Solo era el principio (47) La carta... (FINAL)

ULTIMO CAPÍTULO DE ESTE RELATO. A los que me hayan leído, espero que os haya gustado, a los demás ¡lo siento!, quizás el próximo relato sea más de vuestro agrado. De cualquier forma, gracias a todos. Un saludo y espero publicar algo nuevo en breve.

CAPITULO 47 (FINAL)

La carta…

VIERNES, 19 DE DICIEMBRE DE 2008 (MAÑANA)

Habían pasado diez días desde que todo ocurrió y la verdad es que aquellos días de después habían sido estupendos, ahora Sandra y yo teníamos otra forma distinta de ver las cosas. Aunque siempre nos habíamos llevado de maravilla, ahora ¿no sé? pero había otra sensación, como un sentimiento de paz interior. Todo eran bromas, roces, toquecitos, insinuaciones, como si hubiésemos rejuvenecido quince años y estuviésemos viviendo un segundo primer noviazgo. Pero aparte de todo eso, si de algo estaba totalmente seguro era que aquella mujer me amaba y que nada en el mundo conseguiría separarnos jamás, y para celebrarlo, de momento, nos íbamos a pasar las navidades a Estambul.

Aquella mañana, ¿no sé por qué?, pero me marché a trabajar sin despedirme de ella, realmente no me di cuenta, estaba un poco liado y no me despedí, tenía otra de las reuniones que yo llamo “porculeras” y no me di ni cuenta.

En cuanto volví de la reunión a eso de las doce y antes de ponerme a mirar papeles, la llamé al móvil para pedirle perdón.

¿Dígamelón?

¡Melona!

¡Eah!, ¿y qué he hecho yo ahora?

¿Qué pasa?, ¿cómo lo llevas?

¡Bien!, ¿y tú?

Echando la mañana. Y tú, ¿qué estás haciendo?

¡Nada!, aún no me he levantado, sigo en la cama.

¡Qué floja!

Por cierto, Cari, ¡lo siento!, esta mañana me he ido y no te he dicho ni adiós.

Ya me he dado cuenta, que no se vuelva a repetir, ¡vale!

¡Joder!, es que he salido con los nervios de dejarlo todo listo para que no haya problemas la semana que viene que se me ha pasado, ¡lo siento!... Por cierto, ¿vas a ir preparando las maletas o vas a dejarlo para el último día?

¡Ya veré!, de aquí al domingo tengo tiempo.

Como quieras, pero verás cómo al final se nos olvida algo aquí.

Pues si se olvida algo, lo compramos allí.

¡Sí, vale!, ¡lo que tú digas!

¿Sabes una cosa, cari?

¡Dime!

Estoy desnuda sobre la cama, tengo las tetas al aire como a ti te gustan y mi coño está

¿Cómo?

La había entendido perfectamente, pero no podía contestarle. En aquel momento había más de siete personas en la oficina y no era plan de ponerme romántico, así que la seguí escuchando hablar.

¡Que el chocho me babea!

Aquello me lo dijo con el mismo tono de voz que me lo dijo el día del fiestorro con todos.

¿Y tú como tienes la polla?

Hasta hace cinco segundos bien, ahora un poco descolocada.

Pues yo me estoy metiendo un dedo para calmar mis calores, pero me gustaría mucho más tu polla. ¿La tienes dura?

¡A punto de explotar!

¿Dónde estás?

En mi mesa, como siempre.

Pues levántate y vete a la sala de juntas, allí seguro que no hay nadie.

Espera, ahora voy.

Me levanté siguiendo las instrucciones de Sandra y me dirigí a la sala de juntas, allí podría estar un poco más tranquilo para escuchar lo que me estaba contando.

¡Ya!

¡Cuánto has tardado!

¡Recuerda que estoy trabajando, mi cielo!

Pues mientras, para no perder el tiempo, me he metido el teléfono en el coño como si fuese tu polla.

¡Ojala fuese mi polla!, cómo me gustaría estar ahí contigo.

¿Qué me harías?

Justo en ese momento me acordé de la conversación telefónica que mantuvo con Juanma, pero no quise decirle nada para no traerle “malos” recuerdos.

¿Has puesto el manos libres?

¡Sí!, ¿te importa?

¡Para nada, mi amor!

¡Bueno!, y entonces, ¿qué me harías?

Primero te comería la boca y luego empezaría a bajar con mi lengua hasta tus pechos.

¡Qué rico!

Luego te cogería una teta y te empezaría a pasar la lengua por el pezón.

¡Me encanta que me hagas eso!

¿Y tú que estás haciendo?

Me he cogido una teta y paso mi lengua por el pezón, pensando en que eres tú quien lo hace.

¡Qué gusto!, sabes que me gusta verte hacer eso. ¿Cómo están tus pezones?

Duros como piedras, ¡cómo a ti te gustan!

En aquel momento no pude aguantar más y empecé a sobarme la polla por encima del pantalón.

Me gusta cuando eres así de guarra, ¿sabes que me gustaría hacerte?

¿Qué, mi vida?

Bajar con mi lengua hasta tu chochito, abrirte las piernas y ponerme a estudiarte detenidamente mientras te meto un par de dedos hasta el fondo... ¿Qué haces mientras hablo?

Tengo las piernas abiertas de par en par como a ti te gusta y con una mano me toco como si fuese tu lengua y con la otra me meto dos dedos.

Mi polla ya marcaba un buen bulto en el pantalón y no podía parar de sobarme. Cerré la puerta de la sala para evitar que me pillasen con las manos en la masa y bajándome la cremallera me metí la mano buscándome el rabo.

¡Así me gusta, Cariño!, ¡qué te toques pensando en mí! Ni te imaginas como tengo la polla ahora mismo.

¿Cómo, mi vida?, ¿cómo?

Dura, como a ti te gusta, ¡se me notan las venas al tocarla!

Imagínate que estoy de rodillas delante de ti y te la cojo para metérmela en la boca.

¡Cuéntamelo!, ¡cuéntame cómo lo harías!

Te pasaría mi lengua por el capullo recogiendo con ella todo el liquidito suave que sale. Cuándo ya estuviese bien limpita, iría bajando con mi lengua desde tu capullo hasta los huevos y te los chuparía metiéndomelos en la boca mientras te miro con cara de putita.

Mientras escuchaba aquella detallada explicación, mi mano seguía dentro de mi pantalón agarrando fuertemente mi polla y dándome un suave meneo en el capullo.

¡Me gusta así, Cariño!, ¡qué bien sabes chupármela!

Me la iría metiendo poco a poco en mi boca hasta el fondo y te la empezaría a comer suavemente, ¿te gusta?

¡Me encanta mi vida!... Y mientras me la chupas, yo te agarro de la cabeza y te empujo para que te la metas entera.

Me encanta chupártela pero ahora quiero que me folles, quiero tenerla dentro de mi coño que lo está pidiendo a gritos.

Métetela si eso es lo que quieres, ¡abre las piernas y nota como va entrando! ¿La sientes como va separando los labios de tu coño y entrando lentamente?

¡Sí!, ¡cómo me gusta!, métemela hasta el fondo, ¡fóllame!

¡Claro que sí, mi vida!, ¡hasta el fondo! ¿Notas como mis huevos chocan con tu culo?

¡Y tanto!, cómo me gusta que me des con tus huevos en el culo.

Ponte a cuatro patas, quiero follarte por detrás.

Eso es lo que estaba esperando hace un rato, sabes perfectamente como me gusta que me folles

Si ya sé lo que te gusta, pero ahora quiero tu culo. Ábretelo que quiero entrar en él.

Lo que antes eran suaves movimientos en mi capullo, ahora eran fuertes meneos. Tenía la polla fuera del pantalón y cogida totalmente con mi mano, haciéndome una estupenda paja con las palabras de mi mujer.

¡Pero despacito, porfi!, sabes que aunque luego me encanta, pero al principio siempre me duele.

No te preocupes, primero te lo voy a mojar bien con mi lengua y después te meto un dedo, ¿te gusta así?

Mucho mejor, métela ahora que lo tengo bien mojadito y abierto, métemela hasta el fondo. ¡Mmmm!, primero entra tu capullo, noto como entra, después me la vas metiendo despacito. ¡Qué gusto mi vida!, no pares por favor, ¡me voy a correr!

Si yo también mi amor, mueve el culo y me corro dentro… ¡Me corro mi vida!

¡Y yo mi amor!

Las palabras de Sandra, mientras que decía que se corría, parecían bastante reales y daba la impresión de que se estaba corriendo de verdad, pero si de algo estaba seguro es que él que se corrió de verdad fui yo. Sobre la larga mesa de la sala de juntas cayó un gran chorro de leche, ¡la cabrona me había hecho correrme con sus palabras a través del teléfono!

¡Qué pedazo de corrida acabo de tener, vida!, he manchado toda la mesa… ¿Quieres chupar la mesa?

¡Sí!, imagínate que chupo la mesa con mi lengua y con lo que queda me mancho las manos y lo reparto sobre mis tetas.

En aquel momento mi respiración volvió a ser más o menos normal y tras la corrida mi sangre volvió a regar mi cerebro dándome cuenta de lo que había hecho y de dónde estaba. No hubiera sabido explicar mi situación si en algún momento se hubiese abierto la puerta. Pero incluso con el morbo de ser pillado, aquella paja que me acababa de hacer sólo escuchando la dulce voz de mi queridísima amante, había sido una de las mejores pajas de mi vida, ¡sin duda!

