Sofía Tentación. Final.
Las cosas se complican pero Sofía nunca dejará de ser una tentación para mi.
El mensaje me dejó frío, sin respuesta, no era el mejor momento ¿o quizá sí? Yo le daba demasiadas vueltas a las cosas siempre. Ya no supe nada más de ninguna de ellas el viernes. Aquella noche no dormí bien. La mañana del sábado me despertaron varios timbrazos de abajo del edificio. ¡Eran las diez ya! La voz de Sofía se identificó como "Soy yo".
Abrí en pijama y ella apareció bien arreglada, con un vestido azul intenso bien ajustado que remarcaba de nuevo el volumen de sus pechos y sus caderas. Como ya dije, no era una modelo, ni siquiera realmente delgada, pero era alta y no se le podían negar sus estupendas curvas. Traía dos cafés para llevar y mucha energía.
-Que sorpresa -dije con voz dormida y cogiendo los cafés.
-Lo sé y espero que no hayas hecho planes -dijo cerrando la puerta- lo siento por ti, hoy eres mio -continuó mientras una de sus manos se dirigió directamente a acariciar mis partes dormidas por encima del pijama.
Me contó que tuvo de nuevo una fuerte discusión con su marido que además intentó hacer las paces con ella follando pero ella lo rechazó. "¿Donde esta su putita? ¿Ya no le gusta su cosita? ¿Se ha cansado de él?" -hablaba en un monólogo ella sola, parecía alterada- "¿Y él que se ha creido? ¿Que soy su segunda guarra? Yo ahora ya tengo mi follaamigo" -rió de forma pícara y me volvió a tocar. Dejé los cafés en la mesa pequeña y nos sentamos en el sofá.
-Pues le dije a mi marido que no me esperara este fin de semana -y de repente se interrumpió a sí misma- Oye, estás muy callado, espero que no te haya molestado que viniera así de repente -dijo con tono preocupado- bueno, te he mandado montón de mensajes esta mañana pero...
-No, no, tranquila, es que no he dormido bien -la interrumpí yo disculpando mi ausencia mental.
-Ya me extrañaba que tu "arma" no se alegrara de verme, porque hoy la necesito -rió locamente. Se la veia muy animada y con mucha energía y yo estaba "plof". -Venga, tómate el café y alegraremos el día -guiñó un ojo.
-La verdad es que también hay otra cosa -tenía claro que tenía que saberlo, no quería complicarme más.
-¿Tenemos que hablar? ¿Ya no me quieres? ¿Hay otra mujer? jajaja -volvió a reir locamente- la verdad es que no me importa si a mi me das lo mio -añadió con gestos guarros pero simpáticos.
Reí forzadamente, lo reconozco. Me levanté cogí el móvil, busqué el mensaje y se lo di. Su cara entendió rápidamente de quien era el mensaje y lo leyó muy seria. Suspiró y dejó el móvil sobre la mesa. Me miró, volvió a suspirar, miró al suelo y ninguno dijimos nada durente un par de minutos muy largos.
-¿Que piensas? -pregunté finalmente.
-Pienso que nunca me salen las cosas bien -dijo con tono serio-, pienso que me preocupa esta situación de alguna forma, pienso que no me importa que mi hija me mienta para verte a ti -hizo una pausa-, ella siempre pensó que no encontraría otro chico como tú y pienso que querrá volver contigo -hizo otra pausa-, no lo pienso, estoy casi segura, y pienso que parece que tú también sientes aún por ella -me miró con ojos indecisos.
-La verdad, creo que sí... -empecé a decir sin saber como continuar.
-Ssshhh -me calló poniendo un dedo sobre mi boca. Con una mano me empujó hasta pegar mi espalda al sofá y se puso a horcajadas encima de mi. -Pienso que deberías estar con ella y que esto es una despedida -dijo mientras una mano volvia a buscar mi pene, esta vez colándose dentro de mi pijama- así que si consigo animar esto, quiero la mejor despedida y sino me iré y no pasa nada -parecía un arrebato, pero estaba muy decidida.
