Sólo él y yo
La ociosidad es la madre de todos los vicios, dicen los que saben, y si a esto le agregas la cachondez y las ganas de coger como loca, todo se complementa en un coctel que una vez que se prueba se quiere más, ¿Cuál es el límite? Sólo el que tú le pongas, y entonces a disfrutar de la vida...
Gracias a la vida que ha puesto mujeres deliciosas en mi camino, he podido disfrutar de los placeres sexuales con intensidad, hasta saciarme, hasta paladear las mieles de la satisfacción.
Y fue precisamente con una de esas hermosas y cachondas mujeres, de la que escuché algo que provocó que se me parara la verga y me la volviera a coger, a petición de ellal ya que quería comprobar algo, espero no haberla defraudado.
Y ella me lo contó así:
Era un día como cualquier otro regresaba de la escuela, era ya un poco tarde, llegué a la casa y mis padres no estaban, revisé toda la casa y no encontré a nadie eran alrededor de las 9:00 de la noche, ellos habían salido a cenar, inmediatamente subí a mi habitación que quedaba al final del pasillo, entré encendí la luz y pasé, dejé mis cosas en la mesa de estudio.
Vivo en una de las zonas adineradas de la ciudad de México, soy una chica que mide 1.70, tez blanca, ojos azules, de cabello rubio un poco más abajo de los hombros, no tengo un cuerpo perfecto, pero si es atractivo, mis medidas son 89,60,90 siempre he sido deportista, tengo mi estomaguito plano y unas largas piernas, mis amigas y amigos me dicen que tengo un cuerpo perfecto, aunque yo no lo creo así.
Ese día traía puesto un pantalón de mezclilla totalmente ajustado color azul, y un top blanco de licra ajustado a mis pechos, estos son firmes y redondos, abajo de mi pantalón traía una tanga de encaje elástica de las más chiquitas, esta estaba metida entre mis nalguitas y nada más se asomaba el hilo que salía en la parte superior de ellas cerca de mi cintura.
Por adelante solo cubría lo necesario, tapaba apenas mi vagina desapareciendo en la parte inferior haciendo un triangulito chiquito.
Me senté en la cama no tenía absolutamente nada que hacer y estaba sola en casa, comencé a quitarme la ropa para ir a dormir, primero que nada, los zapatos de tacón alto que uso, puse mis pies sobre la suave alfombra.
Desabotoné el pantalón y comencé a bajarlo lentamente sin prisa sintiendo como iba saliendo de entre mis nalgas y viendo cómo se quedaba al descubierto la diminuta tanga que traía puesta, terminé de bajar el pantalón y lo quité de mis piernas dejándolo sobre la cama.
Por casualidad había quedado enfrente al espejo de cuerpo entero que tengo en mi recámara, me volteé y me vi en él, vi mi pancita plana y la tanga como me quedaba de una forma perfecta, comencé a quitarme el top blanco y deje al descubierto mis pechos firmes y redondos.
Los vi reflejados en el espejo, los toqué de una forma suave, me dirigí hacia el guardarropa para sacar mi ropa de dormir.
Al abrirlo me quedé pensativa por un instante y recordé que tenía un traje de tela elástica que había comprado en una tienda comercial, es uno de esos trajes que son ajustados al cuerpo de una sola pieza desde los tobillos hasta el cuello, de color blanco y que no dejan absolutamente nada a la imaginación, es igual al que usan las modelos en las exhibiciones de algo importante.
Lo había comprado porque una amiga me había dicho que se me vería muy bien y quise probalo nada más que se me había olvidado por completo que estaba ahí, lo vi colgado y quise probármelo, lo saqué y lo coloqué sobre la cama.
Quería probármelo, pero sin tener la ropa interior puesta, así que tomé los tirantes de cada lado de la tanga y comencé a bajarla lentamente, en la parte de atrás comenzó a enredarse el hilo que salía de entre mis nalguitas sobre sí mismo, a medida que la iba bajando más este se seguía enredando, sentía como iba saliendo de entre mis nalgas, esto me encendía, separé un poco las piernas para facilitar su salida, pero no funcionó.
La bajé completamente, aunque la última parte, que es la que estaba metida cerca de mi hoyito y entre los labios de mi vagina fue la que salió al último.
La deslicé por todas mis piernas hasta que por fin cayó sola sobre la alfombra, saqué un pie y luego el otro, quedando completamente desnuda en toda la habitación, podía ver mi velludo, Monte de Venus, descubierto, y bien recortado, asomándose mis labios, pensé que ameritaba también ponerme zapatos nuevos, así que caminé unos pasos y saqué los zapatos de tacón alto, de color blanco, me acordé que tenía una tanga blanca que había comprado y que todavía no estrenaba.
