Solo ellas 2/2
No existe ningún problema que se solucione solo, siempre tenemos que poner algo de nuestra parte para que eso suceda, en nuestro caso la solución pasó por un intercambio de parejas.
Nos despedimos y quedamos en que ya nos veríamos en algún otra ocasión, desde el coche las vi asomadas a una ventana, entonces al fijarme en Ana vi que me miraba con sus preciosos ojos suplicantes, como siempre que quería proponerme algo, arranque pero solo circule unos cien metros, paré el coche otra vez y le pedí que me contara de que se trataba, nunca hemos disimulado entre nosotros. Y con voz firme pero sin mirarme dijo de un tirón.
Me ha pasado una cosa muy rara, mientras estábamos con ellas he notado un escalofrió que ha recorrido todo mi espinazo, algo semejante a la primera vez que llegue al orgasmo haciendo el amor contigo. ¿Eso es malo?
Solté el cinturón de ambos y busque sus labios, parecíamos dos adolescentes haciendo una travesura cuando nadie los ve, cuando nos separamos le dije mirándola fijamente a los ojos.
- Isabel comenzó a convulsionarse, las manifestaciones de júbilo de Ana, al parecer también la enervaron y noté como los espasmos eran muy fuertes, a pesar de que ella trataba de retrasar lo inevitable proseguí, pero otros cuatro o cinco empellones fueron suficientes, para que empezara a eyacular de forma desmesurada. Sus ojos entrecerrados trataron de fijarse en los míos, pero solo consiguió mostrarme una expresión, alegre relajada y como ida.
¿Quieres que regresemos y lo hablamos con ellas? Es posible que ese sea el tema, que necesites experimentar algo que te ha sido negado, en parte por lo pronto que comenzamos y porque es un tema sobre el que nunca hemos hablado, a pesar de tener amigos bisexuales.
No espere respuesta, di la vuelta y solo unos minutos después de haber marchado estábamos tocando a la puerta otra vez, nos abrió Luisa sin mostrar demasiada sorpresa al vernos, le dije si podíamos charlar ella y yo a solas unos instantes, entonces vi a Isabel asomarse por detrás suyo y les sugirió a las dos que preparasen algo de cena, Ana e Isabel fueron a la cocina y nosotros al salón.
Sirvió un generoso güisqui para cada uno sin hielo, y después de sentarse frente a mi, pregunto que es lo que quería decirle, me sentía un tanto extrañado de su comportamiento, mientras imaginaba que quizás también ella había pensado algo semejante a lo que quería pedirle, entonces comencé diciéndole.
Somos todos adultos, mi intención no es ofenderos y quisiera que entiendas que soy sincero al decirlo, pero le ha sucedido algo a Ana que me ha decidido a hablar primero contigo y después ya veremos. Según me ha contado al marchar, antes cuando la has abrazado para consolarla ha notado una sensación especial, algo que según ella no experimentaba desde que comenzamos a tener sexo.
En ese punto callé esperando alguna reacción por su parte, pero no pensaba ayudarme, eso estaba claro, y por ello continué.
Ana sintió algo muy fuerte estando entre tus brazos. Soy consciente que esto que te pediré esta del todo fuera de las buenas formas, no tenemos una amistad tan estrecha como para pretender algo así de ti, de vosotras, pero esa sensación no se ha dado al estar con nuestras amigas bisexuales, quizás porque la amistad fue solo eso y nada tiene que ver con sus inclinaciones sexuales.
Después de contar todo esto callé, dispuesto a esperar que fuera ella quien replicara. Tomo un largo trago de su baso hasta casi apurarlo y con mucha calma la oí decir.
Descubrí el sexo, estando interna en un colegio solo para chicas, y fue de la mano de una de las profesoras más jóvenes, lo nuestro duró casi dos años y en ese tiempo aprendí casi todo lo que se puede sobre relaciones lésbicas, nos descubrieron, la expulsaron a ella y no la volví a ver, pero eso me enfoco en esa dirección, nunca he tratado de estar con un hombre, no tengo ningún trauma, tan solo es que no se dio la ocasión ni sentí curiosidad al respecto.
Con Isabel todo fue diferente, la conocí poco después de que un desalmado le rompiera el corazón, solo como amiga trate de ayudarla pero se enamoro de mi, no era esa mi intención al aproximarme a ella pero sucedió, en estos últimos cinco años hemos sido muy felices, pero cuando comenzó a comportarse de forma melancólica y encerrarse en ocasiones en si misma sin ganas de nada, llegue a preguntarle si añoraba estar con un hombre.
Nunca me respondió a eso, hasta hace un rato cuando la he visto llorar con vuestra partida, no ha pronunciado palabra, pero al veros de regreso su cara lo ha dicho todo.
Entonces fue ella la que callo, meditamos ambos unos instantes, hasta que comenzamos a hablar a un tiempo, callamos y me pidió que fuera yo quien continuara.
¿Ya supones que te pediré? Si aceptas mi proposición, tendremos que tratar de convencerlas a ellas para que accedan al menos a intentarlo, después ya valoraremos si ha sido positivo para todos, claro eso si te parece bien dar este importante paso.
