Sol, montaña y rio justo para un buen trio

Me gusto como la miraban, me gusto las cosas que decian y me excito entregarla.

Hola Amigos de Todorelatos:

Transcurría el mes de diciembre, con Patricia estábamos programando irnos algunos días de descanso al mar, pensamos alquilar algo en algunas de esas playas solitarias donde poder aflojarnos y descansar de todas las presiones del año; mi esposa quería alguna playa nudista o al menos que sea muy solitaria, ya había comprado sus tangas súper pequeñas para poder tostarse hasta el último rincón de su hermoso cuerpo, mi excitación por ver esos hilos desaparecer entre sus nalgas y fantasear con lo que mi imaginación daba me llevaban a tomarla en cualquier lado de la casa y hacerle el amor salvajemente.

Me gustaba que Patricia luciese su hermoso cuerpo ante la gente, me gustaba y me enorgullecía la cara de envidia de las otras mujeres cuando ella caminaba como una felina mostrando sus encantos y puedo decir que mi excitación crecía a niveles increíbles cuando los hombres la miraban con hambre, era ella tan provocativa que muchos tipos le decían cosas sin reparar que estaba conmigo, me gustaba mirarlos y demostrarles que esa puta era mía.

Pero toda esa fantasía se derrumbo cuando mi socio me informo que debía hacer un trabajo en la provincia de Córdoba, en las afuera de la ciudad de Capilla del Monte y que como el no conocía como realizar el trabajo no quedaba otra que hacerlo yo.

No quería ir con Patricia allí, no lo consideraba un lugar para ella, mi esposa le gustaba el mar, odiaba las montañas, pero por dos razones tampoco quería dejarla sola en Buenos Aires, la primera, era que venía muy motivado a disfrutar a sexualmente con ella y la segunda, que era altamente posible que a varios vecinos y también mi propio socio hicieran incursiones nocturnas por mi habitación para visitar y acompañar a mis esposa durante mis largas noches de ausencia.

Viaje con mi esposa y nos instalamos en un cabaña espaciosa y muy cómoda, ese día y el siguiente no trabajaría, quería disfrutar a mi esposa a full, la tiré en la cama y empecé a jugar con ella, le fui quitando la poca ropa que llevaba puesta y me dediqué a recorrer su cuerpo con mi boca, chupaba sus tetas grandes y metí mi boca entre sus piernas para comerle esa concha pelada y jugosa, luego le di mi verga que me la chupara y no dejé de mirarla un solo segundo, me encantaba verla con una pija entre sus labios, sea la mía o no, me dio unas chupadas estupendas, tan perfectas que acabe litros de leche dentro de su boca.

De ahí en mas vino el calvario, ella me pedía que la coja, pero ya no se me paraba, intenté por todos los medios concentrarme para excitarme de nuevo pero no podía, le eché la culpa al cansancio del viaje y nos dormimos, a mitad de la noche mi esposa se masturbaba caliente bajo la ducha.

A la mañana ella me buscó, se notaba excitada, me agarraba la pija y se la comía desesperada, pero no lograba producir la minima erección en mi, convencida que tendría que esperar otro momento para saciar su sed de verga nos preparamos para ir al río.

Nos indicaron ir río arriba, me decían que a medida que subía el paisaje era mas lindo y mas solitario, eso quería yo, estar tranquilos con mi esposa durante todo el día, caminamos en contra de la corriente alrededor de una hora, cada vez que avanzábamos había menos gente, Patricia ya se había sacado el short y se había quedado con su tanga diminuta, el finísimo hilo se perdía entre sus nalgas grandes y desnudas, unos chicos que se bañaban en el lugar se quedaron absortos de ver un culo tan hermoso.

Mi esposa se daba cuenta que la miraban y empezó con el histeriquéo de coquetear ante los extraños, cuando estábamos bastante lejos, escuchaba a los chicos gritar cosas en alusión al gran orto que portaba mi mujer.

Seguimos subiendo y decidimos parar para descansar, caliente de ver tanto el culo de mi esposa la tome por la cintura y empezamos a besarnos, me percaté que dos tipos más o menos de mi edad nos miraban, no les preste atención, por el contrario, me excite viendo como clavaban sus ojos en el cuerpo de mi esposa, le saque la remera que llevaba puesta y salieron a relucir sus hermoso senos, contenidos con dificultad por un sostén diminuto que apenas lograban cubrir sus pezones.

Patricia se daba cuenta de mi juego y su comportamiento empezó a ser la de una verdadera puta caliente, me besaba y acariciaba mi verga por arriba de mi short a la vez que giraba su cabeza para ver que hacían los tipos, por momento ella los miraba y les sonreía provocativamente.

