Solo, Benia IV

...

A ver si sigue gustandote el proceso, Indigo.

Esa noche, cuando subimos a la habitación, apenas podía andar; pero que no se equivoque nadie, había deseado con fervor cada arremetida salvaje, cada orgasmo que estas me habían granjeado...

Por la mañana, Malcion; preparó un copioso desayuno, él leía el periódico, y yo tomaba mi café con leche calentito, en su punto justo, como solo él sabia preparármelo, y en un momento dado estiró el cuello, bajó un poco el periódico para mirar por encima de este, como yo ni siquiera me molestaba en abrochar mi bata, sabiendo que a él le excitaba ver mis tetas.

—Vas a tener que dejar de correrte en mi culo –le dije sin más

— ¿Te duele?

—No es por eso, yo no he dicho que tengas que dejar de follármelo, simplemente quiero que te corras en mi coño, porque me gustaría tener un hijo. –habíamos hablado de ello, decidiendo que aún era pronto, pero no podíamos esperar mucho, porque Malcion, a pesar de ser algo más joven que mi madre, ya no era un niño a sus cincuenta y pico largos, no quería ser su abuelo

Su sonrisa sardónica, me indicó que era feliz con mi decisión, y más cuando dejó el periódico para devorar su tostada mirando mis pechos con deseo.

—Ni lo sueñe señor Reigar, me duele todo aun, Sandokan –y volvió al periódico, pero con una sonrisa

Esa mañana, llamé al abogado de mama, y quedamos en dos semanas para ir al notario, ya que él estaba de viaje y el notario a tope.

Luego subí a mi habitación, y llame a papá:

—Buenos días papá, ¿cómo está todo por México? –le dije, intentando sonar de lo más animada

—Muy bien hija –recalco la última palabra reforzando sus ideas

— ¿Te parece que hablemos una vez por semana o así, para saber cómo estamos?

—Me encantaría mi niña.

Tras una conversación blanca y cariñosa colgué, por primera vez sin decirle que le amaba, y sin oírlo por su parte, y bajé en busca de mi marido, decidida a retomar mi vida, a coger como se dice aquí en España el toro por los cuernos.

—He hablado con papá –y su semblante se oscureció

—No va a haber más secretos por mi parte, es mi padre Malcion, solo va a ser mi padre.

— ¿Cómo te has sentido?

—Rara, pero lo superare, te necesito

—Me quedan diez minutos con esto, ¿quieres esperarme en el tálamo conjugar?

—Si –le dije, andando como una gata en celo, dispuesta a esperarle, en nuestra cama.

En cinco minutos apareció en la puerta, completamente desnudo, mientras yo desnuda en el centro miré excitada su prometedora erección.

Él la agarró con una de sus manos y acercándose a los pies de la cama, empezó a masturbarse descaradamente, mirándome con lujuria.

— ¿Mi esposita quiere polla? (y cuando asentí siguió) pues ven por ella...

A cuatro patas me acerqué a su falo, saqué la lengua, y lamí la punta que acerco a ella, solo dejando que llegara justito a esa puntita ya húmeda, y solo de vez en cuando, se balanceaba ligeramente, para dejarme succionar el glande.

—Mi mujercita tiene una boca rica, rica, de golfa insaciable –dijo, dejándola resbalar media entre mis labios, mientras azotaba mi culito

Di un gritito, y aprovechó para metérmela hasta los huevos, hasta mi garganta...otro azote y volvió atrás...

—Tranquilita golfa...que si quieres la lechita en el coñito, primero quiero jugar con tu culito...

Me di la vuelta ofreciéndome, y no tardé en sentir su lengua primero haciendo vibrar mi sexo caliente, hasta hacerme correr en cero coma, y mientras aun temblaba, se deslizo a mi agujerito trasero; sus dedos, de nuevo su lengua, más dedos y finalmente su polla entraba, y salía sin freno una y otra vez de mi anito dilatado; mientras sus dedos aliviaban el calor que ya volvía a bullir entre mis piernas, haciéndome retorcer bajo su cuerpo con un nuevo orgasmo.

Salió de mí, y ayudándome a incorporarme, me llevó a la ducha, nos enjabonamos mutuamente, disfrutaba haciendo espuma en su mástil duro, masturbándole, sintiéndole latir en mis manos, mientras él jadeaba. Cuando el agua aclaró la espuma, subió una de mis piernas al borde de la bañera, apoyó mi espalda en las baldosas, yo gemí por el frio de estas, mientras él flexionando las rodillas, me penetró de un tajo, hasta los huevos, entró, entró y entró sin salir, moviéndome hacia arriba, apenas me aguantaba por su cuerpo, estrujándome contra la pared, y una pierna de puntillas, mientras mordía mi cuello entre jadeos, y cuando estallé de nuevo, note el calor de su semen llenando mi coñito...

—Ahí lo tienes cariño, todito mi semen en tu coñito para ir practicando...es todito tuyo mi cielo.

Aun tomaba las pastillas, pero mi querido Malcion, acaba de demostrarme lo comprometido que estaba con la idea de preñarme.

Decidí terminar ese ciclo de anticonceptivos, y luego dejarlos, volcados por completo en formar una familia de las cenizas de nuestro matrimonio, que había estado a punto de naufragar.

Malcion rechazó dirigir una película, que después descubriría que papá iba a producir, para embarcarse él mismo, en la producción de una serie infantil animada.

