Sola en el fin del mundo con un Viejo PARTE 1B
El 99% de la humanidad a perecido por una epidemia rápida y mortal, Vianey está sola en un mundo donde debe sobrevivir con su hija Laura, para poder sobrevivir de la violencia del mundo pide posada a un viejo vaya viejito fue a encontrar
(una pequeña correccion y ajuste a la historia)
En el fin del mundo con un viejo
CAPITULO 1
Después del acontecimiento mas grande del mundo, la epidemia más mortal que se logro registrar donde logro acabar con el 99% de la población en el mundo. Fue una epidemia que hizo morir a todo ser humano que tuviese contacto con ella, donde los contagiados morían casi al instante, lo peor de todo y que atribuyo a su distribución fue el medio de contagio, ya que se trasladaba por medio del aire.
Toda esa desgracia solo contribuyo al incremento de la delincuencia, hablar de bandidos, violadores y asesinos se volvió algo muy cotidiano entre los sobrevivientes. Entre esos problemas anteriormente mencionados, también tenían que lidiar con la dificultad para encontrar suministros de alimento, ropajes y agua para sobrevivir.
Vianey era una mujer que había logrado sobrevivir todo este tiempo, pero no era gracias a ella, era gracias a su marido Manuel, que, siendo una persona de carácter fuerte y con un gran espíritu, había logrado hacer que su esposa a lado de su propia hija Laura pudieran sobrevivir. Pero una desgracia había alcanzado a la luchadora familia, Manuel se había enfermado y al no tener el medicamento indicado su fallecimiento fue inminente. Quedando la pobre mujer a sus 23 años sola con su hija.
Al tiempo la comida se terminó, cada suministro que tenían se iba agotando, sin agua y comida, no le quedo ninguna opción a la joven que ir en busca la comida con su hija. pero ella reconocía lo peligroso que era esta Azaña, sin más se armó de valor y emprendió su aventura, todo por su hija y el amor de madre.
Vianey y Laura vivían muy lejos de los puntos de la ciudad más abastecidos de suministros, aun que parecía una tontería, en realidad era una estrategia que Manuel, el marido de Vianey había tomado para evitar el contacto frecuente con humanos. Pasaron horas caminando, horas buscando algún lugar donde poder encontrar alimento, un poco de agua o algún lugar seguro para descansar, pero la búsqueda no parecía tener fin y a eso no ayudaba el tener los pies cansados y el estómago vacío. Después de tanto caminar y llegar a unos suburbios, la mujer pudo ver a lo lejos un supermercado que parecía estar aun intacto a los ataques criminales.
Poco antes de llegar al supermercado, una camioneta llego a alta velocidad y se estaciono frente al supermercado, muchos hombres bajaron y comenzaron a ingresar al establecimiento. Vianey tomo precaución y se escondió lo más que pudo junto con su hija, en cierto lugar que permitiera observar lo que ocurría, pero sin arriesgar la vida de su hija y de ella.
Los tipos comenzaron a saquear el lugar, pero parecía que les demoraría mucho por ello Vianey solo decidió regresar un poco mas tarde, ya que ellos se hubieran ido, con un poco de esperanza que dejaran un poco.
Camino sin dejar de observar a su espalda, cuidando no estar a la vista de los hombres, pero fue un esfuerzo en vano, los hombres lograron verle y como lo suponía, eran hombres malos, porque al verla, gritaron entre ellos “una chica” y corrieron todos a la camioneta para luego seguirla.
Vianey no fue estúpida, tomo de la mano a su hija y corrió con todo lo que podían dar, doble por cualquier camino que se le cruzaba para poder perder a la camioneta, pero aun podía escuchar el acelerar de ella muy cerca
Cuando Vianey no veía la manera de salir de esto, pudo darse cuenta que había una casa con una puerta abierta, no dudo en correr a esa puerta. A casi unos metros de llegar a la entrada, salió un hombre mayor de unos 55 años con una mochila y unas llaves en la mano, el al verla quiso entrar rápido y cerrarle, pero la mujer logro poner su pierna entre la puerta y la pared.
– Por favor déjeme entrar, tengo una niña y vienen unos tipos que se ven muy malos, nos pueden hacer daño – Dijo la mujer rogando al hombre por un poco de piedad
– No puedo niña, en estos tiempos cada quien se vale por su cuenta, aléjate de la puerta antes de que sea muy tarde no quiero que vean donde vivo –Dijo el señor a la mujer al mismo tiempo que trataba de cerrar a puerta
– Por favor es la única manera que tenemos para sobrevivir señor… por lo que mas quiera… se lo ruego –Insistió la mujer al hombre con mucha desesperación en sus palabras
Al ver el hombre que la mujer no pensaba sacar su pierna por mas dolor que le causara al intentar cerrar la puerta, tuvo que abrir la puerta y dejar entrar a la mujer con su hija para después cerrar la puerta con llave y en un acto veloz el señor se fue a un pequeño orificio que tenia en la ventana de la casa, un pequeño orificio que dejaba ver un poco hacia afuera, ya que las ventanas de la casa estaban cubiertas por madera para no dejar permitir a nadie desde afuera hacia dentro de ella. A decir verdad, la casa tenía muchas protecciones, desde la puerta hasta las ventanas.
