Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo (02)

Después de ser dejado todo desmadejado por Rafa, aparecen 2 jóvenes negros, hambrientos de carne blanca y madura (Trío interracial).

Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo 02

No sabía qué hacer o qué decir, quería que la tierra me tragara, qué vergüenza. No había nada que negar o explicar, mis gritos fueron más que claros, así como la penosa condición en que los 2 negros me fueron a encontrar. Hablaron algo en su lengua y entraron, yo me puse de pié alarmado, parece que mi estatura los hizo dudar. El más sereno de los 2 habló.

Parece que le acaban de romper el culo… ¿no querrá mejor probar carne negra de verdad? – me dijo, bajándose un poco su short y enseñándome una verga como de 15 cm. en reposo.

¡Cuando se le para parece de caballo! – agregó el otro.

¿No quiere probar? Le gustan mucho las vergas, ya lo sabemos… no se haga el inocente. Pero le costará. – me dijo, haciendo en sus dedos la señal de dinero, me habían salido putos.

Los 2 se comenzaron a desnudar sin esperar respuesta de mi parte, uno, el que se mantenía más sereno, mediría unos 180 cm. de estatura, su piel era negra como el azabache y brillaba por el sudor que el ambiente mantenía en todo el mundo. Era delgado y nervudo, con miembros largos, delgados y fuertes, usaba el rasta hasta la cintura y su rostro era agradable. El otro era más bajo y redondo, con una prominente barriga y el pelo muy corto, se le veía más agresivo y tenso, no me gustó nada de nada. Para colmo era feo.

Yo soy Steve y el Luis… – me dijo el más alto y amable

Una vez que ambos quedaron desnudos por completo me mostraron sus genitales en todo su esplendor, los 2 tenían penes impresionantes. Bueno, ¿ya qué?, si igual me moría por probar esas vergas y ser partido en 2 por ellas. Además, el dinero no era problema, cobraran lo que cobraran.

Me arrodillé sin decirles nada, en una clara pose de sumisión y dejé que los 2 muchachos se me acercaran hasta meterme sus talegas entre los labios. Nunca había probado carne negra, y desde la primera probada supe que me sabría riquísima. Alternaba cada uno de esos enromes embutidos oscuros hasta que los sentía ya en total erección, entonces me los saqué de la boca, quería contemplarlos, ¡y vaya que si me llevé una sorpresa!

El pene de Steve, ese maravilloso y apetecible ejemplar de falo sin circundar, debía medir unos 25 centímetros de largo con un grosor nada despreciable. Luis, el otro, me mostraba también una hermosa paloma parada, de un largo bastante más discreto que la otra (no más de 16 cm.) pero mucho más gruesa, parecía como de esas vergas de caricaturas grotescas. En fin, los 2 muchachos eran definitivamente un delicioso festín.

Por su parte, ambos muchachos contemplaban embelesados las dimensiones colosales que mi pene estaba alcanzando, ante la excitación que me producía la visión de esas 2 talegotas. Luis tomó la iniciativa entonces, se abalanzó sobre mi gran ariete y me lo comenzó a mamar, al tiempo que acariciaba mis testículos también con sus labios carnosos y su lengua caliente empapaba todo lo que encontraba a su paso. Por mi parte atrapé el gordísimo sexo de este, empezando a masturbarlo con ambas manos mientras continuaba tragando el larguísimo pene gigantesco de su amigo.

Aquel era un concierto de chupetones húmedos, muchos se oían como ruidosos besos. Acabé sentado en el suelo, con un Steve cogiéndome por la boca, sujetándome de la nuca; y un Luis acotado de costado sobre el suelo, desnudo, mamándomela y dejándose masturbar.

Pasados varios minutos, Luis se puso de pié y se acercó a Steve, se puso a su espalda y lo hizo inclinarse hacia delante, elevándole el culo para poder chupárselo. Al mismo tiempo, poco a poco, Steve se fue agachando y acomodándome, elevó mi pelvis y empezamos un delicioso 69, lamiendo e introduciendo un dedo dentro de mi más que dilatado ano, luego de la cogida que me pegó Rafa.

