Sombra. I

Primera entrega de texto fantástico.

Muy pronto...

¿Qué?

...Tú y yo...

¿Quién eres?

...Cómo estaba escrito, amor...

Ya es tarde de nuevo. Maldita sea. Otra vez esos sueños/pesadillas. Ya ni siquiera sé lo que son. Me dan pánico. Cuanta calidez y a la vez cuanto temor me da aquella sombra. Peor aún al final de cada sueño, casi puedo ver su rostro y desaparece. Pff... ¡Es tarde!

Me levanto de un salto, es el primer día de universidad y voy a llegar tarde. No puede ser. ¿Dónde están mis cosas? Aún no me acostumbro al pequeño departamento que estoy rentando. Es lo más económico que pude encontrar, y está realmente bien. Un cuarto, un baño, una pequeña sala y otro cuarto de estudio. La lavandería la tendré que hacer afuera. Pero es cómodo. Otra opción era irme a vivir con Abraham, pero no, papá nunca estaría de acuerdo y mamá... Bueno. Saben que Abraham es buen chico, pero hasta que no haya boda no viviremos juntos... ¡Ja! Qué cosas... Apenas el primer año de universidad y ya estoy pensando en bodas.

Me apresuro y llego a la universidad barriéndome. Suena mi celular.

-¿Aló?

-Buenos días mi amor, sólo te llamo para desearte un excelente primer día. Te amo.

-¡Abraham! ¡Gracias! ¡Te amo! ¿Nos veremos al rato?

-Por supuesto.

-Te amo.

-Me tengo que ir. Te veré al rato. Adiós.

Ambos colgamos. Conocí a Abraham en una fiesta. Es ocho años mayor que yo. Es el hermano de una de mis amigas. Hasta el día de aquella fiesta nunca lo había visto. Llego de trabajar e iba hacia su cuarto cuando chocó conmigo, yo iba había el baño. Me miró y lo miré. Creo que es lo que llaman amor a primera vista, porque desde ese día no nos hemos separado. Lo amo tanto.

¡La clase!

Es una nueva escuela y no sé dónde están los salones. Camino un poco y hay un mapa de la zona. Saco mi hoja de horarios. "salón 6" se lee en lo que parece mi nueva clase. Busco en  el mapa. No es muy lejos. Apresuro el paso. ¡Ahí está! Por fin entro y al parecer el profesor aún no ha llegado. Todos están parados socializando. Por algo están aquí. Voy buscando lugar y al parecer sólo hay sillas vacías al final del salón. Ni modo, mañana llegare temprano para tener un buen lugar. Tomó una silla y me acomodo en una mesa. Al lado de mi hay una chica recostada, al parecer el cambio de horario le afectó. Pobre. Trato de hacer el menor ruido posible para no despertarla. Está profundamente dormida boca abajo. Sólo alcanzo a ver su largo, lacio y negro cabello. Es bastante bonito. Me acomodo y saco mi celular. Ya son las 7:20 y no hay señales del maestro, seguramente hoy no vendrá. ¿Qué estará haciendo Abraham? Uff... Lo extraño. ¡Zas! Se me cae el portátil de las manos y mi compañera de mesa salta del susto.

-Lo siento, no pretendía despertarte, discúlpame.

-Argggh... ¿Para qué vine? Tontos ancianos...

-No logré escucharte, ¿qué decías? - Se acomodó su cabello y logre ver sus extremadamente raros ojos. Eran de un color lila intenso. Y su piel era bastante clara.

-Nada. ¿Al parecer ya no llego el profesor cierto?

Me quedé un momento embobada en sus ojos. Seguramente son pupilentes.

-¿oye?

-Ah, sí. Ya es algo tarde. Seguramente y no llega.

-Entonces dormiré un poco más. ¡Noches!

-Jaja, descansa.

La chica tomó su posición inicial. Y yo recargue mi cara en mi mano. Era la primer hora, del primer día y ya estaba muerta del aburrimiento.

Dieron las 7:40 y varios de mis compañeros empezaron a retirarse. Pensé en seguirlos a la siguiente aula para poder tomar un lugar más cómodo, pero no quería dejar a mi "nueva amiga". No hicimos muchos lazos en nuestra primera conversación, pero era la primera persona con la que hablaba en la universidad, así que decidí ser amable y le iba a avisar que teníamos que irnos a la siguiente clase.

