Solo, Benia.

En el fondo, es solo la historia de alguien que solo intenta olvidar quien es...

Este relato nace de una idea enteramente creada por Indigo. El creó los personajes y la historia, yo simplemente le di algo de forma a todo, desarrollándolo a petición suya. Espero que os guste y sobre todo espero no decepcionar a Indigo y acercarme a lo que un día se imaginó, pero que por sus razones no termina de plasmarlo. Va por ti.

Le devolví la sonrisa a esa casi desconocida, que me sonreía a través del espejo, perfectamente maquillada y peinada. Muchos dirían que era yo, pero no podrían estar más equivocados. Esa chica que sonreía perfecta en el espejo, era Benia Olbasso Delarco, la hija de la gran Iris Delarco. Pero hacía años que esa chiquilla había dejado de existir...

Crecí y me crie entre bambalinas. Mi madre, siempre rodando alguna de sus películas, mi padre produciéndolas...como no iba a dedicarme a lo mismo. Empujada sobre todo por mi madre, dispuesta a hacer de mi un mini yo perfecto. Pronto me vi envuelta en la vorágine del mundo cinematográfico, en el que empecé a destacar al mismo tiempo que la llama de mama se apagaba, al igual que se apagaba y consumía totalmente el matrimonio de mis padres. De repente, me encontré con cinco años, de un lado para otro, rodeada de mil desconocidos, que me vestían, me maquillaban, me decían que tenía que hacer y decir en todo momento...mientras mi padre, Enelio Olbasso productor y hombre de negocios, desaparecía de nuestras vidas tras el sonado divorcio.

En aquel momento, yo una niña de tan solo cinco años, no lograba entender, porque su padre desaparece de su vida sin mirar atrás, y vuelve a su país...

Tuvieron que pasar unos años para que las revistas, y los periodistas me pusieran sobre la pista, dejando claro los motivos del divorcio de los padres de la pobre niña prodigio...y terminé descubriendo, que para mamá nunca fue suficiente, y mi padre cansado de sus aventuras, con la última y más sonada pillada, con el director de su última película Malcion Reigan, terminó poniendo tierra de por medio, huyendo, alejándose de ella, y como consecuencia de mí.

Apenas tuve contacto paterno, y llegué a odiar a papá, por haberme abandonado a mi suerte, y con mamá. Por ello cuando un jugoso contrato, para presentar un programa juvenil en México, me llevó al país natal de mi padre, y al ser menor directamente a su casa, llegué dispuesta a demostrarle, que no me hacía falta para nada, y que nunca le había necesitado, ni echado en falta.

Los primeros meses en México fue un infierno para ambos, ya que cuando no estaba rodando, no paraba de amargarle la existencia, comportándome como una niña malcriada, exigiendo las mil y una cosas. Mi padre, al principio supuse que por sentirse culpable, me concedía todo lo que pedía, y eso hacía que cada día, estuviera más insoportable. Aun así él seguía apoyando, todos mis caprichos casi infantiles.

El programa fue cogiendo audición, y a medida que esta crecía mis bañadores (el programa era en piscinas) menguaban, y con casi dieciocho, salía a presentar esos programas rodeadas de familias, (así era el programa) casi sin ropa y sin espacio en los bolsillos del albornoz, para los teléfonos que me pasaban...

Entonces sucedió la debacle, en un programa en directo, en el que el padre de una de las familias, llevaba todo el programa insinuándose... me quejé a producción y poco menos me dijeron que capeara el temporal, pero la cosa se fue de las manos, cuando en una publicidad, el señor se coló en mi camerino, y mientras intentaba desabrochar el sujetador de mi escueto bikini, entró su señora. Justo en ese momento nos llevaron a la piscina y ya en el agua, en un momento dado la cosa se desmadró, y terminó en pelea, yo sin la parte de arriba, la mujer montando un número, gritando lo que había visto a micrófono abierto, y a pesar de ir a publicidad, medio México vio mis peras, la mano del marido y oyó lo que la mujer gritaba...

Llegué a casa desconsolada, y papá me esperaba como siempre para cenar, una vez más como si de una de mis rabietas se tratara, me consoló como solo él sabía hacer, como ya me había acostumbrado esos meses. Lidiando con mis gritos histéricos, apaciguándome, doblegándome, mimándome sin que lo pareciera, y mesó mi cabello, mientras lloraba amargamente hasta quedar dormida.

