SOLO EN CASA, trabajando
Luego sacó sus ropas y zapatos de trabajo de su mochila, al voltearse pude ver que su trasero no era grande; total, lo que más utilizaría este tipo estaba al frente y bien equipado, el resto es adorno me imaginé.
SOLO EN CASA, “trabajando”
Fue ahora, en esta semana santa de 2015; mi familia salió al club este Jueves Santo, todos fueron menos Yo.
Tenía que trabajar en casa en casa, había una pared que necesitaba cambiarle el repello y vendría un albañil a hacer el trabajo y necesitaba supervisarlo.
Don Nacho como lo conozco, es un tipo cincuentón; blanco de tez, también le llaman “El Chele Nacho”.
Llegó a eso de las 7:30 a.m., venía con todas sus herramientas; su acostumbrado jean todo roto, camiseta ya sucia de una chamba anterior y sus burros (zapatos de trabajo) llenos de mescla.
Comenzó a quitar el pulido de la pared que se requería, iba como por la mitad y recibe una llamada de la mujer; se disculpa con migo porque tenía que salir de urgencia a resolver un problema.
¿Y volverá rápido?
No sé; lo que voy a hacer, es decirle a mi hijo que le venga a hacer la chambita; él es mi mano derecha en los trabajos, es muy bueno en el trabajo, dijo Don Nacho.
Se llama Fabián, dijo al ir saliendo de la casa.
En cuestión de media hora, alguien tocaba a la puerta.
Sorpresa la mía al ver que en la puerta estaba un hombre joven de apenas pasados los veinte añitos, estatura mediana, vestido como para salir y con una mochila al hombro.
Yo miraba a través de la rendija que me permite estar oculto y ver la calle.
Al segundo llamado pregunté: ¿Qué desea?
Soy Fabián, mi papá dijo que viniera a hacerle una pared.
A, ok; abrí la puerta.
Era un tipo poco agraciado de cara por el mucho acné había pasado por allí, pero sus facciones muy varoniles; pelo ondulado negro y largo hasta cubrir la nuca, cejas gruesas y pestañas largas, ojos color café, su cuerpo se notaba bien tonificado, sus brazos amplios y fuertes.
Pase, dije Yo.
El pidió permiso en el borde de la puerta, pase le repetí.
Le indiqué por donde pasar para llegar a la susodicha pared.
La puerta la deje cerrada y pasado el seguro.
Mire, el pulido está malo en toda esta zona, pero prefiero que saquen todo para que quede parejo y no se vean cortes.
Ok, ¿Dónde me puedo cambiar?
Donde quiera, no hay nadie más dije.
Sin tapujos ni vergüenzas, allí mismo comenzó a sacarse la camiseta tipo DG, su dorso era esculpido; se miraba el trabajo del esfuerzo en la albañilería y un poco de hierro pensé, creí que se pondría la camisa de trabajo, pero no.
Sin perder tiempo tiró de lado los tenis, sacándolos con ayuda del otro pié.
Sus calcetas blancas se posaron sobre los tenis y una a una fueron saliendo de sus pies, unos pies grandes; cálculo del 43, dedos bien cuidados, cosa rara entre esos trabajadores.
Lo siguiente en caer fue el Jean, un blue jean de marca también; al salir de sus caderas pude notar un par de bóxers con un gran letrero en el elástico IMPORIO, se tira sus buenos gustos este chaval me pensé.
Sus piernas como el resto del cuerpo estaba limpio de pelos, al terminar de sacar esos jeans; se irguió y pude ver que su paquete se marcaba esplendoroso.
Wow, era un hombre en todas las de la ley.
Luego sacó sus ropas y zapatos de trabajo de su mochila, al voltearse pude ver que su trasero no era grande; total, lo que más utilizaría este tipo estaba al frente y bien equipado, el resto es adorno me imaginé.
Yo seguía allí parado a escasos tres metros de él, al sacar su otro jean y burritos se volteó a donde Yo estaba y dijo: “Me disculpa, pero tengo que quitarme el bóxer, es muy caro y no lo quiero dañar”
OOOhhh, perdón, ya me voy.
No, no es por eso; es porque me lo iba a quitar y no quiero ofender.
NO, NOO; no hay problemas, de todas formas aquí solo estamos nosotros y por mí no hay problemas, dije.
