseguro que cuando estás cachondo, cualquiera de estas cosas consigue excitarte aún más. Es una droga estár sometido a los deseos de una mujer guapa y altiva, viéndola excitarse mientras te tiene arrodillado desnudo ante ella.
Para ella es como estar en el cielo, después de un dia de trabajo tenderse en el sofá, abrir las piernas, meter mi cabeza entre ellas y disfrutar de mi instruida lengua en su sexo. A continuación, ya con el cuerpo relajado, si ella lo desea porque ha tenido un dia duro, me bajo hasta sus pies y le proporciono un húmedo masaje con mi lengua. Chupando con delicadeza cada uno de sus dedos y dando largos y pausados lenguetazos desde el talón hasta la punta de sus pies, por el empeine . Ya luego me dirijo a la cocina a disponer la cena allí, en el jardín trasero o en el salón, según donde le apetezca a Leonor ese dia.