Solo ocho semanas. (4)

Marta está devolviéndole los cuernos a su marido, probando nuevas experiencias, adentrándose en un terreno peligroso y oscuro

Marta. (Semana 4 – sábado – 10:40h)

El sábado por la mañana mientras pensaba en cómo se marchó de casa Agustín en plena noche, recibí una llamada de un número que no estaba en mi agenda. Era Javier que quería convencerme para apuntarme a una experiencia de dogging la noche del domingo.

-        Princesa, va a ser la experiencia más alucinante por la que hayas pasado. No te arrepentirás y disfrutarás como nunca.

-        No puedo irme un domingo por la noche y dejar solo a mi marido – utilicé a Agustín como excusa -.

-        Venga, ya le metiste los cuernos conmigo y los camioneros, no me digas que no te da morbo volver a ponérselos sabiendo que él está en casita y tú con… desconocidos. Esta vez no habrá medias tintas y pienso clavarte mi pollón sí o sí, y te advierto que habrá más para ti.

-        Pero que excusa puedo darle…

-        Dile que vas a casa de una amiga y te quedas a dormir para ir directa al trabajo o algo parecido, o dile que vas a que te folle la polla más grande del lugar…jeje

-        Si claro, le diré eso y seguro que le parece bien…

-        Invéntate lo que sea, pero tienes que venir, sé que ya estas mojada solo de pensarlo.

-        Eso es lo que te imaginas, pero no es verdad – volvía a mentirle, ya me estaba excitando al pensar lo que me habría preparado, sorprendentemente sus seductoras palabras me sonaban como irresistibles cantos de sirena, y no entendía el por qué –.

-        Claro que es verdad, no solo estás cachonda, sino que no vas a parar de tocarte hasta el domingo por la noche, me imagino a tu maridito durmiendo y a ti haciéndote dedos a su lado, joder ahora soy yo el que la tiene dura… Te prometo que lo que te espera es muy guarro, pero tú tienes madera para eso y más.

-        No creo que vaya…

-        Mira, estaré esperándote en el coche el domingo a las 22h en la puerta del bar de copas donde nos enrollamos. Sé que vendrás.

-        Yo no estaría tan seguro…

Marta. (Semana 4 – domingo – 22:30h)

Javier detuvo el coche en la carretera, justo a la entrada de un caminito de tierra que se adentraba en una zona arbolada, la noche era magnífica, estrellada y con la luna casi llena que iluminaba tenuemente el camino, la temperatura cálida invitaba a salir para respirar ese aire que con seguridad estaría menos contaminado que el de la ciudad. Se apagaron las luces del vehículo e intermitentemente nos deslumbraban los faros que circulaban en sentido contrario. Sentí como mi nerviosismo se acrecentaba y las dudas se apoderaron de mí, desconocedora de lo que exactamente iba a ocurrir, con miedo a lo que iba a pasar. Por otro lado, la excitación que me provocaba ese desconocimiento, el solo hecho de haber aceptado a participar en lo que iba a ocurrir hacía que mi sexo ya estuviera húmedo.

-        Ya estamos aquí princesa, este es el momento de decidir si quieres seguir adelante o no. Estoy seguro que esta experiencia te va a encantar y vas a disfrutar como nunca.

-        Estoy nerviosa Javier y tengo miedo de que me hagan daño.

-        Eso no lo permitiría, jamás dejaría que te hiciesen daño y si algo se pone feo, lo solucionaré al instante.

-        ¿Qué va a ocurrir exactamente?

-        Solo te diré que yo seré el primero en follarte el coño y el culo, luego ya se verá.

-        No estoy segura que tu enorme pene me entre en el culo… yo… no sé si… - tenia mis dudas sobre ese “monstruo” -.

-        No te preocupes que entrará, y me lo agradecerás toda la vida. No te voy a contar todo lo que va a ocurrir porque perdería la gracia, y de lo que se trata es de vivir las sensaciones a cada momento, desconocer lo que va a pasar al minuto siguiente, sentirse vulnerable, expuesta a lo nuevo. Por otro lado, debes estar dispuesta a llegar hasta donde te lleve esa excitación, dejarte acompañar por el morbo, y la lujuria hará el resto. No te voy a engañar, habrá situaciones un poco duras, palabras insultantes y vejatorias que debes aceptar porque son parte del juego, repito que no habrá violencia. El dogging implica a extraños, desconocidos de todo tipo, pero por norma no son bienvenidos los violentos. ¿Aceptas seguir adelante hasta el final?