El hombre observo por un tiempo, mientras el señor se ocupaba de la vigilancia, la mujer tomo a su hija y se la llevo a una esquina de la casa, se tiraron al suelo y se abrazaron con mucho temor de que lo peor fuera a pasar. Paso un tiempo y el señor no quitaba su ojo del orificio, eso solo preocupaba mas a la mujer con su hija, pero lo que parecía una eternidad, por fin termino.
– Parece que ya se han ido y perdieron tu rastro niña –Dijo el hombre a la mujer mientras se sentaba en un sofá que tenia en ese mismo cuarto donde se encontraba la entrada a la casa.
– ¿Usted cree señor? –Pregunto la mujer con temor al escuchar que aún están ahí.
– Si, estoy muy seguro niña, esos tipos siempre andan por ahí buscando que destruir o que comer… y me refiero a todo tipo de cosas, mujeres o alimentos –Dijo el señor a Vianey
– Muchas gracias señor por habernos ayudado, espero dios se lo pueda pagar – Decía vianney mientras observaba el lugar, que a decir verdad se veía muy limpio
– Niña, no te hagas muchas ilusiones, no puedes quedarte aquí, yo vivo aquí solo sin compañía, aunque ya será de noche y que clase de persona seria si echo a una joven mujer con su linda niña a la calle, por hoy se pueden quedar, pero mañana a primera hora se van de aquí – Dijo el señor con su voz con carácter.
La mujer solo se quedo preocupada por las palabras del señor, abrazo a su hija y miro de nuevo al viejo para tratar de persuadirlo
– Señor, se lo agradezco mucho, no tengo como pagarle, pero ¿sería posible quedarme un tiempo más? en lo que busco la manera de irme bien preparada y alimentada
– ¿Bien alimentada dices? ¿Quién dijo que yo te daría de comer niña? – Pregunto el señor a la niña con voz de burla y una sonrisa en su rostro.
– No… yo pensé – Inmediatamente el señor interrumpe a la mujer.
– Pensaste mal
La mujer comenzó a soltar unas lágrimas de sus ojos, trato de aguantar su llanto, ya que aunque ella sabía los tiempos difíciles que eran estos, y la posición del señor, la manera tan ruda y golpeada le causo mucha tristeza, siendo ella una mujer muy mimada y muy frágil, nunca acostumbrada a luchar.
– Lo siento señor, por el exceso de confianza que tome después de ayudarme
El hombre observo a la mujer tratando de contener su llanto para no preocupar a la niña.
– Lo siento niña, no quise ser tan rudo, pero ya sabes cómo son estos tiempos. La verdad conseguir alimentos me cuesta mucho, pero no te preocupes te daré posada por esos días que me pides y supongo que podre compartir los alimentos contigo, no será mucho tiempo – Dijo el señor a la mujer
– Muchas gracias señor, muchas gracias – Dijo la mujer ahora sin soportar mas el llanto y soltar muchas lagrimas
– No llores niña, todo saldrá bien no te preocupes ¿Y como se llaman? Yo soy Álvaro mucho gusto niña – Dijo el señor al tiempo que se levantó, se dirigió a la mujer y levanto su mano para esperar la mano de la mujer y poder estrecharla.
– Mi nombre es Vianey y mi hija es Laura señor – Dijo la mujer al tiempo que se paraba para tener un poco de cortesía y agradecimiento con el señor.
Al mismo tiempo que Vianey estiraba su brazo y estrechaba la mano con el señor, el viejo miro el cuerpo de la mujer desde los pies a la cabeza, ningún trozo de carne se perdió ante sus ojos. Vianey noto ese escaneo tan cruzo del señor, pero imagino que hace mucho que no veía a una mujer y dejo pasar ese incidente, además ella se sentía muy agradecida con el viejo.
Don Álvaro pudo recuperar su control y miro a la mujer a los ojos con un poco de vergüenza por la evidente situación ocurrida hace unos segundos atrás, pero el señor pensó “no puede culparme nadie, llevo aquí muchos años sin tener una visita y sin ver a una mujer… lo que es peor, sin tener una mujer en la cama. Desde que falleció mi mujer mi vida sexual ha sido nula”.
La mujer lucia una hermosa cola de caballo, donde el cabello cae con gloria hasta llegar a sus glúteos de lo largo que es y se lucia aún más con su brillante color negro como el carbón mas oscuro. Para empoderar mas a la joven, esta poseía unas piernas gruesas y atléticas, con un trasero firme, grande y hermoso, una cadera de muerte que hace juego con la delgadez de su vientre y cintura. Un rostro hermoso, con pestañas tan grandes y levantadas que le otorgaba a la mujer una mirada destructiva y todo esto acompañado de una piel tersa, suave y clara. Con un busto firma y bien proporcionado de copa C.
