Sol Naciente. Capítulo 06
Los deseos de Diego por follar al virginal Jorge son tan grandes que acaba por darles rienda suelta en el colegio, follando en un salón de clases, llevándose una sorpresa al final.
Capítulo 06.
Era una tarde común y corriente como todas las de viernes, Jorge estaba en el colegio y junto con Mario se dirigían a clase de gimnasia. Pasando cerca de las escaleras que conducían a los salones de los segundos años, notó que Diego estaba sentado en el último peldaño, cabizbajo y con una coca cola en sus manos; le hizo una mirada a Mario indicándole que luego lo alcanzaría y se acercó al rubio.
Hola – le saludó sentándose a su lado – ¿Por qué tan solo?
Hola – besó su frente – mmm… – se encogía de brazos – por nada.
¿Nada? – le pareció raro – bueno… ¿No te dijo nada tu madre sobre mí? Sobre si le agradé o le caí mal jejeje.
¿Tú? ¿Caerle mal a mi madre? ¡Por favor! – decía – ella te ama y no ha parado de hablar de ti desde anoche – terminó cabizbajo como estaba antes.
Jejeje que bueno, ella también me agradó – Jorge notó los ánimos de su chico – y… ¿cómo te fue en la exposición de Historia?
¡Pfff! – bufaba – ni me lo recuerdes, que eso me tiene cabreadísimo ahora.
¿Ocurrió algo malo?
Diego le explicó lo ocurrido a Jorge en su exposición, se quejó de la irresponsabilidad de sus compañeros, que no acabaron su parte del trabajo y por lo cual la maestra les puso cero automáticamente. Era la primera vez que Jorge lo miraba enojado y frustrado, se compadecía de él por lo sucedido pero a la vez le parecía tierno verlo así, como un niño haciendo berrinche; lo mejor que podía hacer en ese momento era abrazarlo, lo rodeo con sus brazos y pegó la cabeza de este a su pecho.
Lo siento mucho – lo consolaba – pero no te preocupes, que aún queda el examen y te puedes recuperar ahí y aprobar la materia.
Gracias amor – espetó dándole un suave beso en el cuello.
La piel de Jorge se ponía como de gallina y sus mejillas se ruborizaban, tanto por el beso como porque lo había llamado “amor”, era la primera vez que alguien diferente a su madre le decía eso. Luego Diego corrió su mano desde el pecho de Jorge hasta su paquete.
Oye párale eh – le dijo Jorge – que harás que se me pare jajaja – rió.
Jajaja ¿Algún problema con eso? – se separaba de él – así estamos en condiciones similares – poniendo sonrisa de chulo se pasaba la mano sobre su entrepierna, marcando su pene en semierección.
¡Eres un morboso! – recriminó en voz baja dándole un golpecito en la cabeza.
Jajaja no te hagas el santo – seguía frotándose y mirándolo con malicia – ¿A que no se te antoja?
Ehm… sí jejeje claro que sí – decía sin apartar su vista – pero si sigues tentándome de esa manera terminaré por llevarte a algún salón vacío y te daré una mamada de campeonato que dejará a tu polla sin una sola gota de leche.
Ufff no sería mala idea – decía – es una de mis fantasías, hacerlo en el colegio.
¿En serio? – los ojos de Jorge brillaron al ver que Diego asentía como respuesta – ehm… yo… sé de un salón que está solo a esta hora y… no sé… jejeje – se rascaba la cabeza.
¿Es-estás seguro que quieres hacerlo? – se mordía el labio. Jorge asintió – vale, llévame.
Los dos chicos se pusieron de pie y se fueron del lugar. Se atravesaron por el patio central del colegio y subieron hasta el sexto y último piso del colegio, donde eran impartidas muy pocas clases y muchos de sus salones servían como bodegas. Jorge condujo a Diego hasta un salón del fondo, solo esperaba que la puerta no estuviese cerrada con llave, pero por suerte no lo era así, entraron y echaron un vistazo en el lugar; era como todos los salones del colegio, había un escritorio al lado del pizarrón y frente a este una treintena de pupitres cubiertos por una fina capa de polvo.
Genial – dijo Diego – ¿Cómo sabías que este lugar estaba vacío?
