Sólo en el apartamento con una madura

Madura comprensiva instruye a joven curioso

Falta poco para Semana Santa y mis padres me han encargado que me desplace hasta la localidad costera donde pasamos las vacaciones. Tenemos un apartamento al que hace meses que no vamos y que hay que preparar para que el día de llegada no nos tengamos que pasar varias horas ventilándolo, destapando los muebles y haciendo correr el agua por los desagües para eliminar los malos olores.

Este año por primera vez me ha tocado a mí hacerlo ya que mis hermanos mayores me han pasado el testigo para hacerme cargo de este tipo de tareas. A disgusto he aceptado cumplir con la obligación impuesta por el bien de la familia pero he puesto dos condiciones: el poder llevarme el coche de mi hermano (tengo carné pero no coche) y segundo, me voy a quedar a dormir el viernes y el sábado, con los gastos pagados.

Tengo intención que pasarme un par de días solo en el apartamento con intención de salir a ligar con alguna chica de las muchas que suele haber por la playa o los bares de copas de la zona.

El Viernes por la tarde, en la entrada del edificio casi me tropecé con una señora mayor, de la edad de mi madre, que salía justamente del ascensor mientras yo maniobraba con el trolley de viaje. Tras echarme una mirada de arriba abajo con cierto desprecio, se dirigió a mi en estos términos:

—  “Tu eres el vecino del apartamento 3C, verdad?”. Supongo que no habrás venido a organizar alguna fiestecita con tu amigotes. Que sepas que yo he venido a descansar y no estoy dispuesta a aguantar la música esa que poneis a todas horas …”—

—“No señora… creo que se confunde…ese que Ud. piensa debe ser mi hermano mayor…yo es la primera vez que vengo solo, y no he hecho ninguna fiesta”, le respondo atragantándome un poco.—

—“si es así vale…no quiero tener que llamar al encargado de los apartamentos para quejarme. Espero que vaya todo bien”—

Dicho esto salió a la calle dejándome parado y con la boca abierta. El apartamento 3B es de una familia que tiene dos hijas muy buenorras pero que nunca me han hecho nunca ni puto caso. Su madre es una mujer que sin ser nada del otro mundo es una MILF como dicen en las webs porno.

Por desgracia parece tener un carácter que echa para atrás, no se me ocurriría ni tan siquiera fantasear con ella, así que lo tengo bastante mal con los vecinos.

Es sábado por la mañana y hace un día primaveral estupendo, subo la persiana del comedor, salgo al balcón para que me dé el aire fresco del mar a ver si me despejo de la torrada que llevo encima. La noche anterior me tome unas copas, quizás demasiadas, y hoy me he levantado un poco resacoso. Me acosté tarde apurando las horas de la noche con intención que ligar algo cosa que no sucedió, algún calentón, pero nada destacable.

Tras respirar hondo y mirar hacia el horizonte donde el agua se funde con el cielo, oigo un ruido cercano que me pone en alerta, me doy cuenta que no estoy solo. En el balcón del 2B hay alguien y no quiero que me vean en calzoncillos, si es una de las hijas, presentarme así no sería la mejor opción para intentar algo después.

Antes de retirarme para dentro para ponerme algo de ropa siento curiosidad y me asomo con mucha precaución a ver quién hay detrás de la mampara de separación de ambos apartamentos.

Ohhh, maravilla! Vaya sorpresa! Me quedo hipnotizado al descubrir a la señora Fina echada sobre una tumbona completamente desnuda tomando el sol. Me escondo, me echo hacia atrás como impulsado por un resorte, no quiero que me vea asomado la baranda espiándola.

El corazón se me ha puesto a mil, un instante después tras la mampara, resoplo en silencio y recupero las fuerzas suficientes para asomarme de nuevo.

La tumbona está situada de forma que si mi vecina no me puede ver, debería volver toda la cabeza hacia mi para descubrirme. Yo si que puedo verla a ella, con todo su cuerpo desnudo a solo un par de metros. Se me ha puesto dura de inmediato, y tan gorda que el calzoncillo a duras penas puede retenerla.

En esta época del año apenas si hay gente en los apartamentos así que me siento relativamente seguro que ningún otro vecino me va a pillar mientras la espío.

