Solo era el principio (Introducción)

Simplemente quiero contar una bonita historia de sexo, pasión y amor. Si os gusta lo que voy escribiendo, seguiré publicando más y más capitulos de esta larga, tórrida e increible historia. Vuestros comentarios e inquietudes a nuestro mail, por favor.

INTRODUCCIÓN

Para presentarnos…

UNA NOCHE CUALQUIERA DEL MES DE SEPTIEMBRE DE 2011

Para presentarnos, decir que somos Sandra y Leandro, una pareja de treinta y tantos años que llevamos más de diecisiete de casados y unos cuantos más de pareja.

Ella es una chica preciosa, rubia, grandes ojos verdes, penetrantes y muy, muy expresivos que con sus gorditos labios, rojos por naturaleza y suaves como la seda, hacen un conjunto perfecto para ser la chica más guapa que jamás haya conocido. Su boca, sensual y caliente, oculta una lengua húmeda y traviesa que me hace estremecer de placer cuando comparte sus largos y chorreantes besos conmigo. El conjunto de su cara da serenidad y tranquilidad cuando la miras.

El resto de su cuerpo, para mí, es de ensueño. Un precioso y sensible cuello dónde puedes dar grandes besos y mordiscos, que además le producen una gran excitación. Unos bonitos pechos de tamaño mediano tirando a grandes, justo como a mí me gustan, acabados en dos lindos pezones marrones de pequeñas areolas que se erizan y endurecen con sólo tocarlos o cuando buscan mi presencia.

Ella dice que tiene unos kilitos de más y hasta puede ser verdad, pero yo puedo decir que incluso esa barriguita, esos michelines, esos lindos muslos, esas anchas caderas y su prominente culo del que ella tanto reniega, la hacen aún más llamativa de lo que es, realzando la belleza natural de su cuerpo.

Su culo, ¿qué puedo decir de su culo? Infinidad de cosas podría decir de él y todas y cada una de ellas magnificas. Tantas cosas que harían de este libro una historia interminable. Tiene un culo precioso y regordete dónde me encanta posar mis labios y a la vez abarcarlo con mis manos para apretar y acariciar sus cachetes mientras le doy dulces besos y suaves mordiscos buscando con mi lengua aquella línea que lo divide en dos y que tanto placer oculta. Un delicado y aterciopelado culo que hace juego con la Joya de la Corona que oculta delante. Esa preciada joya es, sin duda, la hermosa rajita que esconde entre sus piernas y que, aunque en otros tiempos estuvo totalmente limpia de pelo, ahora, quizás por estar llegando el invierno, está cubierta por una sugerente y frondosa mata de pelo cómo si de un almohadón de plumas se tratase que resguardara el más valioso de los tesoros.

Ese íntimo lugar, tan calentito, adorable, mullido, sensible y siempre húmedo, emana un olor realmente agradable e inconfundible. Un perfume entre dulce y amargo, difícil de determinar, pero que sin duda hace estremecer a mi paladar y emocionar a mi corazón cada vez que pongo mi lengua sobre su Monte de Venus, ¡podría reconocerlo entre miles de olores!

Sus piernas son de otro mundo. Dos largas columnas que comienzan con unos exuberantes y preciosos muslos dónde me gusta dejar caer mi cabeza y dormirme con la tranquilidad que ella me da.

Sus pies, ¡preciosos! Me encanta lamerlos, meter mi lengua entre sus dedos y chupar cada uno de ellos. Pero de esa parte mejor ni hablo, tiene muchas cosquillas y es la única parte del cuerpo de la que, por respeto a ella y a mis dientes, no suelo disfrutar como a mí me gustaría.

A todo esto añadir su gran personalidad, su fuerza de carácter y sin duda, su cabeza bien organizada que me ayuda a llevar mucho mejor la tarea de cada día.

Creo que con mi breve explicación puedo dar una idea de con qué persona comparto mi vida. ¿Qué podría decir de ella que no fuese perfecto?, ¿no sé?, ¡creo que nada! Pienso que soy la persona más afortunada de la tierra por poder levantarme cada día y ver su linda sonrisa.

¿De mí?, ¿qué puedo decir de mí? ¿No sé?, no soy yo quién tiene que describirse, pero bueno, ¡lo intentaré!

Me considero un hombre normal, con un poco de barriguita, (aunque Sandra me dice que no es verdad). Creo que más o menos bien dotado, de muy mal genio pero con buen corazón y sin duda, amante de mi compañera.

Lo que sí puedo resaltar de mí, más que nada porque Sandra me lo dice a menudo, es la anchura de mi pene. Es bastante más ancho que el tamaño normal, o por lo menos eso dice ella. Y si Sandra lo dice, ¡es verdad!

Aclarar que desde novios, mi relación con Sandra ha sido siempre extraordinaria, más que de pareja, de amigos íntimos. Una relación de no sólo amor sino también con esa pizca de complicidad que es necesaria para seguir juntos día a día y poder soportarnos el uno al otro nuestras tonterías.

Totalmente responsables de nuestros actos aunque a veces nos olvidamos de todo y dejamos volar nuestra imaginación, por lo menos durante un buen rato, en el que disfrutamos de todo lo que nos viene en gana para luego al final volver a ser los de antes.

