Sometida por el Sr. Mecánico
Yo, una chica adolescente y el padre de una amiga. Elegir entre ser violada o hacerlo voluntariamente, hasta someterme a lo quisiera hacerme para uno de mis mejores orgasmos.
Hola de nueva cuenta, esta ocasión quiero contarles mi primer encuentro con un madurito (luego siguió Alfonso, mi padrastro). Advertirles que la primera parte del relato es algo cruda, y con tintes de algo que muchos veran como violación, pero luego se suaviza para volverse un sometimiento voluntario. Para más referencias de la época, pueden leer el relato “Mi primo y sus amigos estrenaron mi culito” aunque no es obligatorio hacerlo. Igual disculpen las faltas de puntuación y acentos, que siguen siendo mi coco en este tipo de escritos.
Para los que es la primera vez que me leen, les contaré que soy una chica delgada, piel morena clara y cabello lacio hasta los hombros, soy de estatura promedio (1.60), desde niña he sido flaca, aunque desde temprana edad cuento con unos pechos normales (talla 85) y caderas anchas, mi cola, sin ser abundante, la tengo bien formada y hace juego con mi breve cintura. Nunca he hecho ejercicio intensivo por lo que aunque tengo una buena figura, no tengo un cuerpo espectacular
Esta historia que les cuento se sitúa cuando yo estudiaba la prepa, donde estudiaba para una carrera técnica, la cual al ser privada (aunque no muy reconocida) tenía la política de seguir usando uniforme. Vivíamos en casa de unos tíos con mi madre, ya que mi padre se fue cuando yo era niña y mi primer encuentro sexual fue con mi primo, que también vivía allí y era un par de años mayor que yo, siempre aprovechábamos cuando nos quedábamos a solas y cogíamos sin más, aunque yo estaba enamorada y soñaba con casarnos, pasaron varias cosas que nos fueron alejando, por lo que al final, y ya que disfrutaba el sexo con él, fui dejándolo solo como un desahogo.
Pues bien, mi mejor amiga de esa época, una alegre chica llamada Tania, que me acompañaba a todas partes, era más bajita que yo, de rasgos más morenos y algo llenita, venía de una familia humilde que vivía a unos 20 minutos de la escuela, por lo que siempre nos juntábamos para hacer tareas.
En una ocasión, quiso la suerte que tuviéramos que hacer un trabajo de investigación para exponer en equipo, la profesora repartió los temas para exponer y mi amiga se ofreció a sacarle copias para luego estudiar los temas por lo que, aunque no lo convenimos, debíamos reunirnos en su casa como habíamos hecho otras 40 veces antes para estudiar juntas, pero coincidió con que esos días un chico estuviera coqueteando con ella, por lo que de repente se desaparecía para ir a flirtear con él. La última clase ella no entró, por lo que supuse estaría con él en el patio de atrás. Pero al final de la clase estuve buscando por los lugares más conocidos y no pude hallarla. Ya había pasado suficiente tiempo hasta que todos salieron y me quedé sola en la escuela y sin saber qué hacer. Ya hasta la maestra que nos dio los temas se había ido.
Preocupada porque teníamos que exponer al día siguiente y yo ni enterada de que tema me tocaba, fui a buscarla a su casa, pero nadie abrió la puerta, estuve como 20 minutos y nada. Empecé a pensar a si volvía a la escuela o me quedaba allí a esperar más tiempo.
Recordé que tenían un taller que quedaba a unas 8 cuadras, y pensé que podía haber ido para allá, pues a veces iba a dejarle comida a su papá o algo que había dejado olvidado en casa.
El taller era un negocio de reparación de autos, que era atendido por el padre de mi amiga, un hombre de 40-45 años, con piel morena quemada por el sol, con una panza prominente que siempre estaba jugando cartas o dominó con los amigos. Tenía un bigote y barba descuidadas con algunas canas aquí y allá, y el cabello siempre desarreglado con unas entradas en el cabello que le dejaban ver una frente amplia y grasosa, a través de su peto de trabajo siempre se le veía un velludo y sudado pecho que me causaba repulsión.
El taller lucía vacío, y solo un par de autos estaban estacionados al frente. El Señor estaba charlando en la calle con un cliente, y tenían la capota del auto abierto
Tímidamente me acerqué y le pregunte si había visto a mi amiga por allí, ya que era importante que la viera para un trabajo escolar. Sonriendo alegremente me dijo que la había mandado a comprar algo hace no más de 10 minutos, pero que pasara al taller y que podía esperarla dentro, que pronto volvería
Apenas había cruzado un par de palabras educadas con el señor y siempre en presencia de mi amiga, pero ahora, luego de agradecerle y pasar junto a ellos, sentí el peso de su mirada sobre mis piernas.
Sin sospechar nada, me senté dentro del taller, ese fue mi primer error. Por todos lados había piezas de autos usadas, y algunas herramientas, sobre el mostrador lucían algunas hojas sucias y notas de varias piezas compradas. Estaba yo sentada en un banquito cuando el papá de mi amiga se despidió del cliente y se fue adentro en dirección a donde estaba yo.
Sonriendo y tratando de ser amable, empezamos a platicar de cosas triviales, como que tal iba la escuela, que tal el clima, si hacía calor, donde vivía. Yo respondía lo más educadamente posible, y miraba su sonrisa que no dejaba de mirar de reojo mis piernas y mi pecho.