Luisa se levanto, aproximándose mucho me beso con gran pasión, le correspondí algo confuso y después de separarse, me miro con cara de satisfacción y dijo.
Creo que nos entenderemos, ahora ya sabemos como besamos y parte de lo que esperan de nosotros, solo se trata como bien dices de convencerlas, pero no creo que eso sea un problema si nos ven predispuestos en ese sentido.
Las llamo Luisa y salieron de la cocina “nuestras chicas”, cada uno se abrazó a la suya y en voz baja resumimos lo hablado, Ana me dijo que probar no le costaría demasiado, y si había sido capaz de hacer rafting puenting y parapente, tratar de superar esa prueba seria un reto más, el beneficio caso de ser la causa de sus problema seria inmenso, y si no era así, no dejaría de ser una experiencia más.
Entonces fue cuando una Isabel sonriente avanzo hacia mi, hasta colocarse a una distancia desde la que podía acariciarla con facilidad, cuando comencé a hacerlo vi de reojo como Ana y Luisa nos miraban y nosotros entramos en una habitación contigua al salón.
- Isabel fue normalizando su respiración, también yo que permanecía aún dentro suyo trataba
de centrarme, pero no cesaba de oír a Ana que lo estaba pasando francamente bien, a juzgar por sus interminables muestras de satisfacción en forma de sonidos que conocía muy bien. Me saco de mis cavilaciones Isabel cuando con su melosa voz me dijo que le apetecía mucho “beberme”, salí de ella que se sentó en la cama quedando a la altura justa, y la deje que hiciera conmigo aquello que pretendía.
Cuando quedo satisfecha, palmeo la cama a su lado y me senté, entonces murmuró.
¿Crees que Ana también encontrara solución a su problema en brazos de Luisa? Seria estupendo que a ella le sentara tan bien como a mí. Estar contigo ha sido muy bueno y estoy segura de que necesitaba un hombre, solo espero que a ella le resulte el remedio tan placentero como lo ha sido para mi.
Le tome una mano y le dije.
¿Oyes como Ana sigue bramando? Esta gozando de lo lindo, pero tendremos que esperar a que terminen para no interrumpirlas al menos la primera vez, y espero que no sea peor el remedio que la enfermedad, no me gustaría que los celos fueran un problema.
Casi sin dejarme terminar, me miró fijamente y me dijo.
Eso es del todo imposible, os miráis con mucho amor igual que nosotras, podre a partir de ahora entregar mi cuerpo, si fuera a ti me encantaría, pero mi amor y mi alma son para Luisa, al igual que imagino que os pasara a vosotros, pero de todas formas después lo hablamos los cuatro.
Pasamos a un baño que se accedía desde el dormitorio y nos duchamos, después nos vestimos, ella solo con un ligero vestido que saco de un armario y yo con lo mismo que llevaba, poco después cuando me lo indico pues hacia rato que imperaba el silencio, salimos al salón donde estaban “nuestras mujeres” muy formalitas, sentadas muy juntas en el sofá, con una mirada picara Ana me dijo que nos quedábamos a cenar.
Pusieron la mesa ellas, mientras Luisa me invitó a salir al jardín donde fumamos un cigarrillo al que me invitó, hacia más de dos meses que lo había “dejado” pero no me importó jugarme una posible recaída, entonces me dijo.
Ahora lo hablaremos los cuatro, pero creo que no hará falta regresar a la consulta de la psicóloga. Habrás oído a Ana, imagino que reconoces cuando esta gozando de verdad, creo que hemos acertado y que la tuya tenia una curiosidad por satisfacer y la mía un hueco por cubrir, no me refiero a algo físico, pienso más bien en algo emocional.
No le respondí y quedamos en silencio hasta que terminamos los cigarrillos, entramos en la casa y la mesa estaba dispuesta, nos sentamos y entre platos y tragos conversamos un poco, según todos los indicios habíamos acertado, tanto Ana como Isabel lucían una mirada chispeante y llena de buen humor, tras los postres, hablamos directamente del tema y la conclusión a la que llegamos no podía ser más satisfactoria.
Quedo claro, que Isabel necesitaría sexo heterosexual de vez en cuando, y que por el momento seria conmigo.
Ana, tendría también encuentros esporádicos con ambas, para que no fuera nada exclusivo.
Luisa preguntó, si ella podía probar el sexo con un hombre si a mi no me molestaba, ante lo que todos comenzamos a reír hasta congestionarnos.
A consecuencia de ese primer encuentro, Isabel tomo “La píldora del día después” y compraron una maquinita de esas que con una simple muestra de orina, detectan la hormona Luteinizante que indican los días fértiles, en los que no manteníamos relaciones completas, también Ana comenzó a emplear el sistema, ya que es inocuo del todo para el organismo, el único que no tenia descansos era yo, pero no me quejaba ni me quejo.
Han pasado ya ocho meses y nuestra relación es tal, que nos vamos juntos de vacaciones a una villa que tiene Luisa en Ibiza, según ella en la parte tranquila de la isla. (Aunque dudo que tal parte exista)
© (
Pobrecain
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