Solas tu y Yo Final 2/2
Disculpen la demora de un año, por ahi dicen mejor tarde que nunca... Dedicado a tod@s los que esperaron pacientemente por esta continuación
CLAUDIA
Caigo rendida sobre la cama, pensando firmemente en no beber otra vez, recuerdo ese beso con Cristina, tan familiar, tan parecida a ella… a la mujer de mi vida, a la mujer de mi corazón, la dueña de mis tormentos… entre sueños la veo nuevamente, -¿Cuántas veces soñaré con Mariana?, ¿Hasta cuándo?...- Lo peor de todo, sigo soñando lo mismo… ella me llama, repite mi nombre una y otra vez, pero cada vez que intento acercarme, se aleja… morir, no quiero volver a despertar… para así encontrarnos… sea donde sea que las almas perdidas se van, mientras sea con Mariana…
Despierto, con el olor a alcohol sobre mi cuerpo, con una sed de mil demonios, con hambre y sueño, porque a pesar de que ya es más de medio día, no he podido descansar desde que ella no está conmigo, ordeno comida, pastillas para el dolor de cabeza y mucho jugo de naranja. Entro al baño, observo mi rostro reflejado en el vidrio, ojeras marcadas, mis labios sin color, pálida y sin vida, el cabello desordenado… - ¿Alguna vez te viste peor? – Le pregunto a mi reflejo, una tímida sonrisa se dibuja en mis labios y la foto de Mariana que tengo pegada en la esquina, roba mi atención, la tomo en mis manos y la acaricio… siento su ausencia, el dolor con cada día que pasa se aloja en mi interior, ya no recuerdo como es estar, sin esta pesadez interna, sin estos deseos de morir, sin esta vaga desesperación que alcanza niveles insospechados con cada minuto que vivo.
El golpeteo en la puerta me saca de mis pensamientos, abro y un botones ingresa el carrito de servicio, dos litros de jugo, un delicioso desayuno, me siento en la terraza a comer, en un dos por tres desaparezco el contenido del plato y observo la ciudad. No soy muy religiosa… pero… le pido a Dios que la tenga bien, que donde quiera que este ahora, en esa zona del más allá, este bien, un nudo se forma en mi garganta, pero no quiero llorar más… prendo un cigarrillo, el humo que sale por mi boca me calma las ganas de dejar, que una vez más, el sentimiento que me abruma haga que mis lagrimas vuelvan a surgir.
Esto es estar sola, la soledad y yo… el silencio invade todo, pensar que tenía que decirle a Mariana que se quedara quieta a veces, por todo lo escandalosa que era… cuanto desearía escucharla otra vez, con su música a todo volumen y caminando de un lado a otro en nuestro hogar… tiempos aquellos en que era feliz, tiempos en los que no había más nada sino ella y yo… me gustaría tomar… ahogar mis penas en ese líquido, pero no lo haré más… ayer hice cosas… no me siento orgullosa, me siento apenada, muy apenada… miro mi celular y veo el numero de Samantha… la llamo o ¿no?...
Entre mis dudas, decido bañarme, el agua caliente revitaliza mi organismo, dejo que el agua caiga sobre mí, cierro los ojos y apoyo ambas manos sobre la pared, respiro, suave y pausado, caigo sobre la tina y decido darme un baño de burbujas, la paz y tranquilidad llegan a mí… al fin…
¡Ring Ring!
Escucho sonar mi celular
-¡Alo! – Digo con voz aún ronca
-¡Tu pedazo de porquería!... cambiaste de numero y piensas ¿Que no me lo voy a conseguir? – Esa voz… ¿Cómo olvidarme de mi cuñadita?
-Como siempre, tan especial o ¿No? Cuñadita…
-¡Eres una muérgana…! - Empieza a hablar de mil cosas, hasta que guarda silencio. - ¿Cómo te sientes?
-De mil maravillas – Sale mi tono irónico. - ¿Dónde estás? – Le pregunté
-¡Aquí en Medellín! ¿Crees que porque se fue mi hermanita te vas a deshacer de mí? – Su tono me causó gracia…
-Yo que pensaba que al fin me libraría de ti… Jajajaja…
-Me estoy quedando en tu hotel, así que baja ya… estoy en la recepción… y mira que hay chicos muy lindos… - Me cortó la llamada. Milena… niña loca esa… pero me alegra no sentirme sola en esta ciudad.
Salí de la ducha y agarré lo primero que encontré, desganada y con el guayabo (resaca) a flor de piel decidí bajar, unas gafas negras me acompañaban…
-¿Te pasó un camión por encima? – Me pregunta pasándome un mojito.
-No quiero trago – Intenté rechazárselo
-No es trago, es coctel… y te ves horrorosa con esa pinta (ropa) – Colocó nuevamente el coctel enfrente de mí
-¿Qué haces por acá? – Tomé asiento a su lado, enfrente de la barra.
-No podía dejarte así – Retiró sus lentes oscuros, se le veían los ojos rojos, como cuando uno llora mucho – Era mi hermana… una ladilla, pero mi hermanita después de todo, no imagino lo que tienes que estar pasando.
-¡Gracias por estar aquí!
Le conté todo lo pasado el día anterior, entre risas y momentos de seriedad, se acercaron las 3 pm.
-¡Vámonos!... Voy a comprarte ropa, pareces una pordiosera así… mi hermana jamás hubiera dejado que te vieras así…
-Es raro esto Milena, pensé que moriríamos de viejitas, una sosteniendo la mano de la otra… no sé… no tengo ni idea que hacer… - La tristeza cayó nuevamente sobre mí.
-Por lo pronto – Se colocó nuevamente sus gafas - ¡Vamos a comprar ropa! Y llama a esta amiga tuya de aquí de Medellín, salir… necesitas salir para distraerte…
Me agarró por la mano y nos fuimos directo a un centro comercial, me hizo probar mil cosas, me regaló jeans, camisetas, ropa para clima cálido, chaquetas, pijamas… de todo… Al final entramos a un Studio F (una tienda de ropa in), mientras caminaba, fue sacando pantalones y blusas.
-¡Quiero verte con esto!... recuerdo cuando mi hermana nos presentó, eras mas juvenil con tu look, ahora andas de ingeniera… regresemos a tus raíces – La miré con una ceja levantada, pero nada podía hacer, llevarle la contraria a una Castilla era imposible… Me pasó un pantalón de cuadros negros con rojos, bastante ceñido, delgada como yo sola, entré sin problemas en el pantalón. Luego me colocó un blusón blanco, que de largo me llegaba hasta la cadera, con un estampado al frente de color negro, sin mangas. Unas botas negras arriba del talón. Cabello suelto, bastante parecido a cuando era más joven…
-¡Wao! Estas para matar… esa blusa te luce perfecta, calca de manera convencional tus delineadas curvas y tu figura celestial… ya veo porque tenías tan loquita a mi hermana – Una sonrisa se dibujó en mi rostro, me observé en un espejo… a Mariana le hubiera encantado verme así.
-¡Te faltan estas tres cositas!... – Me pasó unas gafas Ray Ban tipo aviador, una pulsera ancha de cuero negra y una corbata ultra delgada negra. -¡Ahora sip!... – Me espolvoreó el cabello un poco y me ordenó que me retocará los ojos con bastante negro…
-¡Te ves fantástica! Si no fuera tan hetero… lo intentaría contigo – Dijo riéndose
-¿Tu nunca vas a cambiar? – Seguí su broma
-Si lo hago dejaría de ser yo – Se apartó un rato, mientras tomaba el celular entre mis manos y marcaba los números de la chica recién conocida.
Al fin decido llamar, luego de darle miles de vueltas... el celular suena...
-¿Si?... ¿Con Daniela? - Pregunto con seriedad
-Si... soy yo… - Respondió con su acento argentino.
-¿Daniela?... Ese acento es inconfundible... jajá - Digo en broma
-Mmm... – Guardó silencio y continuó - Hablo con... ¿Claudia?
-¡Bingo!... es la misma... te llamaba pues, para saludarte primero que todo... y... – Me quedo en silencio, pensará que quiero ligar con ella... Ahora que la llamé, me debato en mis pensamientos.
-Y... ¿Vos como estas? ¿Seguís en Medellín o ya te fuiste?
-Sigo en esta hermosa ciudad... y ¡Mejorando!... en lo que cabe la palabra - Mi tono se enseria pero trato de seguir en lo casual de la llamada - Vino mi cuñada a hacerme compañía y a comprarme mucha ropa... jajá jajá - Reímos al unísono
-¡Che loca!, ¿Vos estabas así de pobre? Yo te hubiera ayudado, ¿sabías?
-¡Resultaste chistosa después de todo!... digamos que, cambió mi guardarropas, según ella... estaba muy seria para ser yo... – Nuevamente me quedo callada - Bueno lo segundo era... si te apetecía, quizás... considerar... sin ninguna intención obvio... salir a comer - Siento como se me sube la pena a la cabeza.
-¿Pero por qué me das tantas vueltas? ¡Decime que querés verme de nuevo! - Me rio
-¡JA, JA, JA!
-¡Vos sos una trola! – Sigue riéndose – Mentiras, es una broma… decime donde querés y cuando...
-¡Si puede ser ya, mejor! Mañana regreso a Bogotá y luego a Santa Marta, así que hoy o nunca, Daniela…
Acordamos vernos en un café de la ciudad, el tiempo pasó volando y junto a Milena, partimos al lugar de encuentro, de vez en vez, tocaba ese pequeño objeto colgado de mi cuello que representaba tanto para mí, tanto… Milena me saca de mi inercia y empieza a hablarme sobre reconstruir mi vida, darme la oportunidad de empezar una nueva relación, de empezar de cero… - ¡Bueno! ¿Pero tú estás loca?, tu hermana Mariana… mi novia… aún debe estar entera en el ataúd y tú ¿Hablándome de rehacer mi vida? – Le grité indignada.
-¡Esta muerta, Claudia!... Deja de ser ciega, no volverá… basta de este círculo de autodestrucción que estas llevando – Sus palabras despertaron toda la rabia que había en mí, sin dudarlo detuve el taxi y me bajé, me acerqué a la ventanilla e impedí que se bajara.
-¡Puede estar muerta para ti! Puede estar muerta para todos, se puede estar haciendo polvo ahora mismo, pero mi corazón está con ella, sea en el infierno, en el purgatorio ó en el cielo… No se te ocurra venir a decirme una mierda más nunca así, ¡EL AMOR NO SE MUERE PORQUE ELLA NO ESTE, QUE NO ESTE AQUÍ CONMIGO NOLA APARTA NIUN SEGUNDO DE MIS PENSAMIENTOS!