-Eh... Ya casi es la siguiente hora, creo que deberíamos irnos.

La moví un poco del hombro y logre que se volteara, pero no despertó. Seguía dormida y pude ver lo fino de sus rasgos. Sus ojos con pestañas pobladas, la nariz respingada y los labios delgados y rosas que contrastaban con su piel.

El cabello le cayó sobre la cara, y sin pensar, se lo quité de la cara con mucho cuidado. No pude evitar rozar su piel. Era suave, muy suave, y a la vez bastante fría. A mi contacto se movió incómoda y pronuncio algo muy bajito.

-Ama... No.

No comprendí muy bien, así que supuse que estaba soñando.

El tiempo corría, así que tomé mi teléfono nuevamente y lo dejé caer, ya que no era capaz de despertar "intencionalmente" a la chica.

¡Zas!

-¡¿Ahora qué?!

-Perdón de nuevo, soy algo torpe

-Ya me di cuenta -Entrecerrando sus ojos. Luego dio un largo bostezo.

-Ya casi es la siguiente hora, creo que deberíamos irnos.

-Naaa... Yo paso. Mi trabajo aquí terminó.

-¿Cómo? ¿No eres estudiante?

-No, bueno sí... Mira, es complicado, no lo entenderías. En fin. Un gusto conocerte, nos vemos. -La chica que iba con una sudadera negra, unos jeans y unos converse se despidió de mí y emprendió camino a la salida. Pff... Y pensar que la espere para que no se quedara sola y ahora la que se quedó sola soy yo.

Tomé mi mochila y vi que había algo en su lugar. Dejó sus lentes. Salí del salón y ella ya no estaba. Ni modo, seguramente ya se fue.

Revisé mi horario y vi que salón seguía. El 11. No estaba muy lejos, ¡pero ya iba tarde de nuevo! Corrí lo más rápido que pude y por fin llegué. Otra vez no había maestro, y no se qué tan bueno o malo sea eso. Desafortunadamente otra vez me tocó un lugar hasta atrás.

Me senté. Suspiro. ¿Será así todos los días? Cierro un momento los ojos. En un momento siento que alguien se sienta a mi lado. Abro los ojos y es la chica de la sudadera.

-creo que tienes algo mío- Esta vez iba con la capucha de la sudadera que  cubría sus ojos.

-Dejaste tus lentes.-Los saqué de mi mochila y se los entregué.

-Gracias por cuidarlos. Ahora sí es hora de irme. -Decía mientras se quitaba la capucha y se colocaba sus lentes.

-Espera... ¿Ese color es el de tus ojos?

-¿qué color?

-Ese... Como morado.

-¿De qué hablas? Son cafés.

-No es verdad, los estoy viendo ahora mismo.- Al decir esto, la chica se quedó quieta. Y creo que se puso un poco más pálida de lo que ya estaba.

-Buenos días jóvenes.

El maestro había llegado. La chica seguía viéndome fijamente. Finalmente se sentó a lado de mí, resoplando fuertemente, como cuando te hartas de una situación.

-Chicos, aún no tengo la lista del salón, y supe que su irresponsable maestra de la hora anterior no llegó, así que, qué tal sí nos presentamos empezando por ti -Señalando a una chica de la primera fila.- Quiero que me digan su nombre, y lo que más les gusta.

-Yo soy Marlene y me gustan los postres.

Éramos 50 alumnos. Seguramente no iba a llegar a presentarme. Me concentré en mirar a la ventana. Afuera del salón en el que estábamos había un jardín hermoso. Árboles frondosos con hojas cayendo por ser otoño. Cerré un momento mis ojos.

Al cabo de un rato sentí alguien agitándome fuerte. Abrí los ojos.

-Tú sí que tienes el sueño pesado.- Era la chica de la sudadera.

-No era necesaria tanta violencia. ¡¿DÓNDE ESTÁN TODOS?!

-En la siguiente clase.- Mientras subía sus pies a la mesa y se acomodaba en su silla.

-¿Qué hora es?

-Ya es tarde. Salimos hace 20 minutos. No te preocupes, no alcanzamos a presentarnos. Y ya no llegamos a la siguiente hora.

-¿Por qué no me despertaste antes? No puede ser, tan sólo el primer día y ya falté a una clase.

-Tranquila chica lista. Además, tenemos que hablar.

-¿De qué?- Contesté molesta mientras guardaba mi libreta y pluma.

