Solo era el principio (25) La llamada de teléfono

Simplemente quiero contar una bonita historia de sexo, pasión y amor. Si os gusta lo que voy escribiendo, seguiré publicando más y más capitulos de esta larga, tórrida e increible historia. Vuestros comentarios e inquietudes a nuestro mail, por favor.

CAPITULO 25

La llamada de teléfono…

MIERCOLES, 05 DE NOVIEMBRE DE 2008 (NOCHE)

A las nueve ya estaba yo recién duchado, sentado delante de mi ordenador y con mi cervecita de rigor en la mano esperando a que este hombre se decidiese a conectarse o no.

Mientras tanto me puse a hacer lo que más me gusta, ver lindos coñitos en el ordenador. (No sé por qué me gusta tanto hacerlo, pero es que disfruto muchísimo viéndolos, ¿será que soy un pervertido?, ¡no!, yo creo que no, más bien un salidorro y poco más).

Cuando más ensimismado estaba viendo como aquel gran coño rodeado de pelos se estaba tragando un consolador del tamaño de un tarro de mayonesa, apareció una ventanita a la derecha de mi pantalla.

“JUANMA se ha conectado”.

¡Bingo!, pensé enseguida.

  • ¡Cari, ya está aquí!, le grité desde mi mesa.

¡Joder, vaya salto que dio! Sin preguntármelo siquiera, me quitó de las manos el ratón y empujándome un poco me levantó de la silla para sentarse ella delante de mi ordenador. A mí me tocó, cómo otras veces, sentarme a su lado en un taburete del IKEA. (¡Exacto, el mismo que uso para pintarme aquella noche de locos!)

Sin muchos preámbulos se puso a saludarle y tras una pequeña conversación sin importancia, decidieron poner las cámaras para verse el uno al otro, eso sí, ella me pidió permiso antes de hacerlo. Aunque yo ya lo conocía, (esa parte de mi vida aún no se la había contado aún a Sandra), tuve que hacerme un poco el despistado para que no se diese cuenta.

Se encendieron las cámaras y ante nuestros ojos apareció un hombre atractivo, (cómo yo), con pelo más bien corto, (cómo yo), y con unos ojos grandes, (cómo yo). Cómo ya había dicho anteriormente, era muy parecido a mí aunque yo era más guapo, ¡todo hay que decirlo!

Nos saludamos alegremente los tres y empezamos a charlar sobre cosas sin interés, más que nada para ir haciendo cuerpo. Tras un rato de parloteo, puse la mano sobre el micrófono para que él no escuchase lo que le iba a decir a Sandra.

  • ¿Qué?, ¿qué te parece?

  • ¡No está mal!, es bastante agradable y quizás pueda servir, pero aún es pronto para decidirme , me contestó y se calló para seguir hablando tras un par de segundos de silencio.

  • Tendré que seguir conociéndolo un poco más y quién sabe, quizás dentro de quince o veinte años me decida , me respondió con un tono sarcástico que más qué de su garganta salía desde lo más profundo de su coño.

No dije nada, sólo la miré, quité la mano del micro y le di un beso en los labios.

Dejando caer mi mano sobre su cuello noté que estaba helada y un poco temblona, como si estuviese tiritando.

  • ¿Tienes frío o estás nerviosa?, le pregunté.

  • ¡Las dos cosas!, me respondió ella mirándome a los ojos y haciendo traquetear sus dientes de forma exagerada.

Me levanté de mi taburete y yéndome para el salón cogí la estufa de gas y la puse a nuestro lado, cerré la cristalera y en pocos minutos el ambiente se empezó a caldear.

  • ¿Mejor?, le pregunté.

  • ¡Dónde vas a parar!, ¡ahora estamos en la gloria!

Tras casi media hora de charla sobre nuestros gustos, no sexuales, en común y darnos cuenta de qué era muy parecido en muchas cosas a nosotros, la conversación empezó a dar un giro radical. De repente y sin previo aviso, Juanma le hizo a Sandra una pregunta un poco más directa.

  • ¿Por qué vas vestida con una ropa tan recatada?, a mi me hubiese gustado verte un poco más escotada.

Conociendo a Sandra pensé que aquello iba a ser tema de bronca ya que otras veces había ocurrido algo parecido y en seguida se ponía borde. Pero aquella noche fue, otra vez, todo diferente. Volvió la cara y me miró a los ojos pidiéndome permiso para hacer lo que buenamente le apeteciese a ella. Al ver aquellos precioso ojos verdes, me di cuenta que ella quería hacerlo, vi aquel brillo que hacía tiempo no veía, era el mismo brillo que tenía cuando hace unos años hablaba con su amiguito Pablo. En aquel momento comprobé que aquel hombre había conseguido conquistarla. A partir de entonces no habría marcha atrás y ella haría todo lo que él le pidiese.

Dicho y hecho, Sandra levantó los brazos y de forma brusca se quitó el jersey que llevaba puesto quedándose con una pequeña camiseta de tirantes que tapaba más bien poco. A pesar de la estufa, aún hacía un poco de frío para estar en tirantes, pero no sé si por eso o por el hombre de la pantalla, sus pezones estaban completamente clavados en la fina tela de la camiseta sobrepasando incluso el sujetador que llevaba puesto.

Sandra, con el descaro que la caracteriza, cogió la cámara y acercándosela al cuerpo empezó a darle primeros planos de su canalillo y sus pezones. Juanma al verlo lanzó un gesto de admiración, pero aun pidió algo más.

  • ¿Te puedo pedir una cosita más?

  • ¿No sé?, ¿el qué?, preguntó Sandra de forma bastante sugerente.

  • ¡Quítate el sujetador para que esos dos pezones se muestren en total libertad!

Aquella sugerencia parece que le gustó. Realmente no pedía que le enseñase las tetas, aún, sólo que se quitase el sujetador.

Mirándome, como pidiéndome permiso otra vez pero sin esperarlo, se echó las manos hacia atrás, se lo desabrocho y ahora sí, de la forma más sexy que sabía, se lo sacó por el escote. Cuando lo tuvo fuera, de nuevo cogió la cámara y la acercó a sus pechos, incluso llegó a metérsela entre la camiseta y sacar un primer plano, bastante raro por cierto, de sus durísimos pezones. Juanma mientras tanto seguía, sin parar, piropeando lo guapa y sexy que estaba y lo bueno que debía ser tener aquellos pezones entre sus labios.

Ni que decir tiene que, desde hacía un buen rato, yo estaba de simple espectador y fuera del objetivo de la cámara viendo como mi querida mujer accedía a las peticiones, de momento bastante simples, de aquel recién conocido para ella. Ver como cumplía sin rechistar todas sus órdenes, me estaba poniendo malito, mi pantalón me empezaba a apretar y para aliviarme el dolor tuve que desabrochármelo y bajarme la cremallera para que hubiese un poco más de espacio libre entre el mundo y mi rabo.

