Sólo Dios puede matar

Algunos autores de TR nos hemos animado a escribir relatos sobre crímenes. "Sólo Dios puede matar" de ESTADO VIRGEN. ¿Por qué Dios permite que ocurran cosas terribles? Sólo suya es la culpa.

El ejercicio está abierto a todos los autores de TR. También sigue abierto el plazo. Para más detalles, puedes ver la dirección:

http://www.todorelatos.com/relato/41882/

Si te animas, no tienes más que escribir a solharis@yahoo.es


El silencio de la noche se ha llenado de sirenas. La oscuridad se ha visto envuelta por giratorias luces azules y naranjas.

Los vecinos, curiosos, comienzan a salir de sus casas en bata y pijama, para intentar averiguar que es lo que ha ocurrido. Todos rumorean, pero ninguno sabe a ciencia cierta por qué han llegado cinco coches patrullas y dos ambulancias a su tranquilo barrio residencial.

Algunos policías entran en la casa, forzando la puerta como en las películas, mientras que otros comienzan a acordonar la zona e intentan que la creciente masa de curiosos se mantenga lo más lejos posible.

Pasan unos tensos minutos en los que no cesan los murmullos, cuando de pronto un policía enorme sale de la casa con un bulto tapado por una manta en los brazos y se dirige a una de las ambulancias.

La gente estira el cuello tratando de ver qué lleva el policía en brazos, hasta que éste por fin lo deposita en el suelo y retira la manta. Es un niño. Es el pequeño hijo de la encantadora pareja que allí vive...

Un hombre, de unos cincuenta años, vestido con traje y corbata y que parece estar al mando se dirige hacia la ambulancia, donde le están dando al niño algo en un vaso de plástico...

Hijo...No debes preocuparte por nada. Nos encargaremos de que todo salga bien...

¿Qué les ha pasado a papá y a mamá? ¿Qué hacían tirados en el suelo? ¿Por qué ese señor grande no me ha dejado ir a despertarlos? Había algo rojo sobre la alfombra y sobre ellos, pero el señor grande no me dejó verlo, me tapó con la manta. ¿Por qué?

Verás hijo... Tu papá y tu mamá, han tenido que irse al cielo. Dios les ha llamado para que se vayan con él...

Pero... Mamá me ha dicho que las personas que van al cielo es porque mueren. ¿Están muertos papá y mamá?

Sí, pequeño. Lo siento, tu papá y tu mamá están muertos. Pero verás como todo sale bien. No debes ponerte triste ni...

No estoy triste. Estoy enfadado. Dios es malo. ¡Ha matado a papá y a mamá!

Tal vez eres joven para entenderlo, pero debes saber que no fue Dios quien mató a tus padres. ¿Sabes lo que significa la palabra asesinato?

¡Sí, claro que lo sé! Es lo que ha hecho Dios. Mi mamá me dijo que cuando Dios quiere que la gente se vaya con él, los hace morir de formas diferentes y el asesinato es una de ellas. Así que según lo que dijo mi mamá él es el responsable de todas las muertes, sólo Dios puede matar...

El niño tiembla, siente una rabia que parece crecer y multiplicarse dentro de él. Los temblores aumentan tanto que su cuerpo parece que va a desmontarse. El niño comienza a gritar y el sonido que sale de su boca es el ruido de un molesto timbre que va aumentando de volumen y retumba en los oídos. Su imagen es aterradora. El movimiento de sus miembros es cada vez mayor, el grito no termina, hasta que por fin el niño estalla....

Lunes, 2 de agosto de 2005

Me despierto sobresaltado mientras el despertador suena en la mesita de noche. Lo apago de un manotazo y me incorporo...

De nuevo esa maldita pesadilla. A mi psiquiatra no le va a gustar, ella pensaba que ya estábamos mejorando, pues hacía un par de meses que no soñaba con ese niño. ¡Joder! Llevo un maldito año con el tratamiento y estoy igual que al principio, cuando tenía esa pesadilla casi todos los días.

¿Por qué me da tanto miedo? No conozco a ese niño. Bueno, en realidad no lo sé, porque nunca le veo la cara. Pero no conozco ese barrio, ni a esa gente, ni nada. Encima es un sueño tan coherente, no es como otros que cuando te despiertas parece que nada tiene sentido.

