Solas tu y yo (15)

¿Es o no el amor suficiente?...

Muchas gracias a todos y todas por sus comentarios, falta poco para el final espero que les haya gustado… a mi me ha encantado escribirla… antes que nada… una pregunta para todos… ¿El amor es suficiente?... ¿basta solo con amar?... pregunta abierta para quien quiera opinar

Una vez mas millones de gracias por su apoyo y paciencia… al que no ha leído esta historia… lo invito a que empiece… y si no le gusta me lo haga saber

Gracias… y dedicado a todos mis lectores… de esta espectacular página.

________________________________________________________________________

MARIANA

El guardaespaldas de mi padre me toma fuerte por el brazo y me obliga a entrar a una camioneta azul, las lágrimas siguen cayendo de mis ojos, una pesadez, un deseo enorme de partir de este mundo se acentúa en mi pecho y me corta la respiración por momentos, imaginarme el resto de mi vida sin esos ojos miel, sin esos labios expertos, sin esa dulzura, sin esas conversaciones largas y extendidas sobre las cosas más triviales de la vida… en fin, imaginar mi vida sin ella… sin la persona que me hizo entender que todo lo que soñaba de una relación lo tendría en una mujer y no en un hombre… imaginarme sin Claudia… es mejor morir que imaginarme sin ella.

Pero he sido yo quien ha tomado esta decisión, he sido yo, que por mi cobardía y mis miedos prefiero alejarla, que luchar por su amor… ¿Acaso, alguien me entiende?... ¡Quizás no!... quizás la persona que pueda leer estas líneas me reproche por mi cobardía y mi falta de fe, pero… ¿el amor no es darlo todo por el ser amado?, ¿Qué hacer, cuando sabes que estar con ella puede ser más doloroso que no estar? Mi padre ha destruido vidas, corrompido familias, destrozado sueños e ilusiones ¿Claudia me odiaría si dentro de 10 años su vida siguiera igual sin trabajo estable, con trabas en todo, vetada en muchas empresas? ¿Me amaría igual? ¿Sería justo para ella condenarla a ese tipo de vida solo por mi amor?... la amo demasiado, no quiero que sufra, no quiero verla frustrada en todas las áreas de su vida solo por estar conmigo. Sé que no me entiende hoy en día pero en unos años me entenderá

El auto frena fuertemente y mi padre entra al vehículo, me asomo por la ventana y me sorprendo de ver que estábamos en el edificio de Claudia, una leve sonrisa se dibuja en mis labios recordando las caricias de anoche, los besos apasionados, su cuerpo junto al mío, su olor sigue en mi piel, mi cuerpo aún siente sus manos

  • Hasta que te dejas ver ¿no?... – La mirada de mi padre es más fría y distante que de costumbre.
  • ¡Claro!... Pensabas que estaba aquí… ¿Cómo te atreves a venir hasta su casa?... – Le grité sin pensar en nada de lo que decía. Se gira lentamente desde el asiento de adelante y de manera lacónica dijo
  • ¿Qué cómo me atrevo?... ¿Tú me das ordenes?... – Intenté hablar - ¡TE CALLAS!, Tuve que venir a este… a ese… lugar… para hablar con la susodicha… y echarme de su casa… no tiene ni idea quien soy… ¿No sabe quién soy?, ¿Quién en este puto país no sabe quién soy?...
  • ¡Papá Cálmate!... – Susurré lentamente.
  • ¿Qué me calme?... No tienes idea… esa sucia… clase baja… no tiene ni idea con quien se ha metido… - Mi padre parecía un tomate de la rabia, las venas se pintaban en su cabeza y escupía, mientras maldecía, lanzando improperios a Claudia y todo lo que representaba. Jamás había visto a mi padre de esa manera, desencajado y fuera de sí, era irreconocible en ese estado.

Llegamos a la casa, mi padre baja rápidamente y se acerca a la entrada precipitadamente, tiene una pequeña conversación con mi madre, mientras me bajo del auto y empiezo a caminar nuevamente a mi cárcel de oro. Ambos se encuentran impidiendo mi ingreso a la casa, los miro extraña, intento pasar pero la mano de mi madre me detiene.