Lo que había empezado como una conversación más o menos caliente y con la idea de irnos conociendo y romper el hielo, poco a poco se fue convirtiendo en una charla entre los dos llena de risas y morbo. Sandra había perdido toda la vergüenza inicial y en ese momento hablaba de nuestras intimidades como si hablase conmigo en el sofá. Incluso le llegó a contar que yo la tenía a pan y agua para que cuando llegase el momento de estar con él, estuviese lo más cachonda posible. Aquel cabrito había conseguido tal complicidad con ella, al igual que lo hizo conmigo la primera vez que charlamos, que le estaba contando casi todas nuestras experiencias vividas en los últimos meses y como la había convencido para llegar hasta allí.

Debo decir que en ningún momento me dieron de lado, más bien era yo el que no quería entrar en la conversación en ese momento, es más, Sandra de vez en cuando, cuando respondía a Juanma me invitaba para que yo entrase en la charla. Pero yo quería dejarlos que se conocieran, no quería molestarlos, ya habría tiempo un poco más tarde para que yo entrase al trapo.

Conozco como a nadie a Sandra y estaba seguro, que digo seguro, ¡segurísimo!, de que en aquel preciso momento, mientras estaba contando nuestras aventuras, su tanga se iba mojando poco a poco. Y mis más húmedas predicciones se cumplieron justo cuando él le pidió que le enseñase uno de sus pezones. Ella, sin pensarlo y sin mirarme siquiera, se bajó la camiseta y se sacó un pecho por el escote durante unos segundos y se lo volvió a guardar. Muy cachonda tenía que estar en ese momento para que sin ni siquiera haberme mirado a la cara se hubiera sacado la teta ante la cámara.

Fue justo en ese momento cuando decidí entrar poco a poco en la conversación pero sin entrometerme demasiado, lo único que hice fue coger la mano de Sandra y ponerla sobre mis calzoncillos para qué, mientras seguían con aquella caliente charla, me fuese sobando el rabo por encima de la tela. Aquel movimiento por mi parte hizo que Juanma soltara una nueva exclamación y que de los labios de Sandra se escapasen unas risas nerviosas. Existía un buen ambiente en el aire, puedo decir que los tres nos lo estábamos pasando bastante bien y tenía muy claro que a mi mujer le estaba empezando a gustar Juanma y que a él le estaba gustado Sandra. Y que ni decir tiene, que a mí me gustaban los dos desde el principio.

Mientras que aquella mano viciosa seguía acariciándome lentamente, Juanma quiso dar un paso más.

  • ¡Princesa!, quítate la camiseta, ¡anda!

  • *¿Y eso porqué?***

  • ¡Pues para poder ver tus lindas y redondas tetitas!

Esta vez sí giró la cabeza para mirarme como pidiéndome permiso. Y sin tan siquiera esperar mi aprobación, acto seguido se quitó lentamente la camiseta dejando sus pechos al aire mostrando en su totalidad lo duros que estaban en ese momento sus preciosos pezones. A la vista de Juanma quedaron sus melones de una talla noventa y pico, casi ciento y algo, con unos pezones de casi un centímetro de largos que parecían dos galletas María Fontaneda. Tenía bastante claro en ese momento que Sandra ya nos pertenecía a los dos y que quería darle el máximo placer a él sin dejarme a mí a un lado.

  • ¡Cari, es un pervertido cómo tú!, hace ya un buen rato que me está poniendo muy cachonda, me dijo poniendo la mano libre sobre el micrófono pero sin apartar la vista del monitor y sin soltar el mío.

Era increíble en lo que se había convertido aquella linda y recatada esposa. En sólo unos meses había dado un vuelco a nuestras vidas y ahora en unos pocos minutos estaba dando una vuelta más de tuerca a la situación. Me sentía dichoso de haberlo conseguido, así como que me sentía realmente afortunado de haber encontrado a Juanma, un hombre totalmente desconocido, qué en menos de una hora había conseguido hacerla totalmente suya sólo con un montón de palabras. Era extraordinario ver a Sandra como realizaba una tras otra, las peticiones de su nuevo admirador y si no me equivocaba mucho, en breve tiempo el tercero en nuestra cama.

Estaba disfrutando como hacía años con aquella conversación, cuando escuché la voz de Sandra pidiéndole algo extraordinario.

  • Para estar en igualdad deberías quitarte tú los pantalones, ¿no?

A Juanma tampoco le hizo falta que le insistieran mucho. Enseguida se puso de pie y comenzó a bajarse los pantalones. Mientras tanto, mi mujer, sin apartar la vista de aquel mini striptease, no paraba de sobar mi rabo mientras que con su otra mano se apretaba los pechos pellizcándose de vez en cuando sus pezones. La sorpresa fue cuando nos dimos cuenta de que no llevaba calzoncillos y que directamente apareció ante nuestros ojos lo que vulgarmente se conoce como una buena polla.

Si no me equivoco, era algo más grande que la mía pero un poco más delgada, eso sí. En ese momento la tenía morcillona y no supe determinar cuánto podría crecer una vez que se pusiera en condiciones. Al verla me vinieron a la cabeza un manojo de celos, pero automáticamente pensé que no, ¡imposible tener celos!, era lo que yo buscaba y aquel hombre me lo ponía en bandeja y en mi propia casa, un servicio a domicilio de lo más especial.

Mientras que yo pensaba en todo aquello, Sandra miraba a la pantalla con cara de sorpresa a la par que se pasaba la lengua por los labios como si se estuviese relamiendo.

  • ¡Joder, cari!, ¡vaya pedazo de polla! Así vista en la pantalla es justo como a mí me gustan, largas y finitas, mucho más finita que la tuya, pero con un tamaño bastante considerable.

Y eso me lo dijo con los ojos como platos y babeando como si fuese Duque ante un vaso de yogur.

  • ¡Bueno!, a lo mejor con mucho lubricante y si empujo un poquito me podría meter las dos de una vez en el coño, ¿quién sabe? , se respondió a ella misma haciéndose de ilusiones y dándose el valor de tener algún día aquella polla entre sus manos.

Tal como estaban las cosas ya no había forma de pararlo, y mucho menos cuando Juanma se puso la cámara a pocos centímetros de su rabo.

  • ¿Te gusta?, le preguntó dándose un meneillo ante nosotros.

La respuesta de Sandra fue la misma que a mí me había dado millones de veces.

  • ¡No está mal!, es justo como me gustan, largas pero finitas y precisamente la tuya es larga y tiene pinta de ser finita, ¡habrá que verla cuando esté dura del todo!

Mientras que daba aquella respuesta, volvió a coger la cámara para acercársela hasta su entrepierna.

  • ¡No te hagas ilusiones, guapa!, le respondió Juanma. Cuando crece del todo no es tan delgada como te crees.

  • ¡Eso habrá que verlo!, respondió Sandra a las palabras de Juanma.

¿Sandra estaba usando con él mismo sistema para retarlo que conmigo?, ¡pues si es así, la has cagao, chaval!, pensé entre risitas.

El frío en ese momento no existía, los cristales se estaban empañando por el calor de la estufa y el de nuestros cuerpos, es más tuve que abrir un poco la ventana para que se fuese un poco el humo ya que con tanto fumar, el ambiente se estaba cargando demasiado.

  • ¿Y tú?, ¿tú no te quitas el pantalón?, le preguntó a Sandra provocándola para que se desnudase.