-¿De qué color son mis ojos?

-Ya te dije, son lilas... O morados... No sé, un color inusual.- Sin verla.

-Tienes que verme, tal vez fue tu imaginación hace rato.- Impaciente la volví a mirar a los ojos.

-Sí, son lilas.- Volví a lo mío.

-¿Cómo es mi piel?

-¿A qué viene todo esto?

-Contesta por favor.

-Es blanca. La piel más clara que haya visto. Y tus labios muy rosas. Deberías pasarme la marca de tu lipstick, es un color muy lindo. - Al decir esto la chica se sonrojó, lo cual era bastante evidente por lo claro de su piel.

-Me retiro, me adelantaré a la siguiente clase para tener un lugar decente. Adiós.

-Espera, una última cosa.- Se plató en frente de mí y tomó mi mano. Lentamente la fue llevando a su rostro y la coloco sobre su mejilla.

-¿Qué sientes?

-Tienes muy fría la piel. Anormalmente fría.- Me miró. Luego bajó mi mano a su pecho y la suya la colocó en el mío.

Lo más increíble, es que yo no sentía ningún latido. Pero en cuanto puso su mano en el mío, pude sentir como lentamente comenzaba a percibir un pequeño golpeteo de lo que se supone era su corazón.

Reaccioné y retiré mi mano de su pecho. Tomé mis cosas y me fui de ahí.

Llegué al salón donde sería mi siguiente clase. ¿Qué fue todo eso? Cuando puse mi mano en su pecho algo paso, como sí ella fuera una brasa y al contacto se encendiera. Y cuando puso su mano en el mío fue algo similar. Calidez. Miedo. La pesadi... No, es imposible.

Saqué mi cuaderno y empecé a hacer garabatos en lo que esperaba a mis compañeros. Después de un rato comenzaron a entrar. De pronto siento que colocan un vaso de chocolate caliente y un muffin en frente de mí. Era ella. Seguido de eso se sentó a mi lado, otra vez con los pies en el escritorio y las manos en la cabeza.

Levantando una ceja la quedé viendo y me miró.

-¿Qué?

-¿Qué es esto?

-Tu desayuno.

-No te lo pedí.

-No has comido desde ayer. Debes alimentarte.

-¿Cómo sabes eso?- El maestro entró, se presentó y por fin empezamos a tomar la primer clase real.

La clase terminó y tenía una hora libre antes de la siguiente hora. Me moría de hambre. Así qué empecé a tomar pedacitos del muffin que estaba ahí. Esperé que aquella chica se fuera. Por fin salió con su caminar despreocupado. Entonces tomé el muffin y me bebí el chocolate, ahora tibio, que no dejaba de saber bien. Amo el chocolate caliente. Esto es sólo una casualidad.

Salí del salón, y afuera, recargada en  la pared, estaba ella.

-Tenemos que hablar.

-Y debes aprender a usa otras frases. Además ya hablamos. Discúlpame, tengo que hablar con mi novio. -Hice énfasis en esa última palabra. Quería dejarle claro a la chica que me atraían los hombres. Que no iba a funcionar lo que intentase, ¿por qué intentaba conquistarme no? Me sentí tonta al tener esa clase de pensamientos. Tal vez la chica sólo quería ser mi amiga y yo estaba mal pensando.

-Vaya, tienes novio...

-Así es.- ¿estaba malpensando?

-Al final de clases tenemos que platicar, es algo bastante importante.

-Apenas te conozco, ¿qué podría ser tan importante entre tú y yo?

-Es complicado... Y no me veas de esa manera. Yo sólo estoy cumpliendo órdenes.

-¿De quién?

-Responderé eso sí accedes a ir conmigo a un lugar después de clase.

-Lo siento, pero ya tengo una cita hoy, con mi novio.

-¿Y cuándo te desocuparías?-Me tomó por sorpresa.

-Pues... No lo sé. Tal vez en la noche, y en la noche no salgo. Así que lo que tengas que decirme debe esperar hasta mañana.

-No, tiene que ser hoy.-Pensativa.- Anyway, ya será después. -Y se marchó.

Qué chica tan curiosa. Ni siquiera sé cómo se llama. Pero como ella dijo, anyway...

La hora libre la aproveché para recorrer la universidad y conocerla. Es bastante grande y estética.