Es el salón donde daba clases Gabriel – cerraba la puerta con seguro – desde que lo echaron nadie viene a acá.
Mmm ya – se sentaba en el escritorio poniendo de nuevo su sonrisa de chulo y quitándose la camisa, dejando a la vista su marcado y lampiño pecho – a ver ¿dónde está el señor que dijo que me daría una mamada de puta madre que me dejaría la polla sin una sola gota leche?
Está acá – seguía su juego.
Jorge se acercó a Diego y pasó sus brazos sobre los hombros de este para comerle la boca con un beso apasionado. Sus manos fueron bajando lento por la definida y un poco sudada espalda del rubio hasta llegar a su pantalón. Diego lo tenía sostenido por su cintura, acariciando y haciendo figuras con sus pulgares en su vientre plano, debajo de su camisa; aprovechó la posición y de un tirón bajó hasta los muslos el chándal de Jorge, dejando a la vista los ceñidos bóxer azules que llevaba puesto. Los besos esta vez eran muy distintos a los que se habían dado desde que empezaron a salir, eran similares a los que se dieron durante la fiesta de Mario, Jorge metía toda su lengua en la boca de Diego, acariciando la suya con brusquedad. Poco a poco Diego se fue recostando sobre el escritorio hasta acabar con medio cuerpo sobre este y Jorge encima casi bebiéndose su alma con sus labios salvajes.
Una leve mordida en el labio inferior de Diego pusieron fin a los besos, la boca de Jorge se corrió a besar su mentón, para luego pasar por su cuello alternándolos con suaves lametones; seguía bajando por su cuerpo, besó sus pectorales deteniéndose un rato en sus rosas pezones para jugar con ellos dándole pequeños mordiscos, finalmente bajó por en medio de sus abdominales, acariciando los pequeños cuadritos, hasta llegar al borde del pantalón, donde estaba escondiéndose una gran erección. Jorge desabrochó la hebilla y bajó la cremallera, vio luego de más de dos meses aquel paquete cubierto por un bóxer amarillo mostaza; sin mucho pudor ni reparos sacó el pantalón de las piernas de Diego y lo lanzó a un lado, junto a su camisa, aprovechando la pausa para también quitarse la suya y acabar por bajarse su chándal, quedando solo en bóxer al igual que su chico, pero esto no fue por mucho, ya que no tardó en zafar los de él, dejando libre su polla que estaba a reventar.
Jorge empezó a besar besitos al pene de Diego desde la base, fue subiendo lentamente por el tronco hasta llegar al glande, donde se detuvo unos segundos para acariciar con su lengua. Diego, apoyado con sus codos sobre el escritorio, se dedicaba solo a mirarlo, se mordía los labios para evitar que un gemido saliese de su boca, le prendía mucho que un chico con cara de inocente y despistado como Jorge tomase la iniciativa. Él tomo su pene con la mano derecha y le dio una jaladas al prepucio, haciéndolo emitir un leve quejido de placer. Jorge no quiso esperar más y volvió su boca a su capullo, al principio fueron pequeños besos pero luego subieron de nivel y acabó besándolo con el mismo deseo que había besado los labios de Diego hace un rato.
- Ufff que delicia, eres un… ¡Ah! – decía Diego pero no terminó.
De sorpresa Jorge se metió toda su polla en la boca. De ahí en adelante Diego perdió el control y no podía parar de emitir ligeros gemidos, Jorge engullía su pene con mucho esmero hasta donde su garganta se lo permitía, cobijándolo con la humedad de su boca y calentándolo con el calor de la misma; sus labios subían y bajaban en torno a su pene, lo hacía como si no habría un mañana para hacerlo, lo saboreaba a cada segundo, lo succionaba con fuerza esperando que pronto saliese ese néctar que deseaba probar.
Estuvieron en esas por casi cinco minutos, sus cuerpos ahora estaban sudados y se respiraba mucha testosterona en ese salón cálido por tener sus puertas y ventanas cerradas.
- ¡Affff! ¡Joder! ¡Affff! ¡Paraaa! – comenzó a gritar Diego agitado – no me quiero correr todavía ¡Te quiero follar!