Esa mañana, amanecí ya en mi cama, él me habría acostado, no era la primera vez que lo hacía, pero si era la primera vez que reconocía lo mucho que me gustaba que lo hiciera.

— ¿No te has ido a trabajar? –pregunté, al verle aun en pijama en la cocina

—Nena, en la puerta hay mil fotógrafos, esperando carnaza

Y volví a llorar desconsolada, mientras papá me abrazaba, y aun reacia a dejarme vencer, por ese hombre que me había abandonado, pensé de nuevo en las muchas veces que antes, había necesitado esos abrazos.

Pero lo peor estaba por llegar, y al final la culpable terminé siendo yo, todo se dio la vuelta en mi contra, y pareció que todo lo había orquestado yo, para liarme con ese buen señor, padre honorable de familia, mientras yo seguía la estela de mi madre...y ya sabéis la fama que tenía mi madre, ente sus películas y sus romances fuera de cámara...

—Lo sentimos mucho Benia, pero la cosa esta mal y no te quieren en el programa –fue lo único que me dijeron

Papá intentó hablar con los periodistas apostados en la puerta, hacerles entrar en razón, pero finalmente le solo le oí decir:

—Sois basura, mi hija no es la loba que pintáis, ha trabajado duro para que la arrastréis así por el fango... –y entró en casa

Y en ese momento, me di cuenta y entendí por primera vez porque se había ido; papá no había podido soportar ser el cornudo de España, machacado así por los medios a diario como estaban haciendo conmigo, porque en España en esos tiempos era aun peor.

—No llores mi niña, te buscaré algo mejor...

—No quiero volver a ponerme ante una cámara...

Y esa noche, volví a buscar sus caricias, pero no buscando hacer que se sintiera mal, por los mimos que me negó, sino simplemente porque deseaba que me tocara, y papá no me defraudó, como había hecho todos esos meses se plegó a mis necesidades.

Esa semana fue de locos, y una de esas noches, en las que esperando a que todo se calmara sin salir apenas de casa, papá y yo veíamos la tele, me había quedado dormida, y tras un rato me despertó el hormigueo que sus caricias provocaban en mis...¿pechos?, me moví ligeramente y apartó la mano como si se quemara.

—No pares papá, me gusta

—Son tan bonitas mi niña... –dijo, suspirando

Sus manos aferraron mis pechos, y yo con la cabeza apoyada en su regazo, me puse hacia arriba, dejando que subiera mi camiseta de dormir, y acariciara ahora mis pechos desnudos. Mis braguitas se mojaron, viendo las grandes manos morenas de papá, sobre mis pechos blancos...

No intentó nada más que acariciar mis pechos, rozar mis pezones endurecidos...haciendo así que mi cuerpo deseara más...

—Papá, quiero más -imploré

—No puedo, mi niña

—Soy mayor de edad

—Y yo soy tu padre, cariño –dijo con pena

—No me dejes así, papá –suspiré excitada

Y papá, bajó su mano por mi torso, sus dedos juguetearon con el elástico del pantaloncito de mi pijama, y finalmente se coló dentro, bajo mis braguitas sus dedos recorrieron mi rajita húmeda

—Si papá, que rico, más...

Esos dedos hábiles, recorrieron el caminito una y otra vez, antes de centrarse en su objetivo, para terminar rodeándolo, presionándolo, estimulándolo...

—Si papi, si, si, si –gemí, sintiendo como todo mi cuerpo temblaba

Cuando me calmé tras el orgasmo, me arrodillé mirando el bulto de su pijama, me incliné para tocarle, y note su calor a pesar de la fina tela, papá gimió, pero apartó mi mano.

—No, mi niña.

—Quiero más, quiero sentirte...

—Benia, no he sido el mejor de los padres lo sé y lo asumo. Desde que volviste, me he debatido entre el deseo y ese sentimiento paternal y esta vez aunque sea más difícil aun que irme sin ti, quiero hacer las cosas bien. Vete a la cama por favor mi niña, no me lo pongas más difícil

Y a pesar del deseo, fue la tristeza en su mirada, lo que hizo que me levantara, y me fuera a la cama, no sin antes parar en lo alto de la escalera, para ver como papá liberaba su polla, y se masturbaba. Un solo un minuto y pude ver, el potente chorro salir del falo duro que tallaba su mano.