  • No vas a entrar así… aquí… - Dice mi madre.
  • ¡Haz deshonrado a esta familia!... Una vez más nos ves la cara de tontos, pero hoy aprenderás una lección. Realizó un movimiento con los dedos, uno de los guardaespaldas me bajó hasta el jardín.
  • ¿Pero qué hace?... ¡Suélteme!... – Intentaba forcejear, pero no lograba hacer nada. Mi madre se acercó y me pidió la chaqueta, no entendía nada, así que se la di, el frío me calaba por los huesos, el aire helado de la ciudad, sumado con lo nublado del día, imaginé que debíamos estar a 10°C, me quedé de pie en el jardín, pasó alrededor de una hora y a esas alturas estaba tiritando de frío, miraba para todos lados, deseaba enormemente un taza de café bien caliente, no entendía que tipo de lección me iban a enseñar mientras estaba tirada en el jardín aguantando frío, siguió pasando el tiempo y el hambre se hizo presente.
  • Esta bueno ya… ya… ya… - Mis manos temblaban sin control, mi estomago sonaba, mi cuerpo se sacudía por sí solo, cerraba los ojos, respiraba agitada, tomé asiento en la grama y entrecruce los brazos, intentando darme algo de calor, ya no sabía cuánto tiempo había estado afuera, no podía pensar, todo mi cuerpo sufría por el inclemente clima, no podía más, no soportaba más esto.
  • ¡Llama a mi padre ahora! – Grité fuertemente.

El tipo desapareció y regresó solo… - ¿Qué te dijo? ¿Va a venir? – Lo miré fijamente

  • No puedo contestarle nada señorita.
  • Entonces voy a entrar… - Empiezo a caminar pero su mano me detiene
  • ¡No puedo dejarla hacer eso! Solo me dijeron que debía tenerla aquí hasta que ellos decidieran lo contrario.
  • ¿No ves que me estoy muriendo de frío y de hambre? – Su posición no cambiaba, erguido y serio. No podía ni llorar de lo helado que estaba mi rostro, no sentía mis dedos, miro al suelo y cierro los ojos.
  • Entonces… ¿Ya tienes hambre? ¿Quieres tu cama caliente? – No levanté mi rostro, pero reconocía esa voz, preferí guardar silencio - ¡Estabas gritando! Pidiendo que saliera, ahora que estoy aquí… ¿Solo silencio? – En ese preciso momento siento un chorro de agua fría caerme en la cabeza - ¡Ahhhgggg! ¿Qué rayos?...– Coloco mis manos al chorro de agua pero me sigue mojando con fuerza. Demasiado frío, mis manos tiemblan, mi padre tiene una manguera sobre mi cabeza, mojándome toda.
  • ¡A ver hija!... ¿Esto es lo que quieres para tu vida?, ¿Quieres hambre, frío, malos tratos por irte con una pobretona?... ¡Habla ahora!... ¿Vas a seguir haciendo lo que te da la gana?
  • ¿Estás loco? Tengo mucho frío me va a dar hipotermia… - Grité asustada y llena de miedo. Siento un golpe fuerte en mi rostro
  • ¿Loco?... soy tu padre… ¡Dímelo!... ¿Vas a volver a amanecer en la casa de esa mujer?... ¡Límpiate!... No entrarás a mi casa así… - Seguía echándome agua, mis lagrimas, mi odio por ese ser que dice ser mi progenitor, ¿Cómo es posible que un padre haga esto?... siento otro golpe sobre mi rostro - ¡VAGABUNDA! Háblame ya… ¿Quieres que siga o vas a hacer lo que yo te diga?... – Mi padre parecía un loco sobre mí, el agua continuaba sobre mi cabeza, el frío entraba en todas las parte de mi cuerpo, empapada, con la voz temblorosa, el miedo a flor de piel y sin sentir ninguno de mis dedos grité
  • ¡Si, haré lo que digas! Pero ya… por favor… detente- Respondí entre sollozos.