Luego de un rato decidí dejarlos bien calientes y seguir subiendo río arriba, al poco tiempo encontré un lugar casi perfecto, una hermosa cascada y una pequeña playita que nos serviría para tomar sol, allí tendimos nuestras lonas y nos recostamos, yo seguía caliente y al apacer mi esposa estaba que hervía, apenas nos recostamos ella se adueñó de mi pija y luego de sacarla de mi short empezó a comerla con desesperación, se había puesto en cuatro en forma vertical a mi, yo aprovechaba y metía mi mando entre los cachetes de su culo.

Pero estaba visto que no podríamos terminar de darnos una buena cogida, sentimos ruidos de gente que llegaba y nos levantamos rápido, eran los dos tipos que habíamos visto unos minutos antes mas abajo, se sentaron a escasos metros de nosotros y nos miraban, me sentí incómodo, estábamos totalmente solos ante dos desconocidos que no sabíamos que pretendían.

Uno era morocho, con una barriga prominente y pelo canoso largo por los hombros, se había cambiado su short por un slip pequeño, mientras nos miraba bebía cerveza de la botella y se rascaba el bulto, el otro era mas alto mas esbelto, cuerpo fibroso y brazos musculosos, también se había cambiado el short y lucía otro slip parecido al de su amigo.

  • espero no les moleste nuestra presencia – dijo el mas delgado.

-pueden seguir con los suyo – replicó el otro sin dejar de tocarse las bolas.

Preferí no contestar y seguir jugando con Patry, aunque me sentí nervioso por su presencia, también me excite que estuvieran mirando el cuerpo voluptuoso de mi señora, me levante y apoyé mi espalda contra una roca, ella se apoyo de frente contra mi y empezamos a besarnos acaloradamente, mis manos aferraron con fuerza sus glúteos y de reojo miré a los tipos que cada vez se excitaban mas con la escena gratuita que le estábamos regalando.

Patricia se dio cuenta que yo los observaba y ella entro en mi juego deslizó su mano hasta llegar a mi entrepierna, empezó a tocarme con fuerza haciendo que se me parase por completo, mientras lo hacía no dejaba de mirar a los tipos provocativamente, yo volaba de la calentura al verla a mi esposa actuar tan puta, los tipos estaba tan excitados como nosotros hasta que el mas gordo se bajo sus slip y saco su verga, no era muy larga, pero si gruesa, muy gruesa.

Movió rápidamente su mano, tirando la piel de la pija hacia atrás su cabezota colorada salió a relucir, el tipo tenia la verga completamente parada, note que mi pija se ponía mas dura y el respirar de mi esposa se agitó ante la vista de una poronga desconocida.

Ella seguía tocándome sin dejar de mirar al tipo que empezaba a pajearse, notaba como mi mujer se calentaba cada vez mas.

  • ¿te excita lo que hace ese tipo? – le pregunte jadeando de calentura.

  • ¡¡¡hummmm siiiiiiiiiiiii!!! – me dijo al oído gimiendo.

  • ¡¡tienen la intención de cojerte!! – le dije mientras sentía que mi short se llenaba semen, estaba acabando brutalmente, empezaba a fantasear que los tipos la cogieran adelante mío.

  • ¿querés que me cojan? – me pregunto mi esposa con su voz de putita.

  • quiero que disfrutes – le conteste.

  • ¡¡te pregunte algo!! ¿Querés que me cojan? – me dijo sin sacar la vista del gordo que se pajeaba.

  • ¡¡¡siiiiiiiii quiero!!!, te veo caliente con esa pija, y se que vos también la querés – le dije jadeando a la vez que acababa de nuevo.

  • bueno amorcito, te voy a hacer carnudito de nuevo – me dijo besándome pero sin dejar de mirar de reojo la gruesa poronga del gordo.

El otro tipo camino lentamente hacia nosotros, a pesar que no la había sacado, se le notaba que la tenía totalmente erecta, se paró al lado de mi esposa y se bajo el slip, ¡¡¡guauuuuuu!!! Pensé, este si que era un verdadero semental, la verga del tipo quedo bamboleándose entre sus piernas, Patricia abrió los ojos asombrada, apretó con fuerza mi verga con calentura, con deseos de comérsela y con excitación por lo que estaba viviendo.

El tipo se acercó aún más y tocó las nalgas de mi esposa, ella no dijo nada, simplemente lo miraba y esperaba ansiosa que diera el siguiente paso, siguió tocándola mientras me miraba excitadísimo.

