Sobrinos calientes
Los sobrinos descubren en el tio la forma de descargar sus apetitos sexuales...
SOBRINOS CALIENTES
Debo decir que mi hermana y yo siempre nos tuvimos un gran afecto. Ella llegó un día a casa de nuestros padres, era una niña. Mis padres dijeron que la habían adoptado. Jamás tuvimos ninguna otra explicación y tampoco la pedimos con mis otros hermanos de sangre.
La cuestión es que pasado el tiempo, fui a vivir con ella una temporada. Ese tiempo duro mas de lo previsto. Pero la pasaba bien. La vida fue pasando y ella fue madre de trillizos. Que simpáticamente bautizo como Hugo, Luis y Diego. Obviamente los chicos crecieron con los diminutivos Huguito, Luisito y Dieguito. Como los sobrinos del pato Donald.
Se fueron criando a mi vista. Para ellos yo era el tío Pochi. Bueno, mi cuñado en realidad me agradecía porque muchas veces los salvaba. Ya que criar 3 chicos no es nada fácil.
Yo llegaba del trabajo y generalmente me tiraba en la cama por horas. No me movía demasiado. Mi hermana y mi cuñado trabajaban casi todo el día. Así que pasaban mucho tiempo conmigo. Aunque cada uno tenía sus actividades que no eran pocas.
Miraba un programa cualquiera de televisión. Tirado, que era algo que me gustaba mucho. Huguito entró en mi cuarto.
__¡Hola tío!
__Huguito ¿Cómo estas?
__Bien tío, bien. Un poco aburrido.
__¡Quieres ver la tele aquí?__ pregunté al chico
__Sí, ¿No te molesta?
__Como va a molestarme__ dije rascándome la pierna que en ese momento me picaba. El chico miro mi calzoncillo bóxer. Fue al pasar. Pero justo vi su mirada pícara. A mi me pareció así.
__¿Como va la escuela?__ pregunté
__Bien…Un poco aburrida
__¿Aburrida? O sea que te va muy bien
__Si con las materias no tengo problemas
__¿Y con qué tienes problemas?
__No, no con nada, solo digo
__Pero se divierten…
__Sí claro
__¿Por ejemplo?
__ Mmmm, ahh, sí claro, a veces jugamos y nos miramos….
__¿Se miran?
__Sí, nos miramos, nuestro pitos, tío
__¡Ahhh!!
__ Sí y también a veces nos tocamos un poco y todo eso
__¿Se masturban con tus compañeros?
__Claro, y siempre nos contamos las cosas, muchos queremos tener otras experiencias….
__¿Como otras experiencias?
__Y si porque tocarnos entre nosotros esta bien….Pero yo al menos quisiera tener en mis manos una pija adulta…__ diciendo así, apoyó como al descuido una de sus manitos en mi pierna desnuda.
__¡Pero enloqueciste!!__ sobresaltado, aunque no disgustado dije. Es mas un cosquilleo sanguíneo comenzó a fluir.
__Es solo ver, muéstramela, déjamela tocar solo un poco, así podré contarles a mis compañeros, dale tío, dime que sí, tío Pochi…
__No, no escucha__ trataba de correrme y casi me caigo de la cama. El agarró mi bóxer y lo tironeó.
__¿Qué hay de malo?__ dijo Huguito. Mi espalda desnuda recibió sus caricias. Casi rasguños en el intento por escaparme. Tironeó una vez mas mis bóxers que se iban corriendo poco a poco. Alcanzó a rozar mi verga.
__¡Esta bien, esta bien, quédate quieto!!__ le dije. Tome mis bóxers. El miraba. Su cara estaba iluminada. Radiante. Como solo tenía mi calzoncillo, al quitármelo, quedé completamente desnudo. Mi verga saltó al aire. El abrió la boca.
__¡Ohh, es tan gruesa, tío, tan grande!!__ la miro desfigurado. Sus dedos se iban hacia el miembro. Que realmente se estaba poniendo duro por la situación.
