SOBRINA CONSENTIDA -BrunoSoloHayUno-

Ainara está deprimida por su reciente ruptura amorosa; un punto y final que ahora sí parece definitivo. Sin embargo, la inesperada visita de su tío la consolará, animándola más a cada minuto que pasa. Tanto es así que, entre bromas y risas, todo empieza a volverse equívoco entre ellos.

BrunoSoloHayUno

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-viernes 5 mayo-

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Bruno anda un poco perdido por una calle cuesta arriba. La lluvia amenaza a esta tarde nublada de tristes tonos grises. Había visitado la casa de su hermano un par de veces, antes de perder el contacto, pero, ahora mismo, no sabe a ciencia cierta si está bien encaminado. Al doblar la esquina reconoce un escenario que le resulta definitivamente familiar.

“Aquí es. No será necesario que llame a Ainara para preguntarle la dirección”

Es un barrio bienestante, cerca del centro de Fuerte Castillo. Unos abetos muy cuidados delimitan cada uno de los jardines del vecindario. Las casas son prácticamente idénticas en texturas y colores, pero sus estructuras difieren por completo. Obra vista, hiedra vistiendo de verde las paredes, mucho cristal, senderos de piedra para salvaguardar el césped de las pisadas…

“!Menuda choza tiene mi hermano! No parece que tengamos el mismo origen”

Su orgullo no se resiente. Hace tiempo que decidió ser consecuente con sus propios designios, y sabe lo que eso implica.

Una vez frente a la puerta principal, apoya su dedo en el botón del timbre, pero algo lo detiene. Tiene la firme intención de que esa sea la última sesión con su sobrina. Quiere finiquitar esta perniciosa deriva amorosa que le está llevando directo al abismo.

“Le diré que me han contratado para proyectos muy ambiciosos y que voy a estar muy ocupado las próximas semanas. Será muy duro perderla de vista, pero mucho peor sería implicarme más con ella. Necesito distanciarme, sino se me va a ir la olla del todo”

Antes de que se decida a presionar el pulsador, la puerta se abre inesperadamente. Aparece una asustadiza mujer hispana:

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BRUNO:  Perdón. ¿No es esta la casa de Justo y de Edurne?

RENATA: Sí, sí. Yo solo les ayudo con las tareas domésticas.

BRUNO:  Soy Bruno. No sé si le han hablado de mí.

RENATA: Sí, sí. Algo me ha contado Edurne: El cuñado fotógrafo, ¿no?

BRUNO:  Así es. He venido a ver a Ainara. Tenemos sesión.

RENATA: Bien. Le dejo pasar. Yo salía ahora para hacer la compra… … !!AiNaRaAaAh!!

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Renata no es desconfiada, pero no le parece bien dejar entrar a alguien a quien no ha visto jamás sin la autorización pertinente. La chica tarda unos largos y silenciosos instantes en sacar su cabeza sobre el rellano de las escaleras de mármol que conducen a la segunda planta. Su cara, algo desmejorada, está perpleja.

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RENATA: Ha venido tu tío a verte. ¿Está todo bien?

AINARA: Sí… … claro, Renata. Puedes irte tranquila.

BRUNO:  ¿Es que no te acordabas que habíamos quedado?

AINARA: Síií. Sube, Bruno.

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Después de esa imperativa invitación, la cabecita de Ainara, con su pelo aún mojado, desaparece tras la esquina de la pared. La oclusión de la puerta, tras la marcha de Renata, hace despertar a Bruno de su parálisis sorprendida. Se apresura a subir los escalones al tiempo que ojea su móvil para comprobar la hora.

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-Habíamos dicho a las seis, ¿no?- pregunta asomándose al cuarto de la chica.

-Sí. Es que hoy no he ido al cole. Estoy malita- dice mientras se cubre con las sábanas.

-Ah. Podrías haberme avisado. No tenía porqué ser hoy la sesión- añade descolocado.

-Es qué no me he dado cuenta de la hora. Lo sientouu- termina con carita de pena.

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Bruno toma asiento en la silla de cinco ruedines que reposaba frente a ese escritorio desordenado. Sin mediar palabra, observa la infantil habitación de su sobrina. Las paredes son azul celeste, y están parcialmente forradas con posters de gente muy molona a la que no conoce. La moqueta, con tonos marinos, sustenta unos pocos náufragos de peluche.

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BRUNO:  Voy a dejar la cámara en el suelo, ¿vale?

AINARA: Sí. Porque, sobre la mesa… … como que no.

BRUNO:  ¿De verdad estás enferma, Ainara? Te veo los ojos… … hartos de llorar.

AINARA: Ups… … Me has pillado… … Es que no se te escapa una, ¿eh?

BRUNO:  ¿Qué es lo que ha pasado? ¿Un nuevo drama con tu novio?

AINARA: Mi ex, dirás… … Aunque él todavía no lo sabe.

BRUNO:  Buenoo… Permíteme que no me tome esta ruptura como si fuera definitiva.

AINARA: Normal que digas eso, pero ahora sí que sí. Ha pasado algo; lo cambia todo.

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Nadie le da continuidad a esta frase y se abre un silencio insostenible. Bruno se mantiene a la expectativa.

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-¿Qué pasa? ¿Es que no quieres que te lo explique?- dice ella con desespero.

-Ya sé que me lo vas a contar igualmente. ¿Quieres que te dé el tiro de salida?

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Ainara, acurrucada en su cama, da rienda suelta a los pelos y a las señales de su relato: los detalles sobre esos recelos que habían ocasionado tan incontables rupturas en el pasado, sus numerosas sospechas sobre Joel, el chivatazo de Gabriel, el desgaste de una relación repleta de altos, bajos y más bajos aún…

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BRUNO:  ¿Estás segura de eso?

AINARA: Claro. Siempre me pasa. Ya te lo dije.

BRUNO:  ¿Pero no decías que Gabriel estaba tan afectado?

AINARA: "Vamos a tomar algo y lo hablamos" "Tienes una sonrisa tan bonita" "Me duele tanto que tengo ganas de acostarme con la primera chica que pille" "¿A ti no te pasa lo mismo?" "Tengo la casa para mí solo hasta la noche" "Oye, dame tu número por si hay algo"

BRUNO:  ¿En serio te dijo todo esto?

AINARA: Cómo te lo digo, pero no era solo eso. Era la forma de mirarme y de hablarme.

BRUNO:  ¿Y cómo se puso en contacto contigo si no tenía tu teléfono?

AINARA: Ya te lo he dicho, Bruno. Me abrió por Face.

BRUNO:  A claro. Olvidaba lo ciber que eres. ¿Le hubieras creído de no ser por el audio?

AINARA: … … … Si mi relación fuera normal, no, pero tratándose de Joel… No sé.

BRUNO:  Entonces, ¿se escondió para gravarles? ¿O cómo fue el tema?

AINARA: Resulta que su novia y Joel coincidían demasiado en sus campanas.

BRUNO:  El pobre estaría en clase pensando: "¿dónde está mi novia? ¿Y mi compañero?"

AINARA: Es técnico de sonido. Dejó un micro muy bueno grabando debajo de su cama.

BRUNO:  Vaya. El tal Gaby tiene algunas luces que todavía le funcionan.

AINARA: Pasando tanto rato juntos, los tres, seguro que había notado algo entre ellos.

BRUNO:  ¿Y tú tienes esa grabación? ¿Te la envió por face después de que hablarais?

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Ainara asiente silenciosamente. Está ligeramente incorporada gracias a unas grandes almohadas que la respaldan. Tiene el pelo alborotado, y sus cálidos ojos reflejan su tormento nocturno. Lleva una camiseta enorme de anchas rallas horizontales y ocres. Tras mirar hacia su izquierda para vislumbrar el cielo de plomo a través de esa gran ventana que abre su habitación, continúa:

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AINARA: Estoy tan depre que ni siquiera mis fans podrían animarme.

BRUNO:  No sabía que tus seguidores se dedicaban a eso.

AINARA: Cuando tengo un problema, a veces, lo cuento en un directo.

BRUNO:  Esto sí que no me entra en la cabeza.

AINARA: Está muy bien. Se conecta mogollón de gente que me adora, y me dan ánimos.

BRUNO:  Pero… eso… ¿Es que no ves que no es real? La gente que te sigue solo son…

AINARA: Sí. Ya sé lo que piensas: que solo hay pajilleros, pero no es verdad.