Alba, mi psiquiatra (vale sí, me la tiro de vez en cuando ¿y qué?), dice que seguramente tiene que ver con la muerte de mis padres, de hecho siempre intenta convencerme de realizar una sesión de hipnosis para intentar sacar algún dato de mi subconsciente, pero yo no le veo sentido. Ellos murieron cuando yo era un crío, aunque posiblemente yo tendría la edad del niño del sueño. Murieron por una explosión causada por un escape de gas y un cigarro mal apagado en una papelera en el edificio donde vivíamos. Yo me salvé porque estaba jugando en la calle. O al menos ésa es la historia que recuerdo que me contaron en el orfanato, porque mi mente es una hoja en blanco en lo que se refiere a todo lo ocurrido antes de encontrarme en aquel edificio lleno de monjas y de niños sin padres.

Martes, 2 de agosto de 2005

Entro en la consulta de Alba. Ella está sentada en tras su mesa llena de papeles. Nos saludamos con un breve "hola" y me señala el diván. En estos breves segundos, siempre me pregunto por qué no me acerco a ella y le doy un beso en la boca, pero al final siempre acabo tumbado en el diván antes de darme a mi mismo una respuesta.

Cuando se levanta para dirigirse a un sillón más cercano a mí, observo sus bien torneadas y morenas piernas que se pierden bajo la falda de tweed verde botella. Calza tacones altos, que en realidad no le hacen ninguna falta y una chaqueta cruzada y una blusa blanca ocultan sus generosos pechos. El pelo castaño claro y rizado le cae sobre los ojos, enmarcando un cara tal vez demasiado delgada, pero bonita e iluminada por una preciosa sonrisa y unos brillantes ojos verdes que hacen juego con su falda.

Me hace las mismas preguntas de siempre. Me aburro. Mientras ella habla y me da consejos yo me abstraigo y me imagino levantándola de su sillón, cogiéndola por detrás de las caderas e inclinándola sobre el diván...

¡SANTIAGO! ¿ME ESTÁS ESCUCHANDO?

¿Qué...? Sí, sí, sí...claro...

Sí... ya lo veo. Te preguntaba si has vuelto a tener el sueño esta última semana.

Tengo un segundo para pensar y por alguna extraña razón, decido mentir.

No. Ya sabes que no. Te lo dije el viernes pasado.

Eso no cuenta Santi. Estábamos fuera de consulta, además hoy es martes, te ha dado tiempo de sobra para tenerlo...

Pues no lo he tenido...

Está bien... Hoy vamos a hacer algo diferente. Quiero que hagas un test de inteligencia...

¿Y eso a que viene? ¿Te crees a estas alturas que soy tonto?

Martes, 9 de agosto de 2005

Ha pasado una semana entera y no he sabido nada de Alba. Siempre es ella la que llama cuando quiere verme fuera de su consulta. Supongo que si no lo ha hecho es porque ha tenido otros planes o ha estado con la regla. Toda nuestra relación se basa en la hora semanal que paso en su consulta y en uno o dos polvos a la semana, y sin embargo ella es la persona que más sabe de mí. A veces no entiendo que, siendo así, nunca hayamos pasado a mayores con lo nuestro. O tal vez, precisamente sea por eso por lo que jamás hemos hecho nada más que follar. Puede ser que me conozca demasiado como para querer establecer una relación seria conmigo. O tal vez sea porque yo nunca me he lanzado y ella me esté esperando. No lo se, y la verdad ahora, mientras me visto para ir a su consulta, no me apetece pensarlo.

Cuando llego, ella está tras su escritorio. Vestida de forma impecable, como siempre. Tras el consabido y casi frío saludo, me tiendo en el diván y espero a que ella vaya a su asiento. Pero no lo hace, sino que me pide que vaya a la silla frente a ella.

Me incorporo y hago lo que me indica. Pienso que va a explicarme por qué no me ha llamado esta semana, peor no es así.

Santi... ¿Alguna vez te habían hecho un test de inteligencia?

No me esperaba esa pregunta, como tampoco esperaba que fuésemos a entrar directamente en materia. Pero aún así, consigo disfrazar mi sorpresa de indiferencia.

No, nunca.

Ya veo.. ¿Tuviste alguna vez problemas escolares o de inadaptación?

Alba, crecí en un orfanato, creo que a todos nos pasaban esas cosas...

Ajá... ¿Te has sentido extraño en situaciones cotidianas? ¿Te aburres con facilidad de las cosas?