Sin mediar palabra, se bajó el bóxer de una y al agacharse me mostro un trasero pequeño, pero muy fibrado y completamente lampiño también.
Sin más ni más, se colocó el jean de trabajo directamente, sin interiores de ningún tipo.
Sus pies los enfundó en unos calcetines muy gruesos y listo a trabajar.
Estaba trabajando sin camisa, su dorso y espalda se me antojaban muchísimo al verlo tensarse al picar la pared, usar la pala para limpiar y su trasero pequeño me daban ganas de morderlo a cada agachada que se daba.
Luego de una hora de trabajo me pidió un vaso de agua, se lo acerque y pude sentir en mi nariz el olor de su cuerpo sudado; no era un olor ofensivo, al contrario; era un olor que mesclaba jabón de baño y sudor con una buena carga de salado y asumo muchísima testosterona, porque de inmediato sentí como mi pija creció de una sola vez.
Ya había sacado todo el repello necesario, lo estaba estibando de modo que no molestara al repellar.
Yo tomé asiento cerca, para verlo trabajar y charlar con él; quería averiguar qué había detrás de todo ese cuerpazo.
Le comenté que quería disculparme por hacerlo perder su descanso de Semana Santa y todo un Jueves y que Yo no lo había visto en los otros proyectos de Don Nacho.
Es que nos dividimos los trabajos, él en uno y Yo en el otro.
Pero, Yo una vez vine aquí cuando estaban cambiando el techo para traerle unas herramientas a mi papá.
Yo si lo vi a usted.
A bueno, disculpa que no te recordara, le dije; soy muy malo recordando caras.
Jajajaja no se disculpe me dijo, a mi me pasa seguido.
Ya vengo, te voy a traer una toalla para el sudor.
Me levanté y fui por una de las toallas pequeñas, él dijo que no era necesario cuando se la entregaba; a lo que le respondí que no había problema, si la ensuciaba solo se lava y punto.
Al agacharse a levantar escombros de pared, podía observar parte de su raja que asomaba por arriba del borde del jean.
Me pone a mil esas situaciones.
El tiempo transcurría y el comenzó su trabajo nuevamente, Yo lo observaba y disfrutaba de su plática; cosas superficiales, me contó que hacía poco se había dejado de su mujer.
Su mujer le puso los cuernos con uno del barrio de donde era ella y la dejo.
No había hijos de por medio que se lo impidiera y mejor se conseguiría otra, de todos modos dijo; son 14 mujeres y un culero para cada uno.
Jajajajjaja JAJAJAJa se carcajeo y me reí también.
Y dime Fabián, ya tienes las 14 de tu colección o te faltan???
La neta es que no, no soy muy dado a mujerear; me da temor una enfermedad… y tu culero ya lo tienes?
Jajajaja rió, no; a ese ni siquiera lo he conocido.
Le diré, que en esto de la albañilería le salen a uno; pero no me atrevo a eso.
A un compañero que tenemos, el joto que le salga se lo empina en el pistón; él dice que todo lo que es carne al gancho.
A mí me da miedito eso del SIDA, dijo Fabián.
En eso sí, uno debe cuidarse; ya sea que enganches o que te enganchen.
Jajajja alto allí, a mí nadie me engancha, en todo caso; Yo soy el que engancho y para eso tengo buen gancho con qué hacerlo.
Bueno, Yo decía; le dije a Fabián.
Le voy a contar Don, ese chavo que es compañero de nosotros; en una ocasión que estábamos en una casa que construimos allá por Catacamas, en Olancho.
El asunto es que el tipo este que se llama Migue, estaba con nosotros en un fin de semana en que no se vino a Tegucigalpa porque teníamos que trabajar todo el fin de semana para adelantar.
Era Viernes en la noche, nos estábamos tomando unas cervezas de esas grandotas (caguamas).
Ya cada uno llevaría unas cinco, todos estábamos bien pegados de las birrias.
Como dormíamos allí mismo en la construcción, teníamos una buena fogata; baño completo habilitado y una habitación bien techada.
El asunto es que como a eso de las tantas de la madrugada, nos acostamos todos; al rato escucho un ruido, era el Migue que hablaba con otro de los cinco albañiles de la obra.