Al día siguiente no quería levantarme, y de nuevo papa lo arregló para conectase desde casa a su oficina, y no tener que dejarme sola en mi particular encierro. Subió a mi habitación, y a pesar de mis negativas, tiró de la colcha para descubrir, que estaba completamente desnuda.

—Benia... –susurró, mientras su mirada involuntaria, recorría cada rincón de mi joven anatomía

—Tócame papi... –supliqué, mimosa

—Sabes que no puedo negarte nada –dijo, recorriendo ya con sus dedos mis costillas

—Si puedes, me niegas tu polla, papá

—No hables así pequeña

—Te molesta que tu niña, sea tan mal hablada

—No cariño, aunque a papá le avergüence, le excita oírte hablar de su polla –dijo, recorriendo de nuevo, la senda húmeda entre mis piernas...

Esta vez, no solo me llevo al orgasmo con sus dedos, también sus labios y su lengua participaron en la fiesta. Lamiendo y besando cada rincón de mi piel caliente, para terminar bebiendo mis juguitos...

—Deja que te devuelva parte del placer...yo también quiero tocarte papá... –demandé mimosa

—No puedo hacerlo, si me tocas, será más difícil parar...-dijo, levantándose de mi cama y abandonando mi habitación.

Un rato después, desayunábamos en el porche trasero, y su pelo negro brillante delataba la ducha tras su ya consabida masturbación en la bañera que había oído tras la puerta.

Mi cuerpo no podía parar, le deseaba a todas horas y le provocaba todo el rato, consiguiendo mil orgasmos de sus dedos y su boca en los días posteriores.

Pero de nuevo la cruda realidad, me devolvió a la tierra al encender la tele, y ver en ella unas fotos de mi padre y yo en el porche. Enseguida supe que habían sido de esa misma mañana, justo despues de haberme masturbado en la cocina, y di gracias porque a pesar de todo eso no habían podido plasmarlo, aunque si oí que decían:

—El empresario y productor Enelio Olbasso, consolando a su hija...-y terminaban diciendo- No les parece una actitud más que cariñosa entre un padre y una hija –dejando entrever toda la maldad de la que eran capaces.

En ese momento, supe que no podía arrastrarle conmigo, como ya había hecho mi madre. Esos días habían cambiado mi vida, me había dado cuenta que amaba a mi padre y por ello no podía, simplemente no iba a destrozarle otra vez la vida.

—Papá regreso a España –le dije sin templanza, mientras comíamos

—Si es por lo de la tele... –empezó a decir apenado

—Papá, sabes que es lo mejor para ambos, antes de que esto se nos escape de entre los dedos y sabes que terminará pasando –le dije entre sollozos, convenciéndome de paso, mientras sentía un dolor profundo en el alma, sabiendo que mi decisión irrevocable, nos destrozaba a ambos.

—Saberlo no lo hace menos doloroso cariño, es curioso pero siempre he sabido que la decisión de ser tu padre por encima de todo, iba a terminar alejándome de ti otra vez.

Y así fue como volví a España, destrozada, destruida... llegué a México odiando a mi padre y me fui de México amándolo con locura.

Volví a España con mi madre y como se dice con el rabo entre las piernas. Y Diosss, como eché de menos a papá, a sus mimos, su cariño y sus pajitas...

Pero como se dice y más en el mundo al que estaba acostumbrada, la vida debe continuar y la mía tenía que hacerlo sin él.

Me busqué un trabajo tras las cámaras, decidí llevar un perfil bajo, haciendo que el mundo olvidara a Bernia Olbasso Delarco, e incluso intenté borrar sus caricias entre otras manos, sus besos en otras bocas y ahogué el deseo por mi padre en alguna que otra cama sin conseguirlo. Y aquí estoy, ahorra solo soy Benia dispuesta a perderme esta noche entre esas gentes de la farándula aunque solo sea por un favor a mi madre que esta malita, para recoger un premio.

—Por favor nena, ve tú, no habrá cámaras, pero aun así no quiero que me vea toda esa gente así.

