Solo era un sueño...

En un lugar apartado, con el clima mas desapacible posible, se puede encontrar salvacion, y quizas algo mas.

La nieve caía con gran violencia, empujada por el viento huracanado e incesante que recorría aquella llanura sin piedad de árboles, rocas y mucho menos de mí. El simple hecho de caminar era ya un suplicio, apenas conseguía avanzar unos metros cuando volvía a caer por la nieve acumulada en el suelo. El frío entraba en mi ropa empapándome por completo provocando los temblores que me impedían incluso caminar con normalidad. Mi respiración era rápida y profunda por el esfuerzo que tenía que hacer por intentar seguir vivo, pero cada vez las fuerzas se me consumían mas y mas, apenas veía nada por culpa del vendaval de nieve que parecía un muro sólido a mi alrededor. Intenté apoyarme sobre las rodillas para conseguir levantarme, apoye mis manos, pero entonces me dí cuenta de hasta que punto mi debilidad había llegado a consumirme y volví a caer, intente arrastrarme bajo el cobijo de un árbol, aunque era prácticamente inútil, ya que la nieve viajaba en todas direcciones congelando todo a su paso. Finalmente me tumbe sobre la base del árbol donde me quede boca arriba hasta que mis fuerzas desaparecieron por completo. Todo se volvió oscuro, pero el frío no desaparecía, supuse que era la clara señal de que aun no había muerto, pero creo que en ese momento no me quedaba apenas ya un halito de vida. Recuerdo que intentaba abrir los ojos pero apenas lograba distinguir lar ramas del árbol, pero una de las veces que conseguí ver algo, pude distinguir la figura de una persona sobre mí, me estaba mirando, aunque solo pude intuirlo ya que mi visión era demasiado borrosa por el dolor y el entumecimiento. Y entonces cerré los ojos y ya no les pude volver a abrir

Hasta que finalmente, el frío desapareció y se transformo en una calida sensación de comodidad, y poco a poco iba recobrando la consciencia. No sabía donde estaba, solo sentía calidez y una enorme suavidad por todo mi cuerpo como si me rozara la piel. Poco a poco iba despertando y pude escuchar una voz, era una voz suave de mujer, que me pregunto como me encontraba. La pregunta reboto por los rincones de mi cabeza como si se tratara de la voz de un ángel en el paraíso. Empecé a mirar a mi alrededor mientras la niebla que nublaba mi vista iba disipándose poco a poco. Pude ver que estaba en una cama, con unas sabanas tan blancas y suaves que brillaban incluso en la oscuridad. Poco a poco me fui incorporando hasta que me di cuenta que la mujer de la que provenía esa voz, estaba sentada a mi lado sobre la cama. Al principio no podía distinguir bien su rostro, pero cuando pude vislumbrar bien sus ojos, me quede totalmente paralizado. Esa mirada hipnótica me tenía atrapado, era tan diferente, tan especial y a la vez tan dulce, que no fui capaz de apartar la mirada ni un segundo. Ella era hermosa, increíblemente hermosa, me miraba con curiosidad y a la vez con una tranquilidad pasmosa. Se levanto muy lentamente de la cama dejando que su pelo cayera desde sus hombros hacia delante haciéndola mas misteriosa. Cuando se levanto no pude sino quedarme mas sorprendido aun por su increíble figura. Llevaba una especia de camisón de raso que le llegaba por encima de las rodillas, parecía tan suave, cayendo desde sus hombros y dejándose moldear por sus caderas. Se acerco despacio hasta una ventana y fue cuando me di cuenta de que estaba en una cabaña de madera.

