Socorro - Nunca imaginé coger con una mujer así

Nos conocimos entrenando. Pero el verdadero cardio se dio en una habitación de hotel.

Después de los encuentros con Rocío, empecé a conocer a varias mujeres con las que pasaron y no pasaron situaciones. Puedo nombrar a Irma, a Sherlyn, a Kenia, a Ángela; mujeres con las tuve sexo, pero fue sexo muy malo que no merece la pena ser contado. Y con estas mujeres tuve un problema que no había presentado anteriormente: la disfunción eréctil.

Solamente entraba un poco en ellas y no lograba completar el acto de manera correcta. Entonces después de consultar a un doctor, me sugierió utilizar una pastilla, la cual sigo utilizando hasta el día de hoy: el Cialis.

Había leído cosas muy malas del Cialis, entonces decidí empezar a probar poco a poco. El Cialis viene en presentaciones desde 5mg hasta 40 mg. Compré una caja de 5 mg guarde un par de pastillas en mi cartera. El resto las dejé en un Locker en mi trabajo (para que mi mujer no las pueda descubrir) en esperanza de que en algún momento estas pastillas fueran utilizadas ... y sí fue así.

Hoy les contaré la historia de Socorro: una maratonista de 43 años en el año 2014, pequeña, 1.5m de altura, muy muy delgada, pero con un cuerpo escultural debido al exceso de ejercicio. Unos gluteos pequeños y bien formados y unos pechos bastante grandes para su estatura.

Debido a que yo estaba presentando problemas de sobrepeso, decidí acudir a correr por las mañanas y, de paso, hacer carreras deportivas que se efectúan aquí en la ciudad. Fui al parque de mi colonia. Ya que está muy deteriorado, cambié al Bosque de Aragón. Platicando ésto con mis compañeros del trabajo, me sugirieron acudir al circuito que se encuentra en Ciudad Universitaria al sur de la Ciudad de México. Sin saberlo, mis conocidos me dieron dos consejos muy buenos: hacer ejercicio ahí ya que hay pendientes muy pronunciadas y que te ayudan a mejorar tu rendimiento... y, a parte, conocer a Socorro.

Un martes por la mañana, llegué a Ciudad Universitaria a realizar mi entrenamiento. Pasados 2 kilómetros, ya me estaba quedando sin aire, cuando de repente una chica muy pequeña pasó a mi lado corriendo mucho más rápido que yo y me dijo:

- No te detengas! No te detengas! Sigue corriendo! - y se alejó.

Vi a la mujer de espaldas. No pude verle el rostro. A pesar del cansancio, logré ver ese par de nalgas pequeñas y formadas y me llamó mucho la atención. El orgullo hace que te vuelas fuerte, entonces saqué energía de "la reserva", traté de alcanzar a esta mujer y... no alcancé.

Agotado por completo, detuve mi paso y decidí regresar por el mismo camino por donde corrí.

A los 2 días fui nuevamente a hacer ejercicio. Esperando encontrarme a esta pequeña mujer. Corrí, nuevamente me fatigué y nuevamente regresé por el mismo camino por el cual había corrido. Me senté en una banca. Mientras trataba de recuperar el aire vi que alguien se paraba frente a mí. Voltee a verle y ahí estaba Socorro. Una mujer con un rostro muy lindo, completamente sudada, con un olor a sudor muy penetrante. Me dijo:

- Te vi correr. Te voy a aconsejar que no te detengas porque te puedes lastimar.

Yo disimuladamente trataba de ver su cuerpo debajo de esa ropa deportiva y sabía que debajo de todo eso, los pechos se apresionaban terriblemente. Me dio ese consejo y siguió corriendo.

Así pasó aproximadamente un año en donde a veces la veía, a veces no. En esas veces que la veía, yo le soltaba alguna broma o ella me la soltaba cuando íbamos corriendo. Hasta que un día hubo un "crack".

Encontrándome yo calentando, ella se acercó a mí y me dijo:

- Te voy a dar una ruta por la que te vas ejercitar mejor, tú sígueme.

Yo asentí con la cabeza. Corrimos, yo ya contaba con un poco más de fortaleza. Nos metimos al Jardín Botánico y estando dentro, ella por su velocidad iba mucho más adelante que yo. Más adelante se detuvo, me estaba esperando. Ella ya se encontraba completamente bañada en sudor lo mismo que yo. Y me dijo:

- Ya sé qué te va a motivar.

Yo no comprendía. Se acercó a mí y me dio un beso en la boca, un beso de piquito... ¡Madre Santa! Eso fue la destrucción en mí, porque a partir de entonces, si solamente iba dos veces a la semana correr, empecé a ir 5 veces a la semana... Nuestra comunicación fue mejor, empezamos a platicar antes y después de cada entrenamiento, nos citabamos para llegar juntos, nos pasamos nuestros números hasta que la invité comer.