Esa misma semana, a finales me encontré con un enorme paquete sobre la cama, al abrirlo y retirar el papel, vi dentro un precioso vestido largo y una tarjeta sobre el en la que ponía: “me acompañas mañana a una aburrida cena?”; corrí a probarme esa preciosidad que traía hasta los zapatos a juego, y como no Malcion, demostró una vez más conocer mi cuerpo a la perfección y le adoré por ello.

Me quité el vestido, cubrí mi cuerpo solo con una bata y bajé a decirle que por supuesto le acompañaría donde quisiera, y sentada en su regazo me lo comí a besos, diciéndole lo bonito y lo bien que me quedaba el vestido, mientras él desabrochaba mi bata...

Al día siguiente, cuando bajé arreglada silbó al verme, y cuando intentó besarme le aparté fingiendo que no quería que me desmaquillara, aunque he de deciros que soy débil y llegué a la fiesta sin carmín.

—Estas impresionante con ese vestido, soy la envidia de todos, y eso que ninguno sabe que lo mejor está por ver... –dijo besando mi cuello

En ese instante, mientras yo sonreía notando su pasión incontrolable, a pesar de estar en un salón rodeados de gente, oí la voz de alguien:

—Siento interrumpir tortolitos... él que babea, es ese amigo que quería presentarte –dijo la voz

Y mientras Malcion, se apartaba de mí, mirándome con una sonrisa de “me han cazado”, ambos miramos a su amigo, y nos quedábamos de piedra, al ver a quien iba a presentarnos...

— ¿Papá? –fui la primera en hablar

—Vaya yo diciéndote todas esas cosas de esos dos, y resulta que ella es tu hija –dijo el hombre fingiendo estar avergonzado pero con una sonrisa

—hola Benia...Malcion...-besó mis mejillas y tendió la mano a mi marido, ante la mirada del otro que se excusaba en esos momentos abandonándonos

—Hola Enelio, encantado de conocerte –mintió Malcion, estrechando la mano de mi padre

—Lo mismo digo

—Voy a por algo de beber, ¿te traigo algo, cariño? –enfatizo a tope la última palabra

—si Malcion –y nos dejó solos

Yo bajé la mirada avergonzada, sintiéndome rara al verle por primera vez después de todo lo que había sucedido; y que nos pillara además en plena efervescencia...

—órale mi niña, no te avergüences de ser feliz, ¿crees que estaría más contento sabiendo que la decisión que se tomó en su día te hace desgraciada? Te quiero Benia y por ello me alegra tu felicidad, y eso hace que el sacrificio de no tenerte, al menos valga la pena cielo.

—Quiero a Malcion ya te lo dije, me hace feliz, pero...

—Ya mi niña....-me corto, al ver que volvía su amigo con Malcion, a su lado

—Vaya yo diciéndole a tu suegro que ya no esperaba que sentaras la cabeza, cuando de repente conociste a esta chiquilla, y desde entonces se os ve pletóricos...bueno os robo a Enelio

—Ya nos veremos chicos –y tras volver a besar mis mejillas, se dejó arrastrar entre la gente

— ¿Cómo estás? sabía que iba a producir una película en España, pero no sabía fechas, ni sospeché que estaría hoy aquí –dijo Malcion

—No te preocupes, no pasa nada Malcion, pero preferiría que nos fuéramos a casa

Esa noche cuando salí del baño, después de desmaquillarme y ponerme el pijama, Malcion fingió dormir en su lado de enorme cama, y yo me acosté en mi lado fingiendo como él. Pero en algún momento en mitad de la noche me encontré entre sus brazos, con su boca devorando la mía, y poniéndole de espaldas, me monté sobre su cuerpo, sus manos subieron mi camisón y las mías bajaron el pantalón de su pijama, mientras nuestros sexos se buscaban ya...

Y llegó el día de la apertura del testamento de mama, Malcion me acompañó junto con el abogado al despacho del notario. Allí se leyó el testamento, donde mamá me legaba todo a mí, su única heredera y además me dejaba una carta manuscrita para que leyera solo a su muerte.

Llegamos a casa, nos pusimos cómodos y Malcion, me pidió si quería que me dejara sola.

—No tengo secretos para ti, quédate. –le pedí sin saber que esa carta volvería a cambiar mi vida

“Benia, siento no haber sido la madre que necesitaste que fuera, pero a mi manera siempre te he querido (leí con lágrimas en los ojos), me hubiera gustado haber podido tener otro tipo de relación contigo, haber sido capaz de dejar atrás mis anhelos, para volcarme más en tus necesidades...anteponerte a mis deseos, cosa que jamás supe hacer. Mi pecado fue enamorarme de tu padre, y con ello te privé del amor del hombre al que tu creías como tal (las manos empezaron a temblarme, miré a Malcion, y su mirada pétrea estaba fija en mí, a la expectativa, intuyendo la tormenta que se avecinaba ante esas palabras), espero que algún día puedas perdonarme por mentirte, por ocultarte una verdad que merecías saber, pero quiero que sepas porque te aparté de él, y decidí que debías quedarte conmigo, no eras hija Enelio, lo supe siempre, aunque nunca me atreví a decírselo, jamás hubiera perdonado mi desliz con ese hombre años antes, como no perdonó que continuara la historia cinco años después, pero no pude evitar amar a Malcion Reigar, desde esa primera noche en la que te concebimos y por eso volví con el cinco años después.”