En un lado de la habitación había una chimenea encendida con un fuerte fuego, rodeada por dos sillones y un sofá, y entre estos había una gran alfombra justo enfrente del fuego. Pude notar a través de la ventana que afuera el vendaval continuaba incesante rugiendo con furia. Cuando se acercó a la ventana, se apoyo sobre el marco y se quedo mirando hacia fuera. –Hacía mucho frío ¿verdad?- Me preguntó. –Hace un día típico de invierno en esta zona.- Cuando dije eso intenté levantarme de la cama pero me dí cuenta de que no llevaba absolutamente nada de ropa, y según me iba dando cuenta de que ella me habría desnudado antes de meterme en la cama fui sintiendo como mi cara se enrojecía por momentos y volví apresuradamente a taparme con las sabanas. Ella me miró y sonrió, pero no dijo nada. Fue acercándose a la chimenea e inevitablemente para mí, la seguía con la mirada por toda la habitación. Pude ver su espectacular figura casi a través de su camisón, tenía un pecho firme y bonito, y unas caderas que movían el camisón de un lado hacia el otro. Sin darme cuenta al mirarla tan fijamente mi cuerpo iba respondiendo a esa excitación que me provocaba solo con caminar. Se acercó al fuego y se sentó sobre la alfombra. Una vez allí el fuego la iluminaba el rostro. Sin apenas girar su cabeza me miró fulminándome y me dijo que me acercara, que ahí se estaba más calentito. Entonces cojí la sabana rodeándome con ella y me fui acercando poco a poco donde estaba ella sentada, para colocarme a su lado. El calor que desprendía la chimenea me golpeaba la cara con gran fuerza, pero aún así no podía quitarme la sábana ya que debajo no había nada más que mi cuerpo. Ella en ese momento se pegó totalmente a mí y apoyó su cabeza sobre mi hombro, y con una suave voz me dijo que no me preocupase, que ya me había visto una vez desnudo, y que no se sorprendería. Pero probablemente se sorprendería si se diera cuenta que solo con mirarla y con el calor que desprendía la chimenea, mi cuerpo había comenzado a reaccionar por sí solo provocando un principio de erección con bastante vigorosidad. Ella estaba realmente tranquila apoyada sobre mi hombro, y en ese momento me pude dar cuenta realmente de la magnitud y la belleza de su pecho que dejaba ver su bata por entre su escote. Era algo maravilloso, un pecho generoso y firme prácticamente perfecto, ella levantó su mirada -¿Me estas mirando las tetas?- dijo casi sin inmutarse. Pero yo no pude apenas reaccionar, solamente enrojecerme y apartar rápidamente la vista sin llegar a decir nada. Ella solo sonrió mientras se pegaba más a mí y entonces uno de sus brazos me rodeo el cuerpo pegando las sabanas a mi cuerpo y dejando intuir mi gran excitación en ese momento, ya que mi pene estaba totalmente erecto marcando el bulto sobre la sábana. Ella se dio cuenta, tuvo que darse cuenta ya que al pasar su brazo se acercó todavía más a mí. Yo estaba prácticamente sudando por el calor que irradiaba la chimenea y el que además desprendía el cuerpo de ella. No entendía porque se acercaba tanto a alguien que, a Finn de cuentas, era un desconocido, o eso creía yo. Le pregunté entonces que es lo que había pasado, que debería estar en la nieve muriéndome de frío y me he despertado aquí de repente. Ella me contestó diciéndome que me debía un favor, que yo le había salvado muchas veces, que la había rescatado de tragedias peores y que no quería que me pasara nada malo.

Fue solamente entonces cuando observándola y mirándola bien a los ojos me pude dar cuenta de quien era ella, hasta ese momento ni siquiera me había percatado. Me sentía como un idiota por haberme dejado cegar por su preciosa figura y no haberme dado cuenta de quien me acababa de salvar la vida. Pero ella no me dejo decir su nombre, no me dejo abrir la boca pues sin darme tiempo a reaccionar puso un dedo sobre mis labios haciéndome callar, sentía una gran presión en mi boca que me impedía hablar, como si toda su fuerza estuviera concentrada en un solo dedo suyo, pero ni siquiera estaba presionando con fuerza contra mi, únicamente su gesto y su mirada fueron suficientes para dejarme paralizado sin poder ni hacer ruido al respirar. Sentía como fluía y acariciaba cada rincón de mi piel el calor que desprendía con su cuerpo, me tenía totalmente rodeado sin posibilidad de escape, aunque pensándolo bien, tampoco quería escapar. En ese momento no había ningún otro lugar en todo el planeta donde quisiera estar.