¿Te has corrido, cariño?

¡Ya lo creo!, ¡me has dejado muerto!

Así me gusta vida, que tengas unas buenas corridas conmigo.

Eres una zorrita Sandra, una linda zorrita.

Sí, soy una zorrita que sabe darte gusto hasta por teléfono, ¡soy tu zorrita!

Y tú, ¿te has corrido?

Quizás algún día te lo cuente y entonces lo sabrás, ese será mi secreto.

¡Bueno, vida!, ahora te tengo que dejar, me echaran de menos en la oficina.

¡Vale!, luego nos vemos…¿Vienes a comer?

Seguramente hoy no, casi seguro que no. Come tú algo y en todo caso yo como algo por aquí.

¡Vale! Por cierto, esta tarde cuando vengas no estaré, me voy a hacer algunas compras para el viaje.

Yo llegaré sobre las siete más o menos.

No compres mucho, sólo lo que creas realmente necesario, cuando estemos allí ya compraremos lo que nos vaya haciendo falta.

¡Bueno!, ya veré lo que hago… ¡Te quiero!

¡Y yo, mi vida!, un beso.

Colgué el teléfono y cómo pude, me guardé el rabo en el pantalón, busqué algo con que limpiar la mancha que había dejado mi leche en la mesa y encontré un trapo viejo que había en uno de los muebles. Pero al limpiarla, la mancha se había comido el barniz de la mesa y había dejado el cerco. Al principio me preocupó un poco, pero tras un ratillo intentando limpiarla, la dejé. No me importó mucho la verdad, parecía una mancha provocada por algo que había caído allí pero no creo que nadie pensara que fuera de lo que era. Además me gustó dejarla allí, así cada vez que entrara en aquel cuarto me acordaría de Sandra y de aquella fantástica llamada telefónica. Me ponía cachondo pensar en futuras reuniones con gente en aquella sala y la mancha de mis pelotas provocada por un calentón de Sandra, presidiendo la reunión.

VIERNES, 19 DE DICIEMBRE DE 2008 (TARDE)

Llegué a casa por la tarde, sobre las siete y como me había dicho por teléfono, Sandra no estaba, sólo encontré dos sobres encima de la mesa.

“TE QUIERO, SIEMPRE SERÉ TUYA” ponía en el frontal de uno de los sobres y “LEE PRIMERO ESTA“ , en el segundo sobre escrito a mano.

Abrí el primer sobre cómo me indicaba y dentro encontré varias hojas de papel escritas a ordenador. Mi primer recuerdo fue hacia Juanma y sus extrañas cartas, pero conociendo a Sandra enseguida pensé en que aquello debía ser otra cosa que no tendría nada que ver ya que ella no era muy dada a escribir.

Así que tranquilamente me cogí una cerveza y me senté en el sofá dispuesto a leerla.

¡Hola, cariño mío!,

Hoy es viernes y ya han pasado diez días desde que vivimos aquella gran aventura.

Te has marchado a trabajar hace dos horas y no te despediste de mí, ¡nunca vuelvas a hacerlo, por favor! Esta mañana antes de que te fueses a trabajar me apetecía muchísimo demostrarte cuanto te quiero y cuantas cosas tengo que agradecerte. Cuando me desperté estaba muy caliente, había estado toda la noche soñando contigo. Si al abrir los ojos te hubiese tenido a mi lado te hubiese follado como nunca.

Estaba en la cama acostada acordándome de viejos recuerdos, mientras que me apretaba los pechos con fuerza para calmar mi calentura. Quería compartirlo contigo, así que cogí el teléfono y marqué el número de la oficina ¡Pero qué pena!, me dijeron que no estabas, que estabas en no sé qué reunión. Sé que me lo dijiste ayer pero no me acordaba, así que me quedé un poco decepcionada y mi calentura no me dejaba parar.

Con el teléfono aún en las manos seguí tocándome las tetas y no sé cómo ocurrió, pero poco a poco bajé mi mano hasta mi entrepierna y me pasé un dedo por la raja, ¡mi coñito estaba mojado! Estaba desnuda como a ti te gusta así que aproveché y comencé a acariciarme el resto del cuerpo. Me apretaba las tetas con fuerza, estaba tan caliente que me di pequeños pellizcos en los pezoncitos haciéndome incluso un poco de daño. En ese momento me hubiese gustado que estuvieras a mi lado para que me las comieras a “bocaítos” como sólo tú sabes hacerlo.

Mi coñito estaba muy mojado, podía notar mi liquido correr por los muslos, así que para no desaprovecharlo abrí bien las piernas y me acaricié llenando mi mano de ellos, pasé la mano abierta para recogerlo todo y luego me la metí en la boca saboreando mis propios líquidos.

Con mi mano, completamente mojada de mi saliva y de mis flujos, me acaricié durante un buen rato para luego irla llevando desde mi coño hasta mi culo y repartir toda mi humedad y dejarlo todo bien suave. Yo estaba tan cachonda y tú tan lejos que quise, aunque fuese desde la distancia, darme el placer que a ti te gusta darme.

Añorando el calor de tu cuerpo y tus suaves caricias, metí uno de mis dedos en mi culito recordando cuanto te gusta hacérmelo. Me lo estaba follando cómo sé que a ti te gusta, lo metía y lo sacaba lentamente. Cuando noté que estaba bien abierto, me metí otro dedo de la misma forma que tú lo hubieras hecho. Me sentía llena, notaba como mi culo apretaba mis dedos haciendo que cada vez me follara más rápido y que mi otra mano me acariciase, ¡bueno!, más que acariciase, maltratara mi clítoris hasta que no pude más y me corrí entre gemidos con tus/mis dedos en mi culo. ¡Qué bien lo habías hecho, cariño!, ¡mejor que nunca!

Estaba irreconocible y después de haberme corrido aún estaba caliente, necesitaba un poco más. Ahí fue dónde sonó el teléfono, ¡eras tú!, ¡qué ganas tenía de escuchar tu voz!

No te di tiempo a que me contaras nada, quería hacerte el amor aunque fuese por teléfono. Mientras hablaba contigo, puse la almohada bajo mi culo para levantarlo un poco más y de forma involuntaria volví a acariciarme el coño con toda mi mano, frotándome el clítoris con fuerza buscando la sensación de tenerte dentro de mí.

Cuando me dijiste que te estabas tocando la polla no pude resistirlo, puse el manos libres y me metí de golpe tres dedos en el coño mientras que la otra mano no paraba de tocar mi zona más sensible. ¡Estaba como una perra en celo y necesitaba más! Ahora eran cuatro los dedos que hacían su trabajo dentro de mi cueva, los sacaba y los metía con fuerza. ¡Qué gusto me estaba dando con mis dedos!, tanto que sentía mi flujo correr por entre mis piernas llegando hasta a mi culo.

Cuando te escuché decir que te corrías yo tampoco pude aguantar más, manoseaba mi clítoris con fuerza incluso llegando a pellizcarlo, sintiendo el dolor que me daba estar corriéndome a la vez que me pellizcaba con fuerza el coño y las tetas. Tras aquella lejana corrida, saqué los dedos de mi coño y mientras me despedía de ti me dediqué a saborearlos uno a uno con mi lengua.

Cuando colgaste era bastante tarde para seguir en la cama, así que me vestí y me fui hacia el salón.

Aparte del día de la vela, bueno, y el del día que estaba aquí mi gente, hoy había hecho algo que hace unos meses me hubiese resultado imposible, me había masturbado dos veces seguidas, cachonda como una burra y me sentía un poco culpable, pero lo peor no era eso, lo peor era que seguía caliente y excitada. ¡Esta mañana te necesitaba a mi lado más que nunca, pero no podía ser!

¡No importa!, ¡esta noche si estarás conmigo!

¡Te quiero!

Desde que empecé a leer aquello no había tenido tiempo ni de pensar. Estaba nervioso, Sandra nunca se había atrevido a escribirme una carta y mucho menos de aquel nivel, según ella por su falta de imaginación, pero aquello era algo más que una simple carta, era una narración de cómo había pasado la mañana sin mí y ¡joder!, ¡vaya si se lo había pasado bien!

No podía dejar pasar más tiempo, quería leer la segunda carta cuanto antes. Cogí la cerveza y al darle un trago noté que sin tan siquiera darme cuenta me la había tomado entera. Antes de empezar a leerla me levanté, cogí otra y me encendí un cigarro. Después de la primera carta no sabía que podría poner en la segunda y quería estar preparado para cualquier cosa.

¡Hola, mi vida!,

Espero que me hayas hecho caso y hayas leído primero la otra carta y que ahora estés preparado para leer lo que te he escrito en esta, ¿verdad?

Seguro que estás sentado en el sofá, has cogido una cerveza, tienes el rabo como una estaca y vas a empezar a leer.

¡Joder!, ¡cómo me conoce la cabrona!, pensé.

Estoy sentada en la mesa de la terraza frente a tu ordenador y me he traído la caja de bombones que me regaló Juanma para comérmelos mientras escribo, dicen que el chocolate es un buen sustituto del sexo y cómo hoy estoy pelín salidilla y tú no estás, pues lo aprovecharé.

Hace un poco de frío pero los rayos de sol que cruzan el cristal y llegan hasta mí, calientan lo suficiente como para aguantar aquí sentada y dejarme escribir. Aquí comienza todo lo que quiero contarte.

