Sobreviviendo

Sobreviví como pude todos esos años. conocí a gente que estubo a mi lado durante mucho tiempo y yo o lo aprecié. hice cosas fuera de lo normal y al final no conseguí lo que quería.

Miré por el cristal empañado de mi cuarto. Estaba agotada, pero no podía dormir. Había algo que me rondaba la cabeza desde la fiesta de cumpleaños de mi amiga lucía. Miré a mi novio, Andres, durmiendo desnudo y enredado con la sabana. No entendía como dormía de esa forma. Volví a su lado y lo desperté suavemente. Lo besé y le acaricié el pecho, los abdominales y seguí bajando hasta que mi mano cogió su miembro. Mientras, mordisqueaba, lamia y besaba su cuello y su oreja.

Andres no desperdició esa oportunidad, me desabrochó el sujetador, cogió uno de mis pechos y me lamió el pezón que comenzaba a ponerse duro. La otra mano bajó hasta mi entrepierna.

Yo gemí al sentir la mano de Andres en mi entrepierna, ajustada por las braguitas, que aun las llevaba puestas y decidí quitármelas.

De repente noté un dedo entrando en mi cuerpo. Seguido de un movimiento, suave pero acelerado, entró el segundo. Que con un par de movimientos, fuera-dentro, ya habían hecho su faena.

Andres me agarró de las caderas y me impulsó hacia abajo, hasta sentir que su miembro se introducía en mi cuerpo. Comencé a cabalgar encima de mi novio. Andres gemía y yo sonreía con cara de viciosa y de triunfo.

Al rato cambiamos de postura, me puse a 4 patas y Andres me penetró desde atrás. Andres gemía y yo apretaba los ojos cerrados mientras siseaba con los dientes juntos, y de vez en cuando me mordía el labio inferior. Agaché la espalda hasta que mis pechos se apretaron contra las sabanas. Solo había una cosa, que me había negado a hacer en mi vida sexual, sexo anal.

Después de un rato de penetrarme Andres comenzó a sentir el orgasmo, y noté como mi chico me acariciaba el clítoris, a la vez que me penetraba cada vez mas rápido y mas profundamente. Tuvimos el orgasmo al mismo tiempo y Andres se corrió dentro de mi con tal fuerza que tuve otro orgasmo.

Quedamos rendidos. Y Andres volvió a quedarse dormido. Pero yo no había olvidado mi preocupación. Mi amiga, ¡mi mejor amiga! me había confesado que me quería y me había besado. Pero también me había dicho que tenia que irse a Francia, por que la empresa la había transferido allí. Hacía ya una semana de aquello y la cara de mi amiga en ese momento, no se me olvidaba. Dos largas lagrimas en sus mejillas, pero una gran sonrisa que quería ocultar el dolor de la separación del día siguiente, surcaba su cara. Sus ojos negros, y brillantes por las lagrimas, reflejaban el dolor que la sonrisa quería ocultar. La cogí de un brazo y la acerqué a mi. La abracé con fuerza y lucía arrancó a llorar.

Lucía era de la misma edad que yo pero eramos físicamente opuestas. Mientras yo tenia el pelo rizado y medio rubio por el sol, lucía tenia el pelo negro azulado y liso. Yo era alta y aparentaba mas de 25 años. Lucía era bajita y muy delgada, pero sin dejar de aparentar sus 19 años.

Yo admitía mi condición bisexual pero Lucía no lo tenía muy claro aun. Yo le había confesado mis sentimientos muchas veces pero Lucía no lo había hecho hasta entonces.

Cogí a Lucía en brazos y la llevé al dormitorio, donde la tumbé en la cama y empecé a besarle los labios. Mientras le quitaba el vestido, Lucía se calmó y dejó de llorar. Me abrí la camisa y dejé mi sujetador a la vista. Deslicé la mano por debajo de las braguitas de Lucía. Besé su cuello y mordisqueé la oreja de mi amiga.