Fue un sábado por la tarde, me escapé del trabajo. El lugar de la cita fue cerca del metro Zapata. La comida transcurrió de modo muy muy tranquilo. Yo en mi inexperiencia y con muchos nervios, no sabía cómo abordar el tema del beso. Sin embargo, todo se dio solo. Salimos del lugar donde estábamos comiendo, Llegamos a un parque muy cercano. Yo me senté en una banca de piedra, pensé que ella se sentaría a mi lado... y no. Se paró justo frente a mí y puso mi cara sobre sus pechos ¡Wow! Un mujer así de pequeñita y delgadita estaba llevando todo este suceso. Empezó a darme pequeños besitos en la cara y los labios. Sin embargo, por la hora, teníamos que irnos. Me dijo "La próxima vez vamos a comer nuevamente, ¿aceptas?" y yo entusiasmado dije "Claro que sí".

Pero esa próxima vez pasó aproximadamente 6 meses después de esta salida.

Me encontraba yo un domingo trabajando por Ciudad Universitaria precisamente. Cuando de pronto recibo un mensaje de texto de ella diciéndome que me invitaba a comer. En aquel entonces, yo ya contaba con do celulares. Claro! Si vas a taner una doble vida, necesitas tener dos cosas de todo.

Volviendo al tema, me llegó su mensaje de texto indicándome que me esperaría fuera del metro Mixcoac, para que vayamos a comer. Se me hizo muy extraño. Si la lógica no me fallaba, no era solamente a comer...

Fui al baño, me lavé la cara. Tomé mis dos pastillas de Cialis que tenía en la cartera. Si no pasaba nada, pues me quedaría con una buena erección. Inventé cualquier pretexto en el trabajo para poder escaparme unas 2 horas. Mixcoac está a 20 minutos de Ciudad Universitaria, está muy cerca. Le mandé mensaje para avisarle que había llegado a la esquina donde me citó. La esperé y esperé... y no llegó.

Pasado una hora, yo ya desesperado porque no me daría tiempo de comer, me mandó un mensaje de texto diciéndome "Me encuentro en el hotel Lua. La habitación 509. Cuando llegues toca la puerta dos veces así sabré que eres tú."

¡Madre del santísimo! ¡No saben cómo me puso esto! Fui corriendo hasta el hotel, no sabía siquiera dónde estaba. Rodeé varias calles hasta que lo encontré. Tomé aire estando frente a la puerta de la habitación y toque dos veces. Al abrir se sentía un olor a frutas. La habitación estaba completamente a oscuras. Ella me tomó de la mano para entrar. Yo no lograba ver nada. Me sentó en la orilla de la cama. Ella iba vestida con un pantalón de mezclilla, una blusa negra completamente pegada al cuerpo y una especie de capa tejida.

Escuché cómo tomaba aire, como tratando de tomar valor y empezó a decirme:

- No creo que... no creo que no sea buena idea. Eres un niño. Yo tengo 43 años. Tú tienes 26.

Yo trataba de convencerla de que la edad no era un problema. Entonces me dio el primer beso de piquito y el olor a frutas descubrí que venía de su boca, por el gloss que se había puesto. Me dio besos en la boca, en las mejillas; yo la tomé de la cintura, la acercaba hacia mí. Ella estaba de pie y yo sentado en la orilla de la cama.

De repente ella volvía en sí y me decía

- Es que eres un niño. Eres un niño, no puedo hacer esto...

Yo ni falto ni perezoso, la tomé por la cintura, la cargué (no pensaba nada) y la recosté sobre la cama. Recordar esto me prende muchísimo. Traté de darle besos en la boca, pero se quitaba... entonces empecé a besarle el cuello, empecé a bajar, la ropa me estorbaba, le quité las botas que llevaba puestas. Después le bajé su pantalón y ante mí apareció una vagina de hembra, una vagina con olor penetrante cubierto por su panty blanca. Los pantalones se los dejé la mitad, bajé un poco sus panties y pude ver que esta mujer se había depilado especialmente para vernos.

Pasé un poco mi boca por su vagina para sentir los piquetitos de esos vellos púbicos. Ella me dijo "No, ven..."

Me puso a su lado, me empezó a quitar la ropa, a quitarme el pantalón, la camisa, los calzoncillos. Quedé completamente desnudo y ella estaba completamente vestida, solamente se quitó su capa. Entonces, me dijo una de las frases que nunca me voy a olvidar.

- Así me soñabas, ¿verdad? ¿Así me querías tener? ¿Crees que no me daba cuenta que me mirabas las nalgas cada vez que corría?

Sacó un condón de su bolsa. Me lo puso ella misma (es la única vez que me la han hecho). Se quitó los pantalones y sus panties y se montó en mí, sólo llevaba la blusa. ¡Qué sensación! Era una mujer tan pequeña con un cuerpo tan bién formado encima de mí. Ese cuerpo de modelo... Empezó a cabalgarme suavecito, solamente sentía cómo resbalaba su vagina con mi pene. Me incorporé un poco, le quité la blusa pude ver su sostén color blanco, y debajo de ellos aprisionados sus pechos tremendos.

