Solo era el principio (17) El archivo de vídeo...

Simplemente quiero contar una bonita historia de sexo, pasión y amor. Si os gusta lo que voy escribiendo, seguiré publicando más y más capitulos de esta larga, tórrida e increible historia. Vuestros comentarios e inquietudes a nuestro mail, por favor.

CAPITULO 17

El archivo de vídeo…

SABADO 11 DE OCTUBRE DE 2008 (NOCHE)

A eso de las siete y pico de la tarde me desperté y me preparé un café intentando no hacer mucho ruido ya que Sandra aún estaba durmiendo. No me extrañó ni una “mijita”, después de la paliza que nos habíamos pegado reestrenando mi cámara, ¡normal!

Mientras me tomaba el café me senté en el ordenador para ver mi deseado correo, pero nada. ¡Nada de nada! Me estaba empezando a convencer de que aquella idea no había sido muy buena. La gente pone mensajes jugando con las ilusiones de los demás pero luego no les hacen ni puto caso, ¡qué cabrones! Así que para aguantar mi frustración me fui directamente a la ducha, necesitaba un poco de agua sobre mi cabeza para aclarar ideas.

Estando en la ducha oí abrir la puerta del baño. Era Sandra. (¡Joder!, si llega a ser Fernando Alonso, ¡me cago!)

  • ¡Hola, mi amor!, ¡me estoy meando viva! , me dijo al entrar pero empujando las cortinas contra mi cuerpo con toda la mala leche de darme con ellas en la espalda.

  • ¡Eh!, ¡ten cuidado que hace frío, joder!, le dije con un mosqueo del quince y retirándome las heladas cortinas del lomo.

  • ¡No aguantas ni una broma, cojones!, ¡hay que ver cómo eres!, me dijo bastante malhumorada.

  • ¡Joder!, es que no me hace ni puta gracia que me des con la cortina fría en la espalda.

  • ¡Sí, sí!, ¡lo que tu digas!

  • ¿A ti te haría gracia que te lo hiciesen?, le contesté manteniendo mi mala leche.

  • ¡Cállate ya, “joío vaina”!, dijo entre dientes pero consiguiendo que yo lo oyese perfectamente.

Y dejando pasar sus palabras para no ir a más, ni contesté, sólo me dediqué a echarme agüita calentita por la espalda para combatir la frialdad.

Ella al ver que no le hacía ni caso, se sentó en la taza y empezó a mear. Yo pude verla perfectamente ya que por aquella época, nuestras cortinas del baño eran transparentes y con pececitos, ¡un caprichito de Sandra! Al escuchar de nuevo cómo el fuerte chorro de pipi chocaba contra la taza, se me pasó el rebote al instante.

  • ¿Quieres que vaya a por la cámara?, le dije en broma rememorando viejos recuerdos y pretendiendo olvidar su pequeña payasada.

  • ¡Tú estás tonto! ¡Anda, déjame en paz, que ahora, si no te importa, quiero mear tranquila!, me dijo, ahora realmente enfadada mezclándolo con el arisco tono que suele tener recién despertada.

De esto de los cabreos de recién despertada ya os he hablado varias veces, pero quizás en algún momento de la historia os contaré más cosas. No siempre se levanta mosqueada, ¡os lo prometo!

Aun recuerdo una mañana que se despertó con un cruasán en la boca…, Pero bueno, eso es otra caliente y excitante parte de nuestra historia que ya os contaré más adelante. Ahora a lo que vamos.

¿A qué venía aquel cabreo tan grande de repente?

  • ¡No aguantas ni una broma!, ¡hay que ver cómo eres!, terminé diciendo usando las mismas palabras que hacía unos segundos ella me había soltado.

Cómo era de esperar, no me contestó. ¡Mejor así!

¡Ya se le pasará el mal genio!, me dije a mi mismo intentando entender el porqué de su berrinche si realmente el damnificado había sido yo.

Después de aquello no volvimos a decir mucho más, simplemente terminé de ducharme, luego se duchó ella y tras un par de cositas más que tenía que hacer sin falta, nos dieron las diez de la noche.

Cómo epílogo a aquel agradable sábado de locuras y tras el pequeño guirigay del baño que terminó en medio bronca y que encima había conseguido que Sandra no me hubiese hablado prácticamente nada en las dos últimas horas, nos dispusimos a cenar algo y a pasar otra aburrida noche de sábado sentados en el sofá viendo en la tele algún programa de mala muerte. ¡Tampoco creo que el cabreo fuese para tanto como para estar tan enfadada!, ¡yo no le había dicho nada malo!

Terminados de cenar, un par de sándwiches de jamón y queso al microondas acompañados con una patatas de paquete, me levanté y recogí la mesa. A la vuelta, Sandra me dio una gran alegría demostrándome que realmente no estaba tan enfadada o que por lo menos, estaba haciendo algo por corregirlo con una genial idea.

  • ¿Quieres ver lo que hemos grabado esta tarde?, me soltó de forma pícara acompañándolo con una sonrisa que yo creo era un pelín forzada.

Mi primera reacción fue mirar alrededor buscando la cámara oculta. ¡Jamás, jamás, jamás, jamás de los jamases hubiera esperado aquella propuesta por parte de Sandra y mucho menos en aquel momento!

  • ¡Vale!, le contesté rápidamente sin dejar que pensara dos veces en lo que me había propuesto.

Aquellas palabras, después de las dos horitas que me había hecho pasar me sonaron a música celestial. Cómo he dicho, jamás pensé que fuese ella la que me pidiese ver lo que habíamos grabado y muchísimo menos aquella tarde. Ella nunca había querido verse en video y mucho menos desnuda y follando.

  • ¡Pero con una condición!…

¡Ya decía yo!, ¡todo parecía muy bonito!

  • ¡No vale meterse mano! Hay que verla entera y luego ya veremos qué pasa, ¿vale?, me sugirió.
  • ¡Vale!, le contesté otra vez totalmente seguro de que aquella idea suya iba a ser cómo otras veces.

Me iba a poner cachondo cómo un toro y luego, cómo venganza por lo de esta tarde, me iba a dejar a dos velas.

  • ¡Vaya!, cada vez que hacemos algo, ya sea hablar o ver la tele, tengo que estar calladito y sin tocarte, ¡que rollo!

  • ¡No empieces con tus tonterías y vamos, pon la película!, me dijo demostrándome, por primera vez esa tarde, un poco de buen humor.

Y dando un salto del sofá, me dispuse a toda mecha a preparar el asunto. Volví a conectar los cables de la cámara de video a la televisión, puse la primera cinta, la rebobiné y le di al play.

Cómo ella había dispuesto al principio, estuvimos viéndola sin prácticamente hablar, sólo algún comentario que otro cuando algo gracioso ocurría consiguiendo que poco a poco, el mosqueo de esta tarde fuese sólo un mal recuerdo.

He de decir que la calidad de la grabación y de las tomas era bastante mala, pero para ser la primera vez que lo hacíamos de esa forma, era pasable. ¡Habría que mejorar las técnicas de grabación para futuras películas!

Mientras la veíamos, Sandra se había apoyado sobre mi hombro y había puesto las piernas sobre la mesita. Yo, a pesar de estar más salido que el pico de una mesa con lo que estábamos viendo, me había frenado bastante bien con tal de hacerle caso y no volver a enfadarla. Pero ella, que parecía como si me estuviese buscando las cosquillas desde esta tarde, con la mano que estaba más cerca de mí, empezó a tocarme el rabo por encima del pantalón del pijama saltándose ella misma sus propias reglas. Yo, cómo comprenderéis, la dejé que se las saltase. ¡Tampoco había que ser tan cabrón!, ¿no?

