Solos... última parte de solos en mi casa.
Después de una gran pasión ambas almas se encuentran solas, ya la una sin la otra.
Solos última parte de solos en mi casa.
Después de este primer encuentro vinieron otros muchos ratitos de esos que esperas impacientemente y que cuando llegan te parecen tan cortos. La pasión se desataba, aprendíamos a entendernos sexualmente. Apenas hacían falta palabras para saber lo que cada uno quería No era solo penetrar, el juego ardía en nuestros corazones.
A menudo sentía que necesitaba decirle lo mucho que ya lo quería, y eso que hacía tiempo que no podía decirle a nadie esas palabras. Hasta entonces para mi estaban carentes de significado. Decir te quiero, no tenia sentido. Pero sí con él. Me daba tanto y yo le daba tanto que se me escapaban los sonidos y me los reprimía a menudo, no sé era una sensación de parar lo que mi alma estaba sintiendo. A él también le costaba mucho decirlo, pero también lo hacia, como a escondidas, sin repetirlo continuamente pero con la certeza de sentirlo.
Los encuentros eran algo prohibidos, nos veíamos en mi casa siempre, sin que el mundo lo supiera. Aun no estábamos preparados para que se supiera nuestra relación. Muchas cosas habían en el futuro incierto que auguraban una ruptura. El tenía que marcharse unos meses al extranjero, eso era lo principal, y no sabíamos ninguno cómo íbamos a resistir este alejamiento. Yo estaba dispuesta a esperarlo, porque para mí sería lo de siempre, ya había esperado mucho a que el apareciera. El estaba dispuesto a no olvidarme, y eso era mucho dada su vida loca. Al menos nunca se lo había planteado, así que eso ya era mucho. Teníamos que tomar esto como una prueba de nuestro amor que era muy importante pasar, tanto por su parte como por la mía.
El final llegó antes de irse. Yo quería saber sobre el pasado, un pasado que a él siempre le preocupaba porque decía que era algo que no podía controlar. Sin embargo cuando yo quise preocuparme por el suyo y entender algunas cosas que no me habían gustado, utilizó la táctica de esconder la cabeza. Así miraba para otro lado y huía de mi y mis preocupaciones. Lo bueno, podía seguir con su vida loca, lo malo, ni tan solo se despidió de mi, sólo se limitó a cortar nuestra conversación y marchó, sin decir adiós.
Tengo que agradecerle algo muy importante, que hizo que volviera a sonreír. Me dio muchos momentos ,pero me faltó el momento de la despedida. No sé si nos volveremos a ver, pero pienso que entre nosotros ha quedado una luz que nunca se apagará, o al menos eso quiero creer.
Algún día dejará de peregrinar de un lado para otro y mirará dentro de sí. Cuando lo haga verá mi lucecita y espero que ese enfado que tiene ahora conmigo se torne en sonrisa y le ayude a sacar esa persona que lleva dentro y se resiste a salir. Entonces encontrará un alma que le acompañe en su camino.
Yo me quedo triste, con la emoción contenida por algo que no tuvo ocasión de crecer, pero en mi fondo sonrío cuando miro dentro de mí y también veo su luz.