Sandra que era mucho de poner caliente al personal pero poco de dar stripteases, se levantó y se los quitó directamente quedándose en braguitas. Tras quitárselos y escuchar los bufidos míos y de Juanma, se volvió a sentar en la silla, pero esta vez de una forma bastante peculiar. Se dejó caer todo lo que pudo en el sillón, puso sus dos pies en el filo de la mesa con las piernas totalmente abiertas y apartando un poco la tela de su tanga dejó una vista increíble a su nuevo admirador.

  • *¡Cari, coloca un poco mejor la cámara para que Juanma tenga una buena vista de mi coño!***

Sin poner ningún tipo de reparo lo hice y desde ese momento quedé fuera de foco, ahora sólo estaban dentro del juego el coño de ella y la polla de él. Me hizo tanta ilusión haber llegado hasta allí que no quise quedarme fuera del juego, así que bajándome los calzoncillos me saqué el cipote para meneármela al mismo ritmo que en ese momento lo estaba haciendo Juanma.

El juego seguía cada vez más caliente si era posible. Ahora él le había pedido a Sandra que se tocase el chochito suavemente. Ella sin perder el tiempo se empezó a tocar su raja a través de la tela de las bragas.

  • ¿Por qué no se la chupas a Leandro pensando que es la mía? , le preguntó a Sandra.

Aquella pregunta me sonó y mucho, era la misma pregunta que solía hacer Pablo cuando se la meneaba para ella.

Yo, ni decir tiene que no me opuse, todo lo contrario, me bajé de la banqueta y moviendo un poco la cámara para que se viese el primer plano de la cara de Sandra tragándose mi verga, asomé mi rabo a escena buscando los húmedos labios de ella.

En aquel momento se inició una conversación entre ellos dos en el que yo era simplemente un juguete. La verdad es que me podría haber sentido un poco triste por la situación, pero debo decir que Sandra lo estaba haciendo tan bien, tan bien, que me sentía todo lo contrario, ¡feliz!, sobre todo porque compartía conmigo aquel maravilloso momento.

Sandra al ver mi polla tan cerca de su cara no se lo pensó dos veces, puso sus manos en mi culo y poco a poco, usando su lengua, me fue chupando el capullo.

  • ¡Qué rica sabe esta polla, Juanma!

  • ¡Sí!, ¡qué bien la chupas!, ¡no pares!

  • ¿Te gusta?

  • ¡Me encanta!, se ve que has practicado mucho. No es la primera vez que te comes una polla, ¿verdad?

De repente se la sacó de la boca y levantándose del asiento se dispuso a salir de la terraza. Dio la impresión de aquel último comentario no había sido del total agrado de Sandra.

  • ¿Adónde vas?, le pregunté totalmente contrariado.

  • ¡No te preocupes!, ¡vuelvo enseguida!

Durante un par de minutos estuvimos solos Juanma y yo, desnudos y prácticamente en silencio, lo único que hablamos fue que le dije que me imaginaba que habría ido al baño, pero que no lo tenía muy claro.

¡Por fin volvió!, y para colmo de males, no venía sola. En sus manos traía el pequeño consolador rosa que tantas veces nos había servido para nuestros juegos. Y sin decir absolutamente nada, tampoco hacía falta, se sentó, se puso en la misma posición de antes y empezó a pasárselo por la pipa del coño, separando con la mano libre las bragas para dejar al aire todo su chochito abierto, sonrosado y brillante por la humedad.

Por enésima vez aquella noche recoloqué la cámara para que Juanma pudiese disfrutar en la lejanía de aquel show que yo estaba presenciando en primera fila. Esto me gustaba muchísimo, Juanma la calentaba y yo me la iba a follar en un rato.

  • ¿Me quito las bragas?, dijo Sandra dándose cuenta que le molestaban para que su amigo rosa entrase y saliese con soltura.

  • Si tú quieres, ¡quítatelas!

  • Claro que sí, así podré abrirme un poco más para que éste entre hasta el fondo , dijo enseñando a la cámara a nuestro fiel amigo rosa.

Tal como lo dijo, lo hizo. Se quitó las bragas con mi ayuda y se metió el consolador hasta el fondo, que aunque no era muy grande, vibraba como ningún otro. Sandra al sentirlo dentro de su coño soltó un gemido de placer.

  • ¿Te gusta?, ¡a mí me encanta!

Juanma no contestó, estaba demasiado ocupado moviendo su mano mientras miraba la pantalla como para contestar.

En ese momento decidí dar por terminada la sesión entre los dos y convertirla en un juego a tres.

  • ¡Yo también quiero jugar!, que si esto es un trío cibernético, tendremos que ser por lo menos tres, ¿no?, les dije volviendo la cámara su posición original.

  • ¡Estupendo, Leandro!, ¡únete a la fiesta!

En ese momento Juanma empezó una especie de juego que sin darnos ni cuenta, entramos en él.

  • ¡Leandro!, esta niña ha sido mala y no ha estudiado porque dice que le gusta demasiado tener los dedos dentro de su coño. Ahora está intentando aprobar el examen de recuperación pero ¿no sé qué nota ponerle?, me dijo Juanma.

  • Eso no está bien Sandra, respondí yo.

  • Tienes que saber que mientras que haya pollas libres no son necesarios tus dedos. Además, si me chupas la polla podrás conseguir aprobar más fácilmente.

  • ¿Ves?, ahora se está follando con un consolador teniendo dos buenos rabos a su alcance, ¡que tonta! Acércale tu rabo a la boca Leandro, antes me ha dicho que le encanta chupar pollas.

  • ¿Quieres chupármela?, le pregunté con sumo cariño.

  • ¡Lo estoy deseando como nunca, vidita!

  • Pues chúpamela mientras que él nos mira, le pedí.

Un segundo y medio después, mi rabo estaba tocando los mofletes de Sandra pero por la parte de dentro.

  • ¿Te gusta como lo hago Juanma?… Me la meto en la boca y se la chupo poco a poco subiendo y bajando.

  • ¿Como la ves para darle el aprobado?, preguntó Juanma al verla como se tragaba mi polla hasta tocar mis huevos con sus labios.

  • ¡Yo creo que incluso para darle matrícula de honor!, le dije entre pequeños gemidos y agarrándome a la mesa del ordenador para no caerme.

  • ¡Leandro!, seguro que a Juanma le gustaría ver cómo me follas.

¡Joder, pues si que iba lanzada!

No quise perder la oportunidad de volver a follármela delante de alguien y me puse manos a la obra enseguida.

  • Levántate y déjame que me siente, así podrá ver cómo te clavo mi rabo en primer plano, le dije sin darla tiempo a reacción.

Pero Sandra, antes de ensartarse en mi rabo y en el colmo de la perversión, cogió la cámara y se la puso delante de su coño para que Juanma viese, con todo detalle, cómo se iba sentando sobre mí verga.

En unos segundos estaba empalada hasta el fondo y dando pequeños meneos de su culo sobre mis rodillas. Mientras me follaba, ellos seguían la conversación y si lo de antes fue un giro radical, lo de ahora no sabría catalogarlo.

  • ¿Ya estas lista para estar en la cama con dos hombres?, le preguntó Juanma de sopetón.