Estaban allí mismo en el cuarto, no entendía lo que decían; en eso me incorporo de la colchoneta y lo que veo me dejó pendejo.
Era el Migue, le estaba mamando la verga a uno de los compañeros; se tragaba toda la pija del amigo y pegaba la nariz en los pelos de la base de la pija de este.
Nunca había visto a otro maje tragarse la verga de nadie, me quede viendo como pendejo.
En eso estaba, cuando el amigo se dio cuenta de que los miraba y no le importó; solo me dijo: “a que no sabías que había un come verga entre nosotros”.
Yo lo que sabía, es que el Migue ponía la pija a que se la comieran otros tipos; pero que a él le gustara comerla no.
Bueno, dijo el amigo; lo que pasa es que le dije que Yo no mamaba, que si quería me la mamara a mí.
No quería hacerlo, pero lo convencí y aquí está mamando y lo hace rico el muy cabrón.
Tanto hablar, que los demás despertaron; vieron lo que ocurría y la carne es débil; todos dormíamos en calzoncillos solamente y rápido todos estábamos empalmados.
Los demás se acercaron y pusieron al Migue a mamar a toda marcha.
Estábamos sentados en las colchonetas en línea, Yo estaba en uno de los extremos y cuando llegó el Migue a mamarme; le dije que no, que Yo pasaba.
Si me estaba pajeando, para que le voy a mentir; pero no lo deje que me la tocara.
Me dio no se qué, lo conozco de hace un chingo de años; bueno, desde que me acuerdo lo conozco y no me late que me la chupe ese maje.
Se mira que si te impresionó lo que veías, le dije a Fabián; al tiempo que le señalaba con un movimiento de mi cabeza; su entrepierna.
Disculpe Don, es que como no llevo bóxers y la neta es que ese cabrón mamaba las vergas con un gusto que ya viera usted y solo recordarme de eso me pone todo burro.
Mmmmm ajajjajaja pero sí que se le empinó en pico allí dentro.
Es toda una carpa la que tiene, aunque Fabián; a mí se me puso igual de solo escucharlo contar como mama el tal Migue.
La verdad, es que ese cabrón mama salvaje; según dijeron los demás.
Ahora me arrepiento de que no me la mamara, pero es que en ese entonces Yo tenía mi mujer y no me gusta ser infiel.
Además, nunca he estado con otro maje y no iba a comenzar solo por un calentón.
Mire Don, le diré que un buen pajazo si me hice.
Al terminar le tiré toda la leche al Migue en la mera cara, junto a los demás.
Y dígame Fabián, ¿al día siguiente qué dijo Migue? ¿Qué dijeron los demás?
Pues mire, ni el Migue; ni los demás dijeron nada.
Todo pasó como si nada, pero en la noche del Sábado; volvieron a mandar a comprar las caguamas y esta vez, no llevábamos ni dos cada uno cuando Juan se desnudó y le dijo al Migue: “he Migue, ven que tengo ganas que me comas la pija al igual que ayer”.
Migue, quedó como pensando unos segundos y se desnudó también; se acercó a Juan y lo hizo que se parara, se metió la cabezota de la verga de Juan en la boca y comenzó a sobarle y estirarle los huevos al cabrón.
Juan, se miraba que lo gozaba; pues estaba con las manos en la cintura y la cabeza tirada hacia atrás.
Hay Don, Yo creo que me pasé al contarle todas esas burradas.
No, no te preocupes Fabián; mira como me tienes con tus cuentos, lo estoy disfrutando.
Si no te tuviera pena, te aseguro que me la jalaba al ir escuchando tu relato.
No Don, si pena debería tener Yo al contar toda esa culerada de mis compañeros.
Además, esta es su casa; quien soy Yo para decirle que hacer.
Bueno Fabián, si voz te la cascas también; Yo no tengo reparo en hacerlo, pero seguí contando a ver que más hicieron.
Pues el asunto es Don, que el Migue y el Juan estaban en lo de la mamada y solo se escuchaba el glup glup de Migue pegado a esa riatota.
Al rato los otros ya estaban en bolas y Yo me desnude también.
Yo comencé a hacerme un pajazo que casi me saco el pellejo de la verga, estaba con casi 15 días sin meterla y estar viendo a esos culeros como se dejaban mamar, pero como le dije; Yo no he estado con otro maje nunca y no me llama la atención.