Detuve otro vehículo y fui directo al hotel, excusándome con Daniela por lo sucedido, pero no estaba de ánimos para ver a nadie, pasaron las horas, llena de rabia por lo ocurrido, ¿Es posible que se pueda olvidar un amor así?, ¿Sacarla de mi mente?, ¿Rehacer mi vida con otra persona?, ¿Mirar en otros ojos y no buscar sus ojos?... ¿Soy fatalista por no saber hacer otra cosa sino recordarla?... Entre pensamientos y recriminaciones caí profundamente dormida.
Una llamada de recepción me levanta, pesadamente vuelvo a ver mi imagen, más descompuesta que el día anterior… -¡Definitivamente no me puedo ver peor!- Luego de arreglar las maletas, realizo el check out y una carta me es entregada, junto con una nota:
“Yo también me siento como una mierda, pero intentaba hacer su última voluntad, te entrego algo que me dejó para ti”
Con mis manos temblorosas, llego al lobby, buscando asiento rápidamente, antes de abrirla, cierro los ojos… respiro, ambas manos en el sobre y con desespero abro el pequeño paquete.
“ Para ti amor…
¿Cómo empezar unas líneas cuyo fin son despedirme?... Luego de vernos juntas la película “PD: I love you”, quedé con un vacío en el alma, preguntándome, cuestionándome… si sucediera eso, si pasara por un segundo en la realidad, que tuviera que partir antes que tu… ¿Qué me gustaría decirte?... primero lo evidente, que estoy bien, que estar de este lado del ciclo de la vida, no es tan malo como parece… pero escribiendo esto, aún no lo sé, así que lo supongo.
Te conozco tanto y vivir este tiempo a tu lado ha sido maravilloso, amor mío, mi estrellita de rock, no quiero que sufras, no quiero que llores, no estés triste; recuerda nuestro amor, aférrate a los momentos hermosos que pasamos juntas, pero no te hundas, este sentimiento que es tan lindo y bello, no puedes dejar que te lleve a la deriva, no estaría tranquila si desde la ventanita del cielo donde te pudiera ver, observara tu infelicidad.
No te hundas en el alcohol, sé y estoy segura que has bebido por esto que supera tus fuerzas, pero de amor no morimos, respira… no te olvides de respirar, recuérdalo… en cada soplo de brisa, en cada rayo de luz que acaricia tu rostro, allí estoy yo saludándote. Mi amor está contigo, pero sigue tu vida, continua con tus planes, vive la vida por las dos, disfruta por las dos, ten la familia que soñamos tener, pero sobretodo, no te cohíbas de conocer y enamorarte de otra personita…
Eres demasiado valiosa para dejarte en manos de la soledad… Eres lo mejor y más grande que tuve el privilegio de tener, pero así como la vida ó Dios, nos regaló estos años, también tenemos que ser fuertes para estar este tiempo alejadas, pero nos encontraremos de este lado, en donde nuestro amor eterno… nos cobijará nuevamente…
Deja de encerrarte, saca tu mejor sonrisa, regálame una sonrisa ahora… limpia tus lágrimas, levanta la cabeza, no hay porque tener miedos, yo estoy contigo…
¡Se valiente y vive… tú me lo enseñaste… ahora aplícalo!
Tu amor por siempre, hasta en el más allá, Mariana.
P.D. TE AMO...”
Limpié las lágrimas que cayeron de mis ojos, algunas sobre el papel dejaron su huella. Doblo con delicadeza la hoja y la guardo en mi bolso, siento el calor de su amor, la ternura de sus palabras, lo certera que es… Una sonrisa en mi rostro, mezclada con el sabor de mis lagrimas…-¡Si que me conoces!- Este sentimiento de valentía y fuerza invade mi cuerpo, no más lagrimas, no más dolor, un duelo he de vivir, pero un duelo también he de superar. Sentí remordimientos con Milena, vino hasta acá por petición directa del amor de mi vida, pero bueno… después resolveremos eso… Esa fue la última vez que derramé lágrimas por Mariana, cuando en los días posteriores, sentí la necesidad de botar mi dolor… recordé sus líneas y una vez y otra vez, releí su carta, para darme fuerzas para seguir, para continuar… respirar, siempre respirar.
………………………………………
He pasado ya, 10 días en Santa Marta, el calor me atormenta, la soledad me persigue, el dolor sigue allí, pero convivo con él… aunque todas las mañanas nos odiamos mutuamente, terminamos en la noche reconciliándonos. Empecé unas citas con un sicólogo de la ciudad, pastillas para dormir, conocer a personas distintas, idiosincrasia diferente, un cambio total, desde el clima hasta la cultura, pero me ha hecho bien, ya no estoy tan blanca…. Entre los consejos del sicólogo, esta ir a un bar para ligar y tener una noche “salvaje”. El tipo está loco, pero es bueno en lo que hace, hace 3 días no veo en sueños a Mariana y hasta cierto punto lo extraño, extraño verla… - ¿Estoy loca verdad?... – Le pregunto a Francisco.
-¡No lo estas!, las personas viven el duelo de diferentes maneras…
-¡Como siempre! Dándome respuestas ambiguas – Me levanto del sofá y miro por la ventana, lo que más me gustaba de la región en la que vivo, es la visión del inmenso mar, ese azul espectacular que rodea todo, que hace que mi mirada se proyecte hasta el final y vea esa línea entre el cielo y el océano…
-¿Te parecen ambiguas? – Me giro con fastidio, con ganas de matar esa estúpida técnica de siempre devolver preguntas.
-¡No empieces con estupideces!... gracias…
-Entonces, háblame de la estudiante en práctica, esa que te pone intranquila…
-¡No es intranquila!... solo que es demasiado coqueta y no soy de hierro… - Sonrío, recordando a mi asistente, una chica alegre, jocosa, con una vitalidad increíble y bastante inteligente, que no evita ninguna oportunidad para hacerme entender, que quiere que dé un paso más allá, de solo ser su jefa.
-¡Deberías darte la oportunidad! Así sea para una noche loca… - Volteo para verlo, seguido miro el reloj y doy por terminada la sesión…
Una vez más, ceno sola, un apartamento tan grande, con una vista increíble y solo para mí, la soledad se hacía inmensa en esas paredes, me ubico en mi sitio favorito, el balcón, desde allí escuchaba el crepitar de las olas contra la costa, las luces de la ciudad bajo mis pies, la suave brisa marina entrar por cada poro de mi piel y es que en este paraíso ¿Quien no sería feliz?… mentalmente levanto la mano, confesando mi infelicidad…
Caigo pesadamente sobre la cama, otra noche con problemas para dormir y una pastilla no me hizo ni cosquillas, así que me tomo otra… aletargada y embobada por el efecto… sueño… observo un auto… una vía… un semáforo en rojo… un auto pasárselo… vueltas, girar sin control, una pared lo espera, vidrios volando, pedazos del vehículo dispersos por el asfalto, una ambulancia, una camilla, una mano colgada de la camilla, un nudo en mi garganta, flashes rápidos, resucitación, muchos médicos… un pitido final…
Despierto empapada en sudor, con dolor en el pecho y en la cabeza, salgo corriendo al baño y vomito todo lo digerido el día anterior. Me enjuago la boca con listerine y me siento sobre la tapa del inodoro, con la cabeza recostada a la pared, mi corazón se desagarra en pedazos, no puedo dejar de pensar en ese sueño, en mi realidad, en mi vida miserable… Los pies sobre el suelo frío, mi garganta en plena ebullición, los sentimientos en mi interior revueltos, cada vez que creo que lo he superado un poco, sucede algo que me recuerda que es mentira… respiro con fuerza, intentando contener las ganas de seguir vomitando, unos minutos después, llego al balcón… lanzarme no sería tan difícil, apagaría las luces de mi conciencia y dejaría de sufrir de esta manera tan loca, ya no siento nada, pero a chorros sale la magia de mi vida, de mi alma gastada, no dejo de pensar en su cuerpo tirado sobre el gris asfalto… su cuerpo allí y yo acá…
Salgo de ese apartamento. A lo lejos la luz del amanecer aparece, pienso para mis adentros que un paseo por la playa sería ideal… un pantalón blanco largo, una blusa azul marino sin mangas y holgada, el cabello suelto, descalza y avanzando entre la línea que divide el agua y la arena del mar. Introduzco una mano en mi bolsillo y recuerdo tontamente que dejé el celular en la mesa de noche, con este afán que me cargaba por salir de allí, abandoné todo sin pensar si quiera en algo de dinero… el sol sigue su camino sobre el cielo, así como yo avanzo sin ningún lugar definido, unas gafas negras sobre mi rostro y me entretengo como niña pequeña, sintiendo el agua en mis pies y la brisa en mis brazos, un suspiro al aire, este sonido me tranquiliza, la playa desierta, el calor fundiéndose con mi piel, mientras el frío de la sierra nevada apaga lentamente el sudor.
Miro a lo lejos en el mar y su silueta se dibuja… - ¡Yo estoy de puta madre! – Me digo sonriendo, la imaginaba tantas veces, en todos los sitios, a tal punto de haberme acostumbrado a confundirla entre la multitud, sigo observándola, mientras avanza…deslizarse sobre la arena, estos momentos me encantan, cuando mi mente puede recrearla a tal punto que la siento conmigo, a unos metros de mí y se hace más vívido… casi real… un vestido blanco arriba de la rodilla, su cabello suelto, su sonrisa a flor de piel, hasta con este espejismo se eriza mi piel y mis deseos se revolucionan como motor a plena marcha. Su sonrisa, su mirada, eso es lo que más extraño…
MARIANA
Acabo de terminar de hablar con Claudia, le inventé algunas cosas sobre el trabajo, para darle la sorpresa… -¡No más buses!, ¡No más Transmilenio!, ¡No más empujones! – Me acerco a la concesionaria, un carrito de segunda para empezar, observo un jeep en perfecto estado, totalmente cerrado, blanco… se veía muy lindo la verdad, tapicería recién colocada y el precio está en lo accesible para mí. El vendedor muy amable y atento en todo, realizó los papeleos y alrededor de las 5pm ya me encuentro sentada y manejando el vehículo, aunque el volante es algo duro, no me da muchos problemas… giro por la avenida, un semáforo y otro y otro.
Converso por el manos libres con Laura y le cuento que ya todo está perfecto, así como yo lo quería, imagino a Claudia, feliz… al fin no mas empujones y desesperos en el transporte público, mi emoción me embriaga, sentir esto en mi corazón por ella, este amor nacer, crecer, persistir y resistir ante todo y todos los que no quisieron vernos juntas.