Pero si la pregunta de él me volvió loco, la respuesta de ella hizo que sintiera en mis huevos un pinchazo tan grande que tuve que cogerla de las caderas para que parara si no quería que me corriese.

  • ¡Sí!, estoy ansiosa por tener vuestras dos pollas cuanto antes. ¡Sólo de imaginarlo me pongo cachonda!

  • ¡Me gusta lo zorrita que eres! Ahora ponte de espaldas y enséñame tu culo, quiero ver como entra ese pequeño consolador en tu culito.

  • ¡Tranqui, colegui!, le dijo Sandra. ¡No vayas tan rápido que hay muchas cosas que probar antes que mi culo! , le dijo ella con un tono de voz bastante chulesco.

Se levantó de mi polla y poniendo un pie sobre la mesa del ordenador, postura bastante difícil por cierto, dejó su coñito totalmente abierto ante la cámara y los viciosos ojos de Juanma. Un olor muy conocido por mí llegó hasta mi nariz, era el coño de Sandra, no olía mal ni mucho menos, ¡olía a perra en celo!

  • Mejor que mi culo, me toco el coñito para vosotros, ¿no?

Ahora su voz era bastante más dulce, ahora si le salió la voz de zorrita que tenía escondida para momentos como aquel.

No respondimos ninguno de los dos, no fuimos capaces. Yo estaba sentado a su lado y la vista era inmejorable pero la vista que tenía él tampoco era moco de pavo, podía haber visto hasta las amígdalas de Sandra si hubiese querido.

Los movimientos de Sandra eran lentos, muy lentos. Por lo cachonda que estaba podíamos ver que los labios de su coño estaban bastante separados dejando una entrada libre de todo tipo de trabas. Puso su mano sobre su ombligo y poco a poco fue bajando, buscando su raja. Cuando rozó su clítoris, cerró los ojos y gimió suavemente. Enseguida pensé que ya no había marcha atrás y quise ayudarla a seguir.

Me puse de pie y mientras meneaba mi polla empecé a acariciar sus tetas con la otra mano. El tacto de mis manos en sus pechos hizo que aumentara el ritmo de sus toqueteos buscando la corrida. Pero yo no quería que eso terminase aquí, así que quitándole la mano se lo dije.

  • ¡Por favor!, aguanta un poco más, ¡no te corras aún!

Me hizo caso, sin duda, pero puedo asegurar que en ese momento no tenía su cara más agradable.

  • Sandra, ¿por qué no me describes cómo es tu coñito?, preguntó Juanma viendo que la cosa se acortaba por parte de Sandra y que ni él ni yo nos habíamos corrido aún.

Cosa extraña, ya que en otro momento me hubiese corrido hace tiempo.

  • ¡Joder!, ¡pues cómo para dar explicaciones estoy yo con las piernas temblonas como las tengo!

Por un momento pensé que, como siempre que hacía conmigo cuando le pedía algo parecido, no iba a entrar al trapo. Pero como siempre hacía últimamente, como si quisiera llevarme la contraria, siguió hablando con un tonillo de voz la mar de agradable.

  • A ver, ¿qué quieres que te diga de mi coño?… Mi coño, pues normalito, ¿no sé?…,

  • De labios gorditos, sin ningún pelo por culpa de uno que yo me sé…

  • Y aquí arriba…, dijo señalando su clítoris. Aquí arriba un botoncito que cuando lo tocas más de la cuenta me hace ponerme como estoy ahora, ¡temblona perdía!

  • ¡Ah! se me olvidada… En cuanto ve un rabo que le gusta, se abre como una almeja y esta noche está el doble de contento porque hay ración extra.

¡Joder!, ¡que boquita, por dios!

  • Pues me gustaría ver cómo se lo come Leandro, ¿quieres?

  • ¡Pues que me lo coma! , me dijo tranquilamente y estirando su brazo para acariciar mi pecho.

  • Por cierto, tienes que saber una cosa, este cabrito me come el coño como nadie. No sé si algún día conoceré a alguien que lo haga mejor o por lo menos, igual , respondió con cara de mala, mirándonos primero a mí y luego a él.

Deseoso de hacerlo, me acerqué a ella y empecé a besarla con toda la dulzura que podía. Quería demostrarle todo mi cariño y amor en aquel beso. Tras el beso fui bajando a su cuello dándole besitos con la misma dulzura que antes, no quería prisas, quería que aquello durase toda la vida. Poco a poco fui bajando hasta que llegué a su escote, con mis manos cogí sus tetas y aupándolas hasta mi boca le chupé primero un pezón y luego el otro dándoles pequeños mordiscos entre chupada y chupada.

  • ¿Te gusta como lo hace?, preguntó nuestro mirón particular que en ningún momento había parado de sobarse la polla.

  • ¡Me encanta!, ¡este jodío sabe cómo ponerme cachonda! , dijo echando su cabeza hacia atrás y cerrando los ojos para disfrutar al máximo de las caricias que le estaba dando.

Mientras yo seguía con sus tetas entre mis labios, bajé mi mano buscando su coñito. Mi polla dio un salto terminando de ponerse a tono cuando lo toqué con la yema de mis dedos y noté que estaba húmedo y totalmente abierto, como bien había explicado ella antes. No quise que Juanma se lo perdiese y poniendo la cámara en la mesa, quedó justo a la altura de la mano que estaba hurgando en su coño.

  • ¡Ves como Sandra no te mentía!, le dije. ¡Esta preciosidad se abre como una almeja!

  • ¡Pues tiene que estar buenísimo!

  • ¡Ni te imaginas!, le dije mientras iba bajando por su barriguita dando pequeños besitos y lametones para ponerme de rodillas delante de ella.

Miré hacia el monitor y me vi en él y justo a mi lado, la pantalla de Juanma meneándose la polla, ahora a un ritmo bastante más rápido que antes. Lo que más me gustó de lo que vi es que, después de habérsele puesto totalmente dura, tampoco era tan grande como yo esperaba, quizás un poco más larga que la mía pero bastante más finita. Yo, para darme ánimos, pensé enseguida que siempre había escuchado que las pollas gordas daban más gusto que las delgaditas porque se rozaban más contra las paredes de un chochito. Aquello me hizo sentirme bien y sin que se notara mucho, solté una pequeña risa maléfica de satisfacción.

Con más ganas que antes, si era posible, empecé a chupar aquel lindo coñito que tenía ante mi boca rozándole con mi lengua su delicado botoncito, como ella lo había llamado antes.

Tengo que decir que describirlo lo describió perfectamente, pero se le olvidó algo muy importante a la hora de hacerlo, se le había olvidado mencionar lo más importante, su olor, su agradable y penetrante perfume. Pero bueno, a lo que iba, allí estaba yo pasando mi lengua suavemente por su conejito totalmente mojado, tanto que el interior de sus piernas empezaba a estar mojado. Y puedo decir que no era sudor, porque sí, hacía calor con la estufa de gas que teníamos a menos de dos metros de nosotros, pero no para tanto.

Le pasé mi lengua de arriba abajo, mordí suavemente sus labios y definitivamente hundí mi lengua en su pipitilla.