En ese sitio me coloque los zapatos nuevos blancos, camine unos pasos hacia donde había dejado el trajecito blanco que me iba a poner, de pie tomé mi tanga blanca y me agaché.
Sin dame cuenta que estaba de espaldas al espejo, ya había metido una pierna en la tanga cuando mire entre mis piernas y me vi reflejada en el espejo, nunca se me había ocurrido mirarme agachada en el espejo.
Pude ver mis nalgas bien formadas y en medio de ellas los sabrosos labios de mi vagina, puse una mano en una de mis carnosas y duras nalgas y las abrí, ahora, pude apreciar mi fruncido ano, de color café, arrugadito y cerrado completamente a mí me pareció algo bonito, algo hermoso, me solté las nalguitas y se cerró y ya no lo pude ver más.
Coloqué el otro pie dentro de la tanga y comencé a subirla lentamente, cuando llegó a mi vagina, acomodé el triangulito, esta tanguita era de licra muy suave y fresca, intenté que mis labios quedaran dentro del triangulito.
Continue subiéndola y sentí como la parte de atrás iba entrando lentamente y sentía que me estaba abriendo, separé un poco las piernas para facilitar que subiera rápido, pero esto no fue así, la tuve que seguir subiendo hasta que llegue con los tirantes de la tanga hasta mi cintura.
Al final, tomé mis nalgas con las manos y me las abrí dejando que entrara el hilo de la tanga, por cierto, era mas grueso que el de la anterior, cuando me volteé cual fue mi sorpresa al ver reflejado en el espejo que la tanga se había metido entre mis labios de mi vagina.
Coloqué los dedos en cada uno de los lados del triángulo invertido y los bajé suavemente y al mismo tiempo separé un poco las piernas, pude sacarla de mis labios y modelé para mí misma acomodando los tirantes de mi tanga viéndome de perfil en el espejo, volteé hacia el frente y lo único que se veía era mi ombligo en medio de mi pancita plana, me volteé para verme por detrás y vi la tirita que salía de en medio de mis apretadas nalguitas.
Mis pechos estaban firmes y mi pezón sobresalía de ellos, yo los tocaba con suavidad, volteé y toqué mi trajecito blanco, lo tomé entre mis manos y pensé este estará puesto en unos minutos en mi bello cuerpo.
Me senté y coloqué una pierna dentro del trajecito y después la otra, quedaba ajustado desde los tobillos, lo subí hasta las rodillas y me levanté lo seguí subiendo hasta los muslos sentía la tela suave rozando mis piernas cuando llegué a mi vagina lo subí con mucha fuerza, esta se comenzaba a marcar en su contorno, sentí que se iba metiendo lentamente entre mis nalguitas.
Lo seguí subiendo hasta llegar a mi cintura, estaba metido entre mis nalguitas lo subí de nuevo, comencé a meter mis pechos firmes en el traje este se ajustaba completamente, lo subí hasta mis axilas y ahí fue donde metí los brazos primero uno y luego el otro y lo terminé de subir hasta el cuello.
Al final estaba dentro del traje ajustadito de color banco, la tanguita que traía puesta se marcaba de lo más rico, esto a cualquier hombre hubiera vuelto loco, mis pezones sobresaltaban de mi pecho, estaba completamente metido entre mis nalgas dejando mostrar mi culo hermoso.
Modelé para mí misma cuando me senté sentí que entraba en mí, mi cuerpo se veía hermoso, caminé unos pasos para poderme ver en el espejo de cuerpo completo, de lejos se veía mejor la tanga, me veía realmente deliciosa, no dejaba nada a la imaginación, de perfil se veía mi pancita completamente plana y mis nalgas sobresalientes, sentía rico tenerlo puesto, me recosté en la cama de pancita y quise gozar lo que traía puesto.
Después de algún tiempo me levanté y quise lucirlo por toda la casa que se encontraba sola, salí de mi habitación y caminé por el pasillo hacia la escalera, bajé los escalones y me acerqué a la sala, me senté en ella, quería sentirlo de nuevo como entraba en mí.
Al voltear vi a blacky, blacky, es un perro dóberman, de raza pura que mi papá compró, era un perro que tenía pedigree, tuve un deseo de que alguien me viera como estaba vestida, pero él era el único que me podía ver.
De repente tuve un deseo animal de que él se acercará a mí, me levanté y caminé hacia donde él estaba, me arrodillé y lo comencé a acariciar y paso por mi mente la idea de hacerlo con él.
El deseo era intenso, pero sería una nueva experiencia, tenía miedo de que el no reaccionara a mis impulsos animales, pudieron más mis deseos, me levanté y lo llevé a mi habitación, subimos las escaleras, entramos en mi cuarto y cerré la puerta con seguro, él se recostó en la alfombra.