Paso el tiempo, donde los días pronto se convirtieron en semanas, para al final lograr concebir un mes. La convivencia entre la joven y el señor no era nada frustrante para ninguno, a decir verdad, el señor se porto muy amable con la joven, previéndole a la mujer de ropa con cual vestir y la niña. El señor se le facilito ya que el antes de la epidemia la tenía una hija llamada Sara, que al fallecer tenia unos 21 años. Sara ahí era una mujer con una buena alimentación y muy deportiva, entonces las tallas fueron muy adecuadas para Vianey, en cuanto a Laura, el señor y su esposa siempre guardaron la ropa de Sara ahí cuando era una niña.
Entre ambos broto una relación de confianza, respeto y seguridad uno al otro, el señor le dio la habitación de su hija Sara a Vianey y su hija, donde ellas podían poner seguro desde adentro y donde ellas solo tenían la llave de la habitación.
En varias ocasiones el señor pensó lo peor con la mujer, pensó en la posibilidad de el brote de una relación de sexo entre ambos, pero en otras ocasiones siendo realista y siendo más aterrizado, pensaba en lo imposible que eso sonaba y veía que la única manera de lograr algo así era ultrajándola, al final nadie la escucharía o vendría a salvarla, estaban solos a Kms, pero el señor pensaba “yo no soy esa clase de hombre, piensa mas claro Álvaro por dios… ¿Cómo podía hacer eso?”.
La mujer y la niña tuvieron un techo donde dormir y donde comer, donde beber, donde ducharse y un techo de protección ante los peligros de afuera. Pero todo lo bueno tiene un fin, la vida al señor lo había hecho muy rudo y con la llegada de la epidemia solo endurecer su corazón aún más.
Un día por la mañana muy temprano, mientras Vianey dormía, Laura salió de la habitación sin despertar a su madre, para ir a jugar aun cuando esta última le repitió en muchas ocasiones que no saliera de la habitación si ella no estaba despierta. El señor fue a ver sus suministros de alimentos para preparar un buen desayuno, pero su impresión al llegar al cuarto de los suministros pudo notar a Laura, la niña se había puesto a jugar con los alimentos enlatados, había abierto casi todos y vaciado en el suelo.
La niña miro a Álvaro y le ofreció un poco de ese alimento, pero Álvaro no podía pensar en otra cosa mas que en la vista horrenda que tenía frente a él, todo su alimento tirado en el suelo, el horrible olor de todos los alimentos combinados, con mucho coraje le grito a la niña.
– ¿QUE CREES QUE ESTAS HACIENDO LAURA? – Sus palabras se escucharon en toda la casa, eso despertó a Vianey y salió rápido del cuarto al notar que Laura no estaba dentro de la habitación, sin importarle que trae en su cuerpo para cubrirla
Salió de la habitación a toda marcha con un short muy corto de licra de color negro, que dejaba notar todos los bordes de su ropa interior y ni hablar de sus curvas de mujer, con una playera un poco grande para darle comodidad y sin brasier que proteja sus pechos a la vista de Don Álvaro.
– ¿Qué pasa señor? ¿Por qué esos gritos? – Dijo Vianey muy asustada pensando en lo peor.
– TU HIJA A HABIERTO CASI TODAS NUESTAS LATAS DE ALIMENTOS Y LAS A BATIDO EN EL SUELO – Dijo el señor muy molesto a Vianey
– Laura! ¿Pero que hiciste mi amor? Te dije que no salieras de la habitación si no estaba despierta – Rápido Laura corrió a los brazos de Vianey – ¿Por qué has hecho eso amor? – Vianey le repitió con lamento a Laura.
– NO ME IMPORTA LO QUE TENGAN QUE DECIR. A DECIR VERDAD, USTEDES HACE MUCHO DE TUVIERON QUE HABERSE IDO –Dijo Álvaro
– Disculpe señor, es una niña, no sabía lo que hacía.
– EXACTO, es una niña que no es mi problema, que no sabia lo que hacia – Dijo el señor muy furioso
– Se lo repondremos, se lo prometo – Dijo Vianey tratando de convencer al señor
– ¿de verdad esperas que crea eso? – Pregunta el señor
– Si señor, se lo prometo
– Tu no puedes ni siquiera conseguir un pequeño frijol de alimento, ahora quieres reponer todo ese alimento.
– Prometo que buscare la manera – Dijo Vianey.
– ¿Buscaras la manera? Solo me hacen reír tus palabras, por que no me lo demuestras ahora mismo.
Tomo a Vianey del brazo y la llevo a la puerta delantera de la casa, la abrió y la puso dos pasos afuera.
– Tráeme la comida que prometiste – Dijo el Álvaro a Vianey
Vianey solo observo a su alrededor y comenzó a llorar, por la brutalidad del señor y también porque ella sabía que no podía conseguir ese alimento, aun que tuviera el valor para ir por él, no sabía dónde buscar y ni como traerlo.
– Tú y tu hija se van ahora mismo de aquí, les dije que podían quedarse unos días y ya llevan 1 mes, eso son muchos más días de lo acordado – Dijo Álvaro muy enojado desde dentro de la casa
Álvaro emprendió camino a la habitación de Vianey y Laura, salió con mucha ropa de ella en bolsas y se las aventó afuera para después tomar a Laura de la mano y sacarla del hogar que tanta protección le había dado.