Cuando ya me dolía la lengua de tanto chupar, paré un poco y empecé a tocarlo con la punta de mis dedos. Hasta ahora los tres habíamos estado en completo silencio, sólo se había escuchado algún gemido que otro de Sandra pero poco más.

  • ¡Qué gusto me estás dando, cabronazo!, ¡sigue!, ¡sigue tocándomelo así! , dijo Sandra rompiendo el silencio.

¡Y seguí!, ¡claro que seguí!, pero cambiando de postura. Me puse detrás de ella y haciendo que levantase un pie al igual que antes, con mi mano comencé a hacerle una paja frotando su clítoris. Mis manos estaban nerviosas, tocaba sus tetas como un loco mientras que mi mano iba cada vez más rápido en su entrepierna. Sandra, al igual que el ritmo de mi mano, cada vez gemía más fuerte y no paraba de retorcerse.

  • ¡Fóllatela Leandro!, ¡fóllatela con los dedos!, dijo Juanma con una voz muy excitada.

Le hice caso, cogí dos de mis dedos y de un sólo golpe se los metí. En ese momento Sandra dio un buen grito de gusto.

Tras follármela un buen rato con mis dedos, saqué mi mano y volviendo a su pipa, comencé a frotársela pero ahora si iba buscando su corrida. Aquella caricia se la había hecho miles de veces y puedo decir que sabía perfectamente cómo hacerla para que en menos de un minuto se corriera con mucho placer.

  • ¿Te gusta su coño?, pregunté a Juanma.

  • ¡Mucho!, ¡muchísimo! es el más bonito que he visto en mi vida. Se ha comido tus dedos como si nada, ¡es el coño perfecto!

  • ¿Y a ti, Sandra?, ¿te gusta su polla?

  • ¡Sí, mi vida!, ¡me gusta muchísimo!

  • Pues entonces, ¿por qué no le pides que venga a follarte cómo me lo pediste a mí el otro día?, le pregunté a Sandra.

Sandra estaba con los ojos cerrados disfrutando todo lo que podía de aquella caricia tan íntima. Entre gemidos pudimos escuchar los dos lo que Sandra le pedía a Juanma.

  • ¡Por favor, Juanma!, ¡ven a follarme! ¡Ven ahora mismo!, ¡quiero tu polla en mi coño mientras me como la de Leandro!, ¡ven, te lo ruego!

¡Bien, lo conseguí!, pensé. ¡Ya está invitado! Ahora sólo queda cerrar el día para conocernos en persona.

Cómo yo ya sabía, no transcurrió un minuto cuando Sandra empezó a decir que se corría. La agarré fuertemente por atrás para que no se cayese y mi mano aumentó la velocidad al máximo para sacarle toda su corrida de una sola vez.

Pero tras su corrida no quise parar, así que sentándola en la silla para que no se fuese al suelo, me puse de nuevo de rodillas entre sus piernas y metí mi cabeza buscando su más que sensible coño.

  • ¿Qué haces, loco?, ¡quita, quita, que no puedo! , me pidió ella empujando con su mano mi cabeza para retirarla de tan calentito lugar.

Pero en ese momento Juanma me echó un cable.

  • ¡Déjale!, quiero verte gemir mientras que me corro, ¡por favor!

Aquellas palabras surtieron su efecto y sin decir nada pero llevándome la contraria otra vez, se abrió de piernas mientras que Juanma meneaba su polla al otro lado de la pantalla.

Yo, como si no fuese conmigo, seguí. Puse mi boca en su raja queriendo abarcarla completamente con mis labios, (cosa difícil aunque no lo creáis). Estaba riquísimo y muy jugosito, su delicado néctar brotaba de aquella cueva, no puedo decir que a chorros porque mentiría, pero si debo decir que más que ninguna otra vez que se lo había comido.

  • ¡Cuidado, vida!, ¡me haces un poco de daño!

  • ¡Relájate y disfrútalo, preciosa!, dijo Juanma.

  • ¡No!, ¡no puedo! Quiero veros como os corréis los dos sobre mí, dijo Sandra separándome de mí y poniéndose con los brazos apoyados sobre la mesa del ordenador, cerca de la pantalla para ver más de cerca como se masturbaba Juanma.

Ahora, tanto Juanma como yo teníamos una vista espectacular, él de sus tetas colgando y yo de su culo redondo que lo balanceaba de lado a lado. ¡Era una cabrona!, sabía que aquello me encantaba y en la postura que estaba estuve a punto de follármela por detrás, pero quise ser bueno y hacer lo que ella había pedido.

  • ¡Vamos!, ¡haceros una paja para mí!, ¡quiero vuestra leche sobre mí!, dijo casi de forma autoritaria.

Aquellas palabras fueron como un resorte para mi mano. Directamente me puse justo detrás de ella y mientras que con una mano sobaba la raja de su culo, con la otra me la meneaba lo más rápido que podía. Cerré los ojos durante un segundo para disfrutar al máximo de aquella paja cuando de repente escuché la voz de Juanma diciendo que se corría. Miré hacia la pantalla y vi como de aquella polla salían unos cuantos chorros de leche cayendo justo encima de su mano y pecho.

  • ¡Guau!, como me gustaría haberte hecho yo esa paja y luego beberme toda tu leche, debe estar riquísima. ¡Es mucho más espesa que la de Leandro!

  • Ahora le toca a Leandro , dijo Juanma señalando a la cámara como si me estuviese señalando a mí.

Sandra se volvió a sentar y poniéndose de lado para que nuestro invitado no se perdiese ni un detalle, me cogió la polla y se la metió en la boca.

  • ¿Te gusta como lo hago?

  • ¡Mucho!, contestó Juanma.

  • Al igual que con tu coño, ¿por qué no me describes como lo haces?, ¿que sientes al chupársela?

¡Joder, pensé, ya me va a jorobar la mamada! ¡Si yo lo que quiero es correrme cuanto antes, que tengo un tremendo dolor de huevos de lo duros que están!

  • ¡Vale!, dijo sacándosela de la boca, pero sin parar de meneármela.

  • La verdad es que me encanta comerme su polla…

  • Y según dice Leandro…, tengo una buena boca para ello.

  • ¡Me gusta sentir su piel suave y su capullo caliente en mi boca!

Y cuando dijo esto de nuevo se la metió en la boca chupándomela con más ganas que antes. Después de unas cuantas mamadas noté que otra vez se iba a salir para hablar con él, pero esta vez no la dejé, la cogí del pelo para que no se escapase y empecé a follarle la boca como si fuese un delicioso coño.

Sandra se dio cuenta de mi actuación y levantando un poco la cara me miró de reojo y me guiño un ojo. Así estuvimos hasta que ella me quitó la mano de su pelo.

  • ¿Me dejas hacerlo a mí, cariño?, me dijo con cierto tono sarcástico como si le hubiese hecho daño en el pelo.

Yo no dije nada y Juanma sonrió al ver cómo le gustaba a Sandra llevar la batuta.

  • ¡Dime cuando te vas a correr, quiero que él vea tu leche sobre mis tetas!

¡Ya veremos!, pensé mientras que mi boca le decía que sí. ¡Qué cabrón soy!, pero que le voy a hacer, todo dependía del momento, ¿para qué adelantar acontecimientos?

