Solo quería saborearla
De improviso, quedas con ella para conocerla y sayisfacerla.
Esto de las redes sociales es un mundo cuanto menos curioso, y a veces, un tanto peligroso. Viendo las publicaciones de un amigo me fijo en una foto en la que está con más personas. Al principio no le di mayor importancia, pero no pude evitar fijarme en las curvas de una de las chicas.
Llamó tanto mi atención que miré si estaba etiquetada y efectivamente, ahí tenía su perfil. Rápidamente la agregué y pronto empezamos a charlar con la excusa de tener un amigo en común. Yo soy mayor que ella, y no sé si era eso o simplemente que le gustaba jugar y sentirse deseada, que en seguida las conversaciones empezaron a subir de tono. ¿Cómo no podía gustarme? Si tenía unos pechos perfectos, duros y bien firmes, ni muy grandes ni muy pequeños, tamaño perfecto y muy apetitosos. Y está claro que ella opinaba igual por las fotos que subía, donde las hacía destacar, así como su respingón y perfecto trasero, normalmente bien marcado por leggins.
Era una muchacha muy apetitosa, pero sobre todo me gustaba que jugara conmigo. Un día, en una de nuestras charlas, se nos hizo un poco tarde, y le dije que a ver si algún día quedábamos para tomar algo y por fin conocernos. Me dijo que estaba de acuerdo pero que era complicado compaginar horarios entre sus clases de la universidad y mi trabajo. No sé qué pasó por mi cabeza para decirle que si quería, en ese momento podía ir a buscarla, recogerla con el coche. Me dijo que era muy tarde a lo que la contesté que daba igual, que al menos conocernos, charlar un rato y ya. No se la veía muy convencida, más bien lo contrario. Así que me tiré un órdago y le dije que sería rápido, solo que me dejara comerle el coñito, que era lo único que quería, y en cuanto se corriese era libre. Se quedó un poco perpleja, pensé que me iba a mandar a la mierda, pero solo preguntó que cómo y dónde. Le dije que tenía el coche con las ventanas tintadas, y que a esas horas de la noche, siendo día laborable, todo el mundo estaría en cama y nadie nos vería, menos estando tumbados atrás. Tras un par de tiras y aflojas, accedió. Había conseguido excitarla, y el hecho de saber que ella no tenía que hacer otra cosa más que disfrutar la animó a dar el paso. No tenía nada que perder. Fui rápidamente a por ella sabiendo que cuanto antes llegara de más tiempo dispondríamos, pues tampoco quería que sintiera que era un mero objeto.
Quería que realmente estuviera agusto para que disfrutara. La aviso al móvil cuando llego y en 3 minutos la tenía junto a la ventanilla. Como era de esperar, se había puesto unos leggins, esos grises que tanto le gusta enseñar en su perfil de internet. Arriba iba más tapada, lo cual al principio me dio un poco de bajón, pues esperaba disfrutar de unas vistas completas, pero al final me animé sabiendo que al menos la tenía ahí delante, lo cual era lo más difícil. Con una seña la invité a que pasara directamente a los asientos de atrás y conduje a una zona un poco más tranquila, dándole la típica conversación de quien se acaba de conocer intentando que todo fluyese y no hubiera tensión. Pero se la notaba algo impaciente, al igual que yo lo estaba. Aparqué y pasé al asiento de atrás. Me presenté y le pregunté si quería dos besos en las mejillas o prefería uno en la boca. No sé si por pícara juguetona o por otros motivos, pero me dijo que los dos besos, así que me quedé con las ganas de besar esos labios. Segundo golpe que me llevaba esa noche. Seguimos charlando un poco y mientras la pongo la mano en la pierna. No noto ningún rechazo por su parte así que suavemente la voy acariciando el muslo mientras seguimos hablando de cosas sin importancia. A los pocos minutos ella interrumpe diciéndome que habíamos quedado para otra cosa que no era hablar y quería llegar pronto a casa. Me quedo un poco cortado, no esperaba que fuera tan directa. Pero tranquilamente le dije que por supuesto y que por favor se recostara un poco hasta estar cómoda. Sin dejar de mirarla a los ojos empecé a bajarle los leggins, descubriendo una preciosa braguita roja de encaje. Estaba claro que venía preparada. Ahí ya no pude seguir mirándole a los ojos, quería disfrutar de eso que tantas veces había imaginado. Fui bajando lentamente las braguitas, sin perder detalle de cada parte de su piel, de cada peca o lunar. Según iba desapareciendo la prenda, iba comprobando lo bien depilada que estaba. Incluso me hizo dudar de si se había preparado mientras iba a buscarla. Volví a mirarla a los ojos y vi la lujuria en su cara, deseando que empezara ya. La sonreí y empecé a acariciarla el clítoris con la punta de la lengua. Olía realmente bien, ligeramente perfumado.
Ahora sí estaba claro que se acababa de preparar para lo que le iba a venir, cosa que agradecí. Estaba jugando con su clítoris cuando me agarra la cabeza y me baja ligeramente y me aprieta contra ella. Claramente ella no estaba para disfrutar tranquilamente del momento, ella estaba muy caliente y quería sofocarse rápido, así que obedezco a su gesto y comienzo a penetrarla con mi lengua lo más profundo que esta me permite. Intercambio acometidas con repasos desde el perineo hasta el clítoris, donde lo succiono brevemente para volver a su suave y bien mojada cavidad. Noto como se va estremeciendo, sus dedos empiezan a hacer presión en mi cabeza y a ratos se enredan en mi pelo. Sabiendo que no debe andar lejos del climax me ayudo penetrando con dos dedos mientras sigo succionando el clítoris. Se empieza a tensar, se curva, sé que está apunto, está cerca de llegar al orgasmo. Aumento la velocidad de penetración con los dedos y cuando sus piernas se cierran apretando mi cabeza, bajo rápido la lengua recibiendo todo su placer en mi boca. Cuando decide soltarme relajando las piernas, la miro y la veo medio sonreír. Se ha quedado exhausta. Yo no hago nada más que mirarla y disfrutar de su cara de felicidad y placer. La dejo ahí, que recupere el aliento mientras la acaricio suavemente las piernas. Pasados unos minutos, me mira, se incorpora y me da un beso en la boca. Gracias y buenas noches. Se sube las bragas y los leggins, abre la puerta y se va. Me sorprendió tanto esa reacción tan espontánea que tardé en reaccionar para ofrecerle acercarle a casa. Pero me dijo que no, que le apetecía disfrutar de un tranquilo paseo bajo las estrellas recordando lo que acababa de suceder. Me despedí diciéndole que cualquier cosa me diera un toque al móvil pero eso nunca pasó. Volvimos ha hablar días después como siempre lo habíamos hecho, como si siguiéramos sin conocernos, como si nada hubiera pasado, y ella seguía jugando conmigo, y eso me encantaba.