Solas tu y yo (13)

¿Eso era todo?... ¿Tanta coquetería y no me invitas un café siquiera?... – Me giro con una expresión divertida y a la vez curiosa. ¿Perdón?... Como escuchaste, te van las chicas ¿No?... todo eso del encendedor y de acompañarme fue para hablarme… no te hagas

CLAUDIA

Abro los ojos, veo la pared de mi habitación, siento que todo me da vueltas, la habitación gira y gira, entrecierro los ojos… intento recordar lo ocurrido en el día de ayer, pero mi memoria se borra justo después de entrar en un auto, mmmm… no tengo camisa puesta, pero estoy en mi cuarto… ¿Cómo llegue aquí?... siento una sed que me obliga a levantar, coloco los pies en el suelo y veo mi ropa tirada allí, veo otra camisa… -Esa camisa no es mía – Pienso. Giro hacia atrás y una persona conocida al lado mío… -¡No puede ser! ¿Tuve relaciones con Andrea ayer?- El hecho de solo pensarlo me levantó por completo, la veo girar… - ¿Qué hice? Y si lo hice ni me acuerdo… de todas las personas con la cual puedes quitarte el despecho y se me ocurre hacerlo con Andrea… ¿Soy tan malparida? – Encuentro una camisa y me la coloco.

  • ¡Buenos días borrachita! – Me dice Andrea, sentándose en la cama y solo con el brasier puesto.
  • ¡Vístete niña!
  • ¿Ahora te dan miedo las mujeres? Mejor pásame la camisa. – Tomé la franela del piso y se la pasé. Mi cara decía de todo, pero no me atrevía a hablarle.
  • ¿C… como llegué hasta mi casa anoche? – Pregunté tartamudeando
  • ¡Yo te traje boba!... no te iba a dejar con la pelirroja esa… estaba que te comía… mejor dicho hasta se puso a pelear conmigo que ella te traía… no conoceré yo esas excusas
  • ¡Gracias!... – Me senté a su lado y con la pena en la cara intentaba preguntarle, pero nada me salía.
  • ¿A ti que te pasa?... – Empecé a hacer gestos con las manos, la señalaba a ella, a mí, a la cama - ¡No te entiendo Claudia! ¿Te volviste muda ahora?
  • ¿Pasó algo anoche?... que… pues… yo… deba… saber
  • Mmmm… déjame pensar… ¿No te acuerdas de nada de lo que hiciste ayer?... – Me toqué la cabeza y realice varios gestos – La verdad es que no me acuerdo de nada
  • ¡Dios!... pues llegamos a tu casa, estabas súper pesada, no dejabas de hablar y hablar… y ya
  • ¿Ósea que no pasó nada más?...
  • ¡Pues si!...

Mi cara quedó en consternación, pero más cuando entró mi mamá y nos llevó a desayunar. Andrea pasaba riéndose y burlándose, me miraba y se ría, yo por el contrario, intentaba recrear todo lo ocurrido el día anterior, pero la verdad solo pensaba en ese beso que me di con Mariana, uffff… cuantas ganas de estar a su lado y sentir su piel, el deseo que me come por dentro, cierro los ojos y siento su olor, su aroma encender mis sentidos, como me gustaría repetir un solo momento con ella, así sea uno solo.

  • ¡Tierra llamando a Claudia!… helloooo – Me dijo Andrea, pasándome el tenedor por la cara.
  • ¿Que estas pensando Claudia? - Decía mi madre, viéndome por arriba de las gafas.
  • En Mariana mamá, la culpable de mis tormentos… La mujer que me quita el sueño, y me hace querer tomar… Tomar y tomar
  • ¿Dios? Claudia supéralo ya… te dejó por un tipo.

Andrea tenía razón, Mariana me había dejado por un hombre, una persona del sexo opuesto, alguien que la trataba como si fuera una silla - Yo creo que hasta su carro lo debe tratar mejor - Me dije a mi misma, mientras me reía de mi ocurrencia. Luego de un rato largo con mi mamá en la sala y que se me hizo insoportable, Andrea se fue al cuarto… salí detrás de ella

  • ¡Bueno! Pero al fin… sácame de este tormento… ¿Qué pasó ayer?...
  • ¿No te acuerdas?... – Se acercó a mí, pasó sus manos por mi rostro, fui caminando para atrás hasta que me pegué con el escritorio… - ¡Pareces boba!
  • ¡Si, pero dime!...
  • Quieres que te diga que me hiciste el amor toda la noche, como en los viejos tiempos… que me hiciste tuya una y otra vez y otra vez… que lo disfrute como siempre… - Me puse pálida… tragué saliva… abrí mis ojos como platos… - Empezó a reírse otra vez, se sentó en la cama - ¡Deberías verte la cara! Das mucha risa… tranquila… no pasó nada… aunque no te voy a negar que estabas un poco intensa y hasta me besaste, pero luego empezaste a hablarme como si fuera Mariana y te quedaste dormida.

Respiré tranquila, me volvió el alma al cuerpo… lo último realmente, que quisiera hacer, es meter a una tercera persona en mis problemas emocionales… estando en esta situación, no entiendo cómo es que tantas amigas mías, ante sus despechos, lo primero que hacían eran dormir en otras camas, otro cuerpo no me quitará ni la tristeza, ni la soledad que siento por dentro… Me acosté en mi cama bocabajo, apoyando mi cara sobre mis brazos cruzados.