Sus pezones marcaban el vestido delante de mi cara. Su mano encontró lo que buscaba y lo movía con gran intención. Mi pene obviamente despertaba sin resistencia. Me sentía raro pero tenía que dejarme llevar o aquello acabaría ahí seguramente y tampoco estaba seguro de ello. Mis manos subieron a sus pechos y bajaron el ajustado escote hasta dejar salir un pezón para chuparlo con intensidad. Sofía suspiró aliviada por verme reaccionar. Le mordí el pezón ligeramente para aumentar la lujuria y funcionó. Al instante apretó mi cabeza contra su teta queriendo más y la mano que me masturbaba estrujó con demasiada fuerza mis huevos. Gemí de placer y dolor.
Mi otra mano busco su entrepierna por debajo del vestido y ¡de nuevo no llevaba bragas! Había aprendido rápido que eso me ponía y aceleró mi erección. Ella, al notarlo, subió un poco más su vestido que aún le impedía sentarse completamente sobre mi pene ya duro. Aparté mi pantalón de pijama como pude y sentí el calor de su coño provocando un roce placentero. Con un movimiento de balanceo seguía ese roce que acabaría tarde o temprano en penetración. Parecía muy excitada controlando la situación a horcajadas encima de mi. Se bajó más el escote para que saliera la otra teta e inundó mi cara con sus pechos.
El movimiento empezó a ser frénetico. Ella estaba muy mojada. "Fóllame, fóllame" no paraba de decir entre susurros, y mi pene durísimo ya, terminó colándose en su interior. Calor y humedad nos invadieron a los dos. Mordí otra vez sus pezones y soltó un "Síii" en grito que me volvió loco y me pasé mordiendo. "Eeehhh" me cogió de la boca con fuerza. "Castigado", dijo finalmente mientras se levantaba saliendo de mi para darse la vuelta ofreciéndome su espalda y su coñito desde atrás. La visión era espectacular, estaba mojadísima y ella misma agarró mi polla y se la metió con rabia. "Que buena polla tienes" susurraba, "es perfecta para mi", continuaba, "que bien entra". No paraba de jadear.
Me transmitia su rabia y sus ganas con fuerza. Me dolían los huevos de los golpes que daba al bajar su culo. Le di un azote con la palma de la mano en el culo y gimió de placer. Le di más fuerte y sin decir nada empezó a follarme más rápido. De repente Sofía se había convertido en una máquina de sube y baja que iba a hacer explotar mi polla. ¡Que follada me estaba dando! Yo ya no podía más y la saqué para no correrme dentro. Ella respiró fuertemente y yo excitado por la visión de su ano intenté meterla. Ella no dijo nada, solo cogió mi polla e intentó ayudarme a meterla allí. Estaba muy estrecho y cuando estaba a punto de entrar la cabeza de mi polla saltó hacia afuera de nuevo soltando chorros de leche de forma incontrolada. Mojé su culo, su espalda y parte del vestido.
Inmediatamente nos quedamos tirados en el sofá con una sonrisa. Seguíamos tocándonos suavemente y tomamos el café ya frío, pero sentaba bien. Sofía se quitó el vestido completamente para verse las manchas e intentar limpiarlas un poco. Su cuerpo desnudo seguía siendo una tentación incluso después de la tremenda follada. Mi polla exhausta todavía tenía delirios de querer reponerse rápidamente para volver a jugar con su coño todavía empapado. Ella no se había corrido y seguía mojadita.
Hablamos de comer fuera a pesar de que era un riesgo que nos vieran. Mientras ella seguía arreglando su vestido me fui a la ducha. Aún apenas me había mojado cuando un "yo también necesito una ducha" acompañado de una risa, se metió en la ducha conmigo. La diversión estaba garantizada, ella seguía excitada. Nos llenamos de jabón y no paramos de frotarnos, sobretodo yo a ella. Jadeaba sin dejar de tocarme la polla hasta que la despertó de nuevo.
