Sometida en un callejón

Adriana es una joven mujer que es tomada a la fuerza y de forma agresiva e inesperada en un callejón de una de las avenidas más importantes de la ciudad.

No era muy tarde, apenas eran las 8pm, pero la noche ya había caído sobre la ciudad, oscureciendo los rincones y dificultando la visibilidad. Al mismo tiempo las luces de la calle y de los edificios apenas comenzaban a prenderse, ofreciendo un ambiente a media luz, hasta romántico se podría decir.

Por alguna extraña razón una de las avenidas más importantes de la ciudad se encontraba casi vacía, solo un par de carros la cruzaban para ese entonces, por lo que el sonido de unos tacones altos resonaba como llamado de atención, invitándote a voltear en búsqueda del agradable sonido.

A lo lejos se podía apreciar la silueta de una linda joven llamada Adriana. Una chica delgada pero con buen cuerpo, su abrigo largo no dejaba mucho a la vista pero si lucía a la perfección su pequeña cintura. Un cabello largo y rizado se movía con el viento al tiempo que daba cada paso con ritmo y elegancia. La chica caminaba con seguridad, ella pasaba caminando por allí todos los días y sabía que no había nada de que preocuparse. Su paso era tranquilo pero consistente.

Sin embargo, al pasar junto a un pequeño callejón, una fuerte y grande mano la jaló por el brazo y la metió entre las tinieblas de ese estrecho pasillo urbano. Ella quiso gritar, pero la fuerte mano la presionó contra la pared al tiempo que le tapaba la boca.

Adriana no podía ocultar su mirada de sorpresa. Frente a sus ojos estaba Raúl, uno de los directivos de la empresa en la que trabajaba, un hombre alto y fuerte, de apenas unos 32 años de edad y muy bien vestido debido a la formalidad que exigía su trabajo.

Ella trató de soltarse pero él era mucho más fuerte… Con el peso de su cuerpo Raúl la tenía arrinconada contra la pared, con una mano le tapaba la boca y con la otra tocaba su cabello, rostro y cuello con completa lascivia, olfateando y llenándose de su dulce aroma. Los latidos del corazón de Raúl comenzaban a acelerarse al punto de sentir que explotaría, al tiempo que su verga comenzaba a crecer y su cuerpo se acercaba más al calor de ella.

La chica trataba de librarse y luchar, con lo cual solo aumentaba la excitación de Raúl quien no aguantaba las ganas de cogérsela en ese mismo segundo.

  • Mira Puta, esto va a pasar te guste o no, así que mejor disfrútalo – Susurró con voz amenazadora pero con cierta tranquilidad cerca del oído de Adriana… - Voy a quitar mi mano de tu boca pero con el menor ruido que hagas, a menos que sea un gemido, te corto la garganta. ¿ENTENDIDO? – Concluyó el hombre. Adriana estaba asustadísima, se podía ver en su mirada, pero asentó con la cabeza tras las amenazas de su futuro violador.

Con un movimiento rápido Raúl alzo las manos de Adriana y las sujetó con una sola mano, teniendo con esto completo acceso a su cuerpo. Suavemente fue desabrochando su abrigo y se lo quitó con delicadeza, después tomó su cuerpo como si fuera una muñeca y lo acercó al suyo firmemente y con fuerza, tocando desesperadamente aquellas perfectas nalgas y exquisita cintura. Después, en un arranque de calentura le desgarró la blusa de un jalón, dejando expuestos sus lindos y perfectos senos que aunque no eran muy grandes, estaban bien torneados y forrados por una suave y aterciopelada piel joven que poseía una delicada fragancia que lo embriagaba de deseo.

Adriana trato de luchar de nuevo, pero Raúl la agarro del cuello con fuerza y dominación, quitándole el sostén y dejándola solo con esa pequeña falda. Ella seguía luchando y tratando con sus dos manos de librarse sin éxito de la mano de aquel despiadado hombre que estaba presionando su cuello. Adriana quería librarse, pero él solo seguía excitándose con el rechazo y aquel forcejeo.

Disfrutando por completo de aquella situación, Raúl metió su mano bajo la falda de Adriana encontrándose con una mini tanga y una rajita totalmente depilada, lo que aumento al máximo su excitación. Así que sin pensarlo la volteo bruscamente, de tal manera que ahora la cara de Adriana estaba pegada a la pared y Raúl podía restregar su verga fuertemente contra las nalgas de ella.