__¿Puedo tocarlo tío, si, déjame?__ rogaba casi el chiquillo con sus mejillas regordetas y rojas.
__¡Está bien!__ suspiré dejándolo hacer. El chico tomo la pija. La acariciaba suave. Yo tragaba saliva y gozaba. Hacía rato que estaba sin tener sexo y aquello no lo esperaba. Huguito se fue aferrando a la vara que se erguía y se endurecía cada vez más. Mis huevos estaban repletos de leche.
__¿Te gusta tío Pochi?
__¡Oh si, que lindo juegas con ella!!__ dije yo calentándome cada vez más. Los dedos de Huguito rozaban mis bolas duras. Con la otra manito apretaba fuerte mi verga que seguía inflándose. Seguía dura.
__Es la primera vez que tengo en la mano una pijota tan grande…
__Disfrútala entonces__ dije yo entregado totalmente. El chiquillo se arrimó a la cabeza de la verga. Paso su lengua. Suave. Pegajosa. Suspiré. Mis gemidos se empezaron a oír. Su pequeña boca se abrió y tragó la vergota. Su respiración se agitaba. La saliva chorreaba por mi estaca muy ardiente. Una brasa roja inflamada. También con sus manitos sacudía la pija. La masajeaba. Subía y bajaba. Masturbaba sin soltar la presa con la boca. La comía realmente con ganas. Mis gritos eran cada vez mas fuertes. Alternaba con un fuerte masaje en mis bolas. Su lengua pasaba por todo el mástil erecto. Le daba pequeños latigazos. No parecía que fuera la primer verga que tuviera en su boquita. Acariciaba su pelo ensortijado y revuelto. Acompañando su acompasado movimiento de cabeza. La lengua llegó a a mis bolas. La pasaba por allí con deleite supremo. Gimiendo gustoso de darme aquellas caricias. Tragó mis huevos. Comiéndolos. Saboreando centímetro a centímetro mi piel.
Seguidamente aceleró sus embestidas. Me tensé mucho más. Pidiendo que siguiera con sus fatales caricias. Mi crema inundó por todas partes. El acercó el caño a su boca y comió sin desperdiciar nada. La boca se pegó a mi cabeza tragando todo lo que podía.
__¡Ohh que diablillo eres, ohhh!!__ gemía desordenado. El ordeñaba sacando hasta la última gota. Esperando que se desinflara un poco más el garrote. Luego de eso se acercó otra vez a mi.
__¡Tío tiene una hermosa pija!
__¿Te ha gustado?
__¡Oh si mucho, mira, no quiere dormir!!__ comentaba y seguía tocando mi verga semi caída. Se acercó a mi boca y me beso desprevenido. Cuando cruzó su lengua a mi boca, la verga pegó un respingo. Se alzó como por arte de magia.
Al ver mi palo nuevamente endurecido, sonrió.
__¡Vaya tío que estas caliente!!!__ se quitó la poca ropa que tenía. Tomando mis manos las colocó en sus nalgas pringosas y frescas. Duritas. Su pija también estaba muy dura. Acaricié aquel cuerpo. Mientras nos besábamos ardientes, calientes, con placer. El jugaba con mi verga a sus anchas. Yo abría sus nalgas y buscaba su colita. El agujerito me esperaba muy mojado.
__¡Estas muy caliente Huguito!!
__Y preparado tío Pochi, quiero que me cojas con esta hermosa pija….
__Por eso te pusiste una crema…__ hundí dos dedos en su ojete que se perdieron de inmediato en aquel túnel sediento. Luego olisquee su culito y busque con mi lengua aquella abertura. Chupé su culo. Acaricié con mi lengua aquella hendidura. El chico resoplaba y gemía brutalmente. Se abría para mi. Separaba con mis manos sus nalgas. El chupaba mi verga dura como un fierro. Lamí alrededor de la abertura. Los golpes eléctricos hacías que Huguito se contorsionara. Doblara su cuerpo. Hiciera figuras locas.
