Sólo penas en mi vida
Un abrazo, un beso(sin lengua). Una mano mía en el culo de ella. Una mano de ella en la verga mía. Unas fotos ilustrativas.
LAS DESVENTURAS DE SERGIO
Condenado a no poder tener tratativas carnales con chicas jóvenes, debido a la férrea censura de TR, debí consolarme con algunas pajas y sabias mamadas que me brindaban las mujeres más viejas a mi alcance.
Pero mi libido estaba ansiosa de algo más. Las ancianas de más de añosa suelen tener las tetas operadas. Y detesto acariciar y chupar siliconas. Las que fueron grandes están caídas, y las que están paradas y duras son artificiales, Falsas como un dólar rosado.
Algo más o menos así
Eso es un par de tetas artificiales, al tacto se nota, ni hace falta verlas, pero a la vista también se nota, al menos a los ojos expertos. Eso no implica que haya que despreciarlas, no son agradables al tacto, ni a la vista. Pero a veces están puestas en un cuerpo que conserva algunos atributos no desdeñables; y en esos casos merecen atención, aunque no sean del todo agradables (al menos para mí).
Hasta hay jóvenes con tetas artificiales. Recurren a la cirugía las que consideran que no han sido dotadas por la madre Natura con lo que creían merecer. En esos casos hasta quedan bien. Porque las mujeres de hoy son discretas, y no se endilgan unas tetazas onda estrella porno, se agregan nada más que lo que les falta. Los cirujanos las asesoran para que no la desbarren. Tetas enormes con culo chico no congenian, todo debe estar en proporción. Y los plásticos tienen las proporciones adecuadas en sus tablas. Tanto de culo, tanto de tetas.Y ellos hacen culos y tetas, pero a los culos es complicado agrandarlos; siguen la curva de las caderas. Y allí hay huesos.
Ay niñas lectoras deben conformarse con lo que Dios les ha dado. Y hacer el mejor uso de ello.
Creo que me he ido del relato que pensaba dejarles. Pero valen mis reflexiones, son el fruto de muchos años de experiencia de cogedor. Si no las vuelco aquí se perderán.
El coger es nada menos que el octavo arte, es lo que asegura la supervivencia de la especie humana en el planeta.
Tarea titánica si las hay, casi un deber para con nuestros congéneres.
Pero por qué no juntar el deber con el placer.
Si coger es algo de lo más lindo que nos da la vida.
No pretendo que mis gustos sean universales, pero quiero que en sus comentarios me digan cuáles son las tetas que prefieren. Las de la primera foto, o las que les mostraré a continuación.
Para mí es importante saber la opinión de un amplio espectro de lector@s. No olviden que ando en el ramo, no hago plástica, aunque estoy capacitado para hacerla.
Ahora les muestro las tetas que me agradan, que no superen mucho el tamaño de mis manos, el resto es desperdicio.
Algunas muy pequeñas suelen darnos un placer máximo al estrujarlas.
Y los pequeños botoncitos de las adolescentes y prepúberes son gloriosos en nuestra boca. para chuparlos y sentir como se ponen duritos.
Porque cuando los carocitos se endurecen sabemos que también se endurece el carocito de abajo. Y ese clítoris está listo para nuestra lengua ávida de juventud.
Pero volvamos a las tetas que era nuestro objetivo. Las maduras a las que estoy condenado las tienen de todas las formas posibles.
Las hay enormes, patológicas, hay simples hiperplasias mamarias , hay artificiales de siliconas, y artificiales de suero fisiológico que son más maleables a nuestras manos.
Pero también hay algunas tetas de muy maduras que se conservan deseables por la pura genética.
Madre de buenas tetas: hijas de buenas tetas.
A mis lectores les deseo suerte en sus elecciones.
Porque las tetas son el preludio de lo que luego será una relación sexual.
No se atropellen tras unas tetas enormes. Tarde o temprano caerán. Y cuanto más grandes caerán antes.