Jorge se detuvo y se separó de Diego, él le hizo un gesto con la cabeza que se pusiese contra el pizarrón, lo obedeció y se colocó frente a este, apoyando sus manos en su superficie carrasposa. Diego se acercó y le bajó el bóxer, dejando a la vista sus redondas y contorneadas nalgas, su pene dio un respingo enorme al verlas, pasó su lengua sobre sus labios saboreándose por lo que pronto haría suyo. Se puso de rodillas frente a estas y se embadurnó de saliva su dedo índice para luego introducirlo en su ano, que estaba muy apretado como la vez aquella; Jorge sintió mucho dolor pero lo resistió apretando sus mandíbulas, sabía que eso era normal y que pronto pasaría, solo debía soportarlo.
¿Te duele? – le preguntó, él solo asintió – ¿Es tu primera vez cierto? – él volvió a asentir, sacó su dedo – si quieres nos quedamos hasta acá, seguimos otro día… puedo preparar algo más especial, más romántico y… – Jorge no dejó que terminara y negó con su cabeza.
Hazlo… fóllame…
Diego no esperó a que se lo dijese dos veces y siguió con su faena. Cuando sintió que ya comenzaba a ceder el orto de Jorge, introdujo el segundo dedo, el cual entró con mayor facilidad que el primero y luego de unos segundos, el tercero. Jorge ya estaba listo.
Se puso de pie y buscó en su mochila un preservativo, lo tomó y se lo colocó en su pene. Regresó y tomó a Jorge por sus caderas, pegó su pecho a su espalda, aprovechando para besar su mejilla y el lóbulo de su oreja. Le susurró un: “Te quiero… te quiero tanto” y su pelvis se aproximó a sus nalgas. El corazón de Jorge estaba muy acelerado, era su primera vez, después de ese día no sería más un chico virgen y le excitaba que su primera vez fuese en un salón del colegio. Sintió como el capullo de Diego jugueteaba en su ojete, humedecido por la misma saliva de este, poco a poco este se fue introduciendo abriéndose paso en su ano, generándole un poco de dolor a pesar de estar dilatado, fue introduciéndose despacio hasta llegar al fondo.
Los testículos de Diego chocaron con las nalgas de Jorge, tenía toda su polla adentro. Diego se quedó quieto esperando a que se acostumbrase a su pene, se dedicaba besarle la mejilla y el cuello con mucho amor; Jorge sentía su respiración agitada en su hombro y su cabello rubio rozar su cuello. Al pasar unos segundos, Diego comenzó a sacudir su pelvis de atrás hacia adelante con delicadeza, Jorge se tensó y apretó su ano, el rubio solo le susurró un: “relájate” para calmarlo y lo hizo. Poco a poco el vaivén fue aumentando la intensidad, generando un placer que hasta ahora era desconocido para Jorge.
- Cuantas veces soñé con tenerte así – susurró Diego – desnudo y con mi pene adentro… haciéndote mío… ¡¡Ufff! Que rico culito – le daba un beso.
El chico rubio siguió con su labor y cada vez lo hacía más fuerte. No pasó mucho tiempo para que Jorge estuviese totalmente entregado al placer y gimiendo como loco a cada arremetida que le daba Diego. Su pene entraba y salía de su ano con mucha facilidad, le encantaba que lo sacase todo y lo volviese a meter con brusquedad hasta el fondo.
Estuvieron follando sin cesar frente al pizarrón por varios minutos, luego Diego le dio vuelta y lo cargó entre sus brazos hasta acostarlo sobre el escritorio. Lo colocó bocarriba y posó sus piernas sobre sus hombros, y volvió a introducir de un solo tirón su pene, probando una nueva posición.
- ¡Afff! ¡Afff! – gemía Diego embistiendo con fuerza el ano de Jorge.
Aprovechando la posición, Diego pegó su frente a la de Jorge y le besó apasionadamente. Las embestidas de él a cada segundo iban tomando mayor potencia, le estaba dando a Jorge el mayor placer que había sentido nunca, y gemidos inevitablemente empezaron a salir de su boca; los testículos de Diego chocaban contra las nalgas de Jorge produciendo un sonido seco.