  • ¿Qué piensas Claudia?
  • ¿Cómo rayos me dejó Mariana por un tipo que la trata así?...
  • Por el dinero, porque es más guapo, porque es hombre… porque no se puede enfrentar al mundo y decir que le gusta una mujer
  • ¡Vamos!.. por dinero, ella lo tiene… porque sea más guapo… mmm..., estando con ella nunca pareció importarle la belleza externa de alguien… y sobre enfrentarse al mundo… quizás… Yo creo que si lo ama
  • ¿No has pensado que quizás su familia se enteró y la tienen amenazada?... –
  • Suena a novela mexicana… - Hice la voz imitando a un narrador de novela
  • ¡He aquí!... Mariana ama a Claudia pero sus padres la han amenazado con quitarle la vida a su ser amado y por eso ella recurre a dejarla… para protegerla… esto y más, véalo a la misma hora por el mismo canal
  • ¡Jajajajajaja! Suena sacado de una novela, tienes razón
  • ¿Además si fuera así porque no me lo diría?... – Le pregunté pensativa
  • ¡Por lo mismo que no lo dicen en las novelas!... para alejarte y así no quieras luchar más por ella y que puedas ser feliz… aunque eso significaría que no cree en el amor que tienen, recurrir a una mentira, en vez de confiar y decir la verdad
  • ¡Yo no puedo hablar mucho de la verdad, Andrea!... ayer le dije a Mariana que estaba con otra… Ella estaba llorando… sentía que me quería decir algo… pero simplemente le dije lo primero que se me ocurrió para no quedar como una imbécil
  • ¡Dios Claudia!... Tu no mientes… y lo piensas hacer con la mujer que amas… eso si es ser… bien
  • ¡shhhhh!... ya lo sé… ¿Oye?... pero eso que me dijiste que si sus padres sabían… encaja en todo… el día que pasó todo… vino aquí con un tipo… parecía un guardaespaldas… ¿Será que es cierto?...
  • Si no le preguntas, nunca lo vas a saber

El resto de la tarde me la pasé pensando en esa posibilidad, si era cierto me había comportado como una energúmena completa… la duda seguía dándome vueltas… ¿Sería posible?... mmmm… la única forma de salir de este tormento es buscarla y preguntárselo

MARIANA

Me despierta mi madre, con un sin fin de cosas para preparar, la fiesta del fin de semana entrante, mi supuesto compromiso… casarme con un tipo como Eduardo… ¿Qué estoy pensando?, hago todo de mala gana, mandamos las invitaciones, el aviso al periódico, comprar la ropa, programar una exfoliación, masajes, arreglo del cabello… de las uñas… ¿Habrá algo que le lave el cerebro a uno?... algo para olvidar a Claudia, está feliz con sus amigas, volvió a su vida libertina… regresó a su antigua experiencia… pero yo simplemente no puedo pasar la hoja y pretender que nada ocurrió… no puedo.

Los días pasaron volando, una multitud de criadas, jardineros y obreros pasaron por la casa, arreglando cualquier desperfecto que hubiese, la cena el día anterior con los padres del novio, el dichoso té con mi madre, mi futura suegra y yo… que conversación tan aburrida, hablaban de cortinas… ¿Cortinas?... no podía más que hacer, que fingir, yo había decido esto, dejar libre a Claudia… dejarla estar con alguien más, que le diera lo que jamás podría tener conmigo

Llega el día esperado por toda mi familia, personas del extranjero, los gerentes de las compañías de mi padre, altas personalidades políticas, el salón estaba impresionantemente decorado, el jardín iluminado con una tarima impecable, mesas ubicadas estratégicamente para permitir el flujo de la gente, meseros por doquier para atender cualquier necesidad y por supuesto con sonrisas amables… mi cara de amargue y decepción es tal, que hasta Carmenza intenta animarme… - Hoy le vendo mi alma al diablo – Le dije, salió de mi alcoba persinándose.

Había bastantes personas, cuando mi padre decide aparecer, me tiende la mano y me ordena que cambie esa cara, que no estábamos en un funeral - ¡Eso es lo que tú crees! – Susurré, no alcanzó a escucharme, nos colocamos en lo alto de las escaleras y la música dejo de sonar, todas las miradas se abalanzaban sobre mí, tenía un vestido elegante de un azul cielo, que resaltaba el color de mi piel, cabello suelto, tacones altos y estilizados, hasta en la sonrisa se notaba lo plástica que me veía. Varias fotos fueron tomadas y bajo las escaleras con mi padre, sujetándolo del brazo. Eduardo al final me tiende la mano… - ¡Ahora si eres un puto caballero!... ojala te vieran a solas conmigo – Pensé, sonriéndole, mientras me besaba la mano

La fiesta transcurría, champagne, caviar, platos franceses y del mediterráneo… Laura se acerca a mí por la espalda, me saca de la conversación que tengo con unos señores, nada divertida para ser realistas.

