Sofía. Mi secreto. Mi amante.

Mi adulterio continua. Voy a la habitación de Sofía para volver a follar en mi segundo día de matrimonio.

Me levanté aquella mañana casado y cansado...me explico. Casado porque el día anterior se celebró mi boda y cansado, pues de follar y dormir poco. No se lleven a equívoco, no con mi mujer sino con su prima. Suena raro, pero les prometo que así es.

Mi mujer seguía durmiendo, como no! Caminé desnudo hasta el baño de la Suite y me dí una ducha. Después de vestirme y comprobar que Ana seguía dormida, bajé a desayunar el restaurante del hotel. Reconocí a algunos de los invitados de mi boda. Hubo gente que se paró a darme la enhorabuena, pero ella no estaba. Habría pedido el desayuno en la habitación, supuse. O ¿se habría ido? ¿Le pudo molestar algo? Espero se hubiese agobiado por haberse acostado con el marido de su prima. Fue ella la que se insinuó y la que lo empezó todo.

Dejé de darle vueltas y me concentré en mi café y mis tostadas. Al volver a levantar la vista vi a mi mujer que entraba en el restaurante buscándome con la mirada. Yo no hice ningún gesto que delatase mi posición. Su cara lo decía todo y la mía supongo que sería un poema. Se acercó y con un “Buenos días” muy tímido se sentó en la mesa.

-Cielo, te prometo que...- comenzó a disculparse, pero la corté.

-No quiero hablar de ello y mucho menos en un restaurante lleno de invitados de nuestra boda, en nuestro primer días de casados- Sentencié, bajando de nuevo mi mirada hacia las tostadas. Ella se levantó y se sirvió su desayuno. Terminamos el desayuno entre frases banales y educadas.

El día transcurrió tranquilo. Para ser mi primer día de matrimonio se respiraba poca felicidad.

No vi a Sofía en todo el día. Me sentía raro, por un lado me apetecía verla pero por otro no quería. No podía repetir lo de la noche anterior el segundo día de matrimonio. ¿Que clase de persona era?

Con la atmósfera que se respiraba entre mi mujer y yo no me propuso sexo de ningún tipo. Mejor, no me apetecía. Aún estaba enfadado.

El salón era uno distinto del de mi boda, mucho más pequeño. Si, era en el mismo hotel, pero la sala tenía una decoración diferente, rodeada de cortinas. Una cortinas grandes y rojas, que supongo que utilizarían para separar ambientes. Quedaba ya poca gente, comparado con la boda, claro.

Ya sentados en las mesas, mi mujer me pidió que la dejase tomarse una cerveza, que sólo sería una. No me gustó. Me había prometido no beber, pero tampoco soy quien para prohibir nada a nadie. Ya estábamos algunos bebiendo cuando entro un grupo de gente que se había quedado rezagada en el vestíbulo y allí estaba ella. Sofía llevaba otro vestido pero esta vez era negro escotado y sin una arruga. Se podía leer su cuerpo perfectamente.

Se sentó al otro lado del salón. Estaba hablando con una señora mayor cuando levantó la mirada y me miró fijamente. Sonriendo volvió a mirar a la señora y reanudó su conversación. Me había visto y me había sonreído. No pensaba hacer nada con ella, aunque me gustaba mucho y fantaseaba con ello. Me lo había prometido a mi y a mi matrimonio, ya que mi mujer estaba haciendo el esfuerzo de no beber.

Demonios! Me había despistado, ¿cuanto...Dos minutos? Y ya se había pedido otra. Mi mirada lo dijo todo, pero a ella le dio igual. Me dio un beso y me dijo:

-Cariño entiéndelo, estamos en un cumpleaños- Y para cuando nos levantamos de las mesas para bailar y dar los regalos al abuelo ella ya llevaba 5 cervezas y se había pedido un Whisky. Una vez más terminaría borracha.

-Hola- Me dijo una voz a mi espalda. Me giré. Era Sofía. Se había escurrido entre la gente y se había acercado a mi. Ana no se percató de que estaba allí, andaba cerca de la barra con su tío.

-¿Donde estabas?- pregunté sonriendo. -No te he visto en todo el día-

-Me escapé y fui a pasar la mañana a un pueblo cerca de aquí- Me dijo con voz dulce. -He tenido que ir sola- Me dijo.

-Yo te hubiera acompañado- Dije. Vaya! Pues si que ha durado poco mi promesa...

-Eres un cielo- Dijo -Hubiera estado genial- Me explicó que había un asador genial para comer. Que las mesas estaban sobre césped y que ha comido descalza.