-        Creo que sí, ¿que he de hacer?

-        Vas a obedecer todo lo que yo te ordene, a partir de este momento eres mía y no te negarás a nada de lo que te diga que hagas, aunque si llegas a una línea que no estás dispuesta a cruzar, solo tienes que gritar la palabra “basta” y todo acabará en ese instante. Piensa que hoy no va a ser como el otro día en el parking de camioneros, te voy a llevar al límite ¿Lo has entendido y estás de acuerdo?

-        Si Jorge, haré lo que me pidas.

-        Bien putita… - el tono amable de siempre había desaparecido de golpe - ahora quiero que te desnudes completamente y que pases a la parte de atrás – cuando hice ademán de salir del coche me detuvo – primero desnudar y luego salir, hazlo muy despacio porque quiero que los coches de la carretera vean lo hermosa que eres.

Me desnudé apresuradamente y pasé a la parte trasera tal como dijo, permitiendo que los ocupantes de un par de vehículos que pasaron pudieran verme como dios me trajo al mundo. Javier me dio un suave pañuelo de cuello y me ordenó que me vendase bien los ojos con él. El motor se puso en marcha y el coche empezó a recorrer el camino de baches durante unos cinco minutos hasta que se detuvo. Con la venda en los ojos, agudicé el resto de sentidos para compensar la falta de visión y noté como se abrían las dos puertas correderas traseras del coche.

-        Ponte a cuatro patas y saca la cabeza fuera de la puerta – la voz de Javier sonaba imperante tras de mí y sus dedos empezaron a entrar en mi coño – joder puta, estas chorreando, quería prepararte para mi pollón, pero veo que no es necesario. Ahora voy a follar tu coño sin parar hasta correrme en él, yo no voy a usar condón, pero eso no debe de alterarte, solo preocúpate de chupar la polla que te pongan en la boca, la mamarás hasta que se corra en ella, te tragarás toda la leche y limpiarás hasta la última gota. Luego gritarás bien alto “por favor, otra polla” y la chuparás como la anterior, volverás a pedir otra gritando y suplicando, y solo pararás de chupar en el momento que yo me corra e inunde tu chocho. Luego esperarás mis instrucciones. ¿Lo has entendido zorra?

No esperó a que respondiera y enfiló la punta de su inmensa polla en mi coño. Poco a poco siguió la penetración, notaba como iba entrando cm. a cm., como mis paredes vaginales se dilataban para adaptarse a semejante barra de carne, y cuando habría entrado la mitad, dio un brusco empujón   clavándomela hasta el fondo, y aunque mis ojos estaban tapados tuve la sensación de que se salían de sus orbitas.

A los pocos instantes de que Javier empezara a follarme con fuertes embestidas, unas manos orientaron mi cabeza hasta sentir como una polla no demasiado grande entraba en mi boca. Sabía perfectamente cuales eran mis instrucciones y empecé a chuparla al tiempo que la enorme verga taladraba una y otra vez mi vagina. No tardé en sentir la leche dentro de la boca y continué sorbiendo y utilizando la lengua para recoger todo el líquido de ese prepucio.

Grité pidiendo por favor otra polla, era humillante, pero al mismo tiempo me excitaba la idea de estar siendo utilizado por unos desconocidos a los que no podía ni ver. Al instante tenía otro pene en mi boca y yo ya estaba a punto de correrme por la follada de Javier, mis pechos que se balanceaban por las embestidas, fueron capturados por varias manos. Cuatro fueron los hombres que se corrieron en mi boca hasta el momento en que lo hizo Javier con un golpe de riñón y tirándome del pelo hacia atrás, impidiendo que continuase chupándosela al pobre del quinto hombre que se quedó sin premio. Durante ese periodo tuve unos cinco orgasmos muy intensos, y también tuve que escuchar cómo me llamaban “puta”, “que bien que la chupa esta zorra”, “trágatelo todo guarra”, etc. Lejos de ofenderme con esos insultos mí excitación estaba por las nubes, realmente me sentía una puta en manos de esos tíos, pero sorprendentemente me gustaba. Esperaba ansiosa cual sería el siguiente capítulo de esa historia pornográfica que estaba protagonizando. Javier se acercó tras mi oreja y me susurró:

-        Ahora es cuando empieza la verdadera fiesta putita mía…

A las 7h del lunes estábamos en una cafetería comiendo unas porras con chocolate, la noche había sido bestial, estaba cansada por todo lo que había sucedido en ese descampado al amparo del bosque. Javier volvía a ser ese chico tan simpático y atento, con esa deliciosa sonrisa que cautivaba y transmitía seguridad.

