Sólo, ¡Ámame!
Relato un tanto extraño, léanlo ;)
Eran días muy difíciles en la universidad, me sentía agobiado, frustrado, presionado, estresado, etc, etc, etc. Tenía una presentación muy importante encima, el profesor era muy exigente, exigente en extremo diría yo; estaba retrasado, la exposición es el día siguiente y estaba ultimando detalles para imprimir, necesitaba estudiar, necesitaba hacer otras tareas, sentía que el tiempo era mi peor enemigo, corrían las horas muy rápido y yo enfrente de mi computador tecleando lo más rápido que me permitían mis aptitudes de transcriptor. Comienza a llover, a tronar, no, en realidad no llueve: diluvia; una verdadera tormenta, vientos fuertes, relámpagos truenos, y de pronto todo queda a oscuras, el computador se apaga, también las luces, todo queda en penumbras, se ha ido la electricidad.
Maldigo mi suerte, ¡Mil veces maldita sea! –grito con todas mis fuerzas, no me importa que me escuchen, solo me importa mi frustración.
Me lanzo en mi cama, tapando mi cabeza con la almohada, que logra atenuar todo el ruido de la tormenta de afuera, grito contra el colchón, empuño mis manos, halo las sábanas. ¿Por qué a mi, si yo siempre me porto bien? –mi frustración crecía rápidamente. De un momento a otro caí en un profundo sueño.
Me despierto en medio de la noche, aún no hay electricidad, todo sigue tal cual estaba, o no, en realidad la tormenta había arreciado, y fuera de mi habitación se escucha el azotar de una puerta una y otra vez, movida por el viento. Se caen cosas, hay mucho ruido. Ya resignado a que mi suerte no cambiaría, me levanté a cerrar bien puertas y ventanas, definitivamente me dispondría a dormir, lo necesito.
Salgo sigilosamente de mi cuarto, el pasillo totalmente a oscuras, camino a tientas, cuidando de no tropezar, ocasionalmente se ilumina solo un poco la estancia con el centellear de algún relámpago. Tengo miedo, me siento nervioso, expectante, como si algo ha de suceder. Pero, ¿por qué me siento así? No hay nadie en la segunda planta de una casa que comparto con otras dos personas, un chico y una chica, estudiantes también; me encanta esta soledad, mi calma. Pero ahora temo, temo y no se la razón.
Me aseguro de que todas las puertas y ventanas estén aseguradas. Me dispongo a regresar a mi cuarto para seguir durmiendo: lo necesito con urgencia. Volteo en penumbras para cerciorarme de que todo está en orden, aunque es inútil, no veo nada. Al mirar al frente y avanzar me percato de que hay alguien en frente de mi, no veo su rostro, solo veo su silueta, ¡es un hombre!, que hace en mi casa, ¿Cómo entró? temo que me haga daño, me cuestiono quién es y que quiere, pero aún así no puedo dar un solo paso, no puedo, estoy rígido, mi corazón late fuertemente, siento que me falla la respiración.
Un relámpago ilumina el espacio como un flash, y lo veo, lo veo. Es un hombre blanco, alto, y con unos ojos de gato amarillos, ¿de gato? si de gato, con la pupila alargada en vez de circular. ¿Qué es esto? este hombre de hermoso y a la vez aterradores hombres, siento más miedo, más pánico, pero a la vez más curiosidad, mas… ¿deseo?
El misterioso hombre se acerca a mí, lenta pero decididamente y yo sigo sin reaccionar. Ya estamos frente a frente, siento su respiración mezclarse con la mía, nuestros pechos se rozan, es agradable sentirle cerca. Un nuevo relámpago ilumina el rostro de mi acompañante, es realmente hermoso, pero esos ojos me perturban, me dan miedo. Comienzo a temblar, el miedo se apodera de mi, me abraza. ¡Que bien se siente!
Busca unir sus labios con los míos, lora su objetivo. Me besa, un beso cálido, suave, tierno, pero a la vez apasionado, húmedo, caliente. ¿Me excita? Sí, mucho.
Ya no es tierno, es salvaje, pero así me encanta, me tiene el alma en vilo, con los pies empinados y sujeto de la cintura. Me encontraba en un transe, en el que solo podía ser consiente de ese beso, ese beso. Comienza moverse, ¡me dirige a mi cuarto! si dejar de besarnos, sin dejar de sostener mi cintura, si yo dejar de estar con los pies en puntas. Ya no temo, no, estoy tremendamente excitado y quiero guerra, nada más existe para mí, ni un ápice de raciocinio se asoma por mi mente. No, por que pensar las cosas, es tiempo de que aunque sea una vez me deje guiar por mi instinto, siempre he superpuesto todo sobre mi cordura, por eso no he de extrañarme que siga virgen con 19 años, mi sexualidad es un tema sellado para mi, no lo comparto con nadie, estoy solo en esa lucha, o quizás no, pero esa fue mi elección, pero, ¿Por cuánto tiempo podré aguantar mi soledad?