Cerré la puerta de mis tristes pensamientos al mismo tiempo que la de mi casa y me metí en el taxi que me llevaría a esa fiesta.


—Vaya pero si es Benia Olbasso, cuanto tiempo niña –dijo, una de las compañeras de reparto de mamá

—Pues mira si hace tiempo, que ya no soy un niña como puedes ver

—Sigues siendo una monada

—El maquillaje hace milagros –y nos reímos ambas.

— ¿Has venido sola?

—Si mama no se encontraba muy bien ¿y tú?

—Yo he venido con un amigo, ven que te lo presento

—Vale –me dejé llevar por el salón atestado.

—Querido...ven que te presente, ella es Benia Olbasso, la hija de Iris –era un hombre de unos cincuenta y muchos, pero que muy bien llevados

—Malcion Reigar, encantadísimo. –y en ese instante, todos los fantasmas del pasado volvieron a mi mente.

Ese hombre era el causante del divorcio de mis padres, su aventura con mi madre fue el desencadenante nefasto en su relación, y todo ello me llevó a perder a mi padre.

—Lo mismo digo –mentí miserablemente, dejando que ese hombre besara mis mejillas.

Más tarde, al bajar del mini escenario donde recogí el premio de mi madre, perdida entre el tumulto de la gente, me encontré su mirada profunda.

—Tú parece como si quisieras salir corriendo, perderte y difuminarte entre toda esta gente...y pesar de ser una gran osadía a mí me encantaría perderme contigo –dijo de frente, sin tapujos, sin intentar disimular lo que quería

—No has venido con... –y busqué a la mujer que nos había presentado

—Da igual con quien haya venido Benia. Sé que lo correcto sería pedirte un cita, alegando que un día conocí a tu madre y decirte que me encantaría charlar sobre ese tema, podría decirte que soy director de cine, cosa que ya intuyo que sabes y que me encantaría quedar contigo, para hablar sobre las posibilidades que tienes de volver a este mundillo, y que desearía que fuera de mi mano, pero nada de todo eso es cierto. Como puedes ver no soy un chiquillo, y no me gusta darle vueltas a las cosas, y eso estaría haciendo, porque nada de lo que acabo de decirte seria toda la verdad. Porque la verdad más descarnada es más simple Benia, desde que me giré esta noche y te vi, no he dejado de pensar en cómo poder sacarte de aquí aunque fuera a rastras.

—Hazlo Malcion, sácame de aquí. –me oí decir

Y de repente ese hombre cogió mi mano, y me llevó casi a rastras, pero con un sonrisa entre la gente, sin despedirnos de nadie, salimos de ese salón, y recogimos los abrigos en la entrada, donde él me puso el mío, y se puso el suyo sacándome al frio de la calle.

—Dime dónde quieres que te lleve, y te llevaré Benia

Me puse de puntillas, y busqué su boca, sus labios y durante unos segundos de sorpresa se dejó besar, dejó que saboreara el whisky entre sus labios calientes. Pero un segundo despues, allí en mitad de la calle, su boca se apoderó de la mía sin piedad, su lengua penetró entre mis labios, y lamió la mía dentro de mi boca, jugueteando, demandando, demostrando quien mandaba...

—Esta noche quiero perderme Malcion, y me da igual donde, tu solo hazlo posible.

—Nena, vamos o terminaré perdiendo la poca cordura que me queda, en mitad de la calle

Volvió a cogerme de la mano hasta su coche, y volvió a quitarme el sentido con sus besos, antes de empujarme ligeramente dentro, y mientras yo suspiraba encendida, me abrochó el cinturón de seguridad, luego dio la vuelta y subió por el otro lado, mientras yo le miraba encendida.

—No me mires así Benia, no me mires así joder –dijo, inclinándose de nuevo para volver a devorar mi boca

Su mano, esta vez subió entre mis muslos, y yo encendida los separé facilitándole el ascenso, siguió bajo la falda de mi vestido, dejó atrás las medias a medio muslo, y acarició mi piel erizándola al paso de las yemas de sus dedos, mientras su lengua ahora lamia mi barbilla, mi cuello...y yo jadeaba, suspiraba con la cabeza apoyada en el reposacabezas. Su mano llegó a mis bragas, sus nudillos masajearon mi sexo caliente, pegando la tela a el, mojándolas más de lo que ya estaban.