Todo a nuestro alrededor parecía haberse detenido, los copos de nieve permanecían suspendidos en el aire fuera de las ventanas, el fuego apenas serpenteaba buscando una salida, las velas no mostraban un ápice de vibración y todo eso provocado por ella, porque cerró sus ojos poco a poco, despacio mientras se acercaba hacia mi. El tiempo se me hizo realmente eterno hasta que finalmente apartó su dedo de mis labios para pasar toda su mano sobre mi cara hasta mi cuello y acercar mi cabeza sobre la suya, juntando nuestros labios finalmente en un beso inmensamente excitante. Su boca jugueteaba conmigo como si yo fuera un títere. Consiguió separar mis labios solo con los suyos para zigzaguear con su lengua dentro de mi boca. Entonces decidí tomar la iniciativa para seguir su lengua con la mía y atraparla como una serpiente se agarra a la rama de un árbol. Poco a poco iba sintiendo su respiración sobre mi mejilla, tan calida e intensa como el tacto de su camisón rozándose en mis brazos ya que poco a poco les fui pasando hacia su cintura rozando toda su espalda. La sabana que hasta entonces cubría mi cuerpo cayo sobre mi regazo dejándome de cintura hacia arriba al descubierto y a merced de la mujer que me tenía atrapado por sus labios. Comenzó a acariciarme por el cuerpo, sus manos rozaban mi pecho, mis hombros, toda mi espalda mientras me recorrían cientos de escalofríos como pequeños rayos eléctricos, pero entonces desató una tormenta cuando comenzó a besar mi cuello. Mi cuerpo se estremecía, mi respiración aumentaba su ritmo e intensidad, mis brazos la rodearon con fuerza, mi piel se erizaba, pero algo más comenzaba a pasar en mi cuerpo sin que yo lo advirtiera. Durante unas décimas de segundo pude ver su cuello desprotegido ante mí, no podía resistir la tentación de comenzar a besarlo y cuando por fin tuve mi oportunidad no la dejé pasar. Comencé mordiendo su cuello con cierta suavidad, mi saliva comenzó a impregnar su cuello mientras mi lengua la masajeaba como quien acaricia un helado de chocolate para saborearlo con mayor intensidad. Mis manos se abalanzaron sobre su cintura mientras ella no podía reprimir el aumento desuní excitación. Su fuerte respiración que en ocasiones dejaba escapar un leve suspiro cerca de mi oído me excitaba aún más. Y cuando menos lo esperaba ella paso su pierna sobre mí dejando una a cada lado empujándome a mí al suelo, tumbándome sobre la pequeña alfombra que cubría ese pedazo de suelo.

Su mirada se dirigió fulminantemente hacia la mía, atravesándome el cerebro y transmitiéndome una pasión y un deseo irrefrenable. Sentía como ese deseo recorría todo mi cuerpo como uno de esos escalofríos eléctricos que podía sentir aun con la misma intensidad. Estaba sentada sobre mí, yo no podía moverme, sentía como ella dominaba toda la situación, se echó sobre mí atrapando mi cuello entre sus dientes y todo mi cuerpo se puso rígido por el estremecimiento de placer que me invadió. Su lengua serpenteaba sin cesar por todo mi cuello y sin darme cuenta sus manos fueron descendiendo por mi cuerpo. Mi pecho y mi estomago estaban completamente rígidos y apenas me di cuenta del recorrido que hacían sus manos, hasta que llegaron a la altura de mi ombligo, ya que entonces sentí como tiraba de la sabana retirándola totalmente de mi cuerpo.

Sin darme cuenta me hallaba totalmente desnudo bajo ella con mi cuerpo a merced de sus manos, sintiendo una gran excitación cuando agarro mi pene con una mano casi bajo su propio cuerpo, y comenzó a acariciarlo mientras su cuerpo se movía sobre mí mordiéndome y lamiéndome por todas partes.

Casi fuera de mi voluntad mis manos se posaron en su cintura, ciñendo su camisón contra su cuerpo. La luz de la chimenea hacia transparentarse su cuerpo, como si ese camisón fuera una segunda piel. Poco a poco mis manos fueron recorriendo su cintura hacia arriba. Sentir su cuerpo entrapado entre mis manos hacia que mi sensación de placer fuese todavía mayor. Según mis manos ibas subiendo por su cuerpo, este se iba descubriendo, y a pesar de que se podía observar todas las formas del mismo a través del camisón, el ir desnudándola aumentaba aun más mi excitación, lo cual ella pudo notarlo entre sus manos. Poco a poco fui llegando hasta su pecho, pero no quise detenerme ahí, seguí levantando mis brazos hasta al final desprenderle a su cuerpo de toda ropa. Entonces mis manos retrocedieron hasta su pecho rozando ambos pezones mientras pasaba mis brazos hacia su espalda para aferrarme bien fuerte a ella. Mientras ella seguía acariciando mi pene con firmeza. Pero en ese momento tuvo que soltarlo.