  • ¡¡¡que culo hermoso tiene tu mujer!!! – me dijo

  • ¡¡no la toques!! – le contesté aunque se notaba que la situación me excitaba mas a mi que a el.

Patricia me besaba en la boca y gemía , excitada, movía sus caderas disfrutando las caricias de esas manos extrañas que aferraban sus glúteos de manera salvaje y lujuriosa.

De repente el tipo, usando su fuerza la hizo girar sobre si misma, ahora ella quedo frente a el, mirándolo cuan puta enfurecida reclamaba su pedazo de verga, el paso su brazo por detrás de su cuerpo a la altura de su cintura y bajando su mano metió sus dedos entre las nalgas de Patricia, la apretó contra su cuerpo haciendo que ella lanzara un pequeño grito de aceptación; acercó su boca a la e ella y sus labios se abrieron al tocarse, yo miraba absorto y caliente a mi esposa besarse con el tipo, gemían y se entrelazaban las lenguas, de repente ella abrazo por el cuello al tipo cruzando sus brazos por atrás de la nuca, los dos comenzaron un frenético juego cargado de morbo y lujuria .

No sabía que hacer solo atiné a llevar mi mano a mi entrepierna mi pija estaba nuevamente parada, la saque de mi short y empecé a pajearme como un pendejo adolescente, era el espectáculo mas excitante que había visto en mucho tiempo, mi esposa totalmente entregada y emputecidas me demostraba lo puta que era y yo, como el buen cornudo que era permitiendo que saciara su sed de pija ya que desde la noche anterior no había podido saciar.

el gordo se acercó hambriento y se colocó a espaldas de mi señora, le estaba haciendo un hermoso sándwich y ella sonriendo aceptaba a los dos, de vez en cuando me miraba y me sonreía agradecida por lo que le estaba permitiendo vivir.

El gordo hizo que ella se arrodillase, Patricia quedo con la cara a la altura de sus vergas, me miró y me sonrió, luego me guiñó el ojo y seguidamente empezó a comerse las dos vergas alternando entre una y otra, pero sin dejar de mirarme con satisfacción, era evidente que quería decirme cuanto le gustaban esas porongas.

  • ¿vos no te prendes o te gusta ver como cogemos a tu jermu? – me dijo el gordo.

  • ¡¡ No boludo!!, ¿no te das cuanta que es un cornudo consciente? – replicó el delgado.

  • ¿vos que opinas putita? – le pregunto el delgado a Patry.

Ella no se molestaba en contestar, ambos sabíamos que me pasaba en ese momento, mi calentura por verla en acción era mayúscula y eran esos momentos en que sentía que la amaba mas que nunca, solo me sonreía mirándome a los ojos mientras pasaba su lengua por los glandes colorados y brillantes.

Mas tarde el gordo me indico que pusiera la lona playera cerca de ellos, lo hice como pude, ya que tenía mis short enrollados en mis tobillos y me era difícil caminar entre las piedras de esa manera, pero lo hice y me quedé en ese lugar para ver mejor, era realmente una dulce melodía escuchar los suaves gemidos de mi esposa mientras deglutía esas vergas desconocidas, sus suaves manos aferraban con fuerza los huevos hinchados de aquellos dos tipos.

Recostaron a Patricia, ella se colocó boca arriba y separo sus piernas flexionándolas, como ya sabiendo lo que tenía que hacer, el alto se acostó en el piso y metió su cabeza entre sus piernas, mi esposa empezó a retorcerse a la vez que su rostro denotaba que estaba gozando al máximo, es que este tipo le estaba propinando una tremenda chupada de concha, Patricia estiró su mano hasta aferrar los cabellos de aquel experto comedor de vaginas, lo apretaba contra su vulva ardiente y empapada como queriendo introducirlo dentro de ella misma.

Por su parte el gordo, había metido su poronga en la boca de mi señora, sus manos aferraban y pellizcaban sus pezones, los tres estaban salvajemente excitados y se movían eufóricos y dominados por la lujuria y el morbo; el gordo me miraba y al ver que no paraba de masturbarme se calentaba más, yo por mi parte seguía arrodillado a un costado observando encantado la escena que tanto me gustaba, la de ver lo puta que llegaba a ser mi esposa, seguía masturbándome a pesar que no lograba mi erección, había acabado unas cuantas veces y mi pija ya no reaccionaba a los impulsos morbosos de mi cerebro.