Después de una hora y pico de estar reprimiendo mis deseos y de aguantar los calientes sobeteos de mi querida mujer sobre mi erecto chupete, la primera cinta llegó a su fin.

  • ¡Ahora pon la segunda que quiero verla!, me dijo separándose de mí y de mi rabo, para dejarme ir a ponerla.

Sin perder tiempo, metí mi mano en el pantalón del pijama para recolocarme el badajo un poquillo, puse la película y volvimos a la posición inicial que mantuvimos durante casi otra hora más.

Yo, irremediablemente me había puesto cómo una moto después de haber visto todo aquello. El ver cómo Sandra se comía aquellos rabos de plástico o de madera con su coño, cómo me meneaba la polla y me follaba el culo o verla comerse mi corrida del suelo era impresionante. Pero lo que más malito me puso fue recordar con imágenes cómo caía aquel liquido amarillento y caliente desde su coño hasta mi mano.

Por el sobeo que Sandra me estaba dando en la polla también pude comprobar que ella estaba cachonda otra vez. Le estaba gustando lo que estábamos viendo y ahora, con la mano que no estaba sobando mi rabo, se había empezado a tocar por encima de su pijama.

  • ¡Cari, estoy muy cachonda!… ¡Fóllame!, ¡quiero correrme! , me dijo mirándome a los ojos y apretando el bulto de mi pijama.

Ni que decir tiene que ni contesté. No cabía respuesta ante tal sugerencia. Me levanté del sofá, apagué la tele y portándome cómo un caballero, le ofrecí mi mano para que se levantase y me acompañase hasta el dormitorio.

Cuando llegamos, con sumo cuidado la senté en el borde de la cama y cómo un señor, dejé caer mi pantalón del pijama ofreciéndole mi erecto pene para que lo degustase cómo realmente se merecía una educada y virginal doncella. Sandra, comportándose cómo lo que era, una señora de ideales conservadores y espirituales, es decir, de misa todos los domingos a las doce, de una forma realmente moderada empezó a degustar el dulce sabor de mi miembro viril intentando en todo momento que no se le notase el ansía que su ardor uterino le solicitaba. En aquel momento, toda su moralidad y ética la estaba usando para elevar mi sensualidad a límites insospechados.

¡Venga, vale!, traduzco: La cogí del brazo, me la llevé a la cama, me bajé el pantalón y dejando al aire mí cipote, automáticamente se tiró en plancha con sus labios para ponerla cómo una estaca. ¡Vamos, lo que se suele decir, grande y dura, lista para partir almendras!

Me la chupaba de maravilla, se había convertido en una come pollas de primera categoría y mi rabo se lo agradecía enormemente.

Cuando Sandra creyó que ya estaba lista, se tendió en la cama abriendo las piernas todo lo que pudo, que no era poco y se agarró por detrás de los muslos para dejar la entrada libre de cualquier obstáculo. Al verla así me puse de rodillas delante de ella y me paré a contemplar aquel lindo regalo que dios o no sé quién, me había dado.

  • ¡Vamos, fóllame ya!, me dijo con un fuerte grito y sacando a la Choni poligonera que llevaba dentro.

Se ve que no estaba para tonterías y quería entrar a matar cuanto antes.

No me hice de rogar y de una sola vez me dejé caer sobre ella, llenándole el chocho de carne en barra y empezando a moverlo cómo a ella le gustaba.

A pesar de haberme corrido esta mañana, a los pocos minutos de estar follándome su dulce y apetitoso higuito, noté que me iba a correr y también pude notar que no era yo el único que se iba a correr en breve.

  • ¿Quieres que me corra?, me preguntó con voz entrecortada y nerviosa.

  • ¡Sí!, le dije, ¡yo también me voy a correr!, ¿dónde quieres que me corra?

Normalmente ella me decía que dónde yo quisiera, pero hoy lo tenía bastante claro.

  • ¡En mi coño, vida!, ¡córrete en mi coño!, ¡llénamelo de leche! , me dijo de forma entrecortada mientras daba fuertes gemidos demostrando que se estaba corriendo.

Al ver que ella se estaba corriendo, otra vez antes que yo, aumenté la velocidad de mis empujones para poder correrme con ella. Aunque si digo la verdad, no hubiera hecho falta correr ya que los músculos de su coño se contraían y parecía que me estaba dando una mamada de las mejores, cosa que hizo que me fuese dentro de ella en un santiamén.

Tras la corrida me dejé caer sobre ella sin sacarla. Estaba tan a gusto que mis ojos se empezaban a cerrar. Pero antes, sacando fuerzas de mi cansancio le hice la pregunta del millón, aunque ya sabía de antemano la respuesta.

  • ¿Te ha gustado?

  • ¡No ha estado malamente del todo! , me contestó otra vez lo mismo que antes con una pequeña sonrisa irónica.

Me bajé de su cuerpo dando un pequeño gemido de pena por sacar del interior de su coño lo que quedaba de mi adorada polla y me puse a su lado en la cama. Me acerqué a ella y nos abrazamos con fuerza. Nuestra respiración aún era un poco más fuerte de lo normal.

  • ¿Por qué no hemos hecho todas estas cosas antes? , me preguntó.

  • ¿No sé?, ¿tal vez porque tú no te decidías?, le respondí con un tonillo de voz un cierto sarcástico.

  • ¿Tú crees que podemos ganar el tiempo perdido? , me volvió a preguntar con una entonación bastante infantil.

Aquella pregunta se había repetido varias veces últimamente en nuestras conversaciones, ¿realmente lo decía de verdad?

  • ¡Claro que sí!, le respondí con una amplia sonrisa en mis labios producida por el sentimiento de creer que algo iba a cambiar nuestras vidas.

Y sin hablar nada más, apagué la luz y abrazados el uno al otro, nos quedamos dormidos.

DOMINGO 12 DE OCTUBRE DE 2008 (MAÑANA)

A la mañana siguiente, como de costumbre, me levanté temprano y me fui directo al ordenador. Abrí el correo y allí estaba, por fin, mi más codiciado deseo, por fin tenía respuestas a mis plegarias.

No sé si fue casualidad o porque la página web de contactos repartía el correo sólo una vez a la semana, pero habían contestado los cuatro. Sin perder tiempo los abrí y lei uno tras otro detenidamente. La primera impresión fue muy buena y me parecieron bastante serios. Los cuatro correos venían con sus correspondientes fotos. (Por cierto, ¡que miedito me dieron nada más verlos!)

Tras echarles un vistazo rápido, guardé las fotos en una carpeta y con bastante nerviosismo comencé a leer los e-mails.

CHICO ANDALUZ.

Buenas, soy Ángel y creo que encajo con vosotros, ¿quedamos?

Os mando una foto para que me vayáis conociendo, soy moreno, atlético, ojos verdes, 1,80 y muy educado y sano.

Vivo y muero por el sexo, es unas de mis pasiones y la disfruto ¡a tope!

Me encantaría vivir esta experiencia con una pareja libre y sana como vosotros.

Por favor, no dudéis en escribirme si queréis pasar una noche de fábula.

Por cierto, me ha gustado mucho la foto de tu chica y me encantan sus ¡tetitas!