Agarro la avenida rápida y adquiero velocidad fácilmente, por extraño que parezca, no hay ningún vehículo al frente mío y como a 50 mts percibo el semáforo ponerse en rojo… piso el freno… pero nada sucede… sigo pisándolo con fuerza, estallo en nervios, angustia y desesperación, sigo intentando frenar pero el auto no baja su velocidad, aprieto con fuerza el timón, mi corazón se acelera al máximo, intento desesperadamente hacer que el auto se frene, pero alcanzo el cruce de la vía en un abrir y cerrar de ojos, un auto a mi derecha… lo inevitable sucede - ¡NOOOOOOOOOOOOO! – Grito con fuerza.
Siento el golpe estremecerme de un lado para otro, mis manos en el volante, los vidrios romperse en pedazos, cierro los ojos, algo se introduce en la piel de mi antebrazo, un “crack” casi imperceptible llega a mis oídos, el hueso en mi brazo está roto, puedo sentirlo allí dentro de mí, el pedazo de metal fracturándome, después de dar varias vueltas, pierdo el sentido de la orientación, el dolor retumba por todas las partes de mi cuerpo, alcanza a detenerse mi auto, aún agarrada por el cinturón, de cabeza, con el cabello sobre mi cara y gotas de sangre escurriéndose por mi rostro -¡Menos mal utilicé el cinturón!- Pienso… un segundo de alivio y mi vista se fija en otro auto que aparece, el chillar de las llantas me hace presa de un nuevo temor, la visión del carro acercarse frente al mío, el nuevo embate… un estrellón de frente contra mí, mis manos automáticamente se posan sobre mi rostro, intentando protegerme, siento el golpe con fuerza, y mis manos no pueden evitar que me reviente la cabeza contra los pedazos del panorámico, la fuerza fue tal que termina por el empujar mi auto al borde de la acera, estando aún de cabeza, con un dolor punzante en el pecho, intento desesperadamente soltar mi cinturón. Lo alcanzo, con mis manos temblorosas, llenas de mi sangre, mis piernas me fallan… - ¡Claudia! Amor… ¡Claudia! – Es lo único que puedo pensar, mis lágrimas empiezan a caer, mi nerviosismo, no controlo ninguno de mis movimientos y mi desesperación aumenta a niveles insospechados, atrapada en el auto, no puedo abrir la puerta, mis manos van perdiendo fuerza y mis ojos ya nublados comienzan a no distinguir nada a mi alrededor, siento el olor a gasolina por todas partes, se me dificulta respirar, mi cuerpo ya no pesa, ya no siento y al final caigo desmayada…
…………………………..
Mariana es llevada al hospital más cercano…
Paramédico: ¡Rápido, tenemos una joven en estado grave! Accidente de tránsito. Mujer de 23 años aproximadamente, logramos estabilizar sus signos, procedimiento de resucitación en la ambulancia.
La camilla entra con el cuerpo de Mariana sobre él, tiene colocado un cuello ortopédico y un tubo con una bolsa para hacerle respirar. Dos doctores aparecen preguntando sobre su estado.
Doctora: ¿Signos?
Paramédico: Pulso 60, presión 90 sobre 60, responde al dolor en las extremidades.
Doctora: Necesito placas del pecho, posible fractura de tercera y cuarta costilla. Traigan 2 bolsas de sangre O negativo, exámenes y series de trauma. Inyecten 20 de etomidato y 100 de succinilcolina.
Doctor: Brazo izquierdo con fractura y objeto cortante en su interior. Tiene trauma en la cabeza, llamen al neurólogo de turno. Inicien con los antibióticos y limpieza de heridas.
Continúan estabilizándola por varios minutos, insertando tubos e inyectándole drogas. Llaman al neurocirujano de turno y aparece en instantes.
Neuro: ¿Qué tenemos? – Se coloca los guantes, mientras espera la respuesta.
Doctora: Accidente de tránsito, contusión en pecho, fractura de costilla, golpe en cráneo, logramos estabilizar signos, administración de antibióticos, relajante y anestésico.
Neuro: ¡Detengan todo! Pupilas dilatas, broca craneana ¡Ya! – Rasuran la zona del cabello donde harán el corte, mientras una enfermera le pasa el instrumento - ¡Bisturí 10! - Ubica una pinza en el lugar de la punción y toma la broca en sus manos. La coloca en el punto y empieza a perforar el cráneo hasta que siente que se rompe el hueso.
Se escucha un crujido y la sangre sale de la herida a chorros.
Doctor: ¡Vamos a salvar a esta paciente! – Las placas llegan, uno de los doctores la toma y la revisa. - ¡Tiene sangre en los pulmones! Necesita cirugía urgente. Llamen a quirófano.
Doctora: Realicemos Angioplastia para determinar el sitio de la hemorragia.
Doctor: Tiene pulso débil no resistirá el examen.
Doctora: Lo resistirá ¡Vamos! – Mueven la camilla hasta el lugar del examen. Realizan el procedimiento con el cuerpo de Mariana inerte sobre la camilla. Inyectan el tinte en la arteria pulmonar, realizan la placa y ubican el lugar de la hemorragia.
Los doctores se reúnen antes de entrar al quirófano para repasar el plan de cirugía…
Doctor: ¡Bien! Yo repararé las heridas internas, mientras usted (neurocirujano) limpia la epidural. Usted doctora coloca la placa en el brazo, esperamos que todo salga bien mientras que el paciente no se ponga acidotico…
Neuro: ¿Tiene chance?
Doctor: Vi gente en peores condiciones recuperarse, si todo sale como lo planeado dependerá de sus ganas de vivir.
Entran al quirófano para realizar la cirugía, limpiar la sangre del cerebro, reparar las heridas internas en la arteria pulmonar y colocar la platina en el brazo izquierdo. Luego de 5 horas de operación, terminan con los procedimientos.
Doctor: ¡Bien muchacha! Ahora todo está en tus ganas de quedarte de este lado.
Es traslada a la habitación, pasan los días, estable pero… en estado de coma…
…………………………..
Quiero abrir los ojos pero no puedo, siento a alguien hablarme, tomar mi mano con delicadeza… caigo nuevamente dormida… profundamente dormida… - ¡Claudia! – No dejo de pensar en ella, su angustia, su dolor… Intento levantarme pero no me siento dueña de mi cuerpo, ni de mis actos, ni de nada, estoy como sumergida en un sueño, en un laberinto inmenso del que no logro escapar.
Una luz blanca golpea mis ojos, todo de blanco, un blanco reluciente… una terrible sed quema mi garganta, un tubo en mi tráquea impide que hable, muevo mis dedos con pesadez, algo aprieta mis costillas, reprimiendo mis movimientos, sigo sin lograr siquiera mover mi cabeza. Escucho pasos y voces, pero el escuchar no implica entender, me concentro en el pitido constante de una máquina… pip… pip… pip… - ¡Sigo Viva! – Es lo único que pienso, me aferro a ese sonido para no caer presa del sueño nuevamente.
Un medico aparece en mi campo visual, me hace preguntas que respondo con señas provenientes de mis manos, me indica el procedimiento para retirar el tubo y acato sus ordenes al pie de la letra, soplo fuertemente y las horcadas por el paso del tubo por mi garganta no se hicieron esperar. Me indica que no hable, me pasan un vaso con agua que refresca mis cuerdas vocales, trato de hablar pero me duele demasiado, mi brazo izquierdo tiene un yeso, mientras que con la derecha toco un poco mi garganta… levanto la cama para sentarme mejor.
-Cla… - Carraspeo un poco – Clau… di… a… - Trago saliva nuevamente – Claudia… ¿Dónde?
-¡Calma!... ella… viene ahora – Escuché decir al médico -Descansa para que te mejores pronto - Asentí, mientras la enfermera inyectaba algo que me produjo sueño inmediato.
He perdido la noción del tiempo y del espacio, no sé cuánto tiempo pasé dormida. Para ser sinceros, no tengo ni idea donde me encuentro, ni que día es, ni nada. Alcanzo a sentarme con dificultad sobre la cama, siento dolor en algunas zonas especificas, pero nadie está cerca, con mi mano derecha, toco mi rostro, mi cabello, aún siento cansancio y ganas de dormir, pero las ganas de saber de Claudia, de mis amigos, de verlos y hablarles, me mantienen despierta aún cuando mi cuerpo pide lo contrario… me siento aliviada en parte, salí bien librada del accidente, me percato que mis piernas se mueven, salvo el yeso de mi brazo izquierdo y los vendajes en mi pecho, no percibo nada más.
El doctor aparece y me explica la gravedad de mis lesiones, me interrumpe a cada momento y mi desesperación alcanza el límite…
-¡Doctor Basta!... ¿Dónde está Claudia?, ¿Mis amigos?... ¡Hágalos pasar! – Grito para que se calle y me escuche, una expresión de desconcierto se forma en su rostro, me ignora completamente y sale de la habitación. Aún no puedo moverme y busco con mi mirada algún botón, algo para llamar a la enferma, alguien que me diga que está pasando.
Al cabo de 15 minutos entran… las personas que menos esperaba, las personas que menos quería ver, las personas… porque eso son hoy en día, personas… aunque lleven mi sangre… solo son unas personas más.
-¿Ustedes que hacen aquí? – Pregunté sin ánimos.
-¡Hija!...
-¡No soy su hija!, usted lo dejo muy claro señor… el día que prefirió botarme de su casa y declararme muerta – Expresé en tono frío.
-¡No digas esas cosas! Estamos aquí… no hay mas nadie que pueda estar aquí… - Dijo, el que una vez fue mi padre.
Su tono de voz, su rostro perfectamente controlado, me hizo presa de un terrible temor ¿Le pasaría algo a Claudia?, ¿Qué hacen ellos aquí?...
-¡Mariana!... hemos corrido con los gastos de tus cirugías y tratamiento aquí…
-¿Dónde está Claudia? – Pregunté nuevamente… ellos continuaron hablando, intentaron acercase pero se los prohibí, ese tono que usaban, sus expresiones fingidas… algo traman… o ¿Algo hicieron?...
-¡REPETIRÉ UNA SOLA VEZ!... ¿DONDE ESTA MI CLAUDIA? – Grité sacada de casillas completamente.
-¡Ella se fue!... te abandonó… fue demasiado tu estado para seguir a tu lado – Profirió mi padre, como si leyera un libreto.
Tan solo cinco minutos de verlos y estar con ellos… de todas las cosas que podían inventar, dijeron semejante estupidez – ¡ELLA JAMÁS SE IRÍA! – Exclamé con fuerza, mis movimientos se hicieron más bruscos, hasta el punto que tumbé una bandeja y empujé a mis padres que trataban de sostenerme, les gritaba y maldecía, preguntándoles por Claudia, por mi amor, por mi estrellita hermosa, por esa chica fuerte de apariencia pero tan noble, tan valiente, tan tierna y apasionada, esa fortaleza que no tuve en toda mi vida, la aprendí a su lado y no pensaba dejar que los estúpidos de mis padres, intentaran separarme de ella… El médico entró con una jeringa y con violencia la clavó en mi brazo, continué peleando y luchando hasta que el fármaco me adormeció rápidamente.