-¿Sigues queriendo volver a verme?- me preguntó.

-Si, ¿Que tal después de la fiesta?- Dije.

-¿Podrás escaparte?- Me preguntó.

-Seguro, Ana va por el segundo Whisky- dije triste, pero...contento. ¿Que sería de mi el resto de mi matrimonio? No quería pensarlo. Desde luego si Ana se lo pasaba bien a su manera sin tenerme en cuenta, yo haría lo mismo.

-Estoy deseando poder chuparte como lo hice ayer- Me dijo Sofía. Y con sólo pensarlo mi polla engordó un poco. Sin que nadie nos viese Sofía tiró de mi y nos metimos entre las grande cortinas rojas. Fuimos a dar a una sala oscura y polvorienta con sillas amontonadas. Allí nos besamos a salvo de las miradas de los invitados. Fue un beso tierno y corto. Agarrados y apretados nuestras lenguas se saborearon mutuamente por un momento.

-Toma, he pedido una copia de la llave de mi habitación, para cuando quieras venir- Me dijo entregándome la tarjeta que hacía de llave allí en el hotel. -Habitación 313- me dijo. Y desapareció entre las cortinas.

Después de asegurarme de haberme limpiado todo el carmín (Sofía iba maquillada), salí de allí y regresé a la fiesta. Nadie se dio cuenta.

Ana ya estaba más borracha de lo que me habría gustado. Me acerqué a ella.

-Ana cielo, ¿Nos subimos a la habitación?- Dije invitándola a dejar la fiesta.

-¿quef difes? Es que quieresf marchaf- Dijo con dificultades para hablar.

-Si anda vamos- Y agarrándola del brazo la saqué de la fiesta, que por otro lado yo no le quedaba mucha marcha. Entramos en el ascensor y Ana se arrimó a mi.

-Quieres que lo hagamos aquí, en el afdensor- Dijo agarrándome el paquete. -Aún puedo sorprenderte- Me dijo.

-Es sólo un piso cariño, no nos daría tiempo a mucho- Se abrieron las puertas y salimos. Caminamos unos metros por el pasillo. Habitación 106. Entramos y ella se echó en el sofá.

-Ven a la cama, no quiero que te duermas en el sofá- dije.

-Tu lo que quieref es marchaf...-Me dijo levantándose y viniendo detrás de mi. Llegamos a la parte de la suite que era el dormitorio y le abrí la cama. Ella se acercó y me besó con la boca abierta. Su lengua torpemente buscó la mía.

-Hagamof el amor- Dijo y se desplomó en la cama.

-Ok. Tu espera aquí, yo voy al baño un minuto- Dije y me fui al baño a mear y quitarme la chaqueta. Al hacerlo noté la tarjeta que Sofía me había dado en el bolsillo de la camisa. Y pensé; “Víctor te debes a tu mujer”. Salí dispuesto a quedarme con Ana y pasar la noche con ella. Mi decepción me llegó desde que abrí la puerta del baño en forma de ronquido. Ya se había dormido. Borracha de nuevo. Ni lo intenté. Recogí mi americana de nuevo y tras dejar a Ana arropada en la cama durmiendo la mona, salí de la habitación hacia el ascensor.

Ding” la leve campana del ascensor me sacó de mis pensamientos. Salí al pasillo, que era igual que el de la primera planta. Caminé por él, 310, 311,312 y 313. Allí estaba, sólo frente a la puerta de Sofía con la llave en la mano. Me mentí a mi mismo y me dije que sería la última vez que engañaría a Ana. Activé la cerradura electrónica de la puerta con la llave y entré.

-¿Víctor?- Escuché que Sofía me llamaba.

-Si, soy yo- Respondí sin verla por la habitación.

-Estoy en el baño! Ahora mismo salgo!- Me dijo. -Si eres tan amable, me podrías poner una Ginebra de esas que preparas tu tan ricas? Y tu ponte lo que quieras- Me pidió, lo que me pareció una buenísima idea. -Ponte cómodo, salgo en un minuto- dijo.

El mueble bar era más pequeño de lo que era el mio, pero suficiente para un par de copas. Me quité la americana, quedándome en camisa. La Habitación era grande, con una gran cama de matrimonio en uno de los lados. Dos maletas descansaban a un lado de la cama.

Había Ginebra de sobra para ambos, así que preparé dos con hielo y un poco de zumo de limón que me encontré junto a la ginebra. El tintineo de los cubitos era hipnótico, me dejé llevar y pensé en mi vida. En mi trayectoria como persona. ¿Quien me iba a decir a mi que acabaría deseando acostarme con un transexual?