Pasaron largo rato follando en esa posición, sus cuerpos estaba bañados de sudor. Pronto llegó a un momento en que sus arremetidas eran brutales, y la respiración de Diego se tornaba entrecortada hasta que…
- Pasen por acá chicos, pasen – se escuchaba la voz del director afuera en el pasillo – es por acá el salón que utilizarán mientras reparar el techo del suyo – se escuchaba además el murmullo de chicos.
Diego y Jorge se detuvieron repentinamente. Volvieron su mirada a las ventanas y a través de las cortinas vieron las sombras del director, una profesora y un grupo de chicos. Jorge perdió el color de su piel al ver que forcejeaban la puerta intentándola abrir, menos mal que él mismo había puesto el seguro luego de entrar.
- ¡Mierda! – susurró Diego saliéndose de Jorge volviendo a embestirlo con fuerza.
La adrenalina había empezado a correr por sus venas, le excitaba la situación pero Jorge se bajó del escritorio y se agachó para recoger la ropa de los dos. Tomó a Diego de la mano y lo condujo hacia un armario para libros que estaba al fondo del salón.
- ¡Métete! ¡Rápido! – le ordenó a Diego, que estaba ya eyaculando dentro del condón.
Diego se metió rápido seguido por Jorge, que cerró la puerta antes que la del salón se abriese y entrase más de una veintena de chicos.
* una hora después *
- Bien niños – decía la maestra luego de que la campana sonase indicando la hora de salida – no olviden que para el lunes deberán traer su tarea de Lengua y Literatura. Pasen feliz fin de semana.
Los niños se levantaban y recogían sus cosas de los escritorios y salían del salón. En menos de diez minutos ya todos, incluyendo la maestra, se habían ido.
Al fin… – se quejaba Diego abriendo la puerta y saliendo, aún estaba desnudo – joder, que nunca sentí tan eterno el tiempo, si pasaba una hora más encerrado en ese armario moriría asfixiado por el calor ¡Parezco salido de un sauna! – se miraba su cuerpo empapado de sudor.
¡Joder! Nunca pensé que vendrían a este salón – salía Jorge – que susto…
Seee – espetaba – creo que este ha sido el susto del año para mí aunque…
¿Qué? – lo miró extrañado.
¿No te dio morbo que casi nos descubriesen? Jajaja – reía malicioso.
¡Eres un idiota! Jajaja – reía también – mejor ponte la ropa y vamos a darnos una ducha al gimnasio – le lanzaba su bóxer y su uniforme – estamos pegajosos por el sudor.
Vale gracias – los tomaba y se empezaba a poner la ropa como Jorge lo estaba haciendo.
Jorge y Diego habían pasado todo ese tiempo metidos en ese pequeño armario, desnudos y con sus cuerpos pegados y aunque Jorge lo negase, a él también le había excitado que casi los hallasen follando. Se vistieron rápidamente y se fueron a las duchas del gimnasio, por suerte no había nadie ahí, por lo que pudieron bañarse con total libertad y juguetear un poco con el agua y el jabón… no había sido nada romántico ni especial, pero Jorge habría de recordar su primera vez por el resto de su vida, y lo mejor de todo es que su primera vez había sido con alguien a quien amaba, Diego.
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- ¿¡Rey!? – lo llamaba Jorge asomando su cabeza por la puerta de la habitación de este – ¡Ah! Aquí estás, que bueno que ya regresaste jejeje que necesito que me lle… ¿Te pasa algo?
Eran casi las seis de la tarde y Jorge ya había regresado del colegio, había llegado a la habitación de Reynaldo, lo buscaba para que lo llevase al centro comercial, quería comprar algunas cosas, pero desistió de esa idea al encontrar a su joven chofer sentado sobre su cama, con la ropa un poco desordenada y sosteniendo con sus manos lo que parecía ser una foto, sus ojos estaba rojos y llenos de agua… había estado llorando.
No… no – se guardó la foto en el bolsillo y se secaba sus lágrimas con la palma de sus manos – no pasa nada – esnifaba – ¿Adónde quieres que te lleve?
A ninguna parte – dijo acercándose – ¿Por qué lloras? – preocupado.