¿Te ha gustado verme con otro hombre?, pues bien, tus deseos han sido mis órdenes y espero que hayas disfrutado con todo lo que hemos vivido tanto como yo lo he hecho. Según dicen por ahí, una buena esposa ha de agradar en todo a su amado marido, ¿no?, pues yo lo he intentado y creo, si tú no me dices lo contrario, que lo he conseguido, ¡bueno!, lo hemos conseguido.

¡Te amo!, creo que eso es lo más importante y lo que nunca jamás se me puede olvidar. No recuerdo la última vez que te lo dije, pero por si acaso te lo vuelvo a decir, ¡te amo!, ¡te amo con locura!, ¡te amo con todo mi corazón! ¡TE AMO!, ¡TE AMO!, ¡TE AMO!, ¡TE AMO!, ¡TE AMO! y no me canso de repetírtelo.

Hemos pasado tanto juntos, penas, alegrías, más penas, más alegrías y sin embargo me he dado cuenta de que estamos hechos el uno para el otro ¿no piensas tú lo mismo? Yo sí, yo creo que tú piensas lo mismo.

No soy capaz de olvidar tus roces sobre mi piel, ese escalofrío que me recorre el cuerpo cuando me despiertas tocando suavemente mi espalda con tus dedos. Me encanta cuando te pasas un rato besando mi cuerpo por todos lados, incluso dónde me hace cosquillas. He perdido la cuenta de los momentos felices que me has hecho vivir, ¡hemos pasado tanto juntos!

Definitivamente creo que estoy loca y si no, me falta poco. En poco me parezco a la que era, ahora por nosotros haría cosas que hace unos meses ni siquiera pasaban por mi cabeza.

Cuando me lo propusiste por primera vez pensé que me estabas poniendo a prueba y si mal no recuerdo, reaccioné como cualquier mujer fiel a su esposo hubiera reaccionado. ¿Te has vuelto loco o qué?, te dije, ¿es que acaso te pone caliente imaginar que me acuesto con otro? Y mientras te ponía todos los impedimentos del mundo para que lo dejaras pasar y lo olvidaras, por mi interior sonaba una campanilla que me hacía preguntarme cómo sería hacerlo con otro hombre delante de ti.

Hasta que no me lo propusiste para mí no existía esa idea, pero desde entonces, aunque nunca te lo dije, ¡tonta de mí!, soñé alguna que otra vez con hacerlo. Sentir mi cuerpo abrazado por otros brazos, oler un sudor distinto, besar otros labios, tocar otra polla. Soñaba que era otro quien rozaba mi piel, quien jugaba en mi entrepierna con su lengua, quien me daba placer a mí para yo poder devolvértelo a ti con creces. Desde aquella noche en que me lo propusiste por primera vez, cuando hacía el amor contigo cerraba los ojos mientras rozabas tu cuerpo contra el mío y pensaba que eras otra persona, nadie en particular lo prometo, otro hombre que me agarraba y me follaba delante de ti para que luego tú me hicieras el amor como nunca.

Pasó el tiempo y por problemas ajenos a nosotros, aquellos sueños tan calientes desaparecieron y volvimos a la rutina del sábado por la noche y alguna que otra noche durante la semana. Pero no sé qué te pasó, hace unos meses volviste a insistir en tu fantasía y me lo propusiste pero esta vez en serio, ¡querías hacerlo!

Me decías que me imaginara follada por otro hombre, tú y otro hombre conmigo e incluso dos hombres desconocidos al mismo tiempo mientras tú nos mirabas.

Ahora que lo pienso, creo que eres un poco brujo y ya sabias lo que iba a pasar en el futuro.

Mientras me hablabas de todo aquello sentía contra mi muslo la dureza de tu rabo con una rigidez espectacular e incluso a veces increíble. Nunca te excitabas tanto cómo cuando me hablabas así y te imaginabas mi cuerpo en manos de otro hombre. Creo que tus calientes palabras y mis ganas de agradarte fueron las que me convencieron a dar aquellos primeros pasos, torpes pero con ilusión.

Durante un tiempo fui yo la que te puso a prueba a ti para ver tu reacción y saber si era verdad o simplemente fantasía, pero no, pronto me di cuenta de aquellas erecciones no se podían fingir, yo podía simular un orgasmo si quisiera pero aquel bulto era imposible que fuese inventado. No hablabas por hablar, sé que eso nunca lo has hecho, deseabas realmente que me acostara con otro hombre.

Fue entonces cuando entré a saco aumentando tus locas fantasías. No sé muy bien cómo empezó todo, si cuando grabé aquel video en la bañera para ti o cuando desee a aquel chico de la cervecería, pero ahora eso no importa.

Aquella misma tarde de la cervecería quise convencerme y después de dejar que me depilaras mi mayor tesoro como tú siempre habías querido, me puse a contarte una historia derrochando toda mi imaginación, que aunque tú creas que es poca, después de todo lo vivido ya no es la misma.

Nos tumbamos en el sofá y mientras me abrazabas, yo te hablaba. Imagina, te dije, que estoy sola en la barra de un Pub mientras tú me vigilas desde lejos, y que hay un tío en el taburete de al lado que no me quita ojo y yo me insinúo con el mostrándole mis piernas y mis pechos.

¡Sí, sigue!, ¡no pares de hablar!, me decías con los ojos abiertos de par en par mirando mis labios. Y yo entonces seguía hablándote y contándome mi fantasía. Él me invitaba a una copa mientras me acariciaba los muslos y yo me lo llevaba a un sofá para meternos mano, pero justo cuando la cosa estaba caliente, tú aparecías.

Luego fuiste tan cabrón que en pocas horas hiciste realidad mis palabras. Mala suerte que aquel día te quedaste dormido, porque si te pillo despierto, juro que te hubiera hecho subir al cielo aquella misma noche.

¡Joder, es verdad!, ni me acordaba de aquella cagada - pensé mientras leía y me apretaba el rabo con fuerza.

Seguro, seguro, que ahora mismo con mis palabras te estás tocando. ¡Seguro y no me equivoco! Las mujeres nos damos cuenta de esas cosas aunque no os miremos al paquete, sólo hace falta miraros a los ojos. ¡No te preocupes!, ahora mismo yo también estoy húmeda mientras estoy sentada en el ordenador escribiendo estas letras para ti. A mí, cómo tu bien sabes, me gusta ponérsela dura a los tíos, ponerlos bien calientes. Dicen que a eso lo llaman calientapollas ¿no?, ¡pues sí!, era y soy una verdadera calientapollas pero orgullosa de serlo.

Sí, sé que aquello fue el principio y fue bastante difícil para los dos, pero dio resultado. Aún recuerdo cómo pusiste los ojos en blanco cuando te conté mi primera vez y cómo perdí la virginidad. ¡Por cierto!, ¿me creíste? ¡Da igual nunca te diré si fue verdad o mentira!

Y para que te voy a contar lo bien que me lo pasé cuando gané aquel estupendo juego que trajiste y te convertí durante una noche en mi putita. En aquel momento me di cuenta que harías cualquier cosa que te pidiera, aunque después terminara borracha como una cuba y me durmiera, pero que sepas que te la debía por lo de la noche del Pub. No lo hice queriendo, te lo prometo, pero no estuvo mal dejarte una vez más con la miel en los labios.

Las cosas iban surgiendo de tu mente y en aquellos principios yo creí que tu llevarías las riendas pero poco a poco me fui dando cuenta que realmente quien mandaba era yo, tu inventabas la situación y yo la manejaba, sigo creyendo que lo hacías para que yo me sintiera más liberada, ¿me equivoco?, ¡creo que no!

Sólo de pensar cómo debes tener en este momento el paquete, me pongo caliente. Puedo notar como mis pequeñas braguitas se van mojando poco a poco y que mis pezones me empiezan a doler cada vez que los rozo con la tela de mi camiseta, ¡como siga así me voy a tener que quitármela!

¡Pero bueno!, ¡a lo que iba!

A partir de aquella noche supe que sólo sería cuestión de tiempo, tú querías hacerlo y yo empezaba a sentir las ganas en mi cuerpo. Vestía como a ti te gustaba y la verdad es que a mí también me gustaba aunque te pusiese todos los impedimentos del mundo. Me encantaba cuando paseaba por la calle y los hombres volvían la cara para mirarme. Eso sí, a veces algunos tíos eran para echarles de comer a parte.

Pero volvamos a lo que importa. Como decía, comencé a vestir como a ti te gustaba y para complacerme me llevaste a aquella tienda dónde la dependienta no me quitaba ojo. En aquel momento nunca hubiera pensado que algún día iba a estar con una mujer o incluso con dos, disfrutando de sus pechos. Pero si llego a saber lo que ocurriría después con Elena o con Cristina, aquella tía buena no se nos hubiera escapado, ¡que lo sepas!

Por cierto, te pido perdón por no haber aprovechado la ocasión.

¡Joder!, ¡vaya calentón me está entrando por el cuerpo recordando todo esto! Me acabo de tocar los pezones por encima de la ropa y los tengo realmente duros, he bajado mi mano hasta mi entrepierna y un suave cosquilleo ha subido hasta mi estómago ¿qué me ocurrirá?, ¿por qué cuando me toco ahí abajo tengo esta sensación? ¡Bueno!, luego lo miraré por Internet para saber si estoy enferma o no.

¿Te acuerdas de los dos chicos del súper y el de las cervezas?, seguro que todavía no han parado de meneársela. ¡Qué jodíos!, qué mal rato me hicieron pasar en los probadores.