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Bruno es un tipo humilde. Nunca se cree poseedor de la verdad absoluta. Reflexiona por unos momentos:

“Solo he quedado cinco veces con Ainara. Tengo que reconocer que esos flechazos amorosos no se deben únicamente al tiempo que he pasado con ella. Gran parte de mis sentimientos vienen de muchas horas de mirarla y escucharla desde el otro lado de la pantalla”

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BRUNO:  Puede que tus fans sientan un amor platónico por ti.

AINARA: Claro que sí. Es eso. Ni siquiera sienten celos de Joel. Solo algo de envidia.

BRUNO:  ¿No te preocupa que alguno se obsesione y venga para acosarte?

AINARA: No soy tonta, Bruno, aunque a ti te lo parezca. Nunca digo de donde soy.

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Bruno responde con una mirada algo disconforme. Jamás le ha dicho que sea tonta, pero en el fondo, es verdad que no valora demasiado su intelecto. Será por esa incultura general, por sus espontaneas e irreflexivas respuestas, por unos valores demasiado modernos…

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AINARA: Me siguen muchas niñas y me piden consejo. Soy su ídola.

BRUNO:  Es "ídolo". Se trata de una palabra sin femenino.

AINARA: ¿Lo ves? Por esta clase de cosas tú nunca tendrás un solo fan.

BRUNO:  Eso ya lo sé, Ainara. Nadie me quiere. Ya estoy acostumbrado.

AINARA: Yo si te quiero, Bruno. Lo decía en broma. Eres muy querible. !Sí, "querible"!

BRUNO:  No te he corregido; no volveré a hacerlo.

AINARA: Esa ex tuya, Adriana, no supo nunca lo que se perdía.

BRUNO:  No es ex porque nunca fue mi novia, y no se llama Adriana; es Diana.

AINARA: ¿Ya estás corrigiéndome otra vez?

BRUNO:  S q. Es q… … Es que…

AINARA: Ya lo sé. No te pongas nervosius, que tartamudeas otra vez.

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Bruno desiste. No es rival para esa niña; no en el terreno del humor y las tomaduras de pelo. Ainara se escapa de las sábanas, fugazmente, para apoderarse de su Tablet. Por primera vez, hoy, su expresión se nutre con su característico entusiasmo juvenil.

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AINARA: Voy a buscarla. Quiero ver cómo es.

BRUNO:  No. No hagas eso. Es agua pasada.

AINARA: No existía Face ni nada en la época en que te rompió el corazón, pero ahora…

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Una vez recuperada su pose más cómoda, y arropada de nuevo con sus infantiles sábanas de Pepa Pig, no tarda ni dos segundos en entrar en el apartado de búsqueda de perfiles. Tras unos pocos instantes, le dirige la mirada a su tío de un modo imperativo.

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AINARA: ¿Diana qué?

BRUNO:  Diana de Gales.

AINARA: A ver… … Di-a-na De-ga-les… … ¿Degales va junto?

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Bruno se golpea la frente con la palma de su mano abierta.

“!DIOS! Lady Di murió mucho antes de que naciera Ainara”

Ese pensamiento abre un océano generacional entre ellos que retrata, cruelmente, el disparate que alberga su corazón.

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-!¿Queeeeeé?!- dice ella a modo de protesta indignada.

-¿Es que no sabes quién es Diana de Gales?- pregunta con desespero.

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Ainara mantiene su boquita en forma redonda mientras observa lo que le muestra la pantalla acerca de su búsqueda.

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AINARA: ¿Lady Di? Eso me suena un poco, pero… … Diana de Gales no.

BRUNO:  ¿De verdad no sabes quién es?

AINARA: Algo del corazón, pero es que yo no miro esas cosas. Estoy en otra onda, bro. Quiero que vengas aquí, conmigo, y busquemos a tu primer amor juntos.

BRUNO:  No creo que sea una buena idea, Ainara. No quiero verla. No la busques.

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Desoyendo a su tío, Ainara se arrincona hacia la ventana para hacerle sitio y le señala la zona que debe ocupar. Palpa el colchón insistentemente; cada vez con más impaciencia. Bruno se siente tentado. A pesar de sus ratos juntos, todavía no ha compartido su espacio vital con ella.

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BRUNO:  No quiero revivir sentimientos amargos del pasado.

AINARA: No te lo estoy preguntando. ¿Me oyes? Te digo que vengas aquí.

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Fingiendo un gran pesar, Bruno se levanta, se descalza y se mete, temeroso y prudente, en la cama de su sobrina. Le cuesta un poco encontrar la postura idónea dentro de esas sábanas.

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AINARA: No seas tonto, Bruno. no te voy a morder.

BRUNO:  No, ya. Es que…

AINARA: Pégate a mí y dime cómo era el apellido de tu amada.

BRUNO:  Emm… … … Villalba. Diana Villalba. No creo que la encuentres.

AINARA: Eres un hombre de poca fe… … … !Fua! Mazo de Dianas Villalbas.

BRUNO:  Seguro que ninguna es ella.

AINARA: Espera, espera… … La mitad son panchitas.

BRUNO:  Pe.pero niñaaah: no digas estas cosas.

AINARA: Que nooo. Si lo digo en plan cariñoso. Yo tengo amigas latinas y las llamo así.

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Ainara ha renunciado a su arrinconamiento y se arrima todavía más a su tío mientras ambos comparten interés por los distintos perfiles que les muestra la pantalla de su tablet extragrande.

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AINARA: !Esta! !Esta es! Diana Villalba de Augusta… … … a ver…

BRUNO:  Nooh. Por Dios… … En serio… … No quiero verla.

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Bruno cierra los ojos inicialmente, pero, motivado por el silencio inquietante de su sobrina, sucumbe a la curiosidad y los abre de nuevo. El resultado es escalofriante.

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AINARA: Buaaaag. Bruno… … ¿En serio?

BRUNO:  N. No r. era… … N.n. No era as. Así.

AINARA: Buenooo. Si te vuelves tartamudo es que debes estar en plan… … patidifuso.

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Parece que aquella mujer se haya comido a Diana, pero no solo se trata del desafortunado perfil que dibujan, bastamente, sus numerosas lorzas. Esa piel, que antaño había dado forma a una belleza extrema, ha perdido toda su frescura y ahora se nutre de un sinfín de manchas y verrugas velludas. Su alegre expresión se ha entristecido a pesar de los infructíferos esfuerzos que hace su boca por sonreír con sus asimétricos dientes amarillentos.

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AINARA: ¿Esta mujer tiene tu edad? Yo le pongo más de cincuenta.

BRUNO:  No lo entiendo. No sé qué le habrá pasado. Era muy hermosa.

AINARA: Alcohol, tabaco, drogas… … disgustos… … pasteles… … … … HIJOS…

BRUNO:  !¿Qué?! ¿Todos estos son hijos suyos?

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Ainara no deja de desplazar las imágenes, una a una. Cada foto resulta más desalentadora que la anterior.

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A: Sale morreándose con muchos tíos. Cada hijo debe ser de un padre diferente.

B: Son… … Esos hombres son… …son…

A: Ni que lo digas. Son espantosos. Mira este. Tendrá sesenta. Gordos, calvos, feos…

B: Me deshice de las fotos de cuando ella y yo… pero te aseguro que era guapísima.

A: Dime una cosa. ¿Fue cruel contigo cuando te rechazó?

B: Fue la más sanguinaria de las arpías. No tuvo piedad. Me destrozó en mil pedazos.

A: Te propongo algo. Me arreglo y nos hacemos unas fotos como si fuéramos novios.

B: ¿Qué ocurrencias son estas, Ainara?

A: Que sí que sí. Luego se las enviamos. Flipará seguro. ¿Se te ocurre mejor venganza?

B: No quiero vengarme. Todo aquello quedó atrás.

A: Tres años, Bruno. Tres años estuviste enamorado de esa pelandrusca.

B: Fue culpa mía. Me sentía vacío sin ese dolor. Me aferraba a él de mala manera.

A: Pero ahora, !mírate! Estás que crujes; y no son palabras mías. Gisela y Judith andan cachondas perdidas por ti, también. Me lo dijeron. !Mira que músculos!

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Ainara palpa desinhibidamente los pectorales de su tío para certificar sus argumentos. Ella misma se sorprende de las protuberancias musculosas que percibe a través de esa fina camiseta gris. Bruno empieza a constatar la singularidad de la escena que está protagonizando junto a su sobrina, en la cama.