__¡Oh tío, ya cógeme, ensártame con esta pijota, la quiero tener adentro ya, por favor, cógeme, quiero sentirla!!__ me coloqué detrás de el. Sacó su cola blanca y joven. Apoyé la cabeza en su entrada. Gemía sin parar. Entró un poco. Empujé. Huguito chocaba contra mi vergota. Hundí la cabeza. El dio un pequeño grito. Mi verga siguió su curso. Lo atravesé con mi lanza. Totalmente empernado. Empezó a disfrutar. A ir y venir. Empujando su culito contra mi. Golpeando mis bolas con sus nalgas. Lo tomé de los hombros. Lo taladraba sin descanso. Mordí su nuca. Sus orejas. Lamía sus lóbulos. En tanto seguía cogiéndolo.
__¡Así, así tío Pochi, ahhhh, dámelo todo, dame tu pija, ahh, clávame!!!__ mi estaca hundida perforaba aquel anillo salvaje. Mi verga se inflamaba dentro del canal. Lo volqué de costado sin sacar mi pijota de su interior. Huguito estiraba su mano y tomaba perfecto mis bolas. Tocándolas y jugando con ellas. Levantaba su pierna y mi perno iba y venía dentro del chiquillo alzado. Mordía sus hombros. El gemía y se parecía una niña fogosa. Con mis manos alcancé y tomé su erecta pija Lo masturbé. Estaba tan alzado y excitado que acabó enseguida. Bañando toda la cama con su leche tibia y pegajosa. Seguí acariciando su verga en tanto seguía hundiendo mi espada en aquel culito que se había abierto para mi.
__¡Ohh, tío que bien me coges. ¿Vas a llenar mi culito de leche?
__¡¡Sí, sí claro, te lo llenaré!!
__¡Ahh dame la lechita en el culo, ahh, sí la quiero toda, quiero tu leche tío!!__ esas palabras inflamaron mis bolas y empecé a largar la leche en su apretado culito. Los escupitajos salían con fuerza golpeando las paredes de su ojete abierto. Quedamos pegados. Buscando un respiro.
Minutos después escuchamos voces. El salió de la habitación como si nada. No sin antes prometiéndome más cogidas en el futuro.
Pasaron varios días. Estaba en la bañadera dándome un refrescante baño. Golpearon la puerta.
__¿Quién es?__ pregunté
__¡¡Soy yo tío, Luisito, puedo entrar me estoy orinando!!
__Sí entra, entra
__¡Ah! Gracias, gracias…__ dijo entrando como un refucilo. Sacó su pene sin ninguna vergüenza. Sacudió varias veces su tronco y lo dejó colgando. Hacía esto como si estuviese solo. Yo lo miraba. Me acariciaba mi tranca que se estaba calentando hundido en las aguas.
__¡Tío mira que te parece que tengo allí!!__ dijo en tanto acercaba su pija a mi cara.
__¡Ves allí, hay algo rojo!!__ decía el chico. Mientras alzaba con su mano la verga. Mis ojos se acercaron. Con mi mano húmeda no tuve mas remedio que tomar el pene de mi sobrino Luisito.
__¿Donde?__ pregunté
__¡Allí mismo tío!!__ noté que la verga se ponía inquieta. Endureciéndose. Vi que el chiquillo salvaje sonreía con cierta sorna. Abrí entonces la boca y engullí aquel caño. Automáticamente se fue levantando. Poniéndose duro.