—Niña, vas a volverme loco...

Apartó la tela con sus dedos, y recorrió mi rajita encharcada, sus dedos como todo el demandaban más de mí, y mi cuerpo ya se tensaba antes de que esos dedos encontraran la entraran, y me penetrara una y otra vez, arrancándome un gemido tras otro, hasta no poder más.

—Si Malcion, no pares, me corro –grité, cuando su boca volvió a la mía

Un minuto despues, sacaba sus dedos de mi vagina, y los lamia con deleite sonriendo, sabiéndose vencedor de ese primer asalto, mientras yo aún intentaba recobrarme tras ese orgasmo clandestino.

Poco más de diez minutos, tres semáforos y un sinfín de miradas cargadas de deseo, llegamos a una urbanización de lujo en las afueras, aparcó en el garaje, me abrió la puerta y casi me sacó en volandas, mientras yo miraba la indudable erección, que apenas contenía su pantalón de traje caro.

Entramos por detrás, pasamos por una cocina brillante, y en penumbra, para terminar en una habitación claramente masculina, donde una enorme cama alta dominaba la estancia. Abrió el ventanal, para que se filtrara solo la luz de las farolas, y encendió las de la mesilla, mientras yo me sentaba en un cómodo banquito de piel a los pies de esa mullida cama.

Volvió frente a mí y se quitó la americana, la corbata y la camisa, pero solo se desabrochó el pantalón, dejándome con las ganas de ver su polla dura.

Cogiéndome de las manos, volvió a ponerme en pie, me dio la vuelta y bajo lentamente la cremallera del vestido, dejando que este cayera a mis pies. Luego volvió a darme la vuelta, y me sentó de nuevo para arrodillarse ante mí, para quitarme las sandalias y las medias lentamente, rozando mi piel caliente mientras lo hacía. Luego poniéndose en pie, me quitó el sujetador, mientras su sexo seguía manteniendo tirante la tela del pantalón, y cuando intenté...me puso en pie y fueron mis bragas las que bajaron lentamente, hasta caer a mis tobillos.

—Sube a la cama Benia –dijo ayudándome con sus manos en mis caderas

Subí del banco a los pies de la cama, y mientras el se arrodillaba en ese banco y separaba mis rodillas, se inclinó y su cabeza se perdió entre mis muslos. Un segundo después sus labios besaron mi pubis, mi vulva...su lengua separó mis labios vaginales, y recorrió el sendero que habían trazado sus dedos en el coche, para terminar punteando mi entrada. Sus manos aferraron mis caderas, arqueé de nuevo la espalda, separándola del mullido colchón y me entregué a esa boca hambrienta...cuando creí no poder más, sus dedos me penetraron con dureza, y grité su nombre una y otra vez, mientras empapaba su boca de juguitos corriéndome.

—Benia, que bien sabes –dijo, aun relamiéndose entre mis muslos

Trepó a la cama de la banqueta, bajándose el pantalón por debajo del culo, y mientras mi cuerpo aun temblaba, por el majestuoso orgasmo su polla recorrió mi rajita sensibilizada, antes de que el glande se apoyara en la entrada, e inclinándose un poco más, lo recolocó mientras empujaba, llenándome lentamente, haciéndome aullar mientras me penetraba, rescatando el placer de los rescoldos del orgasmo.

—Que coñito Benia, que rico...ummm –gimió, penetrándome hasta el fondo

Sus huevos golpearon mi cuerpo, me miró con lujuria mientras sus acometidas, se convertían en puros estoques que se adentraban con fuerza, una y otra vez, rebotando en mi interior.

—No pares Malcion, lléname... –supliqué, subiendo las caderas

—No podría aunque quisiera nena, no puedo

Y note como su cuerpo se tensaba, su respiración se aceleraba y sus envestidas eran cada vez más salvajes, y con una última estocada note como me llenaba de semen, mientras volvía a correrme de nuevo con él.

—No te vayas, Benia –dijo, agarrándome la muñeca, al ver que me levantaba de la cama

— ¿Ni al baño, campeón? –le dije, guiñándole un ojo

Meneé las caderas sabiéndome observada, y sonreí cuando ese hombre resopló en su cama.