“Puede que mis sentimientos arrebatadores hayan ninguneado mi objetividad hasta ahora, pero, ¿acaso alguien vería con normalidad lo que está ocurriendo? ¿Qué pasaría si Justo entrara, ahora mismo, por la puerta?”

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BRUNO:  ¿En serio? ¿Qué tienen en la cabeza esas niñas? ¿No ven que soy muy mayor?

AINARA: A ellas les gustan mayores, de esos que llaman señores, de los que te abren la puerta y te mandan flores. A mí me gustan más grandes, que no me quepa en la boca…

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Ainara se ríe antes de terminar el verso. Ha empezado hablando con naturalidad, pero no ha podido evitar entonar esa pegadiza melodía a medida que iba avanzando su broma.

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BRUNO:  Ya me la conozco. Te he visto bailar esta canción.

AINARA: ¿Hay alguno de mis musicalys que no hayas visto?

BRUNO:  Tienes muchos videos de esos colgados. Demasiados.

AINARA: ¿Demasiados? ¿Es que te aburren? Me gustaría verte mientras los miras.

BRUNO:  No. No te gustaría.

AINARA: ¿Tú qué sabes?

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La picardía más atrevida se apodera de las preguntas de Ainara a pasos agigantados. Bruno se calla. Está caminando, de nuevo, entre arenas movedizas; aunque ya no le parece tan inoportuno hundirse en ellas. Su polla adulta lleva un buen rato hinchándose de vergonzosa consanguineidad. La relevancia de aquel duro falo ya consigue tergiversar su raciocinio licenciosamente. Si no fuera por la discreción que le ofrecen esas sábanas rosas, hace rato que la situación se hubiera vuelto insostenible. En su pensamiento, los cabos sueltos proliferan por doquier:

*Ainara ha cortado con Joel.

*Está triste y necesita del consuelo de su tío.

*Estamos en la cama y no deja de frotarse sabiendo lo que sabe.

*¿Gisela y Judith andan cachondas perdidas por mí "TAMBIÉN"?

*Renata ha ido a hacer la compra.

*Justo y Edurne no volverán hasta la noche.

*Julen tiene judo.

*"Me arreglo y nos hacemos unas fotos como si fuéramos novios"

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-Tú confía en mi- dice Ainara animosamente mientras aparta las sábanas y se levanta.

-¿Qué? ¿A qué te refieres?- contesta él intentando disimular su tremenda erección.

-Te vas a sacar una espina del corazón- vaticina ya desde su lavabo particular.

-Hace casi veinte años de eso. No era consciente de…- añade viéndose interrumpido.

-Todavía te duele el orgullo. No digas que no. Lo noté cuando me lo contabas-

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Ainara se está peinando frente a su glamuroso espejo, pero asoma la cabeza por el umbral de la puerta cada vez que pronuncia una de sus incisivas frases.

Bruno apoya sus pies descalzos en el suelo. Se siente como El Caballero Oscuro en Pitufolandia. Sin su sobrina al lado para nublarle la precepción de la realidad, ese chocante contexto de colores pastel se empeña en recordarle que no pertenece a este sitio. Está acostumbrado a los grises, negros y marrones de su sobrio y austero ático, en el centro, y aquella sobredosis tan barroca de inputs infantiles en forma de peluches, estampados y merchandising variado no deja de escupirle reproches acerca de lo que está haciendo en ese lugar.

“!Cállate, Dora La Exploradora! No me mires así. No tengo que darte explicaciones”

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A: Ya verás. Este colirio me va de perlas. Me quitará en un fly el rojo de los ojos.

B: No sé si podrás parecer feliz con el disgusto que llevas encima.

A: No te imaginas de lo que soy capaz. Puedo llorar cuando estoy contenta, así que…

B: Es distinto. Puede que parezcas una rehén más que una novia si se te ve forzada.

A: Créeme. Después de tantos videos y tantas fotos, me conozco mejor que mi propio espejo. Puede que no suene muy bien esto que digo, pero… Sí, soy presumida.

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-¿Tú qué opinas de mi sonrisa?- pregunta ella, esta vez sin asomarse.

-Es… … … mágica- susurra tras una honda inspiración.

-¿Qué?-

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Ainara aparece en escena sin dejar de usar su minicepillo negro para magnificar, todavía más, sus largas pestañas. Su actividad ininterrumpida no desmerece la intriga de su interés por tan tardana respuesta. Bruno se repite sin levar demasiado el tono, como si estuviera admitiendo una derrota.

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BRUNO: Es mágica.

AINARA: Ooixx… … Eres el mejor tío del mundo.

BRUNO: No es algo tan distinto de lo que te dijo Gabriel.

AINARA: Es más original. Además: sé que tu no lo dices porque quieras follarme.

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La chica regresa frente al reflejo de su mejor amigo material, y usa su talento maquillador para darse unos leves toques de lo más sexys que resalten sus mejores facciones.

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-¿Qué tal estoy? ¿Mejor?- pregunta plantándose en el centro de la moqueta marina.

-Se te ve más animada. No hay duda, pero… … no lo veo nada claro. De verdad-

-Eso es porque todavía no has visto la ropa que voy a ponerme- dice con tono pícaro.

-No. En serio- negando con la cabeza con cierto disgusto -No sería creíble si…-

-¿Eso es que vamos a hacerlo? ¿Te he convencido?- le interroga eufórica

-No podrías encontrar una chica más joven y más preciosa que yo para fardar delante de esa vil viejuna. No es por presumir, pero soy un diez sobre diez-

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Bruno es incapaz de negarle nada a su niña; tal y como ocurría cuando era pequeña. Hace una sutil mueca de rendición que reaviva todavía más el creciente entusiasmo de Ainara y, seguidamente, vuelve a tumbarse cautelosamente sobre la cama, arropándose solo hasta la cintura precavidamente.

Ella da un salto para poder encaminarse por encima de su tío; sorteándole con pasos esbeltos. Esgrime una pequeña exclamación antes de desplomarse en su lado del colchón ya con su móvil en la mano.

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B: ¿Qué te pasa?

A: Es que no llevo ropa debajo. No me habrás visto nada, ¿no?

B: ¿Que no llevas qué? ¿Por qué?

A: No sé. Es que cuando Renata me ha llamado acababa de salir de la ducha.

B: Pues… … estás a tiempo… … No voy a mirar si…

A: No. Total… ¿Para qué? Si tuviera la regla, seguro. Ja, ja, jah… Pero no me toca aún.

B: Entonces… … ¿Quieres que nos saquemos las fotos con tu móvil?

A: Claro… … o no, espera: ¿Lo hacemos con tu cámara? Ya que la has traído…

B: No, no. Si tienen que parecer fotos caseras… Además: tú tienes un pepinazo.

A: Es que soy de buena familia. Siendo tan tecnológica, no puedo ir con una cutrada.

B: Un momento, Ainara… … Verás: es que no sonrío en las fotos… … nunca… … no sé.

A: Si no sabes no sonrías. Es peor cuando se fuerza. Tú mírame con cara de amor.

B: ¿Y eso cómo se hace?

A: Pues como lo haces siempre, tonto.

B: Ya… … bueno… … vale.

A: Diana no sabe que soy tu sobrina, ¿no? !Pues ya está!

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“Estos equívocos acabarán conmigo”

Dobles sentidos, descuidos verbales, pequeñas insinuaciones… Siempre que trata con su sobrina tiene la sensación de ser un mero juguete en sus caprichosas manos.

Ainara se coloca bien el pelo y empieza a ensayar encuadres pegándose mucho a él. Su dulce aliento y aquel perfume de champú de frutas envenenan la cordura de su tío, doblegando su voluntad irremediablemente. Ahora que Bruno sabe que ella no lleva nada debajo de esa gastada camiseta de tela fina, su calentura entra en ebullición todavía más rápido que antes.

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AINARA: Tendrás que darme besukiss si quieres ser convincente.

BRUNO:  ¿Besos? ¿A dónde?

AINARA: Dónde quieras. Yo te dejo. Es por una buena causa.

BRUNO:  Diana no va a creerse nada de esto. Quedaré en ridículo por tu culpa.

AINARA: Lo haremos bien y daremos el pego. Imagínate como se sentirá la muy cerda.

BRUNO:  ¿Si lo hacemos bien?… … … ¿Si lo hacemos bien?

