SOBRINA CONSENTIDA -AinaraEnTuCara-

AVISO IMPORTANTE: Esta narración está cocinada a fuego lento y NO es apta para quienes buscan la PAJA RÁPIDA. Describe el amor prohibido entre un fotógrafo cuarentón y su sobrina adolescente; una pasión incestuosa que no deja de crecer, pero que no eclosionará carnalmente hasta el segundo capítulo.

AinaraEnTuCara

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-domingo 23 abril-

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Tras unos pocos pasos asfaltados, bajo el sol primaveral de la sobremesa, el silencio empieza a ser incómodo entre Ainara y su tío Bruno. Puede que sea él quien se sienta más violento, pero es ella la que termina por poner voz a ese inédito reencuentro con una muletilla que nunca falla:

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AINARA: Cuánto tiempo, ¿no?

BRUNO: Sí. Hacía… ¿cuánto?… ¿cuatro? cinco?

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Bruno busca el rostro de su sobrina. Ella no parecía estar por la labor de contestar hasta que se ha percatado de ello. Encoge los hombros y pone cara de extrañada.

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AINARA: ¿De verdad me estás preguntado por la última vez que cuidaste de mí?

BRUNO: Sí. Bueno… Creo que desde entonces… … puede que no hubiéramos hablado.

AINARA: Es que una se hace mayor. Sería raro que me hicieras de canguro a mi edad.

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Ainara sonríe de un modo algo enigmático; como si más allá de ese humor se escondiera cierta incomodidad y una sutil ofensa por una conversación ridícula y forzada.

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AINARA: Ya sé que papá te ha dicho que me acompañes, pero…

BRUNO: ¿Tan pronto quieres librarte de mí?

AINARA: No, si lo digo por ti. A mí plín. Imagino que tendrás cosas que hacer.

BRUNO: No te creas. No soy un hombre tan ocupado como tus padres.

AINARA: Ni tú ni nadie.

BRUNO: Por eso acudían a mí cuando no tenían con quien dejarte.

AINARA: Ahora me toca a mí cuidar del mocoso hiperactivo de mi hermano.

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Mirando por donde pisan sus bambas deportivas, blancas y rosas, a la chica se le dibuja una mueca nostálgica en la cara y, tras buscarse de nuevo en los ojos de su tío, le da continuidad a ese lejano relato:

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A: Me gustaba quedarme contigo. Me dejabas hacer de todo.

B: Era demasiado blando. Siempre he sido un calzonazos.

A: No me decías que no a nada. Ja, ja, jah. Lo pasábamos de lujo, ¿no?

B: Tú sobretodo. Yo sufría porque no me respetabas lo suficiente.

A: Claro que sí. Bueno… … No sé… … Puede que te tomara un poco el pelo.

B: Así me he quedado.

A: Nah… …Te queda bien rapado. Comparado con mi padre… No parecéis hermanos.

B: Bueno… Él siempre ha sido propenso al sobrepeso y no hace nada de deporte.

A: No es solo eso. Está viejuno. Muy viejo. Además, es tan serio y severo…

B: Y yo soy tan dócil y permisivo… No me tomabas el pelo. Simplemente me dejaba.

A: Todos los padres deberían ser como tú. Si tuvieras niños, lo pasarían fabulosamente.

B: NoOh. Si se tratara de mis hijos sería muy distinto. Es tarea de los padres educar.

A: Ah. ¿O sea que a mí me tenías consentida porque no era tu propia hija?

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Bruno no necesita verbalizar su respuesta para que su sobrina pueda interpretarla como afirmativa. La rambla de Fuerte Castillo se consume bajo sus pies a medida que brotan las palabras, ahora de un modo más fluido y entrañable.

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AINARA: ¿Y por qué os distanciasteis?

BRUNO: No existe un motivo… … concreto. Estas cosas a veces pasan.

AINARA: Dejaron de necesitar que me recogieras del cole y me dieras la merienda.

BRUNO: Nooh… … Entonces: ¿para qué me llamó tu padre para comer juntos hoy?

AINARA: Algo querrán de ti. Seguro. Son unos interesados.

BRUNO: Qué opinión tan pobre que tienes de ellos.

AINARA: Bueno… Estoy muy harta, la verdad. Me tienen muy controlada.

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Mientras hablan, Bruno se percata de la extraña actitud que tiene un par de chicos muy jóvenes cerca de ellos. Tras superar una timidez explícita, se acercan y se dirigen a su sobrina:

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-Perdona… … Disculpa; tú eres… … Eres Ainara, ¿no?- dice uno con ojos como platos.

-Sí… … sí, soy yo, en carne y hueso- comprometida, aunque con cierto orgullo.

-¿Nos podemos sacar una foto contigo? Porfaah- el segundo, con gestos de súplica.

-Bueno, pero una y os marcháis, ¿eh?- con una mímica altiva y sobreactuada.

-!Waah! !Qué flipe!… … AinaraEnTuCara- susurra el chico preparando su móvil.

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Bruno da un paso al lado para no entrometerse. Mantiene una expresión algo pasmada. No entiende lo que está ocurriendo.

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-Gracias, Ainara. Eres la mejor- proclama el primero a medida que se alejan.

-Te queremos. Sigue así- dice el otro ya de lejos.

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La chica finge estar distraída para no mirar a su tío mientras reemprenden la marcha, pero está claro que lo acontecido merece una explicación. Bruno tarda un poco, pero finalmente:

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BRUNO: A ver: ¿a qué ha venido eso? ¿Conocías a estos chicos?

AINARA: Mmm… … Sí… … Son coleguillas míos.

BRUNO: Tú no les conoces. Te han preguntado tu nombre y tú no les has reconocido.

AINARA: Es que hacía tiempo que no les veía el careto, pero sí.

BRUNO: ¿Eres la mejor? ¿Sigue así? ¿Te queremos?

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Ainara no se digna a contestar, solo levanta sus cejas perfiladas en un gesto reservado que no quiere dar explicaciones. Siguen andando acompañados por un silencio que no resulta incómodo esta vez, solo algo extraño y reflexivo.

Despistado, Bruno se encamina por la calle equivocada:

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-No, tío. No descarriles. La casa de Judith está por aquí- dice ella agarrándole el brazo.

-¿"AinaraEnTuCara"?- replica con el ceño fruncido evocando las palabras de los chicos.

-¿Qué? Anda. Olvídalo. No me seas mendrugo- responde con repentina incomodidad.

-¿Qué es eso de "AinaraEnTuCara"?- pregunta mirándola de nuevo sin relajar su frente.

-¿Y yo que sé? Los críos de hoy se inventan muchas expresiones nuevas. A saber…-

-Lo voy a buscar. A ver que sale- desconfiando de la irritada reacción de su sobrina.

-Nono… no… Verás:- se muerde los labios y se detiene pensativa -Es que soy famosa-

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La chica se queda mirando a su tío, cabizbaja, con boquita de piñón y los ojos muy abiertos. No tiene un plan de contingencia mejor para esta situación tan indiscreta. Bruno está desconcertado y niega ligeramente con la cabeza:

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B: No eres famosa, Ainara. ¿Qué inventas? ¿A caso sales en la tele? cine? escenarios?…

A: Qué jurásico eres, tío. Hoy en día las famosas somos diferentes. Vamos por libre.

B: Entonces deja que lo vea.

A: Nonoh… a ver… … Sé que lo verás igualmente, pero te lo pido; te suplico; porfins.

B: ¿Qué?… … ¿Que no se lo diga a tus padres?

A: Xaaaaact. Si mi padre se entera me degolla sin anestesia.

B: Nadie usa anestesia para degollar a alguien.

A: Al igual. Tú ya me copias. No pueden saberlo. Me arruinas la vida si lo cuentas.

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Esa carita de pena derrite el enfado que intenta engendrar Bruno. No tiene base todavía para enojarse, pero se teme los motivos por los que su sobrina pueda estar triunfando en la red. Los tiene delante, aunque, ahora mismo, tengan una cobertura razonable. Tras unos instantes meditativos, ya frente al portal de Judith, intenta sonsacarle más información a la niña.

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-¿Cuanta fama?- con un tono discreto, neutral y expectante.

-… … … Millones- responde ella con una vergüenza pícara.

-¡¿MILLONES?!- exclama roto -¿Millones de qué?-

-Bueno. Millones si sumas mis fans de las diferentes redes, pero eso es un fake porque la mayoría de ellos me siguen en todas partes. No puedo contar varias veces a quien me sigue por insta, face, youtube… ¿entiendes?- pregunta sonriente.

-Eso es… es… eso no… … ¿Estás segura?- sin dar crédito.

-Que sí. Estoy ganando dinero y me dan muchas cosas- rebosante de satisfacción.

-¿Quién? ¿Quién te da todo eso? Tus seguidores?- insiste ya un poco asustado.

-Mis patrocinadores: marcas, discotecas… YouTube… y… … también mis fans-

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Ainara da un paso hacia la puerta y toca el timbre del telefonillo. Bruno no la sigue con la mirada. Con los ojos clavados en el mármol que define la parte baja del edificio, no sale de su asombro. Suena una voz telefónica:

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JUDITH: ¿Sí?

AINARA: Soy yo, brabuscona. !Abre!

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Con un fugaz gesto jovial, la chica se arrima a su tío, todavía en shock, y le da un besito en la mejilla justo antes de empujar esa puerta metálica; antes de que se cierre finikitando la charla, Ainara le lanza una última súplica reiterativa.

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AINARA: No digas nada, ¿vale, tío? Por lo que más quieras. !A nadie!

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Sin tiempo ni energías de contestar, el hombre observa, tras el cristal, cómo su sobrina se encamina con juguetones saltitos hasta el ascensor, y le dedica una alegre despedida con la mano antes de desaparecer de su campo visual.

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JUSTO: Esta gente parece que no quiera cobrar.

EDURNE: Déjalos, pobres. ¿No ves que van de culo?

JUSTO: Pero si traer la cuenta es lo más fácil. Es un papelito que sale de la máquina.

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Tan exigente como siempre, al padre de Ainara no le gusta que le hagan perder el tiempo. Hace rato que ha terminado su café enriquecido y no quiere esperar más. Mientras le hace gestos imperativos al camarero, desde lejos, su mujer le pregunta:

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EDURNE: ¿Cómo has visto a tu hermano?

JUSTO: Como siempre. A su rollo. Sin preocupaciones. !JULEN! !Siéntate de una vez!

EDURNE: ¿No te parece que está muy solo? Sin mujer, sin familia, sin amigos…

JUSTO: Algún amigo tendrá. Solo es que no habla de ellos.

EDURNE: ¿Algún amigo que no tenga cuatro patas? Deberíamos cuidar más de él.

JUSTO: ¿Le acabo de invitar a comer no? ¿De qué te quejas?… … !JULEEEN!

EDURNE: Vamos, cariño. Los dos sabemos porque le has invitado después de años.

JUSTO: ¿Me vas a decir que a ti no te preocupa la niña? Algo tenemos que hacer.

EDURNE: Estamos hablando de asuntos distintos. Una cosa no quita la otra.

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Después de tropezarse con los correteos del pequeño Julen, un chico alto, delgado y con gafas, les trae la cuenta pellizcada en el clip de un pequeño platito oscuro.

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-¿Todo bien, señores?- pregunta con un tono servil.

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Incluso antes de que se abra la puerta, Croma ya empieza a emitir sus leves maullidos de bienvenida. Bruno recibe esa pequeña dosis de calidez cada vez que llega a su pequeño estudio, en el ático de uno de los edificios más altos de la ciudad. Le gusta la distancia vertical que le separa del ajetreo urbano. Tras acariciar prolongadamente a su gata tricolor, enciende su computadora con la intención de trabajar en las fotografías de la boda de ayer. Un vacío se apodera de él cada vez que tiene que dedicarse a esta clase de labores. Intenta autoconvencerse:

“Manos a la obra. Vamos allá. Algún día podré escoger encargos apasionantes, pero ahora he de apechugar con la dura vida del autónomo”

Detesta el concepto del matrimonio, y todavía odia más la institución de la iglesia, pero no puede descartar nupcias, bautizos ni comuniones. Son lo que más dinero le da.

“Antaño, una mujer necesitaba a un hombre que la mantuviera de por vida para dejar el trabajo y entregarse por completo a un proyecto familiar. Incluso estaba bien visto que el marido fuera infiel si no desatendía las necesidades de su esposa y de sus hijos. Era realmente un “Sí quiero” para siempre. ¿Pero hoy? Qué inútil resulta todo este paripé cuando te puedes divorciar al día siguiente sin reparos; cuando la mayoría de los casamientos terminan en separación; cuando el amor es tan líquido y envejece tan mal”

Mientras azota a su ratón inalámbrico con el dedo índice, otra idea llega galopando con ímpetu para arrollar a tan tediosos pensamientos filosóficos. En el lado opuesto de aquellos absurdos convencionalismos sociales está Ainara, con su novedoso modo de irrumpir en el mundo a través de las redes sociales.