Luego de ese día no he tenido información sobre Claudia, me enfermé por 5 días, con fiebre y malestar general, no salí de mi cuarto en ese tiempo, pasaba en la cama, mirando el techo, pensando en los tiempos alegres de mi vida, cuando la conocí… ese día en la fiesta liberal que me invitaron, ahora que lo pienso bien, desde el preciso momento que se cruzaron nuestras miradas sentí una conexión especial con ella, esa primera conversación que duró horas, en el frío… pero con esa sonrisa que me embobaba, esos ojos… me trató tan bien, me sentí tan escuchada, tan conectada con alguien

Las medicinas me hacían dormir y en mis sueños caminábamos juntas, agarradas de la mano, sin temores, sin miedos, sin restricciones, ella estaba conmigo y yo con ella, pero eventualmente me despertaba, sudada por la fiebre, veía una figura que me cuidaba entre las sombras, sin embargo caía nuevamente en un profundo sueño.

Al fin, en la tarde del quinto día, abro mis ojos y mi estado es mejor, aún me duele cada centímetro de mi ser, mi boca esta reseca, intento alcanzar el vaso de agua que está en mi mesa de noche pero lo dejo caer, aún estoy débil.

  • Tranquila, aquí tengo más… no te muevas tanto – Escucho una voz femenina que no alcanzo a distinguir.
  • ¡Tengo mucha sed! – Mi voz tan ronca es totalmente desconocida para mis oídos, siento flema y ganas de escupir. La mujer me alcanza una pequeña ponchera plástica y la gripa sale de mi cuerpo. Siento descanso, pienso en Claudia… recuerdos a mi mente de noches felices, muevo la cabeza de un lado a otro, tratando con eso de dejar de pensar, a quien quiero engañar… es imposible dejar de pensar en ella
  • ¡Gracias! – Recordé que estaba con otra persona.
  • ¡No hay de qué! – Aún no distinguía bien a la mujer, sentía mareo y debilidad en mis ojos.
  • ¿Quién eres? – Pregunté suavemente
  • ¡No puedo creer que ya no me reconozcas!... Tengo 5 años sin venir a esta casa pero tampoco… ¡hey! – Esa expresión… pero no… Ella está muy lejos… como si pudiera leer mi mente siguió - ¡Soy tu hermana niña!, se que era una pequeña enana cuando me fui pero ya soy toda una mujer Jajajaja – Su risa me contagió y la seguí, tantos días sin una sonrisa sincera en mis labios.

Hablamos y hablamos y hablamos, me contó de todas las travesuras del internado, de sus amigas, que no le ha echo falta la familia y menos nuestro padre. Ella siempre fue la rebelde de la casa, la que se atrevía a todo y nunca tenía miedo de las represarías que podían venir, siempre critique ese no pensar en las consecuencias… quien diría que escupiría para arriba, hice exactamente lo mismo

Sus ojos se nublaron y me miró de frente, hasta que al fin logró sacar lo que quería.