AINARA: Quítate la camiseta. Tiene que verse que son fotos muy íntimas en la cama.

BRUNO:  ¿Qué dices? En serio…

AINARA: Claro que sí. Restriégale tus músculos; que vea lo que se ha perdido.

BRUNO:  Viendo sus últimas conquistas, puede que no sea tan mala idea… … Pero no.

AINARA: Esa zorra se merece lo peor; por romperle el corazón a mi tío preferido.

BRUNO:  No quisiera pecar de superficial, pero, si le duran tan poco, no deben ser relaciones muy profundas que digamos. Mucho éxito no estará teniendo, ¿no?

AINARA: Ahí, ahí. Sí me das un besito en la mejilla con la camisa puesta pensará que soy tu hija. Tiene que quedarle clarinete. Si no estamos haciendo el tonto.

BRUNO:  ¿Y si llega tu padre por sorpresa? ¿Cómo se lo explico? Justo me mata… … Sería una muerte merecida y… … justa.

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La magia de la sonrisa de Ainara vuelve a hechizar a Bruno. Ese pueril juego de palabras puede haber detonado tan luminosa expresión, o puede que solo se trate de una más de las armas de la chica para quebrantar la debilitada moral de su tío.

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AINARA: De todas formas, me lo debes.

BRUNO:  ¿Te debo el qué?

AINARA: El viernes, durante la sesión con Gisela, me prometiste que me enseñarías las cicatrices que te quedaron por la bomba esa; en la guerra. Así que…

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Ainara se ha puesto de rodillas, sentada sobre sus pies y encarada hacia su interlocutor. Ni corta ni perezosa, inicia la maniobra de extracción. A Bruno se le han acabado los argumentos opositores, y no tarda en unirse para colaborar y facilitar el cometido de su sobrina.

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-Anda, ya las veo. No ibas de farol- dice fascinada.

-No tenía motivos para mentir- responde sosegado y ya con su camiseta desterrada.

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Sin pedir permiso, Ainara empieza a acariciarle el pecho y el lado derecho de su torax para constatar el relieve de aquellas marcas casi artísticas. No desfiguran su fornido torso, ni siquiera violentan demasiado la armonía de su piel, solo verifican el relato bélico que tan superficialmente explicó ese fotógrafo trotamundos la pasada semana, en la orilla del lago.

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-Lo estoy flipando- dice ella sin dejar de peinarle la piel con las puntas de sus dedos.

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“Yo sí que lo estoy flipando. Conocía mis ganas de tocarte, pero no creí que serían tus dedos los que...”

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AINARA: Esto es mucho mejor que un tattoo, joder.

BRUNO:  ¿A qué viene eso?

AINARA: Joel tiene unas letras chinas que ni sabe lo que dicen.

BRUNO:  Se informaría antes, ¿no?

AINARA: Da igual. No sabe chino, ni irá nunca a La China. Solo pagó para tenerlo.

BRUNO:  Bueno. A mí me salió gratis, aunque puede que fuera más doloroso.

AINARA: Digo que mola porque lo tuyo si tiene sentido; no es un capricho de niño rico.

BRUNO:  Sí. Bueno. No me quedan mal, ¿no?

AINARA: Me encantan. Son tan… auténticas… tan reales… Tienes pelillos blancos, ¿eh?

BRUNO:  No me hables de los pelos de Joel ahora, por favor.

AINARA: !Qué va! Si se depila todo. ¿No ves que es más presumida que yo?

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Bruno desvía la vista para ver cómo caen las primeras gotas en aquella tarde que promete ser lluviosa. Su cara no refleja enfado, pero su mente está afligida por esos pocos segundos que lleva su sobrina sin tocarle. Ainara se da por aludida unilateralmente:

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-Lo siento. Ha sido mi primer y único amor hasta ahora. Ya me callo- con voz apenada.

-No me he quejado. Te comprendo mejor de lo que crees- devolviéndole la mirada.

-Sí, pero si estamos haciendo esto es por tu ex, no por el mío- acurrucándose con él.

-Ya no tengo claro lo que estamos haciendo, Ainara- con una confusión azucarada.

-No te me pongas verraco, ahora- adoptando ya la pose -Tienes que ser profesional-

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Las primeras fotos no quedan demasiado convincentes. La iluminación es buena y el cercano cristal de la ventana dibuja, virtuosamente, su textura mojada sobre sus pieles; pero Bruno está demasiado tenso. La fresca complicidad de Ainara resulta estéril frente a un compinche tan cortado.

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-¿Qué haces?- susurra ella -Anda, ven aquí-

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La chica se amorra a los labios de su tío sin dejar de gravar con el móvil. Él la recibe gratamente y, por primera vez, corresponde los fraccionados abrazos de su sobrina rodeándola por la cintura. Ainara mete su jugosa lengua traviesa en esa boca ajena sin ninguna clase de miramientos. Bruno empieza flotar por encima de las nubes más blancas y algodonadas cuando, de repente:

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AINARA: Vale, ya está. Creo que con esto tendremos suficiente.

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Esas frías palabras cortan en seco la música celestial que se había apoderado, embriagadoramente, de aquel hombre.

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AINARA: He grabado a máxima resolución y a cámara lenta. Tú ya lo editas luego.

BRUNO:  Es que… … es que no habíamos dicho… … pensaba que serían fotos.

AINARA: Sí. Tú escoges los fotogramas en los que salgamos mejor… … A ver, a ver…

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Ainara no se aleja, pero se desentiende de su tío para tener las dos manos libres y sujetar mejor su móvil mientras reproduce.

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AINARA: !Juas! Mírate. Se te pone cara de bobo cuando me besas.

BRUNO:  Qué cruel eres, niña… … No estaba pensando en la cámara, ¿vale?

AINARA: ¿Pues en que pensabas?

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Bruno no es capaz de responder, pero eso no inquieta demasiado a su sobrina. Está demasiado pendiente de las imágenes que acaba de capturar.

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AINARA: Joh. No miras a cámara ni una vez. Y yo sí.

BRUNO:  Parece que seas tú la que hace el video para Joel.

AINARA: !Oye! Pues no es mala idea.

BRUNO:  Ni en broma. Este video me lo envías y lo borras. ¿Estamos?

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Ainara asiente condescendientemente. Bruno no tiene la más mínima intención de enviarle aquella provocación a Diana. Es más sensato que todo eso, pero no es capaz de pararle los pies a su sobrina; mucho menos cuando el premio es tan suculento. La chica apaga el dispositivo. Perfila su pose tumbada para encararse muy cerca de su tío y pronuncia:

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-Dime una cosa- dejando un largo suspense -¿Llevas calzones apretados, hoy?-

-No… … Me han hecho esperar en la redacción. No he tenido tiempo de pasar por casa-

-Estoy pensando que… se te habrá puesto muy dura con esto que acabamos de hacer-

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Las palabras de Ainara son cada vez más susurradas y furtivas, como si hubiera alguien más en casa que pudiera escucharles.

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BRUNO:  Me acogeré a mi derecho de no contestar, señoría.

AINARA: !Anda y que te den! No necesito que me contestes para saberlo.

BRUNO:  … … Me vas a matar, Ainara.

AINARA: ¿Y eso? No te mató la bomba, no te mataron las balas y, ¿te voy a matar yo?

BRUNO:  Eres… … eres, eres.

AINARA: Ya lo sé. Tú también. Si no fueras mi tío, te ibas a enterar de lo que es bueno.

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Como quien no quiere la cosa, Ainara vuelve a toquetear las cicatrices que albergan esos pronunciados pectorales desnudos. Dicha mezcla entre caricias y cosquillas terminan por incidir en uno de los pezones de su tío, quien siente el ascenso de aquel notable gozo a un plano superior.

Cuando los dedos de su sobrina parecen haber terminado esa cerrada trayectoria circular, Bruno suelta, por fin, las correas de moralidad que a duras penas han podido contener sus furiosas y bajas pasiones hasta ahora. Mete su mano derecha por debajo de aquella holgada camiseta y trepa rápidamente, por el muslo de la niña, hasta apoderarse de una de esas codiciadísimas nalgas adolescentes. Apenas ha empezado a besarle el cuello cuando:

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-¿Qué haces? Vamos… … Para, Bruno. En serio. No… Te digo que N0. !!Brunooh!!-

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La negación de Ainara ha comenzado tímida y avergonzada, pero su imperativo se ha ido recrudeciendo violentamente hasta alcanzar cotas alarmantes en volumen y reprobación. Bruno le concede un poco de espacio, y la mira con los ojos muy abiertos; sin entender nada.