Lucía comenzó a gemir, el placer que sentía era mejor que el que Ivan le había proporcionado innumerables veces. Pero aun así no lo cambiaba por nada. Yo me tumbé al lado de lucía y seguí proporcionándole placer. En pocos minutos Lucía llegó al orgasmo y se corrió. Me pringué los dedos con su liquido y decidí llevármelo a la boca para saborearlo. Nos abrazamos y permanecimos así asta que Lucía se durmió.

Tapé a mi amiga y fui para el comedor donde habían dejado a los chicos. Ivan y Andres estaban jugueteando con Jonathan. Que con tan solo 4 años era muy listo y pillo. El niño era hijo de Lucía y Ivan que ya llevaban juntos 5 años. Lucía se quedó en estado a los 16 por su mala cabeza. Ivan fue padre a los 24.Y vivían juntos desde que Lucía se enteró que estaba preñada. Yo no entendía por que me había confesado eso, esa misma tarde, 6 años después, de la primera vez que yo le había confesado que la amaba.

Me desperté por el sonido del mobil, era sábado y no trabajaba por eso comprendí que no era el despertador. Miré la pantalla – Lucía cariño de mi vida- decía. Descolgué y saludé con un ¿si? apagado.

-¡¡¡Buenos días!!!- la voz de mi amiga, tan alegre como siempre, me arrancó una sonrisa desde el fondo de mi corazón.

-Buenos días- contesté con un bostezo. Me extrañé de esa llamada al caer en la cuenta, de que desde que se fue a Francia, solo me había llamado desde cabinas y locutorios, y en muy pocas ocasiones. Llevábamos 10 meses separadas.

-¿a que no sabes donde estoy?- me preguntó con mucho entusiasmo -estoy en el AP7- contestó sin dejarme tiempo para contestar- voy camino del pueblo, me han dado vacaciones y voy a pasarme un mes en el pueblo. ¿Te importa que nos quedemos en tu casa, Jonathan y yo, durante las vacaciones?-.

-bueno, tranquila que en la calle no te vas a quedar pero cuando llegues te contare como va mi vida por aquí.- dije con un tono que dejaba ver mi preocupación y a la vez el sueño que aun tenia.

-¿ha pasado algo? Ana, si no puedes por lo que sea, llamo a mi hermana Sofía y que me haga un hueco.-su voz había cambiado de tono, ya no era ese tono de cría entusiasmada. Era la voz de una adulta preocupada por su amiga- Bueno llegare en unas 7 horas. Ya hablaremos ok?-.

-Ok. Hasta entonces.-colgué y me desperecé. Tenia 7 horas para hacerles un hueco.

En mi casa aun se apreciaba las recientes mudanzas. Todavía habían cajas sin abrir. Habían muebles que montar y las camas estaban desmontadas. Las habitaciones estaban bacías y el comedor lleno de trastos. Llamé a juan haber si podía ayudarme.

-hola Juan. -dije al oír el ¿sí? grave de mi amigo.

-hola Ana, ¿como estas? ¡Cuanto tiempo! ¿no?-contestó Juan con alegría.

-Bien, estoy bien. Si hace casi un mes que no nos vemos. Necesito un favor.- dije con tono de suplica.

-Claro, ¿que necesitas?...pero no tienes a Andres por ahí, la ultima vez que nos vimos casi me pega un puñetazo...-dijo con preocupación mi amigo 2 años menor que yo.

-Lo he dejado con Andres...

-¡Vaya! Lo siento...

-necesito que me ayudes con el montaje de los muebles de mi nueva casa. Siento llamarte solo para estas cosas te lo recompensare de alguna forma de lo juro. ¿Puedes venir? Es que Lucí esta en camino, llega en 5 horas. ¡Por favor!

-Sí, tranquila voy para allá enseguida y avisaré a Raúl y a Jorge. Por que supongo que ni los enchufes ni los cables estarán bien puestos... ¿oye, es muy nuevo el edificio? Dime la dirección...

-Es uno de los pisos de la nuevos del final del pueblo en el barrio nuevo. ¿Sabes de ellos? Pues es el 7ºC de la escalera B, es un duplex con buenas vistas y bastante grande. Bueno ya lo verás. ¿Cuanto tardaréis en llegar?