  • ¡Laura!... Gracias
  • Me vas a agradecer después
  • ¿Por qué?...
  • Ahora no te puedo explicar bien, vamos a la casa nuevamente y vamos al estudio rápido
  • No puedo perderme de la fiesta, mi padre me mata
  • Que te mate amiga, estas a punto de cometer el error más grande de tu vida, antes que hagas eso… pues… intenta reaccionar

Me agarra de la mano y pasamos intempestivamente entre la gente, entro a la casa y llego hasta el estudio de mi padre. Una silueta de mujer se encuentra mirando por la ventana… -Vaya que se ve bien – Pienso. Cuando gira… no puedo creerlo, es Claudia… Claudia… con un hermoso vestido negro, su cabello suelto sobre los hombros, a pesar de verse tan sencilla, se ve tan divina así, su mirada me estremece por completo, el timbre de su voz me transporta a los momentos más felices

  • ¡Realmente te ves hermosa Mariana! – Dice con la voz entrecortada
  • ¡Tu eres quien te ves divina!... ¿Cómo entraste?...
  • Vine con Laura, aunque la teoría dice que soy su prima de muy lejos… - Me acerco mas a ella y veo su rostro, una mano traviesa toma una de las suyas. Me estremezco al contacto, cuánto tiempo sin sentir su piel
  • ¡Quiero que este tiempo se congele!... – Dije desesperada
  • Mariana… ¿Eres feliz?... – Me pregunta, aguantando la respiración
  • Igual de feliz que tú con tus amigas… - Le retiro la mirada, recordando lo último que hablamos
  • Era mentira… lo siento en verdad, tenía tanta rabia contigo… que preferí decirte algo falso para no seguir pareciendo una idiota frente a ti, pero eso no importa ahora, lo único que sé es que te amo… no te puedes casar con ese tipo… responde… ¿Eres feliz?
  • No… no puedo seguir mintiendo… ya no… a tu lado fui feliz, pero ahora vivo un infierno… - Mi voz se quiebra y no puedo aguantar… Su abrazo me da la fuerza para decirle todo, todo lo que ha pasado, como se enteró mi familia, lo que me ha hecho mi padre, la cárcel de oro en la que vivo, mi voz se quiebra… le explico lo que pasó en el bar con Eduardo. Me escucha pacientemente, pero noto como su ira se va incrementando.
  • ¡Dios Mariana! Debiste decirme eso antes… Ese hijo de puta… lo voy a poner en su puesto
  • ¿Pero cómo?... estoy vigilada las 24 horas del día, hasta lo que veo por Internet mi padre lo sabe… el único momento para decirte todo fue en ese bar y ya sabemos cómo terminó – Asintió con la cabeza, luego de un momento de silencio, siguió preguntándome.
  • ¿Te amenazó con algo más Mariana?... ¿Nos va a matar si estamos juntas?... ¿Tu papá es un asesino entonces?
  • ¡No!... pero mi padre haría hasta lo imposible para hacernos infelices
  • ¿Acaso no lo ves amor?... sin ti ya soy infeliz… si tengo que vivir bajo un puente, lo hago… lo único que importa ahora es si me amas

Me acerqué, tomé una de sus manos y la coloqué en mi corazón. - ¿No ves como late? Solo se porta así es contigo… tenía tanto tiempo que no lo sentía… temía que se hubiera muerto… pero verte… solo bastó eso para hacer que volviera a latir – Sus labios se acercaron a los míos, nos fundimos en un beso cómplice y sereno, un beso que decía tantas cosas… su lengua entraba y salía… sentía el calor recorrer mi cuerpo, mis manos se entrelazaron sobre su cuello, me apretó a su cuerpo más y más, nuestras respiraciones se fundían en una sola… se separó abruptamente

  • ¡Luego nos besamos lo que quieras!... Vámonos de aquí… vente conmigo… - Un brillo en su mirada. - ¡Quédate conmigo!... sal de tu casa… larguémonos de todo, ya nos vamos a graduar… vámonos a la costa a iniciar una vida juntas

Le sonreí y asentí, fuimos hasta mi cuarto con mucho sigilo, empecé a empacar algunas cosas… al meter la última ropa, me frené… - No puedo hacerlo… - Su mirada desesperada buscó mis ojos, pero no pude hacerle frente, me senté en la cama y la miré arrodillada en frente de mi.