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BRUNO:  ¿Qué pasa, Ainara? ¿No es esto lo que quieres?

AINARA: Nooh. Que va… … No puede ser. Eres mi tío, y eres… … eres muy mayor.

BRUNO:  Entonces, ¿a qué ha venido todo eso?

AINARA: Vamos, Bruno. Una cosa es tontear un poco, pero esto… esto no…

BRUNO:  Pero… … ¿Tú sabes cómo me has puesto?

AINARA: !Juas! Ya lo sé, pero no es la primera vez que te la pongo dura, ¿no?

BRUNO:  S. sí pepero. n.o . no… n0…

AINARA: Si tuviera que follar con todo aquel que se empalma conmigo, no daría abasto.

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Ainara se sienta y se apoyada en la pared. Abraza una de sus almohadas cuadradas en una pose muy recogida que la protege. Se muerde el labio. Esa pilla sabe que se ha pasado de la raya. En su huida ha desplazado las sábanas de Pepa Pig dejando al descubierto aquella tremenda protuberancia que dibujan los pantalones negros de su tío. No puede evitar fijarse y sonreír. Algo sonrojada se tapa la boca sin lograr esconder su diversión.

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AINARA: Vaya trabuco que tienes ahí escondido, tron.

BRUNO:  ¿Est. Esto sueles hacelro c.con los chicos?

AINARA: !NoOh! !Que va! Nunca. Pero contigo es diferente.

BRUNO:  ¿Por qué?

AINARA: Eres tú. Sé que nunca me harías daño; que no intentarás abusar de tu sobrina.

BRUNO:  Ya, pero es que… … Esto no… ¿No ves que…?

AINARA: No podemos follar, Bruno. ¿No te das cuenta de lo raro que sería eso?

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Alérgico al rechazo, Bruno no se ve con fuerzas de insistir.

“Si supieras lo que me estás haciendo... Tengo la mente tan nublada que empiezo a comprender a los violadores. Eso evidencia que tengo problemas graves. Reventaré si me quedo un minuto más en la cama con esta niña”

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BRUNO:  Me tengo que ir ya, Ainara.

AINARA: Nooou. Por favor. ¿Te has enfadado? No seas así. Te necesito a mi lado, ahora.

BRUNO:  ¿Para qué? ¿Para tomarme el pelo?

AINARA: Para estar conmigo. Estoy muy depre por lo de Joel y tú me animas mucho.

BRUNO:  Te animo porque te ríes de mí.

AINARA: Nonono. De verdad. No me río de ti. Me río contigo.

BRUNO:  Mírame la cara, Ainara. ¿Te parece que me esté partiendo?

AINARA: Vam0ooos… No seas malo… … Quédate.

BRUNO:  Que yo soy malo… … Que yo soy malo… … Que yo…

AINARA: Perdóname. Me portaré bien. De verdad de la buena.

BRUNO:  Es que no puedo. Estoy… … Estoy que trino… … No puedo más.

AINARA: Vale. Sí. Me he pasado. Lo reconozco. Se me ha ido un poco.

BRUNO:  !¿Un poco?! !¿Quieres que te enseñe lo que tengo debajo de los calzones?!

AINARA: Vamos, Bruno. Tú no eres así. No eres de los que se la sacan delante de niñas.

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Ofuscado, opta por callar. Se levanta en busca de su camiseta gris con la intención de vestirse rápidamente, pero esa prenda está hecha un manojo y se resiste a desplegarse.

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-En serio, no te vayas- con un tono más serio ya -Hazte un pajote si quieres. No miro-

-No voy a hacer eso, Ainara. No me la pelaré en tu cuarto, ni en tu lavabo-

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AINARA: Pues pégate una ducha de agua fría; no sé… … pero no te vayas.

BRUNO:  ¿Una ducha? ¿Quieres que me duche ahora?

AINARA: Así te enfrías. Se te pasará el calentón con el agua freskuki. !Porfaplins!

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Bruno mira a su sobrina durante unos reflexivos segundos y, acto seguido, desvía su foco hacia ese lavabo de azulejos rosados. En el fondo, no le apetece alejarse de

Ainara. Se trata solo de superar una situación insostenible; de apagar aquel fuego que le quema. No tiene claro que una ducha fría pueda sofocar su incendio, pero puede que no sea tan mala idea.

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-Bueno… … Lo haré- dice mientras vuelve a desentenderse de esa camiseta insumisa.

-Te espero aquí, cariño- en un tono jocoso que contradice sus buenas intenciones.

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Nada más articular el grifo, Bruno percibe la lluvia de una gran alcachofa plana y cuadrada que corona esa estancia higiénica. Antes de sacarse los pantalones, se dispone a cerrar la puerta, pero una inquietud esperanzada censura dicha iniciativa. Un ángulo cerrado salvaguarda su discreción, siempre y cuando Ainara no abandone la cama donde tan bien acomodada está.

Aún bajo el influjo de aquel gélido diluvio, ese bonachón torturado intenta poner su mente en blanco. Su perenne erección se declara en rebeldía y se mantiene infranqueable.

“Venga; puedo con esto. No necesito hacerme una paja. Sería muy triste. No quiero que... ... no... Sácala de tu cabeza. Piensa en... ... piensa en... ... los trozos sangrientos de Mus tras el centrifugado”

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-!Puedes usar mis toallas!- grita Ainara sin levantarse todavía.

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Antes de salir, Bruno decide regresar del polo norte calentando las aguas que tan cruelmente le están helando. Por fin se ve capaz de superar esta dura contienda de una manera honorable. Cierra el grifo y desplaza esa mampara cristalina con motivos translucidos que llega hasta nivel del suelo. Tras apoderarse de la más grande de las toallas, empieza a secarse serenamente. Antes de que pueda vestirse, su sobrina aparece impetuosamente y sin avisar.

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AINARA: Me has dado envidia. Me voy a duchar yo ahora. Es mi turno.

BRUNO: … … Emmm… … Adelante… … Como si estuvieras en tu casa.

AINARA: !Quita, va! Y no se te ocurra mirar.

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Sin siquiera darle la oportunidad de apoderarse de su ropa, Ainara lo empuja fuera del lavabo con impaciencia. Bruno, con la toalla anudada en la cintura, queda confuso y frunce el ceño.

“¿Qué es lo que está ocurriendo aquí?

* Cuando Renata me ha llamado acababa de salir de la ducha.

*Una cosa es tontear un poco, pero esto… esto no…

* No podemos follar, Bruno. ¿No te das cuenta de lo raro que sería eso?

¿Y ahora esto?”

La chica no ejerce supervisión alguna y no comprueba que se cumplan sus designios para preservar su intimidad. Se remoja, despreocupada, con agua caliente y jabón; posando grácilmente con movimientos de naturalidad dudosa. A cada segundo que pasa, esa despiadada mampara se empaña un poco más.

Los ojos artísticos de Bruno suelen llevarse una pequeña decepción cuando por fin contempla un desnudo integral. Es de la opinión que una chica con poca ropa, bien elegida, siempre puede ser más sexy que sin ella. Ahora mismo, su sobrina está rompiendo tan férrea premisa.

Aquellas esculturales piernas inquietas; esas basculantes nalgas hipnóticas, tan redondas como las burbujas que flotan mecidas por el vapor; una cinturita que haría palidecer de envidia a cualquier avispa; esas jovencísimas tetas turgentes que intentan esconder sus pezones tras la franja translúcida del permisivo cristal mojado; la larga melena castaña, sin volumen, que se pega avariciosamente en aquella piel húmeda; esa mirada mentirosa que elude enfocarle, conocedora de la lascivia de su público, abanicada con el lento aleteo de unas largas pestañas…

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-!Bruno! !¿Qué haces?! No puedes entrar aquí- protesta tapándose los pechos.

-Tenías razón, ¿vale? Debería haberme pajeado antes, pero es que no puedo-

-¿Qué?… … ¿Qué?- pregunta algo asustada, pegando su espalda a los azulejos.

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La chica ha salido de la amplia trayectoria de esa lluvia doméstica, pero el intruso que inoportuna su tranquila sesión jabonosa no parece que quiera darle mucha tregua.