-Tardaremos una media hora larga, menos de una hora.

-Vale asta entonces.-y colgué. Juan era amigo mio desde que yo tenia 13 años. Los estudios nunca habían sido su fuerte, pero para tecnología era un as. Solo eramos amigos pero en ciertas ocasiones habíamos sido amantes.

Me quedé pensando en el cariño que le tenia a ese chico. No lo amaba, pero si lo quería y jamás permitiría que le hiciesen daño, aun que yo, ya se lo había hecho. Me levanté de la cama y llamé a mi amiga Noe, la conocía desde hacía poco, pero nos llevábamos muy bien.

-Hola Noe, pasate por casa necesito que me ayudes con las cajas. Ordenar y eso. Los chicos del Tecnomudanzas ya vienen para aquí.

-¿Estará jorge?

-Sí, vienen los tres para ayudarme con los muebles y la electricidad.

-Pues me apunto! En unos veinte minutos estaré allí.- y colgó.

Me metí en la ducha y noté que estaba cachonda, no sabía el por que pero así era. Me miré los pechos, tenia los pezones de punta. Me los toqué y un gemido de placer se me escapó de entre los labios. Bajé una mano y me masturbé debajo de la ducha. El agua tibia mojaba mi cuerpo, y su roce aumentó mi placer. En poco tiempo llegué al orgasmo y suspiré relajándome. Me lavé y salí de la ducha.

Me vestí, me peiné y cuando estaba desayunando picaron al timbre. Eran los chicos. Abrí la puerta de abajo. Oí el ascensor. Y el timbre otra vez, era Noe. El timbre de la puerta de casa, abrí. Con la taza en la mano y la cara de sueño. Aun que iba vestida con unas mallas negras y una camiseta de tirantes negra ajustadísima, aun llevaba las zapatillas amarillas de picachu, y los chicos se echaron a reír. Mientras entraban Noe llegó y preguntó por que se reían tanto. Raúl me señalo con la cara de dormida y la ropa negra y luego bajó la mano hasta mis zapatillas. En ese momento Noe empezó a reír.

Entraron, y comenzaron a dejar dejar de reír. Juan fue el primero en hablar:

-A ver!- dijo cogiendo la iniciativa- llevas una semana en esta casa y lo único que veo arreglado es la cocina. Que ya tienes ordenado todos los trastos en su sitio. ¿A que viene la prisas si parece que en realidad a ti te da igual?

-Por que Lucí vuelve para aquí con su niño para quedarse un es o así.- contesté con mi cara de póquer.

-¿Quien es Lucí?- preguntó Noe que era la única que no la conocía.

-Es su mejor amiga. Que viene desde Francia.- contestó Jorge.

-¿cuanto tiempo tenemos hasta que llegue?- quiso saber Raúl.

-Tenemos...- miré el teléfono y calculé- 6 horas y media o así, si tiene algún retraso.

-¡Muy bien! Entonces... ¡manos ala obra!- dijo con entusiasmo Juan y se puso a repartir la faena.

Jorge era especialista en la electricidad, y Raúl en el montaje de muebles y la pintura. Noe era increíble limpiando y ordenando. Y Juan era todo un manitas, en todo lo que hacía.

Nos pusimos manos a la obra, y en 3 horas, teníamos medio piso montado, limpio y ordenado. El piso era enorme, tenia 4 habitaciones (dos de ellas grandes y una mediana y un despacho grande para la lavandería), 3 baños (uno arriba y 2 abajo), una cocina gigantesca y un salón comedor enorme. Además la parte de arriba era todo abierto solo había un par de columnas y un trozo de pared de un metro y medio que yo no entendía muy bien que hacía allí en medio.

Eran las 2 del mediodía y comenzamos a tener hambre. Como yo no tenia suficiente comida para todos propuse de invitarlos a comida china. Aceptaron pero Juan dijo que comiéramos en el piso por que si no perderíamos mucho tiempo. Así que pedí el servicio a domicilio. Y continuamos trabajando hasta que llegó el repartidor. Comimos en el renovado comedor y cuando acabamos seguimos trabajando.