MMMM Fabián, pero que se la mamen a uno; es sabroso aunque sea un macho el que te lo haga.
¿Y es que a usted ya se lo ha mamado otro tipo?
La neta te diré Fabián, me la ha mamado otro tipo y porque no te lo voy a decir; Yo también lo he hecho un par de veces (mentí) y es sabroso, tanto cuando se lo tragan todito; así como cuando uno siente el rollo de tostones que es una buena verga que te llena la boca y algunas veces dice a pasar la campanilla y te atragantas.
Jajajja es sabroso realmente, deberías probar Fabián.
Vi en ese momento, como se había llevado la mano sobre su jean y había apretujado su pija escondida en el interior y que se mostraba como una enorme carpa de circo.
Miré fijamente a los ojos de Fabián, lo notaba deseoso, excitado y al mismo tiempo como confundido.
Con el gesto de la mano lo llamé hacia mí.
Lo tuve que hacer un par de veces, luego como un niño que comienza a andar; dio su primer paso muy despacio.
Luego de unos segundos largos, dio el otro paso.
Siguió andando hacia mí, despacio; observándome y volteaba a ver alrededor como con temor de ser vistos.
Era imposible, estábamos en el interior de la casa y no había nadie más.
Al estar a menos de un metro de mí, estiré mi brazo y tomé su mano empolvorada con polvo del cemento y tierra y pude sentir que temblaba.
Sí, ese hombre estaba temblando; signo de que en verdad no había sido tocado por otro hombre nunca en su vida.
Lentamente, terminó de estar separado de mí y llegó a estar a unos 30 centímetros entre mis piernas.
Yo sentado como estaba y con Fabián entre mis piernas, comencé a abrir el botón de su jean, luego a bajar su ziper.
Pude observar que tenía una leve cantidad de pelos en su pubis, volteo a ver la cara de Fabián y estaba rojo como tomate, sus ojos cerrados, sus puños tensos.
Mi mano se posó a la altura de su ombligo y fui bajando poco a poco.
Este hombre se estaba entregando a ser acariciado por otro hombre en su primera vez.
Mi mano acarició su ombligo y baje de apoco, llegue a esos pequeños pelos rizados que protegían la base de ese mástil que aún dentro de su pantalón; dejaba entrever una base gruesa y pujante.
Su verga daba pequeños brincos y hacía que el jean se elevara por segundos.
Con ambas manos, tomé los laterales del jean y lo bajé; su verga brincó como resorte y casi me da en la cara, pude sentir su olor a macho que se emanaba de ese tolete de carne.
Carne firme que se alzaba en contra de las leyes de la gravedad y apuntaba directo a mi boca.
Con la mano, tomé su base y la apreté; para sentir su consistencia y supe que era de muy ancha y firme consistencia.
Su cabeza tenía en el ojo un punto de transparente líquido pre-seminal.
Olía sabroso, abrí mi boca y con la punta de la lengua recogí esa gota que se avecinaba solo para mí y por mí.
Me supo salada y un poco dulzona; podía intuir algo de sabor a licor, siempre he sabido que allí es donde puedo saber que es el alimento y bebida de mis machos, es su esencia vital.
Luego, muy despacio succioné el glande de Fabián hacia el interior de mi boca; mis manos se fueron hacia atrás y pude tentar sus pequeñas nalgas, nalgas duras y firmes por el esfuerzo de trabajo duro.
El jean calló por sí solo, dejando al descubierto las piernas fibradas que eran a consecuencia de su mismo trabajo y de los muchos partidos de futbol que se realizaban al mediodía en los descansos y los fines de semana en su liguilla.
Mis manos podían sentir como eran tersas esas nalgas, como se apretujaban una con otra al tacto de mis dedos y Fabián; con una de sus manos hiso que las apartara de su raja.
A todo esto, ya iba con media pija en el interior de mi boca; no pude hacer que más del segundo tercio entrara.
Era una verga muy larga para caberme toda.
Sentía frustración al no poder albergar todo ese mástil en el interior de mi boca, pero sí pude comenzar un mete y saca de mi boca, el movimiento de mi cabeza era acompañado por ambas manos de Fabián.
Mis manos bajaron por sus piernas y llegaron a sus pantorrillas, eran exquisitas, muy gruesas y amplias a la vez.
