Sol de media noche

Basada en una historia real, en algún lugar del mundo, sobre el inicio de la relación de un joven con la pareja de padre, el cual ya no se encuentra con ellos. Solo es el comienzo de una larga historia de más de treinta años.

N.17

Era la madrugada de aquel 1 de noviembre en el que la vida de Leonardo había cambiado en tan solo unas horas. En esos momentos se encontraba tendido en la cama junto aquel hombre maduro, que simple vista podía calcularse que rondaba los 40 años y que contrastaba con la juventud de Leonardo, que apenas había cumplido 22 años hacia unas horas atrás. Se encontraban los dos acostados en la cama, el hombre dormía plácidamente y se escuchaba su respiración profunda mientras el joven se encontraba recostado en su pecho, abrazándole, cómodamente, pero sin poder dormir. Y las imágenes de aquel día pasaban una y otra vez por la mente de Leonardo, como un remolino y se preguntaba una y otra vez si lo que estaba haciendo en aquel momento era correcto o incorrecto, si había llegado muy lejos o las cosas se habían dado solas…. ¡Pero como lo había disfrutado!

El reloj que se encontraba a un lado de la cama marco la 1:00 am e hizo que el joven saliera de su trance y pusiera atención al hombre sobre el cual estaba. Las facciones suaves de aquel hombre, su nariz respingada y sus labios gruesos, bajo aquel bigote delgado y bien marcado lo hacían verse apetecible para Leonardo. Una barba que llevaba ya días sin rasurar que contrastaba con su piel blanca y sus mejillas rosadas y un cabello castaño enrulado, despeinado por el delicioso sexo que tan solo una hora atrás había tenido con el veinteañero que se encontraba a su lado. Envuelto en sus pensamientos de culpa y a la vez de deseo, Leonardo por fin se quedó dormido abrazado al hombre que hasta hace poco era la pareja de su padre y a quien él también lo llamó papá desde que nació.

N.18

Al despertar por la mañana Leonardo se vio solo en su cama, cubierto completamente. Volteo su vista hacia la ventana y se encontró con un cielo gris, que amenazaba lluvia, un día oscuro como todos los anteriores en esa semana. El joven se dispuso a levantarse, tomó sus sandalias y se encamino a la cocina donde se escuchaba el ruido de alguien cocinando. Al entrar a la cocina se encontró a su padre Daniel, al que estaba acostumbrado a llamar papá desde que tuvo memoria, aunque no fuera su padre biológico él lo amaba como si lo fuera, por todos los años de amor que le dio, educándolo y dándole amor, estando a su lado cuando su verdadero padre se encontraba fuera de la casa, de viaje o trabajando, ayudándole con la escuela y estando al pendiente de lo que necesitara.

Daniel se encontraba de espalda cocinado, sin darse cuenta que su hijo estaba tras él, observándolo detalladamente. Leonardo veía la espalda de su padre, alto, imponente, pero a la vez tierno. Quedo unos segundos observando el abultado trasero de su papá, redondo y duro, según pudo constatar hace unas horas. El pijama de Daniel hacia verle un exquisito cuerpo, sin ser musculoso era bien definido, resaltando siempre esas nalgas prominentes.  El joven estuvo tentado a lanzarse hacia su padre, tenia deseos de besarle su cuello y tocarle ese gran trasero, para después bajar su pijama y penetrarlo como lo hizo la noche anterior, hasta arrojar todo su semen dentro del recto de Daniel…. Pero no, no podía comportarse de esa manera, por lo menos no que hablaran de lo sucedido con su padre.

-Papá... podemos hablar….

Daniel apenas se movió al escuchar a su hijo tras él y siguió con su tarea de preparar el almuerzo. Leonardo, sin insistir más decidió sentarse en la mesa y esperar que su padre tomará la iniciativa de hablar. Todo transcurrió con normalidad al estar los dos en la mesa y al momento de Daniel levantarse su hijo lo siguió hasta la habitación.

-Papá escúchame por favor.

Daniel vio a su hijo y tras callar un momento por fin habló.

-No tenemos nada de qué hablar hijo, lo que sucedió paso y ya, los dos somos adultos y no creo que nadie tenga porque saberlo, menos tus tías y tu abuela.

-Pero papá eso no me preocupa, lo que me preocupa es que pasará ahora entre nosotros, no quiero perderte ni que me dejes.

-Hijo, jamás te dejare y comprenderé que quieras irte de la casa ahora que tu papá ya no está más con…

El hombre no pudo continuar con lo que estaba diciendo y empezó a llorar desconsolado, tapándose la cara con las manos se echó a la cama viendo hacia el piso y continúo sollozando. Durante varios minutos ninguno de los dos dijo una palabra y fue Leonardo quien tomo la iniciativa.