Llego la hora de la siguiente clase. Y la siguiente pasó tranquilamente. Llegó la hora de salir. Ya estaba en la entrada cuando el carro de Abraham se estacionó.

Me subí. Fuimos a comer, luego paseamos un rato. Después pasó a dejarme a mi departamento.

-Ojalá pudiera quedarme.

-Puedes hacerlo.-Con voz sugerente.

-Lo siento bebé, tengo que trabajar. Pero, ¿paso mañana por ti?

-Está bien.

Nos besamos. En serio me tiene loca.

Se fue.

Subo con pasos pesados. Son las 11. Llego a mi piso y veo un bulto a un lado de mi puerta.

-¿Hola?- Temblorosa.

Es una sombra. Es esa sombra. ¿Estoy soñando? Es la pesadilla. Se extiende por la pared. Se está elevado.

Se oye un bostezo.

-Tardaste demasiado.- Era aquella chiquilla rara.

-¡Qué fue eso! ¡Me asustaste! Más importante, ¿qué haces aquí?

-Dijiste que podías hablar en la noche.

-Pero no creí que vendrías... ¿Qué es eso?

-Era comida China, pero ya se enfrió.

-¿Por qué no la comiste?

-Es para ti.

-No necesito que me alimentes, mejor come tú.

-No me gusta la comida China.

-Ashhh...

Entré al pequeño departamento dejando detrás de mí la puerta abierta para que entrara aquella chiquilla. Porque además de todo, se veía más joven que una universitaria. La iba a dejar pasar porque no desconfiaba, incluso si se atrevía a hacer algo, yo era más grande y podía contenerla.

Volteé para ver sí había pasado, pero ella estaba afuera, con la bolsa de comida en mano.

-Pensé que te urgía hablar conmigo, ¿no piensas pasar?

-Necesito que me invites.

-¿A pasar?

-Sí.

-Pues, te invito a pasar.

-Gracias. -E ingreso.

Se sentó en una de las sillitas que tenía junto a la pequeña mesa de madera.

-Siéntate.

-Ok.

-No soy de por aquí.

-Ajá.

-Vengo de un lugar diferente. Me enviaron a buscarte.

¿Quién?

-Los ancianos.

-Ok. Mira, estoy cansada y mañana hay escuela. Así que, no tengo tiempo para historias fantásticas, ¿qué te parece sí dejamos tus cuentos para mañana? Sí lo que quieres es escribir cuentos de fantasía, ¡felicidades! Estas en la carrera correcta. Pero yo no puedo ayudarte mu...

-Yo no quería venir. Sí estoy aquí es porque me obligaron. Según esos malditos anc... ¿Tienes una lap top?

-Sí.

-¿Podrías traerla?

-¿Para comunicarte con los espíritus más rápido?

-No es gracioso.

-Ya ya, la traeré.- Le traje la computadora. Se acomodó y abrió Skype. Segundos después empezó a hablar en una lengua diferente. Discutía. Después de unos minutos volteó la pantalla.

Había una mujer. Al verme casi se le salen los ojos de impresión. Puso su mano en sí boca y con lágrimas en los ojos pronunció algo: Morgana.

-¿La conozco? - La chica volteó la pantalla nuevamente hacia ella. Seguía hablando. Siguió discutiendo. Otra vez la volteó a mí-

-Morgana, soy la abuela de Lilith. -Decía la mujer. Apenas podía comprenderle debido a su marcado acento y a que, por la falta de dientes, tenía una pronunciación difícil. -La entrego a ti. Ella es tu destino y tú el de ella. Cuídala bien y completen su unión. Recuerda que dependen una de la otra. Utilicen su magia. Recuerden sus memorias. Ella está para servirte. Así lo han decidido los ancianos. Sólo ellos saben por qué ahora han de estar juntas y no antes o después. No han querido esperar otra vida. Cuídala.-Se desconectó.

-¿Con quién estás haciendo esta broma?

-Con nadie. No es nada más que la verdad.

-¿Lilith no?

-Sí.-Masticando chicle.

-¿esto va en serio?

-Ummm... Sí.-Haciendo una bomba de chicle.

-¡Deja eso un segundo! ¿Cómo puedes estar tan tranquila? ¡Tu abuela acaba de darte! ¿A mí? ¿Destino? ¿Magia? ¿Memorias? ¿Servirme? ¿Otras vidas? Sí te envió Abraham debe saber que no es nada gracioso.