De novios hacíamos el amor en cualquier sitio. Lo hemos hecho en un portal, en mitad de la calle, cientos de veces en el coche, la he masturbado en la piscina, en el campo e infinidad de veces en sitios insospechados. Dónde nos pillaba el calentón, allí lo hacíamos sin preocuparnos por nada. Eso sí, a veces bastante intranquilos mirando a todos los sitios por si alguien llegaba y nos dejaba el polvo o la pajita a medias. En definitiva, aprovechábamos cualquier momento para desfogar nuestra juventud.

Yo, cómo creo que es la mayoría de la gente corriente, hombres sobre todo, siempre había tenido fantasías un poco más allá de lo permitido por la sociedad, pero siempre fantasías. Siempre había creído que existía un mundo lleno de experiencias por conocer. Nuestra experiencia sexual en pareja hasta hoy nos ha dado más momentos buenos que malos y creo que la hemos sabido llevar para llegar hasta dónde ahora estamos. Siempre pensé que cualquier día nos levantaríamos de la cama e iniciaríamos un camino nuevo haciendo realidad todas o casi todas nuestras, o mejor decir, mis fantasías más ocultas.

En el trabajo no nos va mal. Sandra es mi Secretaria y junto a ella llevo el departamento de Clientes de una empresa. Cómo he dicho, ella es mi Secretaria en la oficina pero en nuestra vida cotidiana no es así, es más tenemos como norma nunca llevarnos el trabajo a casa. Decir que tenerla como Secretaria ya es un punto extra de morbo a mi lívido, cosa que nos ha servido para, en alguna ocasión, echar un buen polvo sobre su escritorio.

Yo siempre me he considerado una persona bastante activa en el sexo, el sexo era y es una parte muy importante en mi vida. Lo digo así por no llamarme directamente adicto al sexo ya que queda feo, pero para ella no era tan importante. La iniciativa en este tema siempre la llevaba yo, me inventaba juegos, la incitaba a hacer cosas diferentes, compraba su ropa interior, sus juguetitos y todas las cosas que creía que nos podían servir para pasar unos agradables ratos juntos disfrutando de nuestra intimidad. Luego tenía que calentarla bastante antes de que siguiese mis juegos, aunque casi siempre lo conseguía y además con muy buenos resultados. Lo que nunca me imaginé fue que cambiase tanto en tan poco tiempo.

Cuando Sandra se excita es realmente una chica caliente y quitando un par o tres o cuatro o cinco o seis o siete cosas que no quería realizar ni muerta, con el resto, accedía prácticamente a todo y de muy buenas maneras. Esto lo notaba sobre todo cuando al final llegaba al orgasmo. Cuando llegaba puedo decir que llegaba con total satisfacción, nada de medias tintas. Algunas veces, cuando llevábamos un ratillo de juegos y yo pensaba que la cosa iba a durar un poco más de lo normal, en cuanto le tocaba varias veces su entrepierna, se corría entre gemidos. Siempre he leído que una mujer que llega tan pronto al orgasmo está dispuesta a tener uno detrás de otro, sin embargo, Sandra era de una sola corrida, o por lo menos eso creía yo hasta que lo comprobé.

Cuando comenzamos la vida en pareja en un pequeño pisito del centro de Madrid, muy jóvenes por cierto, los dos éramos bastante pardillos e inexpertos en este mundillo. Al principio nos dedicábamos a realizar las cosas más normales pero sin ningún ingrediente añadido. Al poco tiempo mi cabeza comenzó a llenarse de calenturientas ideas e iniciamos una etapa en pareja como nunca hubiésemos imaginado, consiguiendo que Sandra me siguiera en todo lo que yo le pedía. Aprendió a chuparme como nunca creí que lo haría y yo aprendí a jugar con su entrepierna, con poca experiencia al principio, pero consiguiendo una gran maestría en poco tiempo. ¡Cualquier momento, cualquier lugar, cualquier situación era buena para aliviar las ansias de sexo!

Después de ponerme muy pesado e insistir casi a diario, la inicié en el sexo anal, tarea nada fácil para mí, (para ella tampoco. Esta era una de esas cosas que, a pesar de saber que le gusta, no quería hacer ni muerta), ya que ella era bastante reacia a ello y aunque todavía hoy dice que no le gusta, yo sé que en el fondo le encanta. Cuando la penetro analmente (menos veces de las que me gustaría pero muchas más que antes), y meto mi suave pene, totalmente bañado en lubricante, dentro de su estrecha gruta, Sandra se corre como nunca y tiene unos orgasmos gigantescos gritando como una posesa mientras se masturba con sus dedos. Es más, a los pocos minutos de tenerla dentro me pide que no se la saque sino todo lo contrario, que la empuje con más fuerza y más adentro, ¡y eso me encanta!