-        Estoy muy contento de cómo te has portado esta noche, pensaba que no te atreverías a hacer todo lo que has hecho, pero me alegro mucho de que no dijeras ¡basta!

-        Ha sido una locura, aún me pregunto cómo he sido capaz, pero estoy contenta y satisfecha, aunque cansada, creo que llamaré al trabajo y me tomaré el día libre.

-        Te lo has ganado princesa, vamos que te llevo a casa.

Me acompañó hasta casa, esta vez a la dirección correcta, después de lo vivido juntos no tenía sentido engañarle, confiaba en él. Antes de despedirme, me entregó una bolsa de papel de una prestigiosa tienda de lencería, en la que había dos paquetes envueltos para regalo.

-        Lo prometido es deuda, en un paquete está la combinación que me prestaste y en el otro la de regalo, espero haber acertado con el color. Gracias por la maravillosa noche que me has dado hoy princesa – me dio un beso de despedida y se marchó -.

Marta. (Semana 5 – martes – 8:30h)

Al poco de entrar en mi despacho apareció Eva, preguntando dónde me había metido el día anterior y le conté toda la experiencia dogging que disfruté la noche del domingo con Javier.

Me miraba asombrada cuando le relataba los detalles, follada en el coche con los ojos vendados y pidiendo pollas que chupar para tragarme su néctar, sin saber quiénes eran sus propietarios, cuando me llevaron en volandas sobre un colchón en el suelo, rodeada de hombres que me insultaban y me metían sus vergas en la boca mientras pajeaba a los que podía, cuando me sacaron la venda y pude ver que eran ocho tíos aparte de Javier. Le conté emocionada cuando conseguí empalarme su inmensa polla en el culo y como me ordenó que les gritara suplicando a los demás que fueran pasando por mi coño uno detrás de otro y que ahogasen mis gritos con sus pollas en mi boca, todo mientras sentía esa barra de carne inhumana dentro de mis entrañas. Luego cuando Javier inundó mi culo, todos los demás fueron rotando en dobles penetraciones, todos pasaron por mi boca, mi chocho y mi culo, y si hubiese tenido más orificios también se los hubiese ofrecido gustosa.

Me sentía patéticamente orgullosa de lo que le explicaba a Eva, quería demostrarle que no la necesitaba para disfrutar de un sexo salvaje y depravado.

-        Estoy alucinada de tu desmadre, vaya experiencia que te has buscado, creo que ya ha llegado la hora de dar un paso de gigante en esta iniciación. Este miércoles vas a empezar a jugar en otra liga.

-        ¿Qué está maquinando esa mente calenturienta – le decía a Eva expectante y curiosa –

-        Pues que vamos a ir a un club de intercambios que conozco, Miguel es muy amigo del dueño y seguro que nos montan un festival para nosotras.

-        Creo que ya me he desmadrado lo suficiente en tan poco tiempo, me estoy convirtiendo casi en tan puta como tú – le dije riendo –.

-        Pues eliminemos el “casi” y vamos a cambiarlo por el “tanto o más”. Ves preparando el culo y el coño porque el desfile de pollas del que dispondremos será épico. Los vamos a rendir a nuestros pies, ya verás.

-        Estás loca…

-        Loca de placer te vas a volver este miércoles, confía en mí.

Al quedarme sola en el despacho me pregunté qué quedaba de aquella mujer que solo tenía ojos para su marido, que lo amaba hasta el tuétano y que jamás había mirado a otro hombre con un mínimo de interés sexual. Ahora estaba totalmente desatada, perdiendo la cuenta de con cuántos hombres había follado y de las perversiones a las que me estaba sometiendo sin remordimiento. Lo cierto es que sí que tenía remordimientos, pero estaba aprendiendo a ocultarlos justificándome en que yo no había empezado esta escalada y que ya no tenía que dar explicaciones a nadie de mis actos.

Ni lunes ni martes atendí a las llamadas de Agustín, ni a los mensajes en que insistía en hablar para decidir cómo afrontar el futuro de nuestro matrimonio.

