Solo los dos

Padre e hija quedan solos en casa y aprovechan de hacer realidad sus fantasías.

Autor: Salvador

E-mail: demadariaga@hotmail.com

Este relato fue escrito a pedido de Sergio.

Solo los dos

Finalmente estamos los dos solos en casa. Mi mujer se fue de vacaciones con los dos hijos menores y Cecilia se ha quedado el fin de semana largo preparando sus exámenes. Prefirió los estudios al descanso. Típico en ella, siempre tan responsable. Y típico en mí quedarme en casa con alguna excusa para poder disfrutar su compañía. Solo que ahora las cosas se saldrán de madre si mis planes se me dan bien. Por lo menos tenemos algo para dar inicio a mis malévolos planes: la atracción mutua. O al menos eso creo.

Creo no equivocarme, pues hemos logrado un vínculo muy de amigos, que nos hace estar siempre jugando o cotorreando. En las fiestas no es raro que bailemos esos bailes lentos, siempre conversando animadamente de todo un poco, entre risas y bromas. Tanta camaradería finalmente produjo en mí lo inevitable: que sintiera por mi hija una atracción más allá de la puramente paternal. Con el correr del tiempo, tanto juego, coqueteo e intimidad hizo que derechamente la deseara.

Cecilia tiene 18 años y un cuerpo como para soñar con ella. Usa lentes que le dan un aire de intelectual más seductor aún. Su pelo negro ondulado le cae sobre los hombros y hace un hermoso marco a su piel morena clara. Es toda una preciosidad la muchachita. Y aunque es seria y algo tímida con la gente, conmigo se ha portado siempre muy abierta y expansiva. Al punto que en su trato hay algo de coquetería hacia mi persona.

Y estoy seguro que sabe que la deseo.

Sé que esa tarde en que estábamos en el living leyendo y me percaté de que sus piernas estaban ligeramente abiertas, ella sorprendió mi mirada intentando ver algo de sus muslos. Y no dijo nada. Y tampoco cerró las piernas. Debe haberse divertido mucho dándome ese espectáculo, estoy seguro.

También sé que se percató de mis intenciones cuando pasé por detrás suyo en el pasillo de la casa y me apreté a su traserito mientras le susurraba en el oído " permiso mi amor ". No pudo dejar de notarlo. Y tampoco dijo nada.

O cuando bailamos juntos, apretaditos como jugando. Cuando ya adquirí confianza, mi paquete se aprieta a su estómago, un poco por encima de su entrepierna. Con mi metro 82 la supero por casi 20 centímetros y mi instrumento le llega justamente a la altura del estómago. Y cada vez me apego más a ella, por lo que es inevitable que sienta mi trozo de carne apretarse a su piel. Y nada dice.

O cuando la saludo en la noche o me despido en las mañanas. Mis besos cada vez más cerca de su boca no puede ignorarlos. Y siempre pareciera que esperara a que nadie nos viera para que nos saludemos y nada dice cuando mis besos son tan cerca de la comisura de sus labios. Nunca dice nada.

Pienso que el hecho de tener un cuerpo atlético por los ejercicios que hago continuamente debido a las clases de gimnasia que hago puedan haberla atraído y por ello nunca rehúye mis acercamientos cada vez más osados,. Más bien parece disfrutarlos. Y eso me da ánimo para continuar acosándola, con el disimulo debido para no ser sorprendido por mi esposa o alguno de sus hermanos menores. Ellos ni imaginan lo que se está fraguando frente a sus narices.

Mi niña tiene un novio, pero no creo que pase nada entre ellos. Y menos desde que he intensificado mis acercamientos, ya que noto como disfruta con mis juegos eróticos y pareciera que los alienta. Me dice que me admira cuando estamos con otras personas o que me quiere cuando no hay nadie cerca, y en tono muy intimo, con una mirada directa y una semi sonrisa en los labios. " Y yo a ti, mi cielo ", suelo responderle, intentando decirle con la mirada de mis verdaderas intenciones.