¿Adonde quieres llegar? Todas esas cosas ya las hemos hablado...

Verás Santi...Los resultados de los test de inteligencia me han sorprendido. Te sales de la media. No eres superdotado, pero te has quedado un paso. Todo lo que te he preguntado son síntomas comunes en la gente como tú.

No supe que decir. ¿Era propio de mentes super inteligentes el quedarse sin palabras? No lo creía...

Tal vez, por algún motivo, nunca nadie se haya percatado de tus altas capacidades Santi, pero tal vez va siendo hora de que las conozcas a fondo y las explotes...

La casa está en silencio. El niño está en su cama despierto. Se tapa la cabeza con la sábana y está temblando. Lleva ahí metido unos quince minutos y no se atreve a salir. Sabe que no puede ocultarse eternamente, pero quiere intentarlo.

De pronto, a través de la sábana, por la ventana abierta ve las luces y oye las sirenas. Pocos minutos más tarde entra el hombre grande a la habitación, abriendo la puerta de golpe. Él grita y se estremece e intenta hacerse un ovillo en su cama. No quiere salir de ahí, pero el hombre grande lo saca y lo pone de pie y tras coger una manta tirada en el suelo, le obliga a caminar y salir de la habitación.

Hay mucha gente vestida de policía en el salón. El niño ve la sangre, ve los cuerpos de sus padres tendidos en el suelo y quiere correr hacia ellos, pero el hombre grande lo sujeta, lo coge en brazos y lo cubre con la manta. Todo se vuelve oscuro...

Viernes, 26 de agosto de 2005

Hoy no parece un buen día. Me he cortado al afeitarme, me he golpeado la rodilla con la esquina de la cama y no recuerdo haber hecho un café peor desde hace años.

El sueño de esta noche me mantiene alelado. Nunca había soñado con eso. Es el mismo niño, pero nunca lo había visto temblar en su cama. Es la misma casa, pero nunca la había visto desde dentro. Es el mismo policía grande, peor nunca lo había visto sacar al niño de la habitación. Nunca había visto realmente la alfombra llena de sangre, ni a los padres del pequeño tirados en el suelo muertos. Asesinados.

Tomo la decisión de contárselo a Alba en nuestra próxima consulta, pero quedan 5 días. No tengo la esperanza de que ella me llame hoy para echar un polvo, ya que desde que hice aquellos test, no he vuelto a saber nada de ella sino es dentro de su consulta. No me ha dado ninguna explicación y yo no se la he pedido. ¿Cómo es posible que me importe tan poco? ¿Realmente soy tan frío?

De repente, mientras acabo de atar mis zapatillas de deporte para ir correr, me doy cuenta, por primera vez en mi vida , de que nunca he estado enamorado y de que nunca me ha importado ninguna mujer. ¿Debería contarle esto a Alba? Posiblemente no le siente muy bien saber que ella no está dejando ninguna huella importante en mi vida, pero es mi psiquiatra. Es la maldita zorra que me hace preguntas, test de inteligencia y me atiborra a pastillas que no me sirven para absolutamente nada. ¿Qué más me da a mí lo que ella pueda sentir?

Martes, 30 de agosto de 2005

De nuevo estoy tendido en el diván de su consulta. No le he dicho nada sobre el descubrimiento de mi falta de sentimientos hacia las mujeres. Puedo ser frío, peor no me considero un hombre cruel. ¿Realmente ha sido eso, o es que al ver como su trasero se insinúa bajo la apretada falda no he querido perder la oportunidad, si aún la hay, de meter mi polla entre esa carne?

De pronto, mientras ella me habla, mi mente se aleja de aquella sala. Mis recuerdos vuelan seis meses atrás. Estamos en su casa y mi miembro se encuentra enterrado en su apretado agujero trasero. Ella está a cuatro patas sobre el suelo y mueve la caderas haciéndolas golpear contra mí. Su cabello cubre su rostro, pero no quiero perderme su expresión, así que lo recojo con una mano, apartándolo de su cara y tiro de él, haciéndole girar la cabeza de medio lado. Puedo ver su expresión, mitad de dolor, mitad de placer...

¡SANTIAGO!

Mi mente y mi cuerpo vuelven a unirse para encontrarse con la alba de carne y hueso.

No creo que mi sugerencia de una sesión de hipnosis, que hasta ahora siempre te ha disgustado, te ponga ahora tan sumamente cachondo, así que, ¿podrías por favor decirme en qué estás pensando mientras yo hablo?