En medio de mi dopaje, los escuchaba hablar, al parecer había otro doctor en la habitación.
-¡No tuvo pérdida de memoria! - Dijo mi madre.
-¡No! Pero nadie va a saber que está aquí, para el mundo está muerta, para su hermana, para todos… hasta para la tipa esa – Decía mi padre en tono despectivo.
-Puede ser, pero ¿Cómo la sacaremos de este hospital? – pregunto un doctor.
-¡Fácil! Una enfermedad mental, hagamos un informe donde aparezca que delira con la tal Claudia, es sencillo, puedo hacer el papeleo y tenerlo listo mañana mismo.
-¡Hágalo! Y por dinero no se preocupe…
-Alistaré las cosas en España para hacer todo lo pertinente y no tener problemas en el vuelo.
La droga, el cansancio, el dolor, la frustración… todas las emociones en plena ebullición en mi ser y mi cuerpo agotado del accidente, lograron vencer mi ímpetu y caí dormida.
A las horas despierto nuevamente en esa habitación blanca, amarrada a la cama y sin posibilidad de moverme, giro mi cuerpo y el dolor de las costillas se incrementa, mis piernas funcionan perfectamente, un poco de molestia en la cabeza y mi brazo izquierdo inmóvil… - Piensa Mariana, la violencia no resuelve nada – Veo entrar a una enfermera, la identificación sobre su pecho derecho “Beatriz”…
-Enfermera Beatriz – Digo amablemente – ¿Puede darme un poco de agua? – Su expresión de duda me indica que debo hacer algo para que no sospeche. – Tengo mucha sed – Mi mueca de fastidio y mi tono bajo la hicieron llegar hasta a mí, con un vaso de agua, bebo lentamente y una idea cruza por mi mente. Empiezo a conversar con ella, mientras arregla la habitación, apunta mis signos y algo que no alcanzo a ver en la máquina a mi derecha. Luego de varios minutos de un dialogo fluido…
-Tengo ganas de ir al baño, ¿Podría ayudarme? – Mi corazón latía demasiado rápido, la adrenalina comenzó a surcar por las arterias de mi cuerpo, tragué saliva y suspiré profundamente, cruzando los dedos para que me dejara ir, como todo torrente de energía, mis músculos se activaron y se prepararon para lo que pensaba hacer…
-Mis órdenes son no dejarla mover de esa cama, disculpe señorita…
-Pero… ¿Qué puedo hacer?... estoy adolorida, con puntos en mi cabeza, el brazo izquierdo roto, mis costillas me duelen… ¿Acaso voy a tirarme por la ventana? – Comenté en broma y su risa me dio esperanzas. Se acercó y soltó las correas que sujetaban mis brazos. Hice mucha pantomima bajándome de la cama, despacio y quejándome por todo… al apoyarme sobre su hombro, coloqué mi mano sobre la mesa y agarré la bandeja metálica por el borde…
Dimos dos pasos, ligeramente más baja que yo, empujé su hombro, mientras que con ambas manos tomaba la bandeja y la estrellaba con fuerza en su cabeza. Los segundos pasaron rápidos y su cuerpo en el piso, me indicaban que mi primera batalla había sido ganada. Con dificultad e inmenso dolor logré subir a la enfermera a la cama, la ubiqué justo como yo me encontraba, un pedazo de trapo en su boca y obviamente le quité su ropa para cambiarme, entré al baño… aún tenía el yeso y sería reconocida fácilmente si salía así.
Sin dudarlo, alcancé una cuchilla y partí en dos la protección que tenía en mi brazo izquierdo, con cada golpe, forcejeo y jalón, sentía el vivo dolor una y otra vez… pero no me pensaba dejar de mis padres, sufrí meses en agonía dejándolos hacer conmigo lo que quisieran y hoy 3 años después… no permitiré que me arrebaten lo que he construido con la persona que amo… no permitiré que nadie interfiera en esto tan lindo que he formado con un ser tan maravilloso como Claudia, ella luchó por mi y ahora era mi turno… El sudor se escurría por mi frente, saqué la vía ubicada en mi muñeca y mis fuerzas desfallecieron por unos minutos. Cerré los ojos y vi su mirada, esos hermosos ojos miel que tanto me fascinan, recordé sus besos… - ¡No me puedo rendir aún! ¡Es hora de ser valientes! – Recordé sus palabras, las que siempre repetía ante la adversidad - ¡Se valiente! ¡Vamos ten coraje! – Me las dije una y mil veces para avanzar.
Lista con el disfraz, el cabello recogido y con el gorrito sobre mi cabeza, salí caminando por la puerta, dos hombres altos y grandes, no hicieron mayor cosa… caminé segura buscando el ascensor, lo veo al final del pasillo y cada paso se me hizo eterno. Cuando al fin llegué… una voz me saca el nervio a flor de piel.
-¡Señorita…! - Asiento sin verlo a los ojos, uno de los guardaespaldas me siguió hasta el ascensor – Me descubrieron – Maldije para mis adentros.
-¡Tenga! Se le cayó esto… - Me entregó un bolígrafo, las puertas del ascensor se cerraron y el alma me regresó al cuerpo…
Mientras bajo, veo los números ir del 22 al 1, lentamente… tan parsimonioso ese conteo regresivo, que todas las ideas de cómo salir del hospital quedaron congeladas en mi cerebro… - Dinero – La única preocupación que se plantó sobre mi cabeza, me encontraba incomunicada, huyendo de todos, muerta para el mundo y sin un peso en el bolsillo… - ¿Qué hago?
Decidí acercarme a la recepción y avancé… siguiendo a una enfermera, un fuerte mareo se hizo presa de mí y sentía que me desmayaría en cualquier momento… una señal de esperanza, la vida sonriéndome… no lo sé… “Cuarto de Enfermeras”, al cruzar me derrumbé sobre una silla…
-¿Dura la mañana? – Me preguntó una señora de edad.
-¡Sí! Bastante – Observo que bebe un café.
-Ese es nuestro trabajo… pero te ves realmente pálida… ¿Te encuentras bien? – No pude evitar sonreír con su pregunta… ¿Bien?... jajaja…
-¡Cansada! El turno ha sido agotador y ahora recuerdo que dejé la billetera en mi casa… no tengo un peso para volver… - La señora abre un casillero y me da un billete…
-Tómalo, mañana me los das… “Beatriz” -Observó mi camisa, al cabo que me tendía lo justo para llegar a mi casa.
Agradecida por su gesto, alcanzo una chaqueta del perchero y salgo del hospital…
……………….
Mis piernas tiemblan al subir la escalera, toco con fuerza la puerta, intento con el timbre y nada, ninguna respuesta… el lugar donde escondíamos una llave para emergencias aún la tiene… ingreso al interior de lo que ha sido mi hogar, del sitio donde he vivido los mejores momentos, cada esquina un recuerdo, cada zona una historia… al fin mi hogar. Cosas en desorden y regadas por todos lados, corro hasta la habitación, puros ganchos tirados en la cama, un vacío en el closet… -¿Qué sucede aquí?- Recuerdo lo dicho por mis padres y una duda me asalta…
Decido cambiarme de ropas y escucho a personas golpear la puerta, sin pensarlo me acerco a la ventana, salgo por allí, ubicándome sobre una placa de concreto que vuela sobre la ventana. Siento como requisan la casa de un lado a otro, gritos desesperados… la voz de mis padres… - ¡Dios!... ¿Es para tanto? ¿No pueden ver que hice mi vida? ¿Que tomé mi decisión? ¿Qué quiero ser feliz con Claudia? ¿Hasta dónde llega su obsesión y su locura? – La decepción por su comportamiento, el terror por ser descubierta, el frío azotándome inclementemente, la fuerza del amor… esa fuerza que solo su amor me brinda, me mantiene expectante… al cabo de una hora no escucho nada desde el interior y decido entrar.
Encuentro toda la casa revuelta, la noche cae y pienso que hasta el teléfono lo deben tener intervenido, tal vez algún vigilante de mis padres afuera, no puedo salir de la casa sin ser descubierta por ellos… -¿Qué hago?, si llamo por teléfono se darán cuenta que estoy aquí, si salgo me atraparan… - El dolor empieza a quebrarme en pedazos, a rastras alcanzo el botiquín e ingiero dos analgésicos… caigo sobre la cama profundamente dormida…
El brillo del sol me despierta, un poco más descansada y con la mente clara, organizo mis ideas… primero debo salir de aquí, buscar a Claudia… - ¡La casa de Laura!... pero ¿Cómo salgo de aquí? – Esa pregunta me atormentaba.
Luego de asearme y cambiarme, caminaba por la casa ideando un plan para salir de allí, me acerco a la puerta, pero antes de abrir decido observar por la mirilla y veo un tipo alto sentado en las escaleras… -¡De ninguna manera!- Frustrada y agobiada por sentirme encerrada y a merced de los planes de mis padres, me tiro en nuestra cama, mirando por la ventana… -¡Claudia! ¿Qué harías si estuvieras aquí? No soy tan valiente, no soy como tú, no soy… - Algo en la ventana distrae mi mirada, pensativa me asomo y veo la sombra de un árbol posarse a algunos metros de la placa de concreto que vuela bajo la ventana…
Busco una chaqueta del closet y la tarjeta de crédito escondida para “casos de emergencias”, abro la ventana completamente y con la adrenalina iniciando su recorrido por mis venas, me vuelo por el marco y aterrizo en la placa, un sol como nunca baña a Bogotá esta mañana de sábado… -¡Desde la ventana se veía más cerca! ¡Soy capaz! ¡No… No lo soy! – Me debato tontamente entre las ideas de saltar desde allí y aterrizar en la rama del árbol… mis manos tiemblan, siento la boca seca, mi respiración y corazón están al borde de un colapso, cierro los ojos… - ¡Vamos es por Claudia! –
Sin pensarlo más y con todas las emociones en su punto máximo, salto hasta la rama extendiendo mis brazos para intentar agarrarme, pero mi mano derecha resbala y solo puedo asirme con la izquierda - ¡Aggggg! – El dolor en mi herida se intensifica y el sudor cae por mi frente, mi mano empieza a temblar, el sufrimiento que siento es incomparable, si cayera todo sería rápido, indoloro -¡VAMOS!- Hago fuerza levantando el peso de mi cuerpo con agonía y demasiado dolor - ¡Ahhhhh! ¡Agggggggrrrrrr! ¡Maldición Mariana mueve tu maldito trasero ya! - Las lágrimas salen por mis ojos, mientras un hilo de sangre mancha mi camisa, luego de unos segundos de padecimiento extremo, mi mano derecha alcanza la rama y logro subir completamente.