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BRUNO:  No te voy a follar, Ainara. No lo haré si es demasiado raro para ti.

AINARA: Claro que es raro… … Es raro de cojones, joder.

BRUNO:  Deja que sea yo quien te enjabone. Mis manos envidian demasiado a mis ojos.

AINARA: ¿Qué?… …¿Qué?… … ¿Ahora te pones poético?

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Se siente desafiada al contemplar aquel grotesco falo señalándole a la cara como si de un gran dedo índice se tratara.

Siguiendo su calenturiento guion, de forma muy creíble, Ainara se dispone a atravesar el umbral de esa mampara corrida para huir de su tío cuando, de repente, unas grandes manos la rodean, desde atrás, frustrando su fuga.

Un poco asustada, ni siquiera ella misma parece muy segura de dónde acaba su interpretación y dónde empieza una realidad tan incierta como improvisada. Puede que, en el fondo, no creyera que ese hombre fuera capaz de tomar la iniciativa de un modo tan agresivo.

El agarrón se convierte en abrazo, y el abrazo en firmes caricias. Pronto los dedos de Bruno trepan hasta las tiernas tetas mojadas de la niña para examinarlas vehementemente. Ainara, con la mirada perdida, sufre una parálisis sumisa mientras su tío la manosea. Solo despierta cuando el cristal empañado termina de encerrarla, de nuevo, en aquel cubículo humeante.

El agua sigue regando a esa desigual pareja tan distinta en estatura, corpulencia, edad, proporciones, peinado, caracter…

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-No me estás enjabonando- dice algo más permisiva al tiempo que se da la vuelta.

-Donde est. Donde está el jabón- pregunta desprovisto de la más mínima búsqueda.

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Sin tener que pronunciar palabra, la chica mira hacia un estante vidrioso y redondeado muy cercano. Se la ve insegura y algo asustada; no en vano, Joel ha sido el único hasta hoy.

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BRUNO: Será mejor que cierres el grifo si no quieres que se vaya todo para abajo.

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La chica obedece un tanto avergonzada, sin atreverse a mirarle. Enrosca el dedo en esos largos cabellos empapados y llena sus pulmones, con la respiración acelerada, para enriquecer una pose que saca pecho con la espalda arqueada.

Bruno se unta las manos sin medida; nutriendo sus inminentes caricias de una erótica viscosidad. Un poco ruborizada, Ainara deja que su tío recoja de sus jóvenes pechos con ambas palmas. Esta vez se trata de un ataque frontal, pero ella insiste en no mirarle directamente a los ojos tal y como si la gobernara un instinto felino. Se limita a contemplar, con boquita de piñón, cómo esos poderosos dedos varoniles hacen fluctuar el contenido de sus precoces glándulas mamarias, importunando sus genuinas formas perfectamente redondeadas.

En lo que parece un absurdo intento de juntar esas dos tetas en una sola, Bruno ejerce un apretón demasiado fuerte y hace gemir de dolor a su sobrina:

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-oOh… … No te pases, Bruno- protesta con un tono sutil y frágil.

-Lo siento, pitufina- volviendo de su libidinosa enajenación fugaz.

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Ese trascendente apodo cae como un sablazo en la poca normalidad que conservaba aquella truculenta secuencia cargada de peros, pues no se trata de un mote aleatorio.

Ainara clava los ojos en su tío por primera vez en mucho rato. Se la ve afectada: llorosa y boquiabierta. Hace sutiles gestos de negación.

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AINARA: ¿Por qué me llamas así?… … … ¿Por qué, después de tantos años?

BRUNO:  Nono lo sé Ain. Ainara… … Me ha salido… … Ha sido sin querer.

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Para combatir el estupor de su sobrina, los dedos de Bruno descienden, respetuosamente, hacia esas colganderas manitas tan inactivas. Teme que su lapsus haya convertido el abrupto trayecto emocional por el que transitan en un camino del todo impracticable. La mirada de Ainara se pierde presagiando un drama de difícil arreglo, pero su reacción resulta inesperada:

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-Cómeme el culo, Bruno- le ordena mientras se da la vuelta y vuelve a abrir el grifo.

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Su tono sinuoso finge indiferencia, y se muestra inmune a aquella lejana evocación infantil. Ainara levanta los brazos y se sujeta a una barra de cerámica blanca paralela a la pared, casi a dos metros del suelo, donde debería de haber toallas. Dicha sujeción le ayuda a curvar su figura para poner ese fastuoso culo en pompa. Deja caer su cabeza y relaja la espalda, que descansa colgando de sus brazos. Tiene las rodillas juntas y una pierna un poco más adelantada que la otra.

Bruno tarda un poco en reaccionar, pero la infartante estampa de su sobrina desnuda ante él, ofreciéndole el más suculento de los manjares, aplaza sus intrigados razonamientos. Sus piernas flaquean y cae bruscamente; y es que la emoción que le acompaña afecta a su motricidad restándole mesura. El suelo blanco y completamente liso que lo sustenta es misericordioso con sus rodillas, y le permite avanzar hacia su ansiado regalo bajo la incesante lluvia de agua fresca que refrigera su combustión.

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AINARA: Sí. Cómeteloh. Cómetelo entero… … ¿Cuántos días llevabas deseándolo?

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Bruno está demasiado ocupado para contestar. Usa sus dos manos, su boca y su lengua para disfrutar al máximo de tan preciadas carnes traseras. Su sobrina tiene razón: han sido muchos días, y esos sentimientos amorosos no han hecho más que intensificar su deseo hacia aquel precioso y tierno culo adolescente; desterrando el más mínimo asco que pudiera sentir su lengua al aventurarse por sus rincones más oscuros.

Ainara cierra los ojos para intensificar sus otros sentidos. Está cachonda como hacía mucho tiempo que no lo estaba, y sí: lo de "pitufina" no ha hecho más que ponerla más a tono, si cabe. Siente la nariz de su tío entre las nalgas y esa atrevida intrusión viscosa profanando su sagrado boquete anal. Muy cerca de ahí, las manos de Bruno han terminado de ascender por uno de sus muslos haciendo llegar algunos de esos pasajeros digitales a la zona más erógena de la chica. Su gozo se verbaliza eróticamente:

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AINARA: 0oh… … Cómo me estás poniendo, BrunoOh… … Sigue así… … No pares.

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Por un momento fugaz, esa niña incandescente tiene el impulso de bajar una de sus manos para estimular su chocho pelado con más vehemencia, pero el virtuoso progreso de su amante logra que desista de dicha idea, y sigua agarrándose con más fuerza a su soporte. Ainara separa sus muslos para que la trayectoria vocal de su tío tenga mayor recorrido. Bruno no se hace de rogar y usa su ancha lengua con entusiasmo barnizando, con sus babas, todos los recovecos que consigue abarcar.

El instinto de esa chica tan lubricada toma el control de su cadera, que se contonea en busca de unos roces más frenéticos. Su tío se da por aludido e intensifica dicha actividad mediante todos sus anexos activos. Ainara se pronuncia al respecto con una voz muy aguda y temblorosa que parece falta de oxígeno.

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-Joder, Bruno… … Creo que… … oOh… … me corro… … casi… … yaaaaah… …aaahah…-

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Se muerde los labios para contener su explosión mientras unos incontrolables espasmos pélvicos evidencian su clamoroso orgasmo. Bruno no puede mantener su boca pegada a ella frente a tan bruscos movimientos, pero intenta usar sus manos hasta el último momento. Sentir como se corre Ainara, gracias a él, lo realiza de un modo tan sublime que le resulta difícil de concebir. Las siguientes palabras de su sobrina lo dejan descolocado:

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-Sal de aquí- le dice con una mezcla de enfado y vergüenza.

-¿Qué? ¿Qué pasa ahora?- pregunta él sin dar crédito.

-Eres un marrano. ¿No te da vergüenza hacerme estas cosas con la boca?-

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Bruno empieza a percibir fisuras en el realismo de ese diálogo. Sus dudas alimentan sus más procaces esperanzas, ya que no quisiera, bajo ningún concepto, terminar aquella sesión incestuosa tan pronto. Además, sobra decir que sus intensos sentimientos hacia esa niña le hacen especialmente susceptible a cualquier enfado o resentimiento que ella pudiera dedicarle. Se pone en pie, cautelosamente, intentando sacar el entresijo.

