Sólo era un negocio
De cómo salió algo bueno de esta crisis
Os voy a contar como ocurrió todo, quizá os parezca algo extraño, pero es la realidad, y en aquel momento me pareció una forma de superar la crisis económica de la que no conseguía salir por los medios convencionales.
Soy atractivo, igual guapo no, pero siempre he tenido éxito con el género femenino, y a mis recién estrenados 40 años tengo un cuerpo muy bien formado, mi trabajo y mi tiempo de gimnasio me lleva esta tarea, y pensé en explotar esta cualidad, pero como solo no conseguía apenas nada, decidí que con una pareja sería más fácil y rentable.
Decidí buscar una chica que tuviera tantas ganas de dinero como yo, y que a la vez fuese igual de morbosa y salida, así que me puse manos a la obra y colgué un anuncio en internet, no hubo muchas respuestas, pero entre la media docena que llegaron, una me llamó la atención, la chica decía que le gustaba el sexo por el sexo, y que chupar y chupar era una de sus más habituales fantasías, pero ¡ojo!, aquí viene lo que más me llamó la atención, le apetecía tener “dos pollas al alcance de su boca”, claro está, fue la elegida.
Me puse en contacto con ella, y quedamos en vernos para concretar, a mí me bullían ideas en la cabeza, situaciones morbosas y picantes, tenía que descubrir hasta donde la podía llevar. Mi plan original era hacernos pasar por matrimonio y hacer el papel de puta-cornudo y, evidentemente- repartir las ganancias, uffffffff sólo de planearlo me ponía malito, con estas elucubraciones llegué a su casa, donde habíamos quedado.
Llamé, un poco nervioso ya que no sabía lo que me esperaba…, me abrió la puerta cubierta únicamente con un picardías tan cortito que cuando se dio la vuelta para guiarme por el piso, dejaba entrever sus nalgas, ni en mis más optimistas sueños podría haber imaginado una hembra de ese calibre, mi mente no tardó un momento en empezar a imaginar situaciones calientes entre mis manos, mi cuerpo y la mujer que ante mí tenía.
Creo que ella sabía lo que estaba pasando por mi cabeza, ya que sonreía de forma pícara –Te gusta lo que ves?, no me dio tiempo a contestar, -Si me gusta lo que tienes que proponerme, te dejaré disfrutar de mí, tendremos que ir adaptándonos, no?, jejejeje.
Yo tenía ya, ante la promesa de que me dejase disfrutar de su cuerpo, una erección que no sabía como ocultar, y ella me dejó claro que se había dado cuenta de ello cuando fijó su mirada en mi entrepierna.
Yo la explicaba… nos hacemos pasar por un matrimonio, para todo, quien quiera mirar, pues que disfrute mirando, al que le guste participar, pues le incluimos en nuestros juegos – según le iba desmembrando mis ideas, mi erección era cada vez mayor- podemos captar hombres solos, parejas, incluso dos hombres más, lo que quieran y paguen, ya me daba igual el resto, la perspectiva de follarme a esa tía me estaba volviendo loco y ella actuaba en consecuencia, en un cruce de piernas pude ver que no llevaba nada bajo el picardías, cuando se movía veía sus pezones sonrosados que se asomaban por el escote, no sé ni como aguanté tanto tiempo sentado sin echarme sobre ella como un poseso.
Estaba yo intentando explicarle mis ideas acerca de cómo explotar esta nueva vía de ingresos, cada vez más cachondo viendo sus pechos subir y bajar con la respiración, adivinando su coño húmedo, apenas escondido bajo la suave tela de su picardías, entre sus ligeros movimientos y mis calenturientos pensamientos, se me trababa la lengua, ella parecía que lo notaba, porque a cada momento se ponía más sexy más insinuante. Empezó a acercarse a mí, cada vez más cerca, podía incluso notar su respiración en mi piel, cuando ya no había más espacio que salvar entre los dos puso un dedo sobre mi boca para que callase y su otra mano deslizaba la cremallera de mi pantalón hacia abajo…
-Y si te callas un poco y me demuestras lo que sabes hacer?
No me dejó contestar, acabó de sacar mi ya abultado aparato de la prisión a que estaba sometido y empezó a acariciarlo, a mí se me escapó un suspiro no tanto de sorpresa como de verdadera excitación, en cuanto se dio cuenta de ello bajo su cara hacia mi pene y empezó a acariciarlo suavemente con sus labios, ahí ya me volví loco…
La dejé chupar, acariciar y lamer mi miembro, dedicándome sólo a sentir, hasta que pensé que no aguantaría más, y se desató el salvaje que llevo dentro.
La aparté del objeto de su adoración y la desnudé de un solo movimiento, sacándole el picardías por los hombros, no tuve paciencia para admirar sus pechos desnudos, la incorporé y la dí la vuelta, poniéndola contra el sofá, con un brazo la agarré del pelo y la hice inclinarse, mientras con el otro la acercaba a mí para dejar expuesto a mi vista su increíble culo… no pude esperar, la ensarté por detrás… toda mi polla de un golpe hundida en su coño estaba tan mojado que no ofreció ninguna resistencia, parecía que hasta le gustaba esa cierta crueldad con la que la estaba tratando, un empujón tras otro, a un ritmo creciente hicieron que todos sus jugos resbalaran por sus piernas y que mi pene pareciese en aquel momento un mortero a punto de explotar, pero no iba a acabar tan pronto…
La solté, pareció extrañarse, hice que volviera a sentarse en el sofá y me arrodillé entre sus muslos, no os podéis imaginar lo que había allí, su conchita sonrosada parecía invitarme… y no me resistí, empecé a lamerle el clítoris como si en ello me fuera la vida, ella gemía y se estremecía sin parar de mojarme la cara, le introduje a la vez uno de mis dedos en su coño, luego dos, y después tres, sin parar de lamerle el botoncito, tenía espasmos, empezaron a temblarle las piernas y yo ya no puede más…
Me levanté y allí mismo volví a meterle la polla hasta el fondo, empujando con todo el ímpetu del que era capaz, no dejé de empujar hasta que noté que me venía, la saqué y me preparé para escupir toda mi leche sobre su piel.
Ella no protestó, no dijo nada, se dejó hacer, cuando acabé me miró y me dijo… -Creo que sí podemos dedicarnos a esto.
Las historias que a partir de ese momento nos han ocurrido con los “clientes” a los que hemos hecho felices os las iré contando , pero ya en otro momento…