Luego de un rato de silencio, se tomó valor para empezar a hacerme preguntas un poco más íntimas, como si tenía novio, a lo que negué con la cabeza mientra me ponía roja de pena. “como? No tienes? Porque no si eres muy bonita?, claro, no iba a explicarle que tenía a mi primo y que un par de chicos estaban haciendo sus intentos de conquista.
Como empezaba a sentirme incomoda y miraba continuamente hacia la entrada, le dije que ya había tardado Tania y que iría a ver a su casa si ya había llegado su hija.
- Para que la necesitas? – me respondió.
- Necesito que me entregue unas copias para una tarea.
- Ah, me hubieras dicho antes, las dejó aquí atrás, ven, pasa y te las doy. Las dejé acá en el cuarto porque aquí se iban a ensuciar.
Abrió una puertita de madera que estaba al fondo, y se visualizaba un cuartucho pequeño donde solo había un camastro, una mesa con restos de comida y algunas cajas en el piso.
Sé que mi decisión de pasar suena estúpida así como se lee, pero estaba en una edad donde le das confianza a la gente por creer que estas con alguien conocido, nunca imaginé las intenciones, además pensaba que era el padre de mi amiga y yo era una chica de la edad de su hija. Dejé mi mochila ahí, y asomándome, pase primero que él que detenía la puerta, mi segundo error.
En solo un segundo sentí la presión de sus manos sobre mi espalda y como me empujaba hacia adentro, cerrando la puerta tras de si. Inmediatamente pude sentir sus manos tocando y oprimiéndome por la cadera mientras intentaba levantar mi falda. Presa del miedo y aturdida por la sorpresa, intente forcejear, defenderme, pero su fuerza fue mayor que la mía, y en la semioscuridad de ese cuarto, apenas y comenzaba a ubicarme. Sentí un fuerte tirón en la blusa hasta que escuché que se rasgaba. Empecé a gritar y a llorar, mientras intentaba golpearlo como podía. Superándome en fuerza y tamaño, de un movimiento brusco, me lanzó hacia el camastro. Caí de mala manera, golpeándome con la pared, lo que me dejó quieta unos segundos, lo que el aprovecho para doblarme el brazo causándome dolor e inmovilizándome. Tomó un trapo sucio que estaba en el suelo y me lo intento meter en la boca.
Noooo, movía y sacudía la cabeza intentando defenderme, sus movimientos se hicieron más bruscos. Ya tenía una buena parte del trapo metido en la boca y los jalones que me dio en el cabello hicieron que dejara de sacudir la cabeza, me pasaba la otra mano por mis pechos, me subía la falda y jalaba mi ropa interior, intentando quitármela. Yo, con la mano que me quedaba libre, continuaba impidiendo hasta donde me permitían mis fuerzas que continuara con su avance a mancillar mi cuerpo.
En algún momento, el viejo se hartó de mis manoteos y tomando unas cuerdas gruesas y rasposas que tenía por un rincón, me dio la vuelta para atarme por la espalda. Al sentir la presión sobre mis manos entre en pánico. Su peso me oprimia y sentía que me asfixiaba y me desvanecía; alterada por esa horrible sensación de ahogo, escupí como pude el trapo de la boca y desesperada por lo que sabía que vendría le supliqué:
No, no, por favor, por favor, no me amarre, por favor. Haré lo que me pida,
Estas palabras lo detuvieron en seco, y la presión sobre la cuerda y mi cuerpo se detuvo momentáneamente.
Lo que te pida? Preguntó el asqueroso viejo.
Si, si, lo que quiera, pero no me amarre por favor, dije entre sollozos, recuperando un poco el aliento.
Se retiró un poco, como valorando mi reaccion y pensando en que hacer, yo no hice el intento de cubrirme ni nada, solo me quedé quietecita.
Me lanzó una mirada dominante mientras me decía “Eso lo veremos, quedate quietecita”
Salió y escuché como cerraba la cortina del local, cortando mi esperanza de escapar. Mi mente trataba de asimilar lo que había dicho y las consecuencias que seguirían. Me recriminaba y creía que era un error lo que le dije, pero mis opciones siguientes eran el ser amarrada y abusada violentamente. Logré sacar una de mis manos cuando el viejo apareció en la puerta, con una mirada de mucha lujuria.
- Muy bien bonita vamos a ver si es cierto que eres buena para obedecer, si no, ya sabes, voy a tener que amarrarte y hacerlo yo mismo entendido? Yo solo moví la cabeza
- Empieza por quitarte la blusa
Sentada en la cama me tome los jirones que quedaban de mi blusa y la fui retirando, el resultado final no iba a cambiar, el padre de mi amiga iba a abusar de mi cuerpo, pero había una clara diferencia entre hacerlo de forma pausada o violentamente.
El viejo se impacientaba. “Vamos nena, quiero ver esas tetitas”
Por favor, déjeme ir, supliqué apelando a su lástima, pero solo veía deseo en su mirada, seguido de molestia.
Creí que dijiste que harías lo que quisiera, pero no se ve que seas muy obediente, si no, ya sabes, aquí tengo la cuerda.