Una vez arriba del árbol, tal cual niña pequeña, bajo por el tronco y desciendo hasta el suelo. La grama encuentra mis pies ó mis pies a la grama, en este momento no lo sé y ni me importa, entrecierro los ojos intentado enfocar la mirada y recobrando la respiración, mi brazo late por el dolor. Mi cuerpo mareado y cansado por el esfuerzo decide recostarse contra la madera de tan gran árbol. Unos segundos de paz y mi objetivo vuelve a recorrer cada espacio de mi mente… -¡Tengo que ir a la casa de Laura!
Deambulo por la calle, caminando rápido hasta la estación de taxis del barrio, uno de los choferes siempre fue un gran amigo de Claudia y en una situación como éstas era la única persona que podría llevarme hasta el lugar deseado sin contratiempos y sin cobrarme, tengo aún el mareo y ese vaivén en la boca del estomago, sumado al temblor de mis rodillas, pero al fin la suerte esta de mi lado, Don Raúl se encuentra hablando con otros compañeros, al verme su expresión pálida y temblorosa me indican que quizás está viendo un fantasma…. - ¡Ok, ok, yo soy el fantasma! – Reacciono. Converso algunas palabras con él y a grandes rasgos le explico lo ocurrido. Al cabo de cinco minutos estoy embarcada en su taxi con dirección a la casa de Laura, estos momentos en el vehículo, son los que me ayudan a recuperar mis fuerzas y me recargan de energías para seguir en la lucha, para seguir… sin miedos… sin cobardía.
Una vez en frente de la casa de Laura, mis nervios se incrementan, la escucho por el intercomunicador, unas palabras mías de respuesta y un sonoro grito por el otro lado…
-¡Puedes gritar todo lo que quieras después! Pero… ábreme… ¡YA! – Exclamo sintiendo el mareo regresar.
-¡ESTAS VIVA!... Estas… estas aquí… no… no… bueno si… pero… - Dejo de escuchar y mi cuerpo inerte se apoya sobre la reja. Pasan algunos minutos cuando veo a mi gran amiga salir disparada como un cohete por la entrada de su casa, descalza y con pijamas.
La reja se abre lentamente y los saltos de Laura desde el otro lado sacaban una sonrisa a mi rostro cansado. Un fuerte abrazo de bienvenida inundó el lugar, lágrimas en sus ojos y de su boca salían infinidad de preguntas, caminamos hasta su casa mientras le contaba lo ocurrido, su alegría paso de una efusividad impresionante hacia una rabia incontrolable, despotricó y maldijo a mis padres sin contemplación, ni mesura.
-¿Y Claudia? – Pregunté al finalizar. Laura se sentó en frente de mí, agarró mis manos entre las suyas y mi corazón se detuvo.
-¡No tenemos ni idea! Estaba destrozada, fuimos a tu tumba… ¡Dios Mariana! Si la hubieras visto, era irreconocible… tus padres son unos desgraciados, el dolor por perderte…
-¿Pero qué pasó? ¿Dónde está?... ¡LAURA ME ESTAS ASUSTANDO! – Sería capaz que termináramos como Romeo y Julieta, mi amiga como leyendo mis pensamientos me sacó de la duda.
-¡No, no pienses eso!, no se mató… pero no sabemos dónde está. Fonchy es el único que tiene contacto con ella… él esta en Argentina.
-¿Y la constructora? – Pregunté desconsolada, alguien tiene que saber de ella, no voy a perderla, no así… no ahora, mi corazón se contrajo en mi pecho y las lágrimas que había aguantado estos días salieron sin control, toda la emoción y sentimientos encontrados que se anidaban en mi corazón reventaron en ese momento, sentía tanto dolor, tanta injusticia e impotencia con la vida - ¿Por qué? ¿Por qué nos ocurrió esto si estábamos tan bien? No es justo ni con ella, ni conmigo… simplemente la vida no puede ser tan desgraciada con nosotras, yo la amo Lau, la amo, nos amamos… :’( - Dije entre sollozos
El abrazo de consuelo de Laura permitió que todo lo que llevaba adentro lo pudiera canalizar, me desahogue con ella, mi sufrimiento puesto en palabras y en lágrimas, empecé a sentir como soltaba el enorme peso que traía, veía la luz al final del túnel… luego de beber un poco de agua, hice algunas llamadas pero todos mis esfuerzos fueron infructuosos. El Ing. Mario estaba de viaje y su secretaria no creía ni una sola palabra que le decía, frustrada por todos los intentos fallidos de conocer el paradero de Claudia, fui a recostarme un rato en la alcoba de Laura, sintiendo un terrible malestar y dolor en mi brazo.
-¡Mariana! Despierta… - Escucho a lo lejos que me llaman.
-¡Ummm! ¿Qué? – Respondo abriendo los ojos con pereza, sintiendo mi brazo latir de dolor.
-Llamé a un amigo para que te revisara
-¡No era necesario!... ¡Ahhh! – Intento decirle a Laura que se tranquilice, pero tan solo moverme me saco un par de lágrimas.
El doctor entró en la habitación, me quité la blusa y la herida en mi brazo izquierdo estaba abierta, hinchada y un poco de sangre se escurría por el orificio, con lentitud y gestos de dolor en mi rostro el médico limpiaba la herida para luego dar unos puntos de sutura. Luego de media hora y unas cuantas pastillas de receta, nos volvimos a encontrar solas mi gran amiga y yo.
No sé si fue el destino, quizás Dios me sonreía, alguna extraña casualidad, no lo sé pero la vida empezó a mostrar su cara amable, el celular de Laura sonó y el escuchar la voz de Alfonso del otro lado regresó la esperanza a mi alma. Después de las explicaciones exigidas, de relatar los hechos de mi escapada y verificar por enésima vez que me encontraba bien, me explicó que no tenía contacto directo con Claudia, pero que si tenía el teléfono de su oficina en Santa Marta y la dirección de su residencia, ni siquiera porque se hubiera tomado la molestia de dársela, sino que tuvo que enviarle unos documentos sobre las condiciones de venta del apartamento en Bogotá y le “tocó” darle la dirección.
Alfonso me comentó de lo mal que había estado Claudia este mes, que tuvo terror que se suicidara y que desde hace 20 días no la habían visto. Mi corazón, dividido entre dos sentimientos, alegría y dicha porque solo un avión me separa de ella, desasosiego, tribulación y dolor por todo lo que ha tenido que pensar y sentir con mi muerte - ¡Estaré contigo pronto amor! – Es lo único que se cruza en mis pensamientos.
El único vuelo disponible era para mañana a las 5:00am, compré el ticket, dirección en mano y el nerviosismo calándome por los huesos. Realmente no pude pegar el ojo en toda la noche y Laura aunque intentó hacerme dormir de mil formas, fue ella quien terminó roncando y hasta babeando…
A las 3:00am fui a bañarme y cambiarme, mis manos frías del nervio, la ansiedad por tenerla, por estar a su lado, porque sus ojos vieran los míos y se diera cuenta que estoy aquí, que si he logrado sobrevivir estos días, que si me levanté de esa cama fue solo por pasar el resto de mi vida con ella, todos los pensamientos que pudieron pasar por mi cabeza durante y después del accidente fueron dirigidos hacia a ella, hacia esa rockerita de cabello alborotado, de sonrisa perfecta, tan blanca como la leche y cuyos ojos miel robaron mi corazón, su paciencia, su compresión, su ternura oculta bajo una fortaleza que a primera vista parece de hierro, un humor irónico que muchas veces la hace parecer insensible, tan sincera y directa como jamás conocí… pero sobretodo esa valentía para vivir, ese coraje por salir adelante sin importar contra quien se enfrente, esa irreverencia de ir en contra de todo lo que limite sus ideas y sus decisiones… eso… eso que me enseñó para tomar las riendas de mi vida y no dejarme de nadie, ella que tomó mi existencia entre sus manos, le dio un giro de 180 grados y me hace la mujer más feliz del mundo…
Ya en camino al aeropuerto una duda asalta mi mente… ¿Mis padres se limitarán a dejarme ir? ¿Estarán planeando algo? ¿Nos dejaran en paz a Claudia y a mí algún día?
-¡Oye!... oye tú… ya llegamos – El auto se fue acercando a la ventana y con un vistazo a la entrada reconozco a uno de los tipos que me perseguía, instintivamente me encojo en el asiento del copiloto.
-¡Acelera! No te detengas Laura, aquí están los tipos de mi padre – Laura sigue avanzando por la entrada, hasta llegar al parqueadero del fondo del aeropuerto. Una vez el vehículo se detiene me coloca una gorra y unos lentes sin aumento.
-¡Recógete bien el cabello! – Hago lo que me pide creo que quedo irreconocible sin el cabello suelto – Amiga, si Claudia te ve así se asusta, aquí en este bolso te guardé un vestido playero que esta para matar, ¡súper cute!, ¡súper divi!
-¡Tu eres la única que piensa en esas cosas en semejante situación! – Esbocé una sonrisa en mi rostro por su ocurrencia.
-¡Alguien tiene que pensarlo amiga! Vamos a la entrada y yo lo distraigo – Caminamos lentamente sin ser vistas.
-¡Huy Mariana! Pero creo que esta misión no será tan desagradable – Esa voz de picara me contagió aún mas de risa.
-¡Por Dios! Concéntrate.
-¡Me estoy concentrando! Mira ese trasero, esos brazos… Ummm… rico… - Yo negaba con la cabeza y ella… bueno ella miraba al tipo de arriba abajo.
-¡Amiga si he de sacrificarme que sea en cuerpo entero! Para que veas todo lo que hago por ti – Exclamó Laura con la diablura en la voz, se alejó de mí lentamente, llegó hasta su lado y como niña inocente se estrelló de forma “casual” con el guardaespaldas, desde mi ubicación se veían los coqueteos y roces descarados que impartía mi amiga y que no eran para nada mal recibidos.
Con astucia lo separó de la puerta la distancia y el tiempo necesario para que yo pudiera entrar, el check in fue vía online y con el código fui directo a reclamar el pasabordo. Teniéndolo en la mano, un respiro enorme inundó mis pulmones, pero al girar, la mirada de otro de los guardaespaldas se fijó en mí sin detallarme. Una vez más agradecí a Dios por mi amiga Laura y sus “disfraces”.