– Esa ropa te la regalo, tómala como un buen gesto de mi parte, pero ahora has un buen gesto de tu parte por todas mis molestias y vete de aquí
– Señor por favor, recapacite – Decía Vianey en llanto con Laura a su lado.
– No es negociable, he soportado mucho y ya hice mi buena obra por ustedes
– Pero señor, yo no tengo como comer, ni donde dormir.
– No tenías cuando te conocí y ¿vivías aun no?
Vianey le suplico por mucho tiempo al señor que no las arrojara a la calle, pero Álvaro no parecía querer ceder de ninguna manera. Sin más que hacer Álvaro les ignoro y cerró la puerta para irse a sentar ese viejo sillón de su casa. Mientras Vianey al no saber que hacer, se quedo a unos metros de la casa, en la calle, se sentó a en el suelo a llorar.
Al pasar unos 10 minutos, sintió la rabia desvanecerse y comenzó a pensar bien las cosas, aun que le daba muchas vueltas al asunto en su cabeza, no veía conveniente que la mujer y su hija regresaran, era una carga muy grande, ya preocuparse por el era un reto, ahora por otras 2 personas más representaba otro nivel. Observo por el pequeño orificio de la ventana hacia afuera y pudo ver a Vianey, ya de pie y aun llorando y en ocasiones observa a su alrededor, al parecer la mujer pensaba en que podía hacer, pero no veía ninguna respuesta.
En cambio, Álvaro miro a Vianey de pies a cabeza, repitiendo en su cabeza “aprovecha viejo estúpido, porque esta será la ultima vez que veas a una mujer de ese calibre” y así fue, el aprovecho cada segundo para mirar el rico trasero de la mujer y sus ricas piernas.
Pero la maldad de Álvaro comenzó a trabajar en su cabeza, le otorgo una idea que era de lo mas perversa, pero no podía desperdiciar una oportunidad así.
La puerta del hogar de Álvaro se abrió y Vianey giro su vista hacia está, esperando que el señor Álvaro hubiera recapacitado todo lo anterior. Para su sorpresa el señor salió unos pasos afuera y le pidió que se acercara a él llamándola con una señal de manos y Vianey con Laura rápido llegaron al señor.
– Mira niña, si dejare que te quedes, pero ahora habrá condiciones que tendrás que cumplir, pero a cambio tu tiempo aquí en mi hogar será indefinido hasta que tú quieras – Dijo el señor al tiempo que les hacia la señal de entrar.
Vianey y Laura entraron al hogar mientras que Álvaro se servía un vaso con mucha agua, tomando valor para su propuesta y para su nueva actitud, pues si quera que su plan funcionara, esta debía ser firme y ruda hasta el final de su plan. Laura al incorporarse rápido dentro del hogar se fue a jugar con sus juguetes y Álvaro llamo a Vianey a la puerta trasera de la casa, sin abrir la puerta, solo colocarse frente a ella, se recargo en esta y miro a Vianey para decirle.
– Mira niña, yo hecho muchas cosas y seguiré haciendo por ustedes, pero ocupo que hagan cosas por mí también
– Si señor, por supuesto, estoy totalmente de acuerdo con usted – Vianey acepto inmediatamente sin pensarlo, ya que se le hacía lo justo
– Buen, primero que nada, todo ese desastre lo vas a recoger tú. Yo iré por más alimento mañana, creo que con lo que quedo nos basta para hoy y para el desayuno de mañana – Al tiempo Álvaro decía eso, Vianey afirmaba con su cabeza – Pero es tiempo que algunas cosas cambien aquí – Resalto el viejo.
– Si señor como ya le dije, estoy de acuerdo con usted.
– Bueno entonces no será un problema a como entiendo – Tomo un poco de aire Álvaro y cambio su mirada por una mas imponente, sabia que, si esto quería que funcionara tenía que ser así, tanto en actitud como en físico – Quiero que seas mi mujer en esta casa, quiero que me ayudes en cosas que hay que hacer en casa, cosas que una mujer tiene que hacer.
– Si señor, estoy de acuerdo con usted, además ya tengo experiencia en esto, como le dije ya estuve casada con mi Manuel y yo me encargaba de lavar trastes, limpiar la ropa, limpiar el suelo, quitar el polvo, en fin, de todo lo que una mujer hace en un hogar – Dijo Vianey con mucho entusiasmo y con mucho agradecimiento a Álvaro por dejarles quedar.
– Si al parecer si entiendes el punto, pero no lo logras captar en todo su esplendor mujer… serás mi mujer, no la mujer del hogar – Una vez más Álvaro usando su voz imponente
– Ser… ¿su… mujer? – Ahora Vianey por fin iba entendiendo por donde iba todo esto.
– Ahora ¿ya entiendes a que me refería?
– Señor, pero usted tiene mucha edad para mí, yo le prometo ser muy útil en el hogar, incluso acompañarle a buscar suministros, pero por favor no me pida eso.
– ¿Acompañarme dices? Y dejar a Laura ¿Sola? Además, que tanto podrías ayudarme ¿Qué tanto sabes? – Álvaro usando un tono denigrante para la mujer, que al parecer funcionaba, porque Vianey miraba el suelo cada vez aceptando su destino.