Marta. (Semana 5 – miércoles – 19:45h)

Salimos del gimnasio y montamos en el coche de Eva para dirigirnos al club swinger del amigo de Miguel. Los porteros facilitaron nuestra entrada sin dejar de mirar lujuriosamente nuestros cuerpazos. Mi decepción por el aspecto del local se hizo patente en mi cara y Eva me dijo que no me preocupara del decorado. La verdad es que parecía salido de los años 90, moqueta roja, neones, iluminación sórdida.

Nos esperaba en la barra Miguel con un hombre regordete que parecía un mafioso de los de antes. Me sorprendió no ver a ninguna pareja cuando aquello se suponía que era un club de intercambios.

-        Hola preciosas, ¿estáis preparadas?, Kike y algunos de los chicos ya nos están esperando en la sala principal.

-        Miguel, antes de empezar explícale un poco a Marta de que va todo esto, no quiero que se lleve ninguna sorpresa que no esté dispuesta a digerir.

-        Si claro… Mira Marta, este local es de mi amigo Rafa – el “mafioso” cogió mi mano y la besó gentilmente -.

-        Un placer que vengan a disfrutar de mi humilde negocio, con la Srta. Eva ya nos conocemos.

-        Como te decía Rafa es el dueño y hoy ha cerrado el club para que lo utilicemos nosotros en exclusiva. Tú y Eva vais a ser las únicas mujeres de la fiesta y todos los tíos serán para vosotras.

-        ¿Pero qué va a ocurrir ahí dentro exactamente? ¿Cuántos tíos se supone que habrá?

-        Mira Marta, quiero que te quede claro que si entras a esa sala – señalaba a una puerta oscura del fondo – te van a follar un montón de hombres… muchos, ahora ya hay bastantes esperando, pero vendrán muchos más. No habrá límites ahí dentro, será una orgía, un gangbang, un bukkake todo junto para las dos, no pararemos de follaros todos los agujeros, chuparás muchos penes, tu coño y el culo siempre estarán ocupados, te llenarán de leche por todo tu cuerpo, tragarás todo el semen que estés dispuesta a tragar, muchos repetiremos todo lo que podamos, se trata de mataros a sexo duro y eso es lo que va a ocurrir ahí. Ahora ya lo sabes y es el momento de decidir si estas dispuesta a seguir, sin limitaciones.

-        Cuando empezamos…  - dije sin pensar, si Eva estaba dispuesta a todo, yo no iba a ser menos y se lo iba a demostrar.

Entramos ya desnudas acompañadas de Miguel y del propietario, en una sala que parecía más un gimnasio que otra cosa, había asientos acolchados alrededor de la sala y el suelo era como una colchoneta gigante que ocupaba todo el espacio. A la derecha de la puerta había una pecera grande rectangular repleta de condones, otra pecera esférica más pequeña casi llena de pastillas azules y al lado cuatro tubos de lubrificante. Me fijé en las paredes desconchadas de un viejo papel pintado, realmente era todo muy cutre.

Y la gran sorpresa era la cantidad de hombres desnudos que estaban detrás de Kike, eran muchos, a bote pronto se podría decir que más de 50 tíos, hombres de todo tipo, altos, bajos, guapos, feos, de varias razas y con penes de todos los tamaños. Solo el pensar que todos esos hombres me iban a follar esa noche me excitó de tal manera que inconscientemente llevé mi mano a mi coño. Eva vio mi gesto y sonrió y acercó su boca a mi oreja.

-        Quiero que hoy me demuestres que eres mucho más puta que yo, que eres capaz de hacer las mayores guarrerías, juntas vamos a dejar secos a esos cabrones de ahí y a todos los que vengan, nos los follaremos hasta que se le caigan esas pollas al suelo, y quiero que tú seas la protagonista principal de hoy. ¿Lo serás?

-        Por supuesto, te lo demostraré…

Marta. (Semana 5 – jueves – 11:45h)

Desperté desnuda en mi revuelta cama y esos tres ya se habían largado. Hice bien en cogerme el día libre porque no hubiese podido ir a trabajar de lo destrozada que estaba, Eva ya me avisó de que lo hiciera así. Fui hasta el baño para orinar, y al tocar mi cuerpo me di cuenta que estaba llena de semen reseco por todos lados. El reflejo del espejo me mostró el agujero del ano muy enrojecido y enormemente dilatado, daba miedo de ver y mi coño no estaba mucho mejor. La locura de esa noche no podía describirse, después de todo lo que hice en ese club, aún fui capaz de traerme a tres de esos tíos a mi casa, para que siguiesen follándome en mi habitación de matrimonio.