!!!Muacs!!!

usameatugusto@aol.com

DOTADO MIRON PARA VEROS O SI ME DEJAIS, ALGO MÁS

¡Hola!, mi nombre es Juanma y creo que soy lo que buscáis.

Me gustan los juegos tipo ‘las prendas’ y me da mucho morbo irnos desnudando poco a poco. Me gusta chupar (a los dos) mientras el otro nos mira. Claro, también me gusta que me chupen y como a vosotros, me gusta todo lo que se hace antes que la penetración en sí misma.

Tengo 37 años, 1’70, dicen que guapo y como vosotros, algún michelín que otro.

Mi polla mide sólo 12 cms cuando esta agachadita, pero cuando crece, os prometo que llega a los 20 centímetros. (Os envió foto).

Si lo que queréis es jugar, podéis jugar, yo mientras puedo mirar y menearme la polla hasta correrme, eso sí, si me dejáis correrme sobre las tetas de ella, os lo agradeceré muchísimo.

Si quieres también te la puedo chupar a ti, a medias con ella.

Soy buena gente. Tengo casa. Sólo pido buen rollito y respeto, ¿os apetece?

Por cierto, el tema de la discreción también es muy importante para mí.

Un beso

Juanma4ever@hotmail.com

SOLITARIO.

¡Hola pareja!

Me llamo José y estoy interesado en vuestra propuesta.

No sé si ya habéis encontrado lo que buscáis pero lo que yo busco es a vosotros, una pareja con la que poder iniciarnos juntos, me encantaría contactar con vosotros.

Sobre el papel no sé qué puedo escribir para destacar sobre los demás, pero creo que nos llevaríamos bien, así que ahí va un poco de marketing:

Soy un niñito de 30 años, guapito, bien cuidado, educado, con mucho morbo y por si no lo sabíais, bisexual.

Por cierto, Sandra es increíble…chochito depilado y pechos espectaculares, es encantadora…

Contactar conmigo en xexo@hotmail.com y podemos intercambiar fotos y si nos gustamos, probar experiencias nuevas

CHICO BIX PARA CHICA O PAREJA.

Hola, yo, como vosotros, también soy novato y me apetece mucho el juego que proponéis.

Soy bisexual y ando buscando un trío precisamente para decantar mi orientación sexual. Por ahora, como he dicho, me considero bisexual, aunque he tenido éxito con ambos sexos.

Datos personales, Hombre de 33 años, Miembro circuncidado, no muy grande en estado de reposo, pero cuando se calienta, se me pone como una estaca de matar osos. Además soy muy velludo. Salvando las distancias, me han comparado con George Michael.

Aficiones al montañismo, Nudismo (sobre todo en playas), Cine, Teatro, Música, Literatura, Fotografía, Pintura, Ciencia (Física, Química, Matemáticas…), Psicología y Filosofía.

DATOS DE CONTACTO

Nombre: Ricardo.

Teléfono móvil: 62576584

e-mail: ravon33@gmail.com

Saludos, Ricardo.

Pd.: La cita tendría que ser en vuestra casa, ya que aún vivo con mis padres.

¡Vaya lío se me planteaba!, la verdad es que no me disgustaba ninguno.

Imprimí los cuatro correos y comencé a analizar detenidamente a cada uno.

¡Ángel, Juanma, José y Ricardo!

Menos Ángel, los otros tres tenían en común que eran bisexuales. Los cuatro alardeaban del tamaño de su polla, todos bastante educados al escribir, y según pude ver en las fotos, ninguno tenía mal cuerpo ni mentían sobre el tamaño de sus rabos, como hubiera dicho Sandra, ¡los cuatro estaban para hacerles un par de favores!

Les contesté en un corto email uno por uno y esperaría a ver cuál era la reacción.

¡Buenos días y gracias por tu respuesta!

Me debes dar dos o tres semanas para que yo pueda crear el ambiente que necesito.

Tus fotos son estupendas.

En cuanto sepa algo me pongo en contacto contigo.

Un saludo

Leandro

JUEVES 16 DE OCTUBRE DE 2008 (NOCHE)

Desde el pasado domingo era incapaz de pegar ojo pensando en las fotos de los cuatro candidatos y aquello me provocaba que con sólo rozarla me pusiese cachondo como una moto. Sólo pensar en la manera de hacer que se acostara con uno de aquellos hombres delante de mí y que ella aceptase me tenía desquiciado de los nervios.

Sé que me había prometido a mi mismo no decirle nada a Sandra de los emails y hacerlo todo como sorpresa. Y sé que también me había prometido no volver a decirle nada de lo del trío en algún tiempo, pero la excitación podía más que yo, además sabía que si dejaba pasar mucho tiempo sin comentarle nada de lo del trío se vendría abajo y tendría que empezar otra vez desde cero. En aquel momento no me veía capaz de aguantar mucho tiempo más el secreto de saber que tenía a los candidatos y que ella podía, como si fuese un buffet libre, elegir e incluso repetir o cambiar de plato si el primero no le había gustado. Mi cabeza no paraba de darle vueltas al asunto y ya tenía incluso a los pretendientes listos para ella, sólo faltaba un apretoncito más y mi fantasía sería una realidad.

Esa noche nos fuimos a la cama más o menos temprano y como otras tantas veces, comenzamos a hacer el amor. Al principio todo era bastante normal, es decir, un polvete de pareja como los de toda la vida, pero como ya he dicho, quise, por enésima vez, proponerle lo del trío. Así que cuando estábamos a medias de aquel placentero casquete, le dije que pensara que era otro hombre y no yo el que estaba dentro de ella. Enseguida pensé que me iba a decir que no, pero la verdad es que cuando me dijo sí, me quedé otra vez desencajado por su rápida aceptación a mi propuesta.

Al decirme que sí, directamente empecé a repetir aquel juego en el que yo le iba dando detalles de cómo sería acostarse con una segunda polla para ella mientras que mi mente iba a gran velocidad reproduciendo las imágenes en mi cabeza.

Pero justo a la mitad del juego me dio un bajón y se me llenó la cabeza de dudas. ¡No estaba realmente seguro de cómo iba a reaccionar al verla follando con otro hombre! En el fondo de mi corazón sentía que ese coñito, esos pechos, ese culito, ese pelo, esos ojos, ese cuello eran sólo míos y que no quería compartirlo con nadie. Por mucho morbo que me diese imaginarlo, verla penetrada por un hombre que no era yo me quemaba la sangre.

He de decir que mis dudas en aquel momento no eran por celos ni mucho menos, aquella indecisión era más bien por el instinto de proteger mi propiedad, ella era mía y nadie tenía derecho ni a rozarla. Pero a la par lo pensaba mejor y me decía, ¡yo no soy dueño de nadie!, creo que para auto convencerme de que quería hacer mi fantasía realidad. (He de decir que aquel día dudé bastante sobre mi bipolaridad).

La verdad es que realmente me gustaba la idea de verla gozar y recibir la leche de dos pollas en su cara, boca, tetas, y ¿por qué no?, en el interior de su coño.

Tras pensármelo bien llegué a una conclusión, lo volvería a intentar y si ella me seguía el juego sin forzarla, lo haríamos. Me encontraba totalmente decidido, al fin y al cabo sólo era sexo, el amor lo haríamos a solas en casa. Lo iba a hacer, ¡estaba decidido!, pero ahora buscaría mejores resultados, sin duda, que hasta hoy.