Ainara da un paso al frente entrando de lleno en la incesante cascada que mojaba la mitad inferior de su cuerpo hasta ahora. Levanta los brazos para dejar atrás su melena empapada. Su cuerpo es tan excelso que hasta el movimiento más cotidiano parece dotado de una belleza inaudita.

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AINARA: No quiero que me beses con esta boca de gorrino. Sal ahora mismo y lávate.

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A pesar de que ese hombre le saca casi dos palmos, la chica no se amilana a la hora de abrir la mampara y echarlo fuera. Algo sonriente, el fotógrafo obedece y se encara a la encimera. Lo está mojando todo. Será mejor que se cuide de no resbalar.

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AINARA: Enjuágate bien, ¿quieres?

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Bruno no contesta a dicha petición, pero obedece sin rechistar. Su calentura acumulada no le impide sentirse sobre una nube al tiempo que saborea el mentolado y explosivo elixir verde que oscila en el interior de sus mofletes. No había experimentado esa clase de sensaciones desde que, hace dos décadas, tuvo aquel rollo tan mágico para él con Diana.

“Comerle el culo a mi pitufina no tiene nada de romántico, pero esa complicidad que nos une ahora... esa intimidad... Esas cosas que están a punto de suceder...”

Mientras aparta de su camino todos los malos presagios que amenazan el frágil destino de sus días venideros, se dirige de nuevo hacia la ducha, donde Ainara no ha dejado de remojarse.

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BRUNO:  Tus dedos terminarán por arrugarse con tanta agua.

AINARA: Sí, jah… Escucha: tengo el culo muy limpio, ¿eh? Es que soy muy quisquillosa.

BRUNO:  No te preocupes. Huele: aaaaaah

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Bruno se acerca mucho y le lanza su fresco aliento de menta. La primera reacción de Ainara es la de apartarse, pero pronto revierte su actitud para inspirar ese aire originario de los pulmones de su tío. La proximidad con él se acentúa, irreversiblemente, rompiendo con todos sus tímidos reparos. Siente aquellas fuertes manos bajando por su zona lumbar; dando forma a un firme abrazo que pronto se consuma mediante un apasionado beso que parece no tener fin. Esta vez no hay un móvil filmando; nadie interpreta ya ningún guion engañoso, no queda un solo pretexto que le quite realismo a esa ternura.

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-En serio… … No puedo- dice ella mientras se ríe sin despegar sus labios.

-¿Qué? ¿Qué pasa?- temiendo otro jueguecito de su sobrina.

-Es como dos padres que quieren enrollarse, pero el hijo pequeño se mete por medio-

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Ainara se aparta y se tapa la boca con las dos manos para cubrir su avergonzada carcajada. Mira hacia abajo donde la impaciente polla de su tío no deja de reclamar la atención que merece. Se trata de un pedazo de carne, venoso y enrojecido, que no parece muy conforme con esa sensiblería tan pausada.

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BRUNO: Bueno… … No es un hijo tan pequeño.

AINARA: !No-Qué va! Bruno Junior ya es lo bastante mayor para ir a la universidad.

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Entre risas, la chica casi no puede terminar su chistosa y ocurrente frase. Tras unos instantes dubitativos, se la agarra por vez primera de un modo demasiado formal; como si de una simple encajada de manos se tratara:

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A: Encantada, señor Clemente.

B: Mucho gusto, señorita Clemente.

A: !JOh! Ya nos vale. Imagina que me preñas. Serías padre y… … tio-abuelo del bebé.

B: No pienses en eso, ahora. Además: has dicho que no podemos follar; que sería raro.

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El agua sigue peinando el pelo liso de Ainara, y dotando de destellos parpadeantes la calva medio rapada, de su tío. Ese acuático manto sonoro sostiene una muda mirada más abrupta para ella que para él, puesto que es la chica quien ha de levantar la cabeza y enfrentar sus ojos a aquella tenue lluvia que moja su cara; limpia ya de cualquier rastro de maquillaje.

Ainara se muerde el lateral de su labio inferior, sinuosamente, sin desatar dicha sintonía ocular. No deja de sacudirle la polla de un modo cada vez más agresivo. Bruno siente cómo se tambalea su virilidad. Lleva tanto rato empalmado y jugueteando con su sobrina que su duradera erección empieza a tornarse insostenible y amenaza con desbordarse prematuramente.

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-Wo0oOh, Ainara. Cómo sigas así vas a conseguir que…- la avisa respirando hondo.

-Espera, espera- cerrando el grifo con un gesto fugaz -Te la voy a enjabonar-

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“Me da que no aguanto ni diez segundos más. Estoy... Estoy...”

A Bruno le preocupa más decepcionar a su niña que finiquitar ese gozo prematuramente. Tiene tantas ganas de correrse que está a punto de explotar. Ainara está teniendo ciertas dificultades para embadurnarse las manos de jabón, dado que su tío no deja de amasarle las tetas. Finalmente, opta por apretar la botella y dispensarle un generoso y certero chorro sobre la discreta pelambrera que abraza la base de ese falo palpitante.

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-Quitaaah- dice ella musicando mucho su tono infantil.

-Vale, Ainara, pero es que… … es que… … ufff-

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La chica se sienta en el borde interior, donde se unen los azulejos rosados con una elevación del plato de la ducha a modo de banco. Bruno empieza a enajenarse mientras ella juega con sus espumosos huevos. Esos dedos puntiagudos estiran su escroto importunando la perpendicularidad de su reluciente trabuco, muy cerca del rostro de Ainara. Bruno ya desvaría:

“Te voy a hacer un Ainara-EnTuCara sin avisar”

El gel de ducha todavía abunda y viste a ese miembro viril con su inherente viscosidad.

Los alcalinos trabajos manuales de la chica se aceleran con afán y ya empiezan a quebrar la presa que, durante largos minutos, ha conseguido contener el caudaloso esperma de su dueño.

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AINARA: ¿Así?… ¿Asíií?… ¿Te gUstA?... ¿Te gUstA, BrUnOh?… Dime quE tE gUstaAh.

BRUNO:  0h… oOoh… Síiíií… Me EncAntah… Me Encantaaah… YaaAh… Yaah… Yaah…

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Bruno siente cómo toda esa ansiedad acumulada se escurre a través de su polla con gran presión; mancillando, vilmente, la tierna carita de su sobrina. Una descompresión dantesca le otorga el mayor de los desahogos propulsándole hacia cotas de placer que le habían sido vetadas a lo largo de muchos años.

Ainara no se puede quejar. No solo ha recibido avisos verbales, sino que ha notado cómo ese lujurioso pene se contraía en sus manos justo antes de premiar, tan generosamente, a su rostro y a sus tetas. Se hace la ofendida, pero, en el fondo, lo estaba deseando. Un poco abochornada, vuelve a activar el grifo para no prolongar más ese humillante estatus pringoso.

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AINARA: Vaya chorro, Bruno. Me has echado un litro, por lo menos.

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Bruno sonríe ya desde el suelo, pues ha perdido toda su energía vital en esa gloriosa contienda orgásmica y ha desfallecido.

Tras unos pocos instantes embriagadores, sus sentidos aturdidos vuelven a cobrar protagonismo. Ni siquiera había reparado en el agua que vuelve a regarle desde lo más alto.

Mientras se recompone, intenta encontrar una postura más confortable, pues ese plato de ducha, pese a ser grande, no puede albergar sus casi ciento noventa centímetros de estatura. Logra incorporarse y se sienta en el suelo, colocando sus brazos, en cruz, en la misma bancada en la que se sentaba a su sobrina.

Ainara ha vuelto a usar su champú de frutas cítricas para asegurarse que el estado de su pelo vuelve a ser impoluto tras aquel chaparrón lechoso. Pronto repara en esos ojos que la observan embobados desde abajo. Con tono suave pregunta:

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AINARA: ¿Qué estás mirando?

BRUNO:  Miro a la chica más hermosa que he visto jamás.

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Ella sonríe tímidamente, pero no pronuncia una respuesta que pueda desvirtuar esa última frase. Vuelve a dotar sus gestos presumidos de un talante que se debate entre el posado y la coreografía. Suspira y vuelve a notarse cachonda.

Le parece ya lejano el intenso orgasmo que tanto la ha hecho disfrutar. Se siente realmente alegre y sabe que todavía tiene al artífice de su felicidad ahí mismo; rendido a sus pies. No quiere atravesar los límites que encierra ese cristal empañado sin recibir todo lo que su tío tenga para darle.