Empecé la noche sin ganas de ir a esa reunión, y con mil recuerdos en la cabeza, llegué allí y sin esperarlo me di de bruces con una parte de esos recuerdos. Recuerdos en los que de alguna manera odiaba a ese hombre, por lo que supuso su entrada en nuestras vidas. Pero aun así, no puede obviar el deseo primitivo que sentí desde el primer instante y en algún momento, puse en una balanza ese odio, y en el otro lado el deseo que sacudía mi cuerpo, cada vez que me miraba, como si fuera un vaso de agua fría en el desierto, y ganó de calle el deseo, haciendo que esa noche terminara en su cama, con el entre mis piernas, sobre mi cuerpo...

—Ven aquí Benia –susurró, cuando volvía del baño

Sus labios incansables, volvieron a recorrer cada rincón de mi piel, dejando un reguero de saliva a su paso, excitando mis sentidos. Lamió la cara interna de mis muslos, y volvió a lamer mi sexo con devoción, sin importarle lo que había sucedido allí hacia solo unos minutos...

—Deberías dejar que me duchara –intenté escapar de su boca

—Ni lo sueñes, más bien tu deberías dejarme disfrutar de tu sabor, de nuestro sabor conjunto...toda tu me enloqueces niña –y volvió a volverme loca, con su boca

Aun temblaba, presa de otro orgasmo cuando Malcion me dio la vuelta, dejándome boca abajo en la cama, y empezó de nuevo a recorrer mi piel, ensalivándola... mordió mi culo, lo besó y finalmente separando mis cachetes recorrió mi rajita a la inversa. Su lengua ahora hacia círculos entorno a mi ano y finalmente lo penetraba con la misma, mientras sus dedos se adentraban en mi vagina encharcada, provocándome un nuevo tsunami de placer. Mientras mi cuerpo se retorcía, frotándome entre esas finas sabanas, él de rodillas detrás de mí, tiró de mis caderas y Dios mío...me la metió de un solo golpe, multiplicando ese placer, que recorría mis entrañas por mil, haciendo que lloriqueara y me retorciera mientras él seguía follándome salvajemente, y su semen volvía a inundar el interior palpitante en que había convertido mi vagina.

Por la mañana me preparó el desayuno y mientras metía trocitos de melocotón en mi boca me soltó la bomba:

—Te quiero en mi próxima película, Benia

—No hago cine desde niña, y no estoy ante una cámara desde lo de México hace unos años

—No quiero a Benia Olbasso Delarco en mis películas, quiero a esta Benia, la que he tenido en mis brazos esta noche –dijo, pasando el melocotón por mis pezones, para comérselo a continuación.

—No sé –contesté con un gemido

—Puedo ser muy convincente Benia –dijo, arrodillándose ante mí –Haz una prueba sin compromiso –habló, pasando ahora ese trozo de melocotón entre los labios de mi sexo, y dejándolo ahí -¿Vas a pensártelo? –preguntó

— ¿Vas a comerte ese melocotón? –y me olvidé de todo una vez más.

Esa semana, Malcion me convenció para esa prueba, me presentó a todo el mundo, y me demostró que era incansable, y estaba dispuesto a darme todo el placer que mi cuerpo necesitara.

Empezamos a rodar, y cuando acabábamos, me subía a escondidas en su coche, y me bajaba en su casa, donde no paramos de retozar, viendo películas, comiendo, en la piscina...No sé si tomaba algo, pero sus manos, sus dedos, su boca, su lengua y su polla siempre estaban dispuestas para mí.

El tiempo pasó volando, y nuestra primera película juntos fue todo un éxito. Malcion se encargó de relanzar a esa nueva Benia y nadie parecía recordar a la de México, ni siquiera a mi madre. Por cierto, ella en contra de todo pronóstico, y cosa que achaqué a los celos, no veía con buenos ojos que trabajara con Malcion, y eso que nadie y menos ella, sabía de nuestra relación fuera de cámaras.

—Gracias por todo Malcion –susurré mientras este agarrado a mis caderas, en el jacuzzi me follaba sin piedad

—Pequeña, si te refieres a tu éxito te lo has ganado solita, si te refieres a esto (dijo arremetiendo hasta el fondo) créeme que también...