Sus ojos están clavados en mi entrepierna y no hace falta que yo mire hacia ahí para saber que bajo mis pantalones se aprecia una abultada erección. No me avergüenzo. Al contrario, por alguna razón, la situación me excita aún más.

Me levanto. Me dirijo a ella. La agarro por los pelos, me inclino y la beso con rudeza.

Ella me aparta de un brusco empujón, se levanta de la silla rápidamente y me grita...

¡ESTO ES MI CONSULTA Y AQUÍ SÓLO ERES UN PACIENTE MÁS! ¡NUNCA VUELVAS A HACER ESO!

Me siento como si me hubiese abofeteado. Alba jamás me había rechazado antes, ni siquiera cuando en la tercera consulta, estando yo sentado en el diván, la cogí por la caderas, la atraje hacia mí, le levante la falda de un tirón hasta la cintura y plante mi boca sobre su tanga de seda negra.

Siento ganas de plantarle dos hostias en mitad de la cara, pero consigo controlarme y salgo por la puerta sin decir nada.

Creo que la sesión de esta semana no ha sido muy favorable.

Lunes 26 de Septiembre de 2005

Llevo casi un mes sin ver a Alba. No he vuelto por su consulta y ella, por supuesto, no me ha llamado.

Me siento extraño, noto que he perdido algo importante, pero no tiene que ver con Alba, o al menos no con ella como mujer.

Las pesadillas se han vuelto más frecuentes, casi diarias, desde que no hablo con ella. Las pastillas se han terminado y en ninguna farmacia me las venden sin receta médica por su alto contenido en no sé que sustancias. Parece ser que después de todo su tratamiento, o al menos su recetas, si que servía para algo.

Tengo que reconciliarme con ella, aunque sólo sea por las malditas pastillas.

Martes 27 de Septiembre de 2005

Alba ha accedido a verme, pero única y exclusivamente como paciente. Me ha dicho por teléfono que cualquier tipo de relación extra profesional entre nosotros está acabada. Bien, no importa. Tías para follar las hay a patadas, yo sólo quiero las malditas pastillas y poder dormir unas cuantas noches sin ver a ese maldito crío y a sus padres asesinados.

Pero al llegar a la consulta me encuentro con una sorpresa. Una nueva condición...

Sólo admitiré tenerte como paciente si te dejas someter a una sesión de hipnosis.

Mi cuerpo se tensa. No me hace gracia la idea de que hurguen en mi mente.

No me jodas Alba, no es la primera vez que me lo propones y ya sabes lo que opino.

Esta vez, no es una propuesto Santiago. Es una condición. Si no aceptas puedes irte de aquí y te advierto, que no es fácil que cualquier médico te dé esas pastillas que yo te receto.

Puta, zorra asquerosa, cabrona de mierda, bastarda miserable. Ya sé que pocos psiquiatras me darán esas pastillas que al parecer tienen un montón de posibles y peligrosos efectos secundarios, pero son las únicas que me ayudan. Ésa es su baza y me tiene cogido por los huevos.

¿Por qué esa insistencia?

Porque estoy harta de dar palos de ciego contigo. Estoy segura de que la raíz de tus pesadillas está en tu subconsciente y no saldrá de ahí sino es con ayuda. Además, algo me dice que esos sueños están relacionados con la muerte de tus padres.

¡MIS PADRES NO FUERON ASESINADOS, ALBA! ¡MURIERON POR UNA EXPLOSIÓN DE GAS!

¡No te alteres Santi y escúchame! ¿Has pensado alguna vez que tal vez te mintieron? ¿Qué tal vez eras un niño asustado y que quisieron ocultarte la verdad para que no crecieses traumatizado? Recuerda que tienes una laguna mental en lo referente a todo lo que ocurrió antes de tu entrada al orfanato. A veces la mente se encarga de ocultar aquellos recuerdos que pueden resultarnos demasiado duras como para vivir con ellos.

¿Pero qué estupideces estás diciendo? ¿Cómo no iba a acordarme de algo tan terrible?

Bueno, también es terrible que murieran por ese accidente y tampoco lo recuerdas...

No tiene sentido... ¡No tiene sentido!

¿No ves que podríamos descartar esa posibilidad? No tienes que decidirlo ahora. Si te decides, ven mañana a la misma hora. La consulta de hoy no te la cobraré...