Se la metió en la boca y esta vez empezó a pajearme mientras chupaba mi capullo, aquello era síntoma claro de que me correría en menos de “ná”.

¡Y así fue!, en menos de “ná” me empecé a correr en su boca. Justo cuando solté el primer chorro de leche en su boca, le dije que me iba a correr. (Quizás la avisé un poco tarde ¿no?)

Al notar mi primer chorro en su boca, automáticamente se la sacó de la boca y siguió meneándomela con todas sus ganas, apretando con mucha fuerza mi capullo que siguió soltando chorros, uno sobre su cara y otro bien grande sobre sus tetas.

  • ¡Joder!, ¡estabas cargadito, cariño!, dijo Sandra.

Mis piernas temblaban pero a ella le importó poco. Siguió meneándomela más lentamente hasta que perdió toda su dureza y se me quedó hecha una ruina. Mientras seguía masajeándomela, miraba a la pantalla relamiéndose los labios y con su mano libre recogía los restos de mi corrida y se los llevaba sensualmente hasta la punta de su lengua para después tragárselos.

  • ¡Me has puesto perdida!, dijo soltando mi rabo y sentándose un poco más cómoda en el sillón frente al ordenador con la intención de seguir hablando con Juanma.

Después de aquello los tres nos pedimos unos minutos para poder ir al baño antes de continuar charlando. Y despidiéndonos momentáneamente, nos fuimos a mear.

Aunque yo ya sabía la respuesta, quería preguntársela a ella, quería escucharlo de sus labios, así que en el pasillo, antes de entrar cada uno en un cuarto de baño, le pregunté que como lo llevaba y qué la parecía Juanma.

  • ¡Un sueño, mi vida!, ¡estoy loca por decirle la fecha para nuestro encuentro!, ¿te parece bien?

Su voz mostraba signos de alegría, estaba totalmente eufórica. Me alegraba muchísimo verla así, con tantas ganas de hacer realidad nuestro primer encuentro.

  • Recuerda las enseñanzas de Cristina, sólo será follar con él, le comenté al verla tan sumamente espitosa.

  • ¿Y quién te ha dicho a ti que yo quiero otra cosa? , me dijo muy seria mirándome a la cara. ¡Sólo quiero follar y que estas dos pollas me follen bien follada! , terminó diciendo mientras me agarraba de la polla con fuerza.

Aquella respuesta me dejó más feliz que unas castañuelas. Creo que por fin había entendido la verdadera razón del sexo fuera de la pareja, el sexo sin amor no es malo, es una diversión. Me agarré a su cuello y empecé a besarla.

  • ¡Vamos!, ¡date prisa que este hombre está esperando! , me dijo separándose de mí y entrando en el baño.

No pasaron ni cuatro minutos cuando ya estábamos los tres de vuelta. Ahora, todos mucho más relajados, empezamos a hablar. Allí estábamos los tres, completamente desnudos y sin ningún tipo de vergüenza por parte de ninguno. El primer paso, el más importante esta dado, me dije.

Seguimos un buen rato charlando, conociéndonos y entrando profundamente en temas sexuales. Así pasaron casi tres horas hasta que Sandra se decidió y le dijo que podíamos quedar, pero que por culpa de mi viaje y del trabajo, la fecha ya se la diríamos. Él por su parte nos dijo que perfecto, pero que también necesita conocer las fechas por motivos de trabajo. Y así sin más, quedamos en tomar unas copas y vernos cara a cara en el primer momento que pudiésemos los tres. Nos intercambiamos los móviles y quedamos en llamarnos.

Veinte minutos después, a eso de las una y pico de la mañana y cagándome en tó porque mañana, bueno, dentro de un rato, tendría que madrugar para irme a Madrid, estábamos en la cama sin poder dormir. De repente Sandra se dio media vuelta y acercándose a mis labios me dio un beso, el beso más bonito que jamás había recibido.

  • ¡Gracias, mi amor!, ¡soy muy feliz cómo soy!

Se dio media vuelta y dando un fuerte suspiro se echó a dormir.

JUEVES, 06 DE NOVIEMBRE DE 2008

Habían pasado sólo unas horas desde que nos despedimos de Juanma y desde entonces no habíamos comentado nada de lo ocurrido, entre otras cosas porque aquella mañana me levanté muy temprano, preparé mi maleta y como ya había dicho, me puse dirección a Madrid para la visita de inspección. Sandra se había levantado conmigo para prepararme un café pero al ser tan temprano, nuestros comentarios fueron más bien pocos, la verdad es que hasta que no nos despertábamos pasaba un buen rato.

Aunque en un principio me iba a ir por la tarde, luego pensé que sería mejor viajar por la mañana, así llegaría a buena hora para poder hablar con el comercial del Hotel y ver varías cosas antes de reunirme con el Cliente. Y así fue, a eso de la una de la tarde llegué al Hotel y subí a mi habitación para dejar la maleta y darme una ducha. Antes de nada llamé a Sandra para decirle que había llegado bien y que ya estaba en la Capital.

La conversación fue bastante corta. Sandra aún estaba en la oficina y por lo ajetreado de su voz pude notar que estaba liada (Eso, o follando con Juanma. ¡No!, yo creo que currando), así que no quise molestar mucho. Le dije que había llegado bien y poco más.

Después de la ducha bajé a recepción para preguntar por el comercial y me dijeron que volvería sobre las cinco, así que tenía varias horas libres hasta que llegase la hora. Salí del Hotel y me dispuse a buscar un sitio dónde picar algo.

La verdad es que, qué lento pasa el tiempo cuando uno está sólo. Había hecho un millón de cosas y aún eran solo las tres, así que para matar el tiempo me subí a la habitación para tumbarme un rato y ver un poco de televisión.

Me estaba quedando dormido cuando sonó mi teléfono móvil, era Sandra. Ahora si se explayó un poco más, estuvimos hablando casi una hora pero de trabajo, es decir, nada relativo a nuestra intimidad. De repente miré el reloj y ya eran casi las cinco, así que le dije que me tenía que marchar y que volvería a llamarla luego para darle las buenas noches.

La tarde pasó sin mucha historia, quince minutos con el comercial, un par de visitas a los salones y a eso de las diez ya estaba yo en la habitación, cenado y aburrido. Llamé a Sandra y charlamos un ratillo cómo dos enamorados. Tras colgar, el cansancio del viaje y no saber que me esperaba mañana hicieron que antes de las doce me hubiese quedado dormido.

VIERNES, 07 DE NOVIEMBRE DE 2008 (TARDE)

Durante todo el día estuve de un lado para otro viendo salones de Hotel, restaurantes y clubes de playa (¡Qué ironía!, ¡clubes de playa en Madrid!) Pero a lo que iba, ¡estaba hasta los mismísimos cojones de aquel cliente! y para colmo me dijo que quería ir el sábado por la mañana a ver el Palacio de Congresos para la reunión del último día. La verdad es que el trabajo parecía ser bastante prometedor, sobre todo en lo que dinero se trataba. Iban a ser cuatro días de reuniones en febrero del próximo año pero de momento ya me había jodido la vuelta, así que sobre la marcha tuve que cambiar de planes ya que yo esperaba poder irme esa misma tarde y darle una sorpresa a Sandra llegando de madrugada. (Igual la pillaba calentita y le daba una buena ración de morcilla de Burgos, ¡qué sé que le gusta muchísimo!).