Me asomo durante unos instantes para verla, luego me retiro durante unos segundos y vuelvo a mirar; cada vez mas tiempo y con menos interrupciones.  Mientras la observo echada sobre la tumbona puedo ver sus tetas aplastadas sobre su pecho y una buena mata de pelos en la entrepierna.

Ufff, vaya suerte que he tenido al venir este finde solo al apartamento. Podré espiarla y ver que hace aquí sola.

Bajo la mano hasta encontrar el bulto de mi polla, me la toco por encina del calzoncillo tratando de aliviar la presión recolocándomela. En realidad lo que sucede es que siento unas ganas inmensas de cogérmela directamente con la mano y darle unos buenos meneos mientras miroa a mi descuidada vecina tomando el sol.

Al final, así lo hago, sin ningún cuidado como poseído, nunca pensé que me iba a gustar tanto hacerme una paja mientras veo una mujer madura como mi vecina. Cuando la situación parecía que ya no podía ir más allá, da un nuevo giro. La señora Fina se incorpora un poco para alcanzar un frasco de bronceador, se echa una porción en la mano y se lo reparte por el cuerpo.

Empieza por los hombros y los brazos, luego va hacia el pecho repartiendo el aceite por las tetas. Para ello las rodea, las estira sin dejar ni un milímetro sin untar. Después de dejarlas bien relucientes lleva las manos hacia el vientre, las caderas y las piernas dándoles una buena friega.

Cuando ya tiene ambas piernas bien recubiertas de aceite, tanto los muslos como las pantorrillas, se entretiene frotándose a conciencia los pies, lo que parece que le causa una agradable sensación.

Yo todavía no me puedo creer lo que estoy viendo, me la froto de forma incontrolada tratando de no perderme detalle de lo que sucede al otro lado del balcón. Tras recostarse de nuevo sobre la tumbona, se toca el vientre con ambas manos como si tratase de escurrir el exceso de aceite de las manos.

Uyyyy….yo ya estoy a punto de correrme. Miro a un lado y a otro para cerciorarme que no me está viendo nadie mientras espío a mi vecina, y sobre todo que no me ven con la polla entre las manos mientras me doy violentas sacudidas.

Al volver a mirar hacia donde está echada mi vecina… me llevo otra enorme sorpresa. Ha separado las piernas lo suficiente como para poner su mano entre ellas, la mueve y se toca la entrepierna. Seguro que su mano aceitosa le produce un contacto suave y dulce sobre el coño. Eso no lo puedo ver, pero no hace falta tener mucha imaginación para saber que se está tocando el chocho.

Es la primera vez que en persona veo una cosa así. Ya había visto masturbarse a algunas chicas en las web porno, esas que le dan monedas por mostrarse desnudas y tocándose para que los seguidores se lo pasen bien masturbándose con las chicas a la vista. La impresión que me está causando mi vecina, oyéndola jadear, viendo cómo se mueve…eso es otra cosa.

De vez en cuando yo me miraba hacia la entrepierna, tenía la sensación que mi polla era mucho mas grande, estaba hinchada y dura como nunca antes la había visto, y eso me daba un aliciente adicional.

Cuando alce la cabeza de nuevo para seguir mirando hacia mi vecina, me encontré su cara justo delante. Asustado trate de esconder lo que estaba haciendo… no había escondite posible.

—“¿Se puede saber que miras? ¿no te da vergüenza espiar a los vecinos?”,— me dice con tono enfadado. Luego, ya mas sosegada me dice:

—“A ver muchachote… enséñame eso que tienes entre las manos. Vamos a ver que escondes”—

Yo no sabia que hacer, me había pillado in fraganti, por lo que deduje que lo mejor era obedecer diligentemente sus peticiones.

—“vaya, vaya… no está nada mal…¡qué lástima que se desperdicie!”— dijo tras examinar el género.

—“Has tenido suerte y me has cogido de buen humor. Si te atreves… puedes venir aquí y mirar desde mucho más cerca”, “a no ser que seas de esos que les asustan las mujeres como yo”—

—“Que? Vienes o no?... que me estoy enfriando con tanta conversación”— me dice apremiándome.

Dicho esto  se da la vuelta y se encamina hacia dentro dela estancia. La veo avanzar de espaldas, moviendo sus rollizas nalgas con un vaivén que me parece sublime. Me deja allí inmóvil, con la polla a punto de reventar entre las manos y con una cara de imbécil que no saber que hacer.