Bruno ha estado consultando su móvil durante el itinerario en metro; de camino a casa. No ha querido maximizar la pantalla, pero eso no le ha impedido percatarse del calibre de los sensuales bailes que su sobrina publica en su canal; de la manera que tiene de andar por los límites de la censura en Instagram, Facebook, YouTube… La chica no se lo inventa; ni siquiera exagera cuando afirma que las distintas ramificaciones de AinaraEnTuCara acumulan más de un millón de seguidores.

Desatendiendo lo que tan cercanamente le muestra la pantalla de su ordenador, ese entregado fotógrafo se dedica a encadenar pensamientos tendenciosos a cerca de su familia más cercana:

“¿Debería contárselo a Justo? ¿Tengo que mantenerme al margen? ¿Es aceptable que Ainara se exponga así? ¿Qué riesgos implica esto para alguien tan joven?”

Los comentarios que suscita la ciberactividad de la niña no son precisamente alentadores, aunque la mayoría de esos escritos calenturientos son tan groseros como inofensivos; tan íntimos como superficiales; tan simples como carentes de pretensiones en el mundo real. Muchos de sus autores viven al otro lado del Atlántico y algunas, aunque pocas, son crías preadolescentes que admiran a Ainara y quisieran llegar a ser como ella.

“Recuerdo cuando la popularidad era un concepto que no iba más allá de las paredes del aula en la que dábamos clase”

Escondida tras esa nostálgica evocación, una curiosidad morbosa le lanza el lazo insistentemente; le pide que cierre el editor de fotos y que abra el canal de su sobrina a pantalla completa; con el volumen de la música bien alto. Bruno suspira y toma distancia reclinándose, hacia atrás, en su silla.

“Se me ha puesto dura, en el metro, con solo un par de vistazos rápidos, con la pantalla pequeña, sin sonido y mirando de reojo... He tenido que quitarle el asiento a una abuela para disimular mi erección. Sé lo que pasará si cruzo esa puerta y no quiero. !Se trata de Ainara!”

Bruno se conoce bien. No tuvo novia cuando era joven y aquella carencia le provoca, todavía hoy, una filia muy pronunciada respecto a las chicas de corta edad; como si se tratara de una asignatura pendiente. Se nota degenerado cuando, habiendo sobrepasado los cuarenta, se fija en niñas de instituto o todavía más infantiles. No lo puede evitar: su alegre frivolidad, esos gestos presumidos, su efervescencia hormonal, la consciencia recién llegada de su propio potencial erótico…

Hoy mismo, nada más bajar del coche de su hermano, Bruno se ha quedado embobado observando cómo Ainara peinaba sus largos cabellos, con ambas manos, mirándose en el reflejo de la ventanilla; curvando su figura para pronunciar esos incontestables encantos, luciendo su corta aunque razonable ropa veraniega… Mientras tanto, Julen daba rienda suelta a su entusiasmo corriendo alrededor del auto; Justo hacía una llamada laboral de última hora; y Edurne se encargaba del parquímetro.

Ha sido entonces cuando ha empezado a agrietarse el sosegado temple que debería de haber reinado durante esa comida de reencuentro familiar, en el restaurante. Bruno se ha esforzado para ocultar el pernicioso interés que le despertaba su sobrina, pero, a pesar de que casi no han mediado palabra, no ha podido dejar de mirarla más de la cuenta. Le costaba encajar que la niña que él cuidaba, hace tan pocos años, se hubiera convertido en una chica tan atractiva.

Sus furtivos dedos han tecleado la palabra mágica en el buscador y Ainara no ha tardado en asaltar, con vehemencia, la pantalla del ordenador de su tío, quien sube el volumen y se entrega al morbo que le provoca su sobrina.

Aquel falo hambriento no tarda en importunar el decoro de sus cómodos pantalones oscuros de andar por casa. Bruno se había propuesto ejercer de mero observador, pero ese propósito tan endeble desfallece a primeras de cambio.

“Flap – flap – flap – flap...”

“Joder, Ainara. ¿Por qué me haces esto? No puede ser que estés tan buena, y que lo enseñes así. Deberías estar prohibida. ¿Cómo te atreves? ¿Cómo es posible? Esto noOh, oOoOh, fuuuaaaaah”

No ha necesitado demasiadas sacudidas para que su palpitante fuente carnosa brotara, caudalosamente, saturando la capacidad de absorción de la generosa tira de papel higiénico que había dispuesto, estratégicamente plegada, para afrontar ese más que previsible derrame seminal. Sorprendido por un gozo tan extremo, Bruno recapacita:

“Pero ¿esto qué es? ¿Cuánto hacía que no...? Si no logro ni acordarme es que hacía demasiado”

Se trata solo de un comienzo, pues Ainara tiene metraje suficiente para estimular todas las pajas pendientes que su tío acumula desde principios de año. El segundo orgasmo es tan consecutivo que se hace efímero; como si llegara por pequeñas entregas azotando un sistema nervioso que todavía no ha podido recomponerse. Esta vez, sus menguantes borbotones alvinos están más licuados y han perdido vigor, a pesar de ello, manchan una nueva disposición celulosa causando un deleite similar.

Es sencillo, para los censores, censurar determinadas partes del cuerpo, palabras concretas e incluso actitudes demasiado explícitas, pero cuando se trata de una seducción coreografiada; de un encanto desmedido e imposible de cuantificar; de una calentura tan subjetiva…

No hay cifras ni palabras que puedan describir la gracia con la que se contonea Ainara; las sinuosas miradas despeinadas que le dedica al objetivo; el partido que le sacan, esas nalgas tan redondas, a la indecente brevedad de sus shorts tejanos; aquella camiseta tan fina que no alberga sujetador alguno…

Esta tercera paja está siendo más duradera, pero, de todos modos, Bruno ya divisa el advenimiento de una nueva corrida. El cuadro lumínico que focaliza su atención empieza a deformarse a medida que su vista se somete a ese frenético zarandeo de nuevo. Cuando ya está trepando por el subidón que con tantas ansias perseguía, un sonido imperativo le distrae. Se trata de su móvil. Lo más lógico sería desatenderlo, pero:

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BRUNO: ¿Síh?

JUSTO: Ei, ¿qué pasa, hermano?… … ¿Estás bien?

BRUNO: Sí, claroh… … es queh… … estaba haciendoh… … hhh… … algo de ejercicioh.

JUSTO: Seguro que te la estabas pelando. Ja, ja, jah. Di la verdad.

BRUNO: Que noh… … que no. ¿Cómo dices esoh?

JUSTO: Escucha: me ha alegrado que nos viéramos hoy.

BRUNO: Sí. Hacía tiempoh ya. Ha estado bien.

JUSTO: Edurne dice que deberíamos quedar más a menudo.

BRUNO: Cuando quieras, Justo, ya lo sabes. Dónde haya comidah…

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Bruno, todavía con los pantalones bajados, siente alivio porque su hermano no pueda saber lo que hacía hace tan solo unos segundos; porque no sepa que se la estaba pelando como un mandril mirando los videos de su sobrina.

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JUSTO: ¿Cómo has visto a mi hija? ¿Habéis charlado mucho?

BRUNO: Tampoco tanto. Un ratito; hasta que hemos llegado al piso de su amiga.

JUSTO: Pero vosotros teníais mucha confianza antes, ¿no? Hablabais de todo.

BRUNO: Bueno… De eso hace mucho tiempo. Ella… … ha cambiado mucho.

JUSTO: Ya lo sé… … De eso se trata. Estamos muy preocupados en casa.

BRUNO: ¿Por qué? ¿Qué pasa?

JUSTO: Me da, a mí… … uff… … me cuesta hasta decirlo.

BRUNO: Venga, tío, que soy yo.

JUSTO: Creo que sale con un hombre mayor.

BRUNO: ¿Ainara? Pero ¿qué dices? Si aún es una… … niña.

JUSTO: Tiene mucha ropa y… … cosas. Ni siquiera me pide dinero ya.

BRUNO: Pero… … ¿Se lo has preguntado?

JUSTO: Ella me dice que no. Dice que sus amigas le prestan esos modelitos.

BRUNO: ¿Y lo del dinero?

JUSTO: Que se le olvidó que era el día de su paga; que todavía le quedaba del otro mes.

BRUNO: Puede que sea verdad, ¿no?

JUSTO: !¿Qué dices?! Nunca le queda ni un céntimo para la tercera semana del mes.

BRUNO: No sé qué decirte. Si solo se trata de una paga…

JUSTO: O tiene un novio con dinero o trapichea. Una de dos.

BRUNO: De todos modos… sea lo que sea, no creo que yo pueda ayudarte con eso.

JUSTO: Lo sé. Verás: a mí la niña me ve como a un tirano, pero a ti… erais muy amigos.

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Justo no quiere que se le vea el plumero, pero la sutileza no es su fuerte. Desoyendo los consejos de su mujer, no ha podido esperar para sacarle el tema a su hermano en el mismo día de su reencuentro. Mientras escucha esa voz ronca, Bruno recuerda lo que le ha dicho Ainara aquella misma tarde:

“Algo querrán de ti. Seguro. Son unos interesados”

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BRUNO: Creo que te estás equivocando conmigo, Justo.

JUSTO: Nooh. A ver. No te estoy pidiendo que hagas nada en concreto.

BRUNO: Pues a mí me lo está pareciendo. ¿Por qué será?

JUSTO: Son cosas que se me han ocurrido hoy. Esta tarde.

BRUNO: ¿Se te han ocurrido después de invitarme a comer?

JUSTO: Claro que sí. A ver… … me preocupa mi hija. ¿Qué hay de malo en eso?

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Bruno no contesta. Le da la impresión que solo tiene que dejar hablar a su hermano para que se ponga en evidencia.

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JUSTO: Estoy seguro de que tú podrías averiguar lo que ocurre.

BRUNO: ¿Qué te hace pensar eso?

JUSTO: Bueno… Fuiste paparazzi, ¿no? Aquello tiene parte de investigador.

BRUNO: !Por Dios, Justo! Esas fueron las semanas más humillantes de mi vida. Nunca…

JUSTO: Lo sé, lo sé. No digo que sigas a Ainara. Solo que pienses en algún modo de…

BRUNO: No me toca a mí pensar en esta clase de cosas.

JUSTO: Tómatelo como un trabajo; un encargo. Sé que no vas muy bien de dinero.

BRUNO: Nunca te he pedido ni un céntimo, ya lo sabes.

JUSTO: Lo sé. Eso te honra. Mira: solo miro por el bien de mi hija. Compréndelo.

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La ira contenida de Bruno no versa sobre la lógica preocupación paternal de su hermano, sino sobre las formas que está empleando para usarle como a una simple herramienta.

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B: Crees que se me dan bien los niños porque hablo con ellos, pero…

J: Claro que sí. Eres un crack.

B: No. Lo que ocurre es que les hablo de igual a igual. No sé hacerlo de otro modo.

J: Será eso. Te conviertes en amigo suyo, no en tutor. Eso les encanta a los críos.

B: Ainara me hablaba del cole, de las amigas, de sus juguetes, de las series de dibujos…

J: Mira… … el año pasado, o el otro, la niña quería ser modelo y me pedía un book.

B: ¿A ti?

J: Bueno, tío; me pedía que contratara a un fotógrafo profesional.

B: Eso ya no se lleva tanto hoy en día.

J: Le dije que ni de coña; que era demasiado niña para empezar con esas cosas.

B: ¿Y ahora quieres contratarme? ¿Para que me haga amigo de ella de paso?

J: Fffh. A la que intento hablarle se cierra en banda, y con su madre pasa igual.

B: Es lo que tiene ser un padre autoritario. Tiene ventajas, pero llegada cierta edad…

J: Vamos a pensarlo. Tantearé a la niña, pero necesito saber que tú…

B: Nunca digo que no a un encargo, pero no creas que me voy a dedicar a interrogarla.

J: Que no. Solo es que… … cuando veo lo guarras que se están volviendo sus amigas, ya desde tan niñas, me da miedo, ¿sabes? Veo lo estúpidos que son los chicos a esta edad, la cultura del idiotismo sexualizado de la que se rodea hoy la juventud… Pienso que tener a un amigo adulto y sensato que de verdad la quiera, que mire por ella, que la aconseje y que la guíe puede ser lo mejor que le puede pasar ahora. Tú nunca intentarías aprovecharte de ella como lo haría cualquier otro.

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Esa alusión a su honorabilidad hace que Bruno se suba los pantalones y cierre la ventana pausada de "AinaraEnTuCara".

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BRUNO: ¿Desde cuándo me tienes por un adulto sensato?

JUSTO: Una cosa es que tu modo de vida me parezca alternativo, y otra que no…

BRUNO: Si se trata de ayudar a tu hija, sabes que estaré ahí sin que tengas que pagarme.

JUSTO: Claro que sí. Sé que Ainara siempre podrá contar con su tío molón.

BRUNO: Entonces, ya me irás contando cómo responde ella a tus sugerencias.