Desarmada, no pude decir nada más, me quite el pequeño sostén que tenía y quedaron mis senos al aire
Ahora sigue con todo los zapatos y las calcetas, dame tus pantis, sin quitarte la falda y pásamelas.
Se las pase y el las tomo y las olió. Yo sentí una arcada en el estómago. Me quede esperando su siguiente orden, oía mi corazón latir sin control. Estaba asustada
Dime bonita, te has comido una verga?
La forma tan directa de referirse a esa acción me dejo impactada. Solo moví la cabeza negativamente, aunque había hecho intentos con mi primo siempre habían sido solo acercamientos e intentos mal concebidos, aunque sabía bien a que se refería por las porno que había descubierto de mi primo
Él se quedó recargado en la mesa, bajando el cierre de su uniforme y desabrochó su pantalón, y pude ver el bulto de su excitado miembro
Acércate, bonita
Me acerqué y me quedé frente a él, me jaló hacia abajo, hasta hacerme hincar Se quedó con el pene debajo de su trusa, esperando a que yo tomara la iniciativa. Yo lo único que hacía era temblar.
Vamos bonita, ven por el
Lo toqué por encima y sentí como crecía un poco más, mi inexperiencia empezaba a desesperar al viejo que tuvo que repetir con voz mas gruesa.
Acércate y chúpalo
El cuadro era asqueroso, el hombre apestaba a sudor, estaba sucio de grasa y con mucho vello en la parte baja. Su gran barriga sobresaliendo por encima y cuando saqué su miembro aun algo flácido, el olor se hizó mas fuerte. Acerqué la cara y empecé a besarlo con la boca cerrada, torpemente. Debí hacerlo mal pues sentí ambas manos como se posaban sobre mi pelo y me hacían mirar hacia arriba. Pude ver sus ojos inquisidores y a punto de perder la paciencia.
- Abre la boca
Sin poderme negar y con la cabeza inmovilizada, hice lo que me pidió mecánicamente mientras veía acercarse su asqueroso miembro a mi boca. Pude sentir el calor de su pene y como rozaba mi lengua cuando metió casi las ¾ partes dentro de mí.
- Ahora cierra los labios y chupa como si fuera un dulce, y no te detengas
El olor era asqueroso pero el sabor era peor, reprimiendo mis ganas de vomitar, empecé a lamer aquel miembro de un sabor totalmente agrio e hice un gesto de desagrado imposible de disimular, pero creo que él estaba tan inundado de placer que ni cuenta se dio. Dirigió mi cabeza de arriba hacia atrás, sin dejar salir su cada vez más firme y grande falo, ajustando la velocidad y profundidad a su antojo. Cuando alcanzó su máxima extensión, no pude evitar sofocarme varias veces, pues en varios embistes, llegó a tocar el fondo de mi garganta. Luego de un tiempo que pudieron ser segundos o siglos, me soltó la cabeza a la vez que me decía:
Bien, ahora tu solita
Ahora podía moverme más relajadamente, ajustando la velocidad, y ya que mi saliva había eliminado casi todo el sabor, empezar a sentir lo que es tener un falo insertado en la boca por vez primera. Solo de vez en cuando sentía como me tomaba de la nuca, jalándome hacia su pene ya totalmente erecto y me retenía algunos segundos, con mi frente rozando su voluminosa panza, mientras se entretenía manoseando mis tetitas y pellizcándolas a su antojo, lo cual lejos de excitarme, me causaba incomodidad. Luego de varios minutos, me tomó de los hombros, y se retiró suavemente.
- Bueno bonita, ahora acuéstate en la cama y separa las piernas.
Me ayudó a quitarme la falda que aún tenía puesta, por lo que quedé frente a él totalmente desnuda. Me acosté en el sucio catre, tratando de relajarme y separando las piernas lo mas que pude, observé con indiferencia y algo de miedo como el panzón se ponía de rodillas y poniéndose a la altura encima de mí, apunto su pene hacia mi entrada. Entró con algo de esfuerzo al segundo intento, pero no fue tan doloroso como pensé. Seguro los nervios y la poca lubricación que tenía no eran suficientes para que lo disfrutara. Ya había dejado de llorar. Me incomodó durante las primeras embestidas, pero después me deje llevar, olvidándome del repulsivo cuerpo que estaba sobre mí, sabía que no podía escaparme, así que empecé a decirme que ya que solo mi primo había sido mi pareja sexual (sin contar aquella vez con sus amigos) esto era lo que se sentía estar con otro hombre, aunque fuera un viejo asqueroso y panzón que podía ser mi padre. Poco a poco empecé a relajar el cuerpo y dejar que empezara a sentir el erecto y desconocido pene que no dejaba de bombear dentro de mí.
De pronto me tomó de ambas piernas y subiéndolas en los hombros, siguió dándome con lo que su miembro llegaba más profundo; cuando aceleró las embestidas, no pude evitar empezar a resoplar y gemir despacito, abriendo un poco mi boca para respirar mejor, cosa que el viejo aprovechó para darme un beso asqueroso, su boca sabia a cigarro y cerveza, y sin embargo, fue tan sucio e inesperado y me estaba poniendo caliente que incluso correspondí como hacía con mi primo y dejé que su lengua entrara.