-Te ves muy guapo, ahí pensativo con el vaso de Ginebra- Me dijo Sofía desde la puerta del baño. Levanté la vista del vaso y la vi. Llevaba una camiseta blanca ajustada de tirantes y unas braguitas blancas, nada más.

-Estás muy sexy Sofía- Dije mirándola de arriba a abajo. -Muy sexy- Repetí. Ella rió y se acercó a mi.

-Hola vaquero- Y abrazandome por encima de los hombros, me besó. Fue un beso corto pero húmedo. Yo la correspondí. Si no se quitaba las bragas no se podía decir que no fuese una mujer. Menuda figura. -¿Me has echado de menos?- Me preguntó.

-Pues si he de ser sincero, si- dije. -Me he pasado el día buscándote con la mirada. Pensé que te habías ido, quizá por agobio- Le expliqué.

-¿agobio de qué?- Me preguntó retóricamente. -¿Por lo que pasó anoche? Yo no hice nada malo. Si alguienpodría estar agobiado ese serías tu- me dijo cogiendo su vaso de Ginebra y bebiendo. -¿Te he dicho que no había bebido Ginebra sola nunca antes?-

-Yo no estoy agobiado. No sé como debería sentirme, pero aparte de atraído por ti no siento nada más- Dije seca y sinceramente. -¿Y te ha gustado?

-Gracias...-Dijo, y pensando unos segundos me dijo: -¿Si me ha gustado el qué?-

-La ginebra- Dije riendo.

-Claro que si- Dijo ella sonriendo. -Tu también me has gustado mucho- Y acercándose nos volvimos a besar. Esta vez con paciencia. Con deleite. Sin prisa. Sofía podía ser una mujer muy ardiente cuando quería. Dejé el vaso en el mueble para poder abrazar y acariciar los pechos de Sofía. Ella en cambio no soltó el suyo. Se dejó acariciar.

-Chupame el cuello...- Dijo estirando la cabeza. Yo obedecí. Ella gemía esta vez sin ningún reparo por despertar a nadie. Bebía y Gemía. -Lo haces muy bien cielo, mmmm- Sus gemidos me motivaban para hacer que se sintiese aún más excitada. Mi polla ya estaba dura como una roca. Tenía muchas ganas de volver a ver a Sofía para ver mis reacciones y sensaciones. Eran todas positivas y excitantes. Tenía ganas de tocarla y chuparla.

Deslicé mi lengua por su escote a lo que respondió sacando pecho. Tiré de la camiseta hacia arriba y se la quité.

-Vas muy deprisa vaquero- Me dijo sonriendo. Dio un trago de licor y con la otra mano empujó mi cara hacia uno de sus pezones. -Chúpame este, cielo- Mi boca se abrió para abarcar todo lo que pudo de su pecho, mientras mi lengua jugaba con el pezón. -Maravilloso, que bien mamas!- Decía. Con una mano la agarraba de la cintura mientras con la otra le palpaba el culo. Tenía un culo de lo más fino y suave.

-Deja que ahora te desnude yo a ti- dijo dejando el vaso vacío en el mueble. Dejé su pecho y me estiré. Ella me desabrochó la camisa y me la quitó. -Tienes un cuerpo bien cuidado, eh?- Me dijo acariciando mis brazos y torso.

-Nunca me ha gustado dejarme mucho y hago deporte- Expliqué mientras ella miraba a mi abultado paquete.

-Toma, disfruta tu ahora- Y me dio mi vaso aún lleno de ginebra. Ella se arrodillo y me quitó los pantalones que cayeron al suelo con calzoncillos incluidos. Apareció mi erecto pene justo delante de la cara de Sofía. Ella la agarró, se humedeció los labios y me besó el glande. “ahh” gemí por el contacto de sus carnosos labios. -Puedes gemir y gritar todo l oque quieras- me susurró. Comenzó a hacerme una mamada mejor que la del día anterior. Notaba como su lengua jugaba con mi glande dentro de su boca. Dios! Que buena era. Yo bebía y disfrutaba. Me excitaba y pensaba en su pene. En su depilado pubis. Desde allí podía ver su larga, negra y reluciente melena cubriendo parte de su femenino cuerpo. Aquella mujer me ponía a mil.

Pensaba en su pene y quería tocarlo y masturbarlo. Me encantaba su tamaño. Quería chuparlo! Y me sorprendí por aquel descubrimiento. ¿De verdad quería chuparlo?

-¿vamos a la cama?- Dijo Sofía sacándome de mis pensamientos.