Espero que el tiempo transcurra, oculta en una de las esquinas del inmenso aeropuerto, el maletín en mis hombros, la gorra tapando mi frente y mi cabello, visualizo a los hombres de mi padre caminar por varios lados revisando y buscándome, mientras que yo le rezo al todopoderoso que me haga invisible… pasa el tiempo tan lentamente, que mi corazón es imposible que siga enviando tanta sangre a mis músculos, siento nauseas y el inicio de un dolor de cabeza insoportable. Luego de un tiempo, que consideré infinito, hacen los llamados para el vuelo a Santa Marta, camino rápidamente y una vez registrada, en la sala de espera y sentada en las butacas, es que vuelvo a respirar tranquilamente.
…………………………………….
Son las 7:00am, el sol choca mi piel y el calor mañanero de Santa Marta abraza mi cuerpo, detengo el primer taxi que encuentro, balbuceo la dirección, mientras que el auto se mueve a través de las calles y un sin fin de casas coloridas aparecen en mi campo visual, las palmeras revoloteantes por la brisa marina, niños corriendo por las calles, la vida misma despertándose en esta ciudad de ensueño. El señor del taxi con su acento característico de la región y esa calidez con que viven aquí, me hacen sentir en casa. Llego hasta el lobby del edificio que tengo en la dirección y pregunto por ella.
-¡Disculpe!La Srta.ClaudiaÁlvarez ¿Se encuentra? – Pregunté emocionada, desesperada, con miles de sensaciones en la boca del estomago, después de estos días en vela y pena, al fin estaré nuevamente en los brazos de mi amada.
-¡No! Salió hace como hora y media en dirección a la playa ¿Puedo dejarle su mensaje? – El joven era muy amable, pero la desilusión de no encontrarla allí, me apesadumbró por unos segundos, reaccioné y le pedí un baño para cambiarme de ropas. Dejé el bolso que llevaba en las manos, no sin antes convencerlo que era amiga de Claudia y que volvería enseguida.
Salgo a caminar con la esperanza de que nuestro amor nos guíe para reencontrarnos -¿Derecha o izquierda? - Pienso, opto por la izquierda, el agua toca mis pies y una sonrisa se instala en mi rostro, el vestido es refrescante para esta temperatura y la brisa fría de la montaña refresca la transpiración de mi cuerpo, no dejo de ver el mar y asombrarme por su belleza, por su inmensidad… mi corazón late acompasadamente con el vaivén de las olas - ¡Aparece por favor! – Exclamo en voz baja. Levanto mi mirada y a lo lejos la veo caminar, su cabello suelto y distinto, distinto pero igual a como la conocí, avanzo sin que me vea, me pierdo en su silueta, no deja de ver la arena, ni siquiera levanta la mirada, hermosa en esa camiseta sin mangas azul, esa sobriedad con los lentes oscuros sobre su rostro… una explosión de emociones en mi pecho que desean salir, la ternura y pasión que despierta en mi, las ganas de gritarle… guardo silencio, el tiempo se detiene mientras ella y yo avanzamos a nuestro encuentro, Claudia aún sin verme, se ve desgano y tristeza en su caminar - ¡Mírame! – Digo en un susurro imperceptible y a los segundos su cabeza se levanta y me observa.
Su sonrisa me emboba, me estupidiza y de forma inmediata siento como empiezo a flotar mientras camino, se detiene… solo logro divisar que su rostro mira en mi dirección, solo con eso mi piel se eriza, mi corazón como un caballo salvaje brinca en mi pecho y no me deja oír mas nada, la emoción por gritarle, los sentimientos explotando en una cascada de sensaciones imparables e incontenibles, tanto así que ni salir de mi pueden, solo camino hasta donde ella… 3 metros… 2 metros… 1 metro…
CLAUDIA
Me dejo llevar por unos momentos por el juego que mi mente quiere hacer, tan cerca que hasta pareciera que la pudiera tocar… reacciono… consciente de mi perdida de juicio.
-¡Esta ilusión ha sido la más larga! – Le digo a ese fantasma que aparece para alegrarme, pero que cuando parta me dejará llena de soledad y tristeza.
-¡No soy una ilusión, Claudia! – Mi expresión debe cambiar, ahora si me estoy volviendo loca de remate, resulta que mi ilusión habla…
-¡Estas muerta, amor! Sé que te he visto en sueños, que te he imaginado de mil formas, pero ya me estás hasta hablando… ¿Qué hago para no volverme crazy? ¿Terminaré en un manicomio? – Le pregunto con seriedad…
-¡QUE NO ESTAS LOCA, AMOR!... – Toma mi mano y la lleva a su rostro, siento su calor… siento su piel… ¿es posible que mi mente me engañe de esta manera? ¿Estoy viviendo en Matrix acaso?
- ¡Estoy viva!... Claudia, estoy viva, tócame bien, siente esto – Pone mi mano sobre su pecho, siento latir su corazón en la palma de mi mano, entreabro los labios para decir algo, pero… ¿Esta viva ó estoy loca? Retiro con mi mano izquierda los lentes y los ubico en mi cabeza, vuelvo a mirarla, mi corazón se enloquece… Unas lagrimas caen por sus ojos… de su pecho a su rostro toco ese liquido tibio que emanan sus ojos, siento la humedad en mis manos – Esto es demasiado para una ilusión - Pienso, mi ser se electrifica por completo, no me doy cuenta que las lagrimas también caen por mis mejillas - ¡Pasé por un millón de cosas amor!… - La escucho decir entre sus lagrimas… - ¿Esto es real? – Sigo cuestionándome.
Mis fuerzas empiezan a resquebrajarse, mis rodillas tiemblan y pierdo el equilibrio… -¡Viva!... ¿Está viva? – No sé por qué razón o motivo, será por mi falta de sueño, por toda la presión de estos últimos días, mis fuerzas flaquean y caigo arrodillada a sus pies. Inmediatamente se arrodilla al frente mío, intento hablar, de organizar algo coherente pero nada me sale… Solo lloro tal cual niña pequeña… sin decir una palabra, mi mano acaricia sus brazos y veo el izquierdo con una venda, la toco por encima y ella asiente. Observo su cabello mas corto en un extremo que en otro…
-¡Amor, mi Mariana! – Al fin reacciono, la realidad de tenerla al frente me incendia el corazón y el alma, al fin despierto del letargo emocional y la abrazo, me fundo en su piel, tanto tiempo sufriendo sin ti, tanto dolor… la abrazo fuerte, queriendo con eso estar segura que no es uno de mis locos espejismos, la abrazo fuerte con ganas de que con eso entienda todo lo que he pasado sin su presencia a mi lado. Me levanto con ella en brazos… la euforia sale de mi ser y la termino de subir con fuerza, la cargo sobre mí y sus piernas se entrecruzan en mi cintura, mis manos en su cadera y no dejo de besarla por todas partes, por todo su rostro, por los hombros… busco desesperada, como sediento al agua, llego a sus labios y la beso con pasión, con toda la fuerza de mi ser en ese beso, en ese contacto estalla el deseo y las ganas en mi ser, ella aprisiona mi rostro con locura, sus manos se afirman en mi cabello y sus labios se reconectan con los míos, un beso que se descontrola, un beso que ambas necesitamos para decirnos, para recordarnos que estamos vivas, que estamos aquí y ahora, este es nuestro tiempo… oculto mi rostro en su hombro… - Amor… mi amor, te amo, te aaaammmmoooo… estas aquí, no estoy loca… dime que no estoy loca por favor…
-¡No lo estas amor! Y yo también te amo, te amo demasiado y no quiero separarme mas nunca de ti.
-¡Estas aquí! – Se baja de mis brazos y toco su rostro con suavidad, sus brazos, sostengo sus manos y las beso – Me haz devuelto el alma al cuerpo, le haz regresado a mi vida los colores ¿Sabes? No sé vivir sin ti, tú eres mi luz, tú eres la que llena mi vida Mariana Castilla, eres perfecta para mí… Tus huellas en mi son imposibles de borrar, ni con toda el agua de este planeta, ni con todo el tiempo que lleva de vida el universo, ni todo eso multiplicado por el infinito, borrarán tus huellas en mi vida – Sus labios buscan nuevamente los míos, esta vez con mas calma nos damos un beso suave y pausado, con todas las ganas y el tiempo que ahora nos sobra, con el sentimiento que vivimos ambas expresado en el mas sublime beso de todos, sus brazos se ubican sobre mi cuello y yo me acerco a ella cerrando el espacio, sintiendo lo que siente, nuestras pieles unidas en una química única, entrelazándose nuestras almas en una sola, sus manos toman mi rostro y lo acaricia con suavidad, su respiración entrecortada, la mía en descontrol, estrechar su cintura y rozar su espalda con la yema de mis dedos es una dulce locura que embriaga todos mis sentidos, nos separamos un poco nuestras frentes unidas, sus ojos en los míos, las palabras sobran en estos momentos, me abraza fuerte y susurra en mis oídos - ¡Vámonos! Quiero a estar a solas contigo… solas tú y yo amor…
Sus deseos se vuelven ordenes, sostengo su mano con ternura y recorremos el resto del camino en silencio, un silencio cómplice, un silencio de dos corazones aporreados por las circunstancias, pero que al reencontrarse empiezan a vivir nuevamente, un amor de esos que solo se escriben en novelas, del que sueñan las adolescentes, del que hace escribir canciones, un amor que hace llorar y reír, ese amor de las dos…
……………………………
Ingresamos al ascensor y nuestros dedos entrecruzados manifiestan entre ellos las palabras que sobran en este instante, una sonrisa tonta e ingenua se instala en mi rostro imposible de borrar, las emociones, los sentimientos… el dolor de no haberla tenido simplemente se esfumó, desapareció por completo y en cambio solo hay una sinfonía de colores y sensaciones indescriptibles, tan sublimes que no pueden ser plasmadas en palabras, la observo de reojo y el nerviosismo me invade, tal cual adolescente que siente el piso temblar, las manos sudar, el bailoteo en la boca del estomago, el corazón latiendo sin control, la falta de saliva en los labios y la mente en blanco… la idea de hacerla mía y ser suya nuevamente me eriza la piel de solo pensarlo, hace segundos que la puerta del ascensor se abrió nuevamente y ambas seguimos estáticas dentro de él.
Su mano jala la mía tiernamente y mi mirada se posa sobre sus ojos, esos ojos negros que me traen paz y tranquilidad pero que a su vez me encienden y literalmente me estupidizan por completo, avanzo detrás de su silueta, sus caderas contoneándose con tanta sensualidad, con tanta seguridad que solo con eso me provoca hacerle el amor allí mismo. Tan sagaz y astuta como siempre, lee en mis ojos mis “negras” intenciones y se sonroja, hace ese gesto con la mirada entre niña inocente y perspicaz, consciente de lo que causa en mi con sus movimientos.
