Sometido a mi mujer (2)
La espiral de sumisión a mi perversa mujer.
SUMISO A MI MUJER (2)
Leonor con el tiempo fue mezclando juegos con realidad y me sometía en la vida diaria de casa. Como ella sabía someterme creando situaciones muy morbosas para mi, yo me dejé llevar y nuestra vida privada se convirtió en una relación constante de mi esposa como mujer dominante y yo como su marido sumiso.
Ella siempre pasaba más horas en el trabajo que yo, también es cierto que tal y como conté en el capitulo 1, tiene un puesto alto en una gran empresa y yo tengo uno mucho más modesto en una empresa pequeña. En un principio algunas tareas diarias indispensables (cocinar, hacer la colada, ) nos las repartíamos haciendo yo la mayor parte ya que llegaba antes a casa y los fines de semana hacíamos entre los dos la limpieza general. Pero luego, a medida que yo disfrutaba cada vez más sometiéndome a los deseos de mi mujer, empecé yo por voluntad propia a encargarme de todas las tareas domésticas. Lo cual a ella le agradó mucho que surgiera de mí. Eso sí, ella revisaba el trabajo realizado y si había algo que no le gustaba me lo hacía saber. Ordena esto de esta manera, limpia aquello de esta forma, etc En las dos casas en que hemos vivido siempre han estado en zonas residenciales tranquilas y ambas han tenido jardín en la parte trasera. En la casa actual el jardín es más amplio y tenemos incluso una pequeña piscina redonda que hicimos para un chapuzón en verano.
Así que Leonor los sábados comenzó a disfrutar tomando el sol en el jardín o saliendo de compras con alguna amiga (o amigo) mientras yo hacia la limpieza de la casa.
Leonor no ha sido nunca una de esas chicas que se emborrache en exceso ni de salir desde el Jueves hasta el Lunes. No tiene este tipo de excesos, pero si que le gusta salir de discoteca dos o tres veces al mes. Algunas veces salimos juntos y otras sale con sus amigas, o compañeros de trabajo. Yo a veces tengo celo que ella salga con otros chicos cuando a mi no me permite salir si no es con ella, pero reconozco que me excita el que ella mande, que pueda hacer lo que ella quiera y yo solamente lo que ella me permita. Tampoco ella es una vulgar, ni se comporta como una golfa, cuando sale con compañeros de trabajo lo hace igual que salen las otras chicas del trabajo. Al principio le preguntaban porque yo no había salido, que estaba invitado, pero ella les decía que no me gustaba el mundo de la noche y que prefería quedarme, así que después de un tiempo ya nadie le pregunto mas ni pensaban nada raro.
Como ya comenté ella ha tenido sus amantes, pero nadie de nuestros amigos y conocidos o compañeros de trabajo lo saben. Aunque ya contaré sobre este tema mas adelante.
A veces cuando ella salía un fin de semana, bien durante el día a comprar o tomar algo con alguna amiga o bien durante la noche de pubs, le excitaba dejarme sometido en casa. A veces me dejaba atado desnudo en la cama y me tapaba con una sábana, o me encerraba en un armario, o dentro de uno de los muebles de la cocina. Leonor tiene mucha inventiva para sorprender al más perverso. Luego cuando regresaba, si venía cachonda por algún motivo, me hacía darle un orgasmo con la lengua, o si me había dejado atado a la cama al llegar se sentaba en mi miembro y me cabalgaba.
Desde que éramos novios, Leonor ya había jugado largo rato con mi ano, le gustaba meterme uno o dos dedos en el culo mientras nos calentábamos para el acto sexual. A veces me dejaba metido en el culo cualquier cosa mientras follábamos, desde el mango de un cepillo del pelo hasta el tacón de uno de sus zapatos que terminaba siempre cayéndose con el vaivén de mis caderas. Una vez compró un plumero de mango estrecho, me desnudó, me metió el mango del plumero en el culo y me hizo caminar a cuatro patas alrededor de la habitación. Creo que se meo de risa, incluso me sacó fotos. Cuando se cansó de reír, se puso ella también a cuatro patas y me hizo follármela como si fuéramos dos perros, sin sacarme el plumero del culo. Reconozco que nunca imaginé que fuera a tener un orgasmo como el que tuve.
Otra vez me encerró en uno de los muebles de la cocina una tarde que había invitado a una amiga a tomar café. Fue una experiencia muy morbosa, yo encerrado desnudo en uno de los muebles bajos de la cocina y a menos de un metro, Susie, la amiga de Leonor, que ni decir lo buena que está. No tenía espacio para moverme y me dolían todos los huesos, pero tenía una erección de campeonato.
A Leonor le gusta enterrarme en la arena cuando en verano vamos a la playa. Lo hace como un juego de niños, eso sí, yo tengo que cavar el agujero. Imaginen, después de un dia de playa, cuando la gente empieza a recoger para irse de repente me dice Leonor:
-"Cariño haz un agujero en la arena"
Yo ya se que está perversa, así que cavo un amplio agujero, me meto dentro y ella me tapa con arena dejando solo mi cabeza por fuera. Luego se comienza sus inocentes pero perversas torturas. Me busca los pies y me hace cosquillas, me tapa la boca y la nariz, se sienta encima de mí, pone sus pies delante de mi boca y me obliga a besárselos o a quitarle la arena con la lengua, se va a tomar el último baño y me deja allí enterrado.
Este juego lo hace al final del día, cuando la gente está abandonando la playa, incluso si no hay nadie cerca se sienta delante de mi cara y se tapa su regazo con una toalla. Con mi cabeza oculta entre sus piernas y oculta por la toalla, echa a un lado su bikini y tengo que hacerle un cunnilingulus en toda regla, después del cual se tiende hacia atrás y queda relajada el tiempo que le parece, mientras yo espero entre sus piernas tapado con la toalla que me libere de mi prisión de arena.