No aguanto mucho en esta posición. Se sacudió a los pocos minutos, intentó incorporarse un poco pero apenas le dio tiempo de sacarla y me llenó de leche mi estómago y tetitas y restregó su verga brillante de mi excitación en mi mata de vellos del pubis
Se apartó un poco recuperando el aliento, con lo que pude bajar mis piernas y empezar a buscar que vestir, mi blusa aunque rota todavía tapaba una parte de mi piel, mi sostén tenia manchas de grasa así como mi piel, las huellas de sus manos grasientas se veían sobre mis tetas, piernas y cintura. Mi ropa interior no la encontré. Vestí las calcetas y zapatos y lo vi recargado en la mesa. Cuando traté de salir, el viejo titubeó, parecía algo arrepentido, sin embargo, creo que el temor de que lo delatara pudo más, y mientras me tomaba de la barbilla me dijo.
- Ya sabes bonita, nada de comentar algo de esto, si no, te puede ir muy mal, en todo caso, diré que tu estuviste de acuerdo. Yo solo moví la cabeza, en parte era cierto, con los ojos abiertos del susto, por supuesto que no pensaba en hacerlo, al menos en ese momento.
- Y ya sabes, si algún día andas caliente, no dudes en darte tu vuelta, ya sabes dónde encontrarme. Aprovechó para darme un buen apretón de nalgas. Hice un gesto disimulando sonreír, lo único que quería era salir de ahí. Ni siquiera recordé recoger mi mochila, en cuanto abrió la cortina me escapé y salí del taller sin voltear atrás.
Caminando rumbo a casa me sentía en shock, sin embargo, raramente, no lloré ni me sentí abusada, creo que podía mas la culpa de sentirme excitada por la situación, y lo mucho que disfruté al final.
Aun sentía como su semen se enfriaba en mi estómago, las manchas secas se notaban pegadas en mi piel morena. Mi blusa rota, las manchas de grasa sobre mi piel, mi sexo desnudo debajo de mi falda. Entré a casa como autómata y me fui a mi cuarto, donde me quité la ropa. Al quitarme la blusa, el olor a orina y sexo me llegó a la cara y extrañamente me sentí caliente de nuevo
Me bañé y me fui a dormir
Llegó la mañana, yo intentaba evitar recordar lo que pasó el día anterior, y al llegar a la escuela mi amiga se disculpó por haberse ido con el chico, que qué había hecho con las copias, que ya era novia del chico de ayer, y otro montón de cosas irrelevantes que poco me importaban, yo apenas la escuchaba, pensé que traería mi mochila, pero supongo que su papá no sabría cómo justificar que él la tenía, y yo tampoco podía decir nada porque como iba a decirle que la deje en el taller de su papa luego de follármelo? Tampoco me fue muy bien en la exposición, pero ni siquiera me importó. Estaba como ida.
Así pasaron los días y refugié mis deseos y pensamientos que se repetían y daban vueltas en mi cabeza con mi primo, donde algo curioso me pasaba siempre: cada que teníamos sexo por instantes recordaba aquel cuartucho de mecánico, y el papá de mi amiga aplastándome contra el camastro y yo luchando primero por escapar y luego por no gemir.
Supongo que nunca habría vuelto a tocar el tema, habría superado ese encuentro y habría quedado como un recuerdo de una experiencia vivida si no hubiese pasado lo que a continuación les cuento.
Pasó lo que tarde o temprano iba a pasar. Ya que cada vez eramos menos cuidadosos en casa, terminaron por descubrirnos, fue uno de mis tíos que casualmente iba a preguntarle algo a mi primo y me encontró desnuda sobre él. De inmediato se enteraron mi madre y tía (mamá de mi primo) y nos sentaron para platicar largo y tendido sobre el asunto. Nos preguntaron también que tan en serio iba todo esto, y yo estaba dispuesta a declarar que estaba enamorada, que no me importaba que fuéramos familia y que aceptaría vivir con mi amor y recibir todo lo que viniera con él, pero la realidad me estrelló contra el piso: mi primo, tan seguro de si mismo, dijo, que él tenía su novia formal y una vida prometedora como para pensar en casarse conmigo y formar una familia. Cuando le preguntaron qué pasaría si salía embarazada, el solo se encogió de hombros, y comentó que el problema iba a ser para mi, que al final solo era una distracción para el aburrimiento. Traté de salir, de golpearlo y de llorar. Eso me dolió, pero no hice nada. Aceptamos el regaño y recibimos el ultimátum de si volvían a encontrarnos juntos, nos iban a correr de la casa
Así, el sexo con mi primo se acabó de golpe. Además de la amenaza que parecía iba en serio, ciertamente estaba resentida por lo que él había dicho por lo cual aunque después hubo algunas pocas oportunidades a solas (notaba como nos vigilaban más) ni siquiera hice el intento por volverme a acercar. Me había rebajado de la mujer con la que le regalé mi virginidad a un mero juguete del que podía aburrirse cualquier día.
Sin embargo, el calor de mi cuerpo me reclamaba sexo, entre la escuela, los resentimientos y que casi ni hablaba con mi primo estuve 3 semanas sin probar sexo ni siquiera a solas. Poco a poco se iba acumulando en mi cuerpo una tensión que me ponía de malas y distraída todo el tiempo.