  • ¡No puedo hacerte esto!... por favor no me lo pidas… nunca seremos felices… el amor no es suficiente Claudia, no seamos ilusas… esto no es un cuento de hadas… donde el final y vivieron juntas para siempre
  • ¿El amor no es suficiente?... ¿Es decir que no me amas tanto como para renunciar a esto?...
  • ¡No boba!... te amo lo suficiente como para saber que lo mejor para tu vida no soy yo
  • ¿Cómo me dices eso Mariana?... he conocido a cientos de chicas… ¿Crees que haría esta locura si no fuera porque cada fibra de mi ser me exigen tu presencia?...
  • Pueden exigirla, pero ambas sabemos que es lo mejor… no quiero llenar tu vida de sufrimiento… por favor vete… y olvídame de una buena vez
  • ¡Nunca lo haré!...
  • ¡Yo seré feliz!... te lo prometo… - Me agarró el rostro con ambas manos
  • ¡No me mientas!... no nos digamos mas mentiras… si no vas a estar conmigo… pues… lo aceptaré como sea..., pero no más mentiras, no mas desconfianza… una relación sea la que sea no puede asentarse sobre mentiras
  • ¡Está bien!... la verdad… ¿Quieres escuchar que seré miserable sin ti?... ¿Qué mi vida no tiene sentido desde que no estoy contigo?... ¿Para qué Claudia?... lo único que tienes que saber es que jamás amaré a un hombre como Eduardo, que estas grabada en mi corazón, pero que no puedo con esto… no puedo ir en contra de mi familia… no puedo… simplemente cualquier decisión que tome hará a todos infelices
  • ¡Me estas partiendo en dos!... – Su voz se quebró, pero intentaba mantener la compostura - ¡Estas tomando una pésima decisión!... sin embargo no te pienso rogar más… todo lo que tienes que pensar es en ¿Qué quieres?... dime… ¿Qué quieres?
  • ¡Entiéndeme! No es así de fácil, esta por en medio mi familia, la sociedad
  • ¡No te entiendo y no te voy a entender!... ¡Maldición Mariana!... deja de pensar en lo que quieren de ti… no importa ni siquiera que quiero yo de ti… solo dime ¿Qué quieres? – Se levantó y su expresión se endureció - ¿Qué demonios quieres?
  • Quiero que te vayas y me dejes en paz de una vez… se feliz y ya
  • ¡No te entiendo!... en verdad no te entiendo… pero… en parte es un alivio saber que el puto ese no es mejor que yo – Una sonrisa en sus labios – Por otra parte, me das rabia y solo… - Apretó su mandíbula, sus ojos se inundaron con lágrimas reprimidas… haré lo que me pides… ¡Adiós!
  • ¡Dios Claudia! Entiende mi padre es demasiado poderoso, tu vida sería un desastre conmigo y tarde o temprano terminarás odiándome por toda la miseria que traería a tu vida… ¡Vete de una buena vez!... – La besé, un beso de despedida, un beso con un mensaje… - Jamás te olvidaré - pero… no soy lo suficientemente fuerte para luchar, tampoco soy lo suficientemente loca para invitarla a vivir una vida a mi lado llena de injusticia y complicaciones solo porque sí

Su figura saliendo por la puerta, fue suficiente para hacerme romper en llanto, había sido fuerte hasta ese momento, me amaba con toda su fuerza… eso nadie me lo podía quitar… pero también estaba, una parte de mi aliviada… ella estará bien… o eso es lo que quería creer. Ella será libre… pero yo viviré en este infierno sin ella… mi felicidad por la de ella… y punto

Regresé a la fiesta, no sin las miradas de reojo de mi padre. Trataba de buscar a Claudia, pero era evidente que se había ido de la fiesta, seguí con la obra de teatro montada por mi familia, se dijo públicamente la fecha de la boda, Febrero 13… estábamos en noviembre, tres meses… tan solo tres meses me separaban de mi desdicha eterna

CLAUDIA

Salgo de ese lugar furiosa, molesta, dolida… sin esperanzas… Mariana decide seguir con su farsa, según, para protegerme… ¡Rayos! ¿Qué tan difícil puede ser?... hacer lo que tú quieres, lanzarte al agua y nadar

Me voy con el corazón herido, un sin sabor… saber que me ama pero que no puede estar conmigo… a veces las familias pueden ser unas desgraciadas, ¿Cómo hace un padre para hacerle tanto mal a un hijo? ¿Cómo hace un hijo para seguir queriendo a su padre después de tanto dolor causado?... no puedo hacer nada… ya hice lo que pude, peleé hasta donde me dejaron, luché hasta darlo todo...

Ese día acabó, como iban a terminar el resto de mis días, sola en mi habitación, con una tristeza tan profunda que no podía sentir su fin, lágrimas y más lágrimas desde lo más hondo de mi ser caían sin poder contenerlas, lloraba, tal cual llora un niño pequeño ante la ausencia de un ser querido, un sentimiento grande de dolor intentaba salir por mis ojos, pero no había ninguna palabra, ningún gesto que pudiera aliviar mi pena. Sentía un peso grandísimo en mi garganta, lloré hasta tal punto que tenía ganas de vomitar. Pasé varios días sin dormir, sin comer, sin hablar… lentamente recobré las fuerzas e intenté a hacer mis cosas otra vez, regresar a la universidad, terminar mis estudios. Solo faltaba este poco tiempo para culminar esa meta, como por arte de magia no me topé con Mariana, ni un solo día, ni aun cuando mis fuerzas flaqueaban y me quedaba más de la cuenta para ver si la veía pasar por ahí… nada… quizás el destino ó Dios me querían evitar esa pena.

