Sobrino/asistente
Historias reales de esta mujer de mas de 50 años que descubrió su sexualidad.
Sobrino/asistente
A las 3 de la mañana sonó el celular. Esposo en Europa en temporada de pases del futbol europeo por eso no me extrañó.
Atiendo.
Una voz de mujer temblorosa y sollozando intenta hilvanar frases del otro lado del celular.
Es Dalma, madre de un chico que representamos futbolísticamente, que nos pide ayuda. Su chico manejando atropelló en Salto, su ciudad natal, a una joven. Saliendo de un pub con alcohol en sangre embistió a una motociclista que venía a contramano en sentido contrario.
Salto es una de las ciudades de Uruguay con mayor población pero no deja de ser un pueblo grande.
Sin pensarlo dos veces, llamo a esposo y le cuento asegurándole que saldría para allí apenas estuviera lista.
“Llevá a Damián” me dice, Damián es hijo de su hermana y lo contratamos hace un año para cumplir las tareas de asistente y tecnología (videos, fotos, capturas, etc) tiene 24 años, es hijo de mi cuñada.
Antes de las 4 nos ponemos en camino, son 500 km por lo que prevemos llegar temprano para ver en que podemos ayudar a las familias.
Voy de equipo deportivo y llevo una maleta apenas con ropa para cambiarme, una nunca sabe cuánto pueden durar estas cosas.
Damián recoge los datos necesarios, hospital, estado de la chica, estado de nuestro representado, nombres de padres de la accidentada y situación general.
Sobre las 09:00 hs entramos en la ciudad. El hospital es céntrico y recién se nota el movimiento en las calles.
Estacionamos, le pido a nuestro sobrino que vaya a la Seccional de Policia para conocer el estado del chico y darle tranquilidad. Mientras yo, ya cambiada de elegante chaqueta y falda encuentro a un grupo de personas que fácilmente identifico como los familiares de los chicos.
Dalma, sale a mi encuentro, nos saludamos y me presenta a los padres de la chica, como en todo pueblo chico las familias se conocen y Carlos (nuestro representado) y su hija fueron compañeros de escuela y secundaria. El ambiente es calmo, sólo una pequeña fractura de su tibia es el saldo del accidente, respiro aliviada.
Llamo al abogado que me refirieron en el estudio que trabaja con nosotros y en menos de 5 minutos está en la puerta. La alcoholemia de Carlos es de 0,3m/l y podría considerarse una falta menor, ya que hay atenuantes, alcohol en sangre de la chica, manejo imprudente y no tener documentación encima.
Parto a la Seccional y encuentro a Carlos, no en una celda, sino en un pasillo, sentado, triste.
Le abrazo y le doy tranquilidad. El comisario aún no llega y aguardo unos minutos hasta que se hace presente. El ambiente de la Seccional es favorable a nuestro chico, estrellita del futbol local, buen pibe, familia humilde y respetada. Pero una falta de este tipo en sus antecedentes puede empañar su legajo civil y deportivo.
Mi abogado me presenta un plan de actuación y durante el almuerzo se lo presento a las familias. Hay acuerdo mutuo, compromisos de nuestra parte y de la familia de Carlos.
Ratificarlo ante las autoridades dejará sin efecto la actuación policial y el pase a instancias superiores.
Se nos ha hecho la tardecita y ambas familias nos piden compartir una cena de fraternidad para sellar el acuerdo. No puedo negarme.
Le pido a Damián que nos consiga un hotel para pernoctar en Salto y partir temprano de mañana.
Aprovecho el viaje para charlar con otros representados en la ciudad y ya sobre las 22:00, después de cenar, le pido a Damián que me lleve al hotel.
Hay un problema, tía. Me dice mientras subimos al coche. Todos los hoteles están llenos por culpa de una regata y apenas conseguí una habitación con cama doble, pero yo dormiré en el sillón. Enojada por este hecho, pero cansada, acepto, sólo sueño con un buen baño y dormir.
Hace frío, una llovizna y viento anuncian que el invierno está aquí.
Damián no se queda a dormir y sale de recorrida con alguno de nuestros chicos, advertencias mediante, sale a festejar sus 24 años en tierra ajena.
Para aumentar mi enojo, descubro que no traje pijama y que dormiré con una calza que usaré de pijama. arriba una sudadera y sin sostén para dormir más cómoda.
Cerca de las 3 de la mañana siento la puerta abrirse y entre la penumbra veo a mi sobrino entrar, huelo a ver si hay alcohol en el aire y me apresto a dormir tranquila.