En esos días coincidió que en la escuela un chico comenzó a pretenderme. No era tan lindo como el chico que en verdad me gustaba pero dado que estaba en una época donde necesitaba cariño, tampoco me hice la difícil por mucho. Como toda relación, nos dábamos una escapada para besarnos y darnos caricias inocentes. Pero luego que ya había probado lo delicioso que puede ser el sexo, no hacía más que incentivar mi calentura. Luego de cada sesión de besos mi vagina terminaba muy húmeda y mi chico ni cuenta se daba. Estaba tan caliente en la cuarta semana que no pude aguantar más y luego de que iba a dejarme a mi casa, me le insinué en porque no íbamos a un hotel
El me miró extrañado por mi propuesta, pero luego de reponerse y asegurarse que no era ninguna broma sonrió y me pidió un par de días para el Viernes y conseguir el dinero, estaba tan ansiosa que llegué a pensar en pagarlo de mis ahorros, pero no lo dije por pena, que iba a pensar? Que era una putita deseosa de verga? (jajaja, aunque eso es lo que precisamente era en ese momento)
Por la noche, me entró la emoción de lo que iba a pasar el Viernes, y me masturbé pensando en mi chico, sin embargo, dentro de mi masturbación, antes de llegar al orgasmo, nuevamente aparecía la figura del papá de mi amiga, tan asqueroso y sucio como era, y me imaginaba otra vez en ese cuarto sucio gozando como perra. Y lo peor es que mi cuerpo se calentaba más al pensar en eso, mi vagina se mojaba más y mi velocidad se aceleraba terminando más rápido mi deliciosa labor. El Sr. Mecánico seguía apareciendo en mi subconsciente.
El viernes llegó y estaba emocionada como niña previa a la Navidad, casi no me concentré en la escuela y esperé inquieta a la salida para irnos a coger, tenía planeado estar con mi chico al menos 2 horas, antes de volver a casa. Entramos al hotel y yo nerviosa como una virgen en su día de bodas.
Sin embargo, a la hora de quedarnos a solas, a mi chico le entraron los nervios, y no funcionó el asunto, estaba demasiado nervioso. Me lo tomé con calma y amorosamente, nos besamos tiernamente, y hasta me puse de pie y trate de hacerle un baile para seducirlo, lo acaricié delicadamente e incluso le hice una felación, con los mejores consejos que había aprendido de la cogida con el Sr. Mecánico. Todo fue en vano, NADA pasó, aunque logré que eyaculara, apenas tuvo una erección lo suficientemente intensa para penetrarme por menos de dos minutos antes de rendirme y mirar su miembro flácido y repleto de mis fluidos, que clamaban por una buena cogida. Luego de media hora nos vestimos. Me pidió disculpas y yo fingí aceptarlas, pero estaba furiosa (y caliente) por dentro.
Estuve una semana más, insinuándome con mi novio, buscando algún momento espontaneo y que pudiera cogerme por un rato, pero siempre terminaba sin conseguir nada, y me frustraba más todavía; ya ni con mi primo había ocasión de calmar mis ansias, porque aunque estaba dispuesta a correr el riesgo de ser descubiertos y tragarme mi orgullo herido, en esos días no hubo oportunidad.
Me estimulaba por la noche, pero solo era un desahogo, solo quedaba satisfecha por un rato. Necesitaba sexo, y sexo del bueno, no con un estudiante estúpido que no sabía ni tocar a una mujer, necesitaba una verga de hombre, que supiera como usarla, un hombre maduro y experimentado. Luego de una pelea por una vez más, no conseguir nada, terminamos, él me llamó vieja insatisfecha y yo lo llamé impotente. Imposible reconciliarnos después de eso. Sin quererlo ni desearlo, el recuerdo de aquella cogida forzada se iba haciendo más fuerte, y me excitaba más al recordarlo
Algunos días, casi inconscientemente pasaba por el taller, miraba de reojo del otro lado de la calle u oculta desde una esquina, viendo la silueta de ese viejo que me hizo gozar, y cuando sentía que volteaba a verme corría a esconderme rogando porque no me hubiera visto, un escalofrío recorría mi cuerpo, y mi vagina se humedecía. Mi mente empezaba una lucha interna donde me sentía con la enorme necesidad de entrar y repetir lo del otro día, pero ¿¿¿cómo decirle que iba a que me cogiera??? Así estuve al menos 8 o 10 intentos, donde siempre me arrepentía y me faltaba valor. Ya llevaba casi dos meses sin probar una verga.
Un día, volví a mi rutina de los últimos días, al salir de la escuela me fui caminando hasta donde estaba el taller y mirando de reojo por un rincón, para mi desilusión, el negocio estaba cerrado, me doy la vuelta para volver cuando veo al papá de mi amiga caminar una cuadra más a lo lejos con algunas piezas para alguna reparación supongo y observándome desde quien sabe cuánto tiempo. Debí correr, o disimular que solo iba pasando por alli, pero estaba segura que él me había visto espiar por la esquina, al final no atine a hacer nada hasta que me tuvo a su alcance y me dijo:
- Hola bonita, buscabas a alguien?
- No, no, yo solo, este pues, buscaba a Tania
- Bueno, creo que esta por la casa….