Ya ha pasado… ¿Cuánto tiempo?... si… casi dos meses, finales de diciembre, las fiestas, la celebración… se acabó la universidad, desde ya empiezo a buscar trabajo… no puedo seguir en esta situación tan absurda, en un día como hoy recuerdo ese día… en que Mariana fue clara y contundente… -¡No puedo luchar!, no puedo ir en contra de mi familia - La publicación de su futuro matrimonio salió al día siguiente en todos los periódicos, no podía sentirme peor, este tiempo he sido una ermitaña, no me muevo de mi casa para nada. No le contesto el celular a nadie… salía en las noches a caminar por ahí, a sentir el frío calarme por los huesos, avanzar hasta cansarme, para poder conciliar el sueño y no pensar en ella

Una noche me encontraba caminando, cuando al pasar por una heladería vi el carro de Eduardo, sin ningún remordimiento tomé mi llave y pase por los dos laterales del vehículo, rayándolo por completo con un placer culposo… pero placer al fin y al cabo, una sonrisa en mis labios por la gracia que había hecho… aunque todo se fue al piso cuando la veo salir al lado de él… tendría que acostumbrarme ¿No?...

A veces pienso que después de un tiempo, el dolor se adormece, es como un vaso con azúcar mal revuelta, que se sienta en el fondo y permanece oculta hasta que alguien o algo la revuelve, ese día… verla… me movió todo por dentro… tan hermosa como siempre… tan radiante y espectacular… tan ella… una lagrima traicionera… todos los días juraba que no volvería a llorar, pero a quien quiero engañar… siempre lloro… lloro por ella que no está a mi lado, lloro porque con los días, me doy cuenta que no era para mí.

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Pasaron 10 días, mi búsqueda de trabajo seguía infructuosa, nada me salía, siempre pedían experiencia… oigan… ¿Qué experiencia si todavía ni tengo el cartón?... absurdo realmente… como todos los días decido dar una vuelta, esto de caminar se me ha vuelto costumbre, paseo por alrededor de 30 minutos, ya tengo las piernas un poco cansadas y el frío está más pesado de lo normal. Alcanzo a ver una parada de bus y me acerco trotando hasta a ella, al poco tiempo aparece una joven, se sienta y saca un cigarrillo, veo que empieza a tocarse los bolsillos… saco mi encendedor y llegó hasta ella.

  • ¿Necesitas uno? – Le pregunté, mientras le pasaba el encendedor.
  • ¡Gracias!... creo que perdí el mío
  • En vez de darme las gracias, ¿Me regalas uno?... – Sonrió y me pasa la cajetilla. Me siento a su lado aspirando tranquilamente, el humo me relaja y hace que el frío se pase.
  • ¡El autobús no llega! – Dijo, finalizando su cigarro.
  • Cierto… ¿Vives muy lejos?
  • Unas cuantas cuadras bajando, pero está bastante tarde y no me gustaría andar sola por estas calles
  • ¡Yo tampoco vivo tan lejos!... ¿Te puedo acompañar?... – Le pregunté con una sonrisa. Se levantó y asintió.

Empezamos a caminar, conociéndonos, había terminado su bachillerato hace poco y no sabía que quería estudiar, pensaba tomar 6 meses de relax… su frescura y ese aire de tranquilidad me llamaron la atención tremendamente, tanto tiempo sin hablar con alguien que no estuviera o fuera parte de mis problemas actuales, me alegró mucho. Caminamos por 15 minutos aproximadamente y llegamos hasta el edificio donde vivía.

  • ¡He llegado!... ¡Gracias por acompañarme!...
  • Fue un placer… - Intenta devolverme el encendedor
  • ¡No!... quédatelo… tengo varios en mi casa
  • ¡Ok!...
  • Después de todo, ¿Cómo te llamas? – Me dijo
  • Claudia, un placer… - Le tendí la mano
  • Paula… el placer fue mío

Comencé a caminar nuevamente, esta vez con rumbo a mi casa, al dar tres pasos me grita

  • ¿Eso era todo?... ¿Tanta coquetería y no me invitas un café siquiera?... – Me giro con una expresión divertida y a la vez curiosa.
  • ¿Perdón?...
  • Como escuchaste, te van las chicas ¿No?... todo eso del encendedor y de acompañarme fue para hablarme… no te hagas
  • La verdad no, solo quería hablar con alguien diferente… - le dije sinceramente
  • ¡Ahh! Está bien… entonces… chao
  • ¡Oye! Pero oye… con todo esto… si me provoca un café contigo

Quedamos en encontrarnos al día siguiente, en el mismo paradero de autobuses. Nos encontramos y caminamos hasta un Juan Valdés que estaba cerca. Me contó sobre sus experiencias, había iniciado una relación con una mujer mayor y no le fue para nada bien, luego, un día sin pensarlo, su mejor amiga se acercó y tuvieron un encuentro, pero al final salió con su corazón roto y en mil pedazos, en parte quería tomarse este tiempo para sanar sus heridas y volver a empezar. Yo por mi parte le conté a groso modo mi vida, que era una jugadora, sin embargo, conocí a una mujer que me enseñó el amor y bueno ya todos saben el resto.

  • ¡Osea que estamos igual!... en la inmunda… - Me dijo, bebiendo su café descafeinado
  • Ja, ja, ja… pues sip… estamos en las mismas… - Comenzó a jugar con su cabello y a verme pícaramente
  • Deberíamos intentar algo, así sea salir… a ver hasta donde llegamos… - No pude reírme de su ocurrencia
  • ¡Yo no sabía que la juventud de hoy era tan lanzada en estos asuntos! – Terminé mi café
  • ¡Los mayores siempre tan recatados!
  • ¡Oiga señorita…! No soy tan vieja tampoco
  • ¡Demuéstralo!... – Me levanté de la mesa y la besé, al principio no sentí nada, pero con el transcurrir del beso una chispa de deseo despertó en mí.
  • ¿Demostrado?...

