Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo (01)

Me fui de vacaciones con Rafael al paradisíaco minicipio de Livingston, en el caribe. El fin de semana empieza caliente, sudoroso y lleno de semen, buen preludio para lo demás.

Sol, Playa, Arena, Sudor y Sexo 01

Buenos días, nuevamente soy Tito, el Gato, y regreso para continuar con mi historia, esta vez les voy a contar lo que ocurrió durantes unas calientes vacaciones que tomé junto a mi "amigo con derecho" Rafael, en las soleadas y paradisíacas playas de mi país.

Como los 2 podemos disponer de nuestros horarios a nuestro antojo, decidimos pasar todo un fin de semana en las hermosas playas de Livingston, en el departamento de Izabal de mi país. En mi casa, mis hijas no me dijeron nada, es más, les parecía bien que me fuera de viaje, pues me veían feliz y más relajado… si supieran… Claro, tampoco es que les gustara quedarse solas, pero yo quería que tomaran vuelo por fin, pues las 2 habían tenido muy mala suerte en el plano sentimental y aun seguían sin recuperarse.

Estelita, la mayor, se había casado muy joven, pero luego su marido, un hijo de puta, la dejó por otra. Virginia, la segunda, nunca llegó a casarse, tan solo tuvo un hijo de una relación fallida, que es el centro de su vida. Bueno, por lo menos ella estaba ya entablando una relación con un caballero bastante serio… como deseaba que las cosas le salieran bien.

Bueno pues Tito… ya estamos aquí… – me dijo Rafa cuando llegamos al hotel.

¡Si, y qué calor hay hoy!

¡Y se va a poner más caliente Gato!

Sin decirme nada más se me acercó y me plantó un beso largo y húmedo. Supongo que ya estaba claro que aquel fin de semana sería una gozadera loca. Tomamos nuestras toallas y nos fuimos directo a la playa. Me encanta el mar de la capitanía de Livingston, uno puede adentrarse caminando casi 3 Km. y aun es un mar limpio.

Nadamos un buen rato y luego salimos para almorzar, tenía ganas de un buen plato de mariscos y me di gusto en un pequeño y colorido, pero muy limpio restaurante a orillas de la arena. Allí, 2 jóvenes garífunas me veían insistentemente. Los garífunas son los habitantes negros del caribe centroamericano, desde Belice hasta Costa Rica. Hablan el criollo, o creole, una mezcla entre el inglés, el francés y el español, más los distintos dialectos africanos de los primeros esclavos traídos al caribe.

No es que nos asustaran a Rafa y a mi, pero tampoco nos agradaron mucho sus mirada, especialmente la de uno de ellos, más o menos de 1.70 y algo gordo, el otro era más agradable a la vista.

Terminamos de comer y pagamos, luego Rafael y yo nos fuimos a caminar y a ver otras atracciones turísticas. Como a eso de las 6 de la tarde decidimos regresar, queríamos darnos una ducha y arreglarnos para salir más tarde, la noche prometía ponerse buena en ese lugar. Pero al nomás entrar a la habitación me di cuenta de que las intenciones de mi amigo eran otras.

¿Se la está pasando bien Gato?

Si, bastante Rafa

¡Pues ahorita se la va a pasar mucho mejor! – me dijo, agarrándome de la nuca y la cintura y dándome un beso fuerte y profundo.

Sentía su lengua acariciándose con la mía, el sabor de su saliva y el aroma de su aliento, su mano en mi nuca, apretándome la cara contra la suya, la otra abajo, en mis caderas, en donde se apoderó de mis peludas nalgas, metiéndola por debajo de mis bermudas, explorando entre mis carnosos cachetes buscando mi ano.

De repente se separó de mí y se sacó su pene erecto de 22 cm. Bastó tan solo que me lanzara una fuerte mirada, cargada de calor y deseo, para que yo, mansa perra, me arrodillara y lo dejara meter esa vergota entre mis labios. Me encanta mamar vergas, la verdad, a mis 54 años era un mamavergas experto. La untaba con mucha saliva y me la sacaba para pasármela por toda la cara, teniendo cuidado de no lastimarla con mi barba. Mientras tanto el me quitaba la playera y yo me bajaba las bermudas, haciendo los mismo con las de el, que también se despojaba de su camisa. Al final ambos quedamos totalmente empelotados.

Rafael era un hombre sumamente hermoso, con un físico digno de la mejor de las películas gays del mercado. Mide 1.80, con un cuerpo impresionante, curtido y desarrollado bajo el inclemente sol de los trabajos del campo. Tenía una fuerte complexión, delgada pero estaba bien marcada, cubierta de una espesa pelambrera que lo convertía en un oso. Su cara era hermosa a la vista, amable y de ojos vivaces. Y por abajo, una vergota gruesa y deliciosa, de 22 cm., que colgaba por delante de un par de gordos y pesados testículos.

