Solo un tio mas

... dejo tiempo para que disfrutes hasta el último espasmo antes de acercarme a ti para liberar tus muñecas y tumbarte junto a mi en la cama ...

(He corregido el anterior relato pues el texto aparecía duplicado; gracias angelikaPi).

Acabo de aparcar y subo a la habitación del hotel donde te he citado.

Es un hotel céntrico de Madrid, uno cualquiera de los muchos que hay. Yo he estado esta mañana para reservar la habitación, prepararla y tener tiempo para acercarte tu llave.

Mientras subo a la habitación, pienso en la cadena de hechos que nos han llevado hasta aquí:

un contacto a través de una página web de relatos, correos electrónicos, fotos (primero fotos que nos resultaban excitantes y luego fotos propias) y horas de chat  en los que hemos hablado de todo un poco, aunque, como no, nuestras conversaciones se han centrado en los aspectos sexuales: que nos gusta, que esperamos, hasta donde estamos dispuestos a llegar, nuestras experiencias previas, ...

Al final, todo esto nos ha conducido hasta aquí, hasta nuestro primer encuentro físico.

Estoy en la recepción, sólo un tío más, de estatura normal, piel clara, delgado, pelo corto, barba de 3 días, ojos verdes, ... un aspecto juvenil que no delata mis 35 años con una mochila al hombro. Nadie sospecha lo que hay en la mochila. Nadie sospecha porqué estoy allí.

Salgo del ascensor en nuestra planta. Cuando salgo, me cruzo con una joven que me dedica una extraña mirada. Me fijo en ella (rubia, pelo corto, pechos entre medianos y pequeños).

Estoy llegando a la habitación. Cómo hemos acordado, yo llegaría a las 19h00, dándote así tiempo a seguir las órdenes que te di para este primer encuentro.

Como he dicho antes, he preparado la habitación: he fijado una barra metálica en la zona de la entrada al baño. La barra aguantará tu peso sin problema. Sobre la cama he dejado un antifaz, unas fijaciones de velcro para tobillos y muñecas, y un par de barras rígidas de 60 centímetros, preparadas con agujeros para que las argollas de las fijaciones de velcro se puedan fijar a ellas rápida y firmemente.

También te he dejado las indicaciones a seguir. Por supuesto, debes haberte afeitado tanto el coño como el culo. Tienes órdenes de no hablar. Cuando entre en la habitación, deberás tener tu pelo moreno recogido en una coleta alta y puesto el antifaz y las fijaciones de velcro. Las fijaciones de los tobillos deberán estar fijadas a una de las barras, lo que mantendrá tus piernas separadas; las fijaciones de los muñecas deberán estar fijadas a la otra barra y esta a la barra fija que instalé por la mañana. Dado que la barra fija y la que mantiene tus brazos separados pueden girar una respecto a la otra, te he indicado que debes estar mirando hacia el interior del baño, de manera que tu cara con el antifaz y tu cuerpo se vean reflejados en el espejo.

A las 19h00 en punto abro la llave de nuestra habitación, y te veo. Paso y cierro la puerta. Me gusta lo que veo. Estás perfectamente inmovilizada, con las piernas ligeramente abiertas, el coño perfectamente afeitado, tus generosos pechos destacan más de lo habitual de tu bello torso debido a la postura de tus brazos, elevados sobre tu cabeza y separados por una barra unida a la barra que yo instale. El antifaz impide que veas nada, en particular, la sonrisa que esbozo al comprender que has tenido ayuda para prepararte (¿tal vez la rubia del pasillo?) al resultar imposible que tu solas hayas podido fijar tus dos muñecas a la barra; la verdad, contaba con que esta fuera tu primera "falta".

No te mueves, pero noto que te excita la situación pues tus pezones empiezan a destacar sobre la curva de tus pechos.

Dejo la mochila sobre la cama, y saco de ella un pequeño vibrador, lubricante y una pequeña cuerda (de unos veinte centímetros) con nudos en los extremos tales que permiten enganchar a la cuerda las argollas de las fijaciones. Lo dispongo todo ordenadamente sobre la cama.

Noto que tus pezones han seguido creciendo; el ruido de la cremallera y los ruidos que he hecho al preparar los accesorios te ha excitado.

Me desnudo, y me acerco a ti por tu espalda. Mi pene roza tu culo. Te rodeo con mis brazos, pego mi boca a tu oído y te susurro un "buenas tardes, esclava" mientras poso mis manos en tus pechos.