Mejor será que busquen unas tetas normales, medianas. Lo que abarquen sus manos, el resto sobra.
Unas tetas como estas son ideales, siempre que el resto acompañe.
Aquí acaba (con perdón de la palabra) la digresión tetal . Vuelvo a mis desventuras.
Obligado a las ancianas procuro evitar aquellas de tetas siliconadas.
Es complicado, hay pocas que escapen de la cirugía.
Pero busco incansablemente. El maldito Alex (webmaster de TR y censor por vocación) me constriñe. " Sólo debes coger con mujeres que pasen de los 156 años de edad"
Hay poco campo de selección, y lo lamentable es que esas mujeres son, en general, gordas, de carnes fofas, tetas caídas o demasiado erguidas por las siliconas.
Algunas ostentan prominentes tetas. Pero muslos flacos, descarnados.
Mi búsqueda de una mujer que, dentro de lo que me permite Alex, satisficiera al menos un 10 % de mis anhelos, consumía casi todo mi tiempo.
De modo que debí pedir auxilio a mis colaboradores. Partidas de mis empleados salieron a recorrer el mundo buscando una mujer de más de 150 años, pero con las carnes duras, las tetas proporcionadas (más chicas que enormes).
Y acabaron (otra vez perdón por la palabra) por presentarme a Felicitas.
Vieja, si es que hay viejas. Algo, mucho, más que madura. Aspecto de seca, de vinagre, pero dispuesta a aliviar mis males.
Vestida no impresionaba mal, era una señora digna. Su rostro no denotaba su espíritu. Parecía una dama de la parroquia.
Pelo corto, casi juvenil. Arrugas a discreción. El busto casi no hinchaba la blusa, su piel apenas mostraba el paso de los años.
Deduje que no tendría esas tetas descomunales que me asustaban, y que tampoco tendría esos muslos generosos que me deliraban.
Bueno, mi destino no es a mi elección, sino al gusto de Tr y sus implacables censores.
Felicitas confesó tener 236 años, por lo que me consideré a salvo de los rigores de Alex.
La llevé a tomar un refresco para poder charlar con ella a solas y a gusto.
Soy una mujer viuda y ansiosa. Hace cinco años que no me pasa nada.
Bien, ahora te pasará todo lo de los cinco años, pero concentrado.
No me hagas tener expectativas que no se cumplan.
Quiero cumplir todas tus fantasías. Y aun más.
Fue un diálogo acorde con los años de ella. Romanticón y vago.
Percibía que la vieja estaba caliente y necesitada.
No me calentaba ni un poco, pero era lo que TR me permitía.
La llevé a un sitio discreto, no quería exponerla a ella. Y especialmente no quería exponerme yo, el macho cogedor de la zona, con una anciana.
Una vez en ambiente nos desinhibimos algo. Un abrazo, un beso(sin lengua). Una mano mía en el culo de ella. Una mano de ella en la verga mía.
Una blusa que cae.
Un pantalón que se baja apenas.
Ella fue más decidida, a poco se quedó con apenas una tanguita de encaje. Esto me estaba calentando más de lo que esperaba, sobre todo teniendo en cuenta mi prolongada abstinencia.
Felicitas no estaba tan mal, ni tan vieja. O acaso mis ansias me hacían verla tan bella como una top model.
Se constituyó en propietaria de mi falo, que extrajo con cuidado de mis ropas.
Y comenzó a frotarlo por sus tetas.
No hace falta aclarar que mi verga estaba bien parada, a mil. Y el roce con sus pezones la puso más dura, si es que eso era posible. Pero nada es imposible en estas lides..
Mi mano en su monte de Venus se deleitaba tocando. Encontré un clítoris gordo como tres garbanzos juntos. Y crecía a cada toque de mis dedos.
Todo estaba húmedo por esos sitios.
Y el calor era de estío avanzado.
Algo en mí me decía que no debía seguir.
Y algo en mí me impelía a seguir.
En mi interior pugnaban dos fuerzas.
Fregaba mi glande en sus pezones.