– Pero señor, usted podría ser mi padre y, además – Álvaro interrumpe a la mujer
– No te estoy preguntando, tampoco estamos negociando los términos ¿aceptas o no?
Vianey miro por ultima vez al suelo y con un poco de tristeza e impotencia en su mirada, la levanto y miro a Álvaro, hubo un silencio por un tiempo, miro hacia su hija Laura, pasaron unos 30 segundos, después volver a mirar a Álvaro, con sus ojos de haber perdido la poca esperanza que tenia en la humanidad, que había encontrado con Álvaro.
– Está bien señor, acepto, seré su mujer en toda la palabra
Álvaro al ver que Laura había aceptado, en el despertó el demonio que tenia dentro y a su cabeza le llego una lujuria que enveneno todo su ser, que lo transformo en otra persona y viendo que Vianey ya estaba mas inmune, aprovecho para dejar salir cada idea.
– Pero hay otros puntos que debes cubrir, y como dije antes, son si o si, o te vas – Dijo el señor aun con su posición implacable.
– Si… señor… dígame
– La primera, ahora en adelante, me diriges a mi como “Mi amor”, ya no quiero nada de señor, ni Álvaro, ni señor Álvaro o Don Álvaro ¿Estas bien con eso?
Vianey miro a Álvaro fijamente y en su mirada expreso su desprecio por la idea, y lo ridículo que para ella sonaba, como si al llamarle así, haría que ella lo lograra amar con el tiempo, pero ese no era el punto del señor, para el viejo escuchar en los lindos labios de Vianey con linda voz un “Mi amor”, solo se la ponía muy dura, en sus sueños y pensamientos mas húmedos imaginaba haciendo el amor con Vianey mientras ella le llamaba de esa manera.
– Está bien… acepto señor – Dijo Vianey mientas volteaba su mirada hacia otro lado donde no estuviera Álvaro
– También quiero que me sirvas en la cama como yo quiera
– Está bien señor… digo amor mío – Dijo Vianey con una mirada de insolencia.
– Pero mira mi rostro cuando me hables, mira mis ojos y vuelve a repetir – le exigió Álvaro.
– Si señor, está bien – La joven le miro con ojos en llanto y con furia, expresando su inconformidad.
– Tal vez ocupas que un hombre te eduque, te dome y te trate como una puta para que aprendas – Álvaro molesto por la contestación y mirada de Vianey. La joven dio un salto de susto y sintió mucho miedo por el cambio repentido de Álvaro.
– Señor, no fue mi intención molestarle – Dice Vianey tratando de tratar de arreglar todo.
– Dirígete a mi como “MI AMOR” ESTUPIDA.
– Perdón … no quise hacerte sentir mal, perdóname mi amor – Aunque Álvaro ya era un señor mayor, con canas en su cabeza, aún era un hombre con mucho vigor y fuerza, era un hombre a temer.
– ¿Ahora quieres remediar lo que hiciste hablándome bonito? ¿tratándome de seducir con tu linda voz y mirada? pero mujeres así merecen ser educadas, con el tiempo aprenderás… para que quede mas claro, te voy a coger cuando quiera, donde quiera y por donde yo quiera ¿queda claro eso?
– Si… amor, entiendo.
– NO, NO CREO QUE ENTIENDAS, de verdad te voy a coger CUANDO YO QUIERA, DONDE YO QUIERA Y POR DONDE YO QUIERA
– Si… amor… entiendo – Dijo Vianey mientras comienza a llorar un poco por la dura situación que enfrenta.
– Y eso incluye que nunca me vas a reprochar ninguna orden, nunca me vas a decir que no a cualquier petición, todo lo que te pida por mas absurdo que sea, por mas denigrante y misógino que sea para ti, mientras me de a mi placer lo harás ¿estas bien con eso?
– Si amor, estoy bien con eso
Álvaro observo a Vianey y al verla comprendió que ella aun no captaba el alcance de la proposición, que decía un si por que era lo que se suponía debía contestar para que todo fuera en marcha. Para que Vianey le quedaran las cosas muy claras y fuera sodomizándose para él, hizo la primera petición.
– Ahora quiero que te quites tu short y me lo des –Mientras estiraba su mano esperando ella lo coloque ahí
– Pero... pero – Decía Vianey al tiempo que deja de llorar, ya que la propuesta la había impresionado, tan inesperada y helada.
– Te estoy esperando Vianey – Dijo Álvaro con un tono brutal
Vianey coloco sus manos en su cintura tomando la entrada del short y comenzó a bajarlo, lento esperando que el señor desistiera de esa petición, pensando que tal vez era una prueba y al ver que ella cedía, el dejaría que ella los conserve puestos. Pero al ir un poco debajo de su nalga, se dio cuenta que iba en serio. Todo esto a Álvaro solo se la ponía muy dura, la lentitud de ella para bajarlos lo prendía más. Vianey al ver la reacción de él, lo bajo rápido y saco de sus pies para luego entregárselo. La vista para Álvaro era muy hermosa, Vianey tenia unas piernas suaves y hermosas, se podía observar un poco el contorno de su sexo por encima de su prenda intima de color azul, que le era una prenda que le cubre medio glúteo y entra entre los dos glúteos de manera muy ajustada, con mucho encaje donde se podía ver la mitad de cada gluteo. Pero la playera le impedía verla en su totalidad, ya le llegaba un poco debajo de la mitad del gluteo, aunque se veía como una minifalda con una vista muy erótica, el viejo depravado quería ver más, así que Álvaro hizo su siguiente petición.