Me enfundo unos pantalones, me pongo una camiseta y unas chanclas, lo mas rápido posible para poder acudir a su llamada con una excitacio tan grande que me duele meterla en los pantalones.

Ha dejado la puerta entreabierta, paso la cierro tras de mí y avanzo por el pasillo mirando a un lado y a otro en las habitaciones en búsqueda de la señora Fina. Llego a la alcoba principal y allí la encuentro sobre la cama, echada de medio lado, luciendo su cuerpo desnudo, con las piernas una sobre la otra cerrando la visión de su entrepierna, solo puedo ver su triángulo peludo.

—“Ponte cómodo, siéntate ahí mismo y mira todo lo que quieras. Ya que te gusta mirar te voy a da la oportunidad aprender como se da placer a una mujer y que ganes un punto de madurez”—

—“no te tienes que esconder para mirar… hay mujeres a las que les gusta que las miren”— dice poniéndose bocarriba, separando las piernas y mostrándome su conejito peludo.

—“Sobre todo… no seas guarro, si ves que te vas a correr…no eches la leche por ahí…te pones la manita delante y la recoges….vale? chiquitín.”—

—“Venga vamos empezar, no seas tímido…desnúdate que yo también quiero ver cómo te haces una buena paja a mi salud”—

Obedezco de una forma casi automática, me quito la camiseta y el pantalón y se siento en un sillon de mimbre con un cojín en el fondo. Me pongo cómodo, me la cojo con fuerza y empiezo con un lento sube y baja. No se como va esto, aunque si que se que me lo tengo que tomar con calma si quiero aguantar un mínimo de tiempo sin correrme.

Fina se ha sentado en el borde de la cama, a un metro de distancia, apoya un pie en el suelo y otro la ha subido hasta la cama. El chocho queda perfectamente expuesto a mi mirada. Uyyy, que espectáculo, nunca lo habría podido imaginar…

Se pasa la mano trayendo los dedos desde atrás hacia la parte superior de la raja para darse unas medidas caricias sobre los labios. Tiene un coño grande, con los labios sobresaliendo un par de centímetros. Cuando se los separa con los dedos en la parte central arriba queda a la vista como un canutillo  tieso. Cada vez que se lo toca se estremece y lanza un gemido que me hace poner la piel de gallina. Debe ser eso que le llaman clítoris…es grande y debe ser muy sensible pues le dedica unas caricias muy sutiles.

— “Has visto muchos coños? alguno como el mío? Que te parece? A que es bonito, así tan tierno y jugoso?.”,—me repite mientras se frota una y otra vez por encima de los labios, poniendo el canutillo entre sus dedos o metiéndose los dos dedos centrales hasta bien adentro.

No dejo ni un instante de mirar con mucha atención, al mismo tiempo me la machaco rápido y fuerte. Irremediablemente me corro como un animal; recuerdo lo que me ha dicho Fina sobre no ensuciar nada, pongo la mano delante y recojo una buena cantidad de leche.

En medio de unos gemidos tremendos, Fina se manosea con fuerza, casi con violencia tratando de alcanzar su propio orgasmo. En medio de sus gritos y sus espasmos, se da palmaditas sobre la raja, se frota arriba y abajo y sobre todo se mete los dedos con todas sus fuerzas.

—“ya, ya….me viene..me vieneeeeee”— dice mientras abre todavía mas las piernas, quita la mano de delante y espera que las convulsiones cesen

Sigo mirando extasiado hacia ese coño tan enrojecido y brillante, mientras mantengo mi verga en mi mano, y espero…espero…no se el que..pero se que algo va a suceder.

Por fin, en medio de unos gritos que son medio risas, medio expresiones de júbilo, cruza las piernas atrapando su mano entre ellas, sus gemidos me atraviesan los oídos, reconozco que está teniendo un orgasmo tremendo que sigo con curiosidad..

— “Cabron mio….que gusto mas grande me ha dado tenerte tan cerca”— dice la señora Fina en medio de su tremendo orgasmo.

En cuanto recobra un poco de control, se incorpora y me mira fijamente.

— “Chaval…ven aquí… te voy a enseñar como comerle el coño a una mujer”—

Deverano