VIERNES 17 DE OCTUBRE DE 2008 (MAÑANA)

Por la mañana me levanté recordando mi incertidumbre de la pasada noche y al igual que anoche, me volví a prometer a mi mismo llevar el tema a cabo cuanto antes y eliminar mis tontos perjuicios para siempre.

Ahora más que nunca necesitaba ver a Sandra follada por dos pollas. Incluso para que todo fuese más rápido, pensé en invitar a algún amigo nuestro con el que tuviésemos confianza para realizar un trío, posiblemente a Jesús, pero automáticamente recordé las palabras de los dos sobre lo de hacerlo con algún conocido y los problemas que nos podría traer. Así que enfriando un poco la mente y otras cosas que no eran la mente, preferí esperar a uno de los chicos del contacto y no adelantar acontecimientos de mala manera.

Antes de marcharme al trabajo me acerqué al dormitorio para darle mi beso de despedida como todos los días, pero al verla sobre la cama, con una pierna por fuera de la manta me vino a la cabeza la idea de ponerla un poquito cachonda.

Me acerqué a la cama y metí mi mano por debajo del nórdico hasta encontrar su lugar más cálido. Con el calor que daba la dichosa manta, Sandra no tenía puesto pantalón de pijama y para mi deleite, tampoco tenía braguitas puestas, así que me fue bastante más fácil cumplir mi deseo. Comencé a tocar su chochito sin pelo, me mojé un dedo y se lo pasé por la rajita buscando su clítoris. Dormida como estaba, empezó a estirar las piernas abriéndome paso a su interior. Al cabo de unos segundos de estar tocándole los pechos y su chochito, abrió a los ojos y me miró.

  • ¡Qué jodío eres!, ¡me gustan más los besitos para despertarme!

  • ¡Si quieres, lo dejo!, le dije.

  • ¡No, ahora no!, ya que has empezado, termínalo.

  • Como comprenderás, ahora no me da la gana de quedarme así.

  • Pues lo siento mucho, mi vida… Te tendrás que quedar así hasta esta tarde que vuelva, ahora me tengo que ir a trabajar.

  • ¡Pero qué cabronazo eres!, me dijo tapándose la cabeza con la manta.

  • ¡No te enfades, chochete!, esta noche tendrás tu merecido.

  • Ahora quédate en la camita que fuera hace un frío del carajo, le dije destapándole la cabeza y dándole un beso en la frente como despedida.

Esta, aunque no lo parezca, también fue una de esas mañanas que se despertaba de buen humor. Como ya dije antes, ¡no siempre tiene mala hostia cuando se despabila!

Cuando llegué a la oficina me puse directamente con la facturación. Era viernes y tenía por costumbre cerrar la semana a primera hora del día, que luego se complicaba el asunto y me jodía echar horas los viernes por la tarde.

A eso de las doce, cuando más liado estaba, sonó mi teléfono móvil. ¡Era Jesús!, mi buen amigo Jesús. ¿Casualidad de que esta mañana me acordase de él?, ¿no sé? Quería quedar a comer porque me tenía que contar un par de cosas muy importantes según él y que no me las podía contar por teléfono. Al ver su estado de nerviosismo, le dije que podíamos comer en el Restaurante que hay cerca de mi trabajo y sin más quedamos a las dos y media.

Llamé a Sandra para decirle que no iba a ir a comer, que se me había liado la cosa y que además había salido un trabajo urgente y no había nadie para relevarme durante la hora de comida. ¡Sí, sé que era mentira!, pero hasta que no supiera que es lo quería contarme Jesús, no quería decirle nada a ella, ya que tampoco quería que pensase que estaba tramando lo del trío con él o que me iba a ir a la cama con su mujer. Aunque tampoco me hubiera importado que fuera para eso. ¡Otra vez miento!, si me lo hubiera propuesto hubiera dicho que no con toda seguridad, eso sí, con todo el dolor de mi corazón, claro está. Yo quería hacerlo con Sandra y no serle infiel y esperaría el tiempo que fuese necesario para que ella lo hiciera conmigo.

Ella, cómo tenía por costumbre el que la llamase durante la mañana para decirle que no iba a comer no le extrañó mucho, simplemente me dijo que comiera y que luego no llegase tarde, que estaba muy solita. Le dije varias cositas amorosas por teléfono y nos mandamos besitos de hasta luego.

Cualquiera que nos escuchara podría pensar que éramos una pareja de novios recientes, y la verdad es que después de tantos años aún lo seguimos pareciendo. ¡Eso es amor, lo demás son tonterías!

VIERNES 17 DE OCTUBRE DE 2008 (TARDE)

A eso de las dos y cuarto avisé al resto de personal que me iba a comer y que iba a tardar un poco más que de costumbre, les dije que había quedado con un viejo amigo y me había invitado a comer. Sin reparo por parte de ninguno, se despidieron de mí hasta la vuelta.

Cuando llegué al restaurante entré en el comedor y me senté en una de las mesas del fondo, pegada a la pared. Me pedí una cerveza y me puse a esperar al jodío Jesús que ya empezaba a tardar. Tenía la boca seca y de un par de tragos me bebí la cerveza. Mientras, no paraba de pensar en que sería aquello tan importante que Jesús me tenía que contar. En aquel momento no me podía imaginar lo que luego me contaría. O sí, ¿quién sabe?

Por fin lo vi entrar con su mochila al hombro, sin duda más contento que de costumbre y se le notaba en la cara. Levanté la mano para que me viese y se vino directamente hacia mí, me levanté y nos dimos un abrazo como saludo.

Como siempre el principio de la charla fue de lo más común, ¿cómo estás?, ¿cómo está Sandra?, ¿qué tal Laura?, ¿qué tal el trabajo?, en fin, lo que normalmente se habla cuando ves a alguien después de algún tiempo. Lo que sí puedo asegurar es que se le veía feliz, tenía una cara muy risueña. Tras los saludos pedimos la carta y poco después, el camarero nos fue sirviendo la comida.

Una vez que el papeo estuvo en la mesa le pregunté qué era eso tan urgente que me tenía que contar. Antes de terminar de escuchar mis palabras se puso a rebuscar en su bolsillo para sacar su teléfono móvil. No me decía nada, sólo miraba su móvil como buscando algo. Cuando por fin encontró lo que buscaba o eso creo, lo dejó sobre la mesa y empezó a hablar.

  • ¿Te acuerdas de nuestra conversación de hace un mes?, me preguntó.

  • ¿Que si me acuerdo?, como para que se me olvide, le respondí.

  • Pues bien, ¡por fin lo he logrado!, me dijo con total tranquilidad y con una amplia sonrisa en sus labios.

En aquel momento me sentí mal, tenía una envidia grandísima que recorría mi espalda y me llegaba hasta los huevos poniendo el rabo morcillón.

  • ¡Qué cabrón!, le dije. ¿Y cómo lo has conseguido?

  • Ella me lo puso en bandeja, así de fácil, me respondió entregándome el teléfono para que viese algo.

En aquel momento no entendí muy bien lo del teléfono, pero lo cogí.

  • Mira las fotos, son de aquella noche.

Al escuchar lo de las fotos de aquella noche no me hice de rogar, estaba deseando verlo.