No pude seguir, la carta cayó al suelo, Malcion soltó un improperio y yo escondí mi cara entre mis manos, antes de salir corriendo para encerrarme en la habitación.

—Abre la puerta Benia, necesitamos hablar...

—Ni siquiera sabía que lo vuestro había empezado antes incluso de que yo naciera, siempre pensé que os conocisteis cuando...

—Solo fue una vez... joder, solo una noche...

—Pues basto Malcion, una sola noche y ahora además de mi marido eres mi padre joder. –le dije, abriendo la puerta con furia antes de volver a tirarme sobre la cama

—Me niego a creer...-dijo apartando el pelo de mi cara

—No me toques, Malcion –le dije, apartando su mano

—Joder, Benia –y se fue dando un portazo

Me quedé dormida en algún momento en mitad de la noche, sola en la cama y cuando desperté Malcion, estaba de pie al lado de la cama.

—Tenemos cita al medio día, para hacernos las pruebas –y salió sin más de la habitación.

Y en esa clínica solo confirmamos lo que Iris había afirmado en su misiva, Malcion era mi padre sin lugar a dudas...de la misma manera que Enelio había dejado de serlo.

Comimos en un restaurante, más bien dimos vueltas a la comida en nuestros platos, sin ser capaces apenas de mirarnos a los ojos.

—Necesito saber qué coño paso Malcion, siento que no se nada y toda mi vida se me escapa entre los dedos.

—Cuando empezaba en esto, trabajaba de día y estudiaba por las noches, ahorraba cada centavo, para poder los fines de semana dejarme caer por los antros frecuentados por gentes del mundillo. Así fue como un día llegó rodeada de admiradores, la ya gran Iris Delarco. En esos momentos estaba en pleno apogeo, y yo solo un chaval que babeo, a la segunda sonrisa de esa actriz, que aparecía medio desnuda en sus películas. Me quedé bebiendo mientras todos la agasajaban, y cansados iban desapareciendo, pero ella seguía sonriéndome de vez en cuando, y yo seguía estúpidamente pegado al taburete, hasta que acabé el dinero y me dispuse a marcharme, maldiciéndome a mí mismo.

Una vez fuera y abriendo ya mi coche, oí a mi espalda una melosa voz que me dijo: “podrías llevarme a casa”, casi me desmayo al ver que era iris Delarco. Se subió a mi coche y tras pedirle una dirección, arranqué nervioso y al llegar vi que la dirección que me había dado, era la de un pequeño y apartado hotel. Se bajó y sin pizca de pudor, ni vergüenza me dijo: “¿vienes?”, y en ese momento la hubiera seguido al fin del mundo, pero solo subimos a la habitación y lo hicimos toda la noche, por la mañana me desperté oyendo como se vestía, y simplemente me dio las gracias, me dijo que se lo había pasado muy bien, me dijo que ya nos veríamos... y no volví a verla hasta cinco años después. –me conto toda esa historia, sin mirarme, sin pasión, sin hacer énfasis en nada y de un tirón.

—Ni siquiera sé que decir, ni que hacer...

—Debería pensar que ojala esa noche no hubiera existo, ojala jamás hubiera conocido a Iris Delarco, pero entonces ahora no tendría frente a mí a la mujer que amo, Benia. ¿Soy un monstruo por amar a mi hija? –y dejando su cartera sobre la mesa me dijo que me esperaba fuera.

Le encontré en el coche, llorando, devastado...tanto o más de lo que lo estaba yo.

Cuando llegamos a casa cogí la carta, y él volvió a sentarse en su sillón mientras yo empezaba a leer en voz alta:

“Enelio jamás hubiera entendido que me enamorara de la entrega de ese chaval, que me había hecho sentir tanto en una sola noche. En dos semanas supe de mi embarazo, y llevaba meses sin sexo con él, pero mi egoísmo ganó la batalla al sentimiento, y esa noche busqué a Enelio. Ocho meses y medio después naciste tú y yo olvidé al chaval entregado, de esa sola noche, hasta que volvimos a encontrarnos y ahí ya no pude resistirme. Por eso te advertí y me gustó tan poco, cuando me dijiste que ibas a trabajar con él. Ahora hija de nuevo mi cobardía deja en tus manos destapar el pastel o dejar las cosas como están. Si me odias por el daño que hice, piensa que el karma, me devolvió el dolor que infringió mi inmadurez, egoísmo y cobardía, porque Malcion, jamás me amo a mí, para él solo fue una historia de sexo, que se acabó cuando se acabó el deseo. Te quiero hija.

— ¿La amaste alguna vez?

—No, lo siento Benia. –y volvió a su despacho llevándose sus propios demonios.

Esa noche preparé yo la cena, y fui a buscarle a su despacho, donde estaba tras su ordenador.

— ¿Sabes que es lo que me hace sentir más miserable en toda esta historia?

— ¿Que?

—Acabo de descubrir que eres mi hija, que estoy casado, follo y amo a mi propia hija y por encima de eso, descubro que lo que más me duele, es que lo único que tenía a mi favor, lo que te mantenía a mi lado en vez de al suyo, es que él fuera tu padre y ahora la tortilla se ha dado la vuelta y tu padre soy yo...él tiene vía libre. ¿A que es retorcido que piense en eso en estos momentos, Benia? –sonaba tan desesperado, tan perdido y abatido...