Sus piernas se sentían tensas por efectos de la mamada que le estaba propinando.
Mi mano se fue a su escroto, pude sentir como esa bolsa era algo mediana; pero dentro albergaba un par de chibolas bien, pero bien grandes.
Saqué su verga de mi boca y baje por su falo hasta sus huevos, me supieron riquísimo, estaban aún con el sabor salado de su sudor y pude entretener a mi nariz con ese aroma delicioso a almizcle y sudor que despedía su pubis.
Olía a macho limpio por un baño reciente y sudado por un esfuerzo más reciente aún.
Es un aroma que solo el que ha tenido ese privilegio de estar en una situación similar lo puede comprender.
Saber a como huele un macho, macho; en un momento de estar siendo mamado en medio de su faena de trabajo.
Es delicioso al olfato.
Mientras sopesaba sus huevos y mi boca succionaba su chalámpa, el dedo índice de mi mano; traspasó la zona de los huevos y comenzó a jugar con su perineo.
Que rico es, sentir como la pija de un hombre nace desde su interior y se oculta tras las bolas para luego reaparecer como un sable delicioso de degustar.
La piel de la verga, la sentía gruesa y suave en el paladar de mi boca.
En cada envestida de esa cadera en contra de mi cara, esa piel se retraía o ajustaba en su base.
Así con ese mismo movimiento, mi dedo índice fue adentrándose más hacia atrás y pude sentir en un momento dado; como la punta de mi dedo rozaba en donde comenzaban a crecer las nalgas.
En las primeras dos incursiones de la punta de mi dedo, Fabián no dio nada por hecho.
Luego de la tercera, se detuvo de un solo; no dijo nada, solamente se paró de empujar su verga en mi boca y de chocar contra mi cara con su pelvis.
Yo, retiré mi boca lo suficiente para que su glande; quedara justo dentro de mi boca y comencé a mamarlo y pasar mi lengua alrededor de su corona.
Fabián, no se movía ni emitía ningún sonido.
Lo volteo a ver y veo su cara hecha un poema completo, sus labios eran mojados por su lengua, sus ojos estaban cerrados y los abría para volver a cerrarlos.
Estaba gozando, eso era evidente.
Fue en ese momento, que utilizando su mismo sudor como lubricante; comencé a mover mi mano y mi dedo índice se incrustó un poco a cada vez en la raja de su trasero para alcanzar a rozar su ano.
Ese ano, que se sentía fruncido al tacto; al sentir mi dedo que lo tocaba apretó sus glúteos un poco, esperé y sentí cuando aflojó.
Inmediatamente, mi dedo lo volvió a sobar y salió; luego volví a mover mi dedo y en la palma de mi mano estaba su bolsa escrotal y en la punta de mi dedo sentí a su ano fruncir aún más.
Saque mi mano por completo, sentí como todo su cuerpo aflojó.
Llevé mi dedo a mi boca, para humedecerlo y recolocarlo en su lugar.
Más fácilmente, pude llegar esta vez a su agujero anal.
Aproveche un suspiro de Fabián y la mera punta de mi dedo intentó entrar en su ano; Fabián apretó, hizo un sonido de desaprobación, lo ignoré.
Fabián, se estaba dejando mamar; mi dedo no pujo más, pero no lo separé de ese culito que quería perforar.
Pude sentir, como sobre mi rostro cayeron algunas gotas de sudor desde la frente de Fabián.
Eran unas gotas frías, gotas grandes; dignas de un hombre como ese.
Las piernas de Fabián se movieron y pude intuir que se estaba despojando del jean.
En efecto, el sonido era ese; a un lado nuestro quedaron sus jeans.
Yo me incorporé un poco y saque mi pantalón y abriendo mi camisa quedé completamente desnudo, al igual que él.
Volví a tomar en mis fauces su verga y con mayor ahínco reinicié la mamada.
Mi cabeza al tiempo que descendía se movía con movimientos aleatorios de un lado a otro al tiempo que bajaba hasta su empuñadura y así mismo al jalar para llegar a tener solo su glande en la lengua.
En donde revoloteaba en su frenillo y su corona con un movimiento oscilante de lengua y succión de mi boca.
Esta vez, teniendo ya el trayecto húmedo de mi saliva y su sudor; mi dedo se metió por debajo de sus huevos y siguió hacia atrás hasta alcanzar su ano.