Sobre las 3:40h del jueves, a la salida del club de intercambios y cuando me disponía a entrar en el coche de Eva para ir a dormir a su piso, uno de los tíos se me acercó para ofrecerse a llevarme a casa en su furgoneta, junto con dos de sus amigos que querían seguir la juerga. Ante la sorpresa de Eva acepté irme con ellos, pese haber estado más de seis horas follando sin parar con… muchísimos hombres, necesitaba más, no entendía el por qué, pero necesitaba más, había disfrutado muchísimo y los orgasmos se podrían contar por centenares, pero no estaba satisfecha, me faltaba algo. En ese momento no me preocupaba el saber que me estaba ocurriendo, solo quería seguir corriéndome, ser utilizada como una puta, más pollas, más lefa, más… todo.

Me senté en la parte trasera de su furgoneta entre sus dos amigos, y durante el corto trayecto no paré de mamárselas mientras ellos jugaban con mi coñito y mis tetas. Al llegar les pedí que entrasen rápido la furgoneta en nuestro garaje para que ningún vecino se fijase en una furgoneta extraña aparcada frente a mi casa.

Lo que estuvimos haciendo hasta después de salir el sol fue perverso y obsceno, pero lo disfruté mucho.

Después de ducharme y aplicar cremita a mi maltrecho culo, volví a la habitación y tras recordar una cosa, busqué sin encontrar la foto del día de nuestra boda que uno de esos tipos había cogido sobre la cómoda para jugar con ella en plan guarro. Ese cabrón se había llevado la foto de recuerdo, pensé que a esas alturas me importaba bien poco.

Marta. (Semana 5 – viernes – 23h)

Eran las 23h cuando entré en casa y encontré a mi marido sentado en el sofá con un vaso de su whisky preferido en la mano. Estaba muy serio y su mirada reflejaba una tristeza que me conmovió, aunque no exterioricé ningún sentimiento, intentando mostrar total indiferencia.

-        Marta, es muy tarde, veo que ya no estás interesada en compartir tu tiempo conmigo, no hemos hablado en toda la semana ni has contestado a mis mensajes, aunque sí que los has leído.

-        Pues lamento que eso te preocupe, a mí en cambio no me afecta demasiado, tampoco recordaba que hoy es viernes y volvías a casa – le contesté con el tono más frio y despreciativo del que fui capaz -.

-        Entiendo…, acabas de dejármelo muy claro, cristalino – si mi voz había sido fría, ahora la de él era puro hielo, lo cual me hizo estremecer – en cualquier caso, tal como he estado insistiendo tantos días, tengo que hablar contigo y debería ser ahora.

-        Mira Agustín, he de cambiarme porque voy a salir de juerga esta noche con Eva, necesito divertirme, estoy harta de mortificarme esperando a que te decidas a contarme la verdad.

-        ¿Cuál de las verdades quieres que te cuente?, tengo varias, es por eso que quiero hablar contigo.

-        Déjalo, no estoy de humor para oír tus mentiras. ¿O es que por fin te has decidido a explicarme lo del Gran Hotel? – lo solté como una bomba -.

-        ¿Cómo sabes lo del Gran Hotel? – pensé… bingo… no pudo disimular la sorpresa de su rostro - ¿Quién te lo ha dicho?

-        Eva te vio entrando abrazado a esa putita como cada lunes, luego solo hizo falta indagar un poco para descubrir que no has parado de follar todas estas semanas con esas 14 o 15 putas, y a qué precio…

-        Entiendo… ¿así que Eva me descubrió…? Bien… entonces, ahora que ya sabes todo lo mío con esas… putas en el hotel, con mayor motivo debemos hablar de…

-        Pues ahora no, ni me apetece ni tengo tiempo, voy a cambiarme.

Le dejé con la palabra en la boca y subí a la habitación a ducharme y ponerme guapa. Mi intención esa noche era arrasar con todo, después de la locura sexual de las noches anteriores, era capaz de cualquier cosa. Estaba sorprendida de que después de que tantísimas pollas me llenasen por todos los lados sin parar, ni mi culo ni mi coño parecían especialmente resentidos, se habían recuperado bastante bien y estaban dispuestos a participar nuevamente en otra bacanal tan salvaje, incluso mayor a esa.