Pero eso sí, nunca olvidaré aquella tarde en la cabina del sex-shop cuando me obligaste, por primera vez, a ser tu fiel esclava. Mis bragas se mojaban con sólo escuchar tus palabras obligándome a chupar tu vara de mando.

Sé que algunas veces me eché atrás y te dejé con la miel en los labios, pero pienso que mi respuesta fue normal en aquellos momentos. Tenía inseguridad, no sabía cómo podría transcurrir todo y tenía muy claro que no quería que pudiese ocurrir algo entre tú y yo que nos separara. Si lo hacíamos era para estar más unidos y mi falta de seguridad me hacía dudar de mis intenciones. De las tuyas nunca dudé, las tuyas sabía perfectamente cuales eran y que tú las tenías muy claras, también. ¡Disfrutar, eso es lo que tú querías! Hoy lo pienso muchas veces, ¡cuánto tiempo hemos perdido por no haberme decidido antes!

¿Y qué me dices de tu amigo Jesús? Ahí sí que te lo hice pasar mal, lo sé.

¡Sí!, me di cuenta de todo desde el principio y hasta hoy te he tenido un poco engañado pero me ha servido para saber que querías hacerlo. Era la primera vez que llegábamos tan lejos y la primera vez que estaba desnuda ante otro hombre. ¡Sí!, ¡ya sé!, eso fue jugar muy fuerte pero dio resultado. Quedarme totalmente desnuda ante tu queridísimo amigo Jesús mientras que él se tocaba e incluso se corría en mis pies, el hacerme la dormida a esas horas de la noche no fue mi mejor decisión, ¡lo sé! Pero yo estaba realmente tranquila, sabía que tú me sacarías de aquella situación tan bien como lo hiciste y que no dejarías que fuese a más.

Justo en ese momento un chorro de sudor frio inundó mi frente. ¿De verdad lo sabía todo desde el principio?, ¿por qué no me había dicho nada?, ¿por qué había jugado conmigo de esa manera?

Pero si algo me llevó al máximo de calentura fueron Cristina y Nacho, ¿te acuerdas de ellos?, cómo para no acordarte, ¿verdad?

Aquella mujer lo pasó de miedo con la incontrolable serpiente que tenía su amigo entre las piernas. Todo lo que pasó allí fue totalmente nuevo, puedo recordar cómo mientras ella disfrutaba de sus dos amantes, tú tocabas mi cuerpo llegando a hacerme correr varias veces. Pero lo que más me gustó fue que cuando todo terminó, Nacho y Cristina se vistieron y como una pareja más se tomaron una copa con nosotros. ¿Por qué no podíamos nosotros disfrutarlo igual?, pensé, ¿qué daño podrían hacer a nadie si ni ellos mismos se habían hecho daño?

Las semanas siguientes de haber estado en aquel local me hice muchas preguntas y tras mucho pensarlo llegué a una respuesta, ¡cuánto tiempo perdido!

¡Vaya!, después de la parrafada que te he soltado he mirado el reloj y ya son casi las dos. Me parece que me voy a levantar a por una cerveza y sigo enseguida…

¡Ya he vuelto!

Me he sentado delante del teclado, he dejado la cerveza y me he quedado pensativa mirando la pantalla. He mirado las letras detenidamente y despacio he ido leyendo lo que he escrito. En cuanto he leído cinco párrafos he notado que mi chochito me está llamando a gritos. Sé que si sigo leyendo, no me quedará más remedio que darle su merecido a mi hambriento conejito por tercera vez hoy.

Aunque estoy sola en casa y no hace falta que me esconda, con cuidado me he metido la mano entre las piernas para tocar la tela de mis braguitas y me he apretado los pechos con suavidad por debajo de la tela de la camiseta tocando mis pezones...

¿Qué por qué te cuento esto?, ¡bien!, te lo explicaré.Durante los días después de haber ocurrido todo aquello en el local de intercambios, entre pensamientos de duda y pensamientos de seguridad, aprovechaba cada momento que estaba a solas para masturbarme.

La cara que se me quedó en ese momento fue de película. Tuve que coger la cerveza y pegarle un trago para justo tragar aquel segundo secreto que en ese momento me estaba contando Sandra.

¡Sí!, ¡no pongas esa cara!, no me he equivocado al escribir. Aprovechaba cualquier momento a solas para hacerlo, estaba siempre caliente y es más, desde entonces busco cualquier oportunidad para tocarme y disfrutar. Lo hago en la cama por la mañana cuando te vas, en el salón viendo la tele, cuando voy al baño, cuando estoy en la ducha, incluso cuando hemos estado con otras personas y he tenido la más mínima oportunidad.

Antes te he contado lo de que yo estaba despierta cuando le quisiste enseñar mi cuerpo desnudo a tu amiguito Jesús, pero lo que no te he contado es que, intuyendo lo que te proponías hacer aquella noche, mientras que vosotros veíais aquel aburrido partido de futbol, en la cocina y agarrándome a la nevera para no caerme, me masturbé a tu salud. Y luego, a escondidas en la puerta del salón mientras que tu veías el video de cómo él se la meneaba delante de mí, me volví a masturbar viendo cómo te tocabas.

¡Qué hija de puta más grande! - pensé - ¡Qué engañado me ha tenido! Si me llego a enterar de todo esto antes, no se hubiese tenido que hacer tantas pajas en solitario.

En aquel momento todo había cambiado en mi cabeza. No me hacía falta mucho para ponerme a mil, con sólo pensar en tu voz diciéndome que querías que otro hombre me tocara, mis manos hacían el resto del trabajo.

Cuando me masturbaba, imaginaba que estabas conmigo, que mis manos eran tus manos, que me desnudabas lentamente mientras besabas mis labios y pasabas tu lengua por mi cuello, que sabes que esa caricia me derrite, y que ibas bajando poco a poco hasta llegar a mi coño para primero besarlo y luego comértelo como sólo tú sabes hacerlo. Eso te lo puedo asegurar después de haber probado otras lenguas.

No sé cómo lo he hecho, pero este último párrafo lo he escrito con sólo una mano, la otra ya te puedes imaginar donde estaba, ¿verdad?  Pero bueno, voy a quitar mi mano de dónde está y seguiré escribiendo con las dos, sino no termino.

Reviso lo escrito y sigo….

¡Joder!, ¡ahora sí que estoy caliente! Noto mis bragas mojadas tras leer lo que he escrito. He metido mi mano lentamente entre la tela de la falda buscando mis braguitas, las toco y exacto, están chorreando. Las he retirado un poco y he metido la mano llenándome los dedos de mis jugos.

Aunque no me apetece para nada parar, los he sacado y me los he llevado a la nariz. Huelen a zorrita, como a ti te gusta, ¡cómo me gustaría que estuvieses aquí para dejármelos limpios!

Tengo que seguir escribiendo, tengo que seguir escribiendo, tengo que seguir escribiendo…

Otra cosa que me puso calentísima fue cuando me vestí con aquel vestidito de criada y llamamos al pizzero, ¡pobre hombre!, seguro que aún siguen recordando las cachas de mi culo. Quizás aquella noche, si me lo hubiese propuesto y el pavo hubiese sido un poquito más lanzado, hubiera sido una buena noche para comprobar lo bueno que es tener dos hombres para mí sola en la cama.

Pero si algo hicimos bien, fue escoger a Juanma como la persona que compartiría nuestras sabanas, ¿verdad? Creo que fue una de las mejores decisiones de nuestras vidas. Tuvimos tanta suerte de dar con él, que aún pienso a veces que Juanma no era un hombre, era un ángel de visita en la tierra. Todo fue rodado desde el principio, él se dejaba hacer por nosotros mientras nosotros hacíamos lo que él quería.

Aquella noche cuando le conocimos, me hiciste la pregunté definitiva. Querías saber si te pondría los cuernos, que si sería capaz de hacerte un cornudo. Tras dudarlo un par de segundos, muy segura de mi misma te contesté que sí, pero para asegurarte me volviste a preguntar. Querías escucharlo de mis labios. ¡Cabrón, no!, te dije, ¡te haré un gran cornudo! Y cuando añadí a mis palabras que si tú querías me haría tu puta particular, aún puedo recordar como tu polla dio un salto que si no llego a estar un poco separada de ti, me hubiese traspasado.

Y por fin llegó el tan deseado momento por los dos.

¿Estás totalmente seguro de que quieres ver cómo me folla?, te pregunté. Tragaste saliva y afirmaste con la cabeza. ¿Aquí en casa?, ¿en nuestra misma cama?, te volví a preguntar. Tu respuesta fue bastante clara y la reacción de tu polla que casi te rompe la cremallera del pantalón, también. ¡Será hoy!, dijiste con voz nerviosa. Y sin más, cogiste las llaves del coche y fuiste a buscarlo.

Parece que ha cambiado el tiempo, el poco frío de antes ahora se ha convertido en un calor abrasador, pero creo que no toda la culpa de mi calor es del sol, algo de culpa tienes tú...

En este momento una gota de sudor se desliza entre mi canalillo desapareciendo en lo más oculto de mi camiseta. No sé si es el calor del día o el calor que tengo en mi interior, pero de momento sólo tengo una forma de aliviar mi calor, una forma que tú conoces muy bien y que a mí me encanta… ¡con una cerveza bien fresquita!

¡Ahora vengo!

Mientras me tomo la cerveza voy a revisar de nuevo todo lo escrito para corregir fallos.

¡Ya está!, ya lo he corregido pero me da la ligera impresión de que el único fallo que he cometido ha sido volver a leerlo.

