Sofía, pensamientos.

[...]Noté como la humedad invadía su vagina. Incluso algo de flujo resbaló por mi pierna.

<<< Nota del AUTOR: Esta es la continuación de los dos primeros relatos: http://bit.ly/1SVJ88X - http://bit.ly/1Qp2KhL

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Han pasado ya tres meses desde mi boda y por lo tanto desde mi último encuentro con Sofía, la prima de mi mujer.

Aquellas dos noches en el hotel donde me casé me dejaron marcado. Tanto es así que me cuesta acostarme con mi mujer sin pensar en Sofía.

La verdad, con Ana no va bien la cosa. Sigue bebiendo y lo peor es que niega tener un problema con el alcohol. He intentado hablar con ella unas cuantas veces y la verdad, el fin de semana de la boda pareció escucharme, pero una vez volvimos a nuestras vidas después de la luna de miel, volvió a la negación y se cerró en si misma, al menos con respecto a ese tema.

Ahora que hablo de la luna de miel, recuerdo que en algunos momentos pude disfrutar de mi mujer. En otros momentos, bueno, disfruté de alguien muy distinto....

En especial recuerdo un polvo que echamos en el camarote al poco tiempo de estar en el barco.

Apenas podía notar el vaivén del barco. Su envergadura era tal que unas olas como las de ese tranquilo día no podía moverlo.

Aquel crucero no se podía llamar exactamente un crucero de lujo, pero era un crucero al fin y al cabo.

Estábamos en el bar de la piscina. Hacía calor y disfrutábamos de unos cócteles. Comenzamos a charlar y decirnos cosas picantes. "Todavía tenemos nuestro momentos", recuerdo que pensé.

-No tienes vergüenza Victor- Me dijo entre risas sosteniendo su cocktail.

-¿Y que si estás tremendamente follable en mi escala personal?- Reímos. -No deja de ser mi escala personal y coloco a la gente como quiero- Ella entre cerró los ojos y continuando con el juego hizo un barrido con su mirada por toda la piscina.

-¿Y esa del bañador negro con esas anillas doradas?- Me preguntó como entrando en el juego, pero también probando. Por supuesto que le dije lo que quería oír.

-De estilismo no le doy más de un cuatro sobre diez, y en mi escala de follabilidad y pase, es decir, simplemente follable- Ella rió y yo también debido a la broma del estilismo. Hay que confesar que el bañador era horrible. Pero mentí con respecto a la mujer. Estaba muy, pero que muy follable. Casi tanto como Ana.

-¿Y aquella?- y me pilló por sorpresa el que ya había encontrado otra para poder seguir comparándose. No quise seguir jugando porque todo hombre que entienda un poco a las mujeres, sabrá que es un juego muy peligroso. Así que la saqué de eso.

-¿Y si dejamos de jugar y lo ponemos en práctica?- Dije susurrandolo al oído de Ana.

Ella pidió un par más de cócteles para llevarlos a la habitación y nos fuimos al camarote.

No era muy grande, con una gran ventana y mucha luz. Nada más entrar fui al servicio a evacuar líquidos y cuando salí Ana ya estaba desnuda apoyada en el borde de la ventana, dándome la espalda y disfrutando de su cóctel mientras miraba al mar.

Hacía casi imperceptibles movimientos con su culo ofreciéndolo como un regalo divino. Un culo prieto el cual no dudé en azotar con cierta fuerza en cuanto lo tuve a mano. Utilizaba mi cabreo por el tema del alcohol, para darme cierto crédito a la hora de tener sexo con Ana. No me reprimía casi nada y usaba a veces la rabia para, sin importarme si la hacía daño, azotarla u obligarla a hacer ciertas cosas.

Ella dio un respingo a la vez que soltaba un pequeño grito de dolor, pero sonrió al mismo tiempo. Señal que no dejé pasar y la azoté tres o cuatro veces más. Su corta melena rubia se agitó unas cuantas veces.

Se giró y me miró con una sonrisa maliciosa. Intentó besarme y la dejé sólo por un momento. Nuestras bocas chocaron y nuestras lenguas se chuparon, pero en seguida la agarré por el pelo y tiré para abajo. Ella obediente se arrodilló y me bajó el bañador. Su boca pronto se llenó con mi verga. En el instante que sentí los labios de Ana rodear mi polla mi erección terminó de formarse.

La agarraba por el pelo, pero era más por manía mía, porque ella chupaba con devoción y ansia. Hacía pausas para beber tragos de su cóctel.

Mis caderas se movían al tiempo que su boca y la mamada se me hacía deliciosa.

La sacaba de su boca para frotarla con sus tetas. Me encantaba como se ponía cuando bebía un poco y se calentaba. El problema era que no tenía fin.

Le indiqué que se levantase y se apoyó de nuevo en la ventana ofreciéndome de nuevo su culo. Poco tuve que hacer para que mi polla dura como una piedra entrase en su ya húmedo coño.

Suspiró y bebió. Sus manos se sostenían del marco de la ventana cerrada. De vez en cuando le soltaba otro azote y eso provocaba gemidos más intensos.

La folle por largo rato a un ritmo constante. Disfrutábamos de todo ello. Me agaché y le agarré sus tetas mientras aún la penetraba. Tiré de ella, y ambos de pie, seguí penetrándola. Le giré la cabeza y nuestras lenguas se chuparon mutuamente. La envestía con fuerza y ella pedía más.

-¡Ah como me follas! Sigue....más fuerte!- Decía mientras yo aumentaba la fuerza de mis golpes de caderas. Una de mis manos bajó por su vientre a su entrepierna y ahí me acordé de Sofía por primera vez en el crucero. Añoré el haberme encontrado con su reluciente pene. Duro y perfecto. En cambio, acaricié el sexo de Ana, notando como mi pene entraba y salía. Comencé a masajear el clítoris que estaba duro. Me humedecí los dedos con mi propia saliva y me concentré en hacer que Ana se corriese.

-Sigue que me corro....¡Me corrooo! - Noté como la humedad invadía su vagina. Incluso algo de flujo resbaló por mi pierna.

Tras unos segundos ella aflojó el cuerpo y se separó de mi. se dio la vuelta y me miro mientras vaciaba la copa de su cocktail. Se acercó y me besó con lujuria mientras acariciaba mi polla.

-Me has dado mucho placer amor mio. Ahora me toca a mi- Dijo y me indicó empujándome ligeramente que me sentase en la cama. Así lo hice. Ella sonrió y se arrodillo frente a mi.

La imagen de Sofía chupándome la polla en la puerta del baño de aquella habitación de hotel se me venía continuamente a la cabeza. Intenté concentrarme.

Ana, con una mano me pajeaba la polla mientras con la otra acariciaba mis piernas. Me miró y se la volvió a meter en la boca y la chupó para mi. Estaba concentrada. Yo también bebí. Era placentero poder degustar tu copa mientras te la chupan.

Estuvimos un rato. Ella mamando de mi verga y yo intentando no pensar en Sofía. Ana, se terminó también mi copa y para entonces yo ya estaba cerca del orgasmo.

-Ana cariño...me corro- Dije entre gemidos. Ella se la sacó de la boca y la arrimó a sus pechos. Varios chorros de leche se estrellaron en sus tetas. Ella seguía pajeandome para exprimir todo el semen que pudiese. Sonriendo, se la volvió a meter en la boca y la limpió para mi. Seguía estando muy excitada, podía notarlo.

Nos besamos por un rato y se levantó a limpiarse. Al poco repetimos, pero ya no fue lo mismo. Ya no me quitaba a Sofia de la cabeza.

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