- Si, es que, bueno, discúlpeme, es que el otro día que…….vine, (mi cara se puso roja de la pena al recordar ese día), creo que olvidé mi mochila
- Ah, si, creo que la tengo por ahí, si vienes AHORITA, TE LA DOY YA MISMO…al decir esto sentí su mirada lujuriosa sobre mi cuerpo.
Capte el doble sentido de las palabras, titubeé sobre si salir corriendo, murmuré un “no, gracias”, pero él me tomó de la cintura y casi sin esfuerzo me llevó a aquel sitio donde me había hecho suya hacía ya casi 3 meses.
Imagino que también él me estaba probando, o si desconfiaba si era una trampa, esa indiferencia que me mostraba como lo hacía antes de la cogida, me hizo dudar un poco más mientras veía como abría solo la mitad de la cortina de acceso. Tal vez estaba arrepentido y no quería volver a hacerlo, sin embargo, quite toda sospecha cuando me dijo:
- Pásate al cuarto de atrás y busca tu “mochila” en lo que arreglo estas cosas por aquí, y si no encuentras lo que buscas, ahora voy contigo a ayudarte
Murmure un “no mejor otro día paso”, pero su mirada, autoritaria, hicieron sonar mi voz como balbuceos. Resignada, fui al fondo del cuarto, total, ya estaba ahí, y no me iban a dejar ir tan fácil.
Estuve por un instante que se me hizo eterno en el cuarto repasando todos los muebles y objetos, recordando lo que había pasado, Temblé cuando escuché como cerraba la cortina de metal; ya no había vuelta atrás, estaba súper nerviosa.
De repente la puerta se abrió. Fingí buscar algo entre los rincones.
- Hola bonita, ya te extrañaba, que milagro que te apareces ¿Encontraste lo que buscabas? Yo solo me quedé quieta de espaldas a él.
Me tomó de la cintura, metió sus manos por debajo de mi ropa, sentía su cuerpo sucio pegado contra mí, me tomó de la barbilla y haciéndome girar la cabeza me susurró al oído.
- ¿¿¿O será que lo que quieres está aquí? Me jaló sintiendo su bulto crecer pegado a mi cuerpo y punteando entre mis nalgas.
No respondí, pero me quede quieta y esperando lo que vendría, estaba tan dispuesta a todo que poco faltó para que le gritara y suplicara que me tumbara en la cama y me follara con violencia, eso apagaría mi calentura..
El metió su mano debajo de mi falda, hizo a un lado mi panti y jugó con mi sexo con sus dedos sucios, gruesos y rasposos. Estuve gimiendo sin inhibirme y sin contenerme, venía a eso y quería que no le quedara duda de porque estaba allí.
- Bien bonita, voy a darte gusto, pero a cambio tendrás que hacer algo por mi ¿de acuerdo?
Yo solo moví la cabeza afirmativamente, con los ojos cerrados.
- Quiero que te des la vuelta y te quites toda la ropa, despacito, y te quedes sin nada, y así encueradita, te quedes viendo hacia esa pared, ¿entendido? Nuevamente, solo moví la cabeza, procurando cumplir todo lo que me pidiera.
Me quedé quieta y sentí como se alejaba sin salir de la habitación. Él se fue hacia la esquina opuesta, recargado en la mesa y yo me apuré a cumplir sus órdenes, fui quitándome la blusa y la falda, después el brassier y las pantis, el sólo me iba guiando, ordenándome que lo hiciera más despacito o incluso que me quedara quieta un momento
Me quede totalmente desnuda mirando hacia el muro, hacia un poster de una chica semidesnuda sosteniendo piezas de auto. La poca ropa que adornaba a la modelo me recordó que yo en ese momento me encontraba más desnuda todavía y me parecía difícil de creer lo que estaba por pasar a continuación, y todo lo había provocado yo. Me quedé quieta escuchando como caminaba hacia mí, temblaba, pero esta vez no era miedo, sino excitación.
- Ahora, sin doblar las piernas, ve bajando la cabeza lentamente hasta poner las manos sobre la cama.
Me fui inclinando, dejando mi culo expuesto, podía sentir como se acercaba, sabía que estaba detrás de mí, cada vez más cerca, incluso me falsearon las piernas y mi vagina goteó de húmeda que estaba, estaba vuelta una completa perra
El Sr Mecánico se acercó por detrás y me sujetó de los pechos. Me los masajeó con violencia, pellizcándolos, mientras sentía su bulto apoyarse en mi trasero, yo solo gemía, y mis gemidos eran cada vez más fuertes.
- Vaya bonita, ¿así que no tuviste suficiente con la última vez eh?
Me mordía los hombros dejando un rastro de viscosa saliva en mi piel, mientras veía como sus dedos dejaban marcas de grasa donde habían estado hacía un momento, en mis pechos, bajando por mi cintura, en mi vagina e imagino que en mis nalgas y piernas también, así agachada solo sentía como me restregaba su verga, debajo de sus pantalones, y yo que ganas de darme la vuelta y metérmela entera. Metió dos dedos en mi vagina con mucha facilidad, sentí la textura gruesa y rasposa de sus dedos y como mi vagina los abrazaba gustosa.