Pero ahora que Agustín había reconocido tranquilamente sus infidelidades, un extraño sentimiento de vacío me invadía, los remordimientos por todo lo que había hecho en tan pocos días acudieron a mi mente, al tiempo que el agua de la ducha limpiaba mi cuerpo por fuera, pero no conseguía limpiar la suciedad que sentía por dentro.

Al acabar, me miré en el espejo y pensé que ningún hombre sería capaz de resistirse esta noche a mi poder de seducción, y tras otorgarme un sobresaliente por mi aspecto, bajé las escaleras para salir de casa. Sabía que un taxi ya me esperaba afuera y al pasar delante de Agustín, moví exageradamente mis caderas para hacerme notar y que viese como su amada esposa estaba dispuesta a comerse el mundo esa noche. Su cara no se inmutó y dio un buen trago de su vaso y me dijo con voz tranquila pero fría:

-        Recuerda que tenemos que hablar…

-        Pues no me esperes despierto, no sé ni si vendré a dormir – quería hacer daño -.

-        No tengo prisa, ya sabes, es viernes, el día que volvía a casa para estar con mi esposa. Te esperaré, vengas hoy o mañana, tengo whisky de sobras y el sofá es muy cómodo.

-        Haz lo que te dé la gana, como pienso hacer yo… adiós.

Cerré la puerta tras de mí y monté en el taxi. No estaba orgullosa de mi comportamiento despreciativo y provocador, tal vez debería haberme quedado para hablar con él y terminar con todo de una vez, acabar con este sufrimiento. No podía engañarme a mí misma, pese a todo lo que me había hecho ese hombre, le amaba como no había amado jamás y me parecía imposible dejar de amarle, era el hombre de mi vida y lo seguiría siendo por siempre.

Otra vez ese vacío interior, el remordimiento, el haberle devuelto la ofensa multiplicada por… no sabría decir por cuanto, pero seguro que era por mucho… demasiado. Me era difícil de explicar cómo mi emputecimiento se había disparado a esos niveles tan… ¿bestiales?, ¿depravados?, ¿salvajes?, ¿lujuriosos?, ¿viles?, ¿perversos?... no encontraba la palabra para definirlos, tal vez servían todas juntas… no lo sé…

Entonces decidí que esa noche no, que no dejaría que Eva me arrastrase al siguiente nivel de caída a lo más bajo, de degradación extrema. Lo que había hecho hasta ahora decía muy poco de mi como mujer empoderada y dominante de la situación. El dejarse follar por todos esos hombres, tragar todo su semen, que hiciesen lo que quisieran conmigo con la excusa de una venganza por las infidelidades de Agustín, que me tratasen como una puta a la que puedes utilizar como te dé la gana, como un contenedor de esperma, no me definía como una gran mujer y de firmes valores. No me llenaba ni satisfacía todo el placer que recibí, no puedo negar que fue inmenso, aunque aparentemente controlaba la situación, lo cierto es que la situación me controlaba a mí.

Me preguntaba porque mientras duraba todo ese desmesurado sexo con tantos hombres, me sentía tan bien y satisfecha, pero en el momento de terminar, necesitaba más y no podía parar, deseando que durase eternamente. Esa sensación de insatisfacción final era totalmente opuesta a la del sexo con Agustín. Con él el sexo era inmejorable siempre, antes, durante y después. Cuando terminábamos me quedaba totalmente satisfecha, independientemente de la duración de la sesión, si había sido amorosa o salvaje. Siempre satisfecha, pero ahora…

Y el ¿cómo había llegado hasta ese punto?, tampoco podía culpar a Eva de convertirme en una zorra como ella por proponerme participar en esas orgías, aceptando encantada todo lo que viniese, la decisión de hacerlo fue exclusivamente mía, podía haberme negado y no lo hice, al contrario, intenté subir el listón en un estúpido afán de competir para ser más que ella, llegar más lejos que ella. ¿Qué sería lo siguiente?... ¿BDMS?, ¿qué orinasen en mi boca?, ¿zoofilia?, ¿convertirme en una esclava sexual?...  no se me ocurrían más parafilias sexuales para incrementar la posible lista de mi futura depravación… no…, tenía que parar esto antes de que la caída fuese irreversible.

