¿Solo sexo o solo amor? (1)

Una nueva saga de la historia de varios personajes de la vida cotidiana, sexo, amor, violencia, codicia y mentiras. Que seguramente cada uno de los lectores se puede identificar con un personaje.

¿SOLO SEXO O SOLO AMOR?

Una nueva saga de la historia de varios personajes de la vida cotidiana, sexo, amor, violencia, codicia y mentiras

Sus besos cálidos recorrían el vientre de su amante, se esforzaba por complacer aquel bello hombre. Felipe un esbelto de hombre de 35 años, que aparentaba mucho menos, su trabajo de gimnasio se notaba sin exageración y agregando que era un verdadero misterio en su vida privada. Sebastián seguía recorriendo el cuerpo, su lengua, sus manos hacían su tarea de tocar la herramienta que se encontraba en su esplendor; a pesar de sus 19 años, el chico vivía cada momento en la intimidad como la última. Era un volcán de sexo, dispuesto a hacer erupción en cualquier instante.

Felipe guiaba con sus brazos a Sebastián para que le produjera placer, el chico tenía en frente su preciosa verga, sana, vigorosa, con el líquido lubricado a borbotones, abrió sus labios rojos y se zambulló sobre aquel pene, saboreo el lubricante como aquel niño que disfruta el primer lambetazo de su helado, Todo era placer, su lengua recorría el mástil con propiedad, casi que se esa verga se convertía en su súbdito. Sus manos recorrían los huevos de aquel hombre que estaban repletos de inquietos espermatozoides que presionaban para producir placer. Sebastián suspendió aquella gloriosa mamada, subió a la cara de Felipe y le beso con pasión, se sentía el aliento de hombre, caliente, el sabor a semen que Felipe recibió en ese beso con ternura y placer. El joven adolescente le besaba tiernamente las mejillas de aquel hombre con barba de de 2 días, era sencillamente espectacular, y llego al oído y susurró:

  • Ya es hora

Felipe comprendió y se incorporó y tomó el mando, miró a los ojos del joven.

  • ¡Qué hermoso eres! –dijo, lo besó y con su magia empezó a lamer y saborear aquel cuerpo, que aún tenía facciones de niño, le encantaba ver ese cuerpo lampiño, bronceado y cultivado. Sus labios llegaron al pene, no muy grande ni muy pequeño, pero delicioso, de un solo tajo se lo metió a la boca, mamada con placer, con delicia, con lujuria, mientras con gran habilidad y sin dejar de darle placer al chico, buscaba en la mesa de noche, una crema, la destapo se untó los dedos y esos falanges fueron en búsqueda del agujero de placer. Sebastián tenía sus ojos negros cerrados estaba en el cielo, sentía cosquilleo de la barbilla de su amante en su pelvis y los dedos pidiendo permiso para ingresar por su orto. Gemía con timidez dada a la seriedad de su amante, deseaba gritar, decir malas palabras, pero se cohibía, solo respiraba con fuerza y se entregaba plenamente a su amante.

Ya estaba dilatado listo para recibir el tren, sin decir nada y sin previo aviso Sebastián sintió como ingresaba aquel palo, abriendo espacio entre su recto, sintió por un momento fastidio, pero solo fue cosa de segundos, porque los movimientos gimnásticos de Felipe le producían placer, hábilmente besaba las tetillas del chico, su cuello, ya estaban a un solo ritmo, cada movimiento era rítmicamente sexual, sus cuerpos sudaban y ya estaban sintiendo que era el momento de desenfrenar aquel clímax, los espasmos hicieron perder el ritmo de los cuerpos, solo era pasión y lujuria, Felipe al sentir que el torrente ya venía abrazo fuerte al chico lo beso, y cuando explotaba dio un fuerte pujido de placer. Sebastián al sentir la borrasca caliente dentro de sí, casi por magia en acto reflejo, sintió su propio orgasmo mojando con el líquido viril de semen el dorso de ambos amantes.

Hubo un momento de calma, no hubo palabras, solo estaban quietos, la verga de Felipe seguía grande pero había perdido su vigor, la sacó lentamente, se incorporó, fue hasta a la ducha y se baño con rapidez. El chico esperaba que terminara la tarea en el baño para asearse. Hizo lo mismo cuando salió del baño ya estaba el hombre vestido con su elegante atuendo, no lo miraba, simplemente se preparaba para irse. Preguntó Sebastián tímidamente:

  • ¿Cuándo nos volvemos a ver?
  • Ni idea, yo te llamo –Respondió Felipe
  • Oye, ¿hasta cuando esto va seguir así?
  • ¿Cómo?
  • Pues no se nada de ti, no me resuelves nada, me comes y te vas. Yo quiero algo serio.
  • Lo siento Sebastián, desde un principio hablamos de esto, y no te pongas intenso con este asunto, ya lo hemos discutido.
  • Si pero!

Felipe lo interrumpió con un tierno beso, más que un beso de amante, parecía de padre a hijo. Tomo su portafolio y se despidió diciendo:

  • Cierra la puesta, la otra vez la dejaste abierta. Chao!
  • Me voy a conseguir otro, estoy mamado de ser tu puta. –Gritó. Felipe se devolvió hasta la puerta y dijo serenamente.
  • Has lo que quieras, este es un país libre y tu eres libre. Chao lindo!

Y salió sin mirar atrás.

Jeduca