Por fin escucharon las suplicas de mi esposa pidiendo que la penetren - ¡¡¡ dame piiiijjjjjaaaaaa!!!!!- decía Patricia entre gemidos, el tipo alto dejó de chuparle y se irguió apuntando su verga a la empapada cueva de mi esposa, le hice señas que esperara para poder alcanzarle un preservativo que siempre llevábamos entre nuestras pertenencias, corrí hasta le bolso a buscarlo y saqué uno de la caja, me di vueltas para entregárselo al tipo pero el hijo de mil putas le ya había mandado la verga hasta los huevos, el bombeaba y ella se movía como una víbora recibiendo enloquecida la suculenta poronga.

El Gordo no aguantó mas y acabo chorros de leche que llenaron la boquita de mi señora, ella saboreaba su semen sin dejar de chupar esa pija gorda y colorada, se tragaba todo, no sin antes disfrutarla, me miraba y me sonreía gustosa, agradecida, excitada a la vez que su respiración se tornaba agitada y su sonrisa desaparecía dando lugar al gesto de puta furiosa que pone cuando esta a punto de tener un orgasmo, no me equivocaba, ¡¡Cuánto conocía a mi mujercita!!, primero empezaron los jadeos entrecortados, luego los pequeños gritos hasta que se transformaban en alaridos furiosos anunciando que ella también había llegado.

El Gordo se había sentado a mi lado, mientras el alto seguía cogiéndose a mi mujercita, ella ahora se movía siguiendo el ritmo de las embestidas del tipo, me miraba y sonreía con placer, estiró su mano y tomó la mía, me estiré hasta su cara y la besé suavemente en los labios, se veía hermosa, agitada, empapada en sudor, no dejaba de mirarme a los ojos, mientras seguía siendo sacudida por los pijazos del tipo que todavía no presentaba rasgos de querer acabar.

Nuevamente el jadeo entrecortado, luego los pequeños gritos y mi esposa empezaba a acabar nuevamente, esta vez nos besamos con pasión, metí mi lengua casi hasta su garganta, en su boca predominaba el gusto a semen, puede haberlo evitado, minutos antes esos labios y esa lengua habían jugado excitados con la verga de otro tipo, pero nada me importaba con tal de verla feliz y satisfecha, estaba dispuesto a hacer por ella eso y mucho mas si me lo pidiera. - ¿te gusta mi amor? – le pregunté, - ¡¡¡¡Siiiiiiiiiiiii!!!!- me contestó con satisfacción, -¡¡me encanta verte feliz!!- le dije susurrándole al oído, pues no quería que ellos me escucharan, -¡¡¡QUE VERGA TENES HIJO DE PUTA!!!- grito ella, mas concentrada en la pija del alto que en las dulzuras que yo le decía.

Dejé de besarla cuando escuche sonidos guturales emanados del tipo que estaba cogiendo tan magistralmente a Patricia, vi el rostro desfigurado de calentura y adiviné que estaba por acabar, me separé unos centímetros y supliqué que no acabara dentro de su vagina, vaya a saber por que cosa mi morbo aumento de golpe, quería que el tipo le diera de mamar la verga a mi mujercita y poder ver como se la tragaba, por suerte sucedió eso, el tipo sacó la verga y mi mujercita como adivinando se arrodillo y espero la descarga láctea con su boca abierta.

Es el día de hoy que no me explico como hizo el tipo para largar tanta cantidad de semen, era espeso, blanco y no dejaba de soltar potentes chorros, la lengua de mi esposa estaba totalmente cubierta de su esperma, pero seguía saliendo y su rostro, sus ojos, sus cabellos quedaron llenos de ese liquido hirviente y pegajoso.

Ayude a Patricia a lavarse en el río y luego de charlar unos minutos ellos se despidieron, no sin antes intercambiar teléfonos, todos coincidíamos que había sido un momento espectacularmente bueno y tanto ellos como Patricia querían que volvamos a encontrarnos.

Los vimos alejarse y nos quedamos descansando, hablando de tan buen momento, nuevamente ella me agradeció que sea tan complaciente y que me desviva por darle todos los gustos, yo solo la miraba, recorría con mis ojos su cuerpo voluptuoso, mi imaginación volaba a mil y ya podía imaginarme la gran cantidad de veces que la vería hambrienta recibiendo pijas y mas pijas, sentí excitación y las ganas de poseerla me invadían, pero era consciente de mis limitaciones y sabía que debía dejar de masturbarme tanto si quería satisfacerla apenas un poco mas, igualmente sabía que mi mujercita nunca sería de una sola pija, ella necesitaba variar para ser feliz; la bese y le dije que volvamos, me sentí feliz, mis cuernos seguían en aumento pero estaba feliz, ¿Quién puede quitarme eso?

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