JUSTO: Gracias, Bruno. Sé que a veces no me expreso de la mejor manera, pero tú me entiendes. Mamá se alegraría de ver que nos llevamos bien. Hasta pronto.

BRUNO: Nos vemos.

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“Mi hermano siempre apela a mamá cuando quiere darle vigencia a nuestro parentesco. La usa para legitimar cualquier petición que se haga en nombre de la familia. Había olvidado la perversión que esconde su lenguaje”

Esa charla fraterna ha extinguido la libido incestuosa que, hace tan solo unos minutos, estaba ardiendo con furia en sus entrañas. Bruno siente vergüenza al contemplar el papel mojado que ha caído sobre la moqueta, al lado de su escritorio.

Mientras se limpia bien, en el lavabo, no deja de reflexionar acerca de la oferta de Justo. Mirándose en el espejo, piensa en los números rojos de su cuenta bancaria, en las facturas pendientes, en el enfado que arrastra su casero, en la austeridad que somete su tren de vida desde hace demasiado tiempo.

“No quiero entrar en el juego de mi hermano. Estas cosas nunca acaban bien. Disgustos, decepciones, confianzas traicionadas...”

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-lunes 24 abril-

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JUDITH: ¿Qué cojones hacemos aquí, Ainara? ¿Me lo vas a decir?

AINARA: Solo estamos mirando fotos. ¿Tan raro te parece?

SEBAS: No había estado en una exposición en mi puta vida.

AINARA: Pues ya va siendo hora de que te culturices un poco, niño.

JUDITH: ¿Dónde está Gisela?

AINARA: En la sala de al lado. Hay fotos de otros autores.

SEBAS: ¿No os sentís como alienígenas? Aquí no hay nadie por debajo de los treinta.

AINARA: Si quieres espéranos fuera, en el parque de columpios, con los demás niños.

SEBAS: jAJajAjah… me parto contigo.

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El chico ha usado voz de lelo para ironizar sobre el incisivo humor de su amiga. Su tono desproporcionado ha irrumpido en la sala llamando la atención de los discretos asistentes. Todo el mundo le mira por unos momentos. Nadie entiende que hace un niñato como él; con la gorra del revés, ropa rasgada y un monopatín colgando de su mano; en esa sala de exposiciones tan elegante. Sebas se percata de dicha anomalía y, de un modo desafiante, deja caer su estridente medio de transporte.

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-Yo me abro… … !Aquí os quedáis, pringadas!- proclama con desprecio.

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Deslizándose ruidosamente por el parqué, le clava los ojos a todo aquel que osa observarlo con indignación. Gisela, ya a medio camino de su regreso, se cruza con él. Pese a mirarse a los ojos, no median palabra.

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GISELA: ¿Qué le pasa a ese? Parece muy mosqueado.

JUDITH: Nada. Que no tiene sentido del humor.

BRUNO: Ainara… … ¿Qué estás haciendo tú aquí?

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El protagonista de la exposición hace acto de presencia sin salir de su asombro. Habla susurrando, como todos los presentes, así que son sus gestos los encargados de articular su sorpresa.

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AINARA: Nada, aquí. Echando un ojo a tus fotos.

BRUNO: Pero… … ¿Acaso te interesa el mundo de la fotografía?

AINARA: No sé. Mi padre me contó que exponías aquí y me mordió el gusanillo curioso.

BRUNO: Hola, soy Bruno; el tío de Ainara.

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Esa presentación desata el nudo desconcertado de la cara de Gisela y de Judith. Bruno ni siquiera inicia la protocolaria maniobra besucona que suele acompañar esta clase de saludos.

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AINARA: Están… … yo diría… … diría que son buenas. ¿Triunfas mucho?

BRUNO: No, no. Me surgió la oportunidad de exponer aquí, aunque, de todos modos…

JUDITH: Pero… … ¿esto da dinero?

BRUNO: No se trata de vender. La verdad: creo que tiene más éxito el de la otra sala.

GISELA: Pues a mí me gustan más las tuyas. Ese hace fotos que dan repelús.

BRUNO: Tiene un estilo más provocador, eso sí. Llama más la atención.

AINARA: Las tuyas son más elegantes y glamurosas. Eso es lo que estoy buscando.

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Justo llega tarde a casa, como de costumbre. Edurne hace poco que ha regresado del restaurante. Su trabajo de gerente tampoco le deja mucho tiempo libre para ejercer su faceta más casera. En la cocina, ambos focalizan el interés en la nevera.

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EDURNE: !Qué bien! Renata ha hecho la compra.

JUSTO: No he comido nada en todo el día.

EDURNE: No puedes seguir así, cariño. Se te reproducirá la úlcera.

JUSTO: Me preocupa más que se me siga cayendo el pelo. Cada vez que me ducho…

EDURNE: Sí al menos estuvieras consiguiendo una figura más… … esbelta…

JUSTO: Eres como un cálido abrazo, mujer. ¿Esta es tu manera de consolarme?

EDURNE: ¿Qué es lo que ha pasado ahora?

JUSTO: Los chinos. Nos tienen cogidos por los huevos. No hay manera de negociar. No atienden a razones. Tienen la paella por el mango y no bajan del burro. Es difícil competir con un país que tiene a sus propios habitantes a su merced.

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La competencia en las capas más altas de las grandes empresas del sector automovilístico está sometida a muchas presiones.

Edurne no tiene una profesión tan lucrativa, aunque tampoco se queda corta. Le gusta lo que hace, pero necesita ser muy autoritaria, y eso le provoca un gran desgaste diario. Camareros, cocineros, proveedores, limpieza, clientes… No es tarea fácil el trato con tan variado elenco de actores.

Mientras ella empieza a cocinar la cena, su marido se desahoga sin dejar de andar de un lado a otro, como si su esposa no tuviera problemas que merecieran ser escuchados.

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-viernes 28 abril-

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Bruno mira el reloj. No esperaba demasiada puntualidad por parte de su sobrina, por eso la ha citado con cierta antelación. Quiere aprovechar la hora mágica del atardecer. De todos modos, ha traído unos reflectores para asegurar el tiro.

Está apoyado en un banco de madera; cerca de la entrada del Parque Lázaro. Ese lugar es principal pulmón de Fuerte Castillo. Con un gran lago en el centro, perdura habitado por una exuberante vegetación que nada tiene que envidiar a los bosques de las montañas que rodean la ciudad.

En realidad, hoy será solo una toma de contacto. Bruno ni siquiera tiene intención de cobrar las fotos si el proyecto no prospera. Ainara no deja de ser una cría caprichosa, y no es seguro que quiera ficharlo definitivamente. Él tampoco lo ve claro, pues son demasiadas las implicaciones que conlleva aceptar ese encargo fotográfico:

“Está el afán de mi hermano para que investigue a su hija, la inmadurez de Ainara en cuanto a criterio y motivación, mi nula experiencia como fotógrafo de Instagram... Pero, sobre todo, está mi palpitante deseo efebofílico”

Finalmente, a lo lejos, aparecen las dos chicas con cierta prisa y aires sonrientes. Cruzan la calle corriendo y gritando, escandalosamente, al ver que un coche casi las atropella. Los bocinazos, cortos y reiterativos, no son coléricos, solo pretenden llamar la atención de tan hermosas niñas.

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GISELA: !Ya estamos aquí!

AINARA: Ufffh. No te lo vas a creer. Resulta que Judith no se acordaba de que hoy y…

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Bruno escucha, atentamente, una historia que resultaría de lo más aburrida si la contara cualquier persona de mediana edad; pero, en boca de su sobrina, esos insulsos detalles se disfrazan de diversión luminiscente. Cuando todavía no ha terminado su relato, la chica se ve interrumpida:

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BRUNO: Creo que ya sé porque tienes tantos fans en las redes.

AINARA: ¿A sí? ¿Por qué?

BRUNO: Es… … encanto personal. No sé si podré captar esto en las fotos.

AINARA: ¿Estás diciendo que soy… … encantadora?

GISELA: Eres una encantadora de serpientes, tía.

BRUNO: Cuando yo era pequeño, conté un chiste muy bueno en clase.

AINARA: ¿Tú contando chistes? No te imagino. Ni siquiera puedo imaginarte de niño.

BRUNO: Cállate y escucha, Ainara. Que eres como una cotorra.

AINARA: !Oye!… … bueno, cuenta. ¿Qué es lo que pasó con tu chiste?

BRUNO: Que nadie se rio. Pero cuando digo nadie es nadie. Silencio total.

GISELA: Si todavía te acuerdas es que te debió de traumatizar mazo, ¿no?

BRUNO: Yo era muy tímido, pero me atreví porque el gracioso de la clase acababa de contar uno que era malísimo y todos se rieron a carcajadas.

AINARA: Oh. Pobre Brunito. ¿Y desde aquel día nunca has vuelto a contar un chiste?

BRUNO: Aquel día comprendí que no importa lo que digas, sino cómo lo digas.

AINARA: ¿Por qué recuerdas, ahora, algo que ocurrió mucho antes de que yo naciera?

GISELA: Tía… … Te está diciendo que tu historia sobre Judith apesta.

BRUNO: Noo. Te estoy diciendo que, si la contara cualquier otro, apestaría.

AINARA: Bueno… ¿Gracias?… … No sé si eso es bueno o es malo.

BRUNO: Es bueno, tonta. Un día harás una entrevista de trabajo y te cogerán, aunque no lo merezcas. Si te enfrentas a un juicio, tendrás al jurado en el bolsillo.

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Ainara y Gisela se miran la una a la otra. No están muy de acuerdo con la tesis que expone su interlocutor.

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AINARA: Eso es porque estoy muy buena. No me vengas con… … ¿Cómo se llama?

GISELA: Eufemismos, ¿no? Se dice eufemismos, Ainara.

AINARA: Sí. Será eso. Cómo se nota que eres la empollona de la clase.

BRUNO: No son eufemismos. Claro que eres guapa, pero hay muchas chicas guapas.

AINARA: No tanto. No son tan buenorras como yo. ¿Es que no me has visto?

BRUNO: No tienen tantos fans porque no son tan graciosas como tú.

AINARA: Y porque no bailan tan bien.

GISELA: Y porque no son tan zorras, tía.

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Gisela se ha bajado las gafas casi hasta la punta de la nariz para realizar su objetivo apunte con tono neutral. Ainara ha tomado una buena bocanada de indignación frente a esa injuria.

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AINARA: ¿Qué dices, perra? Hay mucho putón circulando por la red.

BRUNO: A ver. No degrademos la charla.

AINARA: Ha sido ella.

BRUNO: Yo creo que la gente se fija en ti por lo sexys que son tus bailes, se enamoran con tus conversaciones en directo, y te siguen en los otros sitios simplemente porque quieren más. Ansían todo lo que puedan encontrar de ti.

AINARA: … … … Parece que hables de ti mismo.

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Bruno enmudece. No es capaz de atinar con una de las mil reacciones que le darían mejor cobertura a esa pillada.

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GISELA: Pero ¿qué dices, Ainara? ¿Cómo le sueltas esto a tu tío? Eres una enferma.

AINARA: Yo solo digo lo que parece, no lo que es.

BRUNO: Lo que tú digas. Yo solo quería argumentar mi teoría sobre tu fama.

AINARA: No, a ver. No te enfades. Puede ser que tengas razón, en parte. Pero si yo no estuviera de mortimer, a nadie le interesaría ver mis videos.

GISELA: !Cómo eres, Ainara! Cualquiera se sentiría halagada porque le dijeran que no es solo una cara bonita. ¿Es que quieres ser solo una tía buena? ¿No quieres tener algo más?

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La chica no contesta y se queda absorta, con la mirada perdida. Cuando quiere darse cuenta, ya se ha quedado sola.

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AINARA: Esperadme, ¿no? ¿Es qué vais a empezar sin mí?

BRUNO: Vamos a un sitio donde hice una sesión de novios una vez.

AINARA: Vale. Pero no quiero parecer cursi, ¿eh?

BRUNO: Creo que tu ropa se va a ocupar de eso. ¿Te ha visto tu padre, hoy?

AINARA: No, que va. Él no me dejaría vestir así.

BRUNO: ¿Tienes idea de lo que pasará cuando descubra tu doble vida en la red?

AINARA: Será mi final. Con un poco de suerte, podré huir hasta la frontera de México.

BRUNO: Eso sería si vivieras en Estados Unidos. Muchas películas has visto tú.

GISELA: Pues, tía: se va a enterar. No puedes ser famosa y anónima al mismo tiempo.

AINARA: Soy famosa solo en las redes. Mis padres no están en ninguna.

BRUNO: ¿Y si esos fans hubieran aparecido cuando ibas con tus padres y no conmigo?

AINARA: Mi padre los fulmina con la mirada. Es como un espantafans.

GISELA: Qué miedo. Parece mentira que un ser tan serio te haya engendrado a ti.

AINARA: A ver, Gisela. El tuyo tampoco es que sea el alma de la fiesta.

GISELA: Ya, pero es que el tuyo… Joh… … No quisiera ser su empleada.