- Mira nada más que mojada estás, estás caliente, dime putita, ¿te has dedeado pensando en mí? Yo no respondía, gozaba cada momento con los ojos cerrados
- Contéstame, dijo dejándome ir dos dedos hasta el fondo
- Aja, gemí a media voz. Si señor
- Vaya con la niña, que putita tan escondida teníamos enfrente. Sus dedos empezaban a salir y entrar y yo me derretía, las piernas se me doblaban y solo los brazos que se sostenían del camastro evitaban que cayera.
Me jaló de uno de mis hombros dándome la vuelta y me plantó un beso cachondísimo, metiendo toda su lengua en mi boca y yo respondí lo mejor que pude, estaba súper caliente. De frente me mordió las tetas hasta dejarles marca. Ya no aguantaba más, tanta violencia, ese trato tan rudo, no hacía sino incrementar mi calentura, eso era lo que necesitaba en estos meses sin sexo, eso era lo que venía a buscar.
- Cójame señor, métamela ya…….estaba casi suplicando. Él me sonrió con malicia y sin soltar el pecho del que me tenía sujeta me dijo:
- No bonita, aquí vienes a aprender a coger. Si quieres que te dé placer, primero debes tenerme contento y hacer todo lo que yo te diga.
- ¿Qué quiere que haga?
- Quiero que me la chupes, vamos a ver si has aprendido de la última vez. Dicho esto, me empujó hacia abajo, haciéndome hincar y con la cara a la altura de su entrepierna mientras desabrochaba su cinturón y dejaba mostrar un pene ya erecto y listo para lo que venía. El olor a orina y sudor era fuerte pero no me importó. Lo empapé de saliva y me lo fui metiendo en la boca, como había visto en las porno de mi primo, saboreándolo de la base a la punta, mientras con mi mano libre le acariciaba los testículos. No sé si fue producto de la calentura, pero el sabor en ningún punto me asqueó, al contrario, incluso lo encontré delicioso y masculino.
Hasta ese día, no disfruté una felación como esa, el señor se encargaba de guiarme con sus manos sobre mi cabeza para decirme si debía moverme hacia adelante, atrás, mantener su verga dentro, chuparla como si fuera una paleta, o solamente quedarme quieta y dejar que el me bombeara a su antojo.
Estuvimos como 5 minutos así hasta que finalmente llegó el momento, me jaló del brazo con dirección a la mesita, hizo espacio tirando varias cosas al piso y me pidió que me tumbara boca abajo. Así, con mi culo totalmente expuesto y las piernas bien separadas, no tuvo problemas en colocarse detrás, apuntar su pene a la entrada de mi vagina y ufff, lo dejó ir de golpe. No pude evitar gritar de la impresión
Me bombeó con furia, de una forma brutal y sin preocuparse si yo la pasaba bien. No me importó, al fin tenía lo que había buscado los últimos meses, y a los pocos minutos de ese ritmo acelerado, no tardé en volver a sentir ese orgasmo demoledor, esta vez, podía gritar a mi antojo, sin importarme ya si el viejo sabía si me gustaba o no. Ahí estaba yo, desnuda con un viejo de la edad de mi padre, el cual me cogía como le viniera en gana de forma brusca, viéndome como una zorra adolescente que había ido buscando sexo, y eso era precisamente lo que estaba buscando hacía meses y que a partir de ahí seria suya cuando quisiera, yo estaba gozando como para preocuparme ahora por eso.
Después de que empezaba a regresar a la realidad luego de aquel intenso orgasmo, noté que las embestidas comenzaban a hacerse más pausadas, y al voltear a verlo se veía notoriamente agotado y con gotas de sudor en la frente. Se retiró de detrás mio y fue a sentarse a la cama, llamándome para que lo siguiera.
Yo, habiendo perdido el pudor de estar desnuda frente a ese hombre viejo al que se le marcaba el abultado abdomen encima de su falo, me acerqué, y pasando los brazos por su cuello, me monté sobre él y dejé que se apropiara de mis nalgas, mis pechos y mi cuello, tomándome con fuerza, y succionando mis pezones con furia mientras yo tomaba ese falo brillante de mis fluidos y dirigiéndolo a mi enrojecida vagina me lo clavé lo más adentro que pude.
Cerrando los ojos y dejándome llevar, empecé a subir y bajar a un ritmo cada vez mas creciente, cabalgando en aquel viejo morboso que me estaba dando la cogida de mi vida y provocándome un segundo orgasmo. No pasó mucho tiempo para que él también empezara a tener los espasmos de estar por eyacular. No hizo el menor intento por retirarse. Terminó dentro de mi a la vez que me apretaba la cabeza contra el dándome un beso violento y me mordió el labio hasta hacerme sangrar.
Nos quedamos así un rato, disfrutando los últimos restos de la pasión que empezaba a enfriarse mientras sus manos no cesaban de tocarme por todo el cuerpo.
La conciencia empezaba a reclamar lo incómodo de estar allí desnuda y con mis entrañas llenas de esperma, rompí el abrazo y comencé a buscar mi ropa que había quedado desperdigada por la cama, mientras el viejo comenzaba a acomodarse el pantalón, ni siquiera había tenido necesidad de desvestirse.
Estaba ya vestida de vuelta y lista para abrir la puerta y escapar de allí, en parte culpable pero muy satisfecha. El viejo se acercó, me jaló de un brazo y se plantó frente a mí, quería estar seguro que no fuera a escapar como la vez anterior, o esto solo hubiera sido la emoción del momento y no volviera a pasar, quería asegurarse que yo le pertenecía
- Mira bonita, no quiero que salgas de aquí pensando que has cometido un error. Querías sexo y yo te lo he dado, no debes sentir culpa de nada, tu eres una mujer y yo un hombre y ambos la hemos pasado bien.