Abro la puerta y al verla ingresar la tomo por el brazo y se lo impido – A nuestro hogar no vas a entrar caminando… por lo menos la primera vez – Le digo sonriendo, mientras ágilmente la levanto entre mis brazos, se sostiene por mi cuello y con el pie cierro la puerta de golpe, su mirada se pasea en las paredes blancas y mas blancas del apartamento… - ¡Definitivamente falta color, muebles, presencia, distribución, decoración…! - Me dice presumiendo… - ¡Definitivamente faltaba la dueña de los colores en mi vida! – Le doy un besito corto en los labios y sigo mi camino hasta la habitación.
Con delicadeza la ubico sobre la cama y tomo asiento a su lado, sus manos entrelazadas en las mías, nuestro ojos en perfecta armonía – Creo en ti Claudia – Empezó a decirme – Tu amor, este amor que tenemos nos ha vuelto indestructibles, ni mis padres, ni mis dudas, ni tu estilo loco de antes, ni los accidentes…
- Ni tu “muerte” – Le dije haciendo el entrecomillas con mis dedos.
- Si amor, ni eso… lograrán que me separe de ti, que deje de sentir este fuego que emerge dentro de mi tan solo con pensar en tu nombre, la suerte no fue conocerte, ni llegar a enamorarme de ti, mi suerte… mi gran suerte es que tú sientes lo mismo – Las lágrimas rodaban por mis mejillas, tanta emoción en mi pecho, tanto y tanto que expresar, me acerqué para darle un beso, justo antes de besarla me frené, ella dejo de cerrar sus ojos y me observó atónita.
- Siento que la vida me sonríe… Creo que antes me demoré mucho esperando la oportunidad perfecta, cuando en realidad todos los momentos a tu lado son perfectos simplemente porque estás conmigo… yo… yo jamás creí posible que alguna mujer me motivara a hacer y sentir todo lo que tú has hecho en mi, ¿Ves? como siempre empiezo a divagar…
- ¡Corazón! Me estas asustando con esa seriedad – Su rostro se puso pálido, me levanto de la cama y le doy la espalda - ¡Claudia! Háblame… ¿Hay otra?
- ¡Eso jamás! – Me giro, mientras llevo una rodilla al piso y sostengo nuevamente una de sus manos… con todo el nervio del mundo continuo - ¿Quieres ser la mujer que le ponga color a mis días, todos los días… por el resto de mi vida? – Ubico el anillo al alcance de su vista y frente al dedo anular.
- ¡NO!.. – La miré asombrada – ¡NO SE TE OCURRA DUDARLO! – Se colocó el anillo y saltó a mis brazos, tumbadas en el suelo entre risas, besos y caricias se situó sobre mí…
- ¡Quiero tu apellido! – Exclamó tocándome el abdomen despacio, las hormonas en mi cuerpo explotaron con su caricia
- ¿Solo mi apellido? – Pregunté maliciosa…
MARIANA
-¡Mmmm! – Me quedé pensando, mientras continuaba con mis caricias en su abdomen - ¡Pensándolo bien! – Me acerco despacio a su oído - ¡Pensándolo realmente muy bien!- Cambio mi tono de voz a uno extremadamente sensual y en un susurro le digo – ¡Podrías empezar de una vez con el cumplimiento de las obligaciones maritales – Le doy un beso en la mejilla, para salir corriendo hasta la cama y observarla con esa prepotencia tan característica de ella, se acercar lentamente, mi piel se eriza solo con su presencia, sentir ese vuelco en el corazón que ella me produce con esa mirada perversa, desear que sus manos recorran mi cuerpo y me haga suya completamente es la única idea que se aloja en mi cabeza.
Muy lentamente sus manos acarician mi cuerpo, electrizando cada partícula, cada fibra, cada célula rendida ante el suave movimiento de sus dedos, me derrito de solo apreciar su respiración cerca de mi rostro, con torpeza o nervio, no lo sé muy bien, me voy ubicando bocarriba sobre la cama, su cuerpo aún continua separado del mío, durante ese tiempo yo estoy ansiosa a más no poder, con el deseo a flor de piel y con unas ganas inmensas de gritarle, de exigirle que se acerque ya… que me haga suya, que me haga su mujer.
Continúa con sus caricias, mientras que mis manos adquieren destreza y se escurren hasta el final de su camiseta que levanto por su torso, hasta liberarla de esa prenda que me impedía ver la imagen de sus senos, aunque cubiertos por ese brasier, provocan una oleada de calor en mi sexo, sus manos inician un recorrido suave por mis pies, siguiendo por mis pantorrillas, tocándolos, analizando cada célula, como reconociendo lo que siempre ha sido suyo, inspeccionando cada parte de mí, sus ojos viajan entre mi mirada y el sitio donde me acaricia, entretanto me toca, solo puedo abrir y cerrar mis ojos, dejándome llevar por el placer que me causa. Sube un poco más y levanta con ternura mi vestido. Me coloco sentada y la prenda sale despedida, volando por la habitación, sus cariños en mi muslo me hacen erizar, la piel se me pone como gallina y es inevitable arquear mis piernas y espalda ante sus suaves y profundas demostraciones de afecto, un subibaja se aloja en mi abdomen acompasado rítmicamente con la intensidad de sus caricias.
Sus ojos pasan por cada parte de mi cuerpo, sus manos tocan la cicatriz ubicada en mis costillas y una lagrima cae por su rostro, la observo con tanta ternura, con tanto amor, sé que necesita esto, asimilarlo, darse cuenta que a pesar de las magulladuras, golpes y heridas en mi cuerpo, sigo siendo la mujer que ama con toda su intensidad. Limpio sus lágrimas silenciosas, al cabo que su mirada se fija en la mía, sonríe con esa forma que solo sabe hacer y sus labios llegan a mis marcas para inundarlas de besos, sentir su amor y su dolor expresado con cada tierno beso que me da, me inunda el corazón de tanta dulzura, tanto afecto, tanta entrega reflejada en cada roce de sus labios con mi piel, que los recuerdos tristes y amargos de estos días van quedando atrás, van borrándose de mi mente, para solo estar con ella, con el amor de mi vida, con la mujer que me dio las fuerzas para saltar de un edificio y la determinación de luchar cada instante por su amor. Mi corazón se ensancha, de verla allí, de sentirla allí, de entender con cada lágrima que derrama sobre mis marcas, todo su sufrimiento todo su dolor, todos los minutos amargos que pasó por la incomprensión de unos cuantos, que no saben cuándo el amor es del bueno, cuando el amor es capaz de superar cualquier montaña que le pongan, por más alta que sea.
-¡Estoy aquí hermosa! – Acaricio su rostro empañado en lágrimas.
-Lo sé, me duele no haber estado allí – Me besa despacio
-Pero… amor… ahora estas aquí, ahora estamos aquí…
Sus labios, esos labios que arrancan suspiros de mi boca con cada beso que me da, me traen loca y perdidamente enceguecida por ella, con mucho cuidado se ubica sobre mí, mis manos presurosas y ansiosas por sentirla más se apoyan en su espalda, solo para bajar corriendo hasta el broche de la prenda que me estorba, sus senos se extienden ante mí y mis labios aprisionan uno de sus pezones, lo masajeo con mi lengua, abro mi boca para acariciarlo con toda la extensión que me permite mi paladar, caricias lentas pero profundas que logran producir gemidos incontrolados en su ser y la escucho susurrar mi nombre.
Luego de minutos que parecieron segundos, la libero… con pasión inyectada en todo su cuerpo, se dirige a mis labios a comerme a besos, el jugueteo de su lengua con la mía, me hacen viajar a un mar de sensaciones, desde hace rato me tiene completamente mojada, su cuerpo se asienta por completo sobre el mío, mis piernas se entrecruzan con las suyas y el movimiento de sus caderas choca con el mío. Es tan indescriptible lo que siento con su soltura, con su pasión desbordada, que dejo de besarla por unos instantes, porque mis quejidos salen locos de mí, una de sus manos toca mi pierna y la levanta, tan desesperada como me siento, no aguanto más esta lentitud y parsimonia que lleva, agarro su mano y la coloco en mi entrepierna, sentir su peso, su presión… -¡Ohhh Claudia! – Digo entre gemidos.
Sus dedos se deslizan por dentro de mi pantys y el contacto de sus dedos con mi clítoris me hacen gritar de placer - ¡No te detengas Claudia! – Sus labios buscan mi cuello, mientras mis manos la aferran con fuerza hacía mí, su excitación está al borde, mi cuerpo se contornea con las caricias que me provoca, si sigue así me sacará un orgasmo sin esfuerzo, sus dedos se deslizan por toda la entrada de mi vagina, agarra y presiona mi punto máximo de placer con tanta maestría, que estoy segura no aguantar más, entro en esa zona en donde el seguir acabará esta sensación, pero en donde detenerse sería una tortura.
Justamente lo que menos quiero sucede, se detiene abruptamente, un signo de interrogación se aloja en mi rostro y hasta un poco de malestar, esa sonrisa de “te tengo en mis manos” me da más rabiecita aún porque me tiene a su merced, la veo quitarse el resto de su ropa y hacer lo mismo con la mía, para luego continuar con una tempestad de besos en mi cuerpo, la atraigo a mí, con habilidad se posa en uno de mis senos y lo chupa prodigiosamente, mis manos en su cabello le indican la presión para hacerlo, pero es tan perfecto que en varios lapsos de tiempo mi cuerpo se tensa y mis manos pierden fuerza, cierro los ojos con ímpetu, para sentir mi corazón enloquecerse y estallar en sensaciones indescifrables. Sin darme cuenta sus besos caminan hacía mi sexo, para propinarme una primera caricia, un primer contacto sobre mis labios inferiores, la punta de su lengua recorre toda la entrada de mi vagina, sigue recorriendo el interior y exterior de mis labios, morder suavemente mis muslos en la parte interna y solo pienso que como siga con esta tortura sin llegar a donde yo quiero, me hará dar un infarto.
Haciéndome esperar por ella, cuando al fin creo que llegará a donde estoy a punto de suplicarle, vuelve a bajar para penetrarme con su lengua - ¡OHH Dios! – Se escapa de mí, en un gemido audible, me penetra varias veces con su lengua, para luego subir y succionar mi clítoris con potencia, una de mis manos estruja la sabana intentado aguantar lo más posible el descontrol que me causa su manera de hacerme suya, mi cuerpo comienza a convulsionar por sus caricias, trato de aguantar más embestidas pero mis ganas son más… su lengua caliente vuelve a atrapar mi clítoris y en ese instante mis manos aferran su cabeza allí, para que sea testigo del orgasmo más descomunal que he sentido en mi vida, con su cabeza en mi sexo, muevo lentamente mis caderas para terminar con los últimos impulsos de este clímax.