Siempre viste recatadamente, pero puedo adivinar su cuerpo bien delineado bajo los pliegues de sus vestidos. Y cuando pasa a contraluz frente al ventanal de la casa, puedo admirar el contorno de sus piernas. Y ella pareciera pasearse a propósito para regalarme la silueta de su cuerpo frente al sol que entra y que es detenido por su cuerpo escultural. Y el espectáculo es impagable. Y mi polla reacciona de inmediato y no hago nada por disimular. Quiero que ella vea como me tiene. Y no dice nada.

Pero hoy estaremos solos, por tres dias, por lo que tendré el tiempo suficiente para apresurar las cosas y hacerle ver que es hora de pasar del juego, del coqueteo, a la acción. Y es mucha la acción que quiero tener con ella.

Me acerco por detrás y paso mis brazos por su cintura, como hago siempre que jugamos. Pero a diferencia de otras veces, ella ahora no ríe.

"Al fin solos, cariñito"

Nada dice. Se queda quieta, diría que como si estuviera esperando.

Mi cuerpo se aprieta a ella y siento sus globos apretarse contra mi paquete.

"¿No te da gusto, amorcito?"

Un ligero estremeciendo me indica que la muchacha está nerviosa. Es mi abrazo, mis manos rodeándola y la opresión de mi bulto contra sus nalgas.

"Si, papi"

Aprieto más, meto mis manos bajo su blusa y toco la piel de su estómago.

"¿Qué quieres para cenar, para celebrar esto?"

Su estremecimiento se hizo más evidente cuando mis manos tomaron contacto con su piel y mi paquete se apretaba más aún a sus nalgas.

"No sé, papi"

Sin dejar de tocar su estómago y sin dejar de apretar mi bulto contra su culito, le beso el cuello. Sé que la hora de la verdad ha llegado. Acerco mi boca a su oreja y le susurro al oído.

"¿Quieres salir a cenar fuera, cariño?"

Casi pierde el equilibrio. Es tan fuerte la emoción que siente con mis labios apretando su cuello, el susurro en su oreja y mis manos acariciando su estómago, que me pareció que iba a caer. Mi niña está excitada, lo sé. Con un hilo de voz me responde.

"Lo que tu digas"

"Por mí seguiría así toda la noche"

Le digo al oído. Y sigo besándola, apretando su cuello con mis labios y mis manos ahora acarician su estómago de arriba abajo, intentando acercarse al nacimiento de sus senos, pero sin llegar a ellos, aún. Y mi paquete, completamente duro, se apega a su culito sin ningún disimulo.

"Papi"

"¿Si?"

"Me pones nerviosa"

"¿No te gusta?"

"Me pone nerviosa, te digo"

"Y yo pregunto si no te gusta"

"Déjalo, por favor"

"¿Te desagrada?"

"No es eso"

"¿Entonces?"

"Ya te dije, me pone nerviosa"

"Pídeme que no siga y paro"

Y mis caricias en su estómago se hacen más insinuante, alcanzo el inicio de sus senos. Y mi verga pugna por ponerse entre sus nalgas. Y mis besos en su cuello se hacen más apasionados. ¿Cómo podría soportar tres ataques simultaneos?

"Mmmmmm, papiiiiii"

"¿Me detengo?"

"Papiiiiiii"

"¿Te gusta?

"Mmmmm, siiiiiiii"

"¿Sigo?"

"Siiiiiiii"

Mis manos se apoderan de sus senos y empiezo a masajearlos. Están duros, durísimos. Sus pezones desafiantes muestran la dureza de la excitación que embarga a mi hija. Mi boca aprieta su cuello.

Acaricio sus senos bajo la blusa, no atreviéndome a sacarlos por temor a que ella no quiera verlos al aire. Sus pezones están duros, lo que delata la excitación de mi niña, que a duras penas se sostiene en pie.

"Eres exquisita, mi amor"

"Mmmmmmm"

"Qué tetitas más ricas, mi niña"

"Papiiiiiiiiii"

Una de mis manos desciende y se mete bajo su falda, continuando por su estómago abajo, en pos de su paquete. Ella se da cuenta de lo que viene y nada hace. Se deja hacer, se deja acariciar.