"Estoy muy satisfecho con cómo has seguido las instrucciones", te susurro mientras mis manos recorren tus pechos. "Ya me dirás más tarde quién te ha ayudado a prepararte", te pregunto al tiempo que mis dedos pellizcan tus prominentes pezones, "por que sé que no has podido hacerlo sola".

A estas alturas, mi pene está tiesa: la imagen reflejada en el espejo me ha excitado, al igual que el, al fin, poder acariciar esos pechos que tantas veces he visto en fotos. Pero lo que más me ha complacido es lo rigurosa que has sido preparándote para mi.

Te lo hago saber con un nuevo susurro al tiempo que deslizo mi mano derecha hacia tu entrepierna. Me recreo en el camino, y acaricio tu vientre, tu monte de Venus y llego, finalmente, a tus labios mayores.

Estás húmeda. Sonrío nuevamente.

Empiezo a masturbarte al tiempo que te indico que no debes correrte hasta que te lo permita. Te contorsionas levemente al ritmo de mis movimientos sincronizados: una mano soba tus pechos mientras que la otra juega en tu afeitado coño y te masturba suavemente; yo coloco entre tus blancas nalgas mi pene, y pego a ti mis caderas, de manera que tus contorsiones tienen el efecto de una leve masturbación sobre mi.

Te explico lo que va a pasar a continuación: "voy a separarme de ti" te digo "y vas a darte la vuelta; como has sido muy diligente preparándote para mi, voy a darte un pequeño premio" te susurro "voy a lamer tu jugoso coño, pero recuerda que no debes correrte".

A continuación me separo de ti, y poso mis manos en tu cintura. Empiezo a moverlas para guiar tu giro y, cuando te has girado completamente, me arrodillo y empiezo a pasear mi lengua por toda tu entrepierna. La muevo despacio, recorriendo desde el inicio de los labios mayores hasta donde consigo llegar. Inicio el movimiento contrario, y cuando llego arriba, me recreo en tu clítoris. Pego mi boca a tu coño, y succiono suavemente. Te estremeces, te estás conteniendo muy bien. Dejo de succionar, y repaso con mi lengua tu clítoris. Estás chorreando. Inicio un nuevo descenso, y me recreo esta vez en la entrada de tu vagina, donde introduzco mi lengua. Juego un poco con mi lengua en tu vagina y tus labios menores. Vuelvo a subir, y empiezo a levantarme.

Te pregunto si te ha gustado, y contestas que te ha costado contener tu orgasmo.

Vuelvo a girarte, y, cuando estás girada, cojo el vibrador de la cama. Coloco mi pene entre tus nalgas, y me pego a ti. Te digo lo que debes hacer: quiero que muevas tu culo y que consigas que me corra sobre él mientras te masturbo con el vibrador.

No te lo digo, pero me ha excitado tanto lamerte que no te va a costar mucho trabajo que me corra.

Empiezas a moverte cuando acerco el vibrador a tu clítoris. Lo muevo suavemente mientras tu meneas tus nalgas alrededor de mi pene.

Te digo que lo haces muy bien, que sigas así y que no se te ocurra correrte ...

Mantienes el ritmo mientras yo sigo jugando con el vibrador en tu entrepierna hasta que, tras un par de minutos, noto mi inminente eyaculación, retiro el vibrador y me preparo para descargar. Siento el orgasmo en intensas oleadas y noto mi semen salir de mi pene y extenderse por tu espalda y nalgas.

Me repongo tras unos segundos y me separo de ti, disfrutando de la maravillosa vista de tu espalda y tus nalgas bañadas por mi caliente semen.

No hemos acabado. Recojo con mis manos los restos de semen y los dirijo hacia tu culo mientras que te susurro "ahora vamos a abrir este precioso culito".

Eso te tensa un poco; sé, por las veces que hemos hablado, que pocas veces te han dado por el culo, pero ya te dije que cuando nos viéramos, te lo follaría.

"Tranquila, lo haré suavemente y durará poco tiempo" te digo. Eso parece relajarte, por lo que continuo recogiendo el semen con mi mano y lo extiendo sobre tu perfecto y vibrante ano. Cuando hay suficiente cantidad, uso mi dedo índice para abrir tu ano, y lo introduzco hasta la primera falange. Lo mantengo ahí mientras tu ano se relaja y se habitúa.

Tras unos instantes, tu ano se relaja e introduzco el resto del dedo. Lo mantengo e inicio un suave movimiento de mete y saca.