Sin darme cuenta, mientras leía he bajado la mano derecha y he apretado mi coño por encima de la ropa con la palma de la mano. En cuestión de segundos mi mano ha cogido vida propia y ha empezado a frotarme sobre la ropa interior. Mi otra mano se ha sentido sola y también ha querido bajar a ver qué hacía. Se ha metido debajo de mi falda y ha empezado a buscar mis húmedos labios echando a un lado las pequeñas braguitas que llevo puestas.

No puedo hacer nada, ellas son mis dueñas en este momento. Mientras leo, noto que mi temperatura sigue subiendo y los movimientos de estas perversas manos son ahora un poco más rápidos, pero sacando fuerzas de dónde no las tengo he conseguido parar, quiero contarte todo lo que hay en mi cabeza.

Cuando llegaste a casa con Juanma y por fin lo tuve ante mí, me pareció un chico muy simpático y amable además de muy detallista. ¡De qué estaba como un tren no digo nada, vale!, eso ya lo descubrí la noche de antes.

Empezamos a hablar de cosas sin importancia, pero poco a poco él fue llevando la conversación hacia un tema mucho más personal. La bebida y vuestros comentarios subidos de tono me hicieron entrar definitivamente en vuestro juego y en menos tiempo del que yo creía, pasé de contarle como te la chupaba a ti a como me gustaría chupársela a él. ¡Jamás creí que yo fuese capaz de hablar así!

Pensaba en ponerme frente a él, quitarle el pantalón y coger su polla en mi mano, ponerme de rodillas y besarle suavemente en su capullo mientras que mi lengua pasaba por ella. En aquel momento mi imaginación era una desconocida para mí, estábamos hablando pero las imágenes ya pasaban por mi cabeza. En mi imaginación podía verme a mí misma de rodillas delante de él con su rabo en mi boca mientras movía suavemente mi cabeza de adelante hacia atrás, chupándosela con ganas mientras tu mirabas a mi lado y me tocabas el pelo.

Mientras lo escribía he vuelto a pasar mis manos suavemente por mis pezones, rozándolos y sintiendo su calor a través de la camiseta. Noto el calor que hay entre mis piernas pero no quiero tocarme ahí, prefiero seguir tocándome los pechos imaginando que eres tú el que me muerde los pezones.

¡Como siga así voy a tener que hacer una pausita para calmar mis calores, que lo sepas!, ahora mismo estoy como una moto. Voy a darme una vueltecita por casa para calmarme un poco y ahora vuelvo…

¡Hola otra vez, mi cielo!

Que te voy a contar que tú no sepas sobre lo que pasó luego con Juanma en casa. Tú estabas mirando como un espectador privilegiado y sabes perfectamente cómo pasó todo. Me encantó aquel juego que te inventaste, ¡sí, hombre!, el de las cartas y los dados, me diste la opción de tener la miel en los labios pero sin poder comérmela, ¡qué cabrón eres!

Pero hubo un momento que ya no pude seguir, quería disfrutar de aquella polla y me lancé a por todas.

Mientras que Juanma clavaba sus dientes en mis pezones y lamia mis pechos, yo intentaba que tú pudieras verlo con total claridad buscando la postura perfecta para tus ojos y pudieses disfrutarlo como tanto deseabas. Quería que vieses como mis dedos nerviosos buscaban su cremallera y sacaba de aquel pantalón, su polla totalmente dura y tiesa. Me diste la oportunidad de compararla con la tuya y aunque en aquel momento tuve que mentir un poco para que ambos os sintieseis contentos, tengo que decir que Juanma tiene una polla estupenda, ¡no puedo mentir! ¡Lo siento mi amor, pero es más grande que la tuya y tú lo sabes! Pero eso sí, más finita. Larga y fina que son, como bien sabes, las que más me gustan. Da gusto verla, tocarla y como no, chuparla. Tiene un sabor distinto a la tuya, la tuya tiene mucho mejor sabor, pero sin duda, el sabor de la de él también es bastante dulce.

Otra cosa que me gustó mucho y que sin duda me gusta, es como folla, ¡sabe follar de miedo!

Tú querías verlo y escucharlo de mis labios, te lo dije entonces y te lo repito ahora, ¡folla del carajo!, no mejor que tú, pero aguanta mucho más, ¡que lo sepas también!

¡Vaya!, espero que encuentre algo bueno en mí en algún momento, pensé un poco molesto y parando para encenderme un cigarro.

Eso sí, contigo siempre me ha ido bien. Si tuviese que elegir, me quedo contigo y con tu polla, ¡sin duda!

Como tú querías, me lo follé en el sofá mientras que tú estabas sentado enfrente sin perder ningún detalle. Seguro que era el día más feliz de tu vida y que tu polla en ese momento estaría a punto de reventar.

Yo también me sentía llena, (de felicidad, ¡claro!) Debe ser como un efecto espejo, si tú eres feliz, yo también lo soy. Y aquel rabo, que me llegaba hasta las entrañas, me estaba dando todo el placer del mundo.

Como te iba diciendo antes, Juanma es un monstruo. Si se vendiera en alguna sex-shop, me lo compraba como tú me compras los consoladores. Y al igual que tú haces con mis juguetes, lo guardaría, pero este en mi cajón de la mesita de noche, y lo sacaría sólo cuando me apeteciese tener una noche especial contigo.

Pero claro, tú también querías disfrutar de mí. Viendo cómo estaba mí culo y lo cachonda que yo andaba, te aprovechaste de mí. Aquel día fue la primera vez que probamos la doble penetración, bueno, que probé, ¡claro! ¿Te acuerdas? Qué pregunta más tonta acabo de hacer, seguro que te la has meneado más de una vez pensando en esa imagen. Aquello fue como un sueño, algo que nunca hubiese imaginado que me diera tanto placer. Siempre le había tenido miedo y sin embargo, hoy no paro de pensar en el próximo día que lo hagamos, ¿me estaré convirtiendo en una zorra?... ¡No!, ¡yo creo que ya lo soy!

Nos tiramos en el suelo y lo hicimos. Al principio dolía un poco, pero cuando tuviste la polla bien dentro de mi culo y Juanma estaba bien metido en mi coño sólo tuve que quedarme quieta, vosotros hacías todo el trabajo por mí. En aquel momento me acordé del primer día que me ofreciste follar con dos pollas y el miedo que me dio de sólo pensarlo. Pero al probarlo de verdad, el dolor que me produjo al principio, en unos minutos se convirtió en placer, ¡valió la pena aguantarlo!

Cuando nos corrimos y nos quedamos tumbados en el suelo, tu cara era un poema, pero un poema lleno de felicidad, amor y alegría. No vi mi cara, pero me imagino que tenía una cara de total satisfacción, seguramente muy parecida a la tuya en aquel momento.

¡Qué buenos recuerdos! - pensé mientras daba un nuevo trago a la cerveza.

Hasta aquel momento todo había sido genial y no imaginé que aquello se pudiese superar. Pero entonces vino lo mejor de la noche, lo que más caliente me puso.

Mientras follabas mí ya cansado coñito, te lo pedí. Tú, con cara de pocos amigos accediste a mi propuesta y en aquel momento pude ver como Juanma se apoyaba sobre ti y se metía en tu interior. Noté que tenías miedo, que te iba a hacer daño, notaba el nerviosismo de tu cuerpo a la vez que él iba invadiendo tu interior, pero yo sabía que no ibas a negarme nada. Yo te lo había pedido y tú, como tantas otras cosas, me lo ibas a dar sin rechistar.

Tú no te movías, sólo se movía Juanma pero con sus movimientos, tu polla entraba y salía de mi interior, ¡aquello si era una follada a tres!, un verdadero trío que disfrutamos los tres. ¡Sí!, ¡los tres!, porque poco a poco vi como tu cara iba cambiando del dolor al placer según pasaban los minutos llegando a correrte dentro de mí mientras él lo hacía en tu interior.

No te he dicho que antes, cuando me he dado un paseo por casa para calmarme, he hecho una travesura.

Me he acordado del huevo vibrador, ¡sí, el del día que conocimos a Adela!, el que me regaló Juanma, ¡bueno!, ¡el que le robé sin que se enterara, vamos!, ¡pues ese!

Lo he cogido, lo he puesto en la silla, me he sentado encima y lo he encendido. Queda justo entre mi culo y mi coñito. La tira de mis bragas, como tú me enseñaste, sirve para sujetarlo sin que se mueva y sin duda me ha servido para escribir estos últimos párrafos a más velocidad de lo normal.

He dado un pequeño grito entre placer y nerviosismo cuando lo he encendido, en principio a marcha lenta, y ha empezado a vibrar. Mientras que no paraba de moverse he seguido escribiendo y seguro que he cometido más faltas de ortografía de lo normal, mis dedos han ido a la velocidad que me marcaba el juguete.

Voy a intentar seguir escribiendo pero esta vez lo voy a meter dentro de mi chochito y lo voy a poner a velocidad máxima, quiero comprobar hasta dónde soy capaz de hacer dos cosas a la vez. ¡Para que luego no me digas que no soy capaz de hacer dos cosas a la vez!

Aquella noche empezó de forma extraña, ¡íbamos a jugar al póker! Yo estaba caliente como nunca y a vosotros sólo se os ocurría perder el tiempo jugando a las cartas.

En ese momento, ¡tonta de mí!, pensé que aquella noche no iba a pasar nada a pesar de lo cachonda que iba. ¡Vaya par de aburridos!, pensé. Pero luego más tarde y después de una breve charla con Juanma en su cocina, cambié totalmente de idea. ¡Qué buen juego es el póker y cuanto juego da!

