Solo pude mirar
Un paseo por la playa se convierte en una experiencia inolvidable.
Solo pude mirar
Era un magnífico día de primavera, yo estaba paseando por la playa con mis hijos y mi mujer, tenemos una segunda vivienda en un pueblo a menos de 1 Km del mar, el camino desde el pueblo hasta la playa está rodeado de una gran pinada mediterránea, el bosque mediterráneo es de arbusto bajo y matorral, por supuesto pinos y multitud de caminos por donde perderse dentro, mi mujer y yo hemos hecho el amor infinidad de veces al aire libre lejos de miradas indiscretas, o por lo menos eso creemos.
La historia continua con el paseo en familia, por el concurrido camino a la playa vi dos mujeres cogidas de la mano, como dice la canción, nada tiene de especial dos mujeres que se dan la mano, pero no sé si por intuición femenina, que la tengo aunque sea hombre, me fijé en ellas, una era alta y con mucho pecho, la otra más bajita y con un buen culo, las dos eran morenas con rasgos sudamericanos, boca grande y ojos pequeños, atractivas y .... enamoradas. Mi vista, siempre discretamente, las siguió hasta que pudo y me pareció en un momento dado que se daban un piquito, al pasar por su lado, la más alta me sonrió y guiño un ojo, automáticamente mi rabo se puso tieso y mi imaginación se disparó. Di por concluido más rápidamente que de costumbre, nuestro paseo por la playa y aprovechando que teníamos dos coches le dije a mi mujer que fuera con los niños a la vivienda habitual que yo tenía que recoger unos trajes del piso de la playa.
Una vez se fue mi familia, regresé al lugar donde las había visto por última vez, por supuesto no se encontraban ahí, así que seguí camino hasta la playa y las encontré cogidas de la mano por el paseo, mi corazón se puso a mil y volví a hacerme el encontradizo, está vez solo y sin disimular mi excitación. Miradas profundas crucé con las dos mujeres y sonrisa al paso, eso me animó a dar media vuelta y continuar mi camino a 50 metros de uno de mis sueños eróticos más recurrentes.
A mitad de camino del pueblo se internaron dentro del bosque y siguieron por el camino que las introducía en lo más espeso de la pinada, antes de entrar en ella, la más alta se volvió sabiendo que las seguía, y con un gesto malicioso me hizo saber que no sería rechazado en lo que iba a acontecer, por supuesto sin dudarlo un segundo seguí sus pasos que pararon cuando ya estaban lejos de todo ruido y miradas no deseadas, la más alta (Maria, luego lo sabría) se paró y besó apasionadamente a Olga que le respondió con un abrazo, automáticamente las manos de las mujeres empezaron a acariciar las espaldas de su amante, los besos en la boca pasaron a convertirse en lametones en el cuello y a la altura del pecho, yo estaba parado en medio del camino que nos había llevado hasta allí, Olga me daba la espalda mientras que Maria de vez en cuando me miraba con una sonrisa entre viciosa y maliciosa, Olga le quitó el suéter a Maria y con el sujetador puesto, comenzó a lamerle los pezones, empezaban a oírse gemidos de placer y esa mirada seguía clavada en mí y en el bulto del pantalón que cada vez era más pronunciado, yo me encontraba a escasos 5 metros. Olga, a juzgar por como se movía Maria, estaba empeñada en borrarle los pezones a su amiga con la lengua, después de unos minutos que a mí me pareció un sueño, siguió bajando hasta el ombligo, ahora podía ver las magníficas tetas de Maria en todo su esplendor, grandes y firmes con un pezón enorme y un vientre suave y terso y... esa mirada.
No me lo podía creer, estaba viendo un espectáculo asombroso, la cara de placer de Maria mientras la lengua de su amiga entraba y salía de su coño a muy pocos metros de mí, en directo, ella estaba de pié con la falda por la cintura y las rodillas un poco flexionadas y abiertas, una de las manos en la cabeza de Olga presionando para ayudar a que la penetración fuera más profunda. Yo ya no podía más y me bajé los pantalones, nunca uso ropa interior por lo que mi miembro, en plena extensión, salió al aire libre. Sin tocarme, dejé que Maria me observara y sonriera, Olga dio la vuelta y comenzó a comerle el culo a su amante, bien abierto introducía su lengua por el ano de Maria y 4 dedos de su mano entraban y salían del coño de Maria que gritaba de placer y .... me miraba pasando la lengua por sus labios mientras se pellizcaba los pezones y empezaba a caerse de rodillas mientras se corría, en una imagen que recuerdo casi cada día como una de las más viciosas que he visto jamás.
Lógicamente empecé a pajearme sin rubor cada vez más cerca de ellas, en ese momento Maria estaba restregando su cuerpazo por el de su amiga que estaba en el suelo y se retorcía de placer mientras su amiga la masturbaba y le comía los pezones, yo estaba a punto de estallar y paré para que durara más, Maria bajo la boca hasta el coño de Olga y esta gemía subiendo la cintura para que la lengua de su amiga pudiera ser más efectiva, en ese momento estaba a un metro de las dos morenas que sin dejar de darse placer miraban mi rabo y como me masturbaba ahora ya sabiendo que no tardaría en correrme, cuando Olga se vació un par de veces, me puse a su lado y las dos mujeres se pusieron de rodillas cerca de mi nabo esperando mi leche, no tardó en llegar, me corrí en sus caras.
Se limpiaron la una a la otra mi leche de sus caras y cuerpos a lametazos, se vistieron y con toda naturalidad del mundo me dijeron si las podía llevar a la ciudad, como iba a negarme, encantado, en el camino me aseguraron que no seria la última vez que podría disfrutar mirando y que la próxima vez, si quería, fuera con mi mujer.
Toda la vida esperando este momento y luego solo pude mirar.........de momento.