-Jamás te dejare papá, ahora más que nunca sé que me necesitas y siempre estuviste para mí cuando te necesité, pero me cuesta…

-Entender la situación- Contesto el hombre.

-Exacto papá.

-Extraño mucho a tu padre- Continuó Daniel- Nunca pensé que se iría de mi vida, por lo menos no de esta manera y tan joven, no puedo olvidarme de el último momento que estuvimos juntos, si tan solo hubiera sabido que era la última vez que lo vería, créeme que…

Otra vez el maduro rompió en llanto y Leonardo lo abrazó, llorando junto con él le susurró al odio:

-Me duele demasiado haber perdido a mi padre, pero todos estos meses desde que se fue he aprendido a vivir con el dolor de su ausencia, cada vez que lo recuerdo trato de pensar en los bellos momentos que vivió junto a mí, que fue un hombre de bien, que me amo tanto como a ti- Leonardo secándose los ojos continuo- Y ese amor que me dio junto al tuyo me hace fuerte, me hace sentir feliz.

-Nunca me dejes por favor Leo, te necesito, sin ti me sentiría completamente solo, es que me recuerdas tanto…- Daniel se calló por un momento como si le costara decirlo- Me recuerdas tanto a tu padre.

-Papá, no sé qué decirte, yo nunca.

Daniel no espero a que su hijo terminara de hablar y le robo un beso. El veinteañero no se esperaba que su padre lo besara en ese momento, pero se dejó llevar por el momento y después de unos minutos besándose tiernamente se encontraban en la cama, los dos con los pijamas, el joven encima de Daniel, besándolo lentamente y acariciando sus cabellos enrulados, sintiéndose pleno por primera vez en su vida, sintiendo amar de verdad a un hombre por primera vez. Daniel abrió los ojos un momento, observo al joven y no pudo evitar recordar a su padre en su juventud, ese cabello castaño claro y esos ojos eran iguales a los de Eduardo, aquellos ojos cerrados, esas facciones al besarlo eran iguales a las del que fue su pareja por casi veinte años.

El maduro se sentía sucio con lo que estaba haciendo, besando al joven que vio nacer, que estuvo criando junto con su pareja por 21 años y ahora este joven se encontraba encima de él como una pareja normal, abrazándose, juntando sus labios como si fueran uno solo… Pero no podía evitarlo, desde que murió su pareja hace casi un año no había tenido sexo con nadie, sentía la necesidad de sentir las caricias de un hombre… Sin pensarlo sus manos fueron directo a el trasero de su hijo, primero acariciándoselo por encima de la ropa y después metiendo sus manos dentro de la ropa interior y sobándolos a su antojo. Después de unos minutos Daniel quiso ir más allá y empezó acariciar el ano del Leonardo, haciendo círculos en el tratando de meter un dedo, a lo que Leonardo reacciono soltando gemidos y metiendo la lengua en la boca de su padre.

Daniel se chupó y lleno de saliva el dedo con el que estaba tocando el ano de su hijo y empezó a introducirlo en el recto, para después introducir dos dedos, con lo que el joven solo gemía por el placer que su papá le proporcionaba. Y sin saber en qué momento, ambos, padre e hijo se quedaron dormidos abrazados el uno al otro, sintiendo algo de felicidad después de las desdichas que habían pasado en sus vidas.

N.19

Pasaban de las tres de la tarde y Daniel se encontraba en su oficina, con la mirada perdida en la computadora, sin moverse, pensando todo lo que ocurrió desde la muerte de su pareja el año anterior. Vino a su mente su hijo y las imágenes de ambos teniendo sexo desenfrenado en la cochera de la casa la semana anterior, cuando en un arrebato de lujuria su hijo había estado esperándolo desnudo atrás de la puerta de la cochera y al encontrarlo se fue sobre su padre, arrancándole la ropa y besándolo con desesperación, para terminar, penetrándose ambos apoyados sobre la parte trasera del automóvil.

En aquel momento Daniel tenía una el pene tan duro como pocas veces y procedió a tocárselo por encima del pantalón de vestir que traía puesto, oculto por abajo del escritorio. No podía mentirse más tiempo, deseaba a su retoño, con tan solo recordarlo lo hacía ponerse cachondo. Se levantó, cruzó su oficina y el pasillo para ir al baño con la idea de masturbarse para bajar la calentura que tenía en esos momentos. Al entrar cerró la puerta con seguro y procedió a desabrocharse los pantalones, bajar su ropa interior y sentarse en el escusado. Hizo para un lado la corbata que le estorbaba y su polla salió, muy dura y babeando liquido preeyaculatorio. Si bien Daniel siempre se sintió un poco acomplejado de su polla porque era más bien pequeña y asumió el rol de pasivo al iniciar su relación con su difunta pareja eso no impidió que con el tiempo Eduardo le pidiera que cambiaran el rol de vez en cuando y pudiera disfrutar el apretado y caliente agujero de su amado y de los amantes ocasionales con los que se veía a escondidas de su pareja.