-Eh, si, pero dejame que vaya al baño primero- Le pedí. Ella se puso en pie y me volvió a besar con pasión. -¿Te han dicho alguna vez que eres una mujer muy ardiente?- Le dije cuando ella sacó su lengua de mi boca. -Déjalo, no contestes. Estoy seguro que te lo dicen a menudo- Y enfilé mis pasos al baño.

Ya con la puerta cerrada, me dí un minuto para pensar. Estaba dispuesto a chuparle la polla a otro tío? Bueno, yo la veía como mujer, pero no dejaba de ser un pene en toda regla. La idea de excitaba, pero me daba miedo que no me gustase. ¿Que diría ella entonces? ¿Como reaccionaría?

Toc, toc”, -¿Estás bien?- Me preguntó Sofía desde el otro lado de la puerta. Abrí y allí estaba ella. Desnuda (salvo por las braguitas) y con cara de preocupada.

-Si es sólo que necesitaba un minuto a solas- Dije honestamente.

-Escucha, si no quieres hacerlo sólo dímelo, no me ofenderé- Me dijo. Yo la miré sorprendido pero no dije nada. -No tienes que hacer esto si te crea conflicto alguno- No sabía si ella se refería a mi matrimonio, o hablaba de algún otro tipo de confito.

-Llevo todo el día deseando verte- Dije, dándome cuenta al escucharlo de mis propios labios, de que era verdad. -¿Crees que no quiero hacer esto?- Terminé mi vaso de ginebra que aún sujetaba en la mano y lo dejé junto al lavabo. Me arrimé a ella y me entregué. La besé. Ella tomó el beso como una respuesta positiva a su pregunta de si estaba seguro de querer hacerlo. Nos besamos por un rato acariciando nuestro cuerpos. Sobaba sus pechos redondos y erectos. Ella gemía y respiraba profundamente. Bajé besándole el cuello hasta sus pechos donde me entretuve un rato. Luego seguí hasta su planísimo estómago. Para entonces yo ya estaba arrodillado. Con las dos manos, agarré las bragas blancas que aún tenía puestas y tiré de ellas, con suavidad, hasta el suelo. Ella con un gesto del pie las echó a un lado. Frente a mi estaba su semi-erecto pene. Lo acaricié con mi mano bajo su mirada de asombro, pues preveía lo que yo quería hacer. Hice movimientos de una tímida paja y sin pensarlo me la metí en la boca. La polla de Sofía no tardó en crecer dentro de mi boca a medida que yo la mamaba. Ella gemía y echaba la cabeza hacia atrás. Apoyada en el marco de la puerta del baño, agarraba con una mano mi cabeza y acariciaba mi pelo, mientras yo le devolvía la mamada que me había hecho hacía un momento. Después de una par de minutos pude notar las sensaciones. No era desagradable el sabor, ni la textura y una vez que me había desecho de cualquier pensamiento puritano, pude disfrutar de chupar aquella mediana y suave polla. Con una mano la acariciaba los huevos y con otra la agarraba del culo. Mientras entraba y salía de la boca con mi lengua intentaba estimular su glande. Me guiaba por lo que a mi me gustaría que me hicieran. Ella gemía mucho más alto de lo que lo había hecho hasta ahora.

-No pares cielo. Lo haces muy bien. Por favor, no pares...- soltó mi cabeza para acariciarse las tetas con ambas manos. Yo miraba hacia arriba para ver su cuerpo femenino. Era muy morboso chupar una polla, mirar hacia arriba y ver a una mujer. Yo también estaba muy excitado. -Para o me corro, cariño- Yo continué unas cuantas embestidas más. Eso la arrancó una par de fuertes gemidos.

-Ven aquí- dijo. Y poniéndome en pie, me agarró la cara con ambas manos y me beso con un ímpetu brutal. Sorbía mi lengua, me chupaba los labios. Estaba desatada. Parecía que lo había hecho bien. -Necesito que me folles- Y sin darme tiempo a responder se dio la vuelta y puso el culo en pompa agarrándose al marco de la puerta. -humedece mi chochito un poco, cielo- Dudé por un momento, pero mi excitación era muy alta, así que me agaché y soltando un chorro de saliva por su raja del culo, dejé que llegase a su ano, donde la extendí con mi lengua. Me entretuve chupando su ano con la punta de mi lengua. Ella o hacía más que gemir. -Ahhh,Ahhhh- lo hacía alto, casi gritaba. -Ahhh, que gustooo!!. Fóllame ya- Y puse mi glande en la entrada de su ano. Ella empujó hacia atrás y yo hacia adelante.

