Solo mire...
Nos escapamos de la oficina los tres... y observe como dos mujeres se lamian y jugaban...
Nos escapamos de la oficina. Cada uno de los tres puso una excusa diferente. Bajamos al estacionamiento y ella decidió que me fuera en el auto de nuestra amiga para evitar que se arrepintiera a última hora. En el camino nos detuvimos a comprar algo de beber y preservativos. Dejamos uno de los autos y nos fuimos juntos en uno solo. Ella manejaba. Íbamos en silencio o conversando de cualquier cosa. Desde la mañana había hecho la reservación en uno de los hoteles temáticos de la ciudad con la advertencia de que seriamos tres personas: dos amigas y yo. No hay problemas, me dijo la voz al otro lado de la línea, pero el costo será un poco mas de lo habitual para ese tipo de suite. Debo confesar que el corazón me latía apresuradamente. A pesar de que no era mi primera vez todo lo que estaba comenzando a ocurrir se había dado muy rápidamente, en cuestión de días ellas se conectaron por el Messenger, se habían confesado sus mas secretas fantasías y hasta un seudo cibersexo habían llevado a cabo desde la tranquilidad de sus escritorios y yo en el medio de las dos. Por una de esas cosas del destino ambas eran mis amigas. Por separado. Nada en común, pensaba yo. Con cada una compartía asuntos distintos. El cariño mutuo era lo único que sincronizaba la relación con cada una. Pero un día se me ocurre comentarle a la otra intimidades que en secreto de confesión me había confiado la otra y desde ese momento se encendió la chispa de la curiosidad en ellas. Fue algo no planeado, pero casi mágico. Las dos sentían curiosidad por experimentar algo diferente. Saber como seria acariciar la piel de una mujer. Explorar la sexualidad de otra hembra, sin más. Hasta ese momento, las películas pornos con escenas lésbicas habían encendido orgasmos intensos en el silencio de sus mentes, mientras hacían el amor con sus respectivos esposos. Si, son casadas, pero ni imaginan sus maridos esos deseos ocultos y tan secretamente guardados. Únicamente yo sabia de ellos. Nuestra amistad tan íntima había facilitado el que nos conociéramos tan profundamente. Y como todas las cosas, los hechos superaron la fantasía.
Lo conversamos por telefono, cuadramos el momento y tomamos la decisión. Más bien creo que ellas tomaron la decisión y me arrastraron a mí. Y claro, ni corto ni perezoso acepte y ahora nos encontramos dentro del lobby del hotel, escoltados por un personal que nos recibió demasiado amablemente e incluso nos acompañó hasta la puerta de la habitación, dando al traste con toda la parafernalia que ilusos nosotros habíamos establecido durante el trayecto hasta allí. Era risible recordar que habíamos dado vueltas por la ciudad como tratando de despistar cualquier seguimiento no deseado. Habíamos dejado uno de los vehículos oculto en una clínica de una zona residencial bastante alejada, dentro de un sótano. Volteábamos a cada momento a mirar a través de los vidrios ahumados para ver si algún conocido se emparejaba con nuestro auto en un semáforo y ahora una cantidad de testigos presenciaban este trío de amigos dirigiéndose con su cara muy limpia a una habitación.
Estamos adentro, aseguré la puerta después que nos trajeron una botella de vino obsequio de la administración para el brindis de rigor. Nos sentamos en la cama. Trate de romper el hielo besándola, luego voltee hacia nuestra otra amiga e hice lo mismo. Ella me quito los lentes, creo que notando mi nerviosismo. De inmediato tomó la iniciativa de pedirnos ir a la ducha. Ellas se desnudaron rápidamente y corrieron hacia el baño, yo detrás y al entrar encontré a una bajo el agua y a la otra sentada orinando. Reconozco que las mujeres en eso son mas desprejuiciadas que nosotros los hombres. Se había roto el hielo. Estábamos en una franca situación donde no hay más nada que ocultar. Como si nos conociéramos de siempre, como si ese ritual de higiene fuera algo habitual entre nosotros, nos metimos bajo el chorro, mientras una de ellas comenzó a enjabonarnos a nosotros dos. A partir de allí todo lo que vi me gusto mucho. Ver como la enjabonaba, como pasaba sus manos por sus senos, sus hombros, sus brazos, su vientre y su sexo, como si estuviera acostumbrada a ello, a asear muchas mujeres en su vida. Luego hizo lo propio conmigo, de nuevo con tranquilidad aseó mi cuerpo con seguridad haciéndome sentir una vez más cómodo con todo aquello. Me quede secándome porque solo había dos toallas una vez que las desocuparon y desde la puerta del baño vi. cuando se subieron a la cama redonda platicando animadamente. Cuando me les incorpore, mi corazón acelero sus pulsaciones no se porqué. Me sentía sumamente emocionado, agitado, a la expectativa. Con una cantidad de preguntas que se me atropellaban en la mente:
-¿Quién se iba a imaginar que nosotros tres, hubiéramos llegado hasta aquí?