—Me refiero a todo Malcion, a todo lo que me das...

—Y más te daría, nunca me sacio de ti Benia, ni recién corrido dejo de desear follarte –jadeó pellizcando, y retorciendo mis pezones.

Apreté su polla con los músculos de mi vagina, sabiendo lo mucho que eso le gustaba, él gimió demostrando que mi teoría era cierta, solté y volví a estrujarle, metí la mano entre mis piernas y busqué sus pelotas, las sobé y mientras daba tironcitos me giré, busqué su boca y le dije:

—Córrete conmigo Malcion, lléname de lechita –y lamí sus labios

—Si putita, si cariño, todita para ti –dijo, mientras sus espasmos llenaban mi vagina de semen calentito, provocando un nuevo orgasmo en mí. El tercero ya esa noche en el jacuzzi.

Nos acabamos el champan de nuestras copas, mientras charlamos entre burbujas.

— ¿Te recuerdo a mi madre, Malcion? –esa duda me reconcomía

—Jamás, a veces me pregunto si no te cambiaron en el nido

—No sé si eso es bueno o malo

—Cariño, nunca te he mentido y no voy a empezar ahora, sé que sabes de lo mío con tu madre y si jamás lo he hablado contigo, siempre ha sido por pudor y admitámoslo algo de vergüenza porque recordar que tuve un lio con tu madre, aun me hace más viejo a tus ojos.

—Me gustas así Malcion, tal cual eres, quiero saber más

— ¿La verdad, Benia?

—Siempre

—Tu madre un día fue casi tan bella como tú, me sentí honrado que alguien como ella me eligiera e intenté complacerla, sin importarme que estuviera casada. Pero solo hasta que descubrí que era imposible complacer a Iris Delarco, siempre querría un poco más y lo peor es que ella se iba quedando sin casi nada que ofrecer. Iris era buena ante la cámara y no voy a negártelo tampoco era mala en la cama, nuestros encuentros estaban bien, hasta que te corrías, luego el frio te helaba y ese frio del final, terminó dejándome helado desde el principio. Esa es la historia resumida.

Estiró la mano y acarició mi mejilla roja por el agua caliente.

—En cambio tú, Benia...eres tan cálida, tan caliente, tan bonita... –dijo acercándose para llenar mi cara de besos tiernos.

—Eso se lo dirás a todas tus actrices

—Me da igual si me crees o no, pero no me acostado con ninguna de las actrices con las que he trabajado desde el caos con tu madre. Aun no sé cómo fui capaz, de entrarte como lo hice en esa fiesta...llevaba años dedicándome tan solo a encuentros furtivos, de vez en cuando con alguna vieja amiga sin más, sin complicaciones por ninguno de los dos lados. Yo creo que tuve tan poco sexo, que por eso ahora parezco un mono salido, con un pastelito como tú por casa-dijo intentando aligerar la conversación

— ¿Eres un salido? –pregunté, estirándome para que mis pezones sobresalieran del agua

—Mucho mi nena

—y ¿te gusta que la nena te toque así? –pregunté, agarrando su polla bajo el agua

—Mucho, pequeña

—y ¿te gustaría sentarte en el segundo escalón, y que te chupara un poco? Me muero de ganas –y sin darme tiempo de un salto subió

Con una sonrisa, me arrodillé dentro del agua, y pegando su polla a su tripa casi plana, empecé a lamer sus pelotas como una perrita casi a cuatro patas en el agua.

— ¿Te gusta que lama tus huevos así, como una perrita salida?

—Joder Benia, como me estas poniendo, otra vez...

—Me encantan tus huevos gordos, me gusta lamerlos así, moviéndolos, para luego meterlos así en mi boca –hablaba en susurros, haciendo todo lo que le decía

—Si pequeña, lámelos...mira que gordos chiqui, así nena, ummm que gusto me da tu lengüita –dijo, apoyando sus manos detrás, inclinándose hacia atrás un poco sin dejar de mirarme

Separé un poco más sus piernas, y sin dejar de lamerle, empecé a meneársela, disfrutando de sus jadeos, dejando que mi saliva ahora ya escurriera por su perineo, para seguir ese rastro con mi lengua

—Ummm Benia, Benia –jadeó, cuando un momento despues mi lengua lamio su agujero

— ¿Te gusta mi lengua ahí, Malcion?