¿Te acuerdas del camarero?, ¡sí, hombre!, aquel que con sus nudillos rozaba mis bragas que estaban sobre la mesa. Seguro que todavía no se ha lavado la mano, ¡qué cerdo!

Y justo cuando salimos del restaurante no pude aguantarme más. Sin saber aun lo que luego pasaría, tuve que hacer algo para calentaros a vosotros y quitaros la tonta idea del jueguecito de marras. Así que cuando me vi en el parking lo pensé, ¡aquí mismo me follo a uno de los dos! No pudo ser, pero ya me hubiera gustado a mí. Ahora me alegro, si me hubiese corrido, igual se me pasa el calentón y todo lo que vino después me, nos lo hubiéramos perdido.

Nunca, nunca me hubiese imaginado algo parecido en el coche. Aquel señor, al igual que el camarero aún no se habrá lavado, en este caso, la polla. Que cachonda me puso ver a Juanma comerse aquella extraña polla que incluso oliendo un poco fuerte, él se encargó de dejarla bien limpita. En aquel momento sí que me hubiese follado a ti, a aquel fulano, a Juanma y a la banda de cornetas y tambores de Cagarrutas del Monte, pero no uno a uno, sino todos a la vez.

¡Pero no!, volvisteis a dejarme a medias y me cambiasteis por la puñetera partidita de póker.

Si la cosa ya se presentaba aburrida, la llegada de Víctor, aquel gilipollas del culo, terminó de rematar la noche. Me sentía con unas ganas tremendas de irme, pero cuando me llamó Juanma y fui hacia la cocina, se me pusieron los pelos de punta cuando me propuso lo que me propuso.

Ahora ya lo sabes, pero en aquel momento me propuso que yo jugase al póker, pero no para ganar el dinero, quería que yo fuese el premio gordo de la fiesta.

En principio dudé bastante, no sabía cómo podías reaccionar tú y en aquel momento tampoco conocía mi reacción al encontrarme ante un montón de tíos en bolas. Pero cuando me dijo que a Víctor lo echaríamos cuanto antes, me animé a seguirle la corriente. ¿Qué podía pasar?, ¿qué me corriese unas cuantas veces?, no tenía nada que perder y sí mucho, ¡muchísimo que ganar!

Creo que no voy a aguantar mucho más, mi coño está pidiendo guerra y el vibrador me está volviendo loca. Ahora mismo no puedo ni pensar. ¡Bueno, sí!, he pensado en una cosa. He girado la cabeza y los he visto, he visto la caja de bombones. La he abierto y cuando los he visto tan colocaditos dentro de la caja, mi imaginación ha revivido las palabras de Juanma cuando me la dio.

“Cuando estés excitada y tu coño esté húmedo, métete un bombón en tu rajita y mastúrbate con él. Tu calor derretirá el chocolate y saldrá de ti mezclado con tu zumo manchándote los dedos. Lame tus dedos pensando que son los míos, pásalos por tu clítoris y piensa que soy yo quien, con mi lengua limpia tu coñito, y luego te beso con un dulce sabor a ti.”

Me he quitado el vibrador con todo el dolor de mi corazón y he cogido dos bombones, uno para mi boca y otro para ya sabes dónde.

Uno de chocolate negro, qué son los que más me gustan me lo he metido en la boca, el sabor a cacao me produce un agradable sabor en mis labios. El otro es uno grande, redondo y con un trocito de almendra sobre él. Pensando en aquellas calientes palabras he separado la tela de las bragas y abriéndome los labios con mis manos, lo he metido dentro. Lo saco y lo meto varias veces para que mi coño tenga el mismo sabor que mi tabaco de chocolate me deja en los labios de la boca.

Al final lo dejo dentro y aprieto fuertemente mis piernas, la una contra la otra para que se derrita poco a poco. Tengo la sensación de que una pequeña polla está dentro de mí, pero esa sensación va bajando poco a poco a medida que el bombón se va derritiendo. Ahora noto como el chocolate fundido empieza a correr y a manchar mis muslos y mis bragas. Sé que me voy a manchar pero no lo puedo evitar. Meto un dedo para saber cómo se encuentra el bombón en aquel pequeño horno, ¡está casi derretido! El flujo chocolateado que ha salido me lo reparto bien por mis labios hasta llegar a mi clítoris. Subo y bajo la mano, dulcemente, para que mi coño absorba todo el chocolate.

Mientras me toco he cerrado los ojos imaginándote a ti limpiándome con tu lengua, cómo aquella vez que lo hicimos con el sirope. Me imagino que tus dedos son mis dedos, noto que mi mano no es mía, eres tú y eso me excita más.

Cojo mi mano y la llevo hasta mi boca y pienso que son tus dedos, esos que hace un momento estaban tocando mi coñito, y que ahora, más que nunca, están dulces como el chocolate.

Nunca había tenido el chocho tan mojado, pero ahora está cómo una catarata y además dulcecito. ¡Si estuvieses aquí, seguro que pillabas un empacho de órdago!  Durante un momento he tenido la tentación de llamar a Duque, pero lo he pensado bien y no lo voy a hacer.

Sigo chupando mis dedos, lamiéndolos como si estuviera hambrienta, y sí, lo estoy, estoy hambrienta de ti, de tu cuerpo, ese cuerpo que tan lejos está en este momento de mí y que tanta falta me hace. Mis manos han vuelto adónde nunca debían de haberse separado, me toco el clítoris y está duro, pero el chocolate sirve como el mejor de tus lubricantes. Mi primera intención era usar unos cuantos bombones en mi juego particular, pero no, no puedo parar, ¡voy a correrme!, quiero hacerlo. Con un sólo bombón y mis dedos entrando y saliendo de mí me van a hacer explotar, saben perfectamente dónde tocar y cómo hacerlo...

¡Lo siento, mi vida!, pero me he corrido temblando como un niño pequeño. Me he corrido como nunca, con una gran parte de mi cuerpo manchada de chocolate, con el coño, las manos, la boca y la camiseta completamente llenos de chocolate, pero no puedo quejarme, en este momento me siento totalmente liberada. Me he quitado un gran peso de encima y ahora estoy mucho más relajada.

Lo malo de todo esto es que no veas el cabreo que te vas a pillar cuando veas cómo he dejado la silla de la terraza, pero bueno con mucha agua y un poco de tiempo, quizás desaparezca esa mancha. ¿Tal vez quieras limpiarla tú después con tu lengua?, ¡tú decides! Para que no te enfades te guardaré mis bragas manchadas para que te las guardes en tu colección privada.

Ahora tengo que seguir contándote todo lo que quiero contarte, pero creo que primero me tendré que dar una ducha. ¡Espérame, vuelvo en un rato!...

Treinta minutos, han pasado sólo treinta minutos desde que me marché. He llenado la bañera y me he metido dentro de ella con los ojos cerrados y pensando en ti. No podía moverme, el orgasmo que había tenido antes aún hacía temblar mis piernas. He conseguido tener un orgasmo en el que he podido unir a mis dos hombres en mi cabeza, a los hombres que más me han hecho gozar en la vida, pero que imaginándolos a la vez, me han hecho rozar la locura.

Ahora si estoy más relajada y quiero seguir contándotelo todo. No puedo dejar ninguna de mis sensaciones dentro, quiero compartirlas contigo. Ahora si me siento bien, tengo un agradable sentimiento de felicidad.

Vuelvo a leer y retomo el hilo, espera un momento...

¡Ya está!

Uno a uno os fuisteis desnudando dejando vuestros cuerpos a pocos centímetros de mis manos. Para que no te enteraras antes de la cuenta, aún no podía tocar nada ni a nadie y me tuve que sujetar una mano con la otra para que no se lanzaran sobre aquellos duros rabos, pero cuando por fin estuvisteis los cuatro desnudos, me sentí como una niña dentro de una tienda de chucherías, ¡las quería todas!, ¡todas para mí!

Aquella visita tan particular al baño no te la perdonaré nunca, ¡bueno sí!, pero que sepas que fue un momento muy difícil y bastante complicado.

Pero a lo que iba. Aquella embarazosa excursión en familia al cuarto de baño hizo que todo diese un giro radical y que mi mente dejara de pensar. A partir de aquel momento sólo tenía que actuar y disfrutar, el resto vendría sólo, lo sabía, ¡y vaya si lo sabía! Fue después de mi meada cuando decidí que tendría a tres hombres para mi sola, mientras que tú sólo mirarías como lo hacíamos. Tú querías y yo te lo daba, era tu sueño, o más bien el mío, ¿no lo sé?, pero hacerte sufrir, como tantas veces me habías pedido en la intimidad de nuestra habitación, era lo que más deseaba en aquel momento.

Y lo hice, lo hice delante de ti viendo como disfrutabas de otra de tus fantasías hecha realidad. Tu más preciado tesoro servía de juguete para aquellos tres hombres mientras te escuchaba pedirme por favor que te dejase que me follaras. Si de algo tenía ganas en aquel momento era de que me follaras, lo deseaba más que cualquier otra cosa en el mundo, pero quise martirizarte un poco más para que te dieses cuenta de la zorrita que tu mujer llevaba dentro. Hasta entonces, por mi cabeza habían pasado pocas cosas de este tipo, pero todo lo que ocurrió aquella noche en casa de Juanma fue impresionante.