Steve ponía todo su empeño en proporcionarme placer y lo estaba consiguiendo, si bien su lengua ignoraba mi largo y poderosos mástil, se paseaba por encima de mi perineo, testículos y ano. Era una caricia cálida y mojada, sentía que me quemaba las entrañas con cada lamida. Al mismo tiempo disfrutaba de la lengua de Luis, que ya le estaba metiendo tres dedos dentro de sus entrañas.

Me pusieron de espaldas, agachado sobre la cama, con las piernas abiertas y el culo parado, los 3 nos colocamos condones y Steve me clavó de una sola estocada haciéndome aullar, fue una invasión dura y súbita, suerte que aun tenía el culo bien abierto. Por su lado, el culo de mi violador era invadido a su vez, también sin piedad ni delicadeza, por la verga no tan larga, pero colosalmente gruesa, de Luis, que se agarraba con fuerza de sus caderas mientras le daba y le daba con todo.

¡¡¡¡AAAAAGGGGGHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAGGGGGHHHHH!!!! ¡¡¡¡AAAAAGGGGGHHHHH!!!! – gritaba Steve, presa de una mezcla de dolor y un inmenso placer.

¡¡¡¡SIIIIIIIIII!!!! ¡¡¡¡ASIIIIIIIIIII!!!! ¡¡¡AAHH!!! ¡¡¡AAHH!!! ¡¡¡AAHH!!! ¡¡¡¡QUE RICOOOOGHHH!!!! – gemía yo con fuerza mientras era atravesado por el largo pene de Steve.

Continuamos así hasta que Luis se aburrió de culo de su amigo, que me imagino ya se conocía de memoria. "Cambio" gruñó y se la sacó del culo a Steve, haciendo un sonoro "plop". Lo agarró con mucha brusquedad del pelo y lo obligó a arrodillarse, para meterle acto seguido su gruesísimo garrote entre la boca, no sé como el otro lograba darle cabida, podía ver en sus ojos que tenía que hacer mucho esfuerzo.

También me puse de pié, con un gran vacío en mi cola, que pronto sería llenado, por cierto, y le di mi imponente pene al flaco para que me lo chupara. Steve hacía malabares para poder mamarnos las vergas a los 2, pues ambas son desmesuradamente gruesas, la de Luis un poco más que la mía (¡que mide 6 cm. de diámetro, por cierto!). Mientras nos las chupaba, Luis le daba cachetadas y golpes, lo jaloneaba fuerte del pelo y le decía cosas sucias. Steve, en lugar de molestarse, parecía más excitado cada vez.

A este perro le gusta que lo traten mal, – decía el bajito gordo – no es más que un pedazo de basura… ¡mirá como te gusta estar, mirá como te gusta que te den! ¡Perra! ¡Puta sucia!

Lo agarró del pelo con brutalidad y lo puso de pié, interrumpiendo súbitamente las felaciones que nos daban. Luis me empujó con brusquedad, haciéndome caer sobre la cama de espaldas. La verdad es que la rudeza también me agrada, pero poco a poco ese tipo me iba colmando la paciencia, ni siquiera me cayó bien de entrada.

Obligó a Steve a sentarse sobre mi largo y duro miembro hasta topar con mis bolas, el pobre flaco casi lloró al hacerlo, pero no se detuvo ni un poquito, parecía que la vida se le iba en ello. Empezó a cabalgar fuerte sobre mi príapo, con los ojos en blanco gruñendo con fuerza y desesperación. Veía los 25 cm. de su miembro azabache azotarse fuerte contra su vientre y el mío cada vez que subía y se dejaba caer. Tenía un trasero precioso realmente, grande, redondo y muy carnoso, no sé porqué no lo había notado antes. Entonces sentí algo en mi ano

Estaba justo al borde de la cama, con las piernas apoyadas en el suelo, sentí como Luis las tomaba con fuerza y las abría en el aire, dejando mi perforada entrada posterior totalmente expuesta y poniendo su tremendo palo justo en la entrada. No hubo delicadeza ni cuidado, simplemente me lo dejó ir todo, abriéndome como una reposadera y comenzando a cogerme sin compasión.