Yo empezaba a moverme. Tuve una erección como nunca antes gracias al Cialis. Y ahí estaba ella moviéndose, haciendo círculos encima de mí, sentía cómo toda su húmedad me mojaba la entrepierna. Yo la tomaba de la cintura y empezaba a metérsela...

Estar con esta mujer tan delgada y sin tanto peso, facilitaba mucho para las maniobras que yo quería hacerle: tomarla por la cintura y metérsela lo más fuerte que yo pudiera.

Esta mujer al fin logró deshacerse de sus prejuicios y comenzó a moverse como loca. Se daba unos sentones tremendos. Ella misma se quitó el sostén y pude ver por fin esos pechos gigantes coronados por un pequeño pezón... ¡Madre Santa!

Solamente podía entrever esto ya que estaba en completa oscuridad.

Se acercó a mí y por primera vez me dio un beso bien dado. Un beso donde me metió la lengua, sentí su boca tan pequeña. Estaba completamente desesperada... Con una mano me empujó la cara hacia un costado y me hizo un chupetón, yo me incorporé. Me levanté, alcé la cabeza tratando de besarla nuevamente y repite lo mismo: me hace la cabeza a un lado y me da el segundo chupetón... ella ya no pudo más. Se incorporó e hizo circulos freneticamente con sus caderas. Siento las contracciones de su cuerpo y cómo un líquido empieza a escurrir por mis testículos, señal de que se había venido.

¡Por Dios qué cosa tan hermosa fue eso!

Ellá se separó, se incorporó, fue al baño, se miró en el espejo un poco y se fue a acostar a un costado de mí y me dijo "Ven, abrázame de cucharita".

Estuvimos así un rato platicando. Ella tomaba mi mano y la pasaba por sus piernas, por sus pechos que a parte de grandes, estaban duros. El sólo sentir sus pechos y jugar con ellos mientras platicábamos tranquilamente, hizo que mi "amiguito" despertara de inmediato. Al sentirlo nuevamente erecto me dijo.

- Qué lástima que no hayan más condones.

- Cómo que "Qué lástima" si yo traigo una en la chamarra - respondí.

Fui por él para mostrárselo.

Ella me dijo, "¿Quieres otra?" y yo ni tardo ni perezoso le respondí "¡Claro que sí!"

Entonces me dijo:

- Ven, recuéstate en la cama

Empezó a masturbarme con su mano. Hizo algo que me encantó y desde entonces le pido a las mujeres con las que estado: le escupió a mi pene para empezar a humedeserlo. Lo repito ¡Madre de Dios! ¡Ver a esta mujer escultural masturbándome, mirándome a los ojos! De repente dejó de mirarme para ver mi pene y escupirle mientras continuaba masturbandome.

- Yo creo que ya estás muy bien, - me dijo. A ver, ponte tu condón.

Me lo puse... Sin decir una sola palabra, ella se puso en cuatro (pucha! es tan rico recordar esto). Introduje mi pene poco a poco en ella. Esas nalgas tan redondas y pequeñas siendo penetradas por mi verga.

Empecé a darle suave, muy suave... Yo me encontraba completamente excitado. Entonces lo tomé con ambas manos de las caderas y empecé a darle duro, duro muy duro. Solo podía entrever cómo su pequeño cuerpo se movía al compás de nuestro choque de pelvis.

Y he de confesarlo: No aguanté mucho. Nuevamente la maldita costumbre que tenía en aquella época. Acabé dentro del condón pero dentro de ella. Mi cuerpo se cimbraba, me encontraba completamente bañado en sudor... Me separé. Quité el condón con mucho cuidado, me percaté que no había ninguna fuga...

Justo cuando iba a echarme la cama, escuché una flatulencia. Socorro estaba muy apenada. Le pregunté "¿Estás bien?", pero ella se enojó y me dijo

- Me la metiste mal. Tengo mucho aire adentro.

Empezó a tener muchas flatulencias vaginales. Es la única vez en la vida que haya escuchado eso.

Toda molesta, me dijo:

- Ya me tengo que ir. Primero voy a salir yo, después te sales tú para que no nos vean salir juntos.

De inmediato se vistió. Nos despedimos con un pequeño beso en la boca y se fue.

Estaba muerto de la risa cuando iba de camino hacia el trabajo. No paraba de reírme por las flatulencias vaginales... pero aparte estaba lleno de orgullo, por lo que acababa de pasar. También iba preocupado por los chupetones que me hizo, pero no pasó a mayores. Después de esto, Socorro dejó de responder mis mensajes. Tampoco iban a los entrenamientos. Después de un tiempo, me contó que se había a vivir a Canadá y decidió tener sexo conmigo a modo de despedida, ya que nunca más íbamos a volver a vernos.

Sin embargo hace aproximadamente un año regresó a México. Nuevamente tenemos mucha comunicación... Pero no sé si intentarlo de nuevo, o dejar esto como un bonito y caliente recuerdo.