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No dejan de hablar mientras andan ya por la orilla del lago. Se acercan a unos árboles exóticos, muy inclinados, de esos que mojan su copa en el agua. Gisela ha cargado con los reflectores y Bruno solo tiene que llevar sus dos cámaras y el trípode.

Ainara anda más deprisa para tomarles la delantera. No puede ser que la reina camine por detrás de su séquito. Bruno se muerde el labio inferior al contemplar esas sublimes nalgas adolescentes basculando tan cerca de él a medida que intentan escapar del amparo de esos diminutos shorts tejanos.

“Esto va a ser duro. Una cosa es mirarla a través de la pantalla, pero verla en carne y hueso tiene un plus de realismo que intensifica la lascivia de mis ojos”

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-¿Es aquí?- pregunta Ainara dándose la vuelta.

-Aquí es- responde Bruno tras un profundo suspiro.

-Es un sitio muy bonito- dice Gisela -Y no hay demasiada gente-

-Si vinieras un domingo al mediodía te sorprenderías- apunta Bruno.

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Ainara no espera a recibir instrucciones. Es demasiado proactiva. Ha visto el potencial que tiene ese tronco tan inclinado que en algún punto de su trayectoria llega a ser completamente horizontal, y no tarda en ensayar poses.

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AINARA: Yo soy más bien urbana, pero, por una vez, haré caso de tu criterio.

BRUNO: Ya haremos más fotos por la ciudad, pero, ya que tú siempre eres la misma, mejor cambiar la ubicación, ¿no? No te harás fotos siempre delante de grafitis.

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Bruno dirige la vista hacia su fiel aliado solar. Hoy parece estar de su parte, aunque todavía faltan unos minutos para que las nubes del horizonte se tiñan de esos colores que tanto le gustan.

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AINARA: No te fijes tanto en el entorno. Lo importante soy yo.

BRUNO: Tú ya eres perfecta, Ainara, solo espero a que el paisaje se ponga a tu altura.

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Ese piropo la pilla desprevenida. Está acostumbrada a que miles de ciberbabosos comenten lo buena que está de un modo demasiado grosero o demasiado edulcorado; o que los chicos que hay en su vida le hagan la pelota con intenciones o esperanzas de dudosa virtud; pero su tío está en otra onda. Él es reservado, prudente y no suele bromear. Ha sido tan espontaneo que no cabe duda de su sinceridad. Gisela también se ha dado cuenta; las dos se miran sorprendidas.

Bruno disimula. Se mantiene ocupado con el trípode y con los encuadres e intenta mostrarse inmune a ese embarazoso silencio:

“Pero ¿qué acabo de decir? A ver si me corto un poco. Con la pillada de antes ya van dos veces”

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AINARA: Papá dice que empezaste la carrera de publicidad… … ¿Por qué lo dejaste?

BRUNO: Me di cuenta de cuál era la verdad fundamental del mundo publicitario.

GISELA: Yo quiero ser publicista. Es algo creativo. Ilumíname con esa verdad.

BRUNO: "La gente feliz no necesita nada". Si quieres ser una buena publicista, tendrás que encontrar el modo de que las personas se sientan tristes y acomplejadas; necesitas que sientan la obligación de compensar sus carencias con cosas.

GISELA: !Ala! Pero ¿de qué vas? Te acabas de cargar mi sueño de un plumazo.

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Ya en pleno posado, Ainara rompe una carcajada al ver cómo la lista de su amiga se desmorona. Bruno, siempre atento, consigue captar esos destellos deslumbrantes que emanan de su sobrina sin que ella se dé cuenta.

Nada le gusta más que fotografiar a quien no se sabe fotografiado.

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AINARA: Toma alegría pa tu body.

GISELA: Tú te callas, petarda. ¿Cómo te sentaría si te cerraran todos tus canales?

AINARA: Mi estrellato ya es una realidad. Lo tuyo solo era un sueño sin empezar.

BRUNO: Hay mil sueños que podréis realizar las dos a lo largo de vuestras vidas.

GISELA: Sí. Sobre todo, Ainara. El mundo no caerá a mis pies tan fácilmente.

BRUNO: Puede que sea mejor así. Ya puedes cambiar la pose, Ainara. Ya te tengo.

AINARA: ¿En serio? ¿Ya me estás sacando fotos?

BRUNO: Claro. Tú no estés pendiente del objetivo.

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Ainara expresa una sorpresa que mezcla ofensa y satisfacción. Le gusta tener el control, pero sabe que puede haber quedado más natural sin mirar el objetivo con la intención de ser divina.

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GISELA: ¿Por qué crees que es mejor que el mundo no caiga a mis pies fácilmente?

BRUNO: Un buen carácter no se forja con una vida regalada. La lucha y la superación son lo que talla una personalidad valiosa, humilde, fuerte, capaz… empática…

AINARA: ¿Me estás llamando barata, creída y… … ¿Qué más has dicho?

BRUNO: ¿Qué dices? Solo te aviso del peligro que corres. Acabáis de dejar la infancia.

GISELA: Pero ya tenemos una personalidad propia. Ainara es diferente a mí.

BRUNO: Hasta un bebé tienen personalidad, pero te aseguro que dentro de una década…

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-Yo no quiero cambiar- dice Ainara amedrentada -No quiero ser aburrida-

-Cambiar no es ir a peor- contesta Bruno -Puedes enriquecerte y adquirir cualidades-

-!En serio! ¿Me estás sacando fotos ahora?- protesta contrariada.

-Ainara, cuando empecé fotografía no se usaban cámaras digitales, pero ahora…-

-¿Es que no se habían inventado?- pregunta Gisela.

-Claro que sí, pero eran carísimas y no tenían, ni por asomo, la calidad que tienen hoy-

-!Juas!- exclama la chica -Yo pensaba… … ¿Y revelabais en esas habitaciones rojas?-

-!Tío!- se ríe Ainara -De verdad que eres prehistórico. Hasta vistes en blanco y negro-

-Puedo hacerte mil y una fotos, y eso no supondrá un gasto extra, así que no te quejes-

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Ainara se baja del tronco y adopta una nueva pose todavía más sugerente. Medio de espaldas, se remanga un poco sus cortísimos shorts para darle aún más protagonismo a sus opulentas nalgas. El modo en que se aparta el pelo, la manera tan coqueta de sacar su lengua empapada, sus largas pestañas abanicando esa melosa mirada de miel, aquel inesperado guiño… A Bruno le duele el corazón y le cuesta respirar.

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BRUNO: Será difícil que capte ese guiño si no me avisas antes.

AINARA: No… … Ese guiño era para ti, no para la foto.

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Bruno se derrite por momentos. El tono insinuante de Ainara desafía la normalidad de la escena. Esa complicidad trasciende más allá de la actividad fotográfica, y la charla se va vistiendo con un interés sutilmente sugestivo que se disfraza con preguntas inocentes que se remontan muchos años atrás.

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AINARA: También fuiste reportero de guerra, ¿no? Qué machote. ¿Por qué dejaste eso?

BRUNO: Me salpicó la metralla de una explosión y me acobardé. Mira tú que machote.

AINARA: ¿En serio me lo estás contando?

BRUNO: Tengo todavía las cicatrices en el torso. Un día te las enseño.

AINARA: ¿Qué tal ahora?

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Bruno echa un vistazo a Gisela antes de mirar a su entorno. No hay mucha gente, pero es evidente que no están solos. Regresando la mirada a su sobrina, hace un gesto elocuente para constatar que no es el sitio ni el lugar.

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BRUNO: Mejor luego… … … Gisela, sujeta el reflector y ponte a la izquierda de Ainara.

AINARA: Venga, plebeya: sirve a tu reina. Haz algo útil para variar.

BRUNO: No, si tu tío tiene razón. La fama te está afectando, Ainara. Vas a peor.

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Gisela obedece a regañadientes y, pronunciando sus jocosas quejas de mendiga desdichada, intenta alumbrar a su amiga.

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-Si tu padre ve estas fotos, me degolla… … sin anestesia-

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Bruno hace alusión a la peculiar chanza que usó Ainara el pasado domingo, después de la comida familiar.

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AINARA: Estas no se las enseñaremos. Las guardas en otra carpeta solo para mí.

BRUNO: No creas que me gusta que publiques esto… … No me siento cómodo, pero…

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El material que tiene colgado la chica ya es muy explícito. Lo que están haciendo hoy no agravará el problema, solo le dará un poco más de elegancia. Bruno ya asumió, hace unos días, que no tenía la autoridad para censurar a su sobrina. Decidió jugar a dos bandas y cobrar de las dos partes. Ainara lo sabe, fue ella quien insistió en que su tío aceptara el trato que le ofrecía Justo poniendo de su propio bolsillo. Lo que desconoce ella es el contenido de esa previa conversación telefónica.

Aunque no tiene ninguna intención de ejercer de espía, como pretende su hermano, Bruno se siente en deuda con él. No en vano, después de aquellas desenfrenadas pajas dominicales, empezó a compartir su preocupación por Ainara; no por un supuesto novio mayor, ni por unas hipotéticas actividades delictivas, sino por su sobreexposición mediática.

Había llegado a querer mucho a esa niña, años atrás, cuando solían compartir juegos y meriendas. Era lo más parecido a una hija que nunca llegará a tener. Se distanciaron cuando él se fue a trabajar al extranjero, pero ahora que se han reencontrado… No logra encajarla en el mismo sitio que un día ocupó.

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-¿Y qué opina tu novio de que seas famosa?- pregunta enfocando una nueva pose.

-Uffff- responde Ainara tras una honda inspiración -No me hables de él-

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Bruno se siente algo herido al constatar la certeza de sus sospechas. Era de esperar que su sobrina no estuviera soltera. A pesar de su temprana edad, no es ningún secreto que, hoy en día, la juventud es mucho más precoz que en su época.

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AINARA: Es un DramaQueen.

GISELA: Sería un DramaKing.

AINARA: Naaah. Es una reinona celosa. Un hombre de verdad no se portaría así.

GISELA: A ver, tía. Yo le entiendo. A mí tampoco me molaría.

AINARA: Tiene que aceptarme tal y cómo soy. A todas las famosas nos pasa.

GISELA: No todas las famosas triunfan poniendo cachondos a los tíos, Ainara.

AINARA: Ay, niña. Qué poco refinada que eres. No hables así de mi arte.

GISELA: ¿Me tomas el pelo? ¿Acaso no es eso lo que haces?

AINARA: ¿Acaso dirías esto de una modelo de pasarela? Ellas triunfan por ser guapas, no por tener un master y un postgrado. Lo único que saben hacer es caminar serias y casi desnudas; como las mises, esas ni siquiera saben hablar. Sino mira en YouTube cuando les preguntan algo. Lo mío tiene mucho más mérito. Es lo que decía Bruno. Tengo un don especial. Una gracia encantadora.

GISELA: Lo que tú digas, pero yo entiendo a Joel. Puede que yo también sea insegura.

AINARA: A él lo que le molesta es que cuando empezamos a salir tenía más seguidores que yo, y ahora no me llega ni a la suela de mis zapatos.

BRUNO: Pero, ¿de quién estáis hablando?

GISELA: El novio de Ainara… o exnovio, depende de la hora que sea… … Él tiene un canal también, y muchos seguidores.

AINARA: Bueno muchos…

GISELA: A ti te parecían muchos cuando empezasteis, y ahora tiene muchos más.

AINARA: Pues eso: Joel es YouTuber y no soporta que yo le pase la mano por la cara.

BRUNO: Y… … ¿él también… … baila?

AINARA: !NoOh! !Por favor! Los tíos no hacen eso… … Le bloquearía de por vida.

GISELA: Solo habla: videojuegos, música, deportes… hasta se atreve con la política.

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Bruno no para de cambiar su ubicación mientras se dilata la charla. Captura las poses de su sobrina desde todos los ángulos.

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AINARA: En realidad no tiene idea de nada. Es un bocazas.

BRUNO: Caramba… … Sí que quieres a tu media naranja.

AINARA: Ahah. ¿Mi media qué? No, no… … No sé… … Siempre estamos mal.

GISELA: En realidad, es un poco machista. Cuéntaselo, Ainara.

AINARA: No, no. Paso. Solo te diré que intenta… … gobernarme, y no puede.

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Ainara sigue hablando, despreocupadamente, aliena al efecto que provocan sus descaradas poses y su escaso ropaje sobre ese atormentado fotógrafo. Sus sensuales miradas causan estragos en la entereza de su tío. A Bruno le cuesta asimilar que aquellos gestos seductores vayan dedicados, íntegramente, al objetivo de la cámara, y no a su persona; como ese pretérito guiño.

Aún de rodillas, es incapaz de levantarse, pues una portentosa erección le tiene sometido. Finge que mira las fotos en la pantalla, pero, en realidad, está intentando disipar su calentura:

“Debería haberme puesto esos slips apretados que nunca me pongo; !los dos a la vez! No ha sido buena idea llevar mis bóxers holgados de siempre. Si me pongo en pie, ahora, no serán mis cámaras las únicas que señalen a mi sobrina. Jodeeer. La tengo tan dura que me duele”

Un tanto distraída, Ainara le cuenta lo mucho que se pelea con su novio, los violentos piques celosos que tiene él con todos los chicos que hablan o intentan hablar con ella, sus incontables incongruencias…

Gisela se ha cansado de sostener ese reflector circular y plateado y, viendo la inactividad de Bruno, relaja su postura.