Ella trató de gritar pero el tapo su boca y le jaló el cabello… - ¿En que quedamos putita? – Preguntó con voz amenazadora – No me obligues a cortarte la garganta – Finalizó.

Adriana trato de controlarse al tiempo que Raúl se desabrochaba el pantalón y dejaba al descubierto una verga de buen tamaño, no muy grande pero si sumamente gruesa, para ese momento dura como roca y morada del deseo, a punto de explotar en ella. Raúl le subió la falda y con un dedo hizo a un lado su tanga, al tiempo que aprovechaba para acariciar su clítoris para después llevar el dedo a su nariz y olfatear un poco de su dulce aroma.

Sin pensarlo por un segundo tomó a Adriana del cabello y la inclino de tal manera que sus nalgas estaban abiertas frente a su verga, después colocó su verga en la entrada de aquella rajita depilada y la metió con fuerza. Adriana soltó un grito por lo que él le dio una fuerte nalgada y comenzó a penetrarla fuertemente, tomándola de la cintura y acercándola a el en cada embestida.

  • Eso puta! Estas riquísima! – Gritaba de placer Raúl.

Adriana trato de gritar de nuevo por lo que Raúl la enderezo y la puso frente a él. Le dio una cachetada y le ordeno que disfrutara. Puso su rodilla entre las piernas de ella y se las abrió a la fuerza, separándolas para hacer lugar y poder meter su dura verga mientras la besaba fuertemente.

Ella se resistía pero él se excitaba más con cada rechazo, por lo que comenzó a besar sus pezones, su cuello y tocar sus nalgas al tiempo que casi la tenía cargada y la estaba penetrando con furia.

Durante un segundo Raúl bajo la guardia y comenzó a gemir de placer, por lo que Adriana aprovecho para golpearlo en el pecho y tratar de soltarse… Raúl reacciono rápidamente dejándola caer, por lo que ella quedo en el piso, a su merced.

  • No te atrevas a golpearme de nuevo puta! – Le gritó con desesperación. Después la tomo del cabello y la obligo a chuparle la verga. – Y si te atreves a morderme, te mato! – La amenazó con voz fuerte y masculina.

Adriana se la estaba mamando mientras Raúl disfrutaba del espectáculo completo además de una experiencia sumamente placentera. La tenía agarrada del cabello por lo que el controlaba las embestidas y comenzó a aumentar el ritmo conforme pasaban los minutos.

Raúl no podía más… Sabía que no le quedaba mucho tiempo y que alguien los podría descubrir, pero sabía que antes de que eso pasara él tenia que poseerla de una manera más fuerte y agresiva, así que sin pensarlo la tiró al piso y se hecho sobre ella. La sostuvo fuertemente de los brazos y comenzó a penetrarla con violencia, descontrolado en un vaivén duro y acelerado, al mismo tiempo que restregaba sus cara contra sus suaves pechos y le mordía el hombro. No pasaron más de dos minutos cuando Raúl comenzó a gritar de placer.

  • Más rápido papi, me vengo!! – Gritó sorpresiva e inesperadamente Adriana con una voz desesperada. Rápidamente dejó el papel de víctima atrás y comenzó a moverse al mismo ritmo que Raúl, mientras tocaba sus nalgas con deseo y comenzó a besarlo con pasión desenfrenada. – AAAAAAAHH!! – Gritó ella de placer mientras sufría uno de los orgasmos más fuertes que había sentido y tras disfrutar del morbo y la satisfacción de haber cumplido con su novio Raúl una de sus fantasías más íntimas y agresivas: La violación.

  • Me quiero venir en tu boca – Le gritó Raúl a Adriana al tiempo que se paraba y descargaba toda su leche sobre ella. Adriana no podía sentir las piernas tras aquel tremendo orgasmo pero aún así se las arreglo para enderezarse y comerse con placer todo aquel semen, disfrutando con lascivia cada lamida y dejando la verga de su hombre limpia, limpia.

Ninguno de los dos se había recuperado por completo del orgasmo, pero una pareja se acercaba a ellos por lo que los dos se enderezaron rápidamente y ella se enderezó la falda y se cubrió con su abrigo como si nada hubiera pasado. Los dos se tomaron de la mano y salieron de ese callejón dejando aquella blusa rota y el sostén tirados, como testigos en aquel callejón abandonado de su divertida y placentera aventura.

  • Prepárate porque sigue mi fantasía – Le susurró dulcemente Raúl a Adriana mientras los dos caminaban abrazados y sus siluetas desaparecían entre las tinieblas de la calle.