—Mucho cariño, mucho –y aúllo, cuando la introduje -Pero tienes que parar o me correré, cielo mío

—Malcion...puedes follarme un poquito por favor –supliqué de rodillas ante él

Se metió de nuevo en el agua, dispuesto a darme una vez más lo que le pedía, entonces fui yo quien salió del agua y me arrodillé en el primer escalón. Él sonrió agarrándose la polla dura, dispuesto a penetrarme desde atrás, cuando mi siguiente petición, hizo que sus ojos se abrieran, y su mirada se enturbiara revelando su excitación

—fóllame el culo Malcion, ¿Quieres?

—Benia –dijo mi nombre casi aullándolo, mientras empapaba sus dedos en un frasco de crema que había una repisa junto al jacuzzi sin perder un segundo

Jugó en la entrada con una de sus yemas, antes de empujar lentamente, mientras su otra mano ya estimulaba mi clítoris. Consiguió penetrarme con uno de sus dedos, sin dejar de besar mi nuca, mis hombros...y cuando empezó a moverse con cierta facilidad, añadió un segundo dedo para dilatar mi esfínter, preparándolo para unos minutos despues apoyar su balano palpitante, y agarrado a mis caderas empujó lentamente.

—Mi niña preciosa...follarte es una locura con la que ya no contaba –dijo, entrecortando las palabras mientras dilataba mi esfínter

Mi culo ardía, sentía como si me partiera por la mitad, pero me sentía tan llena y poseída, que mi coñito no dejaba de contraerse cuando empezó a moverse, oyendo como su respiración cada vez más acelerada le acercaba a ese punto sin retorno.

—Benia, no puedo más cariño, voy a correrme en tu culito, te amo pequeña, te amo –gritó mientras llenaba mis entrañas

Sus palabras entre gemidos, el calor de su semen en mis entrañas que ardían, su cuerpo aun rígido mientras los espasmos de su polla soltaban los últimos latigazos de esperma, mitigando el escozor, aliviando el dolor... ufff, entonces sus dedos buscaron mi clítoris, estimulándolo, y en ese instante mi cuerpo totalmente poseído por él, tembló bajo el suyo una vez más.

Tras unos minutos dejando que nuestros cuerpos, y nuestras respiraciones, volvieran a la normalidad, salimos y nos secamos antes de meternos en su enorme cama. Me abrazó bajo el edredón como cada noche, envolviéndome con la tibieza de su cuerpo desnudo, entonces me sentía tan segura, protegida...y ahora amada.

—Me asusta que no hayas dicho nada de mis palabras anteriores al orgasmo –dijo en la oscuridad

— ¿Te refieres a cuando me has dicho que me amas?

—Si

—Me ha gustado oírlo, pero tampoco quería prestarles demasiada atención, porque creí que las soltaste en el calor del momento –dije, dándole la oportunidad de dejarlo ahí

—Benia te amo, creo que desde el primer momento

Y en ese instante en el que él esperaba una respuesta reciproca por mi parte, mi mente se llenó de otros recuerdos, y una palabra acudió una y otra vez a mis pensamientos PAPÁ.

Tenía claro que quería a Malcion, tan claro como que amaba a mi padre... ¿Era eso compatible?

—Benia, dame tiempo al menos para hacer que tú también puedas quererme aunque ahora no me ames...cásate conmigo.

Di un salto, y me senté en la cama encendiendo la luz de la mesita.

— ¿Que has dicho Malcion?

—No me importa si yo te quiero más, sé que estas bien aquí, conmigo. Te quiero en mi vida todos los días. Dime que te casaras conmigo Benia

—Si Malcion, quiero casarme contigo.

—Gracias mi niña, mi Benia, mi mujer, mi musa... –repetía besándome amorosamente

Malcion se quedó felizmente dormido, mientras yo procesaba todo, pensando que ya quería a ese hombre que hacia vibrar mi cuerpo como nadie, le deseaba y como él, quería pasar mis días a su lado...pero ¿eso era lo que quería de verdad, o solo engañaba a mi mente, porque no podía tener al hombre al que realmente amaba? Y me dormi, no pensando en mi futuro marido, sino pensando en mi padre.

....continuara (si quereis)