Cerca de una hora después siento a Damián deslizarse en mi cama y su súplica, lo siento tía, hace muchísimo frio en el sillón.
Vuelta a dormir, me despierta la cercanía de Damián, estando yo de costado siento como se amolda a mi cuerpo.
Minutos después empieza un vaivén que me preocupa, me está rozando con su entrepierna sobre mi cola y eso me pone muy nerviosa.
Sus movimientos no cesan y por su altura calza exactamente entre mis piernas su bulto enfundado en su bóxer.
Mi mente trabaja a mil, me despierto y lo confronto generando un problema de convivencia, lo dejo, es cosa de niños, ya se le pasará. Pienso, pienso…..
que hago?
Algo dentro de mí está disfrutando de la situación, sabe que estoy despìerta, hablamos hace unos minutos. Hay un intervalo, movimientos y yo quieta como congelada.
Vuelven los movimientos, pero esta vez más nítidos, está sin bóxer me doy cuenta.
Su miembro se abre paso entre mis apretadas piernas y se ubica exactamente paralelo a mis labios vaginales, protegidos por mi calza larga y mi bombacha de algodón.
El roce me excita, trato de respirar normalmente pero no puedo, estoy jadeando en silencio. Hace más de un mes que esposo está de gira y eso se siente en mi cuerpo y en mi necesidad.
Apoya su mano en mi cintura y metiendo sus dedos medios en el elástico empieza la ardua tarea de dejarme sin ropa. Cuando el elástico queda apretado entre mi cuerpo y el colchón, elevo mi cintura para que siga su viaje. Eso me descubre mi complicidad y mi aceptación.
Cuando la ropa abandona mis muslos me toma de la cintura y atrae mi cola hacia él.
Te voy a cog+r, tía. me susurra al oído.
Se me escapa un suspiro incontenible y asiento apenas con la cabeza.
Él no sabe que es mi posición favorita.
No se hace esperar y me introduce su herramienta sin misericordia. Para completar su mano libre acaricia mis senos desnudos por debajo de la sudadera. Habla y me enloquece. Me dice que es lo que está haciendo, lo que me va a hacer y el rol que a partir de hoy viviremos, todo acompañado por palabras oscuras y obscenas que no hacen más que alimentar mi líbido.
Siento cada milímetro en mi interior, pero sigo quieta de espaldas, mientras el con su estocadas avanza en mi interior, cada una avanza más y más.
Cuando creo que ya no puedo más, empuja otro mm y así hasta que mi resistencia cede y entre jadeos y sollozos le anuncio lo inminente le voy a dar mi orgasmo.
Explotamos juntos, a su grito de tomá, tomá, lo acompaña mi grito animal de placer y dolor.
Saqué su mano de mis senos, intentaba recuperar mi respiración, su pene abandonaba lentamente mis entrañas dejando un enorme bagaje de líquidos en mis entrañas. Hui al baño en busca de una ducha extensa, porque lo necesitaba y porque no quería verlo despierto y no saber cómo actuar. Por suerte dormía como un lirón ocupando casi toda la cama.
Esa noche terminé durmiendo yo, en el sillón.
Me desperté temprano, como de costumbre, y fui al comedor a prepararme el mate, una infusión muy uruguaya que funciona como desayuno y compañía. Mientras preparo el mate, le comento a la chica del bar “donde están los pasajeros que ocupan todo el hotel”?
Asombrada me responde que no, el hotel esta a medio ocupar y que aún quedan más de 12 habitaciones libres. Me sonrío, veo que la estratagema de mi sobrino fue siempre terminar como terminamos.
Le dejo un recado que me busque en el hospital, que recoja mi maleta y que partimos inmediatamente para Montevideo.
Previo saludo a las familias, al abogado y hasta el comisario, paso a saludar a la accidentada, sermoneo a Carlos y viendo la presencia de mi auto en la puerta, partimos rumbo a la capital.
Obviamente el viaje iba a ser tenso, lo sabía.
Damián intento empezar una conversación sobre lo ocurrido y sin hablarle le hice señas de que se mantuviera con la boca cerrada. Mañana domingo hablamos fue mi comentario.
Aproveché las horas de viaje para poner al tanto a mi marido de la situación del chico, me comentó las novedades de sus gestiones, respondí mails, hablé con amiga y me dispuse a recuperar las horas de sueño perdidas.
Me despertó el sentir el ingreso de mi auto a la estación de servicio, mandé a mi sobrino por galletas y café caliente para el resto del viaje.