A eso de tres de la tarde, cuando paramos para comer algo, llamé a Sandra para saber algo de ella. Cuando empezamos a charlar noté que Sandra tenía la voz un poco apagada.

¿Qué te pasa, Vida?, tienes la voz muy triste.

Es que he recibido un mail de Juanma diciéndonos que por unos problemillas familiares se tiene que ir a su pueblo unos días y que no podremos quedar hasta primeros de diciembre, me dijo realmente aburrida.

¡Bueno!, ¡no te preocupes! Yo creo que es lo mejor, una fecha en la que los tres estemos libres, ¿no?

¡Ya!, pero es que ya me había hecho a la idea de conocerle…

Un mes pasa rápido, Vida, ¡verás cómo sí!

Creo que aquel argumento la hizo quedarse un poco más convencida, pero no del todo.

¡Ahora te tengo que dejar, cielo! Luego a la noche te llamo y hablamos más tiempo, ¿te parece?

¡Vale!, me volvió a contestar con el mismo tono de voz apenado.

¡Un besito, Vidita!

¡Un besito, mi amor!

Desde dónde me encontraba y a medias de una reunión, de momento me era difícil poder consolarla más.

VIERNES, 07 DE NOVIEMBRE DE 2008 (NOCHE)

Sobre las diez de la noche, después de que me pude quitar al Cliente de encima, llegué a la habitación y volví a marcar el número de Sandra para charlar un ratito con ella y seguir con la conversación que se nos quedó a medias aquella tarde. Ahora la voz de Sandra era totalmente diferente, una voz mucho más contenta que la del medio día.

¡Vaya!, ¡parece que algo ha cambiado!, ¿qué ha sido?

Bueno, es que a eso de las cinco de la tarde he recibido una llamada de Juanma para pedirnos perdón por el retraso.

¡Anda, mira qué bien!, ¿y de qué habéis hablado?

Pues en principio eso, me ha pedido perdón, me ha dicho que lo sentía mucho y todo eso…

Y poco a poco nos hemos liado a charlar y nos hemos reído mucho.

Eso me gusta. Reírse es muy bueno, le dije alegrándome del cambio de humor tan radical.

¡Bueno, reído y algo más! , me contestó.

¿Cómo algo más?, ¡explícame!, le contesté sin entender muy bien de qué iba la cosa.

¡Tranquilízate!, ¡no ha pasado nada malo!, sólo eso, que he estado hablando con él…

Pero me gustaría contártelo todo más tranquilamente cuando vuelvas.

¿Por qué esperar tanto?, ¡dime que te ha pasado! ¿Es algo que yo no deba saber o qué?, le pregunté bastante extrañado por su secretismo.

¡Pues claro que sí, cariño!, ¡claro que lo debes saber!Pero como te he dicho, me gustaría contártelo en persona…

Además cómo siempre me dices que si hago algo cuando tu no estés que lo grabe en video, pues eso he hecho, ¡lo he grabado para ti!

Si se hubiese acostado con él me lo hubiese dicho, ¡seguro!, así que por esa parte estaba tranquilo, pero su insistencia en no contármelo me dejaba un poco de duda sobre lo que podría haber ocurrido aquella tarde en mi casa mientras yo estaba corriendo por las calles de Madrid.

¿Te has acostado con él?, ¡dime!, ¿te lo has follado?, pregunté totalmente asustado por su respuesta.

¿Crees que yo sería capaz de acostarme con otro sin estar tú delante?, ¿piensas eso de mí?, me contestó con cierto tono de reproche.

¡No, mujer!, ¡claro que no!, pero cómo me lo estás contando de una forma tan misteriosa, pues ¿qué quieres que piense?

¡Estate tranquilo, verás cómo te gusta cuando lo veas!

¿Pero no me vas a dar ni una pistita?, continúe insistiendo haber si por lo menos me decía alguna cosa.

¡Cuando estés en casa te lo cuento todo y lo vemos!, ¿vale?…

¿Si sigo insistiendo me vas a decir algo?

¡No!, respondió de forma tajante.

Ahora dime, ¿a qué hora llegas mañana? , siguió hablando cambiando totalmente de tema.

Sin dejar de pensar en el video y en lo que habría grabado en él, le dije que intentaría salir sobre las cuatro, así que hasta por lo menos las diez de la noche, no llegaría a casa.

¡Estupendo!, me contestó. Así me dará tiempo a tenerlo todo listo para cuando llegues.

La conversación siguió durante otro buen rato, pero ahora, de la forma más natural posible, Sandra me hablaba del trabajo y de cómo habían solucionado un par de problemas que se habían planteado durante la mañana en la oficina y sin hacer ni el más mínimo comentario a lo ocurrido. Yo lo que quería era saber que había en aquel video y que coño habían hecho, pero por más que insistí no soltó ni una sola palabra, así que después de casi media hora de charla me dijo que se iba a duchar y a cenar algo. Le dije que yo iba a hacer lo mismo, pero antes de despedirme volví a insistir sobre el video.

¿De verdad que no me vas a contar que ha pasado esta tarde entre tú y Juanma?

¡Sin prisas, mi amor!, ¡ya lo verás! , me contestó enviándome un beso antes de cortar la llamada.

Tras colgar me quedé un buen rato tumbado en la cama pensando en la llamada y en el video, hasta que resignándome a esperar a estar de vuelta en casa y enterarme de todo, me levanté y bajé a la calle a cenar.

SABADO, 08 DE NOVIEMBRE DE 2008 (MAÑANA)

Desde primera hora del día hasta las cinco de la tarde estuve otra vez con el Cliente de un lado para otro. Al ver que se me iba a hacer muy tarde para el viaje de vuelta, durante la comida subí a la habitación, cogí todas mis cosas y las metí en el coche, no quería perder ni un sólo minuto de más, tenía algo muy importante que ver junto a Sandra en cuanto llegase a casa.

Y así fue, a las cinco y diez dejé al Cliente en la puerta del Hotel y tras varias promesas de enviarle el presupuesto el martes a primera hora sin falta, me monté en el coche. Acelerando a fondo, puse dirección a mi casita dónde me esperaba mi adorada y caliente esposa con un secreto muy bien guardado.

SABADO, 08 DE NOVIEMBRE DE 2008 (TARDE)

El teléfono volvió a sonar a eso de las siete, puse el manos libres y contesté.

Era Jesús, ¡joder, Jesús!, hacía bastante tiempo que no hablaba con él.

Enseguida me vino a la cabeza aquel video de su mujer con el otro chico mientras él grababa y me acordé de que aún no lo había visto con Sandra. De repente me vino otra idea, esta noche después de su video, le contaría la verdad sobre lo que ocurrió aquel día y sobre lo que de verdad hablamos y luego, si ella quería, veríamos el video de Jesús y Laura con su amiguito ¿Roberto? Ahora no creo que le importase a Sandra saber que a Laura también le iba el rollo de los tríos.