Aproveche que estaba agarrado a ella para darme la vuelta sobre la alfombra y cambiar así el papel que cada uno había tenido hasta entonces. Ella cambió su mirada, ya no estaba solo llena de pasión, ahora poseía una mezcla de sorpresa y curiosidad. Y me disponía a satisfacer esa curiosidad, pero también un deseo, el mío, el mío por saborear su piel, por lamer todo su cuerpo. Así pues comencé por el cuello, mordiéndolo mientras ella volvía a coger mi pene intentando acariciarlo, pero esta vez enseguida me aparté. Me aparté para continuar mi camino, el camino de mi lengua, marcado por las curvas y las formas de su cuerpo. Esta vez su pecho sería la parada obligada. Mi mano descendía antes que mi lengua, explorando su pecho, como preludio al roce de mi lengua sobre el. Agarre entre mis dedos uno de sus pezones para pellizcarlo suavemente, a partir de ese momento su respiración se torno de ocasionales a prácticamente continuados suspiros. Mi mano la acariciaba a la vez que mi lengua completaba su descenso, mi boca mordisqueaba la piel allí por donde se posaba, saboreando todos y cada uno de los centímetros de piel recorrida y cuando por Finn llego a su pecho ella soltó un pequeño gemido entre dientes. Ese sabor y esa dulzura que desprendían los poros de su piel eran para mí como un elixir de vida. Cuanto mas lamia su pecho, mordisqueaba y pellizcaba sus pezones haciéndoles endurecerse, mas me excitaba, mas aumentaba el pulso y mi respiración y mas lo reflejaba mi pene que cada vez se erguía mas y mas bajo mi cintura. Sus manos recorrían mi cabeza entrelazando sus dedos en mi pelo que en ese momento llevaba suelto y a su completa merced.

Fue entonces cuando decidí continuar mi viaje hacia zonas mas bajas de su cuerpo. Mis manos igual que antes comenzaron reconociendo el terreno, acariciando la suave piel de su tripa y desviándose sobre sus piernas, ya que el camino quería terminarlo únicamente con mi lengua. Y mientras iba recorriendo su ombligo con mi boca todo su cuerpo se estremecía, aumentaba su temperatura y lo hacía estremecerse bajo mis brazos. Mi lengua comenzó a bajar despacito desde su ombligo, tocándola únicamente con la punta, pasando por su pelvis muy despacio, humedeciendo toda su suave piel, hasta que finalmente emprendí el último y corto tramo del recorrido. Y por fin, mi lengua se posó sobre su clítoris dejando caer toda su longitud sobre el, para empezar a saborear el fruto mas intimo que tenia frente a mi. Sus manos agarraban mi pelo con fuerza, su respiración se entrecortaba, sus latidos se intensificaban y sus gemidos cada vez eran más constantes. Todo esto mientras mi lengua jugueteaba con ella, frotaba, lamía, serpenteaba y saboreaba su clítoris totalmente a mi merced, hasta que empecé a notar lo sumamente mojada que estaba. Esto todavía me excitaba incluso aún más axial que estire dos dedos de mi mano para acercarlos a sus labios y empezar a acariciarlos suavemente empapando totalmente mis dedos para empezar a introducírselos poco a poco. A medida que iban entrando en ella iba sintiendo su ardiente y calida excitación mientras que seguía saboreándola sin parar cada vez más y mas rápido frotando mi lengua contra su clítoris. Cuando por Finn introduje mis dedos por completo dentro de ella, emitió un gemido que enrojecería al mas puritano entre los puritanos, pero que a mi me excitaba enormemente. Lo estaba disfrutando realmente, darle placer jugueteando con mis dedos dentro de ella mientras la saboreaba su cuerpo de esa forma era una sensación extasiarte, además mi pene estaba totalmente erecto, firme y ardiendo entre mis piernas. Además sentía como me palpitaba de deseo mientras seguía lamiéndole y metiéndole los dedos. Sentía mi gran deseo por al fin penetrarla y ella también lo sintió pero aun así me agarró para que me tumbase boca arriba sobre la alfombra.