  • ¡Bueno hermana! ¿Cómo fue que te volviste lesbiana? – Preguntó directo y sin anestesia. Su sinceridad me pasmó y mi silencio invadió la habitación.
  • ¡Tanto hablar!... me estas dejando sorda hermanita… - Me dijo irónicamente
  • Creo que este es el momento que siempre haz esperado ¿O no Milena? Para decirme que no era tan perfecta… - Mi hermana y yo, polos opuestos, ella activa, yo pasiva; ella dominante e impulsiva, yo controladora y no dominante; ella rebelde y yo… pues claro que no.
  • ¡Tranquila Mari! – Su voz relajada me sacó de mis pensamientos
  • Mmmmm… ¡Vamos te quieres vengar por todos los sermones que te di!...
  • Para que veas que no, me das pesar… que siendo tan vieja te dejes dominar por los cuchos
  • ¡Milena!...
  • ¡Milena nada!... Tienes 24 años ya… y ¿Aún quieres complacerlos en todo? ¿No quieres vivir tu vida? ¿Prefieres condenarte en un matrimonio sin amor?... ¡Eres una boba!... tanta gente esperando años por conocer el amor verdadero y tu tirándolo a la borda por tu cobardía… Enfrentar a los cuchos es fácil, solo hay que hablarles en su mismo tono y con la misma autoridad que aparentan… sino mírame a mí
  • ¿Mirarte a ti?... Te tienen en un internado… te alejaron de tus amigos, te quitaron todo
  • ¡No Mariana!... Me quitaron lo que podían, pero jamás me van a quitar mi libertad… ni mis sueños, ni lo que quiero hacer con mi vida… ¡Soy feliz, lejos de ellos! ¿Tú puedes decir lo mismo? Además hago lo que quiero en ese internado… Jajajaja
  • ¡No es tan fácil!... Estar con Claudia implicaría una vida llena de rechazos, que nuestro padre se oponga a todo, que no consigamos trabajo… ¿Acaso el amor alimenta, paga un techo, las cuentas?... no puedo condenar a Claudia a eso… - Dije entre lagrimas
  • ¿TU ERES O TE LAS TIRAS?... ¡Doblemente idiota Hermana!... eso es lo que eres… A ver… como te explico… sin que hiera tu susceptibilidad… Los pobres también se casan y tienen familia hermana… ¡Por Dios que mente tan obtusa tienes!...
  • ¡Si, lo sé!, pero condenar a Claudia a una vida de sufrimiento por mi culpa no vale la pena
  • ¿Sufrimiento?... ¿Ósea que Claudia piensa que amarte es un sufrimiento?... Si ella te ama tanto como parece, estoy segura que prefiere dormir en un puente a tu lado, que alcanzar las estrellas o ser la mujer más poderosa del mundo, porque eso es el amor
  • ¡El amor no es suficiente y punto!... – La mire resignada, su cara de indignación era tal, que casi me pega cuando me habló.
  • Dile que el amor no es suficiente a los pintores, a los músicos, al hijo que acompaña a su madre a la clínica sabiendo que esta desahuciada, a los miles de padres que se acuestan sin comer solo porque sus hijos tengan comida, a los muchos adolescentes que por un desamor prefieren morir… Dile que el amor no es suficiente a todos aquellos que por su musa han creado algo nuevo, a los que por amor son mejores, a los que por amor pasaron de tener un corazón frio a uno cálido… si no fuera por el amor ¿No crees que ya nos hubiéramos extinguido?... ¡Hermana!... tienes muchas cosas que pensar y yo… necesito un cigarrillo… te dejo… vengo ahorita… - Me lanzó un beso en el aire y salió corriendo de mi habitación

Sus palabras taladraban mi cabeza, una y otra vez, pensé cada palabra que me dijo… me trajeron la cena y no pude comer nada, ¿Habría sido tan ciega?... durante todo este tiempo me condené a estar en el infierno por la no posibilidad de estar con Mariana, pero ahora lo veo todo claro… soy yo quien puso las trabas, soy yo quien cortó las alas de nuestro amor, sin ni siquiera intentar volar antes… he tenido tanto miedo toda mi vida por equivocarme que no me arriesgo, ¿Puedo ser tan estúpida de permanecer en esto y no probar una vida con Claudia?. Me levanto de la cama con fuerza, con bríos, como un caballo salvaje y desbocado, como un toro viril… la adrenalina corría por todo mi cuerpo, estaba dispuesta a hacerlo, a luchar por lo que quería, a pelear y dar todo lo que no había dado… estaba en disposición de poner en su sitio a mi padre… Giro la manigueta de la puerta para abrazar mi destino y al fin ser libre, pero mi hermana entra corriendo

  • ¿Qué te pasa? ¿Por qué vienes así?... – Me agarra de la mano y en un balbuceo me dice que Eduardo esta abajo, que me tiré en la cama y me hago la dormida, en menos de dos segundos estoy bajo las cobijas nuevamente, mientras mi hermana me pone un trapo húmedo sobre la frente

Eduardo llega a la cama, toma mi mano y comienza a actuar frente a mis padres, aparentando lo caballero que dice ser, lo sensible de corazón y muchas otras mentiras más… me recuerda que en 4 días nos casamos, se pone hasta a orar a Dios para que me tenga en perfecto estado de salud para el matrimonio - ¡Mucho cínico este hijueputa! – pensé. Mi hermana con perfecta diplomacia, les pidió a todos que me dejaran sola, porque si no, no podía descansar y otras mentirillas más.

Al fin se van y me levanto con fuerza nuevamente, le digo a mi hermana lo que voy a hacer, confieso toda mi estupidez, confieso que he sido una cobarde… una estúpida, tonta, sin cerebro, corta de mente… mi hermana remató con imbécil, boba, mentecata, deficiente, retrasada, anormal… - Ya hermana… no me ayudes tanto – Nos asomamos a la puerta pero Eduardo nada que se iba, así que decidimos aplazar todo para el día siguiente.