En la primera foto pude ver el exuberante cuerpo de Laura en bragas y sujetador, abrazada a un hombre que para nada era Jesús. En la segunda se veía perfectamente como Laura sujetaba la polla del desconocido en su mano, ¡un buen cipote, para que mentir! En la tercera se la estaba follando otro hombre que no era mi amigo. Pero la que más me impacto y me puso más cachondo sin duda fue la última, las tetas de Laura aparecían en primer plano junto a aquella polla y sus pechos estaban totalmente llenos de leche. Viendo las fotos se me había puesto la polla durísima, las miraba y me imaginaba que era Sandra la que sujetaba aquella formidable verga totalmente manchada de espesa leche.

Estaba totalmente ensimismado en las fotos cuando escuché la voz de Jesús.

¿Qué?, ¿qué te parece?

Mi respuesta fue corta y clara.

  • ¡Eres el cabronazo con más suerte que jamás he conocido!

Al escucharme reaccionó de una manera bastante extraña, se levantó de su silla y acercándose a mí me volvió a dar un abrazo como muestra de cariño o más bien de satisfacción por haber hecho su sueño realidad. Yo, como era de esperar, le correspondí sin querer demostrar mi disgusto por haber conseguido algo cómo aquello mucho antes que yo. (Es más, en aquel momento tenía muchas dudas de si algún día se haría realidad mi fantasía)

De pie, como estaba, se puso a buscar algo en su mochila. Sacó un DVD y me lo entregó volviendo a dejarme con las patas colgando.

  • ¡Toma!, me dijo entregándome el disco.
  • ¿Qué es esto?, le pregunté cogiendo el disco y mirando la portada para ver que sólo había una fecha escrita con rotulador rojo, veintisiete de septiembre de dos mil ocho.
  • Es una copia de todo lo que pasó aquella noche.

¿Me estaba entregando una copia de la grabación en donde un maromo se follaba a su mujer delante de él?, ¿era eso?

  • Júrame que sólo lo verás tú. Si Laura se enterase de que te estoy dando esto me mataría.

¡Pues sí, era eso!

  • ¡Te lo prometo, tío!, pude decir medio tartajeando.

Cómo mucho, te dejo que lo veas con Sandra. Pero por favor, ¡nadie más!, casi me suplicó.

¡Sí, hombre!, después de las mentiras que le he contado a Sandra sobre ti, está la cosa cómo para enseñarle el video, pensé.

  • ¡Tranquilo, hombre!, ¡no te preocupes!, le dije. ¡Confía en mí que este archivo será de alto secreto!, le comenté entre risas nerviosas pero pensando en la paja que me iba a cascar en cuanto pudiese verlo.

  • De todas formas llevamos mascaras y Laura lleva incluso una peluca, por lo que es difícil reconocernos, terminó diciendo, yo creo que arrepintiéndose un poco por lo que acaba de hacer.

  • Si tú quieres, te lo devuelvo y ya está. ¡Tampoco quiero que te sientas mal!, le dije con todo el dolor de mis cojones, digo, de mi corazón.

¡Anda ya, colega!, si te lo doy es porque sé lo mucho que lo vas a disfrutar y que serás la única persona que sepa valorar lo que hay ahí grabado.

¡Ahora vamos a comer que tengo un hambre que devoro!, me dijo dando por terminada la primera parte de la conversación.

Y sin darle tiempo, me guardé el DVD en el bolsillo interior de mi chaqueta echando luego el botón para que no se me fuese a perder.

Mientras comíamos, seguimos charlando pero mi cabeza estaba en lo que habría dentro del disco. La conversación ahora era más fluida, Jesús se había quitado un gran peso de encima, se notaba que necesitaba contarlo y me había elegido a mí por confianza. Eso me gustó mucho, pero mi morbo por conocer todos los detalles era más grande que cualquier otra cosa, así que tras terminar de comer, me lancé al rio.

  • Si quieres me puedes contar cómo fue todo, como empezó, quien dio el primer paso, en fin, todo lo que quieras contarme, le dije sin cortarme un pelo.

Quería saberlo todo, aparte de por el morbo de saber cómo se follaban a Laura, para saber si podría usar algo de aquella experiencia para aplicarlo con Sandra.

  • Si quieres que te lo cuente sabes que te va a costar unos whiskys, ¿verdad?
  • ¡Qué cabrón eres!, ¿ya empezamos con el güisquicito?, ¡a ver como terminamos!, le dije en plan broma.

Tras la broma pero más contento que unas castañuelas por lo que iba a escuchar en breve, llamé al camarero para que nos pusiera el café y los whiskys, ¡Si ya lo dice Sandra, soy demasiado fácil de convencer!

Jesús cogió el whisky en cuanto lo sirvió el camarero y tras darle un buen trago, empezó a contármelo con todo tipo de detalles.

  • Pues bien, Leandro, si te digo la verdad, tú estabas presente el día que todo esto empezó.
  • ¿Cómo?, respondí un poco extrañado e intentando hacer memoria.
  • Si yo hubiese estado presente te juro que me acordaría, le respondí.
  • ¡Que sí, hombre!, todo empezó el mismo día en que nos vimos en el bar.

  • ¡Joder!, tenías las ideas bien claritas, ¿no?, le dije recordando la conversación de aquel día y tras ver que tal cómo me lo había dicho, lo había hecho.

  • ¡Y tanto!Es más, en cuanto salimos de allí y haber hablado contigo pensé que debía jugarme todas las fichas a una sola mano.

  • Y yo pienso que era tan evidente lo que le propuse, que Laura se dio cuenta del tirón, ya que esa misma noche, después de haberla calentado con lo del trío y de haber echado un polvo de impresión comiéndole la cabeza con mis ideas, fue ella misma quien me sacó el tema preguntándome si aún seguía con la idea de realizar mi fantasía.

  • Yo con sólo pensarlo volví a empalmarme y sin darle tiempo le dije que sí. Ella, con toda la tranquilidad del mundo me dijoque estaba totalmente decidida a hacerlo y que además sería con quien ella eligiese.

  • ¡Hostias!, ¿y eso cómo se come?, le pregunté realmente alucinado por lo que me acaba de contar.

  • Pues si te digo la verdad, aquello me descolocó un poco, me dio la ligera impresión de que ella ya lo tenía elegido.

¿Ligera impresión?, yo más bien diría que si no se lo hubiese propuesto, le hubiese puesto unos cuernos de campeonato, pensé para mis adentros.

  • Pero bueno yo no podía ahora ponerme tiquismiquis y decirle esto o lo otro cuando realmente ella estaba haciendo lo que yo quería. Además, cómo te conté en el bar, ver a Laura haciéndolo con otro delante de mí superaba mis expectativas.

Las tuyas, las mías y las del más pintado, pensé nuevamente pero sin dejar de escucharlo.

  • Así que lo único que le pregunté es que si ya sabía con quien sería y su respuesta fue clara, me dijo que sí, que ya lo tenía elegido.

¡Qué zorra!

  • ¿Y quién era?, le dije para saber si había sido algún conocido nuestro.

  • Me dijo que era un contacto del Messenger con el que había hablado varias veces, pero cómo era de Granada y él no tenía coche, si queríamos hacerlo tendríamos que ir nosotros. ¡La muy cabrita lo tenía ya todo planeado y a mis espaldas!

¡Lo que yo había pensado!, si no llega a insinuárselo, le pone unos cuernos de los grandes.

Jesús estaba tan excitado contándomelo todo que mientras lo escuchaba hice lo mismo que cuando Sandra me contó su primera vez, no hablar para no molestarlo. Aquel hombre no paraba de charlar, lo contaba todo como si de una grabación se tratase, sólo paraba un poco para darle un sorbo al whisky o una calada al cigarro.