Empiezas a gemir, al principio, por la molestia; luego es placer lo que tu voz denota.

Mi pene recupera la erección.

Entonces, tomo el lubricante de la cama, y reparto una cantidad suficiente en mi dedo corazón y en tu ano; no soy un sádico, y quiero que disfrutes.

Con la zona bien lubricada, saco el dedo índice, pego el índice y el corazón e introduzco el conjunto en tu ano. Entran suavemente hasta la primera falange; después, tengo que hacer fuerza y presiono hasta que mi segunda falange entra. Mantengo ahí ambos dedos mientras te relajas.

Cuando lo consigues, deslizo mis dedos dentro y fuera de tu ano suavemente. Tus gemidos suben de volumen y sólo denotan placer a medida que prolongo en el tiempo mis movimientos.

Siento como tu ano se contrae ligera y rítmicamente.

Es el momento. Retiro ambos dedos, lubrico mi pene y acerco mi glande a tu entrada. Entonces, te penetro lentamente, haciéndote sentir como entra cada milímetro en tu cuerpo.

"Permítame correrme, Amo" me imploras; "aún no" te contesto, pasando por alto el que has desobedecido la orden de no hablar.

Cuando mis testículos tocan tus nalgas, empiezo a retirar mi pene hasta casi sacarlo; realizo un total de 8 penetraciones hasta el fondo, y saco mi pene totalmente de tu cuerpo.

"Ahora voy a soltarte las fijaciones de los tobillos y voy a liberar la barra de las fijaciones de tus muñecas" te susurro "y cuando lo haya hecho, debes arrodillarte, y colocar tu mano izquierda a tu espalda y tu mano derecha en tu entrepierna; no debes masturbarte por muy tentada que estés".

Libero tus tobillos tal y como te he dicho y, a continuación, tus muñecas; rápidamente, te arrodillas y colocas las manos, aún con las fijaciones de velcro unidas a tus muñecas, como te he ordenado. Entonces tomo la cuerda de la cama, me arrodillo junto a ti y engancho tu fijación de la muñeca derecha a la misma; paso la cuerda por debajo de tu cuerpo, rozando tu inflamado y sobreexcitado coño, y fijo el otro extremos a la fijación de tu muñeca izquierda.

"Ahora voy a usar tu boca para correrme en ella" te susurro "y mientras lo hago quiero que te masturbes".

"Se qué no te agrada el sabor del semen y que pocas veces has dejado que se corran en tu boca y por ello voy a permitir que no te tragues mi semen; en su lugar, deberás mantenerlo en tu boca y luego dejarlo caer sobre tus pechos. Cuando notes el semen en tus pechos, podrás correrte".

A continuación, me pongo de pie, pongo mis manos a los lados de tu cabeza y la dirijo hacia mi pene. Tienes la boca abierta, esperando ansiosa y glotona mi pene, el cual te introduzco hasta el fondo. Cambio mis manos y pongo una en tu coleta, tras tu cabeza, para controlar el ritmo de la mamada. Te manejo a mi antojo, introduciéndote mi pene hasta el fondo en ocasiones y dejando sólo el glande dentro de tu boca en otras, sintiendo tu lengua jugar con él.

Es así, cuando tengo sólo el glande dentro de tu boca, cuando me corro abundantemente. Se me nubla la vista mientras 4 intensas oleadas de placer hacen que 4 chorros de semen inunden tu boca.

Cuando recupero mi equilibrio, retiro mi pene de tu boca, y me separo algo más de medio metro, lo justo para poder disfrutar de la visión que me brindas: estás masturbándote enérgicamente, sabedora de que el tan ansiado orgasmo está cerca, cuando veo como de tu boca abierta dejas caer mi semilla.

Te frotas ansiosamente mientras la eternidad que parece tardar el líquido en caer hasta tu pecho transcurre. Cuando, por fin, tus pechos se mojan, ese orgasmo que llevas aguantando desde que penetré tu culo, explota.

Gimes mientras su mano se empapa de tus abundantes fluidos, que manan mientras tu largo orgasmo te eleva y luego hace que te relajes. Siges acariciándote mientras tus contracciones se calman.

Yo disfruto del espectáculo, y grabo en mi memoria tus gestos durante el orgasmo que acabas de sentir.

Te dejo tiempo para que disfrutes hasta el último espasmo antes de acercarme a ti para liberar tus muñecas y tumbarte junto a mi en la cama ...