Ya hace rato que el sol no calienta demasiado y tiene algo de frio.

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BRUNO: ¿Cómo lo haces, Ainara?

AINARA: ¿El qué?

BRUNO: Posar así. Sin casi pensarlo. ¿Es que te pasas la vida frente al espejo?

GISELA: Ahí la has pillado. No has conocido en tu vida una chica tan presumida.

AINARA: ¿Pero qué dices, Gisela?… … Bueno… … Puede que tengas razón, Ja, ja, jah.

BRUNO: Acostumbraba a trabajar con modelos, cuando hacía books, pero es que tú…

GISELA: Waah, Bruno… … ¿Hay algo que no hayas hecho en tu vida con la cámara?

AINARA: !Qué va! Si hasta hizo de paparazzi. Me lo contó mi padre.

GISELA: A ver a ver: publicidad, reportero de guerra, paparazzi, books, bodas…

BRUNO: Prensa deportiva, bautizos y comuniones, documentales de la naturaleza…

AINARA: Tú sí que deberías hablar de tu vida en YouTube. No el fantasma de Joel.

BRUNO: No. No creo que a nadie le pareciera demasiado interesante yo, o mi vida.

AINARA: A mí me lo pareces. Me pareces mucho más interesante que mi novio.

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Un silencio incisivo hace acto de presencia sobre el césped arrastrado por una suave brisa que causa un escalofrío en Gisela. Ainara baja la mirada fingiendo vergüenza, pero, en realidad, disfruta al sentir la trascendencia que le da ese mutismo a su última afirmación, y no dice nada para que mil ideas tendenciosas tengan tiempo de brotar de ella.

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BRUNO: Yo no… … Yo no tengo buena oratoria. No podría ser… … presentador o…

GISELA: Hablas flojo y lento. Pero no es… … eso es agradable.

BRUNO: Hablo lento porque si hablo más rápido tartamudeo.

AINARA: ¿En serio? Eso sí que no lo sabía.

BRUNO: Y nunca me escucharas gritando porque nunca, nunca me enfado.

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-sábado 29 abril-

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En la plaza Uno de Octubre, los chavales pasan el rato jugando a futbol, dando vueltas sobre las ruedas de sus monopatines, bicis y patinetes o charlando en las gradas. Son las seis de la tarde cuando aparece Joel. Con sus andares molones, se aproxima a Sebas y a Hugo. Los dos amigos están comiendo pipas, sentados con pose pasota y mirando el panorama.

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JOEL: Eh, tíos. Habéis visto a Ainara

HUGO: Está castigada, bro; como siempre.

JOEL: Ya le vale a esa niña.

SEBAS: Sí. Si su padre supiera lo que hace en casa no la castigaría tanto.

JOEL: Más de una vez me han entrado ganas de decírselo.

SEBAS: Si llegara a saberse que por tu culpa la borran de internet…

HUGO: Miles de fans vendrían a por ti. Una muchedumbre enfurecida con antorchas.

SEBAS: Ja, ha, ha. Sí. A lo medieval. Te churruscarían en una hoguera.

JOEL: Al menos mi novia dejaría de zorrear en la red como un putón.

HUGO: Ah. ¿Es que volvéis a estar juntos?

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Joel no responde. Solo le endosa una mirada muy seria, y un gesto casi imperceptible de despedida. Una vez que ya se ha ido:

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HUGO: Yo flipo con este tío. Si yo fuera él, besaría el suelo que pisa Ainara.

SEBAS: Puede que por eso ella nunca se rebaje a estar contigo.

HUGO: Anda que no me he hecho pajas mirando sus clips. No me dirás que tú no.

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-domingo 30 abril-

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Con la vista fijada en la encimera, Bruno tiene la cabeza en otro sitio. No piensa en lo que está haciendo y, llegados a cierto punto, el piloto automático pierde la inercia.

“No. En serio. Tengo que dejar de pensar en esa niña. !Se trata de Ainara! No debería haber acudido a aquel reencuentro familiar. Pero, ¿cómo iba yo a saber que...?”

Tras certificar la limpieza impoluta de su pequeña cocina, se encamina al escritorio y se sienta frente al ordenador. Ha pasado demasiado tiempo trabajando en las fotos del viernes; en el Parque Lázaro, y también en las de la sesión de ayer: en las vías del tren y junto a ese vagón abandonado. Se resiste a mirarlas de nuevo, pero, tras unos instantes de lucha, termina por abrir el editor. Contraste, colores, efectos… es la historia de nunca acabar cuando uno se implica demasiado.

“Siempre se puede mejorar todo. Todo menos ella, no puedo imaginar que retoque podría otorgarle mayor belleza”

Bruno siente miedo; un pavor comparable al de la mosca atrapada en la red de una araña. Un insecto de fútil voluntad que cuanto más se mueve, más enredado queda.

“Nunca pensé que, a mis años, pudiera volver a caer; y mucho menos que serían las garras de una cría las que me atraparían”

No se trata solo de la morbosa fiebre incestuosa que le provocó el ciberallazgo del pasado domingo. Aquello solo fue un punto de partida. Ha sido la manera de cuajar que han tenido todas las horas que ha pasado junto a ella lo que ha desatado sus embriagadores sentimientos románticos. Toda esa complicidad:

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*Qué jurásico eres, tío. Hoy en día las famosas somos diferentes.

Tú ya eres perfecta, Ainara, solo espero a que el paisaje se ponga a tu altura*

*No… … Ese guiño era para ti, no para la foto.

Acostumbraba a trabajar con modelos… pero es que tú…*

*Me pareces mucho más interesante que mi novio.

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Su cruel mente dispara esos microrecuerdos, apuntando certeramente en el centro de su corazón; resquebrajando su oxidada coraza de cordura emocional; poniendo patas arriba su disciplina pensante, doblegando la moral de su deseo.

Lo de ayer fue aun peor. Judith y Gisela tuvieron que marcharse en medio de la sesión matutina. Nada más irse ellas, apareció una atmósfera intangible de mágica intimidad entre los dos. Así lo percibió él, por lo menos. El tono era muy distinto al que verbalizaron el domingo pasado, tras romper el hielo, mientras se alejaban del restaurante. Incluso el cometido fotográfico pareció quedar en un segundo plano frente a una conversación tan reveladora. Por otra parte, ese solitario y soleado emplazamiento ferroviario en desuso no hacía más que dotar su compañía de una excepcionalidad inolvidable.

Ainara dejó a un lado sus frívolas tonterías pueriles y empezó a interesarse, de un modo más sereno y sincero, por los detalles de la vida pasada, presente y futura de su tío. Sin sus chistosas amigas al lado, la chica se convirtió en un ser distinto: más sosegado y creíble.

Bruno respondió a todas sus preguntas abiertamente, y llegó a confesarle secretos que nadie más conoce. Cosas que nunca nadie le ha preguntado jamás. Solo ella:

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Creo que ya lo tengo*

*Yo también, pero empiezas tú.

Muy bien, muy bien. El quinto. El quinto… Una vez que perdí una cámara muy cara en marruecos. Simplemente la dejé olvidada un momento y desapareció. Sabes que no tengo el dinero que tiene tu padre. Había trabajado mucho para tenerla, y sabía que no podría volver a comprar un aparato como ese. Estuve varios días muy angustiado, y resentido contra quien se la quedó. Estoy seguro de que, fuera quien fuese, no tenía idea de su valor, y no llegó a darle nunca un buen uso. A saber dónde acabó *

*Vaya. Qué putada… … creo que… … mi quinto es… … cuando mi padre me pego. Fue la primera y la última vez. ¿Será que estoy traumatizada? A lo mejor debería ir a un psicólogo. Ja, ja, jah. No sé… … … Te toca.

El cuarto… … creo que… … cuando murió mi madre. No estábamos muy unidos, pero… … es ella quien me dio la vida y nos acompañó a tu padre y a mí en nuestros primeros años. Creo que a Justo le dolió más. Al fin y al cabo, él era el preferido*

*Te voy a copiar, pero que conste que ya lo tenía pensado, no sé si en cuarto lugar o en tercero, pero también lloré mucho cuando murió la yaya.

Qué coincidencia. Pues… … luego estaría… … la muerte de Mus, mi gato. Fue culpa mía. Desmonté la tapa trasera de la lavadora porque se había salido la correa y me olvidé de volverla a poner. Al día siguiente puse la colada y, cuando estaba centrifugando… Mus metió las narices por ahí… … Quedó hecho pedazos. Estuve semanas culpándome, echándole en falta, deprimido*

*¿Mus? !Me acuerdo! Era blanco, negro y marrón. ¿En serió? Qué pena. N0oo.

No. Esa es Croma. Mus fue mi primer gato. Mucho antes. Negro*

*Fuaah. Es verdad. Croma. Quiero volverla a ver. Ahora me acuerdo. Valevale. Espera. Mi tercero… Es cuando tú te fuiste a Siria para no volver. Era pequeña, pero recuerdo que fue muy duro para mí y que lloré mucho. Me sentí traicionada y abandonada. Te odié.

No me lo creo, Ainara. Me tomas el pelo. Tú no me querías tanto como eso. Te gustaba quedarte conmigo, pero… … solo era la opción más cómoda y divertida para ti. Te compraba lo que pedías, jugaba contigo todo el rato, te mimaba, pero eso no…*

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La luz del día se ha ido y la pantalla se ha apagado, automáticamente, por la inactividad de su usuario. Ya a oscuras, Bruno sigue absorto en el recuerdo de esa íntima conversación con su sobrina. Recuerda el modo en que se le humedecieron los ojos, a Ainara, mientras ella asentía con cierta rabia para contrarrestar las descalificaciones con las que él degradaba sus amorosos sentimientos infantiles.

Todavía ahora le cuesta creerlo. Ainara era la niña de sus ojos. Recuerda añorarla cuando la perdió, pero ese radical cambio de vida lo llevó muy lejos, a una nueva realidad bélica donde era inevitable relativizarlo todo y cambiar el prisma de su existencia.

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*Puede que no supiera expresarlo, pero, ¿qué quieres? Era una niña. Eso no quiere decir que no te quisiera. En mi casa no es precisamente que se respire amor. No tenía hermano, entonces, y tampoco tenía muchos amigos. Te quería más que a mis padres. Ellos solo sabían regañarme.

Lo siento, Ainara. No tenía ni idea. Además, parecías fría y distante, el domingo, hasta que no rompimos el hielo. Tengo que confesarte que estaba algo nervioso antes de verte. Y luego, cuando te vi, me quedé a cuadros. Estabas casi irreconocible*

*Lo que tú digas. Pero todavía no te he perdonado. Te toca. ¿Cuál es tu segundo?

Conocí a una familia en la guerra. Tenían muchos hijos en casa. Vivian en muy malas condiciones, pero se querían. Me hice amigo del más pequeño. No nos entendíamos fácilmente, pero cuando hay voluntad de comunicarse… … el idioma no es una barrera definitiva. Le vi morir, a él y a dos de sus hermanos*

*Joder. ¿Lo dices en serio o te lo estás inventando para ridiculizar mis dramas? ¿Me estás vacilando?

Que no, Ainara. ¿Cómo quieres que te mienta sobre algo así? Se llamaba Khaled, tenía seeys añs… … Samir… … Mahmoud…*

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Los ojos rojos de Bruno terminaron por convencer a su sobrina de la veracidad de su relato. Un poco humillada por la frivolidad de su segundo peor momento, y tras un profundo suspiro, Ainara se animó a sacarlo a relucir.

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*El año pasado. Cuando corte con mi novio por primera vez. Es una soberana memez, ya lo sé. Pero para mí se acababa el mundo en ese momento. Ahora cortamos cada semana, pero… … todo es muy diferente. Hemos pasado tantas cosas… Qué absurdo, ¿no?

Qué va. No estamos diciendo lo que fue más grave. Sino lo que fue más duro para nosotros. Además: mi primer momento no es tan distinto al tuyo… … Yo tenía veintiún años y me enamoré mucho de una chica. Ni siquiera éramos novios. Solo tuvimos un rollo del cual ella se arrepintió. Fue mi primer amor verdadero. Se enfadó conmigo por mi insistencia. Recuerdo el momento de lucidez en que lo entendí todo. Y el dolor que experimenté*

*¿Qué es lo que entendiste?

El ridículo tan espantoso que estuve haciendo durante semanas, hablándole de mis sentimientos, suplicando por una oportunidad; lo molesto que debí de ser para ella. El instante en que asimilé que nunca sería mínimamente correspondido por su amor fue el más duro de mi vida. La di por perdida, pero pasé trres añs sin poder superarlo. Se llamaba, se llama Diana*

*Trres añs. Lo estoy flipando. Y todo esto cuando a mí todavía me faltaba mucho por nacer. Fuaaaah… … tela… … El día de reyes Joel me pegó… … … No debería de haberlo guardado para el numero uno… … o sí, no sé. Fue algo tan concentrado. Esos minutos… Lo tengo muy fresco todavía. No se lo he contado a nadie. A nadie. Tú eres el único que lo sabe.