Allí, nuevamente sentí como apretaba sus nalgas; soltando de un solo la verga, dije no por favor, sino en forma autoritaria: “abre las piernas”
Me pareció escuchar un leve: mmm, pero en ese momento; ayudado por mis piernas, le abrí un poco las de él.
Retomé la mamada que le estaba dando y lubricando un poco más mi dedo se lo coloqué en la mera entrada de su culo.
Con su mano dijo a apartar mi dedo, con la otra mano mía aparté la de él al tiempo que hice un sonido de mmmííípp como regañándole por querer apartar mi dedo de su trasero.
En ese momento, también abrí un poco más mis piernas y así forzarlo a que separara un poquito más las de él.
No dijo nada y mi dedo entró hasta la primer falange.
Sentí como su esfínter quería evitar que entrara, reposé mi dedo allí; en la mera entrada de su delicioso orificio anal.
Solo bastó un par de buenas succiones en su glande, para que su esfínter se relajara un poco y la segunda falange quedara dentro.
Nuevamente esperé, esta vez doble mi dedo en su interior y comencé a sentir las paredes de su recto.
Podía sentir lo acolchado de su interior, su calor, su humedad y como su esfínter anal apretujaba mi dedo a cada movimiento que hacía en su interior.
Su verga brincaba en mi boca a cada movimiento de mi dedo en su interior.
Vi su cara, tenía los ojos abiertos como plato; su mirada estaba perdida al frente y su pecho se elevaba un poco más de lo común.
Su excitación era evidente, su pija comenzó a botar líquido pre-seminal a borbollones; su ano se aflojó y sentí como sus caderas bajaron un poco y sus piernas se flexionaron un poquitín más.
Él solo se estaba terminando de ensartar mi dedo, Yo hurgué un poco más y acaricié todo su interior a todo lo largo que daba mi dedo índice.
Puede sentir su próstata, las paredes de su cavidad anal y como era suave y acolchado en su interior.
Fabián, con sus manos se apoyó en mi cabeza; luego estiró una de ellas y la apoyó en la pared atrás de mí y con la otra comenzó a marcar una mamada suave pero continua.
Yo, deje mi mano quieta y él mismo a medida metía y sacaba su verga de mi boca; se estaba sacando y metiendo mi dedo en su ano.
El resto de mi mano, podía sentir como eran tersas y duras las nalgas de Fabián; como sus nalgas se abrían un poco más al topar con mi mano y mi dedo entrar en el trasero de él.
Su agujero ya recibía bien mi dedo índice, sin avisarle; estiré mi dedo medio y topó en su gruta trasera al siguiente empellón.
Se detuvo al sentirlo e inmediatamente empujó su verga dentro de mi boca.
Volvió marcha atrás y esta vez, entró mi otro dedo; ahora eran dos los que se estaba ensartando él solo.
Volteé mi cara hacia arriba para verle, él también me miró; me sonrió y levantando su cara para ver la pared, siguió su mete y saca en mi boca y en su ano.
Estuvimos un muy buen rato así, Yo saqué su verga de mi boca; saque mis dedos de su trasero y con ambas manos posadas en sus caderas lo volteé para con mi boca comenzar a besar sus nalgas.
Suspiró al sentir como primero las besaba, luego como mordisqueaba sus glúteos por separado en el medio de su raja.
Mi lengua comenzó a invadir territorio virgo, ningún hombre había llegado a tocar antes esa parte de su anatomía y Yo ahora estaba besando, mordiendo y lamiendo la parte más privada de su hombría.
Mis dedos gordos, separaron un poco esos cachetitos ricos y duritos.
Mi lengua hurgó un poco más dentro, él tambaleó un poco y torciendo un poco el cuerpo se apoyó en la pared nuevamente.
Me moví para acomodarnos hacia el frente de la pared y él apoyó ambas manos.
Yo disfrutaba de su trasero, ese olor a sudor y jabón mañanero; almizcle y sudor.
Fabián tenía el rostro colorado de la excitación.
Su respirar era agitado y con pausas largas y amplias.
Sus piernas estaban completamente abiertas y ahora levantaba su trasero para dejar que lo lamiera a mi gusto, Yo metía mi cara por completo.