Nos fuimos a un bar y pasamos la noche entre besos y risas. Su espontaneidad y quizás su ingenuidad me tenían bastante embobada, tanto tiempo sin sentirme bien ó por lo menos normal, fue una noche diferente y sin planearlo

MARIANA

La vigilancia de mi padre sigue en su máximo furor, he tenido que salir cada semana con Eduardo y desde el incidente desagradable, con sus palabras subidas de tono, no ha ocurrido nada similar, sigo sintiéndome a la defensiva cada vez que estamos solos. Fuimos a comer helado y cuando salimos su carro parecía un festival de figuras, estaba rayado por todas partes, me causó mucha gracia, la ira que tenía, pateo el carro, gritó por teléfono, hablaba de lo subdesarrollado de sur América, que le parecía el colmo que no existiera vigilancia, bla, bla, bla. Yo intentaba aguantar la risa, pero cada vez que se daba la espalda, me burlaba hasta más no poder.

Los días pasaron, los meses pasaron… pero este sentimiento por Claudia no había mermado ni un segundo, tantas noches pensando… ¿Cómo estará?... ¿Estará bien?... tanto sin saber de ella, intentaba buscarla en la Universidad pero no lo logré, fui al bar donde siempre estaba y nada… sería posible… que la vida no nos quisiera juntas

Finales de enero, aproximadamente en 15 días, pasaría a manos de un hombre, que se mostraba perfecto ante el mundo, pero que en el fondo era un niñito malcriado, acostumbrado a tener y hacer lo que quiere. Una persona tan egocéntrica, que su ego y él no podían estar en la misma habitación, siempre humillando a los diferentes de su clase, alabándose de grande y majestuoso por tener dinero, pensando que todo tiene un precio… hasta el amor

Una de las tanta salidas, fue a un café… nos acompañaba su hermano y su nueva conquista, tenía fama de cazador, ninguna mujer lo iba a amarrar a un compromiso. Había un pareja de ancianos frente a nosotros y luego un par de muchachas que no se decidían que iban a tomar. Otra caja se abrió y los ancianos pasaron al otro lado y quedamos detrás de las chicas… pero algo familiar… esa voz… esa silueta… sin quererlo escuché su conversación.

  • ¡Vamos, un capuchino!... – Decía la más bajita
  • Pero si a ti te gusta el descafeinado, luego me dejas el café y me toca tomarlo
  • Te prometo que me lo tomaré
  • Pareces una niña pequeña
  • Soy tu niña pequeña… además tu pareces una viejita… - Esta última la abrazó y le dio un beso, sentía por dentro la rabia consumirme… mi estado de shock impidió moverme. Pero Eduardo conocía a Claudia y sin más las interrumpió.
  • ¿Claudia, la amiga de Mariana? – Le preguntó
  • ¡Hola!... Eduardo… - Visiblemente alterada, veía a su "compañera", a mí, a Eduardo.
  • ¡Que sorpresa encontrarnos! ¿No sabía que fueras lesbiana? - ¡Dios este tipo no puede ser más imprudente!... para mi sorpresa quien contesta es su amiguita
  • ¡Si lo somos!... ¿Tienes algún problema o qué?... – Contestó fuertemente la niñita, agarrando del brazo a Claudia.
  • ¡No, para nada! ¿Por qué no nos sentamos juntos? – Claudia me miraba a los ojos, se veía tan hermosa, sentí ese característico temblor, que solo ocurre cuando estoy con ella
  • ¡Mi amor!... vamos a unirnos a tus amigos

Tomaron sus bebidas y llegaron a una mesa grande, mientras que el hermano hacía nuestros pedidos.

  • ¿Son novias?... – Preguntó sin descaro Eduardo, ellas se miraron y se echaron a reír
  • ¡Nos llevamos bien!... pero amarrar a una mujer como Claudia… es como difícil –
  • ¡Ustedes disculpen! No los he presentado… Paula… Mariana – Me dio la mano y sonrió – Eduardo el prometido de Mariana – También le dio la mano.

Se produjo un tenso silencio y Paula aprovechó para darle otro beso a Claudia, esa mujer o más bien niñita no tenía en su conocimiento la palabra prudencia… sentía como me hervía la sangre, lo peor es que esto es lo que yo quería, que fuera feliz con otra persona, ¿Pero me lo tenían que restregar en la cara?, una cosa es saber y otra muy distinta ver… Miraba a los ojos de Claudia, pero esta no lo permitía, siempre estaba con sus ojos puestos en otra parte… estaba tan normal, tan tranquila… ¿Me olvidó por completo?... ¿Ya no significo nada en su vida?... tan cerca pero tan intocable… tantas veces pensé en verla otra vez, pero nunca con otra a su lado… el destino es muy cruel

  • ¿Y cuando se casan? – Preguntó Paula, en ese momento encontré la señal que esperaba, Claudia se colocó seria, entrecerró los ojos y me miró, sabía que tenía rabia
  • El 13 del mes entrante… - Decía orgulloso Eduardo
  • ¡Felicidades! –
  • ¡Si Felicidades! – La mirada de Claudia lo decía todo, acababa de removerle todos sus sentimientos.