-Ahhh, sii- Se introdujo sin problemas. El culo de Sofía estaba más que caliente. Curvaba su espalda para facilitarme la tarea. -Ahhhh siii fóllame. No pares- Esta vez gritaba. Estaba excitadísima. Estaba gritando todo lo que no pudo gritar ayer. -Fóllate mi chochito!- Mis embestida introducían por completo mi polla en el culo de Sofía. Yo la agarraba de las tetas, firmes y duras, ella se sujetaba de la puerta. Follamos como desesperados. Yo alargué un poco en brazo y agarré su pene. Coordiné mis embestidas con una paja sin soltar uno de sus pechos.

-¡Como me follas! ¡No pares nunca!! ¡¡Fóllame Víctor!!- Gritaba mucho. Yo la follaba a tope, empujando con fuerza. Estaba a mil. -Me voy a correr cielo- Incrementé el ritmo y ella explotó en un orgasmo expulsando mucho semen. Llegó al marco, a mi mano, al suelo. Su culo en el momento del orgasmo se cerró un poco y casi me corro yo también.

-Ahhh, me estoy corriendo...- Decía, apretandome contra ella. Disfrutaba de los últimos coletazos de su orgasmo meneando el culo de lado a lado y en círculos, estimulando todo su ano.

-Cariño, que bien me has follado- Dijo sacando mi polla de su agujero y girándose para besarme. Noté como su polla pringada de semen chocaba contra mi cuerpo. Era una sensación rara, pero placentera. -¿Tu te has corrido?- Me preguntó.

-¿No lo sabes?- contesté preguntando.

-No, he perdido toda noción de la realidad- Me dijo. -Sólo existía mi chochito y tu polla- Dijo bajando una mano y acariciándomela. -Pero no te preocupes que lo solucionamos ahora mismo- Y dándome un corto beso se volvió a arrodillar. No hubo preámbulos se metió toda mi polla en la boca de una vez. “ahhhh” mi gemido fue largo y sentido. Jugaba con ella y se la metía en la boca para darme todo el placer que podía, que no era poco. Metió un brazo entre mi piernas para acariciarme el ano, como hizo el día anterior. Se humedeció el dedo y poco a poco me lo comenzó a meter.

-Sofía...- Comencé a decir, pero ella no me dejó terminar.

-Shh...tránquilo, déjame hacer. Confía en mi- Y así hice. No metió mucho su dedo, pero lo suficiente como para llegar donde ella quería. El placer fue algo que yo nunca había sentido. La mezcla de la mamada y el dedo de Sofía me provocaron el mayor orgasmo de mi vida.

-Cielo, me corro...me corro...!!- Ella no se quitó. Descargué toda mi leche entre su lengua y labios. Ella seguía mamando sin sacar su dedo en ningún momento. -Ahhhhh, Ahhhh, diossss!!- Casi grité más que ella. Sofía tragaba y chupaba. Mi semen se salía por la somisura de sus labios y chorreaba por su cuerpo. Hubo un momento que sacó su dedo de mi ano para concentrase en darme placer a través de mi pene. Lo agarraba con amabas manos y lo chupaba y lamía. Era maravilloso mirar para abajo y ver el cuerpo de aquella mujer en cuclillas mirándome y chupando mi polla con su pene aún semi-erecto. Un suspiro comunicó a Sofía que mi orgasmo había terminado. Se puso en pie y se limpió la cara en el lavabo. Entonces se acercó a mi y me volvió a besar. Abrazados, nuestros cuerpos compartían los restos de semen.

-¿No te da asco ninguno?- ME preguntó Sofía mirando hacia abajo como nuestros torsos se pegaban por mi semen.

-Pues, es curioso, pero no- Me has excitado tanto que ni esto me da asco. Y eso que nunca me ha gustado ni mi propia leche- Le expliqué.

-Será mejor que nos limpiemos- Dijo ella. Me cogió de la mano y me metió en la ducha que era bastante amplia. Dejamos que el agua nos cayese y limpiase nuestros cuerpos desnudos.

Nos enjabonamos el uno al otro. Me entretuve frotando su cuerpo de arriba a abajo con abundante jabón. Ella soltó algún que otro gemido cuando frotaba sus zonas erógenas.

Aún estuve un rato más charlando con ella, desnudos sentados uno frente al otro disfrutando de unas fresas que ella compró esa misma mañana.

De regreso a la suite, supe que volvería a verla. Ella me había dado el teléfono, pues vivíamos en ciudades cercanas. Yo lo había cogido, sin prometerla nada, puesto que estaba casado. Y una aventura no estaba mal, pero no podía mantener una relación paralela.

Ya sabéis, podéis escribirme a coslada75@gmail.com. Un beso

Un beso