__Veremos que se puede hacer__ comenté en un instante en que saqué la verga de mi boca. Con mis manos lo masajeaba. Ya estaba totalmente duro y yo también. Apreté sus bolas no dejando de comer aquella pija de mi sobrino Luisito y apuré las caricias. Luisito tragaba saliva y gemía. Se fue tensando cada vez más. Sus entrecortados gemidos vibraban en el aire. Sacudiéndose empezó a regar su líquido sobre mi pecho. Siguió largando unos chorros mas. Con el jabón limpié su miembro. Lo enjuagué. Lo acerqué un poco más, el siempre de pie. Baje del todo su pantalón que cayó al suelo. Metí mis dedos en su culo. El gimió. No se retiró. Abrió un poco sus cachas. Mis dedos mojados con jabón y agua entraron en su arito. El seguía gimiendo. Resoplaba. Abrí su culito. Mi verga debajo del agua saltaba como un resorte. Muy caliente. Quería penetrar a aquel chico ya. Me contuve. Lo giré sin salir de la bañera. Mi lengua recorrió el agujero oscuro. La saliva entraba y salía. Luisito clamaba ya por mi pija. Decidí salir de donde estaba. Mi verga se libero del agua. Luisito la vio y la tomo en sus manos. Salí fuera. Estuve un momento parado. Allí el me acarició los huevos y mi erecto mástil al rojo vivo.
Me senté en el borde de la bañera. Lo conduje suavemente a que Luisito se sentará en mi vergota. El la tomaba y la guiaba. Yo acariciaba su espalda. Lamía los omoplatos. Lo fui penetrando. Tomándolo de las caderas lo subía y lo bajaba de mi palo enjabonado. El gemía. Apreté sus tetillas duras, sensibles. Baje mi mano y su garrote ancho y duro se volvía a levantar. Volvía a apretar sus tetillas. Las sobaba con deleite. Mientras con mi lengua humedecía sus orejas indistintamente. Lo mordía suavemente. El aceleraba sus movimientos enterrándose mi verga hasta lo más profundo.
__¡Oh tío eres un macho formidable, coges como un dios, ohh, si, si…!!__
__No sé porque creo…que has hablado con Huguito…lo sospecho…__ dije entre dientes sintiendo que me inflamaba dentro de aquel ojete. Sabiendo que ya acabaría de un momento a otro. Lo tomé con fuerza. Lo sacudí con más ritmo. Los chorros de mi leche empezaron a bañar aquel jugoso culito que recibía aquella miel.
El quedó colgado con mi fierro ensartado en su culo. Parecía un muñeco pinchado con un alfiler. Cuando reacciono salió del enclave. Se sentó a mi lado al borde de la bañera. Tomó la esponja y comenzó a pasarla suave por mi herramienta. Luego paso por mi estómago y llegó a mi pecho. Lo dejaba hacer. Al instante se acercó a mis labios y nos besamos cálidamente. Su lengua me lamió deseándome. Tomé su cintura. Lo apreté pellizcando un poco sus nalgas duras. De la forma en que estaba sentado permitía que mis dedos hurgaran su mojado ojete. Aún chorreaba mi leche. El seguía limpiándome. En tanto yo lo acariciaba, hundiendo mis dedos en su anillo húmedo. Con la otra mano sacudía su chota dura como roca. Nuestras bocas se fundían en alocados besos. Chupándonos las lenguas. Saliva iba y venía y caía por nuestros cuerpos. Luisito lavaba mis bolas. Se detenía momentos interminables. En los que yo gozaba infinitamente. Mi arma se ponía dura otra vez. Luisito la sacudía. Me masturbaba. Yo lo masturbaba a el.
Sin dejar de besarnos. Sin dejar de meter los dedos en su culo.
__¡Tío, tienes una pija hermosa!!__
__¡Oh me calientas tanto!!
__¡Tu eres un macho increíble, no queremos que te marches de aquí!!__ mi estaca parada al máximo. El se retorcía en tanto su semen saltaba por todo el piso. Dando volteretas en el aire para caer también en sus rodillas y muslos. Comiéndome la lengua. Apretaba un poco más mi verga. Apresuraba las embestidas. Yo gritaba en tanto también saltaba mi leche por todas partes. Los besos no terminaban. El sacaba hasta la última gota de mi leche. Se chupaba los dedos comiéndose el resto. Luego volvía a besarme. Y yo lo besaba a el. Tomándolo del cuello. Haciéndole chupar mis dedos, dedos que habían hurgado su túnel.