Pasó un rato más, hasta que Paula expresó que debían irse. Nos levantamos a despedirnos de ellas. No hay que negar que fue muy amable la niña, Claudia se acercó y me abrazó… sentí como si el mundo se detuviera por un segundo y solo fuéramos ella y yo, como antes… deseé tanto estar a su lado otra vez, sentir su abrazo cálido y tierno, sus labios llenos de pasión sobre mi mejilla… ¡ufff! Que sensaciones… estoy segura que esta despedida duró más de lo normal, pero a estas alturas ¿Qué importa?... sabrá la vida cuando la podré ver nuevamente… un susurro en mi oído… - ¡Estoy haciendo lo que me pediste!... En verdad lo intento… - Salieron del café y mi tristeza volvió como un caballo salvaje, galopando sobre mí… ya no existen palabras para describir lo mal que me siento, lo poca cosa, lo tonta y boba por dejar que terceros se metan en lo que mi corazón quiere… quiero estar con Claudia… ya… ahora… sin esperas

CLAUDIA

Salgo del café… acabo de ver a Mariana y a pesar que intenté guardar mis sentimientos en un gran baúl, meterlo en el fondo de un pozo y luego vaciar una tonelada de concreto, estos emergieron como un globo en el aire… tanto esfuerzo para sentirme mejor y esta #$%#$ me regresa a ese dolor latente dentro de mí. Estos días con Paula han sido divertidos, pero volver a verla… me hizo ver la realidad, no estoy preparada para estar con nadie.

  • ¡Vamos a tu casa!... Ya es hora que la conozca ¿no?... – Me dice mientras caminamos
  • No estoy de humor Paula
  • ¿Es por ella?...
  • Tu sabes que sí, jamás te he mentido al respecto… me despertó mil y un millón de cosas por dentro.
  • Mmmm, ya veo… pero que eso no te aminore… podemos hacer otras cosas… y yo sé… sin compromisos… sin rollos emocionales… - Me mira con esos picaros y a la vez tan sexys… sonrió de solo pensar… no está nada mal la verdad… quizás un rato de sexo me quite estos pensamientos… además ni que fuera una religiosa para guardar abstinencia

Nos dirigimos a mi casa, un beso que no me hace sentir grandes cosas, pero que, con esfuerzo empieza a excitarme, la coloco contra la pared y la escucho gemir

  • ¡No tienes idea!... desde que te vi en esa parada de buses, solo quería que me hicieras tuya.

Sus palabras subiditas de tono y la forma en que me agarraba, me pusieron muy caliente, le saqué la blusa con habilidad y hundí mi rostro sobre sus senos, sus pezones duros y erectos, los acaricié suavemente, una de sus manos aprisionaba mi cabeza, mientras sus labios pronunciaban palabras de placer y satisfacción. Luego de varios minutos en esta situación, coloca ambas manos sobre mi pecho y me tira hasta la cama, se sienta sobre mí y empieza a bailar suavemente… me besa el rostro y llega otra vez a mi labios, el deseo y el tiempo que pasé sin tocar a otra mujer, hacen que mis manos adquieran vida propia y la apretó con fuerza en su cola, cierro los ojos… y lo que más temía sucede, la imagen de Mariana se hace presente, lucho contra eso, tratando de enfocarme en Paula, pero no puedo, un beso en mi cuello y las palabras desde el fondo de mi corazón salen… - No te detengas, Mariana –

Ella se detiene, me mira… mi tristeza es evidente, intento pedirle perdón, pero mi silencio empeora las cosas

  • ¡Claudia!... estas buenísima, pero que vengas a decirme el nombre de otra en la cama… ni que estuviera yo necesitada… lo peor de todo es que estas así por una tipa que ni sabe qué carajo quiere con su vida… ¡Y los inmaduros somos nosotros!... – Se bajó rápidamente agarró su camiseta y salió de mi casa.

¿Qué podía decirle? Tenía razón… en todo lo que decía… El timbre sonó nuevamente, miré a la derecha y allí estaba su chaqueta, la agarré… supongo que se devolvió por esto… abro la puerta

  • Aquí está tú… - Mis ojos se encontraron de frente con la mirada solitaria de Mariana. Dio dos pasos y quedó de frente a mí.
  • ¡Yo…! Necesitaba… quería… deseaba… verte. – Suelto la chaqueta y me apresuro a besarla… esto sí es un beso, me hace estremecer hasta las orejas, su respiración agitada, sus manos temblorosas arrancándome la camisa, desnudando mi cuerpo y mi alma ante su única dueña

Llegamos a mi habitación dando tumbos, en menos de un minuto estaba desnuda sobre mi cama, busqué sus labios para beber de ellos, todo este tiempo pasando sed y tú la única fuente de agua fresca, que alimenta mis sentidos y me enloquece el alma. -¡Te amo!... te amo… te amo, mil veces te amo por todos los días que no te lo dije – Me repetía una y otra vez.