Ella se dio la vuelta y apoyando un pie en el borde de la bañera me ofreció su sexo desde atrás. Sin esperar a que la penetrara, ya se estaba frotando el clitoris de una forma obsesiva decidida a alcanzar el orgasmo esta vez. La penetré hasta el fondo, no fue bruscamente pero el agua y el jabón ayudaron a que se deslizara rápidamente. Seguía jadeando y murmuraba entre dientes cosas que no entendí. Después de unas cuantas penetraciones que la estaban llevando al éxtasis, pude ver como se había relajado su ano. Jugué con un dedo al tiempo que la penetraba. Entraba fácilmente y ella no oponía ninguna resistencia.
Su respiración entrecortada con gemidos la delataba, aquello era lo que necesitaba. Saqué mi polla de su coñito para jugar donde antes jugaba mi dedo, y eso se convirtió en un juego muy breve. La cabeza de mi polla entró inexorable abriendo nuevas formas de placer. Un pequeño grito ahogado y su cabeza contra la pared de la ducha pedían más. El resto se deslizó a su interior con pasmosa facilidad. Era un tunel prieto y realmente placentero. Empecé a salir y entrar cuando noté que me apretaba más, el placer era inmenso y ella empezó a gemir y moverse bruscamente. Entendí que se estaba corriendo y su culo era una increible fuente de placer aprisionador para mi, con lo que consiguió que no tardara en correrme dentro de ella, dentro de su culo.
No quería salir de aquella cueva estrecha, placentera, caliente, húmeda... pero ella se separó de mi.
-Perdona, me molestaba un poco -dijo resignada pero aliviada.
-No pasa nada -la tranquilicé-, ha sido increible para mi -la besé en la espalda y animé.
-Es que no he hecho anal desde hace, ¡buf! -suspiró- y no estoy acostumbrada -hizo una pausa-, pero me ha gustado mucho, la verdad. Además he conseguido mi primer orgasmo de hoy, y quiero más -sonrió.
Después de aquella ducha nos quedamos tirados en la cama y al final no salimos a comer fuera. De hecho nos quedamos todo el día y toda la noche jugando en la cama. Follamos en diferentes posturas. Descubrí que ella era muy muy sensible al sexo oral y se corría rápido. Follamos de nuevo en la ducha. Volvimos a follar por la noche de nuevo en la cama. Yo acabé agotado, no tenía más leche que dar y ella confeso que era la primera vez que se corría tres veces en un día.
No habíamos dormido mucho y a las ocho de la mañana sonó el timbre. ¡Mierda! ¡Debe ser Paula! ¡No me dijo a que hora llegaba! ¡Ni pregunté! Efectivamente era ella, nos pusimos nerviosos. Me vestí rápido y sin tiempo a un digno adiós a Sofía, salí a abrir a Paula. Estaba tan guapa como la recordaba. Llevaba una blusa que marcaba sus grandes pechos, ¡un momento! ¿sus grandes pechos? Ella era guapísima como su madre, pero desde luego no recordaba que hubiera heredado sus pechos. Traia dos cafés para llevar y una bonita sonrisa llena de energía. Eso sí que lo había heredado de ella.
Le dije que fuéramos al parque de abajo a tomarlos y hablar al aire libre, ella aceptó con mucho gusto. De esta forma a Sofía le dió tiempo a salir tranquilamente de mi piso. A partir de ese día volvió a ser solamente la madre mi novia por motivos que los dos comprendimos. Y aunque Paula y yo solamente volvimos a salir juntos menos de cuatro meses hasta que se volvió a ir todo al traste, Sofía y yo nunca nos volvimos a ver de forma íntima, solamente a intercambiar breves "te acuerdas" en pequeños encuentros.