Al rato nos metimos en el agua tibia. Nos bañamos. Nos limpiamos y seguimos besándonos.
Unas tardes después, hacía mucho calor. La piscina me recibía después de un largo día de trabajo. Me zambullí en ella, despreocupado, aislado del mundo. Estuve un rato yendo y viniendo. En eso estaba cuando apreció Dieguito con una zunga ínfima. Le marcaba el bulto y unos magníficos glúteos. Instintivamente lo observé deleitándome con aquella visión.
__¡Hola tío Pochi!¿Como estas?
__Con un poco de calor
__¡Allí voy!!__ diciendo así se lanzó al agua fresca y clara. Dio unas brazadas fue y vino. Tiró agua en mi cara. Se abalanzó sobre mi, jugando. Peleamos un momento. Forcejeamos un rato entre risas y manotazos. En un momento el quedó contra una de las paredes de la pileta y yo lo abracé por detrás. Apoyé con toda intención mi bulto contra sus nalgas juveniles. El se tiraba a sabiendas hacia atrás apoyándome un poco más. No lo dejaba y el nada hacía por soltarse de aquel nudo. Sintió que mi verga se endurecía. Puse mis manos en sus caderas. Aferrándome a ellas. Mi boca paso suavemente por sus hombros y llegué a su cuello. Lo mordí despacio. Jugando. El suspiraba y con una de sus manos fue a apresar mi estaca. Se aferró a mi verga que estaba como mármol. Yo lamía su cuello. Lo besaba con besos cortitos. El jadeaba y tomaba mi cabeza con la mano que quedaba libre. Fui bajando su zunga. Pellizqué sus cachetes regordetes y sabrosos. Mi verga latía bajo el agua. Mi short había caído. Hurgué en su agujerito que explotaba de calentura. Apretaba su pecho chocando mi verga en sus nalgas. La refregaba. La pasaba por sus duras nalgas. Mordía su cuello. Dieguito lanzaba aullidos de placer.
No tarde en llegar al fondo de su ojete. Mi estaca entró profundamente en su culo. El se apoyaba en el borde de la pileta que movía las aguas de un lado a otro. En tanto yo lo clavaba. El se contorsionaba aullando de placer. Yo masajeaba su pija tan dura como la mía. Metía los dedos por sus bolas hinchadas. Apretaba sus tetilla inflamadas, duras, paraditas.
__¡¡Oh tío Pochi sigue adentro mío, cógeme, ahhh, así, aahhh, así!!
__¿Te gusta Dieguito?
__¡¡Sí sí, ohh, ohh, sí, sí, clávame, eres mi macho, clávame!!__ hundía mi vara que se iba agrandando a medida que lo penetraba en ese hermoso culito, aún joven, firme, deseable. Mis embestidas lo sacudían. El agua ayudaba a que casi flotáramos. Mi sable iba y venía por el canal de Dieguito que hacía que mi calentura se inflara mas y mas. Me aferraba a sus caderas. El echaba la cabeza hacia atrás y alcanzábamos a besarnos. A chuparnos las lenguas, a morder nuestras bocas con loca pasión. Gruñía mientras se vaciaba en mi mano y el agua de la pileta mezclaba las huellas de su semen. Su verga no caía y yo tomándola con ambas manos descargaba mi leche dentro de Dieguito que gritaba exageradamente enloquecido. Hirviendo su sangre. Sus hormonas. Su culo abierto y chorreando. Mi mástil dentro de el, latiendo todavía. Beso su nuca. El se apoya como un muñeco al borde de la pileta y mi cuerpo sigue pegado al suyo. Resollamos. Buscamos aire. Mi verga sigue latiendo dentro de el anillo. Creo que todavía larga líquido. Quedamos un rato así. El se mueve despacio. Siente que mi pija sigue viva y dura.