Ya no sabía para donde escapar. Tampoco quería escapar.
Lo que estaba sintiendo era delicioso.
Felicitas tenía las tetas muy firmes para su edad.
Y los pezones eran de piedra.
Comencé a conformarme y a aceptar mi destino.
Al fin de cuentas no era tan desagradable.
Si algo faltaba para llevarme al paroxismo Felicitas no demoró en traérmelo. Como era la dueña de mi verga dispuso lo que le pareció mejor para ella.
Chupaba como si en ello le fuera la vida. No en vano tenía los años que tenía.
Se tragaba todo, luego lo sacaba poco a poco dedicando su lengua a mi glande.
Bajaba hasta mis huevos que lamía a conciencia.
Seguía por el perineo y lamía mi ano. El beso negro que me daba era de lo mejor, mi verga estaba erecta, dura y caliente como hierro de marcar ganado.
La carne de Felicitas estaba bien floja, pero su maestría en el sexo suplía cualquier carencia de dureza. Me estaba llevando a la cima del placer.
Me pidió que la clavara, me dijo: - Poneme toda esa verga hermosa que tenés.-
Yo soy bastante complaciente, no se decir que no.
Me puse boca arriba, con la pija apuntando al cielo, era imposible ponerla de otra forma.
Se ubicó sobre mí, pero mirando hacia mis pies. Y se sentó sobre mi tranca, con cuidado la insertó en su vagina, entera.
Estaba caliente la concha, muy caliente.
También era muy holgada, a pesar de que mi verga es gruesa y larga. Felicitas había hecho muy buen uso de su vagina a lo largo de muchos años, y los excesos se hacen ver con el tiempo.
La vieja era la que bombeaba, yo sentía más el calor que el contacto. Era un calor lindo, como dulce.
Extrañaba los apretones que solían darme las paredes de la vagina de las mujeres que siempre cogían conmigo.
Esta era una situación desusada para mí.
Se lo dije, no le gustó mucho.
Pero me prometió compensarme.
No me imaginé de qué forma.
Llené de mi leche esa concha amplia, demasiado amplia para mis expectativas. Las prefería más estrechas, más jóvenes, de la temperatura no podía quejarme, Felicitas la tenía tan caliente como la más caliente.
Su carne no era tan fofa como había esperado.
Era de avanzada edad, pero habían elegido lo mejor para mí.
A ver si todavía tengo que agradecerle a Alex por haberme obligado a coger con esta señora mayor.
Te tengo reservado el postre.- me dijo.
Ah, sí ¿ y cuál es?
Querías algo que te apretara la pija. Dale, ahí tenés mi culo, ¿te gusta?
No era un culo para el primer premio en la Exposición Feria.
Pero era un culo. Y un culo es un culo.
Y no hay nada mejor que un culo.
La verga entra hasta donde puede, casi siempre toda entera, hay pocos límites de longitud.
Si se lo lubrica bien es complaciente.
Ajusta mucho mejor que la vagina. Porque se puede ajustar a voluntad de la dueña del culo. Si ella ajusta el esfínter voluntario la erección no se va.
Felicitas me lo ofrecía sin que se lo hubiese pedido.
No sería yo el que despreciara un ofrecimiento tan generoso
Un poco de gel lubricante.
Otro poco de dedos en el sitio adecuado.
Apenas un punteo.
Y
Ahí sí, mi verga a sus anchas, ajustada dentro del culo de Felicitas. Ella no había abusado de su culito, como sí lo hizo de su concha.
El culo era prieto, no dejaba que mi pija bailara como en la vagina amplia.
Al fin podía coger con una mujer que me llenaba.
Y sin contrariar los mandatos de TR.
Esto lo puedo relatar.
Perdón a los lectores. Hasta que no acabe la censura fatídica no podré brindarles relatos como los de antes.
Estoy cogiendo con unas niñas muy especiales, pero Alex no me deja que lo relate, y menos publicar fotos. Son muy pequeñas, pero están de infarto.
S.