¿Y Gisela? ¿Y Judith? ¿No se lo has dicho a nadie? ¿En serio?*

*Te digo que no. Y no puedes contarlo. Si lo haces… … te degolló sin anestesia… … Había bebido y… … dijimos cosas… … Le dejé y desde entonces no ha vuelto a pasar. Ni pasará.

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Un maullido de Croma llama su atención. Como suele hacer, Bruno le contesta con una réplica parecida. Se levanta a oscuras y se dispone a llenar su cuenco de galletitas gatunas.

“Solo yo lo sé. Me cuenta cosas que no cuenta a nadie. Resulta que Justo tenía razón. Al final me he ganado su confianza. ¿Quién lo iba a decir?”

En lugar de volver al escritorio, se deja caer, cómo si se desmayara, sobre el sofá negro de piel que suele sustentar sus solitarias noches cinéfilas. Esta vez, mantiene la tele apagada y sigue abstraído, enfocado en esa estrella polar que se empeña en gobernar su rumbo cada vez de un modo más imperativo.

“Lo de Diana me importó más que la muerte de unos niños. Lo de Mus me importó más que el fallecimiento de mi madre. No sé si eso habla muy bien de mí”

Teme que aquella irreflexiva franqueza haya denigrado sus valores frente a Ainara. Se sorprende a sí mismo magnificando el valor de la opinión de su sobrina: una simple adolescente precoz.

“No nos engañemos: es encantadora, pero no tiene demasiadas luces, cómo corresponde a su edad. ¿Por qué me tiran tanto las niñas tontas?”

Un acogedor sueño derrite las espinas de sus preocupaciones a medida que pierde la consciencia. Cómo era de esperar, sus sueños son monotemáticos. Se siente bien. Demasiado bien. Puede que hayan pasado segundos, minutos o horas cuando la vibración del móvil le despierta. El encontronazo con la realidad sería más atroz si no fuera Ainara quien le escribe desde el otro lado de la línea. Bastan unos pocos caracteres para reparar el desengaño de la extinción de esos sueños tan amorosos.

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hOoOola [emojis cariñosos]

Hola, ainara. ¿Cómo andas?

Cn mis babs rosas :-) ¿Y tú?

Siempre tan chistosa, jaja.

Tiens mis fotos editadas ya??

Sí, bueno, Casi, casi.

Quiero queme las pases ya. Vamos. No seas malo... Muero de impaciencia.

¿De verdad las vas a colgar? Son muy... demasiado.

No empieces com mi padre. :-(  Mándamelas ya porfiiiiins. Por lo que más quieras.

Vale, vale. Pero que no las vea Justo. Ten cuidado.

Que noOoOoOoOoOoOoOoO!!

Las tienes ya en tu correo. Míralas y me dices que te parecen.

!!!WoOoOoOOOo!!!!  :-) :-* Stoy n SoOock. Nunca pense q pudieran qdar tan bien

N Serioooh ¿Como lo haces?

Eres una buena musa para mi inspiración. Ja, ja.

Creo que voy a borrar tdas mis fots anteriors. Flipaaah.

Desd ahora mi cuenta será mucho ms glamurosa. Al nivl d na top mudial. La gente flipará!!

A ver si ahora empezarán a salirme clientas con pretensiones de ser como tú.

Fijo. Qiero una 3º session. ¿Cuando puedes?

No lo sé. ¿Cuando podrías tú?

Mmmm. Puede q l prximo finde.

Vn a buscarme mañna a l salida dl cole y hablamos dl sitio y de la hora.

Sabes donde sta l reloj ese d metal antiguo?

Sí, pero ¿No podemos quedar por aquí?

Esq tengo ganas d verte. :-)

Hagamos como quando era peke y m quedaba cntigo hasta q venían mis padres.

Lo que prefieras. En el reloj a las...

5:15+- vale? Tengo q ir a cenar. Ns vemos mñana. :-* No te olvideeees.

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“Esto ya no tiene freno”

Bruno contempla el tsunami emocional que se alza ante él. No quiere enamorarse de su sobrina, pues sabe que eso no puede acabar bien. Debería hacer las maletas y marcharse a Siria de nuevo. Nada como unas buenas explosiones, muertes reales y amputaciones para abofetear su caprichosa sensibilidad.

“Es todavía una niña, tiene novio, es la hija de mi hermano, no tenemos absolutamente nada en común, pero lo más importante, ella no me quiere de ese modo”

A pesar de su inherente coquetería, los emoticonos cariñosos, y sus frases equívocas, Bruno sabe que todo eso no va en serio.

“Ainara siempre tuvo carencias afectivas de origen paterno. Ahora que su tío ha vuelto a su vida, ¿quién mejor para suplir ese déficit?”

Edurne tampoco es el paradigma de una madre afectuosa. Tiene muy malas pulgas. Puede que su trabajo, en el restaurante, haya afilado su carácter a lo largo de los años.

“Tengo que dejar de hacerme pajas pensando en esa nena. Ignorar sus videos indecentes, sus fotos atrevidas... Tengo que apartarme de esos celos universales; dejar de imaginar cómo serían las cosas si ella me amara. Terminaré el encargo e intentaré distanciarme”

Debería haber tenido esa determinación antes de quedar con su sobrina para mañana, pero la sola idea de anular dicho encuentro se le hace demasiado ardua y dolorosa. Sin la más mínima intención de iluminar su pequeño hogar, Bruno se encamina hacia su cama. Ha perdido el apetito.

“Solo quiero dormir y volver a soñar con ella. O no, mejor no”

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EDURNE: Termínate esto, Ainara. Vamos, no pongas esa cara.

AINARA: No puedo más, mamá. No es bueno que me obligues.

JUSTO: Que esto no sea para conservar tu figura… … ¿Me oyes, niña?

AINARA: Que sí, papá. Que no es por eso.

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El sutil sonido de los cubiertos se ve eclipsado por la ruidosa película que inunda la sala con explosiones, puñetazos y gritos. Un anacrónico Chuck Norris está repartiendo su justicia vengativa a todo aquel que se la merece. A Julen le cautivan esta clase de cintas. En contra de lo que cabría esperar, parece tranquilizarse al contemplar los ajetreos que se producen tras esa pantalla plana de cincuenta pulgadas.

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AINARA: Mañana voy a quedar con el tío Bruno otra vez.

EDURNE: ¿Es que todavía no habéis terminado con las sesiones?

AINARA: Están quedando tan bien que he decidido que quiero otra.

JUSTO: Bueno. El presupuesto que acordamos era cerrado. Así que…

AINARA: Ya te vale, papá. ¿Solo te importa eso?… … No sufras, no me cobrará de más.

EDURNE: Os lleváis bien, ¿no? con Bruno? ¿Habéis recuperado esa amistad que teníais?

AINARA: No, mama. ¿De qué hablas?… … Ahora nos une una amistad muy distinta.

EDURNE: Bueno, sí. Claro. A eso me refería. Ya sé que ya no tienes 0ch0 añs.

JUSTO: !Julen! !¿Cómo te tengo que decir que no te acerques tanto a la tele?!

AINARA: Al final tendrán que ponerte gafas, tontaina.

JULEN: Tonta tú, Añara.

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-lunes 1 mayo-

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Al son de su propia respiración acelerada, y cegado por la luz de un sol mañanero, Bruno está completando su último sprint. Lleva casi una hora corriendo alrededor del lago, pero siempre intensifica el ritmo en los metros finales. Le gusta esa sensación de leve mareo que experimenta al detener la marcha.

Mientras hace algunos estiramientos, se percata de que un par de mujeres deportistas le miran, pícaramente, a pocos metros. Esas risitas traviesas le hacen plantearse lo oportuno de tomar la iniciativa y dirigirse a ellas. No son exactamente su tipo, pero:

“Son lozanas y no están mal. No debería tener tantas dudas. ¿Por qué soy incapaz de hacer lo que procede?”

Se acerca y las saluda amablemente, pero pasa de largo sin más dilación. Bruno es tímido, pero más de una vez les ha entrado a desconocidas cuando la atracción era lo suficientemente fuerte. Algo contrariado, se recrimina esa pasividad a sí mismo.

“¿Todo esto es por Ainara? ¿En serio? Esas mozas... Puede que le doblaran la edad a mi sobrina, pero siguen siendo bastante más jóvenes que yo”

Termina por ser indulgente consigo mismo, y acepta que no tiene porqué obligarse a hacer cosas que no siente. Lleva días muy blando y sensible, no solo cuando piensa en su sobrina. Todo le afecta de un modo diferente; con más emotividad.

“¿Debe parecerse esto al síndrome premenstrual? Siento como una nostalgia permanente; como si todo tuviera relación con Ainara, aunque no la tenga”

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JUDITH: Puto Faustino. Me va a amargar el trimestre.

AINARA: Es culpa tuya, tía. Es que no das palo al agua.

JUDITH: Joder, Ani: !!Un cuatro!! ¿Cuantos llevo ya? Siempre cuatros.

AINARA: Pídele a Gisela que te ayude. Ella saca muy buenas notas.

JUDITH: Al igual. ¿Dónde se ha metido? Nos vamos al Veider ahora. ¿Te vienes?

AINARA: No. Qué va. He quedado ahora con mi tío. A ver para cuando otra sesión.

JUDITH: Menudo polvazo tiene Bruno. El otro día me callé porque soy educada.

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Ainara abre mucho los ojos y redondea sus labios sorprendida. Extiende sus brazos y niega con la cabeza escandalizada mientras bajan, pausadamente, las escaleras interiores del instituto Juan Berenjena IV.

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AINARA: ¿Cómo te atreves a hablar así de mi tío, zorra? ¿Tú educada? No me hagas reír.

JUDITH: Soy una puta doncella, para que te enteres; y tu tío está para comérselo.

AINARA: Podría ser tu padre, Judith. ¿No te da vergüenza?

JUDITH: Sí fuera mi papá me portaría mal para que me diera unos azotes en el culete.

AINARA: Fuaah. No tienes remedio. ¿Qué dirían tus novios si te oyeran?

JUDITH: !Eh! !Gisela! Está que lo peta el tío de Ainara: ¿Sí o No?

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La chica se da la vuelta, estupefacta. No se había percatado de la llegada de sus amigas a la puerta principal del centro.

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GISELA: Bueno… Tiene unos músculos… … notables. Es guapo, interesante y muy majo.

JUDITH: Pero di la verdad: ¿tú te lo follarías?

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La más recatada del grupo no quiere pronunciarse al respecto, pero, poco a poco, su lenguaje corporal, algo sonrojado y sonriente, termina por certificar una respuesta afirmativa.

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JUDITH: !Toma ya! Hasta la virgen de sor Gisela se bajaría las bragas para tu tío.

GISELA: En serio, Judith… … ¿A ti que te pasa? ¿Quieres bajar la voz?

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Gisela intenta que esa conversación se desplace unos metros más allá para salvaguardar su intimidad frente a las continuas afrentas de su irreverente amiga gótica cosida a piercings. Coge su mochila de Bob Esponja y arrastra a sus contertulias cuesta abajo, siguiendo el muro.

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AINARA: No me puedo creer lo que estáis diciendo. Eso es… … eso no… … !Es familia!

JUDITH: ¿Es que no te da morbo? Suerte que no tengo tíos como el tuyo, que si no…

GISELA: No te hagas la tonta, Ainara. Anda que no coqueteabas el viernes.

AINARA: ¿Qué dices? Solo posaba para las fotos.

GISELA: Nohnono. No era solo eso.

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Unos pasos muy vagos, aliñados con las contrariedades de esa apasionada charla, acompañan a las chicas en su desgobernado rumbo titubeante. Ainara se reafirma:

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AINARA: Juaaas. Eran fotos sexys. No coqueteaba con él. ¿Lo dices por lo del guiño?

GISELA: Por todo. ¿Sabes que se le puso bien dura? Intentaba disimular, pero…

AINARA: Anda ya. ¿Qué inventas, Gisela? Mi tío es profesional. Está acostumbrado a…

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Esa replica queda truncada por el avistamiento de Bruno por parte de su sobrina. Solo unos veinte metros les separan. Estaba distraído con el móvil, pero se acaban de ver mutuamente. Antes de efectuar el más mínimo gesto de saludo, Ainara se da la vuelta violentamente y se encara con sus amigas.

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AINARA: Os vais.

JUDITH: Uuuui. Mírala. Qué tensa se ha puesto, de repente.

GISELA: ¿Podemos sacar algunas conclusiones de tu actitud, Ainara?

AINARA: Ninguna conclusión. No quiero que me avergoncéis delante de mi familia.

JUDITH: ¿Familia? Sí. Ya… … Creo que sería descortés no acercarme a saludar.