– Dame la espalda y levanta tu blusa, quiero ver ese perfecto trasero – Vianey no quería obedecerle, pero sabía que no había otra opción, se levanto su blusa poco arriba de su ombligo, giro su cuerpo y miro hacia el techo de la casa, tratando de pensar en otra cosa que no fuera lo que el señor le obligaba a hacer.
– Esta bien así amor – Dijo la joven
– Ahora quiero que jales tu ropa interior, quiero verte bien esas nalgas, quiero verte jalar el elástico tu mismo y que tu misma me des esa vista.
– Pero Álvaro, eso es muy – El Viejo la interrumpe
– ¡¡¡AHORA!!!
Sin más, la joven tomo con su mano izquierda y jalo su prenda del lado derecho de su cadera, mientras con la otra mano seguía sosteniendo la playera.
Duró ella lo que el Viejo quiso en esa posición, Álvaro observo sin parpadear, sus ojos se iban de una glúteo a otro, a la chica miro de reojo al tipo y se le hizo enferma su mirada, la hizo estremecer pero al mismo tiempo la hizo sonrojarse, que aun que Álvaro era un viejo con canas, era al final un hombre que adoraba el cuerpo de Vianey como a una diosa.
– Ahora quiero que de aquí en adelante andes así en la casa, siempre andes de esa manera – Ese comentario de Álvaro a Vianey, solo logro hacerla sentir mas oprimida, pero lo raro de todo esto, es que a ella le causaba un leve cosquilleo en su sexo, le estaba excitando toda esta situación, ella no podía creerlo, su cuerpo la traicionaba, su cuerpo le jugaba una muy mala broma, pero siempre en mente mantuvo el pensamiento de que por ningún motivo el viejo debía darse cuenta.
– Pero… pero ¿Qué dirá Laura cuando me vea así siempre? – Pregunta Vianey tratando de convencerlo de esa pésima decisión, tratando de disimular que su opresión no le daba gusto y estaba en total desacuerdo, aunque todo fuera lo contrario, aun que su cuerpo y mente le gustaba sentirse sin salida, sentirse que era usada como un objeto sexual.
– Es una niña por dios, no sabe nada del mundo, dile lo que te vaya en gana… puedes decir que es por comodidad o por que así quieres, la verdad me importa un poco
Álvaro tomo una silla que tenía cerca de él, la coloco frente al trasero de la mujer y se sentó, le pidió a Vianey que se diera la vuelta, de inmediato ella obedeció, dio una vuelta muy lenta y quedo frente a él. Álvaro quedando poco debajo de sus pechos en altura.
– Ahora puedes soltar tu calzón – Le ordeno el viejo a la joven mujer
– Si señor, digo… amor mío – Vianey soltó sus ligas y su playera, aunque su calzón quedo un poco metido en sus dos glúteos por el jalón, no quiso prestarle atención.
El viejo coloco su mano por encima de su cadera, exactamente donde termina la liga de su calzón en su cadera y comienza su piel, pero todo por encima de la blusa, para luego comenzar a acariciar, jalar por encima de la playera la liga y soltar, y repetir una y otra vez ese siclo.
– Vez, como te queda muy bien el papel de una puta en esta casa… es algo que va bien contigo y lo puedes hacer de maravilla – Dijo Álvaro mientras metía una de sus manos por debajo de la blusa colocándola exactamente donde estaba antes, pero con la diferencia que ahora era contacto directo con su prenda y piel.
– Álvaro, esta Laura aquí, por favor ¿Puede ser en otra ocasión?
Álvaro al escuchar eso, le causo una molestia y de forma casi inmediata coloco la otra mano en el otro lado de su cadera, ahora al tenerla sujeta por ambos lados la jalo de golpe para sentarla de el con las piernas abiertas, quedando el sexo de la dama encima del duro miembro del hombre.
– ¿Qué parte no entiendes de lo que quiera, cuando quiera, por donde quiera? – Todo eso le decía Álvaro mientras la tenía sujeta con mucha fuerza de su cadera, enterrando la yema de sus dedos en la piel de la mujer, causándole un poco de dolor a la joven
– Pero Álvaro, es que… - Le suplico la joven al viejo, al tiempo que ponía sus dos manos sobre los hombros del viejo.
– Es que nada, Laura no se dará cuenta, además aun no te hago nada ¿o sí? – Pregunto Álvaro mientas recorría con su vista le cuerpo de Vianey, del vientre hasta el cuello
– Álvaro... es que todo es muy rápido… – Álvaro interrumpe a la mujer
– ¿QUE TE DIJE? – Le dijo el hombre con voz imponente
– Perdón, amor – Dijo Vianey mientras miraba el rostro lujurioso de Álvaro.