Hubo un momento en el que jorge llamó a Noe para que le ayudase. Noe toda contenta fue. Era en la habitación de matrimonio grande en la que Raúl y Juan ya habían pasado a montar la cama y los demás muebles. Cuando Noe llegó Jorge la besó apasionadamente y Noe no dudó en devolvérselo.

Se abrazaron y se siguieron besando. Jorge cerró la puerta con pestillo y sonriendo a Noe, que se había subido a la cama, se desabrochó el cinturón. A medida que iba llegando a su lado estaba mas desnudo. Y Noe a su vez también estaba desnudándose. Se sonreían con la pasión reflejada en sus ojos.

Al llegar a su lado, la besó apasionadamente, mientras la acariciaba, desde su mejilla hasta su ombligo, giró varias veces formando círculos sobre su vientre y bajó hacia su entrepierna. Esa caricia le arrancó un gemido de placer. Y al oír el gemido de Noe, Jorge se excitó todavía más. La contempló unos segundos.

Se tiró encima de ella, obligándola a tumbarse. La besó en los labios y le abrió y flexionó sus piernas. Enterró su cabeza entre sus muslos y le lamió todo su sexo. Mientras Noe gemía y lo cogía del pelo.

Cuando Noe ya estaba en las últimas para correrse, Jorge se apartó y la penetró con su verga. Noe gimió y con ella Jorge.

Cambiaron de postura, Noe se puso arriba y con una gran sonrisa pícara se enfrentó a los gemidos de Jorge. Cada vez aceleraba un poco mas. Jorge avisó de que ya acababa y Noe le dijo que ella también. Los dos se corrieron a la vez y el placer aumentó, cayeron exhaustos uno al lado del otro. Sus caras reflejaban su felicidad.

La faena se acabó y nos sentamos en el renovado salón, y brindamos con un cava que encontró Noe al desempaquetar una caja del comedor. Después se esparcieron por el comedor, el salón y la cocina.

Juan y yo estábamos hablando de Lucía en la cocina:

-...pero no se, yo la vi alegre cuando me llamó- contesté yo a su pregunta.

-Pero es raro que no venga Ivan con ella, ¿no?- me preguntó con un tono de preocupación. Nunca se habían llevado bien pero se preocupaban mucho el uno por el otro.

-Si pero no la voy a llamar ahora para preguntárselo, falta una media hora para que esté aquí. Ya se lo preguntare cuando llegue y se acomode un poco. Sera lo mejor, ¿no crees?

-Sí, pero me mantienes informado ¿ok?- preguntó.- por cierto... ¿con que me vas a recompensar, el ayudarte?

-¿Que quieres que te de o haga para devolvértelo?- pregunté con tono inocente, haciendo ver que no savia lo que el quería.

-¿Hace falta que te lo diga o ya sabes de que hablo, Anaís?

-je,je,je...- reí yo- vale, vale, pero hoy con todos estoy aquí va a ser que no. ¿no?- le pregunte.

-Vale... te salvas hoy, pero en el momento en el que te quedes sola en casa me llamas y echamos uno de los buenos como tu y yo sabemos ¿si?-preguntó mientras me cogía en brazos, agarrándome del culo con fuerza para arriba, y yo me cogía de su cuello con los brazos y con las piernas a sus caderas. Y riendo, nos besamos.

En el salón: Jorge y Noe no podían ni mirarse. Les había vuelto su lado tímido a los dos. Llevaban así 3 meses, desde la primera vez que se vieron. A mi me rallaba Noe que le gustaba Jorge y a Juan le rallaba Jorge que le gustaba Noe. Habíamos intentado que hablaran y nada. Lo único que conseguimos es que cada vez que se juntaban, pegaban un polvo y luego ni se miraban por la vergüenza.