.

Llegó la mañana, no pude dormir en toda la noche, pronto estaría cerca del amor de mi vida, pero cuando me disponía a bajar una duda asaltó mi mente… ¿Y si Claudia ya no quiere nada conmigo? ¿Qué haría?... traté de no pensar en eso… Decidida con todos mis nuevos pensamientos, bajé las escaleras y busqué por toda la casa a mis padres pero nada, en el jardín, el gimnasio, la antesala, la sala, el salón de bailes, el comedor, la cocina, el estudio 1 y 2, la habitación principal… nada… absolutamente nada.

Al fin decidí esperar en la antesala hasta su llegada, pasaron horas y más horas, con el paso del tiempo mi decisión se fue haciendo más pequeña y más pequeña, hasta el punto en que preferí no hacer nada… pasé media hora difuminando la idea, sacando miles de excusas, con el pensamiento que sería mejor hacerlo mañana. Cuando empecé a caminar con rumbo a mi habitación, el sonido de sus voces me envolvió en un nerviosismo desde la punta de la cabeza hasta el pie.

  • Hasta que decides levantarte… - Dijo con tono seco mi madre.
  • ¡Hermanita!... Salí con ellos a comprar varias cosas, lo siento por dejarte sola – Milena realizó una seña con la cabeza y se fue a sentar en uno de los sofás. - ¡Vamos a sentarnos un rato los cuatro!...
  • Estamos muy cansados, mejor mañana… - Contestó mi padre sin verme, ya a esas alturas mis manos temblaban, mi corazón me reventaba el oído interno y no podía dejar de mover mi pie derecho.
  • ¡Anda Papá!... ¿No puedes complacer a tu hija que quiere estar un rato en familia?... – Usó esa voz de niña pequeña consentida que la hacía lograr todo lo que quisiera.
  • Mi madre tomó asiento al lado de Milena, mi padre en un sillón solo y yo al frente de él, con su mirada sobre mí.

Las palabras salían a cuenta gotas, cada vez que cruzaba mis ojos con los de Milena, ella me abría los ojos… indicando que era ahora o nunca, sin embargo las palabras no salían de mi boca, me sentía atrapada en la silla, miles de posibles frases cruzaban por mi mente para iniciar, pero no podía, mi impotencia era tan grande… que no pude hacer más nada sino bajar la cabeza.

Mi padre se levantó, mi madre lo siguió, mientras daban la espalda Milena me levantó y me estremeció por los hombros… -¡Es ahora o nunca hermanita!- Ella carraspeó fuertemente y mis padres se giraron sobres sus talones

  • ¡Pa…pa!... ¡Ma… ma!... – Salieron las tímidas palabras de mi boca. Sus miradas me producían calor, tragué saliva y guarde silencio. La expresión de ellos fue dura y fría, tenía demasiado miedo, mi hermana me empujó hacia adelante.
  • ¡Bueno! ¿Qué pasa?... ¿Hay algo que quieras decirnos, Mariana? – Preguntó mi madre con fastidio.
  • Yo… yo… no me quiero casar… - Lo dije tan rápido y tan bajo, que no me escucharon.
  • ¡Repite! – Ordenó mi padre, subí la mirada y me encontré con sus ojos.
  • ¡Que no me voy a casar! – Exclamé, la risa de mi padre retumbó en el lugar.
  • ¿Qué no te vas a casar? – Preguntó mi padre y se colocó delante de mí. - ¡Tú te casas porque yo lo digo! Yo te mantengo y te pago hasta la última media que usas… – y me tomó por el brazo
  • ¡Me lastimas! Suéltame
  • ¡NO TE SUELTO! Ahora vas a aprender quien manda en esta casa… - Toda la ira reprimida, todo el dolor acumulado por años, sus malos tratos, las humillaciones y todas sus acciones en contra de mí, se reactivaron en mi interior, como un motor a plena marcha.
  • ¡Mandas en esta casa pero no en mí! – La expresión de mi mirada tuvo que ser diferente, no tenía que gritar, simplemente tenía que ser segura en lo que decía. Comenzó a balbucear... – ¡No digas más!, No me pienso casar con ese tipo que se cree el elegido de Dios… tampoco voy a permitir que me separes de Claudia y mucho menos que me sigas tratando como si fuera una esclava del siglo 18.
  • ¡Tú te casas y a mí no me hables así! – Sentí una cachetada, por más extraño que parezca no sentí dolor, sino alivio… comencé a reírme a carcajadas.
  • ¿De qué te ríes?...
  • ¡Eres un viejo patético!... ¿Lo único que puedes hacer es pegarme? Como si con eso fuera a cambiar lo que pienso… No me caso y punto, es mi vida y la vivo como quiero… si no te gusta pues no me hables – Sus ojos estaban rojos de la ira, dio un paso atrás.
  • ¿Eres consciente de lo que haces? – Preguntó en voz baja.
  • ¡Soy súper consciente! Nunca he estado mas cuerda en mi vida como ahora, no me vas a alejar de Claudia, la única manera que no esté con ella es matándome… - Di un paso hacia él - ¿Acaso eres capaz de tanto?
  • ¡No soy ningún asesino! Pero tú y esa me las van a pagar
  • ¡Haz tu mejor esfuerzo!... – Sonreí… agradecí con la mirada a mi hermana, jamás abría enfrentado esto sin ese empujón… me sentí aliviada, viva… con toda una vida por delante.