Pero no, en cuanto empecé a hablar con Jesús, se me cayeron al suelo los palos del sombrajo. ¿Os acordáis de que quedé con Jesús para ver un partido de futbol un día?, ¡pues eso!, que aquel día había llegado y que la cagué cuando se lo dije.

Durante un rato me estuvo contando su vida para terminar diciéndome que se había peleado con su mujer no sé por qué tontería. ¡Cómo siempre!, pensé al escucharlo. Su mujer estaría cómo un queso y sería una cachonda sin igual, pero también era una gilipollas de campeonato. Pero bueno, al final me dijo qué si no me importaba que fuese esa noche a casa a ver el futbol. ¡Joder!, ¿que le iba a decir?, pues que sí, ¡con la amistad que nos unía no podía negarle que viniese a casa! Así que resignándome a posponer de nuevo mi noche de videos porno y posterior follada con Sandra, le dije dónde estaba y que llegaría sobre las once más o menos.

El partido empieza a las diez, ¿te importa si me voy un poco antes y empiezo a verlo con Sandra?

En ese momento me dio un vuelco el corazón. Ni él sabía lo que yo le había contado a Sandra y Sandra no sabía la verdad sobre lo que yo había hablado con él. ¿Qué pasaría si entre ellos saltaba aquella rara conversación sin que yo estuviese delante?

¡Vale!, le dije un poco asustado.

Hablo con Sandra y si no te llamo de vuelta, nos vemos luego en casa.

Yo llevo el vino y tu pones el papeo, ¿vale?

¡Vale!, ¡venga!, ¡hasta luego!, dije antes de colgar el teléfono.

¡Maldita sea mi sangre!, ¿cuándo aprenderé a decir que no? ¡Valiente carajote estoy hecho!, al final se me había jodido el plan y lo que yo pensaba que iba a ser una noche de fiestón desenfrenado, acabaría en una borrachera futbolera y si no me equivocaba, de llantina con Jesús por lo de Laura o con mi mujer por lo de Jesús y mis mentirillas con Sandra. Lo dicho, hiciese lo que hiciese, al final me tocaría dormir calentito pero no de la forma que yo deseaba.

Resignado a mi mala suerte, paré en Valdepeñas para tomar un café y llamar a Sandra para contarle lo que acababa de hablar con Jesús. Ella, igual de resignada que yo, aceptó el marrón de la mejor manera que sabía.

¡Bueno, que le vamos a hacer!, ya dejaremos lo del video para otro día

¡Por cierto!, ¡ni se te ocurra sacar el tema que hablamos sobre él y tus curvas!

¿Qué te crees, que soy tonta o qué?, respondió Sandra a mi sugerencia.

¡No!, ¡ni muchos menos!, pero ya sabes cómo es Jesús, le terminé diciendo un poco más tranquilo.

De todas formas, aunque estéis solos hasta que yo llegue, no te comportes raro con él. Recuerda que él no sabe que tú lo sabes todo, dije de nuevo liando la cosa un poco más por si ya no estaba bien liada.

Lo trataré cómo siempre lo he tratado y ya está…Pero eso sí, como me insinúe algo le pego una “patá” en los huevos que se los reviento.

¡Ahí, muy bien!, tu siempre igual de delicada. No hagas caso a lo que te conté y ya está.  Si al fin y al cabo aquello fue un calentón de Jesús, nada más. ¡Olvídalo que él seguro que ni se acuerda!

¡Bueno!, ya veremos.

Lo de que estuviesen los dos solos en casa, aun sabiendo lo puterillo que era Jesús, no me preocupaba demasiado. Me preocupaba más la reacción de Sandra después de haberle dicho aquella mentirilla de que me gustaría que se lo tirase y que se enterase de la verdad sin que yo estuviese delante.

Pero pensándolo bien, sabía perfectamente que aquello no sería un problema. Alguna vez que otra había notado que Jesús miraba el culo a Sandra cuando creía que nadie lo veía, pero, como ya he comentado, él nos tenía muchísimo respeto y nunca se atrevería a hacer nada raro. Es más, si él supiera que yo me había dado cuenta de que la miraba, se le hubiese caído la cara de vergüenza, entre otras cosas por la gran confianza que nos unía y mucha más desde que me contó lo de su mujer y me regaló aquel DVD. Y por parte de Sandra también estaba tranquilo, estaba totalmente seguro de que ella no sacaría el tema por su cuenta y mucho menos que haría nada por provocarlo aun sabiendo lo que sabía.

De repente y para cambiar de tema, no sé por qué, de mi boca salieron unas palabras que no quería decir.

¡Joder, cari!, desde esta mañana, tengo un dolor de espaldas tremendo. En cuanto llegue a casa me tengo que tomar un par de pastillones para que se me pase el dolor.

¿No sé por qué dije aquello?, ¡no era verdad! ¿Acaso mi mente iba más rápida que yo y ya iba preparando el siguiente plan? Creo que sí, porque nada más decirlo, ya tenía el plan preparado en mi cabeza.

¡Jo!, ¿tanto te duele la espaldita como para no follar hoy?, preguntó Sandra con penita por mi espalda.

¡Y un huevo por mi espalda!, ella estaba dolida porque si yo estaba mal, ella se iba a quedar a dos velas y sin poder apagar su ardor uterino con un buen pepino, ¡que cojones!

En aquel preciso momento que escuché aquella cariñosa indirecta, me decidí a llevar a cabo una retorcida idea que tenía en mente hacía mucho tiempo y que se me ocurrió el día que le estuve enseñando por primera vez a Sandra las fotos de Juanma y de los otros candidatos.

Copio la idea para el que no la recuerde. Ocurrió el pasado dieciocho de octubre a eso de las once de la mañana, justo antes de que llegase su querida familia. “Aquella mañana, después de verla como se había puesto, me vino a la cabeza otra idea, algo para poder quitarme mis posibles celos y verla delante de otra persona completamente desnuda”.

¡No te preocupes, Cariño!, en cuanto pueda, haré todo lo posible por calmar tus ardores, le respondí dándole a entender que la iba a poner mirando a Cuenca cuando la pillase por banda.

¡A ver si es verdad!

Y tras despedirnos, no sin antes darnos unos cuantos besitos telefónicos, colgué y me puse a pensar.

Hoy con un poco de suerte, mi fingido dolor de espaldas, el alcohol que beberían Jesús y Sandra durante el partido, el calentón que tenía Sandra, mi retorcido cerebro y un par de cosas más que ya tenía en mente, me ayudarían a llevar a cabo mi maquiavélico proyecto.

Tras terminar de tomarme el café y estando dónde estaba, aunque Jesús me había dicho que él llevaría el vino, no pude resistirme y compré cuatro botellas de Valdepeñas para animar el partido de futbol o lo que hiciera falta. Yo sé perfectamente que Sandra era y es más de cervecitas pero no le hace ascos a un buen vinito tinto, así que seguro que esa noche caerían las cuatro botellas mías y las que llevase mi coleguita.

El resto del viaje lo hice bastante nervioso maquinando mi estrategia para que todo saliese a la perfección.