Durante mucho tiempo probamos una gran variedad de cosas pero casi ninguna llegó a buen fin. Una vez probamos ir a un local de intercambios pero la cosa no funcionó muy bien, ya que cuando nos vimos rodeados, en una gran hilera de colchones, por más de treinta personas que follaban y gritaban sin control y con las luces apagadas, no nos excitó sino todo lo contrario, nos cortó bastante. Y lo que ya remató la faena fue una pareja formada por un vejestorio y un travesti que se pusieron a nuestro lado, (por cierto, un travesti inmenso de grande por todas sus partes. “Jaca torda” le llamamos cuando por una cosa u otra vuelve a nuestra imaginación). Pero a lo que iba, mientras el travesti engullía el decrépito ciruelo del viejo, este quiso tocar los pechos de Sandra y ella no aceptó, así que nos levantamos, nos vestimos, nos fuimos y lo dejamos ahí.

Luego hicimos muchas más cosas, ¡pero ninguna cuajó!

La última cosa que hicimos en este sentido, antes de contar lo que os voy a contar en esta historia, fue el contactar con una pareja a través del Chat, quedar para conocernos y si todo iba bien, realizar un intercambio, pero cuando los conocimos nos dimos cuenta que como amigos bastante majos, pero ni Sandra ni la otra chica estaban convencidas de hacerlo. Y aunque el otro tío intentó casi de todo, no consiguió nada y aquel símil de perversión sólo quedó en una cena y unas copas con unos recién conocidos. Esto fue una de las cosas que me sirvió para darme cuenta que los hombres siempre somos más perversos que las mujeres. Aunque bueno, ¡no siempre es así!

Pero bueno, desde aquellos inicios han pasado muchos años y nuestra relación de pareja pasó poco a poco a ser más intensa que nunca. Nuestra vida sexual era bastante más activa, hacíamos el amor bastante a menudo e incluso a veces para darle un poco más de morbo, utilizábamos algún que otro juguete o algún tipo de aceite para que todo fuese más suave.

Yo, para saciar mi fantasía compré varios consoladores y los intentaba usar a menudo, pero me daba la impresión de que a mí me gustaba más verlos dentro de su coño que a ella sentirlos. Años después, una vela me quitaría la razón.

Durante aquel tiempo incorporé a nuestros juegos sexuales una cámara de video y a veces la ponía a grabar en el dormitorio. Cuando yo sabía que ella estaba bien cachonda y no me iba a negar nada, era cuando aprovechaba, encendía la cámara y la ponía a grabar. A Sandra no le hacía mucha gracia grabarse y mucho menos verse luego, pero a mí me encantaba y me encanta. Con el tiempo me daría cuenta de que a ella también le gustaba más de lo que decía y que cómo actriz no tiene precio.

Como digo, las grabaciones al final sólo las veía yo y puedo decir que mientras las miraba, a solas frente al ordenador, me hacía y aún me hago, unas pajas de campeonato pensando en lo buena que está y lo caliente que puede llegar a ser. Me encanta escuchar sus gemidos mientras se corre. En definitiva, he pasado muchos ratos íntimos meneándome el tarugo disfrutando de las excitantes imágenes de mi querida esposa. Incluso he llegado a colgar un par de estas grabaciones y alguna que otra foto en Internet, sin que se vea su cara lógicamente y con el consentimiento de ella por supuesto, y puedo decir que los comentarios que tanto chicas como chicos han hecho sobre ella han sido de lo más subido de tono, elogiando sobre todo sus preciosos muslos y su adorable culo. Es más, he llegado a recibir videos de hombres que se la meneaban hasta correrse mientras miraban mis grabaciones y hasta me han reenviado las fotos de Sandra con los restos de leche sobre ella, (eso si no me equivoco, se llama en este mundillo “fotocorrida”) He de confesar que todo eso me pone como una moto.

En muchas ocasiones, mientras hacíamos el amor o mientras charlábamos habíamos fantaseado con incluir a un hombre en nuestra cama y participar los tres por igual o ellos dos solos. Era la fantasía más deseada por mí en aquel momento. Verla follada y disfrutando de otros hombres y que otro hombre se acostase con ella, era una idea que me estaba volviendo loco. Pero aunque yo sabía que no era real del todo y que a ella no le hacía mucha o ninguna gracia, yo la forzaba un poco a que me contase sus fantasías y que me dijera que se moría de ganas por hacerlo con más de un hombre. Sólo escucharla decir lo de los dos hombres para ella, me excitaba sobremanera y me lo imaginaba ocurriendo. Incluso mi fantasía llegaba más lejos y le contaba cuanto me gustaría verla disfrutar con otro hombre mientras yo los miraba y los grababa en video. Yo, con mi cámara, haría de director de cine grabándolos y haciéndoles fotografías mientras ellos disfrutaban y me hacían disfrutar a mí.

Sandra casi siempre me seguía la corriente mientras duraba la conversación, incluso la mayoría de las veces se ponía bastante cachonda al igual que yo y nos servía para echar un gran polvo, pero una vez en frío, cuando le preguntaba de nuevo, siempre me repetía la misma respuesta, que no sabría si le gustaría porque aún no lo había probado. ¡Esa respuesta no sé si era una evasiva o una invitación! Hoy puedo decir que era una invitación.

Y ahora, una vez presentados, comienzo con mi historia…