Después de yo disfrutar de los tres a la vez y hacerte pasarlo mal a ti, una extraña y macabra idea vino a mi cabeza, no sabría explicar con palabras lo que me hizo pensar así, pero de repente los vi a los tres tan sudaditos y lo pedí. Y como si estuviese en el mejor cuento de hadas dónde todo lo que yo pidiese se hiciese realidad, aquello también se cumplió.

Mientras que tú y yo nos acariciábamos suavemente, pudimos admirar de forma disparatada como aquellos tres hombres nos estaban regalando un espectáculo digno del mejor show porno. Y lo que era peor, o mejor ¿quién sabe?, aquella idea la había tenido yo. ¿Me estaría volviendo una putita de las de verdad o sólo quería disfrutar? ¡No me importa!, la respuesta no me importa mucho, nadie podrá quitarme el placer que tuve con todas aquellas pollas a mí alrededor dándose placer las unas a las otras mientras que yo masajeaba la tuya.

¡Por cierto!, ¿cuándo vamos a ver el video que grabamos?, aún no lo hemos visto ¿Qué te parece a la vuelta de Estambul después de ver el que grabemos allí? Ya me dices algo.

Otra de las cosas que me chocó bastante fue que con lo bueno que estaba y el pedazo de rabo que tenía César, fuese tan mariconazo. ¡Eso es un hombre totalmente desaprovechado! Si ya lo he dicho yo muchas veces, todos los tíos buenos o están casados o son maricones.

Cuando me enseñó su colección de ropa interior y zapatos me dejó fría. Tenía muchísimas más cosas que yo. Que yo y que cualquier otra mujer del mundo. Juanma había sabido escoger pareja, un tío con una buena polla y un gusto excelente para vestir. No era mal partido después de todo.

¡Joder de lo que me acabo de acordar!, ¿te acuerdas de la vela? Que palo verla en las manos de César y luego encendida en el centro de la mesa, ¿verdad? ¿Qué hubieran pensado si les llegamos a contar dónde había estado metida aquella vela? ¡No creo que hubiesen dicho nada!, es más, no quiero ni pensar dónde podía haber estado antes. Ese, sin duda fue el momento más gracioso de todo el tiempo que estuvimos allí, ¿a qué sí?

Lo de la regla de Elena fue toda una mentira bien montada, cómo bien pudiste comprobar luego.

En realidad, cuando hablé con Juanma y con ella en la cocina, ¡vaya otra vez en la cocina!, aquella habitación debía tener algo porque todo lo que se hablaba allí luego se hacía realidad, lo que iba diciendo, cuando hablé con ellos en la cocina, Juanma me dijo que a Elena le apetecería echar un polvo contigo, a lo que yo en principio me opuse, pero pensándolo bien te lo debía. ¡Tú también tenías derecho a entrar en otro coño que no fuese el mío! Lo que nunca me imaginé cuando di mi permiso a Elena para que te follase era que en aquel juego también entraría yo. Yo sólo quería hacer lo mismo que tú la tarde de antes, sentarme en el sofá y ver como follabas con ella, como tu polla entraba en aquel coño y además con mi permiso. Mi idea era calentarte y ponértela a tiro, y como mucho, ayudar a tu polla a entrar en ella, pero nada más.

Pero Elena lo tenía bien claro desde el primer momento, ella no quería echar un polvo contigo, nos quería follar a los dos.

Cuando me dijo que chupara sus tetas mientras tú te la follabas, a punto estuve de salir corriendo de allí y quitarme de en medio. Lo de que te la follaras, de una forma u otra lo iba a aguantar, pero lo de que yo me implicara lamiendo el cuerpo de otra mujer no entraba en mi cabeza. Al final y al ver tu insistencia y la de ella, no quise ser la aguafiestas y con más miedo que vergüenza, acerqué mis labios a aquellos grandes pechos. La verdad es que al sentirlos en mi boca no noté nada, era como si estuviese chupando cualquier parte del cuerpo de una mujer, pero cuando sentí que aquellos pezones se iban endureciendo a la par que yo pasaba mi lengua por ellos, empezó a cambiar algo dentro de mí. Por eso cuando Elena me propuso que podíamos jugar ella y yo para que tú te divirtieras, no lo dudé. ¡Bueno sí, un poco!, pero sólo un poco.

Con mucha timidez pero queriendo entrar en el juego, empecé a copiar sus movimientos y de forma torpe fui pasando mis manos por todo su cuerpo mientras ella besaba y acariciaba el mío. Cuando llegué a su coño y tras dudarlo unos segundos, pasé mis dedos por él mientras que ella hacía lo mismo con el mío, llevándome una agradable sorpresa, de repente, aquel coño empezó a soltar jugos mojando mis dedos. Ganas me dieron de metértelos en la boca y llenarte de aquel amargo sabor, pero me tuve que detener. Aquello, a pesar de que en mi cabeza aún quedaban algunos tontos prejuicios y aunque seguía estando muy nerviosa, me estaba empezando a dejar de molestar. ¿Quién sabe?, quizás algún día me gustaría repetir. Por cierto, ¿sigues teniendo guardado el tanga de Elena?, me gustaría verlo algún día y por qué no, devolvérselo si ella quiere.

¡Por cierto!, ¡otra cosita!, por si aún no lo has hecho, que creo que sí pero por si acaso, ¡por favor, perdóname por aquel par de bofetadas!, lo de ser tu Ama no fue idea mía, ya sabes que, como otras veces, aquel fue otro de los grandes inventos de Juanma. Y aunque apareció Adela a mitad de la sesión, media hora antes de lo previsto, y no tuve tiempo de demostrarte de todo lo que sería capaz y de lo mucho que había aprendido en aquel tiempo, quizás cualquier día vuelva a enganchar las pinzas en mis tetas y termine con lo que dejé a medias.

Hablando de Adela, Adela no fue lo mejor de todo, creo que fue de lo peorcito, para qué te voy a mentir. No me molestaba su presencia, pero su olor era demasiado fuerte y aunque luego se duchara, aquello me tocó la fibra y me bajó un poco la excitación.

Pero cómo Juanma, mi Amo en aquel momento, fue el que quiso incluirla, pues no tuve más remedio que aceptar. Pero para otro día buscamos a una chica un poco más limpita, ¿vale?

De lo de la meadita para qué contarte nada, ¿verdad?, aquello fue una guarrada en toda regla. Pero al igual que todo lo demás, realmente nunca pensé que pudiese hacerlo. Cuando te vi debajo de mi recibiendo mi caliente brebaje sobre tu cara y tú disfrutando tanto de aquel momento, me di cuenta de que todo es malo si te lo tomas a mal, pero si lo que haces es disfrutarlo y no dañas a nadie, ¿qué malo puede haber en lo que hagas?, tú lo querías, yo lo tenía y te lo di con todo mi cariño.

Pero la cosa cambió cuando te vi a ti haciéndolo sobre Juanma. Me ocurrió algo que nunca pensé, me sentí un poco celosa. Yo nunca había querido que lo hicieras sobre mí, pero ver el cuerpo de él chorreado por ti, me puso de los nervios. Quería ser yo la persona que estaba frente a ti, frente a tu fuente. No supe aguantarme y separé todo lo que pude a Juanma de ti, yo quería ser la diana que recibiera tus flechas, yo quería conocer tu sabor. Me lo diste todo y lo disfruté como nunca lo hubiese imaginado. A veces lo pienso y aún me da un poco de asco, pero yo creo que deberíamos probarlo más a menudo para ir quitándome ideas tontas de mi imaginación.

Lo de la sorpresa de Cristina y Nacho en la orgia fue idea mía, ¡que lo sepas!

Quería darte una sorpresa y creo que lo conseguí, ¿verdad? Además, creo que lo disfrutaste muchísimo aprovechándote del cuerpo de aquel par de zorras.

Lo que me tendrás que explicar un día es por qué te puso tan cachondo el coño peludo de Cristina, ¿no me habías dicho siempre que a ti lo que te gustan son los chochos rasurados? ¡Yo creo que a ti lo que te gustan son los coños en general! Eres un degenerado, pero eso sí, mi degenerado particular.

Tras acabar la fiesta, tuvimos un bajón general, para que mentir, estábamos muertos de cansancio. En aquel momento pensé que todo había acabado allí. Cuando dijiste que nos marchábamos a casa noté como un fuerte dolor en mi interior. ¡Todo había pasado tan rápido! Habíamos disfrutado mucho y, aunque tú deseabas marcharte y yo me iría contigo como una perrita fiel, no quería. Sé que es un poco egoísta, habíamos faltado al trabajo aquel día para darme un día más de placer y ya era muy tarde. Y también sabía que al día siguiente teníamos que trabajar, pero no quería marcharme.

Un rayo de luz, ¡y no es Marisol!, se encendió cuando Juanma te pidió que por favor nos quedásemos a cenar. Le debías pagar la apuesta y realmente tenía razón. Y como tú siempre has sido un buen perdedor en el juego, decidiste pagar la apuesta, apartando por un momento las ganas de marcharte.

Cuando me dijo que yo podría decidir tu castigo, lo tuve claro. Mí malvada idea era que te quedaras mirando mientras que él se cobraba su premio en carne. Sé perfectamente que hubieses disfrutado como un enano viéndolo por última vez. Pero cuando me diste los billetes de avión creí que tú eras quien debía decidir tu propio castigo, pensando en que tú elegirías el mismo castigo que yo. ¡Pero no!, tu idea era otra muy distinta en aquel momento. ¡Pero bueno!, ¿qué peor o mejor castigo que casi imponerte tú mismo el volver a repetir lo que tanto habíamos disfrutado?