Le miré con ternura, me dolía verle sufrir de esa manera tan descarnada, sin saber cómo aliviar su pena.

—Supongo que el siguiente paso será decírselo. Le dolerá saber que no es tu padre, pero en contrapartida precisamente eso lo cambiara todo...

—Sabes que tiene derecho como nosotros a saber a la verdad, se lo debemos –le dije, tratando de que entendiera aunque doliera

—Saber que es lo correcto, no hace que duela menos –dijo recordándome a él precisamente

Estaba de nuevo sola ante la tele apagada, Malcion había vuelto a su despacho y no dejaba de darle vueltas a esa situación que de repente se me antojaba tan parecida a la vivida ya con papá y sonreí al pensar en el como tal y en Malcion como papá...era casi imposible sentirles distintos ahora de repente. Pase más de una hora pensando en la nueva situación, analizando las cosas y de repente lo tuve claro. No podía prescindir de ninguno de los dos, les quería a ambos, los dos se complementaban me daban cosas distintas.

No quería dejar a Malcion para irme simplemente con Enelio porque Malcion jamás seria mi papá a secas y nunca sería capaz de ver a Enelio sin sentirle mi padre, era demasiado tarde ya para empezar de cero. Teníamos que aprender a fusionar ambos mundos.

— ¿Puedo pasar?

—No puedo con una sola mala noticia más, si has venido a decirme que te vas con él...ten piedad, espera a mañana...-dijo sin levantar la mirada

—Necesito que sepas que tengo que ir a hablar con él, sabes que le quiero, y que no sea mi padre va a cambiar las cosas, como también las cambia que tú seas mi padre.

—Nada de lo que dices es nuevo para mí –dijo con amargura

—pero hay cosas que no tienen por qué cambiar, pero eso debes decidirlo tu Malcion, solo quería que supieras mis decisiones antes de tomar la tuya.

— ¿Qué decisión quieres que tome, después de decirme que vas a decirle que no es tu padre y eso le de vía libre...?

—La decisión de quedarte en este despacho lamiendo tus heridas, o seguir en mi vida –le dije, dejando caer la bata a mis pies

Sus ojos se abrieron como platos, mirando mi cuerpo desnudo, me di la vuelta para que viera mi culo unos segundos, y dejando la puerta abierta, empecé a andar despacio, y contoneándome subí a nuestra habitación.

Esperé en la cama su decisión, a sabiendas que podía volver a dormir en el sofá de su despacho; pero diez minutos después, apareció en el marco de la puerta.

—No quiero lamer mis heridas, prefiero que lo hagas tú, Benia.

Y me acerqué de puntillas a él, le besé suavemente en los labios, y le desnudé sin prisas en la misma puerta, dejando allí su ropa arrugada. Luego completamente desnudo, le llevé a la cama, e hice que se tumbara en el centro. De pie a los pies de la cama, me incliné para empezar a lamerle, desde sus pies, para ascender por sus piernas, viendo su polla crecer, despegarse de su muslo, mientras lamia sus huevos...no dejé un rincón de su piel sin cubrir de saliva, mientras él simplemente respiraba. No hizo nada, no dijo una sola palabra, solo sus jadeos y su respiración, me indicaban que estaba ahí, completamente entregado a las caricias de mi boca, de mis manos, de mis dedos en su interior, de mis dientes...

Sus jadeos cada vez más salvajes, y su aullido bestial, me hicieron meterme esa polla ardiendo hasta el fondo, tras varios minutos de juegos, sabiendo que había llegado el momento como así fue, y dos, tres chorros de semen, llenaron mi garganta. No cejé en mi empeño de seguir con su cuerpo, con sus tetillas, con su boca...mordí su culo, lo lamí, lo penetré y volví a masturbarle, hasta ponerle de nuevo duro, esta vez sobre él, solo restregué mi coñito encharcado, por su duro glande hasta correrme, haciéndole notar lo caliente que estaba. Agarrada al cabecero, hacia que mis fluidos resbalaban por su dura polla y solo entonces, soltó un alarido gutural, me agarró de las caderas y me clavó en ese mástil por primera vez esa noche.

—Dios putita, joder, que gustazo me has dado...

Me subió y bajó sobre su fierro caliente, como si fuera una muñeca de trapo, frotándome al bajarme, mordiendo mis tetas cuando podía...

—Si Malcion, me corro otra vez...

Y subió las caderas, me empujó hacia abajo, me balanceé de nuevo mientras se vaciaba aullando en mi interior, gritando salvajemente metiéndose casi toda mi teta en la boca.

—Joder dime que aun tomas las pastillas –dijo aun soltando semen dentro de mi

—Sí, sí, si –lloriqueaba aun temblando, con ese pedazo orgasmo.

De nuevo nos habíamos encontrado en nuestra particular tormenta, aferrándonos como siempre, encontrándonos, salvándonos...durmiéndonos, sintiéndonos en paz con el mundo.

Al día siguiente, desperté sola en la cama, y a pesar de que todo, estaba dispuesto como siempre para el desayuno, él ya no estaba. No supe nada de él en todo el día, salvo un mensaje corto, en el que me decía que no iba a venir a comer. Por la noche le esperé hasta tarde, pero al ver que no volvía, decidí acostarme, y un rato después de hacerlo, le oí llegar, y al rato le vi entrar en la habitación, desnudarse en silencio, y tras ponerse el pijama se acostó a mi lado.