De pronto se gira. Queda frente a mi. Cruza sus piernas por mi cintura. Busca mi boca y nos fundimos en un caliente y baboso beso. Nos chupamos. Con su mano inserta mi herramienta en su culito abierto y voraz. Lo hago sin problemas ya que mi fierro esta duro al máximo.
__¡Oh que macho eres!!¡Me encanta que me cojas así!!__ diciendo eso me besa el cuello. Con sus brazos me rodea. La verga se ha hundido. Sin remedio. El bailotea con su arito. Aferrado con sus piernas hace fuerza y se lo clava mas y mas adentro. Gime. Yo rezongó sacado. Aprieto las mandíbulas. Alzado. Lo muevo hasta casi sacarlo de la piscina. Mis embestidas son feroces. El siente mi verga recorrer su caño. Es un salvaje. Gruñe. Nos besamos mordiendo nuestros labios. Parecemos animales. El se cuelga de mi cuello. Yo con mi mástil erguido lo sostengo en la punta. Mis bolas chocan con sus nalgas. Resbalo dentro de el. Lo golpeo con mi machete rocoso. Las lenguas crepitan a pesar del agua fresca de la piscina color azul. Me detengo. Vuelvo a arremeter. Mi pistón se inflamaba. Apresuro mis embestidas. Muerdo su cuello. Estiro mis piernas. Me tenso. Mis venas están a punto de cortarse de placer. Los flujos comienzan a salir. Líquido y líquido riegan el interior del muchacho penetrado.
Me abraza. No se suelta. Sus besos tragan mi lengua. Su esfínter late con mi verga chorreando en su cola abierta.
Una siesta dormía a pata suelta. Cuando me doy cuenta, como en un sueño, que estoy rodeado por mis tres sobrinos muy calientes. Luisito y Dieguito juagaban con mi verga ya dura y bien alzada. Gemían y tragaban la pija. Huguito en tanto me comía la boca y sobaba mi pecho desnudo. Las lenguas de aquellas fieras eran cálidas y ardientes. Chorreaban deseo y lujuria. Placer. Los gemidos se alzaban por todo el lugar. Uno de ellos llegó a mis bolas. Pasaba la lengua por allí, extasiado. El mástil era chupado, mordido, lamido porque aquellos salvajes chiquillos. Huguito lamía suavemente mis labios. Chupaba mis orejas y luego volvía a mi boca y no dejaba de besarme enloquecidamente.
___¡Oh chicos, van a matarme de calentura!
__¡Eres nuestro macho, queremos hacerte feliz tío Pochi!__ dijo Luisito
__¡Sí, dinos que te lo estas pasando bien!!__ comentaba Dieguito
__¡Ahhh, sigan así!!!__ las manos de los chiquillos acariciaban mi cuerpo. Pellizcaban mis muslos. Los lamían. Me chupaban la panza. Limpiaban mi ombligo. Yo acariciaba sus cabellos. Acariciaba sus nalgas. Huguito depositaba su verga dura en mis labios. La chupaba con voracidad. Mientras los otros dos demonios hurgaban por todo mi cuerpo. Alguno de ellos había metido un dedo o dos en mi cola y yo quería explotar de placer. Me retorcía. La pija de Huguito era llenada de saliva , en tanto, los gemidos de este rebotaban en las paredes. Clavaba un dedo de mi mano en su culito sabroso. El gritaba. La lengua de alguno de los chicos llegó a mi ojete. Hicieron que girara mi cuerpo y quede culo para arriba. Abrieron mis cachetes. Allí se hundió la víbora. Yo gemía enloquecido. Otra lengua recorría mi espalda. Las manos me abrían las cachas. Repasaban mi caño que estaba aplastado contra la cama. Seguía por mis bolas y llegaba a mi anillo jugoso. La saliva resbalaba por mis piernas. Huguito se las arreglo para que siguiera tragando su verga. La apreté con mis labios. El se movía en un vaivén imposible, veloz, sacado, así largó su semen dentro de mi boca., ahogándome. Lanzando escupitajos gloriosos y pegajosos. Por la comisura de mis labios chorreaba la leche salobre. Tragué todo lo que pude.