En ese momento, cuando supimos que ya era el final, fue cuando noté que me querías más que nunca, me abrazaste cómo nunca y me besaste como nunca sin importarte nada todo lo que habíamos hecho aquellos días.

Por fin sé por qué te quiero tanto, por todo lo que haces conmigo, ¡por eso te quiero tanto!

TE AMO

Sandra

Creo que he terminado, voy a leerlo todo desde el principio y luego te cuento como ha ido la lectura….

Exhibicionismo, juguetes, perros, mirones, tríos de todo tipo, orgías, dominación, lluvia dorada… ¿qué nos queda por probar?, yo no conozco más cosas, aunque bueno al principio tampoco conocía tantas. Pero si de algo estoy segura es de que tu si sabes muchas más cosas y si tú quieres y yo me dejo, podemos probarlas. Pero eso sí, ¡siempre juntos!

Aunque en este momento tengo unas ganas locas de volverme a tocar, no lo voy a hacer. Quiero que seas tú quien esta noche me dé el placer que necesito. Y aunque para eso aún quedan unas cuantas horas, no importa, esperaría aunque faltasen siglos para tu vuelta.

Esperaré porque hoy quiero que tú seas la única persona que entre en mi interior y porque te lo has ganado. Te lo mereces por ser como eres, por como lo haces todo, porque sólo con oírte hablar me pongo húmeda, porque de pensar que todavía no puedo tenerte me pongo nerviosa.

Acabo de tener una idea que sé que te va a gustar. Cuando vuelva esta tarde iré con falda negra y medias abiertas para que me puedas follar sin tener que quitármelas. Llevaré zapatos de tacón, también negros y una camisa blanca prácticamente desabrochada para que puedas disfrutar de mis pechos sin ningún estorbo. Cuando esté en el ascensor me quitaré el tanga, lo oleré profundamente y lo guardaré en mi mano. Cuando llegue a casa abriré la puerta y tu estarás sentado en el sofá esperándome, me acercaré a ti, te cogeré la mano y la meteré debajo de la falda para que me acaricies el coño y notes lo feliz y húmedo que se pone cuando te veo, mientras que pongo mi empapado tanga sobre tu cara para que puedas volver a olerlo cómo te gusta.

Tú, sin tener que pedírtelo, me levantarás la falda mientras olisqueas con desesperación las partes de mi cuerpo que van quedando ante tus ojos. Yo, sin que me lo tengas que pedir subiré una pierna en el sofá dejando mi más codiciada joya abierta a tus caprichos. Y cómo si no hubiese pasado el tiempo, empezarás a degustar ese coño que tanto y tanto ha disfrutado con tu lengua. Mientras lo haces levantarás la vista y me miraras, sé que te gusta comerme el coño por cómo me miras cuando lo haces, me encanta como me metes la lengua entre los pliegues de mi raja buscando mi punto más débil.

Mientras lo haces apretaré tu cabeza contra mi cuerpo, me encanta apretarte la cabeza mientras lo haces y demostrarte que a mí también me gusta. Cuando te hartes de comérmelo, que espero que no sea nunca, me darás la vuelta y me pondrás a cuatro patas sobre el sofá sin quitarme los tacones, ¡sé que te encanta follarme con los tacones puestos!, sin remedio y deseándolo más que nunca, me abrirás las piernas y seguirás comiéndomelo por detrás dando largos lengüetazos como si un fiel perrito lamiera la mano de su amo.

Lentamente subirás y me lamerás el culo mientras me metes los dedos en el coño. Justo en ese momento sé que gritaré de placer y que te pediré que me folles. Nervioso cómo un flan me tirarás en el suelo y me gritarás: “PUTA, TE VOY A FOLLAR COMO NUNCA LO HE HECHO”.

Mientras estoy a cuatro patas en el suelo, ansiosa por tenerte muy dentro de mí, me sobarás, me manosearas, me arañarás la espalda para dejarme marcada, me gusta ver luego las marcas y acordarme de que me has follado, y cuando no pueda aguantar más y esté impaciente por sentir tu calor en mi interior, gritaré otra vez pidiéndote que me folles. Tú simularás no hacerme caso para hacerme sufrir, pero cuando menos me lo espere, te la sacarás y me la meterás hasta el fondo mientras te dejas caer sobre mi espalda para cogerme las tetas y pellizcarme los pezones.

Mientras me destrozas el coño con tu rabo, me escupirás en el culo para que uno de tus malvados dedos juguetee y vaya entrando suavemente consiguiendo abrírmelo poco a poco, entonces yo ya sabré lo que viene después. Cuando tú sepas que ya puedes entrar sin pedir permiso, me lo abrirás con tus manos y me la meterás lentamente, ¡cuánto me gusta que me la metas despacito y notar como entra, notar tus calientes venas en mi culo!

Cuando por fin hayas entrado, te pediré que me folles como a una puta, mientras me meto los dedos en el coño. En ese momento me gustaría que cogieses tu cinturón y me lo amarrarás al cuello para dominarme totalmente. Me darás la vuelta y me follarás el culo mientras veo tu cara de satisfacción. Entretanto, me meterás los dedos en el coño para volver a probar esa doble penetración que toda mujer debería probar una vez en su vida y yo tanto he disfrutado. Me escupirás en las tetas y mientras me escupes, me agarrarás del cinturón que tengo en mi cuello y me dirás que soy tu puta.

Antes de correrte sacarás tu polla de mi culo, te pondrás encima de mí para meneártela mirándome a los ojos y te correrás encima de mí, encima de mis tetas, de mi barriga, en mi cara. Con lo cachondo que estarás sé que tendrás suficiente leche para correrte en todo mi cuerpo.

Cuando termines, me lo comeré todo ayudándome con los dedos, porque me encanta y porque sé que te encanta.

Esperaré para follarte a ti, sólo a ti. ¡Merecerá la pena!

Me has hecho gozar, me he vuelto loca con tus caricias y ya nada volverá a ser lo mismo, ¡SERÁ MEJOR!

Un fuerte beso.

Una cosita más, se me olvidaba agradecer a tu polla, mi polla, lo bien que se porta conmigo.

Sé que mis letras te han dejado muy, muy caliente y seguro que muy, muy, muy mojada.

Me gustaría que ahora mismo obligases a tu dueño a que te masturbe a mi salud, que su mano poco a poco vaya deslizándose por tus huevos y que con el juguito que estás soltando, te acaricie pensando en mí hasta que sueltes el líquido de placer que tanto me gusta.

Piensa que mientras que yo escribía esto, me estuve metiendo un dedo en el coño. Mi dedo se convirtió por un rato en tu pequeña hermana que me follaba igual que tú lo haces, haciéndome gemir de placer. Disfruta ahora de lo que te están haciendo, yo ya lo he hecho, pero piensa que esta noche, como otras tantas noches, al final te meterás en mi cuerpo y los dos seremos uno.

Pero ahora, tú eres la importante. Tu dueño te abraza fuertemente, su mano se va deslizando sobre ti y te masturba pensando en mis braguitas manchadas de chocolate. Desde aquí puedo escuchar cómo te dan placer, como te frotan haciendo subir tu piel arriba y abajo. Te vas enrojeciendo poco a poco, como si te faltara el aire.

¡Quieto!, ¡quédate así!, ¡espérame!, ¡no sigas, por favor!, quiero estar contigo cuando sueltes tu leche, esa leche, que como dijo nuestra buena amiga Cristina, tantas vitaminas tiene.

Espérame, por favor, no te corras aún, en un rato estoy contigo.

Espérame para follarnos el uno al otro. ¡Merecerá la pena!

¡Te quiero!

EPÍLOGO

VIERNES, 19 DE DICIEMBRE DE 2008 (NOCHE)

Cuando terminé de leer la carta estaba nervioso y empalmado como jamás creí ponerme leyendo unas simples letras. Me había hecho recordar tantas cosas, que aunque había pasado poco tiempo desde aquello, parecían como del pasado. Nunca me hubiese imaginado que algo así nos pudiese ocurrir a ella y a mí.

Aún era temprano, sólo eran las ocho y media. Sandra, según me ha había dicho, llegaría sobre las diez. Quería que su último párrafo se cumpliera, quería complacerla en todo igual que ella me había complacido a mí, ¡no podía defraudarla!

Guardé cuidadosamente la carta en mi cajón más preciado y bajé al jardín de casa para coger una flor. Me duché y me vestí, no con mi pantalón de estar por casa como siempre, sino con un pantalón y una camisa en condiciones, ¡quería estar guapo para ella! Preparé algo de cena ligera y me dispuse a preparar la mesa con dos copas de fino cristal, una botella de rosado espumoso, dos velas blancas, y la flor recién cortada en el centro de su plato.

Terminé casi a lo justo. Cuando me estaba sentando en el sofá, escuché abrirse la puerta.

La vi entrar, llevaba medias oscuras cubiertas por su falda negra, camisa blanca bien escotada y unos tacones impresionantes que hacían repicar el suelo a su paso. Sin hablar, no era necesario, se acercó al sofá, cogió mi mano y metiéndola bajo su falda pude notar que no llevaba nada y que además estaba muy mojada. En ese momento su mano fue hacia mi cara y puso su pequeño tanga rojo en mi nariz dándome una ración especial de aquel olor tan personal…

El resto quedará para siempre en mi recuerdo…