Sin ningún ánimo de bajar en su intensidad o tan siquiera dejarme tomar aire, vuelve a penetrarme esta vez con dos dedos, ellos ingresan de golpe y sin ninguna restricción, solo para darme cuenta que mi excitación continua como si nada, perfectamente mojada me tiene, totalmente rendida en este mágico momento de hacerme suya, practica un mete y saca demencial, que sigo con el movimiento de mis caderas, tensiono mis muslos mientras mi abdomen se tensa y se contrae para sentirla completamente dentro de mí –Claudia… ¿Qué… me estás haciendo? – Jadeo sudorosa y extasiada por tenerla íntimamente junto a mí.
-¡Ni se te ocurra parar… sea lo que estés haciendo! – Ese mete y saca, con cada ingreso mis paredes vaginales se contraen y se expanden a su merced, su lengua vuelve a apoderarse de ese centro de placer constante, las caricias de su lengua, presionando, su cabeza moviéndose para un lado y otro, sus dedos se introducen completamente y esa presión en la parte superior que hace, moviendo uno de sus dedos, tocando lo que yo creo que debe ser mi punto G, me están haciendo delirar y gritar su nombre, no encuentro palabras para decirle todo lo que me derrite, estoy tan caliente, que alcanzo a abrir los ojos, para observar cómo me hace el amor, sostengo una de sus manos para que me apriete el seno, la mantengo allí, tantas sensaciones unidas que al cabo de unos segundos me hace correr nuevamente.
Sus caricias se detienen unos segundos, el aire me falta y mi cuerpo empieza a manifestar las primeras señales de cansancio, pero el deseo que ella me provoca no está saciado aún, busco su rostro para sentir sus besos llenos de mi sabor, la muerdo y la beso completamente, su sexo se ubica enfrente del mío y mis caderas buscan su movimiento. Mis labios se unen a los suyos y una de mis manos aprisiona sus nalgas. Coloca su mano en mi cadera y el roce es total, yo la empujo hacía mí, ella hacia su sexo, esta tan mojada, que el contacto de su humedad con la mía me hacen desfallecer, tenerla así de caliente por mí, por mis caricias… es increíble lo que se puede llegar a sentir, solo con percibir el deseo de otra persona por una, siento su deseo por MI, como su piel habla y me pide a gritos a MI, no a cualquiera, no a medias… SOLO ME DESEA A MI… notar su entrega… es sin igual… Nos unimos en un ritmo frenético, sin dejar de besarnos con locura y pasión, estamos tan mojadas, tan excitadas que ya no podemos controlarnos con un beso.
Su respiración choca con la mía. - ¡Ahhhh! – La escucho gemir
-¡Claudia, te siento! – Exclamo apretándola con más fuerza, quiero sentirla más.
-¡Agggggg!- Busco su mirada y observo como cierra los ojos con fuerza, las embestidas son con tanta potencia y firmeza que la cama hace un sonido particular que me causa risa, ella trata de bajar la intensidad.
-¡Ni se te ocurra detenerte! – Esto la anima a seguir rozando su sexo con el mío, la veo tragar saliva y levantarse un poco más para presionar más duro contra mis caderas.
-¿Así? ¿Así amor? ¿Te gusta? – Me pregunta gimiendo, ponerla a mil, así tan pérdida por mí, me hace tocar los límites del cielo.
-¡Si corazón! Sigue así, me gusta, me gusta todo lo que me haces, no te pares – Mis uñas se clavan en su espalda, marcando el camino a su paso.
-¡Mariana, estoy a punto! – Sus palabras se vuelven música para mis oídos. Como si de un interruptor se tratara, hacerla sentir mujer en mis brazos me enciende completa.
-¡Yo también, amor! Quiero llegar contigo
-¡Aggggggggggggggg! ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh! – La escucho gritar
-¡Ahiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Asssssssssssiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! – Le respondo, apretando completamente su cuerpo contra el mío y moviéndome en círculos con la presión para sacarle unos últimos gemidos, mientras su cuerpo se tensa y se libera.
Agitada totalmente, busca mis labios para darme muchos besitos cortos, su cuerpo cae visiblemente agotado, estoy rendida por completo… la veo acostarse a mi lado y me acurruco en sus brazos. -¡Te amo! No tienes idea cuanto te amo Mariana – Susurra suave, con esa voz que me lleva a las estrellas y me hace no querer bajar nunca. – ¡Y yo a ti hermosa mía! Te amo mucho, mucho… demasiado – Me acerco a besarla, atrapar su labio inferior, con mucha lentitud, su caricia suave, un beso lento… sin prisa, pruebo su lengua, rozándola finamente con la mía, entreabro mi boca para introducir un poco más mi lengua en la suya, la llama de mi hoguera se enciende, mi manos acarician su rostro y aunque mi cuerpo se encuentre agotado, mis ganas la buscan, sin control de mi cuerpo me acerco a ella, ambas estamos de lado, una de mis piernas se ubica en la mitad de las de Claudia, entretanto el beso va adquiriendo mayor intensidad.
Entre piernadas como estamos, el fuego entre ambas va aumentando… quiero seguir escuchando sus gemidos y ver esos gestos super hot que hace cuando esta excitada, esos mismos gestos que erizan cada centímetro de mi piel, que provocan mis ganas y hace que emerjan de mi los deseos más bajos, los instintos más básicos que pueden existir por el ser amado, por esa mujer sexy, Claudia simplemente despierta y aumenta mis pasiones como nadie en este mundo.
Nos damos besitos, muchos besos cortos y percibo el control que intenta hacer de su respiración, tratando vanamente de calmarse ante mis caricias. Me levanto y la miro con cara de que quiero más, que aún no es suficiente lo que me ha dado, quiero más de ella, de su ser, como leyendo mi pensamiento, me observa profundamente.
-¡No estoy cansada amor! - Me responde con una sonrisita, beso su mentón y bajo por su cuello, acariciándolo con mi lengua, observo su piel como se va erizando de nuevo, cada vez que estamos juntas, siempre siento la necesidad de su cuerpo, esos anhelos de hacerla mía, es algo tan indescriptible que cada adjetivo para calificar lo que despierta en mí su cuerpo, su piel, su mirada, sus manos… me quedaría corta para tan siquiera lograr encontrar una palabra, frase, oración o idea, que enmarque todo lo que esta “roquerita” genera en mí.
Bajo por su pecho y su olor me embriaga es el olor más embriagante, seductor y rico del mundo, muerde sus labios, llego a sus senos y pienso que son tan perfectos, los acaricio con las yemas de mis dedos, suave hago pequeños círculos alrededor de sus pezones, que se ponen duritos ante mi contacto, me dirijo hasta ellos, al cabo que mis labios se adueñan de su pezón derecho, lo chupo y luego lo muerdo un poquito mientras que con mi lengua juego con su él, sus senos me enloquecen, me hacen vibrar al tenerlos presos en mis labios, mi mano aprieta su seno izquierdo y escucho como se escapan gemidos entrecortados de su boca
-¡Mmmmm! Asiiiiiiiiii ¡Ahggg! ¡Por Dioooos Mariana! - Paso mi lengua por debajo de sus pechos, mis manos la acarician lentamente, por su cintura, los costados de su cuerpo, emprendo camino un poco más abajo, beso su vientre, me hipnotiza el olor de su sexo, como reacción natural siento como me mojo toda al sentirla temblar por mis besos. Sus piernas juntas y perfectamente hermosas, no permiten que tenga acceso aún a lo más apreciado que tiene – “Su sexo” -
Acaricio sus piernas y las abro suavemente, las beso con mucho cariño, mientras me acerco sigilosa como un cazador a su presa a su nido de placer, es bello, delicado, rosadito, es un sueño… ya no aguanto las ganas… el deseo de hacerla mía invade todo mi cuerpo, su sexo brilla de lo húmeda que esta, tal cual diamante para un joyero, así es mi tesoro más preciado.
Claudia hace movimientos con sus caderas para alcanzar mi boca, en un gesto que me indica que ya no puede aguantarse más, presta a sus deseos, beso sus labios exteriores y empiezo a jugar con su clítoris, mi lengua se apodera de él, lo muevo de lado a lado, para sacar aún más ese placer que tiene escondido. Sus gemidos me enloquecen lo chupo con desesperación y sus manos me aprietan más y más a ella -¡Ohhh Por Diosss amor! Si, si, si así! – Gime exaltada. Muevo mi lengua por en medio de su sexo hasta llegar a la entrada de su vagina, haciendo pequeños círculos, mientras estimulo su clítoris con mi mano, sus caderas empiezan un vaivén que me señalan que está cerca de un orgasmo, introduzco mi lengua penetrándola con ella, en un mete y saca que hacen que grite de placer, seguido introduzco un dedo, lentamente en su interior caliente y apretado me excita sin igual. Su cuerpo y su interior se contraen acompañado de sus gemidos entrecortados, mi lengua en su clítoris continua en una orquesta de caricias, danzando con el ritmo de sus caderas, sus piernas me aprietan hacia ella con mucha fuerza, su vagina se contrae apretando mi dedo y succionándolo, para luego liberarlo, escucho sus suspiros, me separo y la dejo tomar un poco de aire… me acuesto a su lado, dándole un beso corto pero lleno de todo el amor que sentimos, miro sus ojos y las palabras sobran en este momento, los te amo se hacen pequeños… somos ella y yo…
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UN AÑO DESPUES
Desde ese momento no hay quien nos separe, ni mis padres, ni los accidentes, ni los problemas… nada… absolutamente nada, aún el matrimonio entre parejas del mismo sexo no está legalizado, pero eso no hace menos nuestro compromiso, nos amamos, nos queremos, nos respetamos, somos una para la otra… ¿Qué más le podemos pedir a la vida?...
Quizás… solo quizás un hijo… así no seremos solas tu y yo amor…
F I N
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Existe un epilogo, ¿Quieren leerlo?...
Gracias por la espera no fue nada fácil terminarlo, unas gracias totales a mi full amiga Cupidín que me corrigió hasta las comas, a la abogada que me inspiro en algunos tramos del relato y me ayudó en lo último, a cada una de las personas que puso un comentario animándome a terminar y a TR por darnos este espacio para compartir relatos que están en mi cabeza que siempre quise expresar…
No será el último, pero creo que si será el que más recordaré… ¡Ahhh! y pues para que vean no soy una asesina de protagonistas, creo que el amor es lo más sublime que puede sentir el ser humano… aunque te vuelva tonto, torpe, ciego, sordo y hasta mudo… no hay nada como el amor… pero aún mas no hay nada como ser amado…
Un abrazo y publicaré el epilogo antes que se acabe la semana…