  • Sin darme tiempo a reacción, a la mañana siguiente le llamó por teléfono para acordar la fecha de la cita. ¡Sería el último fin de semana de septiembre!

El último fin de semana de septiembre, ¿de qué me sonaba aquella fecha? ¡Ah sí!, fue justo el fin de semana que le serví aquel postre tan especial a Sandra. Recuerdo que mi mujer me dijo que a lo mejor haríamos el trío algún día, pero que tendría que ser con un desconocido. ¡Vaya, al final Jesús había tenido bastante más suerte que yo! Y yo que pensaba que por aquel entonces a mí me faltaba poco para conseguirlo, ¡tonto de mí!

  • Las dos semanas que pasaron desde aquella noche hasta la cita estuvieron llenas de fantasías y de nervios, me pasaba todo el día empalmado…
  • ¡Pero por fin llegó el día señalado!, por la mañana temprano salimos hacia Granada. Roberto, que así se llama el chico, nos había cogido una habitación en un hotelito de Granada y habíamos quedado con él a eso de las doce en la cafetería del hotel.

  • ¿Al menos pagaría el tal Roberto, no?

  • Y tanto, ¿qué menos, no? El cabrón pone a la fulana y el chuloputas paga la cama, me respondió Jesús entre risas y dándome la razón.

Tras aquella perversa y depravada broma con bastante poco gusto sobre su situación, siguió hablando no sin antes darle otro enorme trago al vaso de whisky.

  • Yo no lo conocía pero Laura, gracias a la cámara web, sí, así que cuando llegamos, Laura se fue directamente hacia él y le dio dos besos, a mi me dio la mano y nos sentamos a charlar.

  • La charla fue de lo más casto y puro que te puedes imaginar, el trabajo, el tráfico, lo normal. Se notaba bastante tensión en el ambiente pero de momento ninguno habíamos dicho nada sobre lo que nos había reunido en aquel lugar.

  • Yo, con un poco de desconfianza le empecé a hacer preguntas un poco más personales, sobre todo para irle conociendo. Al final me di cuenta de que era un chico bastante majo. Laura no dijo prácticamente nada en todo el tiempo, parecía bastante nerviosa pero noté que con su mirada lo decía todo.

A eso de las cuatro de la tarde paré un momento la conversación y llamé al camarero para que nos pusiera otro whisky.

  • ¡Quillo!, perdona un momentillo que tengo que llamar a la oficina. Enseguida vuelvo, le dije a Jesús viendo que aquello era más extenso de lo que esperaba.

Y tal y como le había dicho, llamé a la oficina para decir que me iba retrasar y que si no había mucho jaleo, me iba a coger el resto de la tarde libre. Tuve suerte, la cosa estaba tranquilita y no pusieron ninguna pega. Así que colgué y pidiendo nuevamente disculpas a Jesús, me senté a seguir escuchando su relato. Él, como si no hubiese pasado nada, continúo por dónde lo había dejado.

  • Pues lo que te iba diciendo, tras tomarnos el café en el bar nos fuimos a descansar un rato a la habitación, pero antes quedamos con él a eso de las ocho para tomar unas tapas por Granada, que por cierto tiene unos aperitivos estupendos, y ya veríamos como iba transcurriendo todo.

  • Y tras aquel primer contacto cara a cara, él se marchó y nosotros nos fuimos a darnos una ducha.

  • En cuanto entramos en la habitación Laura, se tiró sobre mí y me folló, literalmente me folló, estaba más salida que nunca. Aquello empezaba bien.

  • Pero bueno, a lo que iba, tras follar como locos y darnos una ligera ducha, Laura se puso preciosa con un traje negro bien escotado dejando al aire una buena parte de sus impresionantes melones.

  • Cuando llegamos al restaurante que nos había dicho Roberto, nos sentamos en la mesa, ella en medio de nosotros, y pedimos una botella de vino.

  • Mientras tanto, Laura no paraba de tocarme las piernas con su pie descalzo, dándome pataditas y poniéndome más nervioso de lo que estaba en ese momento.

Aquel comentario me recordó la noche en que fuimos a cenar al asturiano y luego conocimos a Alex.

  • Todo iba bien, un par de botellas de vino, muchas tapitas, bromas y risas bastante tontas hasta que no pude más y tuve que ir al servicio a echar un poco de vino fuera.

En aquel momento se quedó en silencio y un poco cabizbajo rememorando la situación.

  • No sé si hice bien o mal en irme…
  • ¿Y eso porqué?, le pregunté al notar su bajada de ánimos.
  • Pues porque cuando volví a la mesa pude ver que parte de la pintura de labios de Laura estaba en los labios de Roberto. ¡Joder, chaval!, en ese momento sentí una punzada en lo más hondo de mis huevos y estuve a punto de salir corriendo con Laura… Pero aguanté como un jabato el primer envite, si habíamos llegado hasta allí era porque yo quería hacerlo.

¿Y ella no?, ¡yo creo que ella más que tú!, pensé mientras me encendía un nuevo cigarrito.

  • Cuando ya creímos que habíamos bebido y comido bastante, nos decidimos a ir a algún sitio a tomar una copa, a lo que Laura añadió que prefería que fuese en la habitación del hotel. Eso ya eran palabras mayores pero no quise llevarle la contraria.

¡Joder!, ¡enseguida le iba a llevar lo contraria a Sandra en una situación como esa!, ¿cuándo me podré yo tomar una copa con mi mujer y otro hombre dentro de una habitación de hotel?, pensé.

  • Una vez allí no habría marcha atrás y si no pasaba nada, por fin lo íbamos a hacer. Así que cuando llegamos, mientras que Laura nos preparaba unas copas, yo le pregunté a Roberto si le importaba que pusiese la cámara de video a grabar, a lo que él me dio su aprobación. Entonces repartí las máscaras y nos las pusimos. Laura nos deslumbró a los dos poniéndose una peluca rubia de pelo largo que ni yo mismo sabía que tenía.

  • Encendí la cámara, la puse mirando al sofá que había en la habitación y seguimos con nuestra conversación, sin aparentar ninguna prisa, aunque ahora ya si estaba claro para qué estábamos allí los tres.

Esta escena de la cámara era bastante parecida a una vivida por mí no hace mucho tiempo, ¿verdad? Eso sí, sólo éramos dos los protagonistas.

  • Casi media hora después de estar en la habitación y charlando pamplinas, Roberto dijo de poner otra copa, se levantó y se fue hacia el mini bar. Aquello ya empezaba a ser una reunión de abuelas y no podía ser, así que tuve que ser yo quien fuera dándole la vuelta a la tortilla si no quería que al final terminásemos jugando a la brisca.
  • Dispuesto a todo, solté el vaso sobre la mesa y empecé a acariciar las piernas de Laura y a besar su cuello mientras que ella me empezó a sobar la polla por encima del pantalón pero mirando fijamente a Roberto.
  • Tras un ratito de sobeos bajo la atenta mirada de Roberto, con todo el miedo perdido le dije que se sentara de nuevo… ¡Aquello sí fue ya el pistoletazo de salida!

Jesús paró un momento y se bebió de un trago el resto de whisky que le quedaba, haciendo un gesto al camarero para que nos sirviera otros dos. Yo me estaba poniendo malito, tenía un fuerte dolor de estómago, pero no por la comida, sino por lo cachondo que estaba. Ese dolor lo conocía bastante bien, era el dolor típico que Sandra me provocó varias veces al principio de nuestra relación, me ponía cachondo dejándome meterle mano y luego me dejaba a dos velas. Ese dolor sólo se quitaba meneándomela hasta correrme.