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AINARA: Y pensar que hace solo un par de horas estaba llorando desconsoladamente.

BRUNO:  Pues ahora te veo muy contenta… … ¿Por qué será?

AINARA: No vas a salir de aquí hasta que no me hallas follado.

BRUNO:  … … … Pensaba que… … "eso sería demasiado raro".

AINARA: Cállate.

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Ainara se acerca, con aires altivos, y le da la espalda. Abre sus piernas y clava las rodillas en el suelo, sentando su soberbio culo sobre el regazo de su tío. Las inquietas manos de Bruno reaccionan y vuelven a abrazarla desde atrás para acceder a sus sublimes tetas de nuevo. No podría cansarse de sobar esas suculentas y suaves peras.

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-¿Crees que podrás?- le pregunta ella repleta de dudas.

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A la debilidad que tiene ese hombre por las niñas demasiado jóvenes se le suma su peculiar filia por las chicas mojadas y el plus morboso que le provoca su cercano parentesco con Ainara; sí además intervienen los mágicos sentimientos que han tomado su pensamiento, estos últimos días, tenemos un cóctel afrodisíaco capaz de vigorizar continuamente a aquella polla cuarentona.

Bruno no tarda en sentir cómo su carnosa extensión vuelve a atiborrarse de la sangre de su organismo.

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AINARA: Oh… … Ya veo que sí… … Se nota que te gusto mucho.

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Ainara está moviendo su culo haciendo rodar las nalgas por encima de su tío, quien se ve obligado a soltar esos admirables pechos para atender a dichas redondeces traseras.

Todavía bajo el constante diluvio casero que les acompaña, la chica se apodera de aquel duro manubrio y se restriega el glande por sus húmedos labios inferiores. La impaciencia le puede y no tarda en metérsela toda dentro; hasta el fondo. Su voz vuelve a quebrarse mientras trepa a tonos más agudos:

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AINARA: !OoOh, Dio0Os!… … Pero que poOlla tienes.

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Bruno se muerde la lengua y se calla unas palabras que resultarían demasiado amorosas. Nada le cortaría más el rollo a su sobrina que conocer, en este mismo momento, el desatado enamoramiento que lleva días atormentando a su tío.

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AINARA: Oo0h… … oOo0Oh… … Síiíiíií… … fóOollame… … Fóllame.

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A ciencia cierta, es ella quien lo está follando a él. Bruno solo se mantiene bien firme frente a las acometidas de Ainara y la acompaña en la medida de lo posible.

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-No te corras dentroOh… … hhh… … sobretodo, ¿eh?- con la respiración muy afectada.

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La chica ha hecho un breve paréntesis para mirar atrás y susurrarle aquel ruego con un tono muy diferente. Tras conectar sus miradas a través de ese alborotado pelo mojado, Ainara vuelve a la carga sacudiendo sus caderas con entusiasmo.

Por su parte, Bruno está en el séptimo cielo. Se siente el ser más afortunado del mundo. Poco podía imaginar, hace tan solo unas horas, que hoy haría realidad las fantasías que revive cada vez que mira los videos de su sobrina bailando provocativamente. Está profundizando en ese frenético twerk; metiéndole toda su virilidad como tantas veces ha soñado que lo hacía para terminar derramándose en un clínex.

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BRUNO:  !Qué buena estÁs, AinArAh!… … !!Es que noOh… … nO me lO creoOoOh!!

AINARA: Joder, BrunoOh… … Me vOy a cOrrer Otra vez… … !OoOh!… … !oOh!…

BRUNO:  Valeeh… … Síií… … CoOreteh, mi nenah…

AINARA: NOh… "nena" nOh… … ¿Quién s0y, Brun0h?… DímElO Otra vEz… … COmo antes.

BRUNO:  CÓrrretE, Pitufina… … cÓrrrete para tu tío Bruno.

AINARA: !Síií!… … mngh… … !oOoh!… … MmMm… … me corro… … !!ya mMe corrrooOh!!

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Sufriendo un anunciado orgasmo pavoroso, Ainara detiene sus violentas embestidas; permitiendo, así, que aquellas volubles nalgas abandonen sus formas efímeras y recuperen su redondez habitual bajo la lluvia incesante que les acompaña.

Su tío las acaricia tiernamente mientras percibe esos gratificantes temblores involuntarios; frutos de tan intensas sensaciones. La chica retuerce su torso para poder mirarle a la cara de nuevo:

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AINARA: !Diooos! Qué gozadah… …hhh… … Qué bien que lo estoy pasando, Bruno.

BRUNO:  Ha sido buena idea venir, después de todoOh… A pesar de que no te acordabas.

AINARA: Que no, tontoh… … hhh… … Sí que me acordabah… … … ¿A ti te falta mucho?

BRUNO:  Quiero… … Quiero follarte por el culo, Ainara. Llevo muchos días queriéndolo.

AINARA: Alaah… … ¿Qué dices?… … Eso sí que no lo he hecho nunca.

BRUNO:  Pues que sea la primera vez conmigo.

AINARA: Es que… … me va a doler.

BRUNO:  Que no… … que no, ya verás. Me pongo jabón y voy con cuidado.

AINARA: Es que… … no sé.

BRUNO:  Vamos, pitufina. Hazlo por mí. A ver si te gusta.

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La chica no puede evitar sonreír al volver a escuchar ese disuasorio apodo otra vez. Se desenrosca y se inclina para alcanzar la botella de jabón.

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AINARA: Toma. A ver qué haces, ¿eh?

BRUNO:  Tú relájate. Veras como está bien.

AINARA: No sé, no sé.

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Con la vista puesta al frente, hacia el cristal empañado, Ainara se limita a sentir cómo ese tremendo trabuco se abre paso entre sus nalgas y se aventura, lentamente, muy adentro de su culo.

Son sensaciones totalmente nuevas para ella. Siempre había considerado que su ojete era sagrado, pero, ahora que la polla de su tío está profundizando en su ano de una forma tan firme y viril, se arrepiente de no haberlo probado antes.

Se nota llena; rellenada. Dolorida pero muy excitada. Siente una morbosa vergüenza que mezcla su calentura con sensaciones demasiado escatológicas. No tarda en balancearse para prolongar esa repetitiva y candente trayectoria anal.

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BRUNO:  Qué bien… … Qué bien, Ainara… … Que culoOh… … que culo tan apretadito.

AINARA: Ooh… … oOh… … Síiíií… … Estoy… …hhh… … EstOy cagando una polla.

BRUNO:  NoOh… … oO0h… … pero, ¿qué dices?

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A Bruno le escandaliza aquella frase en la boca de la que un día fue su inocente princesita, pero, ciertamente, esa gracia soez no desentona con los indecentes actos que están perpetrando.

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A: TeníAs razÓn… !oOh!… Me gUsta… Me gusta sentir tU pOya… dEntrO dE mi culO.

B: Oo0h… … ¿Lo vEs?… … oOh … … OoH… … TienEs que… …hhh… … hacerme casO.

A: JOder… cÓmo mE gUsta… si agUantAs… si AguantAs mÁs, igual… me cOrro Otra vEz.

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Su ano está cada vez más lubricado y ese indecente trajín rectal se vuelve más enfervorecido a cada sentada.

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AINARA: !Vamos!… … !VamOs!… … Ah… … !Qué BiEnnnh!

BRUNO:  OoOh… … oOoH… … No vÓy a tardAar… … No tArdO nAdaAh.

AINARA: MmMmMmh… … mMmMmmMh… … oOoh… … OooOh… … Síiíiíi.

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Ainara no quiere quedarse a medias y se toca por delante para acelerar su propio proceso. Hoy parece haberse abierto la veda para unos orgasmos que no suelen ser tan asequibles. La impaciencia del tercero espolea su libido hasta que esa doble estimulación termina por conseguir su ambicioso objetivo. La aguda y temblorosa voz de la niña no puede callárselo:

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AINARA: Oo0h… … Por DIOO0SS… … O0Oh… … o0oOh… … !yAaAh!… … !!YaAaAh!!

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Simultáneamente, Bruno se estremece en silencio mientras el redondo culo de su sobrina todavía bota, con insistencia, sobre su regazo. La abraza para detenerla y se derrama dentro de ella sucumbiendo al más placentero y mojado orgasmo de su vida.

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[SOBRINA CONSENTIDA]  2/4

-por GataMojita-