Envié un mensaje a Eva diciéndole que no iría a lo que fuese que me tenía preparado para esta noche. El cuerpo me pedía liberar tensiones y lo que siempre me funcionaba era bailar, me encantaba dejarme llevar por la música, cerrar los ojos y dejar que mi cuerpo tomase la iniciativa y sentirme libre. No pude evitar pensar que a Agustín le encantaba verme bailar, verme feliz, sin dependencia de nada ni de nadie, yo y el ritmo de la música…

Al pasar delante de una discoteca en la que había estado varias veces con Agustín, le indiqué al taxista que me dejase en la entrada. Había bastante gente en el interior pese a ser temprano aún, me tomé un combinado y me dirigí a la pista a bailar. Pronto me convertí en objetivo de muchos tíos que no tardaron en acercarse para ligar conmigo, pero los fui despejando hábilmente y pareció que la cosa se calmaba y pude bailar a mi bola con relativa tranquilidad.

Cuando mejor estaba en mi burbuja de soledad, se acercaron dos chicos musculados de piel morena, posiblemente de procedencia caribeña, que empezaron a bailar delante de mí con mucho estilo y ritmo. No tardaron en decirme cosas simpáticas y uno de ellos fue hasta la barra para traerme un combinado de sabor dulce que me encantó. Cada vez bailaban más cerca de mí, la sensual música me envolvía y me sentía a gusto. Noté como uno se colocaba detrás mío, muy pegado a mi cuerpo, y no tardé en sentir el contacto de su endurecido pene restregándose entre mis nalgas, mientras el otro también se acopló por delante con su erecta polla incrustada en mi pubis. Ese fue el primero que me besó, metiendo su ávida lengua dentro de mi boca, una de sus manos levantaba mi vestido hasta la cintura para apartar mi tanguita y meter sus dedos en mí ya humedecido coño, y la otra se abría paso en mi escote para apoderarse de uno de mis pechos. El otro tampoco perdía el tiempo y me sobaba el seno disponible al tiempo que amasaba mis glúteos.

Giré mi cabeza hacia atrás para comerle la boca al de mi retaguardia mientras el de delante aceleraba la masturbación táctil que me ofrecía, liberaba un pecho fuera del vestido para chuparlo con delirio. Estaba en el séptimo cielo con esos dos dedicados en exclusiva a mi placer, metí mis manos dentro del pantalón de cada uno para cogerles sus pollas y empecé a pajearlos como buenamente pude. Mis piernas ya no me sostenían, pero de eso se ocupaban ellos, y la masturbación estaba a punto de llevarme al orgasmo que tanto deseaba en ese momento.

El escandaloso espectáculo que estábamos dando en la pista delante de todo el mundo, estaba totalmente fuera de lugar, incluso en ese ambiente de ocio, pero yo ya había abandonado el control dejándolo en manos de la lujuria que gobernaba mis acciones. Me corrí con varias convulsiones y no me caí al suelo porque esos tíos me aguantaron a pulso, intentaba tomar aire, que la vista nublada recuperase sus funciones mientras pensaba como había podido dejarme llevar una vez más por la lujuria con solo cuatro roces, y me había comportado como una zorra delante de todo el mundo. Cuando recuperé la visión pude verlos…, estaban de pie en las primeras mesas frente a la pista de baile.

Eran Jorge y Susana, junto con otros que reconocí como compañeros de Agustín. Solo ellos dos estaban mirándome con cara de asombro, con seguridad lo habían visto todo y yo me quería morir de vergüenza.

Deseaba que todo quedase ahí, pero pude ver como Jorge le decía algo a Susana para después dirigirse a mi encuentro con paso firme. No podía esconderme ni salir corriendo, y tampoco sabía cómo enfrentarme a esa bochornosa situación. Jorge se plantó frente a mí en esa zona de la pista y me saludó.

-        Hola Marta, ¿puedes decirles a tus… amigos que nos dejen a solas unos minutos?... por favor.

-        Hola Jorge… si…claro, por supuesto – me dirigí a los chicos mulatos que nos miraban con cara de fastidio – chicos, ¿podéis disculparme?, ya nos veremos en otra ocasión.

-        Está bien – dijo uno de ellos con voz suficientemente alta para que Jorge lo oyese – putita, cuando otra vez necesites dos buenas pollas para que te follen, ya sabes dónde encontrarnos. – se largaron riéndose a carcajadas -.

Jorge les dedicó una dura mirada mientras me cogía suavemente del antebrazo para alejarnos hasta una zona donde la música sonaba con algunos decibelios menos. Fijando sus ojos en los míos, esperó a que yo iniciase la conversación.