Llego a su braguita y mi mano se mete en ella y continua, hasta alcanzar su sexo.

"Papiiiiiiii"

"¿Te molesta, cariñito"

Nada dice, se limita a revolverse, desesperada. Mi mano toca su vulva y la encuentra mojada. Mi niña está a punto. Empiezo a bajar su braguita.

"Papi"

"Dime, amor"

"No me mires cuando lo hagas"

Mi muchachita está entregada. En un resto de pudor no quiere verle la cara a su padre mientras la folla. Lo desea pero no quiere que yo la vea gozar.

"Tranquila, amor, que lo haremos a lo perrito"

"¿Qué es eso?"

"Afírmate en el mueble, cariñito"

Ella se afirma. Empujo un poco su espalda y consigo que quede en una posición lo más parecida a lo perrito, ya que no me atrevo a pedirle que se ponga en cuatro pies. Sería demasiado para ella. Pero en la posición que está ahora, afirmada contra un mueble, sus piernas algo abiertas, el cuerpo semi agachado, me permite tener acceso a su chuchita, cuyos labios se asoman por entre sus nalgas. Acerco mi verga, que está parada a su máximo, y la pongo entre sus labios vaginales. Me agarro de sus senos y empiezo a empujar lentamente, con suavidad.

"¿Te duele, amor?"

"Un poco"

"Tranquila, mi niña"

Y sigo apretando, lentamente. No quiero que su primera vez sea traumatizante.

"¿Duele?"

"Si, papi. Mucho"

"Tranquila, cariñito. La primera vez siempre duele"

"Ayyyyyy"

Noto que si sigo así de lento va a ser más doloroso para ella y decido apurar la desfloración de Cecilia.

"Aguántate por favor, que voy a metértelo todo"

"Pero papi"

"Si, sé que te dolerá. Pero será un momento solamente"

Y sin esperar respuesta, meto toda mi verga en la virginal chuchita. Un fuerte grito de mi hija me dice que el dolor ha sido demasiado para ella. Lo siento pero era necesario que primero sufriera para que después empiece a gozar. Me quedo con mi trozo de carne hundido, sin atreverme a moverlo.

"Tranquila amor"

"Duele mucho"

"Ya verás que pasará. Tranquila"

Acompaño mis palabras de consuelo con besos en su cuello y caricias en sus senos, buscando mitigar el dolor. Al cabo de un rato, cuando creo que el dolor ha amainado, empiezo a sacar mi instrumento. Cuando solamente la cabeza queda dentro, vuelvo a meterlo, con suavidad, para comprobar si ella está en condiciones de recibirlo ahora sin dolor.

"¿Qué sientes, amor?"

"Duele, pero menos"

"Espera un poco y verás cómo termina de doler"

Y empiezo a follarla con suavidad, pero constantemente, sin parar. Mi trozo de carne entra y sale de su sexo, cada vez con más rapidez. Y ella empieza a responder, poco a poco. Hasta que sus movimientos son tan intensos como los míos. Al fin mi niña se pone a la par con su padre y empieza a gozar su primera follada.

"¿Te gusta?"

"Es exquisito papi"

"¿Te gusta la verga de papi?"

"Siiiiiiiiii"

"¿Sientes como te entra y te sale, amor?"

"Siiiiii papitooooo"

"Di que te gusta mi verga, por favor"

"Me gusta tu verga papi, como entra y como sale"

"Papito te está follando, mi cielo"

"Sigue follándome papi"

"Toma, mi niña, toma mi verga"

"Aghhhhhhhhhhhhhhhhhhhh"

La muchacha se apoya en el mueble, desfalleciente, mientras su cuerpo deja escapar su eyaculación en medio de los estertores de su primer orgasmo con una verga dentro suyo. No puedo aguantar más y la acompaño soltando mi semen dentro de su conchita y siento éste como cae, mezclado con sus jugos, por sus muslos al suelo. Me quedo apretado a su cuerpo, intentando recuperarme.

Y la tarde recién está empezando.