Comenzó a decirme otras cosas como que si yo aceptaba él se encargaría de enseñarme a coger mejor, y mostrarme las mejores formas de complacer a mi hombre. A cambio me ofrecía que nunca me iba a faltar una buena cogida.
- Pero para eso, debes ser obediente y hacer siempre lo que yo quiera, quiero que aprendas a disfrutar cada nueva experiencia y no te niegues a probar algo por miedo.
Conforme hablaba, mi calentura se había ido y ya pensaba más racionalmente, viendo la realidad tan fea como era: había ido a que me cogiera un tipo viejo y gordo, y además padre de mi mejor amiga, pero no podía negarme que la había gozado como nunca antes, ni con mi primo había disfrutado así, sumado a que era una época donde no tenía a nadie más. Mi interior se encontraba en una difícil lucha.
La mirada del viejo se endureció
- Pero no va a ser fácil y tendrás que ser buena, cuando estés aquí conmigo harás lo que yo te pida, y aprenderás a disfrutarlo, vas a venir siempre que puedas. Si quieres que te de verga, tendrás que pedírmela, suplicarme porque te folle, y puedes apostar a que lo haré, bonita, te voy a dar una cogida que vas a recordar hasta la siguiente vez que vuelvas. Entonces ¿quieres que sigamos cogiendo como lo hicimos hoy?
Esa mirada dura y desafiante, me hacía someterme y era imposible que le dijera que no, no por miedo, sino por una fé ciega hacia algo de lo que yo no tenía conocimiento de que era bueno para mi, y debía confiar en que él si. Sin permitirme más tiempo para pensarlo mucho, moví la cabeza y dije un “si, si quiero”. La sonrisa de aprobación del viejo nunca la voy a olvidar.
- Bueno, vamos a ponerte a prueba, antes de irte quiero que vuelvas a chupármela,
Yo dejé caer mis cosas al suelo, como hipnotizada y lista para cumplir toda orden que recibiera, sin sacarme las ropas me arrodillé, le saqué la verga con los fluidos míos y de él aun frescos, y sin pensármelo mucho la volví a mamar como había aprendido. Un cumulo de sabores se mezcló en mi boca, y no hice ningún gesto de asco, me adapté al fuerte sabor y lo ensalivé rato a rato hasta que solo pude percibir el calor que emanaba de su creciente miembro. Lo metía y sacaba entera y luego la volvía a ensalivar. Cuando a los pocos minutos volvió a tenerla dura acariciando mi cabello me dijo:
- Ahora bonita, pídeme que te la meta. Intenté mirar hacia abajo, apenada por lo que me estaba pidiendo, pero el me levantó el mentón, haciendo que lo mirara fijamente. Ante esos ojos mis dudas se disiparon.
- Por favor señor métamela…
- Más fuerte puta. Quiero que me supliques que te coja.
Era la primera vez que me llamaba puta directamente, o la primera vez que acepté la palabra como lo que realmente era en ese momento. Me levanté la falda, puse una mano sobre mi vagina y la otra sin dejar de sostener su miembro y le dije en voz alta, lo más segura que pude,
- Señor cójame, por favor. Soy una puta y quiero sentir su verga dentro.
Así como estaba y ya que se había quedado con mis interiores, solo tuvo que jalarme hacia la cama y volverme a coger, con movimientos rápidos y penetrándome hasta lo más profundo de mis entrañas, a las pocas embestidas sentí el calor como me subía al cuerpo y subía y subía hasta culminar en otro orgasmo. todaviodavía el viejo estuvo varios minutos penetrándome, jugando con mis senos, apretándome las nalgas, hasta que se vació dentro de mí. Solo entonces me dejó arreglarme un poco e irme a mi casa.
Camino a casa y ya que no tenía ropa interior, su semen todavía caliente resbalaba sobre mis piernas hasta mojar mi falda, lo cual me hacía calentarme solo de recordarlo. Sin que nadie me viera, me introduje un par de dedos, extraje los restos del viejo y lo olí, disfrutando el olor a macho que me había poseído hacía unos minutos. Al llegar a casa terminé masturbándome y dormí como hacía meses no lo hacía.
Así con lo que les cuento, pasaron 4 meses, en donde todos los viernes sin falta, y a veces entre semana iba a su taller para dejarme coger en el cuarto de atrás. Siempre que llegaba y estaba alguien preguntaba por mi amiga, y siempre la respuesta era, espérala ahí, no tarda en llegar, y ponte cómoda…yo ya sabía lo que quería decir con eso. Al paso de los días me iba enseñando posiciones, variantes, nuevas formas de seducir a un hombre y a mejorar mis habilidades como amante, e incluso por dos días donde no estuvo su esposa e hija me fui a quedar con el. Mi visión del mundo y sobre tdoo del sexo cambió radicalmente e incluso pude hacer de algo de reputación en la escuela. Yo estaba feliz. . . . y complacida.
Quizás después les cuente lo que me hizo esa noche en su casa… y lo que pasó despues más a detalle…