Solo Una Noche

Cuando el deseo es más fuerte.

Solo Una Noche

Sandra.. Hermosa como siempre, con su rubio cabello alborotado de tanto Stress, todo el tiempo danzando en el mar de la alegría, la desesperanza, su matrimonio, su trabajo y sus bajos deseos, sí, ese bajo deseo que dejo correr sin frenos una noche en que la que nada se espera, en la que no hay cronograma, ni agenda, solo una noche de trabajo, como todos los sábados de su vida desde hacia 7 años, corriendo entre personajes, bastidores, maquillaje, peinados, cámaras, ordenes, gritos, esa era la vida intranquila pero bien lucrada que llevaba.

En el piso superior estaba Alejandra Bella, con su largo y hermoso cabello negro, quien se ahogaba en su situación de poca actividad social por las arduas jornadas laborales a las que se había sometido para demostrase que podía salir de su tusa sentimental, su vida se desenvolvía entre dos trabajos totalmente diferentes pero que la alejaban de su estado depresivo, corriendo de una sala para otra, creando, pintando, embelleciendo lo que Sandra  entregaba, su poca, escasa  relación, era totalmente laboral.

Pero ese sábado en la noche, como cualquiera del calendario, trabajarían, quizás hasta las 12 AM o 2 AM, algo difícil de determinar, sin embargo como gotas estrelladas, el destino las puso en el mismo sitio, a la misma hora, en el mismo estado sentimental, para perderse por una noche en el placer y el dolor.

Con todo terminado y queriendo beber algo fuerte, Alejandra decide salir con sus compañeros de trabajo,  tres esquinas delante para el auto y ve que a su lado se sienta Sandra, nunca antes habían cruzado palabras diferentes que no fueran de su trabajo, era extraño para las dos entablar una conversación diferente, sin embargo Alejandra tiene el exquisito y sutil don de  hechizar  con sus palabras a la persona que le interesa, y así era, Alejandra siempre admiraba la belleza de Sandra, en silencio la deseaba, pero nunca llego ni siquiera imaginar el tenerla tan cerca y fuera del lugar donde los sentimientos eran innecesarios y desastrazo mostrarlos.

Entre la música, los tragos y algo más las desconocidas a esta ese momento, se convertían en entrañables amigas, sin números de historias rondaban por los oídos de cada una, las miradas se cruzaban y las caricias llegaban, los bailes cercanos eran fogonazos de preguntas sin realizarse y por ende sin respuesta, una invitación a un apartamento matrimonial en la que unas cuantas personas mas estarían, pero esto no impedía lo que ya rondaba en el aire, estaba tan claro para las dos que sin contar con quienes se encontraban allí, sin importar que ella estaba casada, sin contar que mañana alguna de las dos estaría destrozada, se envolvieron en mar de besos y caricias, en remolinos de sentimientos y deseos, Sandra acostumbrada a ser poco discreta, desecho de su cuerpo lo que estorbaba y entre espejos y danzas tomo el cuerpo de Alejandra que con solo el contacto de su mano en su cintura consiguió que se desvaneciera en una locura infinita de baile sensual y provocativo, sin restricciones, sin miedos  Alejandra entre sabanas amaba a Sandra, en ríos de placer, en ráfagas de múltiples colores y sabores, cada espacio de su cuerpo era el exquisito sabor de lo deseado, tan suave piel, tan hermosos ojos en que perderse, tan delicadas manos que recorrían cada centímetro de su piel, Alejandra viajaba en cielos estrellados de sintonía espacial. Sandra la besaba como si los besos en cualquier momento se fueran a esfumar, revuelta en extremo éxtasis, tomándola como si  siempre le hubiese pertenecido, como si antes le hubiese amado, cada beso era el  fuego revivido de cenizas dormidas, enredadas en un solo cuerpo, en un solo sentimiento, el sentimiento del momento, porque el día llego y así mismo la tormenta de esa noche desapareció, el cielo se despejo y con ellas la verdad que no podía ser,  que todo debía volver a la normalidad, Sandra a su vida de casada y estrella de televisión y Alejandra a su vida de soltera y de Editora.

Rechel-Angie.