Sentí que me apoyaban una pija en mi entrada. Lentamente acomodé mi cola. Supe que Luisito entraba en mi interior. Grité. Me retorcí. Me ensarté mucho más profundo aquella tranca. Luisito se acomodó por fin dentro mío y comenzó a cabalgarme sin demora. Me tomaba de los hombros. Me cogía velozmente. Mordía mi oreja. Una y luego la otra. Huguito me chupaba la boca compartiendo su propio semen. Dieguito observaba.
Luisito se descargaba en mi túnel. Caía sobre mi espalda Mordía mi nuca. Luego se quitaba de encima y sacaba su pija babosa y semi dormida. Mi ojete largaba aún líquido. Abierto. Voraz.
Dieguito giraba mi cuerpo. Besaba mis tetillas. Levantaba mis piernas por sobre mi hombros. Lentamente me ensartó con su vara. Comenzó a bombearme. Muy profundo. Me taladra. Me perfora. Besa mi cuello. Siento que su pija se inflama dentro de mi. Va y viene. Detiene su marcha. Me da golpecitos leves. Luego aumenta el empuje y me coge rápido, furioso, casi demencialmente.
__¡Oh que lindo culito tiene tío!!__ jadeaba Dieguito poniendo los ojos en blanco. Conteniéndose para no acabar ya. Con mis manos llegaba a acariciar sus bolas llenas y duras. Nos besábamos ardidos. Inflamados de lujuria. Sacaba su poronga y volvía a clavarme sin piedad. Chocando sus bolas en mis nalgas. Su lengua chocaba con la mía.
Arreciaba sus embestidas. Con sus manso atrapaba mi palo. Lo masajeaba, en tanto largaba su miel en mi ya destapado caño. Gruñía como un animal montaraz. No cesaba de besarme. Su serpiente alicaída salía de mi culo. Terminaba de largar su líquido. Mi palpitante ojete expulsaba jugo sin descanso. Allí sin pensarlo dos veces se metió Huguito que estaba alzado otra vez. Pegaba embestidas. Me taladraba hasta lo mas hondo. Lento a veces, veloz otras su pistón iba y venía en mi profundidad.
Sus hermanos miraban tocándose sus penes avarientos.
Sacó de la vaina su miembro viril. Sentándose al borde de la cama me pidió que me sentar sobre el mástil erguido. Le di la espalda. Me clavé su herramienta sin dudarlo. Finalmente entró sin vacilaciones. Comencé a subir y a bajar por aquel perno de maravilla. Gordo. Exquisito. Mi estaca se sacudía y bailoteaba desquiciado. Los muchachos se prendieron al biberón. Deglutían mis huevos. Atacaban nuevamente el garrote. Lo bañaban de saliva. Huguito me alzaba con sus manos. Me dejaba caer sobre su pija. Los hermanos Luisito y Dieguito se prendían a mi manija como mamadera. Se inflaban los penes. Los huevos estallaban. La crema saltaba por todas partes, Huguito me llenaba el culo, se vaciaba gozando a los gritos, en tanto los hermanos recogían mi néctar, bebiendo hasta la última gota. Limpiaron mi estaca, en tanto yo seguía, empernado por Huguito, sintiendo que la verga del chico no se desinflaba. Permanecía dura. Dieguito y Luisito seguían lamiendo mi espada que no quería descansar.
Ese verano fue realmente perverso. Movido. Inolvidable.