Me arrodillé de nuevo y comencé a acariciarlo, pasé mis manos por su lomo y las moví hacia su sexo y comencé a moverlas, él disfrutaba, en ese momento, comenzó a crecer y a asomarse su pene de color rosa, cuando esto sucedió lo acaricié de una manera suave para que se sintiera bien.
Le fue creciendo de una manera rápida, él me miraba como gustoso de lo que sucedía.
Me sentía poseída por el deseo, por un momento no creía lo que estaba haciendo, pero me deje llevar por mis instintos animales, lo seguí acariciando, y su pene continuaba creciendo, salía una sustancia que lo hacía parecer así de suave, tuve el impulso de olerlo, y me fui acercando cada vez más hasta que lo tenía a unos milímetros de mi nariz, fue cuando me pregunté a qué sabría.
Lo tomé con una de mis manos y lo acerqué a mi boca, lo besé y de momento lo metí en mi boca era una sensación muy agradable, aunque un poco extraña lo saboree por unos instantes moviendo mi boca alrededor de su pene me sentía atrapada por ese instinto animal, y decidí que tenía que terminar lo que había comenzado, tenia que dejarlo totalmente satisfecho, en ese momento me levante y comencé a quitarme el trajecito enfrente de él sentía su mirada recorriendo mi cuerpo.
Lo deslicé lo más rápido que pude hasta sacarlo por mis tobillos quedándome en tanguita, tomé mis tirantitos de mi tanguita y comencé a bajármela de forma
rápida, blacky, se me quedaba viendo y yo veía su pene cada vez más excitado, saqué la tanguita de mis muslos y saqué una pierna y luego la otra, me arrodillé
sensualmente y acaricié de nuevo su pene con mis manos.
Mi tanguita se había quedado tirada detrás de mí, la tomé y se la acerqué para que la oliera, después siguiendo el olor de mi tanga la fue siguiendo y lo conduje hacia la parte detrás de mí.
El estando detrás de mi pude sentir su aliento y su nariz fría entre mis nalguitas, yo me encontraba arrodillada y con las piernas cerradas, fue ahí cuando decidí que era el momento preciso para que el pudiera gozar, me deshice de la tanga, y empecé a inclinarme hacia adelante, él se encontraba a la espera de lo que sucedería, me estire lo más que pude y coloqué mis codos en la alfombra y separé las piernas, blacky, que parecía entender mi necesitad, se acercó y después de olfatear un poco entre mis nalgas y mi sexo.
Comenzó a darme una lamida que me hizo estremecer de pies a cabeza, su larga y rasposa lengua recorrían mi rajada desde el clítoris hasta el centro mismo de mi apretado culito.
No pude evitar gemir y disfrutar de aquella lamida como nunca antes en mi vida, era como si aquella lengua tuviera vida propia y supiera los lugares precisos donde debía lamer y colocarse. ¡Qué orgasmo tan delicioso tuve!
De pronto, en un impulso subió sus patas en mi cintura y acercó su pene, lo sentí rozando mi muslo, no alcanzaba a colocármelo como yo quería, así que tuve que separar lo más que pude las piernas.
A su segundo intento no pudo colocarlo de nuevo, tenía que abrir más las piernas, blacky, se acercó y empujó su pene rozando mi vagina, comprendí entonces que mi esfuerzo no había sido inútil.
Pase la mano derecha por debajo de mi estómago y tomé el pene de blacky, y lo coloque en mi empapada rajada, lo sentí muy suave y de repente el comenzó a empujarlo, moviéndose como sólo los perros saben hacerlo.
Sentí como me penetraba hasta el fondo, y en unos segundos ya lo tenía completamente dentro, el tenía una excelente lubricación y yo también, por lo que su grueso y duro pene, resbalaba muy bien en mi interior.
Después de moverse agitadamente en mi vagina, noté que algo se hacía más grande y me penetraba, provocando que él se quedara quieto, yo no podía ni moverme, no quería hacerlo, aquello era delicioso.
Así permanecimos por algunos minutos y después sentí como se hacía más grande su miembro, él estaba gozando muy rico y yo también, por un momento él se estremeció empujando un poco más y sentí un líquido caliente dentro de mí, me moví ligeramente para que ese liquido me invadiera adentro, nos quedamos quietos así por unos minutos.
Yo con las piernas totalmente abiertas y él con su sabroso miembro adentro de mí, cuando su pene comenzó a deshincharse me moví y él se separó de mi dejando escapar el líquido aquel que salía de mi hoyito.
Yo me acerqué y lo acaricié, él, esa noche se quedó en mi habitación, yo dormí
totalmente desnuda en la cama y abierta de piernas y blacky, en la alfombra que había sido testigo de nuestro sabroso encuentro.