AINARA: Te mato, Judith. En serio.

JUDITH: ¿Qué te pasa, perra? No le voy a dar detalles sobre nuestra apasionante charla.

AINARA: !Os vais ya!

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No es una buena idea hacer enfadar a Ainara, y Judith lo sabe. Conoce los límites de su amiga y nunca los traspasa. Está claro que tendría todo el derecho de acercarse a Bruno y darle un par de besos reglamentarios, pero, ahora mismo, no es un buen momento. Gisela sonríe de un modo condescendiente, y agarra a su compinche para encaminarla hacia una dirección distinta.

Bruno se ha percatado de la extraña actitud de su sobrina. No sabe exactamente lo que se está cociendo ahí, pero percibe que algo escapa a la normalidad. Lo lógico sería hacer caso omiso de dichas pamplinas, pero el raciocinio de ese hombre lleva tiempo sin fundamentarse en la lógica ni en la razón.

Mientras Ainara se acerca, las otras le saludan riendo, de lejos.

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AINARA: No les hagas caso… … Son tontas.

BRUNO: ¿Por qué lo dices?

AINARA: Nada, nada. Cosas nuestras.

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La conversación se detiene de un modo expectante bajo las oxidadas agujas de ese vetusto reloj que marca unas puntuales cinco y cuarto. Una risita huidiza e involuntaria se asoma bajo la nariz de la chica.

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BRUNO: ¿Qué?

AINARA: Nada, nada. Que me he acordado de una cosa que ha dicho antes Judith.

BRUNO: Seguro que no es nada bueno. Viniendo de esa petarda…

AINARA: No. Ya sé que dice muchas palabrotas y que es muy agresiva, pero es la mejor.

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Bruno niega con la cabeza, pero se calla antes de contradecirla. Prefiere que su gesto parezca genérico y condescendiente.

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AINARA: No, de verdad. Se lo cuento todo. Es quién mejor me conoce.

BRUNO: Hay una cosa que no le has contado.

AINARA: Ya… … No sé porque te dije aquello.

BRUNO: Porque confías en mí. ¿Es o no?

AINARA: Creo que… … sé que tú me escuchas y no me dices lo que tengo que hacer.

BRUNO: ¿Crees que tus amigas se meten demasiado en tu vida?

AINARA: Sí, sí. Judith es muy mandona. Las dos son chismosas. Son buenas, pero…

BRUNO: Ellas conocen a tu novio y a sus amigos. Yo no. ¿A quién se lo podría contar?

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Esa espontanea reflexión abre la puerta de un secreto que no puede permanecer clausurado por más tiempo. Bruno está decidido a arrancar su relato, pero Ainara le toma la delantera:

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AINARA: A mi padre. Ja, ja, jah.

BRUNO: Tengo que contarte una cosa un tanto… … peliaguda.

AINARA: Aiaiai. ¿Sobre mi padre?

BRUNO: Sí y no. A ver. Primero tengo que decirte que significó mucho para mí que me contaras lo de tu novio; que confiaras tanto en mí.

AINARA: Bueno. Estábamos en plena… … orgia de confesiones, así que…

BRUNO: También quiero que sepas que yo nunca traicionaría tu confianza. Nada de lo que me has contado llegará a oídos de nadie.

AINARA: Pero…

BRUNO: Justo me pidió que me ganara tu confianza, y que averiguara que pasa contigo.

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El aliento de Ainara se ve condicionado por un susto que desencaja su semblante. Dicha reacción se debate entre el enfado y el abatimiento. Empieza con un hilo de voz.

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-¿Y por eso eres mi amigo ahora?- pregunta con el corazón en un puño.

-Noooh. Pero ¿qué dices, tonta? Éramos amigos hace muchos años-

-!ME CAG0 EN LA PUTA! Esa no era yo. Era una niña. Soy una persona distinta-

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Bruno se ve arrollado por la ira desatada de su sobrina. Puede que no haya elegido bien sus palabras, pero todavía no es tarde para rectificar:

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BRUNO: !Ainara! Ainara… … Le dije que no. !QUE NO! ¿Estamos? Fuiste tú la que…

AINARA: Porque mi padre me lo sugirió. Me dijo que fuera a ver tu exposición en…

BRUNO: A mí también me habló de tu interés en explotar tu faceta de… … de modelo.

AINARA: !Pero ¿cómo es posible?! Yo confiaba en tiiii.

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La chica se lleva las manos a la cabeza y rompe su llanto mientras da un paso atrás para alejarse de su tío.

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-!Ainara! Mírame… … Te quiero… … Te quiero, ¿vale?- admite enfervorizado.

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A Bruno le sienta muy bien poder decirle eso a la cara, por fin, pero, antes de que ella lo interprete de una manera demasiado correcta, se ve obligado a desviar el significado de su sincera declaración amorosa con un incisivo matiz:

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BRUNO: Siempre te he querido. Eres… … eres mi persona favorita.

AINARA: No quiero ese amor… … paterno o… … o de hermano mayor.

BRUNO: ¿Qué quieres que te diga? ¿Qué estoy enamorado de ti?

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Los puños de ese fotógrafo nunca habían estado tan apretados. Sabe que se está metiendo en un campo de minas. Su impetuosa pregunta ha descolocado a su sobrina por un instante.

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-Quiero que me trates como a una adulta. De igual a igual- dice con rabia contenida.

-¿Por qué te estoy contando esto, Ainara? Explícamelo- abriendo mucho los brazos.

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Un momento de lucidez entre tantas emociones enfrentadas le permite, a la chica, comprender que lo que de verdad suscita su enfado no es nada más que esa pretendida regresión de su estatus al papel de niña pequeña: el equiparamiento que hace Bruno del afecto que siente ahora por ella con el que sentía hace años, la manipulación a la que intenta someterla su padre, el trato que recibe de su madre, el modo en que tiene que rebajarse para tratar con Julen, las vejaciones que le ofrece Joel…

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-Estoy tan harta- proclama dándole la espalda a su tío.

-¿De qué?- pronuncia tímidamente con miedo de despertar a la bestia de nuevo.

-De que me tratéis como a una niña. De que la gente se meta en mi vida-

-Tu padre sospecha que sales con un hombre mayor- susurra.

-¿Y eso por qué?- pregunta con un tono agudo e incrédulo mientras vuelve a mirarle.

-Porque tienes dinero, mucha ropa… porque no le pides la paga-

-Joder. Por un día que se me olvida pedirla. !Vaya tela!- dice con gestos de negación.

-Él piensa que, si no es eso, será que trapicheas con drogas o con algo ilegal-

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Ainara le mira fijamente, ahora con una expresión concentrada y neutral. Sus pensamientos empiezan a fluir más sosegados.

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AINARA: ¿No le has dicho nada?

BRUNO: Claro que no. No te estaría contando esto.

AINARA: Supongo que, a fin de cuentas, has guardado mis secretos, y solo has tardado un poco a confesarme ese asunto tan… … turbio.

BRUNO: Llevamos una semana viéndonos, y me hablas como si estuviéramos casados. Nuestro pasado es un asunto distinto, ¿no? Tú misma lo dices.

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Los ojos llorosos de Ainara se nutren de un reconfortante y profundo suspiro justo antes de inspirar fuertemente por la nariz para que no se le caigan los mocos. Bruno está sorprendido. Su sobrina aparenta ser tan frívola y engreída…

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BRUNO: Estoy seguro de que tu millón de fans no tienen la menor idea de cómo eres.

AINARA: ¿Y cómo soy?

BRUNO: Distinta. AinaraEnTuCara es como una diosa invulnerable. No le importa nada.

AINARA: ¿Una diosa? No te diré que no. Ja, ja, jah… Bueno, no sé si… … En serio…

BRUNO: Solo babean por tu cuerpo. Se sienten atraídos, pero… … no pueden verte con los ojos con los que te estoy mirando ahora mismo; lloriqueando por algo así.

AINARA: ¿Por algo así? ¿Te parece poco que tu propio padre utilice a tu tío para que se haga pasar por tu mejor amigo y te sonsaque las informaciones más íntimas?

BRUNO: Pero ¿de qué hablas? ¿No ha quedado claro eso ya?

AINARA: Sí. Bueno. No sé. Todo me ha venido de sorpresa. No sé qué pensar.

BRUNO: Ainara, fíjate en mis ojos. Fíjate. ¿De verdad no lo sabes?

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Una mirada intensa derrite los argumentos de la chica y la intimida sobremanera. Finalmente, asiente algo avergonzada.

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BRUNO: ¿Tu mejor amigo? Exageras, ¿no? ¿Para darle más dramatismo a la cosa?

AINARA: Buenoooh. Te hablo de amigos chicos, hombres. No de mis amigas.

BRUNO: No, claro. Las amigas son sagradas, pero ¿qué hay de Joel?

AINARA: Lo suyo es… muy diferente. De ningún modo lo considero amigo. Ni de coña.

BRUNO: ¿No confías en él entonces?

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Sin emitir sonido alguno, y apretando sus labios, Ainara zarandea su cabeza sobreactuadamente a modo de negación.

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BRUNO: ¿Y Blas? ¿Y Hugo? ¿Y… … ¿cómo era?… … Sebas?

AINARA: Joh… … ¿Te acuerdas de los nombres de todos los tíos de quien te hablo?

BRUNO: Javi, Mario, Keita…

AINARA: Joder. Qué crack. Ni siquiera recuerdo haberlos nombrado.

BRUNO: Puede que sea un don.

AINARA: ¿Sabes qué pasa? Todo lo que sale de la boca de mis amigos tiene un solo fin: aumentar sus posibilidades de meterme la polla por algún sitio.

BRUNO: ¿No estarás exagerando un poco?

AINARA: Noh. Puede que sean más o menos directos, pero siempre me hacen la pelota. Buscan la manera de que estemos a solas, intentan impresionarme. Ni te lo imaginas: me mandan fotos sin camiseta, me hablan de lo grande que la tienen y de lo mucho que aguantan… Como si eso me importara.

BRUNO: Qué duro es estar tan buena, ¿eh?

AINARA: Uffff. Sí. No lo sabes tú bien. Ja, ja, jah. No… … pero compensa.

BRUNO: Y que duro que tiene que ser ser amigo tuyo, ¿no?

AINARA: No sé… … Dímelo tú.

BRUNO: Yo me refería a tus amigos del cole.

AINARA: Ya lo sé. Ya sé que tú eres diferente. Eres un caballero.

BRUNO: ¿Un caballero? ¿Qué quieres decir con eso?

AINARA: Me tratas con respeto, aunque se te ponga dura conmigo a veces.

BRUNO: ¿Qu. q. Que. Q. Quiers. ¿Quieres decir?

AINARA: !Anda! Pues es verdad que tartamudeas cuando quieres hablar rápido.

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Bruno no contesta, y mantiene su rostro pintado de sorpresa.

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AINARA: Me lo ha dicho Gisela. Que te empalmaste en la sesión del viernes.

BRUNO: Eso no… … no fue muy profesional. El sábado ya tomé medidas.

AINARA: ¿Te pajeaste antes de verme?

BRUNO: Noooh… … Me puse ropa interior más apretada.

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De repente, Bruno siente cómo el suelo se mueve bajo sus pies, y cada paso que da resulta más arriesgado que el anterior.

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-Que no te dé vergüenza- mientras le guiña un ojo -Este es el efecto que provoco-

-No, bueno… … En realidad… … no… … no sé… … la verdad es que no…-

-Me gusta ponerte nervioso. Es divertido- dice jugando con una piedra bajo sus pies.

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Hace ya un buen rato que están en el punto de encuentro. Esa conversación mantiene el interés de la escena sin que ni el uno ni la otra necesiten progresar en su escenografía. Ainara tarda un poco en desatender a aquella abrupta pelotita mineral, pero, finalmente, levanta la mirada y se atreve a pronunciar su siguiente pregunta con un tono infantil y pícaro:

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AINARA: ¿Te has hecho alguna paja pensando en mí? ¿Mirando mis videos?

BRUNO: ¿Quieres que tartamudee otra vez?

AINARA: Veo que, cuando estás mentalizado, conservas la sangre fría. Felicidades.

BRUNO: Gracias, señorita.

AINARA: Pero todavía no has contestado a mi pregunta.

BRUNO: No voy a contestarte, Ainara. Eres mi sobrina.

AINARA: Creo que a tu polla no le importa demasiado eso.

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Bruno se toca la cabeza, desconcertado, y ojea su alrededor como si temiera que alguien les escuchara. Se trata solo de un intento de huir de la mirada tendenciosa de la niña, y de disipar la tensión que acumula esa última frase.

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-¿Qué pasa?- susurra Bruno con urgencia -¿Te vas a poner en plan Judith, ahora?-

-¿Prefieres que sea una niña buena como Gisela?- pregunta en tono de burla.

-Prefiero que seas tú misma, Ainara- contesta él un poco indignado.