Sus manos acariciaban mi espalda, el temblor que recorría mi cuerpo, estaba completamente erizada, bajé por su cuello, lo acaricié lentamente, disfrutando cada escondite de su piel, mi lengua subía y bajaba, provocando oleadas de placer incontenibles, sus uñas clavadas en mi espalda

  • ¡Claudia! Hazlo ya… no estoy para rodeos

Bajo hasta su nido de placer, pero antes, muerdo su pierna levemente y un gemido sale de sus labios - ¡Ahhggg!... Basta ya… hazme tuya… quiero ser tuya… - Sus palabras me llevaron al cielo, acerqué levemente mi lengua a su clítoris, una explosión de deseo, lujuria, amor y pasión me embargaron desde adentro. Lo acariciaba rápido y lento, lo sentía vibrar en mi boca, su dulce sabor impregnaba mis labios, el calor que desprendía su cuerpo me enloquecía, una de mis manos en su seno, poderoso montículo de placer que con solo tocarlo me hizo perder el sentido, actuaba extasiada por tocarla, sentir su cuerpo turbado y deseoso, me llevaba a vivir las sensaciones más profundas de mi vida.

Mi lengua recorría todo su ser, tan conocido para mi, tan perfecto, tan delicioso… - ¡Claudia!... no te detengas, quiero ser tuya… amor… soy tuya… Te amo tanto… - Uno de mis dedos se abrió paso por su vagina, su calor de mujer, nuestra conexión natural e ilógica para el mundo, sus paredes apretaban con fuerza mi mano, empecé a agilizar mis movimientos, una y otra vez, un vaivén de mete y saca, arqueaba su cadera, mordía sus labios… siento su ser encorvarse fuertemente, su vagina aprieta mis manos con fuerza y un río se desborda de su interior – Aggggghhhhhhhhhhhggggggg…. No te detengas – continué una y otra vez, dos, tres y cuatro más… su cuerpo estaba cansado… extasiado de placer

Llegué hasta sus labios y la besé nuevamente, sus manos apretaron mi rostro, se colocó sobre mí, me besaba… me tocaba… me hacía sentir en el cielo… - ¡Si esto es un sueño… juro por Dios que te busco mañana para hacerlo realidad – Su sonrisa coqueta, sus labios llevándome de la mano a los campos de la locura, sus labios recorrieron mi cuerpo con maestría y conocimiento, bajo hasta mi capuchón y lo masajeó, sentía su lengua caliente entrar dentro de mí, miles de sensaciones me arropaban sobre su manto, llevándome a un clímax total. Solo repetía su nombre, sus movimientos… su cuerpo… su lengua en un mete y saca bestial, me hizo correr sobre su boca… -¡Así… si… me corro Mariana… mmmmmm….! Ummm…. – Una reacción electrizante golpeo cada fibra de mi ser y todo el sentimiento guardado dentro de mi salió.

Me abrazó bajo las sabanas, besé nuevamente sus labios, temiendo que se escaparan de mí, nuestros ojos se observaron, un ápice de tristeza en su mirada. – Shhhhh… pretendamos que el mundo no existe y solo tenemos este lugar para amarnos… -

La besé fuertemente, arribé a sus ojos con ternura, su frente, sus manos, sus hombros, nuevamente el calor guardado dentro, emergía como un toro salvaje, sus manos acariciaban mi cuerpo, un brazo lo pasé bajo su cabeza, mi cuerpo sobre el suyo, su calor de mujer seguía intacto, aún después de este momento de pasión, sentía que su cuerpo gritaba por más, acaricié sus senos, sus pezones firmes nuevamente, mi lengua con pequeños círculos, los excitaba y manipulaba, los latidos de su corazón la delataban, tantos sentimientos guardados para entregárselos, solo a ella. Su cadera inició un movimiento rítmico, nos acomodamos para ambas sentir… la abracé con fuerza y sus ojos se perdieron en un viaje que tomaba de mi mano, su corazón desnudo ante mí, la razón de vacaciones… este momento, su corazón y el mío se conectan como siempre lo hicieron y como siempre lo harán.

Sentía su humedad y ella la mía, empezamos un movimiento suave, que se intensificó lentamente, la pasión nos desbordada, mi presión sobre su coxis, me hacía sentir sumamente excitada, esta noche nos uníamos, no importa mañana, hoy era una noche para perdernos en el deseo, perdernos en nuestros sentimientos, hacíamos el amor… - Yo soy tuya y tu mía – Le susurré al oído, sus manos apretaban mis nalgas, lo irremediable y lo tan anhelado sucedió, nos fundimos en un mágico orgasmo, que no fue tan corporal, como lo fue en el alma, mis manos temblaban todavía al tocarla, su respiración se tranquilizaba, mi rostro buscó su pecho, un abrazo para no soltarnos, un abrazo para intentar mentirnos y creer que mañana todo seguiría igual

  • ¿Me puedo quedar a dormir?...
  • Te puedes quedar toda tu vida Mariana.

Nos abrazamos fuertemente, como un naufrago a su salvavidas, por primera vez en meses… concilie el sueño… dormí de verdad… sentía su tranquilidad, su lugar es aquí conmigo… ¿Por qué no le ve de una buena vez?...