Sol

Ol, iba vestida con una blusa con un escote muy pronunciado, apreciando esos preciosos y voluptuosos senos, un short; dentro de mi, siempre mírala a los ojos.

SOL

La vida da muchas vueltas; el trabajo en la inmobiliaria, me permitió reencontrarme con una exnovia de mi época de bachiller; recuerdo que mi jefe organizaba reuniones inmobiliarias con diferentes dependencias de gobierno, esto con el fin de apoyar a gente de escasos recursos.

En una reunión planteada, cancelo de última hora el político encumbrado cancelo su presencia, por lo mismo mi jefe también; pero la gente de la colonia ya estaba en la sala de juntas y la representante de área de gobierno estaba presente.

Por obra y gracia del espíritu santo, me designaron a mí; para hablarles de los programas de vivienda y como acceder a ellos, de lo cual, no tenía ni una idea, pues mi puesto de abogado, no me permitía estar muy empapado de lo mismo.

Cuando entro a la sala juntas, ella se impactó más en verme que yo a ella, nos presenta la secretaria de mi jefe:

Secretaria: Buenas días, él es el Lic. Guido y los va atender, por parte de Gobierno viene la Lic. Sol y representando a los colonos el Sr. Epifanio.

Ya saben el verbo y más verbo; Sol iba de jeans, camisa blanca y uno de esos chalecos tipo reportero con los logos de la dependencia gubernamental, nada espectacular.

Al terminar la reunión le di mi tarjeta a la Lic. Sol y como sin nada; pasaron dos años, justamente unos dos meses antes de que renunciara a la inmobiliaria, cuando recibo un inbox en Facebook:

Sol: Hola Guido, te acuerdas de mí.

Guido: Hola Sol, pensé que tú, te habías olvidado de mí.

S: Para nada, solo aquel día de la reunión me cohibí al verte y me dio mucha pena.

G: No es para tanto…

Tanto de plática, que quedamos de tomar un café en una plaza que se encuentra en la salida de la ciudad, por la carga de trabajo y el tráfico se me hizo tarde. Cuando llegue la vi sentada en una de las mesas de hasta atrás, yo apenado la bese en la mejilla.

G: Disculpa la tardanza

S: Ya me iba a ir, a mí me gusta que me esperen, no esperar.

Sol, iba vestida con una blusa con un escote muy pronunciado, apreciando esos preciosos y voluptuosos senos, un short; dentro de mi, siempre mírala a los ojos.

La plática se centró, en nuestra apoca de bachilleres, que habíamos hecho, de nuestras parejas y fracasos, se dio la hora de irnos, nos intercambiamos números, la lleve hasta su coche y nos dimos un riquísimo beso.

S: Hasta pronto guerrero.

G: Nos escribimos, cuídate mucho.

Me fui a mi carro, con la verga bien parada y con las ganas de abrirle la blusa a Sol y deleitarme de esos manjares, pero ante todo mantener la compostura.

Al día siguiente en la oficina, normal; cuando a las 2pm, me llega un mensaje al Whats:

S: Esta en tu oficina, porque estoy abajo en mi coche.

Baje tendido como de rayo; ella llego en un coche rojo, se estaciono cerca, y nos besamos como dos chicos de secundaria.  Una noche fuimos a un bar a escuchar un show se stand up de un conocido YouTuber.

Ella llego radiante, un pantalón de piel entallado, una blusa de botones y cuello en v. Después del show y unas copas, la acompañe hasta su coche, nos empezamos a besar como desesperados, como si no hubiera mañana, abrí su chamarra y mi  mano invadió sus senos, aprovechando el escote, sus manos traviesas me empiezan a sobar sobre el pantalón, pero en alguien tenía que caber la cordura y no era en mí.

S: Mejor paramos aquí, sino voy a terminar violándote en este estacionamiento.

Los dos nos quedamos con las ganas esa noche; y comenzaron los cambios en la vida, renuncie a la inmobiliaria, montamos la oficina de consultoría jurídica.

Pero en ese lapso, un día llego Sol a visitarme a la oficina, solo teníamos un sillón, una cubeta, mucho polvo, no había luz y las llaves del fregadero y el lavamanos goteaban, junto a la oficina una pequeña tienda y enfrente un parque infantil con niños jugando.

Llego con un abrigo rojo, un vestido negro, medias de red, zapatillas rojas, una blusa roja, su cabello recogido, lentes. Yo, normal; tennis, jeans, playera, pues estaba haciéndola al electricista y otros más remedios caseros.

Le mostré donde estaría mi privado, el del mi socio, las otras abogadas, la cocina, la sala y el baño; un mega recorrido quien conoce los departamentos de interés social, sabrá que no tardas mucho.

Se quitó el abrigo y lo recargo en el sillón; nos empezamos a besar, y a rebotar en cada una de las paredes de la oficina, entre besos apasionados, Sol me repegaba su cuerpo y yo el mío, la tomaba fuerte de la cintura y ella se me guidaba del cuello, mis manos invadían por debajo de su blusa, en su cintura, mientras ella sentía la erección debajo de mi pantalón, rosándome con la pierna.

Lentamente la fui despojando de la blusa y me topé con un bello brassier rojo de lencería con broche al frente, pudiéndose apreciar sus pezones excitados y con deseos de ser librados y comidos por mi boca; nuestro lenguaje era gutural, solo rugidos y gemidos, mientras besa su cuello, las manos de ella exigían igual de condiciones y me quitaba la playera, que fue acompañar a su blusa al piso.

Siguiendo rebotando en las paredes, fue su falda y mis jeans, quedando en bóxer y ella en una tanga roja muy fina y la senté en el brazo del sillón y la retire con cuidado; comenzado a comerme su vagina y degustar su clítoris con mi lengua, me excitaban sus gemidos, sus gritos eran música para mis oídos.

Si ese sillón hablara de cuantas veces hicimos el amor en él, y en cuantas poses posibles; es delicioso recordarla encima de mí, cabalgando como desesperada, como si fuera la última vez.  El baiben de sus senos libres, comerlos y cacharlos con mi boca al aire; los dos nos corrimos al mismo tiempo.

Con una cara de ternura, empezó a limpiar mi pene todavía erecto con sus labios y comenzó a comérselo y devorarlo, desde la base hasta el glande, succionado hasta la última gota.

Con la pena después de la pasión, por su cuerpo; ya madre de un hijo y las huellas del embrazo y la cesárea; la bese en toda su piel, diciéndole lo hermoso que era, ella sonriendo con paz y más libre, empezó a disfrutar las caricias y las cosquillas.

Más ambos sabíamos que era pasajeros nuestros encuentros, yo con compromiso; ella, buscaba estabilidad con alguien. Después de un año de encuentros ocasionales en la oficina, en el mismo café, decidimos por ponerle pausa a esta aventura.

Gracias Sol.