Raúl por otro lado era lo que llamábamos un Friki-porreta. Y en esos momentos lo demostraba a mas no poder. Estaba sentado delante del televisor. Comiendo chips, ganchitos y cortezas de maíz con un litro de cerveza y un porro en el cenicero. Estaba jugando a la Play. Y parecía no aburrirse.

A las 5 sonó el teléfono, era lucía, contesté con un “digamelón” de los míos:

-Melón, ja, ja, ja... -rió ella.- ya estoy en el pueblo, ¿donde esta tu casa?

-Detrás del hipermarche nuevo, al final de la bola. ¿Sabes donde te digo?

-Sí, pero como no me digas donde quedamos,... por que a tu casa yo no llego con el coche.

-Vale... ¿al hipermarche llegas?

-Sí, y a la calle de detrás también. ¿No hay un bar o algo por ahí?

-Sí, se llama: “ca la chiqueta” es una cafetería, bar y restaurante. ¿Quedamos ahí?

-Vale, yo llegare en 15 o 20 minutos. Nos vemos ahí.- y colgó.

Se lo dije a Juan, y me dijo que ya vigilaba a los demás él. Por que Raúl estaba enganchado a la Play y iba borracho y colocado con la maría y el chocolate que se había fumado. Además Noe y Jorge se habían dormido cada uno en el lado opuesto del sofá de dos plazas.

Me arreglé para salir a la calle. Y me fui al bar, donde ya me conocían.

-hola Ana- me saludó Sara, la hija pequeña de los dueños del bar.

-Hola Sara- la saludé mientras la cogía en brazos y le hacía cosquillas para que se riera.

-Hola Izan, me puedes poner un cubata, lo de siempre. Me siento fuera que estoy esperando a una amiga.- le dije al tercer hijo de los jefes del bar, que estaba en la barra. Sin soltar a Sara, me fui a la terraza.

En 10 minutos vi llegar a Lucía y a Jonathan. Le dije a Sara que pidiera por mí otro cubata y que saliera su hermano para atender a Lucía. Cuando lucía llegó me levanté y nos dimos un abrazo. Y enseguida llegó Izan y Sara. Sara llegó con el bote de redbull y Izan con el resto del cubata para que no se le cayera a Sara. Izan era muy guapo, y aparentaba tener 18 en vez de sus 16 recién cumplidos. Era serio y agradable, muy simpático y educado. Aunque trabajaba y estudiaba a la vez el nunca se quejaba.

Lucía se lo quedó mirando con los ojos como platos cuando Izan se fue a por su Coca-Cola con limón y su chupito de cazalla, y el bote de refresco de limón para Jonathan. Le tuve que explicar que era el hijo de los jefes del bar que solo tenia 16 años y que ya tenia novia para que dejara de mirar hacia la puerta del bar. Sara se sentó en mis piernas y miró a Jonathan. Y me hizo señas para que le dejara hablarme al oído:

-¿Quien es ese niño?- me preguntó susurrando, refiriéndose a Jonathan.

-Es el hijo de mi amiga, se llama Jonathan. Tiene... tu edad.- dije sonriendo. Y los presenté- Jonathan ella se llama Sara es una niña de tu edad.

-Hola- dijo él tímidamente- Sara, ¿tienes un balón?

-Sí, ¿quieres jugar conmigo a fútbol?- preguntó ella, levantándose para ir a buscar el balón.

-Si, claro!- dijo él levantándose también. Y se fueron al callejón de mi casa donde solo cabían 2 coches aparcados abajo del todo.

Le pregunté a Lucia si quería que nos cambiáramos a las ultimas mesas de la terraza para vigilar-los a los dos jugando a fútbol. Y nos cambiamos de mesa mientras ella me contaba como había ido el viaje.

-Ha habido un momento en que me he puesto histérica: un coche se ha puesto delante de mi a hacer curvas de un carril al otro. Hasta que ha habido una salida y se ha ido. Uff... -suspiró

-Bueno, cuéntame- le dije cuando nos estuvimos sentadas- ¿que tal Ivan?

-No me hables de ese idiota!- dijo ella con mala leche.

-¿Que ha pasado?-pregunte yo.