El padre está en el salón viendo las noticias mientras la madre termina de poner la mesa.

El niño entra en la estancia y se queda mirando la pantalla de la televisión. La locutora está retransmitiendo desde lo que parece el escenario de un crimen, al estar la zona acordonada y un buen grupo de policías yendo de un sitio a otro. Hay un cambio de escena. Parece que un cámara a conseguido burlar el cordón policial y está apuntando con su cámara al cadáver de un hombre con la cara completamente desfigurada y llena de sangre. Está muerto.

La madre se dirige al crío y le tapa los ojos para después sacarle del salón y llevarlo a la cocina.

No quiero que veas esas cosas...

¿Por qué mamá?

Porque son horribles y desagradables.

Pero mamá, no lo entiendo. Ese hombre estaba muerto ¿verdad?

Sí, hijo.

Tú siempre dices que las muertes ocurren porque Dios desea que esa persona vaya junto a él. Que en realidad, sólo Dios puede matar, aunque utilice manos humanas para ello...

Así es, hijo.

Pero también dices que la creación de Dios es hermosa, por la tanto, la muerte de ese hombre al estar hecha por Dios es hermosa y no horrible y desagradable. ¿No es así?

La madre se queda mirando pensativa al niño. Se la nota incomoda. No sabe que contestarle.

Verás hijo, es algo difícil de explicar. Lo entenderás cuando seas mayor.

Pero yo quiero entenderlo ahora. ¿Te crees a estas alturas que soy tonto? No quiero esperar a ser mayor.

Pues deberás hacerlo. Y se acabó. Voy a acabar de poner la mesa en un par de minutos cenaremos.

¡QUIERO ENTENDERLO AHORA!

El niño llora y grita pidiendo una explicación pero la madre sale de la cocina, cerrando la puerta tras de si, ignorando los gritos de su hijo.

Quiero entenderlo ahora. Quiero entenderlo ahora. Quiero entenderlo ahora...

El niño se balancea atrás y adelante mientras sigue susurrando entre sollozos...

Quiero entenderlo ahora. Quiero entenderlo ahora. Quiero entenderlo ahora...

Deja de llorar y se calla. Su mirada está fija sobre el afilado cuchillo de cortar jamón que hay sobre la encimera....

Ya no parece él. Sus ojos han cambiado. Un brillo maléfico los recorre mientras comienza de nuevo su letanía...

Quiero entenderlo ahora. Quiero entenderlo ahora...

Coge el cuchillo empuñándolo con mano temblorosa y lo alza. Durante unos segundos ve reflejados sus azules ojos en la hoja del cuchillo...

Quie-ro-en-ten-der-lo-a-ho-ra....

Miércoles 29 de Septiembre de 2005

Voy caminado por la calle. Camino mirando al suelo. No quiero ver mi cara reflejada en ninguno de los escaparates.

Sé lo que ocurrió después. No importa que el despertador sonase justo en ese momento...

El niño los mató. Los degolló y los dejó desangrarse....

Apagó la televisión y las luces, dejó la comida pudriéndose sobre la mesa y se encargo de deshacerse de su ropa salpicada en sangre y del cuchillo, tirándolo todo a un contenedor dos casas más lejos, mientras la oscuridad ocultaba su presencia en la calle...

Volvió a la casa, llamó a la policía desde la habitación de sus padres y dijo que había oído ruidos extraños en la parte de debajo de su casa y que no se atrevía a bajar a ver que ocurría. Dio la dirección y colgó rápidamente. Se dirigió a su habitación y se metió en la cama a esperar.

Sigo caminando hacia la consulta de Alba. No va a hipnotizarme, pero ella no lo sabe. No va a descubrir que ese niño mató a sus padres y luego al ver que no había hallado respuesta alguna en lo que había hecho, lo olvidó todo.

No voy a permitir que descubra que ese niño es un asesino y que lo envíe a la cárcel. ¿Secreto profesional? ¡Y una mierda! ¡No voy a consentirlo! Esa puta no va a averiguar los secretos de nadie. Espero que estés disfrutando de los últimos momentos de tu vida, preciosa Alba...

Por fin llego a la puerta de su consulta y mientras llamo al timbre mis ojos se clavan en el cristal del portal. Llevo años viendo esos ojos devolviéndome la mirada a través de los espejos. Los ojos que se reflejaron en el cuchillo...