¡¡¡¡¡AAAAAAAUUUUUUUUGGGGGGGHHHHHHHH!!!!! – grité cuando me sentí invadido.

¡¡¡¡AARRGGHH!!!! ¡¡¡¡AARRGGHH!!!! ¡¡¡¡AARRGGHH!!!! – gruñía Steve desesperadamente ante cada metida de mi pene en su ano.

¡¡¡¡PARÁ, ANIMAL, PAAAARAAAAAGGGGGHHHHHH!!!! – le pedía a Luis, pero el desgraciado solo se reía y gozaba con mi sufrimiento, que iba acompañado de mucho placer también (tengo que admitirlo).

Fui cogido con tal salvajismo como por 5 minutos, lo estaba gozando, es cierto, pero hay un momento en que el dolor deja de ser placer y se convierte en eso, no más que dolor, y deja de ser agradable. Decidí precipitar el final, le quité rápidamente el condón a Steve y lo pajeé con fuerza, el negro acabó exageradamente con largos y fuertes chorros que cubrieron mi pecho y cara, gritaba y aullaba como un desesperado, loco del placer.

Se quedó inmóvil sobre mi, su amigo, al ver que ya había terminado, me vio sonriendo como un enfermo y me sacó su falo de adentro, sentí un gran alivio. Pero entonces, por medio de mi pene, pude sentir como lo colocaba junto a este, listo para perforar a su amigo, que abrió los ojos como platos en ese instante en una mirada que me suplicaba "¡deténgalo!". Obviamente lo hice, 2 penes de 6 cm. de diámetro juntos, seguramente lo destrozarían de una forma atroz.

Esperate… – le dije – quiero acabar ya… – y me paré, cargando en vilo a un Steve que se abrazaba a mi como un niño atemorizado.

Supongo que por mi estatura y decisión, Luis no dijo nada, pero agarró a su amigo de las greñas y lo bajó tan salvajemente como lo había subido, y le ordenó que me hiciera acabar, sin dejar caer ni una sola gota al suelo. Steve, manso y obediente, me masturbó con fuerza hasta hacerme acabar en su rostro, llenándoselo completamente de mi espesa leche, amarrándole toda la cara y el pelo. Y el, tal y como Luis le había ordenado, no dejó escapara ni una sola gotita, todo o quedó en su piel y cabello, o se lo tragó.

Inmediatamente vino el orgasmo del otro, Luis echó abundantes borbotones de semen dentro de su boca, manteniéndolo firmemente sujeto del pelo y obligándolo a tragarse la esperma. Esta vez si dejó escapar bastante, le era imposible mantener ese aparato y esa cantidad de fluidos en sus fauces a la vez.

Vi un vejo de ira en la cara del otro, me imaginé que le daría una buena paliza por su atrevimiento así que intervine una vez más. Me arrodillé junto a Steve y me puse a lamer su cara, a besarlo y a lamer los restos de semen del pene de Luis. Este, complacido ante este espectáculo, se fue alejando poco a poco, dejándonos solo al cabo de unos minutos. Y al final, Steve, luego de un largo y lleno de semen, me beso, mirándome a los ojos me dijo "gracias" y me abrazó, quedándose así por un momento, solo dejándose mimar. Luego, mirándome a los ojos, me dijo.

Me puedo quedar con usted toda la noche si quiere, pero le va a costar más caro

No hablemos de dinero ahorita

Bueno… la verdad es que si fuera por mi, no le cobro… pero Luis se enojaría mucho y

Si, si, me imagino

Le prometo que le voy a dar todo el placer que usted quiera… considéreme de su propiedad por hoy y por todo el tiempo que lo desee.

Y así nos quedamos, abrazados hasta que recuperamos fuerzas y volvimos a copular como animales, pero esta vez los 2 solos y sin la presencia tensa y perturbadora del otro. ¡Qué fin de semana, pues apenas íbamos por el primer día y la primera noche!

Continuará

Tito (Garganta de Cuero).

Pueden enviarme sus opiniones y comentarios a mi correo electrónico, besos y abrazos.