Por mi parte no me quedo atrás, y de hecho, estoy bastante mejor, modestia aparte. Mido casi 2 metros, soy de piel blanca y cubierto de mucho pelo también (otro oso). Mis ojos son verdes esmeraldas y mis facciones muy agraciadas, uso barba y bigote. Poseo un cuerpo muy desarrollado, con una poderosa musculatura empotrada en una complexión gruesa y cuadrada. Más abajo, un culo bien grande y redondo, duro y firme, con un ano depilado sumamente elástico; por delante, un descomunal pene de 30 cm., por 6 de ancho, puesto frente a 2 bolas redondas, peludas y pesadas. Como verán, soy un monumento a la belleza masculina… y no es por presumir.

Tomándome del pelo me separó de su tranca y me hizo ponerme de pié, luego el se agachó y empezó a lamerme las ingles completamente ido. Tras unos minutos de caricias y manoseos se puso de pié y me volvió a besar con mucha fuerza.

¿Qué? ¿Vamos a empezar desde ahorita Rafa? – le pregunté.

¡Ja, y no vamos a parar ni un minuto de aquí hasta mañana Gato! – y me volvió a besar.

Me tiró sobre la cama y se echó sobre mi, empezó a lamerme las tetillas mientras movía su cintura para que nuestros penes, que habían quedado viendo hacia arriba uno sobre el otro, se restregaran de una forma muy lujuriosa. Por medio de largas y lentas lamidas fue bajando hasta quedar frente a mi enhiesto mástil de carne, el que se tragó de un solo.

Me lo succionaba con fuerza, jalando desde la garganta y subiendo poco a poco hasta quedar solo con el glande entre los labios. Luego de unos minutos de ese tratamiento fue bajando por el tronco hasta mis huevos, que lamió y chupó por unos momentos, hasta llegar a mi ano. Allí paró y se quedó, lamiendo y chupando, introduciéndome uno de sus dedos, luego dos, tres y hasta cuatro. Yo tenía la verga a punto de reventar, con mi cuerpo estremeciéndose entero.

¡¡¡PUTA RAFAEL!!! ¡Cójame ya, agarreme como un salvaje, pero YAAAAA!

Con una enorme sonrisa de satisfacción no hizo oídos sordos a mi petición y, tras ponerse un condón, me clavó de una sola estacada. Tomó mis piernas sobre sus hombros y me sujetó de la base d pene con fuerza. El dolor que sentía fue muy agudo, pero aquello solo hizo aumentar mi excitación que, pronto, convirtió a aquel dolor en una intensa ola de placer que me recorrió toda la espalda, llevándome a los límites del éxtasis y disfrutando y gimiendo como una perra en celo.

¡¡¡AAAARRRGGHH!!! ¡¡¡AAAARRRGGHH!!! ¡¡¡AAAARRRGGHH!!!

Rafa parecía un animal, me cogía sin piedad como si se le fuera la vida en ello, era como si me quisiera partir en dos con cada embestida. Pero estaba bien, lejos de molestarme me excitaba más, me gusta que me traten así, que me den palo de esta forma. Hacía tanto tiempo que no me rompían el culo de esa forma, que no pude aguantarme el orgasmo más tiempo. Recuerden lo sensible que tengo el ano y mi próstata.

Tan solo sentí un placer tremendo que me hizo cerrar los ojos y apretar las mandíbulas. Luego, cuando abrí los ojos, mi estómago, mi vientre y pecho, e incluso mi rostro, estaban cubiertos con mi propio semen.

¡Cómo que le gustó mucho Gato!

¡¡¡AAHHH!!! ¡¡¡AAHHH!!!… ¡¡¡SI, MUCHOOOOOGGGHH!!! ¡¡¡AAHHH!!! ¡¡¡AAHHH!!!

Rafael me sacó la verga entonces y se puso re rodillas sobre mi abdomen, se quitó el condón y me penetró por la boca. Me pegó una cogida oral salvaje, su largo pedazo de carne me llegaba hasta la garganta y casi termino vomitando. En menos de 1 minutos, Rafa convertía mi boca en un mar de esperma, que por la fuerza de sus embestidas no logré mantener adentro y se me escapaba sin control. Quedé con toda la cara llena de semen, además de mi vientre, pecho y cuello.

¡Ah, qué rico Tito! Si así empezó, ojalá terminé mejor… o por lo menos igual, ¿no cree? – me preguntó acostándose a mi lado, yo solo le contesté que si con la cabeza.

Rafa entró a la ducha, dejándome en la misma posición, y en esa misma pose me encontró, parecía yo un costal lleno de papas.

Cómo que se quedó cansando Gato

Usted me dejó hecho polvo

De nada Tito, de nada… más tarde podrá desquitarse. Bueno, me voy de farra, ¿se viene conmigo, quiere que lo espere?

No… creo que… me voy a quedar un ratito para recuperarme… – le dije.

Mi amigo salió de la habitación dejándome tirado sobre la cama, desnudo, desmadejado, cubierto de semen reseco y con el culo abierto como una flor. Lo malo es que dejó la puerta abierta, y justo después de que se fue, 2 negros enormes aparecieron, eran los mismos jóvenes que nos encontramos en el restaurante. Se quedaron de pié en la puerta, mirándome con ojos lascivos y un brillo malévolo de hambre de carne, hambre de carne de macho maduro… y sumiso.

Continuará

Tito (Garganta de Cuero).