—Buenas noches, Benia

— ¿No vas a decirme más?

—No puedo Benia, hoy no doy más de mi –y se dio la vuelta, dando por finalizada la corta conversación.

Al día siguiente más de lo mismo, otro día que amanecía sola, que recibía un escueto mensaje por su parte...no sabía qué hacer, quería ayudarle, estar a su lado, pero intuía que no podía inmiscuirme, en esa necesidad de buscar lo que deseaba. Tampoco me sentía capaz aun, de lidiar con mi padre, o sea Enelio. Nunca me acostumbraría a no llamarle papá, de la misma manera que no lograba ver a un padre en Malcion, pensé con lágrimas en los ojos.

Llevábamos casi una semana sin dirigirnos la palabra, viviendo en la misma casa, compartiendo la misma cama...

Esa mañana cuando salió de casa me vestí, necesitaba coger el toro por los cuernos, intentar arreglar la situación, tenía que poner todas las cartas sobre la mesa, y para arreglar ese triángulo, me faltaba el tercero. No podía retrasarlo más, tenía que hablar con papá.

Hice unas llamadas, y averigüé que tenía una reunión en su suite del hotel donde se alojaba, ahora que estaba aún España. Sabía con quién tenía esa reunión, y esperé pacientemente en el hall, a que bajaran “las visitas”, esperando a que él no se fuera con ellos, y cuando vi salir a dos de sus cooperadores, esperé unos minutos y subí. Toqué con los nudillos, y un minuto después me abrió:

—órale, ¿qué os habéis dejado? –y se quedó de piedra al verme

— ¿Puedo pasar? –le dije, mirando su torso desnudo, solo llevaba una toalla alrededor de la cintura.

—Claro Benia, pasa. –dijo apartándose

Llevaba unas sandalias planas, me puse de puntillas y besé primero una de sus mejillas, su olor alteró mis sentidos al instante, olía a jabón...y a él, besé la otra mejilla, mientras él devolvía mis besos, haciendo que a su olor se uniera el contacto caliente de sus labios en mi piel...casi sin separarnos, nos miramos dos segundos, y entonces le oí decir:

—Carajo, Benia. No puedo, no puedo –y su boca quemó la mía

Ese beso prendió una hoguera, que ninguno de los dos fue capaz de controlar, yo olvidé a lo que había ido, él olvidó sus principios y sus promesas...y mientras nos comíamos desesperadamente, sus manos sacaban la camiseta de mis vaqueros y desabrochaban mi sujetador. Mis pezones duros, buscaron frotarse con el vello de su torso, mientras sus dedos ansiosos, se encargaban de mis vaqueros, y los míos deshacían el pliegue que mantenían la toalla en su cintura.

Besó mis pechos, y bajó lamiendo mi torso, mientras bajaba mi pantalón, junto con mis bragas, yo enredaba mis dedos en su pelo, tironeando, pegando su cabeza a mi pubis, mientras lo besaba, jadeando, cuando coló su lengua entre los labios de mi vulva, y rozó con ella mi botoncito, mientras yo febril, me deshacía del pantalón ya en mis tobillos. Pasó una de mis piernas por su hombro abriéndome, y de rodillas ante mí, levantó la cabeza, para lamer mi coño mojado, succionando como un poseso. Me aferré a sus hombros, mi pierna de apoyo temblaba, su lengua lamia, sus labios succionaron con ansia y me corrí en su boca, mientras él bebía de mi coño.

Aun temblaba, cuando me tumbó en la cama, y tiró de mis piernas, que entrelacé en sus caderas, mientras me penetraba lentamente...Dios había olvidado como me llenaba esa polla, sin estridencias, sin empujes locos, lentamente, profundamente; mi vagina se estiraba al máximo para recibirle, ahora todo dentro hasta los huevos...no se movía, solo me miraba jadeando...

—Benia, mi niña...mi verga esta apuntito de reventar, tu panochita prieta...cogerte me vuelve loco cielo mío.

Entrelacé los pies tras su culo, le miré con cara de golfa, y llevé mi mano a mi sexo para masturbarme, él gimió al ver lo que hacía.

—a mí me vuelve loca tu polla...tu verga, no pares...lléname de leche... –aulló mirándome, oyendo mis palabras

Empezó a mover las caderas, mis dedos volaban entre los pliegues de mi vulva, apreté esa polla, y poniéndome rígida me arqueé desde abajo, y me corrí entre espasmos, gritándole que lo hacia

—Y yo nena...y yo –gimió enloquecido, llenando mi coño de lava caliente.

—Enelio, mamá dejó una carta junto con su testamento...lo siento, no eres mi padre –le dije de repente abraza a él desnuda en esa cama aun con respiración entrecortada, sin poder retener las palabras que salían a borbotones...

Me miró alucinado, como si no hubiera entendido nada

— ¿Que dices Benia?

—Mi padre biológico es, Malcion

—Carajo, puta madre –dijo, sentándose en la cama, con la cabeza entre las manos

Me abracé a su espalda, desnuda, de rodillas detrás de él, dejando que mis lágrimas fluyeran, repitiendo como un mantra, lo mucho que lo sentía.

—No llores Benia, tú no tienes culpa de nada.

Le conté todo lo que sabía, todo lo de la carta...