Retomamos los besos. Le besé con un beso húmedo delicioso que me encanto sentir de sus labios. Luego ellas se besaron. Tengo grabado en la mente aquel beso en el cual se entregaron tan deliciosamente. Ser testigo de aquel beso sublime y erótico a la vez, fué algo inolvidable. Observé con detalle como sus lenguas se entrecruzaban y se recibían con ternura al principio y poco a poco crecía la intensidad como si quisieran arrebatarse el aliento. Pero sin brusquedad, más bien como en cámara lenta se abrazaron desnudas, arrodilladas sobre las sabanas, sus pechos engranados entre lo cóncavo y lo convexo de sus curvas y sus brazos alcanzando cubrir sus espaldas en un gesto inolvidable. Se separaron y volviendo hacia mi su rostro ahora era nuestra amiga quien me besaba como lo había hecho varias veces como travesura furtiva anteriormente. Pero no era yo el protagonista, sus manos seguían unidas, sus dedos jugaban entrelazados mientras me besaban alternativamente. Ellas nunca se desprendieron la una de la otra.
Está demás decir que se deseaban. Que necesitaban aprovechar al máximo esos instantes. Estar conmigo podía esperar. Además yo era su cómplice y quería también que todo se diera de esa forma. Sin pronunciar una palabra ella se recostó de las almohadas apoyadas en el marco de la pared cubierta por el espejo morisco y se entregó a las ávidas caricias de la otra quien se las dedico con atención, delicadeza y la experiencia que da el conocer el cuerpo femenino de primera mano. Sus bezos se retiraron de los labios para bajar al cuello, dirigirse a los pezones ya erectos y anhelantes. Su lengua, con una delicadeza que solo una mujer puede expresar, se paseó por la curva de los senos deteniéndose acertadamente en el tejito turgente de las areolas provocando la elevación de su torso en bienvenida a tan excitantes caricias. Unieron sus pezones en un combate amistoso de encuentro de sus puntitas excitadas. Estábamos en el cielo, lo confieso. Se dejaban hacer, esperando y facilitando todo lo que quisiera hacerles. Continuó bajando hacia su ombligo al cual le dedicó unos besos y lamidas que hicieron erizar sus vellitos mínimos en todo su cuerpo. Mientras tanto yo me movía como si no quisiera interrumpir, como si no quisiera quebrar un cristal muy fino, acariciándole la espalda, los hombros, las nalgas y las piernas en la seguridad que tales caricias no producían en ella mas que una leve llamada de atención sobre mi presencia allí, pero que no inmutaban para nada la concentración que le dedicaba a la otra. En eso vi. como se acostaba del todo entre sus piernas buscando su sexo. Automáticamente ella abrió sus piernas para recibirla esperando sentir todas aquellas sensaciones solo vistas en películas y que ahora disfrutaría plenamente. No se si aquella era su primera vez, de eso todavía hoy no estoy seguro, lo confieso. Pero su exclamación a mi pregunta de que si le gustaba y como sentía su lengua allí, fue:
- Siiii ¡riquísimo!!!
Baje con curiosidad a ver lo que estaba pasando allí abajo y experimenté una de las sensaciones más excitantes de aquel encuentro. Vi como instintivamente esa lengua abría los labios externos de aquel sexo delicadamente depilado y hurgaba delicadamente hasta encontrar el capullo de su clítoris y lamerlo deliciosamente causándole contorsiones espasmódicas mientras sus manos tomaban su cabello como exigiéndole eternizar aquel instante. Suplicándole que no se separaran de allí. Que se quedara dándole ese placer intensísimo e inigualable. A partir de ese momento se desataron todas las pasiones. Describir cada detalle haría interminable este relato. En este momento se atropellan en mi mente los recuerdos de ambas hembras entregadas una a la otra con sus piernas en forma de tijera para restregar sus vulvas frenéticamente acostadas debajo de mí mientras mi mente fotográfica tomaba imágenes perdurables. Cuanto lamento no haber podido llevar una cámara para apropiarme de aquellos momentos para siempre. Deleitarme cuando colocadas en la posición sesenta y nueve se lamían la una a la otra mientras se introducían sus dedos en anos y vaginas.
Cuando ella la tomó y la jaló hacia su rostro sentándosela encima para lamerla hasta el siguiente orgasmo mientras yo de pie ponía mi pene entre los labios que no lograron darme la erección que nunca se atrevió a presentarse, quizás por el temor de profanar, si se puede decir asi, aquel ritual que algo en mi cerebro sólo contemplaba pese a que contribuí modestamente con mi habilidad para el sexo oral a producirles algunos más de los innumerables orgasmos que allí se sucedieron. En realidad no se cuantos orgasmos serían, cada uno mejor en calidad que el anterior, eso es lo de menos, pero tal como ella me lo grafico posteriormente al preguntárselo:
- Fue una experiencia orgásmica inolvidable!!.
Usamos lubricante, unos dildos de goma que en el ultimo momento se negaron a vibrar a pesar de tener las baterías nuevas, también como señal inequívoca de que aquella tarde no iba a ser para nada fálica, sino oral, vaginal, anal, de sabores, de caricias, roces de piel, toques, abrazos, intercambio de fluidos femeninos, de imágenes muy intensas y donde no tenia cabida ningún otro intruso más que un amigo cómplice, prudente, convidado como testigo de la intensidad de la calidad que puede tener el encuentro de dos mujeres hermosas para romper con ciertos mitos y dar rienda suelta a sus mas ocultas fantasías. De esto han pasado mas de dos años y lo único que lamento es que no lo hayamos repetido.