A punto estuve de pedirle el teléfono a Jesús y salir corriendo al baño para hacerme una buena paja con las fotos de su mujer, pero fui bueno y me quedé en mi asiento escuchando las palabras de Jesús que de nuevo siguió hablando.

  • Laura no se cortó un pelo, en cuanto lo tuvo a su lado, sin dejar de sobar mi polla, empezó a sobar la de él. De repente me levanté y poniéndome de rodillas me metí entre las piernas de Laura para comerle el coño. Su tanga me molestaba y le dije a Roberto que se lo separase para que yo pudiese comérmelo. El chico, un poco cortado aún, cogió la tela con sumo cuidado y la separó.
  • Delante de mí apareció por primera vez aquel lindo coño que tantas veces me había comido pero ahora ayudándome a abrirlo otra mano que no era la mía. Mientras tanto, Roberto no paraba de sobarle las tetas y comérselas mientras que yo seguía de rodillas llenándole el coño de mis suaves babas.

  • En un momento dado Laura se puso de rodillas ante el sofá y me dijo que me sentase al lado de Roberto. Sin dudarlo, nos hizo bajarnos los pantalones y delante de su cara quedaron las dos pollas. Tengo que decir que Roberto tenía una buena polla, ¡incluso un pedazo más grande que la mía!

  • Laura no quería perder el tiempo y directamente se puso en acción, con una mano meneaba una polla y con su boca chupaba la otra, verla así me enloquecía. En un momento dado noté que le hacía más caso a la polla de Roberto que a la mía, se la metía entera e incluso de vez en cuando le comía los huevos, mientras que a mí sólo me pajeaba…

  • Yo pensé que era normal por la novedad, es más no me preocupaba lo más mínimo porque lo estaba disfrutando al máximo viendo a mi mujer chupándole los huevos y la polla a otro hombre. Así que al verla tan dispuesta no quise ser descortés y le dije que cuando quisiera se lo podía follar delante de mi mientras me chupaba la polla.

La historia empezaba a ser un poco más larga de lo esperado, pero no quería cortarle, me tenía totalmente cachondo y además luego podría verlo todo en el video. Ponerle imagen a todas aquellas palabras iba a ser espectacular. Lo que no tenía muy claro aun era si se lo enseñaría a Sandra o no, no sé cómo reaccionaría si viera a su amiguita Laura follándose a otro tío delante del marido, sobre todo después de las mentirijillas que le conté la última vez que hablamos de él. Aunque bien pensado y según me había dicho Jesús, estaban irreconocibles con las máscaras. ¡Igual se lo enseñaba sin decirle quienes eran!

Aunque pensándolo bien me vino a la cabeza una conversación que tuve con Sandra unos días antes viendo una película de parejas con máscara. Sandra me dijo bastante convencida, que ella creía que podría reconocer a una persona, si la conoces, aunque llevase máscara. Ahora tenía dudas de nuevo de que hacer. ¡Bueno, ya vería lo que hacía!, ahora quería escuchar el final de la historia.

  • Laura se desnudó completamente y cuando el chaval vio como sus dos grandes tetones de quedaban al aire, se lanzó sobre ella para comérselos. Tras un ratito de mamadas teteras, ella se tumbó en la cama y le pidió a Roberto que le dejase las tetas y que le comiese el coño. A mí, que de momento sólo había servido de mirón, me mandó que moviese la cámara de video para que lo grabase todo.
  • Al verla tendida y totalmente abierta de piernas, el chico no dudó y poniéndose de rodillas empezó a lamer su almeja repleta de mis babas, mientras que con su mano le metía un dedo en el coño. Laura, que estaba demasiado caliente, no tardó en correrse dando fuertes gritos.

  • ¡Pues sí que tardó poco en correrse! No veas lo caliente que estaba, ¿no?

  • ¿Caliente?, ¡caliente era poco, Leandro!, dijo mi amigo con un tono de voz realmente alucinado. ¡Con decirte que sin terminar de correrse, le pidió que se la metiera !, dijo Jesús con una cara de gozo que no cabía en él.

Aquello no me extrañó ni un pelo ya que, si recordáis lo que os conté anteriormente, Jesús me había contado cómo era Laura en privado.

  • Y claro, Roberto que estaba loco por meterla en caliente, se puso de pie dispuesto a metérsela, pero antes me miró y me hizo la pregunta del millón, ¿estáis seguros?
  • Mi esposa no contestó, simplemente me miró con cara de satisfacción y yo sólo pude decir una cosa, ¡sí!, ¡adelante! Justo en ese momento cogió un condón y poniéndoselo a gran velocidad, se montó sobre ella y empezó a follársela acercándole la punta del capullo a su coño y metiéndosela muy despacito haciendo que mi mujer diese un gran suspiro.

  • En aquel momento cayeron dos lágrimas de mis ojos, estaba entusiasmado, lo estaba haciendo y lo estaba disfrutando tanto como yo.

A la par que lo contaba en la historia, en ese momento de sus ojos cayeron otras dos lágrimas. Ahora también estaba muy emocionado con lo que me estaba contando.

  • La verdad es que fue una sensación realmente inexplicable, Leandro, pero debo decir que mi corazón iba a mil por hora. Por mucho que te lo quieras imaginar, jamás te llegas a figurar que la que un día será la madre de tus hijos, se está zampando por el coño y delante de ti, un zoquete de carne impresionante que no es el tuyo y que para colmo, la está llevando al cielo.
  • ¡Que una cosa es tu calenturienta imaginación y otra muy distinta verlo en directo, muchacho!, me recalcó cómo queriéndome dar a entender algo que no llegué a comprender ya que él no sabía nada sobre mis intenciones.

  • ¡Me lo imagino, muchacho!, ¡me lo imagino!, le dije entre susurros, representando en mi cabeza la imagen pero con Sandra en vez de con Laura.

  • ¡No!, ¡no te lo imaginas! Escucharla gemir mientras que te mira es, es… ¡No sabría decirte!, pero lo que sí puedo decirte es que mientras la miraba, yo tenía el nabo cómo la Torre de preferencia.

Aquel chistecillo me hizo gracia y me hizo recordar la torre de preferencia del campo de futbol del Cádiz e imaginarme cómo la tendría Jesús en aquel momento.

¿De qué conocía Jesús aquel chiste tan carnavalero?, ya le preguntaría en otro momento, pensé enseguida.

  • En aquel momento se produjo una relación entre ellos que incluso me hizo pensar que sobraba en la habitación. Me sentí incluso un poco degradado por estar haciendo lo que tanto y tanto había soñado, pero ya era tarde para echarme atrás. Verla disfrutar así me ponía como una moto a pesar de que mi cabeza dijese lo contrario.

Aquel tramo de conversación me dejó un poco fuera de cacho, ¿tan mal se había sentido? Pero mis dudas se despejaron de momento en cuanto continuó con la narración.

  • Tras meterle la puntita, empezó a moverse lentamente mientras le susurraba al oído cosas que no podía escuchar. Aquello me produjo una rara sensación, ¡era cómo si yo sobrase en aquel momento!