— ¿Que va a pasar ahora, Benia? –sabía perfectamente lo que me estaba pidiendo

—No puedo elegir papá, no puedo

—Nos va a costar acostumbrarnos –dijo sonriendo amargamente, por lo de papá

—Sobre eso no tengo dudas, para mí siempre serás mi padre, me da igual que biológicamente no lo seas. Papá ¿cómo puedo solucionar esto?

—Tu sola no puedes mi niña, esto es cosa de tres. Piensa en ello –dijo, mientras se iba a dar una ducha.

Me vestí, y me fui antes de que saliera, a pesar de saber que no iba a retenerme, pero por fin veía una pequeña luz al final del túnel, y tenía que perseguirla.

Volví a casa y esperé a Malcion, llegó como siempre cuando ya estaba acostada, pero esta vez le dije:

—Malcion, no podemos seguir así, ¿quieres que me vaya?

—No soportaría estar sin ti

—Entonces dime algo, dime lo que sientes, lo que quieres...

—No puedo ser tu padre, no soy capaz de quererte como tal, porque te amo, te deseo y no debería hacerlo...

—Yo no te lo he pedido

— ¿Has ido a verle? ¿Ya lo sabe?

—Si

— ¿Qué quieres tu, Benia?

—Quiero que os conozcáis

— ¿Él está de acuerdo?

—Te lo pido a ti Malcion

—No quiero perderte, Benia

Al día siguiente, llame a papá, y le dije lo mismo que a Malcion, después de unos segundos de silencio al otro lado dijo:

— ¿Cuando?

—Esta noche, en media hora cuando lo tenga reservado te mandaré la dirección. Gracias papa.

Llamé a un hotel, en el que habíamos estado en alguna ocasión, y reservé una suite, con cena para tres, quería intimidad, no un restaurante donde todos pudieran oír o ver lo que pasaba en nuestra mesa. Luego fui al despacho, para comunicárselo a Malcion.

—Está bien, ¿vamos juntos o nos vemos allí?

—Nos vemos allí, a las nueve.

Preparé unas cosas, y después de comer me fui hacia allí, me registré, ultimé unos detalles con la recepcionista, y subí a la habitación.

La suite de ese hotel era impresionante, constaba de dos estancias, una era un saloncito que tenía dos alturas; en una había una mesa larga con seis sillas, que podía usarse para comer o para tener tranquilamente una reunión de trabajo, en la zona de abajo había un enorme sofá mullido, una mesa baja, dos sillones y un enorme televisor de pantalla plana colgada como un cuadro. Caminé descalza por la mullida alfombra hasta el ventanal que daba a una terracita, en la que en un rincón camuflado entre plantas, había un jacuzzi, y al otro lado una mesa con un par de sillones. Junto al jacuzzi otra puerta por la que se accedía directamente a la otra estancia de la suite, un espacioso dormitorio, en que había una cama king size, alta como me gustaba a mí, otra televisión y un par de muebles más, todo decorado en tonos piedra y rojizos, un verdadero lujazo para los sentidos.

Dejé todo lo que había traído en el armario y con el neceser pase al baño, como no podía ser de otra manera era tan espectacular como el resto, todo en tonos piedra, lo más llamativo era la ducha en la que cabían cuatro personas sin tocarse, y el suelo eran piedritas de riachuelo al igual que las paredes de la misma, menos la frontal que era un cristal a trozos biselado, para darle cierta intimidad al que se duchara...

Tras una buena ducha, me dediqué a mimarme sin prisas, intentando relajarme, a las ocho y media acababa de vestirme, cuando sonaron unos golpecitos en la puerta.

—Llegas pronto cariño –le dije a Malcion, haciéndome a un lado.

—Estás preciosa –dijo, mirando mi sencillo vestido negro

—Y tú, adulador –le dije besando sus labios un solo segundo

Había pedido una botella de champan y tres copas, que esperaban fuera en la terraza. Le hice salir y mientras descorchaba la botella tocaron de nuevo.

—hola nena

—Pasa papá; Malcion, acaba de llegar también –le dije, besando fugazmente sus labios

Cuando salimos; Malcion, ya había servido champan en las tres copas, y tras estrecharse amistosa y tensamente las manos, me pasó una copa y otra a papá.

— ¿Por qué brindamos? –preguntó

—Por nosotros –dije, sonriendo a ambos

—Buen brindis –dijo, mi padre

—Por nosotros –sentenció Malcion, mirándome

—Creo que esto ha sido una buena idea, aunque incomodo los tres sabemos que era necesario –dijo papá rompiendo el hielo

—Cierto, aun no sé muy bien cómo empezar a desgranar todo este entuerto, Enelio. Sinceramente. –dijo Malcion.

—Estar aquí los tres, ya es un comienzo, los tres necesitamos aclarar todo esto para continuar y solo podremos hacerlo poniendo las cartas sobre la mesa. –dijo mi padre

En ese momento tocaron a la puerta, y les dejé en la terraza para recibir la cena. Ellos se quedaron charlando mientras un hombre y una mujer pulcramente uniformados, colocaron la vajilla y toda la comida, que llevaban en unas camareras con ruedas, dejando algunas cosas como el postre en la segunda camarera a un lado para más tarde. Y con un “si no se le ofrece nada más” y tras una buena propina se fueron.

Cuando salí a por ellos escuché la última frase:

—Si todo esto sale a la luz, la prensa la destrozara de nuevo...”casada con su padre”... las infidelidades de Iris...y cosas peores, tú no sabes cómo lo pasó en México...