Ya estamos en mi cuarto, me pega contra la pared, recorre todo mi cuerpo con sus manos con fuerza, con ímpetu, con ganas, con deseo. Yo no me quedo atrás y lo imito. Su cuerpo es fuerte, amplio pecho, pectorales, hombros fuerte, su culo, su culo redondo y firme, Dios, como me enloquecía. Su piel es suave, casi no tiene vello. ¿Está desnudo? pero como; yo también lo estoy, pero no recuerdo como ni cuando nos quitamos la ropa. No me importa, sigo disfrutando. Me dirige hacia mi cama, me acuesto, se posa encima de mí. Mi pene y su pene, dos espadas, dos sables que luchan para darse placer. Nuestras bocas siguen juntas, comiéndose, con un hambre voraz. Se traslada a mi oreja, ¡OOHH! – es solo lo que puedo articular- La chupa, la muerde, introduce su lengua en mi oído mientras yo me abandonaba al más profundo y absoluto placer. Baja, recorre desde mi oreja a mi cuello, mordiendo, chupando, besando todo el trayecto, siento cosquillas, no me incomodan, no me dan ganas de reír, un escalofrío que sacude todo mi cuerpo sustituye todo lo demás.
Ya está en mi pecho, encargándose de mis tetillas, chupa como si de un caramelo se tratase. Gemir, es solo lo que puedo hacer, mientras meto mis dedos entre sus cabellos, sedosos, largos y agradables al tacto. Sigue bajando hacia mi ombligo, no se detiene, va directo a mi pene. ¡Me va a hacer una nada! toma mi miembro enhiesto en sus manos, suspiro. Sube y baja el prepucio, y de un momento a otro, sin avisar, se la mete a la boca, veo estrellas de placer, su boca cálida, húmeda y succionadora que me transporta de placer, ¿a dónde? no lo sé, lo único que se que este placer es inmenso, y su mamada es frenética. Se incorpora un poco, un nuevo relámpago ilumina, su expresión me indica que quiere penetrarme, lo leo en su mirada, yo quiero que lo haga. Abrí un poco mis piernas como invitación, el ocupó el espacio.
De una vez introdujo su glande, no hay dolor, no faltaba lubricación, no sentía otra cosa que placer, placer en su estado más puro y natural, placer sexual, placer carnal, que par muchos es pecado, para otros es divino, y para mí, para mi no existe nada más que este momento, no me importa nada, solo las sensaciones, placenteras sensaciones. Cada estocada de su fierro en mi interior, era un suspiro, un suspiro que me dejaba sin aliento, me encantaba. Estaba a punto de estalla en un orgasmo, al parecer, el también. Convulsiones, contracciones, placer y más placer. En medio del orgasmo llega la electricidad, disfruto esa explosión de sensaciones con lo ojos cerrados.
Cuando los abro me encuentro con algo horrible, era un hombre, un animal, no se, tiene mucho pelo, ¿Qué es eso? Una cola, ¿una cola? Ese miembro que me dio placer hasta hace momentos ahora es algo monstruoso, horrible, asqueroso y no paraba de babear semen, como si de una fuente rota se tratase. Sangre, ¿Sangre? De donde salió toda esta sangre, mis sábanas blancas cubiertas de sangre, salen de mi ano, pero no me duele, que extraño, sangro profusamente pero no me duele, que es esto, ¿Qué es esto?
Me paro de la cama, aun sangrando, en sus ojos felinos veo confusión, ¡Voilá! La electricidad se vuelve a ir, e impera la oscuridad. Salgo corriendo por el pasillo, no veo nada, corro y corro pero el pasillo no tiene fin. ¡Pero que mierda es esta! Si mi casa no es tan grande. Estoy desorientado, mareado, quiero vomitar, no paro de correr. He caído al vacío, ¿al vacío? Bueno puede que haya caído del segundo piso, impacto contra el suelo, mi cabeza aturdida, una contusión quizás, se me va el conocimiento poco a poco, pero ¡no me duele nada! Abro los ojos y lo veo, sus ojos de gato humedecidos por lágrimas, su mirada me pide compasión. “Ámame”- Me dice la extraña criatura –“Ámame, por favor”. Su voz es dulce, varonil pero dulce, angelical. “Ámame”.
No puedo amarte, eres casi un monstruo, no puedo amarte. No, no puedo.
“Solo ámame por favor”. Todo se puso negro. Perdí el conocimiento. “Sólo ámame”
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Miérda, son las 7:00 am, me dormí –me desperté acelerado gracias al despertador.
Sí, todo fue un sueño, o ¿una pesadilla?