Estuvo masturbándose por unos minutos y casi al estar por venirse tuvo una mejor idea para bajar su calentura. Pensó que era mejor una polla que le llenara el culo o bien un culo apretado para su polla en esos momentos en lugar de su mano sentado en aquel frio escusado y tomo la decisión. En ese momento no pensó en su hijo, si no en buscar a alguien más con quien poder follar a placer sin estar con remordimientos de conciencia.

Tres horas más tarde Daniel entraba en aquel viejo local que se encontraba en el centro de la ciudad, no muy lejos de su oficina, al cual tenía años que no visitaba. Aquel lugar le daba un morbo muy especial ya que había sido el lugar donde él y su pareja habían empezado a abrir su relación y visitaban para disfrutar juntos o por separado hombres desconocidos. Si bien Eduardo la mayoría de las veces se dedicaba solo a observar a su pareja ser penetrado por otros hombres, Daniel disfrutaba ser penetrado por desconocidos y que su pareja se masturbase viéndolo todo con la poca luz que había. Para Eduardo era un placer enorme que otros gozaran con el ano apretado de su pareja y oír los gemidos de ambos entregándose al placer y más aún cuando el otro iba eyacular y Daniel movía sus nalgas tan deliciosamente en el pene de su compañero para exprimirlo completamente.

El lugar había cambiado poco desde la última vez que lo visitó según pudo notar y siguiendo la vieja rutina paso por la recepción a registrarse y el joven que lo recibió le regalo una sonrisa misteriosa, Daniel juraría que había visto a aquel adolescente en algún lugar, pero no le tomo mucha importancia. Se adentró en la penumbra del lugar y llego a una habitación grande donde había pequeñas divisiones con paredes y una entrada en cada una. Varios hombres se encontraban en aquella habitación, algunos sentados en pequeños taburetes o en el piso, algunos fumando, otros observando a los demás mientras se tocaban la entrepierna. Para decepción de Daniel ninguno le atrajo ni un poco y decidió entrar a uno de los compartimientos y esperar tener suerte.

Ya dentro del compartimiento Daniel se encontró con una silla y procedió a sentarse y esperar. No habían pasado dos minutos cuando un hombre al cual calculaba alrededor de 50 años entro y tras un momento de miradas de ambos procedió a tocarle la entrepierna con desesperación. Daniel amablemente le retiro la mano y el maduro no insistió más, dándose la media vuelta y perdiéndose en la siguiente habitación. Pasaron cerca de 10 minutos sin que nadie más se acercara y salió de su lugar, pero al llegar al último compartimiento vio a un joven sentado, con los pantalones abajo, masturbando una polla que se apreciaba grande. El joven le hizo una mirada invitándole a que pasara y cerrara la puerta tras él y Daniel obedeció. No hubo platica, el joven tomo de la cabeza a su nuevo acompañante y lo dirigió a su polla, empezando este a darle sexo oral.

Daniel succionaba aquel pene con desesperación, le resulto delicioso y solo paraba por momentos para lamer los testículos del joven y pasar su lengua por las ingles, lo que causaba gemidos de placer de su joven acompañante. Pasados unos minutos donde solo se oía el succionar de la boca en el duro falo Daniel procedió a bajarse sus pantalones junto con su ropa interior y ofrecerle el culo al joven, el cual sin pensarlo se dedicó a lamer sus nalgas y después a abrirlas para meter su lengua en el ano de Daniel y al poco tiempo este último se abrió al máximo y exclamó:

-Vamos hijo de puta, lámeme todo el ano… Vamos mete toda tu lengua… Que delicia, que rico me comes el culo, vamos toda la lengua… Todaaa uffffff

El joven no decía nada, solo se dedicaba a dar placer a ese culo redondo que le ofrecían. Pasaron varios minutos donde Daniel notaba esa lengua nueva llegarle tan adentro como nunca se lo habían hecho y luego sin meditarlo, tomó la polla del joven y se sentó sobre ella… Estaba ya acostumbrado a recibir pollas más grandes que esa y entró al primer sentón.

-Agggg que delicioso- Exclamo el joven después de varios segundos en que el miembro entraba y salía del recto de Daniel- Que culo tienes….agggg muévete…. muévete más.

Daniel obedecía subiendo y bajando en el pene de su compañero rítmicamente y sin descansar, enterrándoselo hasta el fondo y haciendo que saliera casi en su totalidad. Pasaron cerca de 10 minutos cuando con un gemido de placer del joven, Daniel sintió todo el semen en su interior y con ello eyaculó el también, salpicando el piso con su semen. Durante todo ese tiempo en que en aquella habitación solo se oían los gemidos de placer de ambos hombres, Daniel no escuchó su teléfono móvil sonar una y otra vez mientras en la pantalla aparecía el nombre de su hijo.