Jorge. (Semana 5 – sábado – 1:15h)

Habían sido unos meses terribles, las cosas en la ingeniería comenzaron a ir mal cuando Agustín empezó a cambiar su comportamiento y luego… trabajo acumulado, complicaciones técnicas difíciles de afrontar, tensión, reclamaciones, discusiones, nervios, horas y horas, muchas horas de dedicación al trabajo que por fin empezaban a dar sus frutos. Debo reconocer que la implicación de Susana, esa bonita pecosa de mente brillante como pocas, habían ayudado mucho a reconducir la situación.

Protegida de Agustín, que pronto se dio cuenta de su potencial como ingeniera, la acogió bajo sus alas y se esforzó a base de paciencia y de insistir machaconamente con sus enseñanzas para que ella aprendiera todos los conocimientos y experiencia que él le trasmitía de forma pedagógica, y que gracias al soberbio intelecto de la chica fue capaz de asimilar en un tiempo récord.

Susana idolatraba a Agustín, lo consideraba su mentor, el más inteligente, admiraba el amor que sentía por su esposa Marta, la brillantez con que él se enfrentaba a cualquier desafío tecnológico y las imaginativas soluciones con que resolvía todos los problemas que se le planteaban. Además, era tan amable, considerado y simpático, que le merecía un enorme respeto como mentor, compañero y amigo. Había temblado con el hecho de presentarle a su novio y que este no fuese de su agrado, hasta llegué a pensar que la pobre sería capaz de dejarlo si no hubiese contado con la aprobación de Agustín. Por suerte, Mario era un gran tipo que la amaba con locura y acabó casándose con ella.

Esa noche estábamos celebrando con los compañeros el hecho de empezar a ver la luz al final del túnel en la empresa, y después de cenar unas tapas, habíamos ido a esa discoteca a tomar unas copas y a mover el esqueleto hasta que la condición física lo permitiese.

Todos reíamos contentos, hasta que al girar a mi izquierda, me sorprendió ver a Susana en pie, con el móvil enfocando a un lugar concreto de la pista de baile, y como en su cara había desaparecido totalmente la alegría que mostraba hacía apenas unos segundos. Seguí con la mirada hasta donde apuntaba la óptica del celular y lo que vi en la pista produjo la parálisis de todos mis músculos.

Marta, la esposa de mi mejor amigo, mi amiga también, estaba siendo emparedada por dos atléticos mulatos y se la estaban comiendo delante de todos. Pese a la insuficiencia de luz, podía ver que Marta los besaba a los dos alternativamente, mostrando una cara de lujuria difícil de olvidad, con el vestido por encima de la cintura, con unos dedos que entraban y salían de su visible coño, una boca que devoraba sus pechos al descubierto mientras otras manos sobaban su espléndido culo. Se veía claramente como ella pajeaba las dos pollas dentro de los pantalones de los chicos. El espectáculo que ofrecían a la vista de todo el mundo era digno de representarse en una de esas salas porno que aún hoy existían, pero desde luego era del todo impensable en medio de la pista de baile de esa conocida discoteca. Inevitablemente llegó la explosión de placer de Marta, que tuvo que ser sujetada por esos dos para no caer al suelo. Su cara denotaba la llegada de su clímax y durante un buen rato, pareció que estaba ausente del todo.

-        Que hija de puta… ¿cómo puede hacerle eso a Agustín? – las palabras de Susana me sacaron de mi letargo visual -.

-        No sé qué coño está pasando, - le dije a Susana al oído – pero voy a averiguarlo ahora mismo.

Me encaminé hacia la pista sin entender lo que acababa de ocurrir delante de mis narices, pensando en las terribles consecuencias que ese comportamiento de Marta iba a desencadenar. Al llegar frente a ella la saludé y le pedí que dijese a sus amigos que nos dejasen a solas, cosa que ella les transmitió, aunque antes de desaparecer soltaron un comentario humillante hacia ella que, de no ser porque no estaba de humor para tonterías, se los hubiese hecho tragar junto con algunos dientes, no estoy vacilando, mi sexto DAN de taekwondo avalan mis palabras, no tengo la menor duda de ello.

La cara de Marta era todo un poema, desde luego la situación era muy violenta para ella y para mí. Nos apartamos de la pista y con cara de funeral empezamos a hablar…

(continuará)

Nota del Autor: mañana el capitulo final.