En ocasiones no solo metía mi cara, con mi puño cerrado; comenzaba a pasarlo por su raja completa, desde abajo, mi puño cerrado rozaba toda su raja, su ano y seguía hacia arriba.
Luego mi muñeca lo rozaba por completo y no terminaba hasta que deslizando mi brazo completo, llegaba a colocar mi codo en la entrada del culito y doblando el brazo, allí mismo, en el mero ano; frotaba por unos instantes mi codo, e incluso, pude sentir como se abría un poco con mi codo en las puertas de su ano.
Fabián, en ocasiones topaba su cabeza a la pared y la tiraba hacia atrás.
Le escuche decir varias veces en voz muy baja: “así, así; puta madre, que rico es”
Yo estaba híper excitado, mi pija ya tenía charco de tanto líquido derramado en el suelo.
Mi lengua volvió a la carga contra esa raja y ese culito rico y fruncido.
Comencé a levantarme de mi posición privilegiada y arrastrando mi lengua por toda su columna, pude sentir como su piel se tornó en una piel con escalofríos y piel china.
Al llegar a su nuca, lo besé allí; con mi mano hale su cabeza hacia atrás y besé su oreja, su nuca, su cuello, sus hombros.
Bajando mis manos por sus costados, llegué a su cadera y lo acaricie, mi verga se apoyó en su raja y él saltó.
No, no Don; eso sí que no y estiró su brazo hacia atrás para apartarme al tiempo que intentaba voltearse.
Suavemente detuve su giro con mis manos en sus caderas, hablándole en susurro le dije: “ssshhh tranquilo, solo voy a jugar en tu raja; solo voy a pasarla por allí para sentir también rico Yo, tranquilo; además, si no te gusta paro, te la aparto y ya”.
Por su silencio y falta de más movimientos comprendí que aprobaba mis palabras.
Así que allí mismo, con ayuda de mi otra mano; comencé a pasar suave y lentamente la cabeza de mi pene por todo lo largo de su raja y pude sentir sus suspiros y medios brincos al pasarla por la entrada de su culito.
Mi pija, comenzó a botar más líquido aún; su raja estaba completamente empapada de líquido pre-seminal.
Estuve en eso mismo un par de minutos y comencé en ocasiones a detenerme en la mera entrada de su ano y hacer leves puntaciones allí mismo.
Su ano, estaba bien apretadito y al mismo tiempo bien lubricado; la punta de mi glande hacía como el intento de querer entrar, Fabián al sentirme allí quieto me dijo: “No Don, no la vaya a meter”.
No, no te la voy a meter; solo quiero sentir esto así y empuje como lo había hecho antes, es que se siente riquísimo lo apretadito que estás.
Podía sentir como sus nalgas apretaban mi falo y como solo la puntita de mi verga estaba en la mera entrada de su culo.
Sabía que él podía sentir el grosor de mi pija, la presión de mi glande en su ano y la sensación de estar en peligro de ser desvirgado.
Su pecho se agitaba y su respiración se sentía más fuerte.
Poco a poco, Yo medio retiraba mi glande de su entrada; ya no la restregaba en su raja, la sostenía en la entrada de su gruta secreta y volvía a apretar contra de ese ano virgo de macho, macho.
También iba sintiendo, como a cada segundo que mi glande hacía presión en su ano; este iba cediendo paso a mi capucha lubricada de mi saliva y mi líquido.
Pasé mi mano al frente y tomé su verga bien dura, comencé a darle una paja lenta y sabrosa.
Le subía y bajaba, al llegar a su glande con su misma lubricación. Movía mi mano y con su cabeza en la palma de mi mano hacía movimientos en redondo que lo hicieron vibrar y como quien no quiere la cosa.
Mi glande entró completo en su trasero, Fabián soltó un fuerte quejido; se quedó quieto, su cuerpo se tensó.
No dijo nada, aún con su cuerpo tenso; su esfínter anal se abrió y cerró como palpando lo que lo había traspasado.
No fue ningún movimiento mío, fue el movimiento de su propio cuerpo el que lo ensartó.
Cuando sentí que su esfínter se volvió a dilatar, empuje mi verga y pude sentir por completo su calor interior.
Un culo virgo de un hombre heterosexual, estaba siendo desflorado por mi propia pija.
