Sofía al piano

En este relato nos encontramos con Sofía, decide realizar un ejercicio de piano muy inspirador.

Comenzó a tocar el piano. Las teclas se deslizaban entre sus dedos creando aquella melodía que era capaz de cautivar su alma, su mente, y su cuerpo. Siempre con aquél vestido blanco, cofia y liguero; el simple hecho de llevarlo le hacía sentir un pulso eléctrico en todo el cuerpo.

Las notas sonaban con ritmo creciente, en tonos profundos, casi tristes. Su nuca sudaba, sus piernas abiertas y sus pies en puntillas denotaban tensión. Su sexo, cubierto de encaje azul cielo, se humedecía con cada acorde.

La cofia se desprendió cuando Sofía se llevó durante unos segundos la mano a su larga melena rubia, hundió sus dedos en los profundos rizos y tiró suavemente hacia atrás, mordiéndose el labio y cerrando los ojos. Su mano izquierda aún tocaba acordes simples, repetidos y arrítmicos.

Sofía recuperó la melodía, el ritmo y los jadeos rápidamente. Las pulsaciones se intensificaron, sus dedos sin duda ejercían ahora una fuerza tremenda en las teclas. El ritmo aumentó y el tono ahora era agresivo, transgresor. Subió una pierna y se mordió ligeramente la rodilla. Su cabello se erizó y no pudo contener un ligero gemido.

Subió ambas piernas y juntó las rodillas, su coño parecía atrapado en el encaje precioso de sus braguitas, hinchado e increíblemente mojado. Sofía utilizó algunos silencios de la partitura para deshacerse de ellas poco a poco, cuando consiguió quitárselas, mordió donde una vez estuvo la etiqueta y las mantuvo en la boca. Su fragancia le parecía agradable, era capaz de perderse en ella y le ayudaba con su tarea pendiente.

El registro volvió a cambiar, ahora transmitía alegría y sinceridad. Sus mejillas enrojecieron, quizá por algo que recordó, sus pulsaciones eran más ligeras. Su boca se abrió ligeramente, dejando caer las braguitas al suelo, rodando por todo su cuerpo. El sudor le recorría el cuerpo, pegando aquél vestido blanco a su piel. Sus pequeños pechos se veían a través de la tela, su sexo depilado brillaba con la luz de la lámpara de pie.

Sofía se miraba en el espejo justo delante de ella, la escena era provocativa, lasciva y a la vez preciosa. Le encantaba componer aquellas escenas, solo para ella, sola con su música.

El piano dejó de sonar. Sofía se llevó los dedos índice y corazón a su sexo y lo acarició haciendo círculos concéntricos cada vez más pequeños. Su respiración se intensificó, su cabeza cayó hacia atrás, y disfruto de algunos segundos en los que un acorde se apagaba en el aire. Su mano izquierda volvió a tocar algunas notas en el piano, ahora más lentas. El ritmo estaba en su mano derecha. Sus dedos penetraron su sexo, se movían con soltura, acariciando y presionando como si estuviese tocando el gran instrumento también con esta mano.

Sofía se mordía el labio, sus rodillas presionaban sus pequeños pechos. El sudor recorría todo su cuerpo, y las notas que tocaba su mano izquierda casi habían perdido el sentido. El vestido blanco ya no dejaba nada a la imaginación, estaba exhausta. Tocó unas últimas notas y dejó que el sonido se fuera apagando con el tiempo.

Su mano derecha continuaba una melodía inaudible dentro de su sexo cuando no pudo contener un grito ahogado, su mano izquierda volvió a tocar las mismas notas. Estaba en pleno orgasmo, pero parecía no importar, su mano derecha continuó la sorda melodía mientras el cuerpo de Sofía se convulsionaba progresivamente hasta tocar el cielo.

Sofía se desprendió de los ligueros, abrió su vestido dejando sus pechos al aire y llevó su cabeza atrás para contemplar la escena en el reflejo del espejo. Su piel se erizó, sus pezones estaban duros, y ella estaba satisfecha.

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El relato trata sobre Sofía, artista en varias disciplinas como música y fotografía. En él se describe el proceso de composición de sus obras

Le gusta realizar este ejercicio en el que cada nuevo fragmento tocado con su mano derecha es incorporado a los anteriores, alargándolo progresivamente.

La artista utiliza el espejo para crear las mejores composiciones fotográficas y utiliza una tecla del piano como pulsador. Expone sus obras en las galerías de arte locales, pero nunca las vende.

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Segundo relato, esta vez en otra categoría. Me ha encantado escribir este relato, espero poder sentir algo así de profundo por la música algún día. Como en el anterior, espero vuestros comentarios, críticas constructivas y valoraciones sinceras. Disfrutad de este relato corto tanto como yo.

Muchas gracias :)