-Tú novio no me envió. Y no estoy más contenta que tú, yo no quiero estar aquí, quiero regresar a mi tierra. Pero no. Sólo vine aquí para demostrarle a la abuela que estaba equivocada, que tú no existías y sin embargo llego el primer día y ahí estas!

-¿Cómo supiste que era yo? Ni siquiera sabias mi nombre.

-Fácil. Viste el color de mis ojos. Aún con las gafas. En este plano ningún mortal puede ver el color original de mis ojos, ni mi piel. Para ellos soy una chica común de ojos castaños y piel semibronceada.

-¿Mortal? Esto se está yendo de mis manos. ¿Qué? ¿Eres un vampiro o algo así? Jajajaja- reía nerviosa.

-Sí.

-Basta, retírate. -Inmediatamente la chica salió del departamento. Creí que me tomaría más tiempo.

Se quedó parada afuera.

-Vete.

-No tengo dónde quedarme.

-No es mi problema. -Cerré la puerta.

Caminé a mi cuarto para desvestirme y tomar un baño. Al salir fui por un vaso de agua y vi que la bolsa de comida China se había quedado.

Pff... Qué mal me sentía, ¿y si de verdad no tenía donde quedarse? Me sentía el peor ser en el universo. Guardé la comida en el refrigerador y de paso vi que aún había basura de la mudanza. Se supone que tenía que sacarla, pues el camión no tardaba en pasar. Era una sola bolsa, pero no quería dejar que se acumulara. Sí a duras penas cabía en el departamento, ir acumulando cosas no iba a mejorar la situación. Me puse un pans y salí. Al abrir la puerta se da a un balcón y en la esquina estaba aquella sombra. ¿Sería posible...? No.

-Li... Lilith... ¿Eres tú?

-¿Ah? -Bostezando.

-¿Por qué sigues aquí? Te dije que te fueras

-Y yo te dije que no tenía a dónde ir.

-no me contestes así

-Lo siento.

La miré un momento. Tan pequeña y frágil.

-¿Qué edad tienes?

-La misma que tú.

-Yo tengo 20.

-Creí que tenías menos. Tengo 18.

-Sólo hoy dejaré que te quedes aquí. Tengo un sleeping, dormirás en la sala. Más te vale no robarme. Tengo muy poco, pero no me gustaría encontrarme en la mañana con que ya no tengo mesa o sillas. O refri.

-No pasará.

-Está bien. Iré a dejar esta bolsa de basura y...

-Yo lo hago.

-No.

-Por favor. Permíteme hacerlo como agradecimiento por dejarme quedar contigo.

Lo pensé un poco.

-Con cuidado.

-Claro ama

-Alto ahí. ¿Cómo me llamaste?

-Son reglas de la abuela.

-Lilith, dime Morgan. Eso de ama lo hace sonar como una sumisa a su dominatrix. Y esas prácticas nunca me han interesado.

-Ok.

Llevó la basura y tocó la puerta.

-Y en serio, ¿necesitas que te invite?

-Sí.

-Te invito a pasar- Con voz aburrida.

Entró y cerró la puerta.

-Ahí está el sleeping. Perdón que no pueda ofrecer otra cosa. Tengo un sofá cama, pero la mudanza aún no lo trae. Una almohada. Y ya. Descansa.

-Gracias.

Camine, agotada, a mi cuarto. Ya era media noche.

Inmediatamente después de entrar en las sábanas me quedé dormida.

Despierto y todo está oscuro. No sé dónde estoy. Sólo hay oscuridad. Alguien está aquí. ¿Hola? Mi eco retumba. No estoy en casa. Algo se arrastra. ¡Dios! ¡Es aquella lúgubre sombra de siempre! Se acerca a mí y comienza a subir desde mis pies, lentamente. No por favor. Me recorre, siento su contacto cálido. Aaah... Demasiado... Cálido... Ésta... Sensación... Es demasiado... Se me escala un gemido... Mmmhmmn... Basta... Por favor... Es más alta que yo, esa sombra... y me mira con sus ojos rojos carmesí llenos de deseo. Se acerca a mi boca... Huele a rosas... Su aliento es tan... No me besa... Se acomoda en mi cuello... Lo lame un poco... Estoy en éxtasis... Entonces todas esas sensaciones se disipan... me duele... dolor ardoroso que recorre desde mi cuello hasta toda mi espina dorsal.... ¡AAAAAAAAH!

Continuará.