  • Laura al ver mi carita de pena, le dijo a Roberto que saliese de ella, que quería que yo le comiese el coño con sabor a otra polla. Evidentemente yo estaba loco por hacerlo, y a pesar de que hace un par de segundos estaba dentro de su chocho la polla de Roberto, no lo dudé y metí mi lengua hasta lo más hondo de su ser. Lo hice sin prisas y disfrutando el momento, ¡aquel coño se lo merecía!

¡Joder!, ya quisiera yo poder comerme el coño de Sandra justo después de una buena follada con otro, ¡hay que joderse, unos tanto y otros tan poco!, pensé mientras me encendía otro cigarro del segundo paquete que acababa de abrir.

Mientras tanto, Jesús seguía charla que te charla.

  • Lo que realmente me descuadró fue escuchar a Laura decir que quería que nos la follásemos los dos a la vez. ¡Sabía que era una zorrona, pero hasta ahí nunca pensé que llegaría!

  • ¿Y lo hicisteis?, le pregunté realmente sorprendido.

  • ¡Pues sí!, nos la follamos los dos, dijo demostrando en sus palabras lo orgulloso que estaba de haberlo conseguido. Primero yo por el culo y él por el coño y después al revés. Y así durante casi una hora.

  • Los dos nos movíamos con mucho cuidado de no hacerle daño, pero eso sólo fue al principio. Al poco rato Laura se había corrido más de tres veces. Estaba deshecha, pero ella misma nos decía que no quería parar, que quería seguir corriéndose.

¡Qué imagen más bonita debe ser esa!, pensé poniendo de nuevo la cara de Sandra a las palabras de Jesús.

  • Cuando ya no pudo más, nos dijo que parásemos. La verdad es que me vino bien porque yo ya estaba a punto de correrme. Luego se puso de rodillas delante de nosotros y cogiendo el rabo de su nuevo amante, se lo metió en la boca saboreando la punta de su capullo cómo si fuese un caramelito.
  • El mío, sin chupármelo, lo meneaba con ganas buscando que me corriese viendo como le comía la polla a Roberto. Y claro, tanto meneo hizo que no me pudiese aguantar más y me corrí en su cara manchando toda su cara y parte del cipote de Roberto, que Laura aprovechó para limpiar con su lengua.
  • A Roberto, ver cómo se comía su rabo manchado de mi leche lo puso más cachondo aun si cabe, y tampoco aguantó más y dijo que se iba a correr. ¿Quieres que me corra en tus tetas?, escuché que le preguntaba a Laura.

  • Esta no respondió, simplemente se la sacó de la boca y acercándosela a las tetas, empezó a meneársela fuertemente. Más de seis chorretones de espesa leche le cayeron sobre sus melones a la par que se encorvaba y gemía cómo un descosido. ¡No veas que pedazo de corrida tuvo aquel mamón!, debía llevar años sin correrse para dejarle las tetas como se las dejó.

  • Al verla así y mientras que terminaba de limpiarle la polla salí corriendo a por el móvil y le hice la foto que te he enseñado antes.
  • ¡Joder!, es que estás en todo. No creo que yo sea capaz de estar viendo como se corren sobre mi mujer y encima acordarme de donde he dejado el móvil.
  • Si algún día haces algo parecido, verás cómo eres capaz de muchas más cosas de las que crees, comentó.

  • No creo que yo me vea alguna vez en una como esa, ¡pero bueno, siempre es bueno saberlo!, le contesté un tanto deprimidillo. ¿Y qué pasó después?, le pregunté queriendo saber el final de la historia.

  • Pues que yo estaba más contento que la mar y quería demostrárselo a Laura con un regalo.
  • ¿Un regalo?, ¿ves como estás en todo?, le volví a decir, dejando claro que en una situación cómo aquella yo no podría estar en tantas cosas a la vez. ¡O vamos a follar, o vamos a follar, nada más!
  • ¡Que no hombre, que no!, mi regalo fue irme a buscar más hielo.
  • Ahora sí que no te entiendo, le dije bastante aturdido al escuchar cual era el regalo.

  • ¡Joder, Leandro!, hoy estás bastante espesillo, ¿no? ¡No te enteras de nada!

Cómo para enterarme estaba yo. Mi sangre, como otras tantas veces, no estaba precisamente regando mi cerebro, ¡copón!

  • A ver, cuando salió del baño yo me estaba vistiendo. Ella al verme me preguntó que donde iba y le dije que necesitábamos más hielo y que iba a buscarlo. Le dije que tardaría como cosa de un par de horas y que las aprovechara como mejor supiese.
  • Laura no dijo ni pio, simplemente se quedó boquiabierta al verme salir de la habitación.
  • Como condición sólo le dije una cosa, que dejase la cámara grabando para luego yo poder verlo.

  • O sea, que el regalo fue dejarlos a los dos solos para que follasen en paz, ¿no?

  • ¡Correcto!, me respondió Jesús de la misma manera que cuando el presentador de “Pasapalabra” escucha la respuesta acertada.

No contesté, no sabía que decir. Simplemente hice un gesto con mi cara como no aceptando aquello, pero a Jesús le importó poco y siguió hablando.

  • Me salí de la habitación y me fui a un bar que había frente al hotel. Tras tomarme dos o tres whiskys, volví como había prometido. Y cómo le había pedido a Laura, cuando llegué sólo estaba ella, Roberto ya se había marchado y la cámara seguía encendida.

  • Entonces, ¿quieres decirme que todo eso está grabado en el DVD?, le respondí pensando que aparte del trío, la peli venía con todos los extras.

Con eso y con parte de lo que ocurrió luego, ya que cuando entré en la habitación, cómo no sabíamos que decirnos el uno al otro, con el calentón que llevábamos encima, nos pusimos a follar de nuevo.

¡Pedazo de paja que me voy a cascar con tus cuernos en cuanto pueda!, pensé enseguida.

Luego, un poco más relajados charlamos sobre lo ocurrido y llegamos a la conclusión de que ninguno de los dos sabíamos si aquello se volvería a repetir, pero lo que si teníamos claro era que para una vez en la vida que lo habíamos hecho, había merecido mucho la pena.

  • ¡Así ocurrió y así te lo he contado!, terminó golpeando la mesa con el vaso de cristal y dando fin a su peculiar historia.

  • ¡Joder, tío!, le dije, ¡eres un máquina contando cosas!, ¡un poco más y me corro de sólo escucharte!

  • ¡Bueno!, ¿y después en casa cómo ha ido la cosa?, le pregunté queriendo saber si con lo que habían hecho había cambiado algo su relación con Laura.

  • ¡Totalmente distinto, colega!, ahora estamos más tiempo juntos que antes y cuando nos apetece y sin venir a cuento, hacemos alguna rara locura. E incluso algunas veces, ella es la que se las inventa, cosa que antes ni loca, ¡vamos!

Ahora al que se le caían las lágrimas eran a mí, pero no de emoción, eran de rabia, de celos por no poder ser yo aquella persona tan feliz que estaba frente a mí.

El tiempo fue pasando entre risas y bromas sobre lo ocurrido y sobre lo que me había contado. La verdad es que el carácter de aquel hombre había cambiado una barbaridad desde la última vez que lo vi, ¡me alegré mucho por él!

Cuando volví a mirar el reloj eran casi las seis y media de la tarde y el restaurante nos estaba barriendo los pies, así que decidimos dejar nuestra agradable conversación para otro día.

Nos despedimos con la idea de quedar un día para ver un partido de futbol y ¿quién sabe?, seguir contándome historias él a mí o tal vez yo a él, ¡el tiempo lo diría!