Álvaro una vez más recorría con su mirada a Vianey y ella se daba cuenta de todo esto, ella observaba al viejo hacer sus miradas de lujuria, pero la mujer pudo sentir una ligera sensación en su cuerpo, una sensación de querer mover su cuerpo, mover su sexo que estaba protegido por su prenda intima, por encima del pene del viejo que estaba bien duro por debajo del pantalón, pero sabia que no podía, no podía rebajarse a tanto, se decía entre dientes “dios, si soy una puta… como me puede pasar esto ¿con un viejo como él? ¿Por qué tengo tangas ganas de tenerlo dentro de mí?” y el viejo sin perder mucho tiempo, comenzó a tratar de mover su miembro para que la joven sintiera las pulsadas, eso solo lograba destruir más el espíritu de Vianey.
Para la suerte de la hembra o mala suerte dependiendo del punto de vista, Álvaro enterró mas sus dedos en la piel de la mujer y comenzó a moverla, para que su sexo acaricie su duro pene.
– Solo digo, que es muy pronto para mí, acabo de perder a mi marido, a mi Manuel.
– Otra regla mamacita – Todas esas palabras las dijo Álvaro al tiempo que cambio sus manos a las nalgas de la mujer tratando de cubrir lo que más se pueda con ellas de las nalgas la joven. La jalo con fuerza hacia él y su pene, la intención de Álvaro era hacer sentir a la joven su duro pene y marcarle quien era el macho controlador y quien era la hembra sumisa – No quiero que vuelvas a mencionar a tu ex marido, de ninguna manera, de hecho, de aquí en adelante no existe ¿ahora que me ibas a decir?
– Nada mi amor… nada – Con una voz muy baja decía Vianey
– Ahora puta, quiero que muevas ese culito por encima de mi y restriegues esa panocha en mi verga, quiero que la sientas
Vianey solo se quedo quieta, se le hizo una proposición muy humillante, además ella ya lograba sentir la humedad en su sexo y no quería que el lograra sentir esa humedad. Ella no podía dejar que el ganara, ni tampoco iba a dejar que el tipo la obligara a darle placer. Ella siempre pensó que en toda la proposición el seria quien trabajaría todos los actos, no que le tocaría a ella, haciéndola sentir más puta de lo que ya se sentía. Pero Álvaro no iba a permitir ese tipo de enfrentamientos de voluntad de parte de ella
– Que te muevas no escuchaste – Álvaro la levanto de golpe con una pierna y la hizo dar a la mujer un pequeño brinco en su pelvis, dándole la indicación de que se mueve ya
Vianey sin más, comenzó a mover su sexo por encima del pantalón de Álvaro, tallando de atrás hacia adelante una y otra vez, para poder tener un mejor ritmo, Vianey tomo con más fuerza los hombros de Álvaro con sus manos y prosiguió a obedecer, pero en ningún momento dejo que una ofensa de Álvaro la detuviese de cumplir su orden, para evitar que todo empeore.
– Si, muévete así niña, no sabes buscar comida, ni sobrevivir en este mundo tan cruel, pero esto se te da muy bien, esto de moverte encima de una verga… lo haces bien puta – Vianey no contestaba nada, solo se ocupaba de cumplir – Ya no quiero que vuelvas a desobedecer, si te digo algo, lo haces, hace poco te dije que te movieras y no lo hiciste al inmediato, dejare pasar esta por que es nuevo para ti, pero te juro por lo que mas amas… por Laura, que otra y te vas a la calle ¿Entiendes?
– Si… entiendo – Dice Vianey en voz baja
– Y ¿Qué mas entiendes puta? – Le pregunta Álvaro mientras con sus dos manos en sus nalgas, toma el calzón ya maltratado y un poco enterrado por Vianey y lo jala con fuerza hacia arriba, haciendo calzón chino, no con la intención de lastimarla, si no de meter toda su prenda entre sus nalgas, dejando sus nalgas todas desnudas para poder tocar con sus manos.
– Que soy tu puta… que soy tu mujer… que debo obedecer en cada petición tuya – Decía todo eso en voz baja
– Eso puta, así me gusta… si tu te portas así siempre, todo saldrá bien para todos
Vianey continuo con su talle entre ambos y Álvaro estaba que ya no podía, tenia un poco de semen pre eyaculatorio en su glande, era tanto la excitación de no haber tenido a una mujer desde hace mucho que no estaba preparado. Por otra parte, Vianey se dio cuenta de eso y dio con un poco más de fuerza y velocidad.
Álvaro no tardo en sacar un poco de placer en su boca, movió un poco sus ojos a los ojos de Vianey, pero entre tanto gozo, alcanzo a dar una orden.
– Eres una puta bien hecha, sabes como restregarte en una verga… ahora quiero que te levantes la blusa y saques tus pechos para mí.
– Si, lo que tu digas amor
La mujer puso sus manos en su vientre, tomo su blusa y la levanta hasta pasar su cabeza y pasarla atrás de su cuello, de esa manera dejándola solo incrustada en sus brazos y su espalda, volvió a colocar sus manos por encima de los hombros y continuo el ritmo, para Vianey no era difícil tener equilibrio ya que Álvaro la tenía buen sujeta de su trasero.