Luego de llenar el tanque, tomé la conducción del vehículo. Mi mente daba mil vueltas por minuto, repasaba que había hecho yo para que esto pasara, que debía haber hecho y que debería hacer a partir de ahora. No tenía respuestas.
La llegada a casa fue normal, Damián y su madre separada viven en una casa dentro de nuestro predio que fue construida especialmente para ellos, así que nuestro contacto, además de laboral es social y continuo como en toda familia.
Era el mediodía, bajamos las pocas cosas que habíamos cargado y nos despedimos con un hasta mañana. A las 09:00 sin falta recalqué, como una orden, intentando volver a las cosas a su sitio.
Seguía lloviendo en Montevideo, afuera el viento y la lluvia correteaban por nuestro jardín.
Adentro una sensación de vergüenza y rabia se apoderaba de mi.
Llamé a mi amiga para que viniera a hacerme compañía.
La charla y sus detalles la enloquecieron y terminamos pensando que lo que pasó pasó que lo había disfrutado y que no podía volver a repetirse. Borrón y cuenta nueva fue su frase al salir.
Mucha pelis, mucho dormir y ponerme a trabajar fue el método elegido para pasar el sábado y lo que quedaba de él.
El domingo amaneció con buenas noticias desde Europa, pases, extensiones de contratos y nuevos representados matizaron los que sería una reunión difícil con mi sobrino.
Estudié mi discurso durante varios minutos, sabiendo que Damián ya estaría en la oficina con el mate pronto. Minimizaría lo ocurrido? querría que se convirtiera en una práctica común?
Como esperaba estaba la estufa a leños encendida, el mate pronto y Damián editando un video. Buen día dije a secas y su respuesta fue inesperada, durmió mal la tía, se dijo entre labios pero para que yo lo escuchara.
Mirá Damián, dije en tono serio y áspero…… No me dejó continuar, se me adelantó y me dijo lo mimo que mi amiga, lo que pasó-pasó, ya está la pasamos bien los dos y nada más. Yo me atreví y tú lo consentiste, ya está, ya pasó, todo sigue igual.
Se me acercó un me dio un abrazo de reconciliación que me hizo sentir mejor, luego con su carácter habitual, hizo chiste y bromas durante todo el resto de la mañana. Todo seguía igual. Todo seguía igual?
Generalmente sobre el cierre del día, en la cena, hacemos un repaso de las novedades y las tareas para el inicio del día siguiente. Avisó que llegaría más tarde y así lo hizo, sobre las 22:00 hs. Llegó con cara de preocupación.
Tía, tengo un problema, me dijo. Dónde? pregunté y me señaló en su entrepierna.
Preocupada por la situación del viernes pasado le pregunté que le pasaba.
Esto dijo y abriendo su jeans sacó su miembro enhiesto, rígido y duro como una lanza.
No he podido dejar de pensar en lo que pasó y las ganas de repetirlo, terminó.
Me quedé dura, congelada, por la acción pero también por aquello tan grande y hermoso dentro de su fealdad. Quedé muda, parada enfrente a él.
Damián tomó mi mano y la llevó a su herramienta. me hizo agarrarla y sobraba pene por todos lados. Me controlé, no hice movimiento alguno, contuve la respiración, quedé impávida.
Suavemente me tomó de mis hombros y me impulsó a que me pusiera de rodillas. Su miembro quedó a cm de mi boca. La tentación era enorme y mi mente estaba bloqueada por completo.
Levante mi mirada como preguntándole que estábamos haciendo y me dijo “abrí la boca”. Entreabrí los labios y deposité un dulce beso en su glande, rojizo hinchado. Lo volví a mirar y sólo respondió “chupa´”.
Soy consciente que me esmeré, fue el mejor sexo oral que hice en mucho tiempo, muchísimo tiempo. Cuando se acercaba el final, lo retiré y terminó su entrega en el piso y en mis rodillas.
Lo mandé al baño, limpié el desastre lácteo del piso y mío y me senté a la mesa. Cuando volvió le pregunté si esto sería lo normal o lo dejamos acá. Por supuesto que no, me dijo, es cuestión de piel, yo lo quiero, tú lo quieres, yo lo deseo y tú también. Tengo todo para aprender contigo. Cenamos, construimos la agenda de trabajo y seguimos riéndonos como de costumbre.
Me fui a lavar los platos mientras él recogía la mesa. Se me acercó por detrás y me dijo que había sido el mejor sexo oral de su vida (tenés 24 años, mijo).
Él con apenas 24 había convertido a esta veterana de casi 50 una adicta a su sexo, pero creen que esto terminó aquí? claro que no.
Pero esa es otra historia.