Yo no sabía muy bien que era lo que quería, pero enseguida lo comprendí. Puso sus piernas a ambos lados a la altura de mis hombros mirando hacia mis piernas y luego se recostó sobre mí dejando su clítoris justo a la altura de mis labios. Así que no me lo pensé ni un segundo, puse mis manos sobre su cintura, abrí mi boca y saque la lengua para empezar a lamerla de arriba abajo esta vez lamiendo incluso los labios. Entonces ella sin que yo apenas tuviera tiempo de reaccionar, se recostó hacia delante y lo siguiente que sentí fue como su lengua comenzaba a recorrer mi pene. En ese momento mi respiración era ya muy intensa y solo pude apretar su cuerpo contra mi cara y ella entonces empezó a lamérmela entera, acariciándola con sus labio, con ansiedad. Era increíble, nunca había sentido algo similar, era tan delicioso poder estar saboreándola a la vez que placentero por hacerme ella lo mismo que no se el tiempo que pasamos axial. Pero de repente ella se levanto, para echarse sobre la alfombra a mi lado boca arriba, me pregunto hasta donde quería llegar y yo me calle, y sin decir nada me puse sobre ella separando sus piernas y colocándome entre ellas. Me quedé un instante mirándola fijamente a los ojos, en silencio, y entonces le dije que con ella siempre había estado deseando llegar hasta el fin del mundo. Y justamente en el instante en que terminé de pronunciar estas palabras sin pensarlo ni un instante empujé mi pene dentro de ella todo lo más profundo que podía, que era mucho porque ella estaba realmente mojada. Ella lanzó un fuerte grito que poco a poco se fue apagando y convirtiéndose en un gemido tan intenso que parecía que hasta el fuego de la chimenea se estremeció. Ella poco a poco fue posando su mirada sobre mí, sentía como su corazón y el Mio palpitaban con fuerza, mientras sus ojos estaban llenos esta vez de pasión.

Poco a poco comencé a moverme allí sobre ella, haciéndole suspirar dejando escaparse en ocasiones unos sensuales y excitantes jadeos mientras, nuestras respiraciones se iban haciendo intensas casi al unísono. Apenas en ningún momento nuestras miradas se separaron un solo segundo. Cada vez mis movimientos se hacían más veloces e intensos a la vez que nuestra respiración y nuestro pulso. También sus jadeos fueron intensificándose, excitándome y haciéndome desearla incluso más. Así entonces sin retirar mi pene de su interior me coloqué de rodillas sobre ella levantando sus piernas que quedaron muy separadas y en el aire. Mis ojos debían estar llenos de lujuria o pasión que ella pareció percibir en el momento en el que volví a mirarle a los ojos ya que llevo sus manos sobre mi espalda, rodeándome con sus brazos, haciendo fuerza sobre mí tirando hacia ella misma como pidiéndome que empezara a moverme, y no la hice esperar ni un segundo.

Mi pene comenzó a entrar y salir de ella, cada vez que la empujaba dentro de ella, de entre mis labios salía una bocanada de aire expulsada con pasión y ella se retorcía sin parar, levantaba su cabeza hasta que tocaba el suelo y levantaba su pecho como cogiendo aire para expulsar un nuevo gemido. En una de esas ocasiones aproveché para colocar mis manos bajo su espalda, lo cuál presagiaba una aceleración de mis movimientos sobre ella, y axial era realmente. Deje caer mi cuerpo sobre el suyo, juntando nuestras pieles que no paraban de sudar y transpirar placer. Coloque mi cabeza al lado de su oído y entonces fue cuando comencé a acelerar el ritmo. Sus gemidos eran realmente intensos y una o dos veces pude sentir como ella tenía algún orgasmo, aunque yo no podía detener mi movimiento, aunque me arañase la espalda. Entonces sentí una fuerte presión, podía saber que pronto iba a llegar a mi orgasmo, entonces hice un ademán para detenerme y que esa presión descendiera, pero ella debió notarlo también, y me pidió que continuase. Sus labios, su respiración, su mirada, todo estaba lleno de pasión que hizo que mis movimientos se mantuvieran constantes, pero esta vez use todas mis fuerzas. Ella gritaba, se retorcía de placer, las llamas de la chimenea se intensificaban y estremecían con cada nuevo grito y entonces

Me levanté de golpe, mi respiración era fuerte y estaba sudando, esta vez estaba vestido, estaba sobre mi cama, cubierto con sabanas y edredón. Entonces las aparté y cuando posé un pié en el suelo me di cuenta de donde estaba. No podía ser. Solo había sido un sueño. Pero era imposible, mi respiración, mi sudor y la excitación que se hacia patente en la erección que estaba sufriendo en ese momento eran muy reales, igual que todo lo que había soñado, parecía demasiado real para ser solo un sueño. No quería que algo axial se quedase en el olvido, axial que sin apenas despejarme me coloqué delante del ordenador y comencé a escribir y describir ese sueño