-Ya soy yo misma. Lo que pasa es que tú quisieras que me hubiese quedado con 0cho añ0s para siempre, ¿no? Ya no soy esa niña a quien abandonaste de pequeña-

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Un duelo de miradas desafiantes alimenta ese jocoso silencio que finge resentimiento. Bruno necesita sellar su nuevo secreto:

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BRUNO: No puedes decirle a mi hermano lo que te he contado.

AINARA: ¿Y si te chantajeo?

BRUNO: Tienes más que perder tú que yo. Piénsalo.

AINARA: Ah. Claro. Qué mala idea he tenido.

BRUNO: En lugar de enfadarte conmigo, deberías estarme agradecida.

AINARA: Que no estoy enfadada contigo, tonto. Ha sido la impresión de enterarme de…

BRUNO: Ahora mismo, soy un agente doble. Tu padre piensa que te espío, cuando…

AINARA: Agente Bruno-Bruno-Siete; con licencia para fotografiar.

BRUNO: No quiero tener problemas con Justo. El me paga tus sesiones… … en parte.

AINARA: Te dije que querían algo de ti; por eso te buscaron.

BRUNO: Tenías razón. Yo no quise creerte, pero… Eres más lista de lo que pareces.

AINARA: ¿Me estás diciendo que parezco tonta?

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-martes 2 mayo-

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Con la vista traspasando el cristal de la ventana de su cuarto, en la residencia universitaria, Joel contempla el despejado cielo azul de esta primaveral mañana novillera. Desearía echar a volar y alejarse de su cama, del edificio, de todo. Está sufriendo su habitual asco postcoital. No es que Amaya le dé grima, ahora; está demasiado buena. Esa desdeñosa incomodidad proviene de su consciencia. Llega con la misión de castigarle por la infidelidad que acaba de perpetrar junto a aquella rubia veinteañera.

“¿Es que se va a quedar aquí toda la mañana? ¿No tiene ninguna clase a la que asistir?”

Unos valores absurdos e incoherentes, junto a un ego frágil y acomplejado, hacen de él un ser abyecto, superficial y rebosante de inmadurez. Hace tiempo que eligió mal sus referentes, y eso le desencamina cada día un poco más. Solo le preocupa su fachada. Viste las últimas tendencias con ropa de marca, se mata en el gimnasio, se depila enterito, tunea el coche que le ha comprado el ricachón de su padre… El postureo es un pilar en su vida, y acumular seguidores una verdadera adicción.

“Alguien como yo no puede dejarse mangonear por una niña tonta; por muy buena que esté. Soy un top; un auténtico fucker. Tengo dinero, fama, mujeres y estoy que crujo”

Se esfuerza para autoconvencerse de que un verdadero triunfador no lo es si no ejerce como tal; si no exprime todas las facetas de su éxito; aunque para ello tenga que hacer trampas.

“Técnicamente hemos roto, ¿no? Es ella la que está enfadada. Soy yo quien debería estarlo”

Sus rupturas son tan frecuentes que ya se han vuelto efímeras. Las broncas por la desinhibición de Ainara en la red, por las constantes mentiras de Joel, por los celos que proliferan entre ellos, por tantas faltas de respeto, por las pretensiones de él para mandar sobre ella… Todos esos asuntos han ido estropeando lo que una vez prometió ser perfecto.

Joel no se siente cómodo pensando en su novia mientras su amante aún descansa, dándole la espalda, al otro lado de la cama. Intenta cambiar su foco de atención, pero Amaya no le es de gran ayuda, pues una música horrible empieza a sonar desde su móvil.

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JOEL: ¿Qué estás mirando?

AMAYA: A tu novia. Menuda guarra, la niña. ¿Cómo le dejas enseñar el culo así?

JOEL: !Quita esto! !Por favor! !No me jodas!

AMAYA: No. En serio. ¿Cómo se lo permites? Esto te humilla delante de tus seguidores.

JOEL: Hay muchas niñas que hacen esos bailoteos en la red, ahora. Está de moda.

AMAYA: Pero, ¿cuantos años…? ¿Qué clase de padres le permiten algo así a su hija?

JOEL: No es para tanto. Hablas como una abuelita.

AMAYA: Tío: !que soy menor que tú!

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Amaya sigue indagando en el canal de AinaraEnTuCara sobresaltándose cada vez más. Le da rabia que una cría tan precoz acapare tanta notoriedad y lo haga con tanta gracia.

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AMAYA: Joder… … Si me estoy poniendo cachonda hasta yo… … !Qué putón!

JOEL: !Te he dicho que lo dejes de una vez! !!Me CaGuEnDiOs!!

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Tras un arrebato demasiado agresivo, Joel le arranca ese móvil intrusivo de las manos y lo tira, despechadamente, encima de la cama deshabitada de Gabriel; su compañero de habitación. El tremendo sobresalto de Amaya se atenúa al constatar el acolchado aterrizaje de su dispositivo de última generación.

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-!Tío! ¿A que me compras uno nuevo?- le escupe indignada.

-Por dinero no será- contesta él mientras recupera su pose más relajada.

-Serás capullo. No es culpa mía que tu novia sea una zorra- dispara con desprecio.

-Por lo menos, ella es fiel. No como tú, que le pones los cuernos a Gaby conmigo-

-!Qué caradura! Tú no solo se los pones a ella, sino que traicionas a tu mejor amigo-

-No es mi mejor amigo. Solo es un colega que tiene una novia demasiado fácil-

-Pero ¿cómo eres capaz de decirme esto después de haberme follado?-

-!Entérate! Que yo sea un cerdo no te convierte a ti en mejor persona-

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Amaya, boquiabierta, no puede creer lo que oye. Son verdades como puños, y eso le hiere el orgullo retratando su escaso honor. Se levanta y se viste con prisas. Está realmente enfadada. Joel acaba de degradarla situando su calidad humana muy por debajo de la de esa mocosa exhibicionista; alguien que se dedica a calentar a cientos de miles de tíos en la red, pero que no engaña a nadie, y es capaz de amar y respetar a quien ama.

Joel se arrepiente de lo que acaba de decir. Se ha quedado a gusto, pero, después de que Amaya le abofetee con ese portazo, asume que no se la volverá a tirar. ¿O puede que sí?

“A las tías les molan los crápulas como yo. Pronto volverá rogando como una perra en celo”

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-miércoles 3 mayo-

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Tras salir del ascensor, Bruno anda por un amplio pasillo de gris enmoquetado que lo conduce entre los cristales que delimitan los cubículos de cada uno de los empleados. Se siente fuera de sitio, pues ese no es su ambiente: trajes con corbatas, plantas de interior, mármol, climatización… Al final de su recorrido, llega a la puerta de madera barnizada que clausura la intimidad del despacho de su hermano. La abre:

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BRUNO: Hola. Me han dicho abajo que me esperabas; que pasara.

JUSTO: Sí, sí. Siéntate. Verás: he movido algunos hilos y tengo trabajo para ti.

BRUNO: ¿En serio? ¿Una campaña publicitaria?

JUSTO: Se trata de unos panfletos corporativos para nuestros empleados en China.

BRUNO: Bien, bien. ¿Me vas a dar los detalles ahora?

JUSTO: Primero quiero que me hables de mi hija. ¿Os lleváis bien no? ¿Cómo la ves?

BRUNO: Sí. Tenemos muy buen rollo. El viernes tenemos otra sesión.

JUSTO: Me ha enseñado fotos. Realmente: se te da bien tu trabajo. Son preciosas.

BRUNO: Es una buena modelo. Parece que lo haya sido toda su vida.

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Justo mantiene un silencio prudente pero expectante. No quiere resultar agresivo, esta vez. Golpea rítmicamente, con los dedos, el roble que da forma a su mesa y lanza un leve suspiro.

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JUSTO: ¿Hay algo de lo que deba preocuparme?

BRUNO: Ya te dije que no espiaría a Ainara. ¿Para esto me has hecho venir?

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Desde su butaca de piel, Justo intenta disimular su enfado. Sabe que no tiene todos los ases en su mano, pero no desiste:

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J: Confío en tu criterio. No hace falta que me digas nada si no hay nada que decir.

B: ¿A qué te refieres? No me he dedicado a interrogarla.

J: Sé que si hubiera algo grave que pudiera perjudicarla, tomarías medidas.

B: ¿Grave como qué?

J: Si pensaras que alguien se está aprovechando de su inocencia, por ejemplo.

B: Como… … ¿un novio mayor?

J: Lo que sea: drogas, prostitución, engaños amorososexuales…

B: Eres un poco alarmista. Ainara es una buena chica.

J: Me han contado que hay redes de… … menores que hacen shows por web cam.

B: No creo que… … no me ha contado nada de eso.

J: ¿Y de chicos? ¿Novios? No la dejo salir por la noche, todavía, pero…

B: Pronto tendrá la edad, no podrás retenerla siempre.

J: ¿De dónde saca el dinero, Bruno? Eso es lo que no entiendo.

B: Se gastaba la paga en ropa, sobretodo, ¿no? Ahora se la prestan entre ellas.

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Justo empieza a frustrarse. Su pesquisa familiar no da ningún fruto y le irrita no poder sacar el agua clara.

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J: Voy a ingresarte la cuota de tres sesiones, pero eso será todo. ¿Te parece bien?

B: No hay problema. Gracias por todo. Y si sale ese encargo para los chinos, ya sabes.

J: Y tú cuida de mi hija. Sé que de verdad la quieres, y que mirarás por ella como lo haría yo mismo si tuviera el tiempo y la complicidad que os une a vosotros dos.

B: Descuida.

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-jueves 4 mayo-

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Unas pocas lágrimas se derraman por las mejillas de Ainara, pero su rostro se mantiene sereno. Suspira y reflexiona con la mirada clavada en la acera que pisa. Tiene la espalda apoyada en la pared, bajo las arcadas de un edificio próximo a su instituto.

A su lado, Gabriel la mira atentamente. Ese chaval suele ser un poco descuidado con su aspecto, pero hoy se ha vestido con sus mejores galas. Se le ve un poco inseguro; no en vano, está acostumbrado a ver a aquella chica solo a través de la pantalla.

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-¿Tienes tiempo todavía?- le pregunta buscando sus ojos.

-Cinco minutos- dice en voz baja mientras consulta su móvil.

-Si tú quieres, espero a que termines las clases, y vamos a tomar algo y lo hablamos-

-Será mejor que no. Ya me has dicho lo que tenía que saber- pronuncia compungida.

-Ya, pero… … no es fácil. Ayer… … me pasé todo el día en la cama, llorando-

-Yo… … Estoy muy dolida, ¿vale? Pero… … también siento cierto alivio. Ahora soy libre-

-Sí. Está muy bien que seas positiva. Yo llevo un cabreo encima… ufff-

-Tú estabas enamorado de Amaya; o estás- premiándole, al fin, con sus ojos de miel.

-¿Y vosotros? Sé que siempre os peleabais, pero le querías, ¿no?- insiste con interés.

-Estuve muy, muy enamorada de él. Al principio pensaba que me moría de amor-

-¿Entonces?- continúa él sin sacarle el ojo de encima.

-Sé que solo hace… … ni un año que salimos, pero hemos pasado por tanta mierda…-

-Dicen que el amor es como el papel higiénico: se va acabando con cada cagada-

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Ainara esgrime una ligera sonrisa aún con la cara húmeda.

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A: Esa es buena.

G: Me alegra verte sonreír. Tienes una sonrisa tan bonita…

A: Escucha: ¿y tú te has venido de Augusta solo para contarme esto?

G: Bueno… … Mi padre vive aquí, en Fuerte Castillo. Pasaré el finde con él.

A: Ah. Claro; que hoy es jueves. Los viernes libráis, ¿no? ¿en la uni?

G: Tengo algunas horas por la mañana, pero total: llevo dos días sin ir.

A: Si no puedes estar por lo que hay que estar mejor quedarte en casa.

G: Sí. Además: mi padre no llega hasta la noche así que tengo la casa para mí solo.

A: Entonces… … ¿Ellos no lo saben? ¿No saben que lo sabes?

G: No. Y no sé qué hacer. Tengo que seguir compartiendo cuarto con Joel un mes más.

A: Podrías no decir nada y planear una venganza terrible. Ya pensaré algo.

G: Uff. Me dan ganas de callarme lo que sé y acostarme con la primera chica que pille; dejar pruebas para que me descubra y ver cómo se pone en evidencia, la muy zorra.

A: Sí, no es mala idea. Deja un video bien visible en tu móvil; que ella lo vea.

G: Ya te digo… … … ¿Tú no sientes algo parecido?

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Gabriel ha conseguido ser bastante sutil hasta ahora, pero su deseo despechado por esa dulce criatura empieza a ser demasiado avaricioso, y ya amenaza la moderación de la charla. Ainara hace rato que percibe las intenciones del chico.

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AINARA: Tengo que irme a clase ya.

GABRIEL: ¿Ya?… … Oye. Dame tu número por si hay algo.

AINARA: No. Adiós. Mejórate.

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Se despide amablemente, mostrándole su palma, y se va.

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[SOBRINA CONSENTIDA]  1/4

-por GataMojita-