Vianey mostro sus hermosos pechos con un pezón grueso y una areola grande, ni lento n perezoso Álvaro comenzó a chuparle los pezones, los chupaba con tanta fuerza que Álvaro no pudo notar cuanto paso de mamar, a mamar un poco con dientes.
Vianey se hecho su cabeza para atrás con los ojos bien cerrados, el dolor era evidente en sus pezones, pero se aguanta, ya que entendía bien su posición. Álvaro quita su mano derecha de una nalga y la pone encima de un pecho, mientras con esa mano aplasta y exprime ese pecho, con la boca chupa el otro.
La Joven mujer comenzó a disfrutar la situación, comenzó a sacar un poco de gemidos de placer, pero no fueron percibidos por Álvaro, porque se perdían en la respiración de cansancio de la joven por el esfuerzo al estarse moviendo.
Pero a Álvaro se la acababa la satisfacción, quería mas y puso una de sus manos en el vientre de la mujer, buscaba el sexo de esta misma. La mujer se dio cuenta y no pensó en las consecuencias, tiro su voluntad por la borda y levanto un poco el vientre, facilito la introducción de los dedos hacia abajo del viejo por encima de la prenda, encima sobre la entrada de su sexo.
– Pero si serás puta, estas bien mojada – Vianey solo guardo silencio y le apeno toda esa situación, con sus dos brazos cruzo el cuello de Álvaro, para luego tirar su cabeza a lado de la de Álvaro, le avergonzaba verlo a los ojos.
– Mírame a mis ojos puta – Ordeno el viejo.
– Pero señor, la esta pasando bien – Le dijo al oído la mujer.
– Muéstrame tu rostro ya – Ordeno el viejo
Sin más, la mujer levanto su rostro y lo coloco donde ya estaba antes de avergonzarse. El la miro y se dio cuenta de sus ojos de placer, la mujer estaba roja de vergüenza, pero a el eso le daba satisfacción.
– Te gusta sentir mi verga y que te trate de esta manera puta – Vianey solo observo al viejo y no respondió, seguía moviendo su pelvis.
Eso le provocó una sonrisa a él y le pregunto si le estaba gustando, pero Vianey solo miro al pecho de Álvaro, el hombre muy furioso le tomo con la mano derecha de la barbilla y la sacudió dejándola con la vista encima de los ojos de él.
– Mírame estúpida, mira a tu macho y quiero que veas quien es tu dueño – Ella miro los ojos de Álvaro.
Álvaro comenzó a tallar una sus dedos en el sexo de la mujer protegido por su prenda intima y Vianey no pudo evitar sacar su rostro de placer, pero le avergonzaba que este viejo la viera. bajo su mirada casi por instinto al pecho de Álvaro
– Que me mires, mira a tu hombre y no me vuelvas a quitar la mirada o recibirás una lección.
Ella entendió su posición y no le quito la mirada, pero él quería de verdad destrozar su espíritu y sabia como hacerlo. Saco la mano de su sexo y la puso en el vientre de la joven y la volvió a bajar, pero ahora por debajo de la prenda intima que defendía a la joven de los dedos violadores del viejo, tocando su piel y su sexo directamente, metió uno de sus dedos dentro de ella con rapidez y fuerza, eso hizo a la mujer gemir.
– Ahhhhhmmm – Esto sin dejar de ver el rostro de su macho
– No quiero que dejes de ver estos ojos, estos ojos son de tu hombre, del que ahora es tu dueño… mírame y no dejes de verme – Decía el viejo a la joven mientras aumentaba la velocidad del mete y saca de los dedos.
– Ahhhmmm aahhmmm ahhhh – La mujer gemía, soltaba su aliento encima de la nariz y rostro del viejo, todo eso le apenaba, pero también la excitaba, encendía un fuego en ella, ser domada de esa manera y tratada como un objeto.
– Ahora dime ¿Quién es tu hombre? – Pregunto Álvaro.
– Ahhhhmm… tu – Dice en voz baja sin aliento.
– Mas alto mujer – Decía Álvaro mientras seguía con su ritmo matador
– Tú, tu amor ahhh ahmmm
– Ahora dime, te gusta lo que hago
– Si… ahhhmm ahhmm…me gusta m… m… mucho – Decía la excitada mujer
– Ahora pídelo, pide que siga – paro el bombeo, para exigirle que le pidiera más.
– Yo… yo… quiero ma…
Sin más, de pronto se escucho la voz de Laura acercándose a Vianey y Álvaro gritando “mama” muchas veces, eso hizo a Vianey que diera un brinco para ponerse de pie y colocar su playera como debe ir. Eso dejo a Álvaro en shock, en tanta excitación y de golpe su muza se le fue. Era obvio que Vianey en el acto erótico que acaba de pasar había tenido un ataque de excitación, pero sin llegar a más, aunque perdió un poco de su voluntad, no podía dejar que esto volviera a pasar, pero no era el caso de Álvaro. Y Álvaro sabía que Vianey lo hizo a propósito, lo había usado para escaparse, había usado el llamado de Laura para escaparse.
Vianey se decidió a atender a la niña y Álvaro solo se quedó en la silla molesto viendo a la mujer con mucha furia.