—Chicos...la cena esta lista.

Entramos y nos acomodamos ante los platos, destapamos y continuamos con la conversación mientras servían el vino.

—Papá lo de México, está superado

—Esto va a ser peor, mi niña

—Enelio tiene razón, Benia...verán un filo en esto, y van a explotar el tema

—Necesito que cada uno me diga lo que quiere, lo que necesita porque yo sé lo que quiero, pero no lo qué queréis vosotros.

—Es fácil Benia, yo te quiero a ti, por encima de todo, nada ha cambiado saber de dónde saliste, no puedo evitar amarte, necesitarte, aunque no sea normal, no soy capaz de ser tu padre. –dijo Malcion, terminando de comisquear sin hambre, retirando su plato

—También es fácil para mi Benia, aunque difícil de comprender; siempre fuiste la persona más importante en mi vida, luego me apartaron de ti, ella no me dejó ni hablar contigo y cuando volviste a mi vida, me repetí mil veces que solo era amor de padre, pero los dos sabemos que no era así, siempre te he amado y sigo haciéndolo, aunque me sienta tu padre a pesar de no serlo. ¿Complicado no?

Malcion, escuchaba a mi padre por primera vez con cara inexpresiva, pero atentamente. Luego me miró a mí, ambos lo hicieron, esperando mi respuesta, que iba a ser decisiva y a cambiar nuestras vidas para siempre.

—No sé si lo que voy a decir, es lo que ambos esperáis oír, pero es lo que siento.

Papá, si Enelio, para mí siempre serás mi padre aunque un análisis clínico diga lo contrario, mi corazón no lo siente así; cuando te fuiste me sentí abandonada, sentía que la habías elegido a ella, como si su amor fuera mayor que el que sentías por mí, y ese hombre que siempre me había mimado, querido y ayudado en todo, desapareció dejándome sola, y te odié por dejarme. Durante muchos años, alimenté ese sentimiento, pero luego cuando me mandó contigo, y estaba dispuesta a amargarte la vida, tu pagaste cada desprecio, cada rabieta, con paciencia, con cariño y de nuevo me rendí, a ese amor incondicional que despertabas en mi...y cuando llegó el peor momento de mi vida, tú estabas allí, de repente tu amor incondicional, tus caricias paternas, ya no eran tan inocentes, y mi cuerpo empezó a desear más, no sé cuándo ese amor se transformó en deseo, que tu saciaste en parte, sin dejar que nos consumiera, decidido por primera vez a ser ese padre que no te habían dejado ser, y de alguna manera te amé más por ello, por tu renuncia. Pero de nuevo la vida nos separó a la fuerza.

Entonces te conocí Malcion, (le dije mirándole) y a pesar de mantener ese rincón de mi alma lleno de él (dije mirando a papá) pensé que podía jugar contigo, las primeras veces era solo eso, un juego sexual y tú solo el culpable, el desencadenante de la mayor de mis desgracias, me daba morbo follar contigo y se convirtió en una obsesión. Al principio era tú eras el culpable, pero a medida que ibas derribando todas las barreras, que había construido yo, me sentía culpable por no ser capaz de dejar de querer a mi padre, a pesar de necesitarte y quererte a ti también.

No se puede elegir de quien te enamoras...nadie elige a quien amar, y yo os amo a ambos.

—No quiero perderte, pero no voy a ser capaz de esperar en casa tranquilamente, sabiendo que estas con él...tu querías tener un hijo joder, y ni siquiera voy a poder dártelo...–dijo Malcion, divagando casi para si con amargura

— ¿Y si no tuvieras que hacerlo? –dijo papá mientras yo sollozaba

—Lo que siente por mi ahora, terminaría volviéndose en mi contra si por ello, tuviera que renunciar a ti –dijo lúgubre

—Entonces seamos anormales, seamos diferentes y démosle al amor de nuestras vidas lo que ama...querer es poder y yo estoy dispuesto a intentarlo. Yo también prefiero estar ahí, que esperar a que regrese de tus brazos. Ella nos quiere a los dos, ¿eres capaz de intentar darle lo que quiere, Malcion?

Miré a papá alucinada por sus palabras, luego a Malcion, igual de alucinado y excusándome me levante y fui al baño, necesitaba un par de minutos para reponerme.

Temblaba, pensando en que me iba a encontrar al salir, igual hasta se había ido alguno, o se estaban peleando, tenía que volver al salón. Me lavé la cara, cogí el pomo, y abrí la puerta, quedándome helada, al ver a mi padre sentado en uno de los sillones, frente a la enorme cama, mientras Malcion, venia hacia mí.

—Que esta... –no me dejo acabar, tapó mis labios con sus dedos antes de besarme

Dejé que sus labios calentaran los míos, sin poderme creer lo que estaba sucediendo, mientras sus manos bajaban la cremallera de mi vestido y este cayó a mis pies. Mientras las manos de Malcion, amasaban mi culo sobre mis braguitas, mientras seguía comiéndome la boca, puede ver por el espejo detrás de nosotros, como papá, sentado en el sillón, miraba la mano de Malcion, y mi culo... solo dejaron de amasarlo, para subir a desabrochar mi sujetador, mientras yo me dejaba besar, extasiada por la morbosa escena.