Su interior se sentía delicioso, sus entrañas me rodeaban por completo el pene, mi glande penetraba su interior y sentía como me iba abriendo paso en una cueva completamente cerrada.
Al tenerlo completamente ensartado, paré.
Dejé que se acomodara su trasero a mis dimensiones, su ojete seguía abriéndose y cerrándose por sí solo y era sentirme palpado.
Apretaba muy fuerte, tan fuerte como si fuera su mano la que me estrujara.
Fabián, tenía todos sus músculos muy fuertes y los de su trasero no eran la excepción.
Fue Fabián, el que comenzó a mover su culito de forma que lo penetraba al principio despacio, luego incrementó sus movimientos y comencé a darle caña.
Me aferré a sus caderas nuevamente y se comenzó a escuchar un tipo de aplauso, por el choque de mi pelvis y sus caderas; a lo que sumado el sudor que emanaba de nuestros cuerpos se volvía todo un compas sexual desenfrenado y salvaje.
Era una cogida salvaje y deliciosa, éramos dos hombres que estábamos desbocados y dejando salir toda la lujuria propia de la testosterona acumulada en nuestros huevos, no era una cogida gay en sí; era puro sexo.
Fabián, estaba hecho una sopa de todo el sudor que salía de su cuerpo.
Su piel brillaba y remarcaba más las zonas que pasaban ocultas al sol en las horas que trabajaba bajo el astro rey.
Sus partes oscuras eran muchas y prácticamente solo su trasero estaba claro, allí donde Yo estaba aferrado para gozarlo.
Fabián, subió su pierna en la silla y se tumbó un poco más hacia el frente.
Su trasero se abrió aún más y sentí como penetré unos centímetros más.
Pude sentir como si una pequeña tela se rompiera en su interior, para dar paso a mi verga y Fabián dio un pequeño brinco que causó que se volviera a ensartar.
Yo, también estaba completamente sudado, mi pelo se pegaba a mi frente al igual que el de Fabián.
Esa nueva posición me hacía sentir que podía entrar completamente en ese hombrón que tenía entre mis manos y ensartado hasta lo más profundo de su ser.
Ya comenzaba a sentir como desde mis huevos se venía revolucionando un torrente de semen que pujaba por salir.
Comencé a dar más y más fuerte a Fabián, mi verga casi salía toda de su interior y luego volvía a entrar de un solo empujón.
Fueron necesarios unos nueve puyones más y sentí como salió el primer chorro de blanco semen que se alojó en el interior de Fabián, no pude aguantar y el segundo y tercero fueron igual.
Saque mi pija de su trasero y el resto de mi leche la tire en su espalda o en sus nalgas, un chorro aquí, el otro allá.
Mis piernas se sentían débiles, me temblaban las piernas.
Me separé de Fabián y me senté en el suelo, mis nalgas sintieron el duro suelo y luego mi espalda.
No me importo los escombros de bajo de mí.
Necesitaba descansar en algún lugar, estaba exhausto.
Fabián, tenía la verga dura y pronta a escupir su semen también.
Ven, dámelo aquí le dije; señalando mi pecho.
Y desde lo alto que estaba, comenzó su descarga; fue un baño completo de semen en todo mi dorso.
Sentí delicioso esa fuente de semen caliente y abundante.
Este chico sí que sabía para qué sirven los huevos que fabricaban todo ese néctar de hombre, era una cantidad súper copiosa y espesa.
Sabroso.
Fabián, se sentó a mi par y luego se recostó pasando un brazo suyo sobre mi pecho y apoyando su cabeza cerca de mi corazón.
No nos dijimos nada, estábamos cayados; luego de unos minutos él se levantó y me extendió la mano y me invitó a ducharnos.
Es que estoy que no aguanto el sudor, polvo (rió un poco) y semen.
Luego de la ducha, tomamos algo; comimos un poco y él reanudó su trabajo y Yo continué viendo como lo realizaba.
Al final del día, llegó el momento de que se marchara; me dijo que tendría que volver el Viernes a dar la última mano de fino.
Con un fuerte abrazo y un delicioso beso se fue.
Los nombres de los involucrados han sido cambiados por razones obvias.
Los espero en la próxima lectura de estos relatos y también espero sus comentarios, tanto en el email como en TODORELATOS.
Un abrazo,
LUDAVAGI
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