Esto no era algo común, era algo fuera de lo normal. Jorge nunca había visto a Reynaldo llorar ni en su imaginación, a un tipo duro y fuerte como él era difícil de imaginárselo llorando por cualquier cosa, era lo contrario a él que era un llorón de primera; debería ser por algo muy malo que Reynaldo estaba llorando.
No es nada – volvía a su tono frío y tenso de los últimos días - ¿Adónde te llevo?
¿Desde cuándo te da por llorar por nada? – Inquirió – eres mi amigo y me interesa tu bienestar…
¡Já! Por favor… – dijo en tono irónico sorprendiendo a Jorge, negaba con su cabeza mientras su mirada se perdía en la nada, parecía enojado – un amigo que cuando le cuento mis problemas los ignora y me habla sobre todo lo que su novio hace y deja de hacer… un amigo que me abandona a media plática… no… no.
Jorge estaba descolocado con lo que su chofer la acababa de decir.
¿Ha… ha… ti… tienes algún problema con que me relacione con Diego? – tartamudeaba.
En lo absoluto – negaba – y… discúlpame – recapacitaba – no debí decirte lo que te dije hace un momento. Al fin y al cabo que yo soy solo tu empleado y no tengo derecho a exigir amistad de tu parte.
En serio… no te entiendo – ponía su mano en su hombro, la felicidad que sentía por haber tenido su primera vez con Diego se esfumaba con lo que su chofer le decía – ¿Qué pasa? ¿Por qué estás así?
Ya le dije que no es nada y si me disculpa Joven Saavedra, me tengo que dar un baño – se ponía de pie y abría la puerta para que Jorge se saliera.
¡¡EN SERIO!! ¿QUÉ TE OCURRE? – le gritó – ¡¡NO PIENSO IRME SIN QUE ME DIGAS LO QUE TE OCURRE!!
…
Rey… – Jorge se acercaba a él posando su mano nuevamente en su hombro, su voz sonaba pacífica – en serio, que soy tu amigo y… discúlpame si en algún momento te sentiste ignorado por mí, no me di cuenta, soy un tonto… pero… me interesa saber lo que te pasa, no te ves nada bien…
Reynaldo dejó ir la puerta de golpe y regresó al centro de su habitación, Jorge solo lo siguió, lucía desesperado y más tenso que antes. El chico se cruzó de brazos a la espera que él hablase y le dijese eso que era tan fuerte como para hacerlo llorar y tenerlo de tan mal humor.
Eh… pues… yo… – balbuceaba sílabas sin sentido hasta que se tranquilizó un poco más y dijo: – Tatiana está embarazada.
¡¿QUÉEE?! – espetó Jorge por la sorpresa – ¡Macho! ¿Y eso te tiene llorando? Jajaja – reía, su preocupación desaparecía – ¡Tienes que estar feliz futuro padre! ¡Ven! ¡Dame un abrazo! ¡Felicidades!
Jorge se acercaba a Reynaldo para abrazarlo pero este lo detuvo con sus palabras:
Ese bebé NO es mío…
… – no entendía, se quedó paralizado. ¿Cómo era posible que la novia de Reynaldo fuese a tener un bebé que no fuese de él?… a menos que…
Tatiana me fue infiel… me engañó con otro.
Los ojos de Reynaldo se volvían a llenar de agua y un nudo se formaba en su garganta. Se sentía de lo peor, quería morirse…
* (Continuará…) ***
¡Hola chicos! Antes que nada quiero pedir una disculpa por la tardanza, la inspiración me estaba fallando y además ya inicié un nuevo semestre en la universidad por lo que tengo menos tiempo libre, pero igual, espero seguir publicando al menos cada dos semanas. Muchas gracias por seguir leyendo. Agradecer especialmente a quienes valoraron y comentaron el capítulo anterior: tejota y PipeAlejandro, además a quienes me escriben por correo: David, Fernando, Jorge… si se me escapa algún nombre, mil disculpas jejeje.
No olvidéis valorar y/o comentar con vuestras opiniones este capítulo por favor, también podéis escribirme a mi correo para estar en contacto. ¡Saludos!
Atte. Neuchâtel