—Vamos nena, échame una mano, me muero por sentir tus tetitas duras –pidió, llevando mis manos a los botones de su camisa

Y como me pedía, la desabroché, mientras él se deshacía de mi sujetador, y me pegaba a su pecho ya desnudo, llevándome sin dejar de besarme ante los pies de la cama...ante papá. Allí me dio la vuelta frente a él, y mientras besaba mi cuello, empezó a pellizcar mis pezones con una mano, mientras la otra bajaba por mi torso, para meterse dentro de mis braguitas, mientras ahora yo con la espalda pegada a su pecho, miraba a papá, sentado frente a mí, con la mirada clavada en el bulto que formaba la mano de Malcion bajó mis bragas.

—Uff, desde aquí puedo ver como se mojan tus pantaletas –dijo papá con voz ronca

—Está chorreando, calentita, hambrienta...-dijo Malcion, mordiendo mi hombro saña

La verdad es que jamás me había puesto tan cachonda, era todo tan morboso y excitante...esos dos hombres...juntos...al mismo tiempo...

Los dedos de Malcion, estimularon mi clítoris, sus labios rozaron mi oreja mientras me decía:

— ¿Va a correrse ya mi niña? ¿Tan cachonda estás, golfilla? –su polla rozaba mi culo dejándome claro que él lo estaba tanto como yo

—Órale, pequeña; córrete –dijo papá, rozando mis muslos con las yemas de sus dedos, mientras Malcion, pellizcaba mi clítoris, y me corrí como una loca.

—Joder nena, como me tienes, me muero por follarte ya...-dijo Malcion, desabrochándose el pantalón.

Me dobló ligeramente, y apoyando mis manos en los muslos de papá, noté como agarraba mis caderas, y de un solo envite, me la clavó hasta los huevos. Mientras papá agarraba mis tetas colgantes, y las sobaba, estirándose para besarme...Dios eso era el paraíso y mi coño una fuente, podía notar como mis muslos chorreaban...

La mano de Malcion, azotó mi trasero con fuerza, y la sorpresa me hizo gritar, sobre la boca de papá, que aprovechó para meter su lengua, y tirar de mis pezones, otro azote de Malcion, y volvió a retorcer mis pezones, mientras mordisqueaba mis labios con saña...los tres estábamos más excitados que nunca...como si nos contagiáramos mutuamente...

Desabroché el pantalón de papá, y liberé como pude su polla dura como el cemento, la aferré con fuerza, y descorrí la piel, liberando el gordo capullo ya brillante de juguitos, dejé su boca para lamer esas ricas gotitas, mientras Malcion, me azotaba cada vez más fuerte, entre envite y envite, hasta no poder más, y me corrí con el coño y el culo ardiendo.

Salió de mi coño jadeando, al borde de su propio orgasmo, y mientras yo me inclinaba más, para lamer la polla de papá, Malcion se ponía en cuclillas para lamer los juguitos de mi orgasmo, lamiendo hasta mis muslos, intentado apaciguar el deseo de correrse, pero volviendo a encender una hoguera entre mis piernas con su lengua.

—Nena quiero cogerte, quiero mi verga en tu panochita –jadeó papá, mientras lamia sus pelotas

Pero succioné estas corriéndome de nuevo, en la boca de Malcion, que solo entonces dejó de lamerme, y mientras se desnudaba, me monte a horcajadas sobre papá, y a pesar de la profunda follada de Malcion, y los tres orgasmos, sentí lo mismo de siempre, mientras bajaba calzándome la polla de papá, era única la manera en la que esta me llenaba, y nos mirábamos sabiéndolo, relamiéndonos, disfrutando de ese instante sin prisas. No hacía falta decir nada, ambos sabíamos lo que sentíamos, sin hablar...

Malcion apoyó sus manos en mis hombros, su polla rozó mi entrada trasera...y empujó ayudándose, gimiendo, jadeando...consiguió meter el glande, media y un último empujón hasta el fondo...jamás había sentido nada igual. Tras unos segundos empezó a moverse, cada arremetida me empotraba más contra la polla de papá, que taladraba mi coñito...apenas nos movíamos, tan solos nos rozábamos, demasiado excitados para más...

—No puedo más princesa...me vengo –susurró papá

Y con el primer gran chorro de semen inundado mi coñito, me corrí estrujando esa polla, que me mataba de placer, mientras la otra multiplicaba por mil las sensaciones, y antes de que acabara de correrse papá en mi coño, empezó a hacerlo Malcion en mis entrañas, elevando el orgasmo a algo indescriptible, alucinante, apoteósico...

No sé cuánto tiempo duró hasta que perdí el mundo de vista, y caí rendida sobre el pecho de papá, aun con Malcion también dentro.

—Nena es que no has cenado nada –dijo papa regañándome unos minutos después

—Ahora tomaremos el postre, mientras discutimos algunos detalles que no me han quedado claros –dijo Malcion con una sonrisa pícara, ayudándome a poner en pie

Fui de nuevo al baño, y en la puerta me giré, ambos miraban como el semen bajaba a raudales por mis muslos.

Cuando regresé al salón no estaban, y les encontré en la terraza, charlando tranquilamente con una copa de champan, como si lo hubieran hecho toda la vida.

—Órale mi niña, come algo. Necesitas reponerte –dijo señalando un trozo de tarta

—Haz caso a tu padre, bernia –dijo Malcion con mirada de lobo

Las palabras de mi padre...esa mirada de Malcion...la noche solo acababa de empezar...y mi coñito volvió a mojarse insaciable de esos dos...