.

Al fin, luego de meses de tristeza y sufrimiento, después de rendirme y caer fondo, de verla con otra mujer, de volver a ser suya… de enfrentar a mi padre, de pelear por su amor, me encuentro enfrente de su puerta, con un maletín en la espalda, sin más dinero que el que traigo en los bolsillos, sin ninguna posesión material, solo con amor y con una fuerte convicción de que a su lado todo será posible, tomé una fuerte bocanada de aire, intenté controlar todos mis nervios, cerré los ojos y toqué el timbre… Su primera expresión de fastidio, cambió intempestivamente por una de sorpresa, las palabras no salían de mis labios, pero ella sí habló

  • ¿Tú?... ¿Aquí?... pero… p… pero
  • ¡Te amo Claudia!... - No podía decirle más nada, sentía pena, vergüenza, tanto dolor que le hice pasar, la miraba intensamente, su expresión era fría, distante como si no me conociera.
  • ¿Qué haces aquí? Te casas en tres días ¿No? – No me dijo que me amaba, no me invitaba a pasar, no se comportaba como la Claudia que conozco.
  • ¡Estoy aquí por ti!... Si en tres días… - No me dejó continuar
  • ¡Entonces! ¿Qué haces aquí?... ¿vienes a revolcarte conmigo como despedida de soltera? ¿No te bastó con la carta que me dejaste?... ¡Ya entendí!...
  • ¡No amor!... Yo fui la que entendí… ¡El amor basta y sobra!... nuestro amor… ¡Te amo, Claudia!... Estoy parada en esta puerta, sin más nada que mi amor por ti, no tengo familia, ni bienes, ni nada… solo el amor… ese amor que me hace luchar, que me hace creer, tu amor… tu amor es suficiente… - Su mirada inexpresiva, no me dejaba ver que estaba pensando
  • ¡No, Mariana!... tu lo dijiste… lo escribiste… ¡El amor no es suficiente!... Regresa a tu casa, a donde perteneces… yo nunca te daré suficiente… ¡Vete! Y nunca vuelvas

Las lágrimas caían a caudales por mi rostro, cerró la puerta en mi cara, me quedé plasmada en el mismo lugar por 7 minutos, no sabía qué hacer ni a donde ir, había renunciado a todo por ella y simplemente… ¿Me cierra la puerta?... ya no me ama… se dio cuenta del error de estar con alguien como yo… pero… ¿Cómo culparla si fui yo quien le hizo tanto daño?... Caminé hasta la entrada del edificio y a paso lento deambulé por la calle, la lluvia no se hizo esperar, una tenue llovizna primero, seguido de un tremendo aguacero caía sobre mí, tomé un taxi y volví a pasar por el frente de su edificio… ¡Adiós amor!... Perdóname… por no luchar cuando tuve tiempo, por no demostrarte cuán importante eras para mi… te he perdido hoy… - Mis lagrimas no me dejaban ni pensar – Sentí como mi corazón se quebró en mil pedazos… - ¡No merecía una mujer como ella! – Es imposible que el amor duré tanto, después de tanto daño… ¡Perdóname, por favor Clau!