Sobreviviendo (4)

Lucia, Nina y yo nos quedamos dormidas al instante despues del rato que habíamos pasado juntas. mi playa y los perritos de Marcos... ¿amaré en verdad a Marcos?

CAPITULO 4 :

Me desperté con la respiración agitada. Me tranquilicé al darme cuenta que era solo un sueño. Comencé a pensar en las otras chicas que no había podido salvar... era tan triste. Eso me duro un par de semanas...

Llegué a las 12 del medio día, Lucía le estaba dando de comer a Jonathan y había puesto la música en la minicadena del comedor. Cantaba la canción en el mismo compás. Entré y cerré la puerta de casa sin hacer mucho ruido, como siempre hacía. Y al llegar al comedor ella se asustó al verme de improviso. La cogí de las caderas, la abracé y aproveché para meterle mano con disimulo. Jonathan reía y Lucía forcejeaba para que la soltaba y yo con una cara de tranquilidad absoluta, le decía que no. Al final la solté riéndome con Jonathan. Cuando este acabó de comer se tumbó en el sofá a ver la tele y se quedó dormido en poco rato.

Nos fuimos a la cocina a hacer la comida y le explique lo que me pasó con Nina. Le expliqué que me la había tirado en uno de mis bajones y que desde entonces eramos amigas con derecho a roce.

-Esa chica es como yo a su edad y eso me hace querer protegerla de todo aquello que a mi me ha pasado.

-Normal...- dijo ella- pero... ¿es mona?

-¿Yo soy mona?- le pregunté yo con una pizca de suplica.

-Si, eras muy mona, y sobre todo extrovertida y salida... me ganabas a mi...- dijo entre risas.

-Pues ella es mi clon- dije continuando- es muy mona y extrovertida. Su físico es mejor que el mio a su edad. Tiene más pecho que yo ahora... el pelo rizado y rubio dorado, largo asta la altura de los pechos. Parece una modelo o algo, por que es guapísima, con sus ojos de color marrón claro, que aveces parece naranja oscuro.-suspiré recordándola... era tan guapa.

-Pues no se a que esperas para planear presentármela...

  • No se si es buena idea, se pondrá celosa de que este contigo, y si se entera de que duermes en mi casa querrá venir a dormir conmigo, una vez me lo hizo con Noe.- la avisé.

-A mi no me importa...

-De verdad que se pone repelente. Pero si insistes esta tarde vamos al pub, que solo es un bar hasta las 9 y hay una zona en la que se esta tranquilo.

-Vale, ¿Jonathan puede venir?

-Si quieres quedarte hasta las 9, si. Pero si quieres quedarte hasta tarde, no te lo recomiendo.

-Vale, llamaré a mi madre, para que me lo cuide esta noche. Bueno mejor a las 4 vamos a verla y se lo digo. Por cierto tú, coche, no tienes , ¿no?

-No, con la moto me las arreglo bien.

-Bueno, tengo una idea vamos a casa de mi madre a las 4 y a las 7 nos venimos para casa, nos arreglamos y nos vamos en moto hasta el pub de tu amiga.

-Vale, pero recuerda que no te puedes poner una minifalda estrecha que si no no podrás montar en moto.- la conversación acabó entre risas.

Acabamos de comer a las 2 y media, mientras hablábamos y comíamos. A las tres y media ya se había duchado y arreglado para ver a su madre y el peque estaba a medias.

Fuimos a casa de su madre y al verla me extrañó, hacia casi dos años que no la veía y parecía mucho mas vieja de lo que era. Estuvimos por ahí y vimos a los hermanos de Lucía. Aceptaron en cuidar ellos a Jonathan por esa noche. Miré a Iker el hermano mas grande de Lucia estaba mas guapo que antes, había crecido y su cara ya no era de niño. Tenia las facciones más definidas y los músculos más desarrollados. El me miró y me hizo señas para que lo siguiera. Al llegar a su cuarto cerro la puerta y me sujetó para que no pudiera moverme. Con las manos hacía arriba y la espalda apoyada en la puerta, me obligó a quedarme en esa posición.

Colocó su rodilla entre mis muslos y apretó hacía arriba. Me hacía daño pero a la vez me gustaba. Cogió una corbata que tenia por encima del escritorio y me ató las manos. Me abrió el jersey, que llevaba una cremallera. Agarró uno de mis pechos y lo chupó. Para tener solo 17 años sabía hacerle el amor a una chica. Me tiró a la cama y ató mis manos al cabezal de la cama. Me desabrochó el pantalón y enterró su mano en mi interior. Y yo solté un gemido que casi ni se oyó. Pero el me miró con extrañeza.

-Mira si me vuelves loco, que me he olvidado de amordazarte, pero no parece que vayas a gritar...- dijo el con ternura en sus ojos.

-Si te preguntas si voy a pedir ayuda... no, no lo aré. Me gusta demasiado lo que me haces.

-¿entonces te suelto?

-Si lo haces le quitaras la gracia al asunto...- dije con mi sonrisa pícara y él volvió a su faena.

Me metió dos dedos y me quitó mis pantalones cortos. Me flexionó las piernas y las abrió para contemplarme entera. Metió tres dedos en mi interior. Acto seguido me metió la mano entera. Algo que jamas me habían hecho y el parecía saberlo porque con la otra mano me tapó la boca para que no se oyera el grito que lancé en cuanto noté su mano entera entrando.

Cuando mi cuerpo se comenzó a adaptar, jadee y el me besó el vientre mientras movía la mano de fuera a dentro. Solté un gemido al sentir sus labios rozándome y en pocos minutos me corrí. Su mano quedó empapada y usó mi liquido para lubricar mi agujero trasero. Me metió un dedo aunque yo le suplicaba que no lo hiciese. Ese era el único agujero virgen que me quedaba. Me mandó callar con un “shss” y yo callé. No había llorado nunca por que alguien me hiciera algo que yo no quería, ni siquiera aunque me doliera. Esa vez no sería distinta. Vi como se incorporaba y se la sacaba. Escupió en su mano y luego lubricó su miembro. Apreté los dientes y lo mire, sin emoción alguna reflejada en mi rostro. Me penetró y aguanté el dolor hasta que este desapareció para convertirse en placer, pero no gemí tampoco. La rabia me consumía por dentro. Esperé hasta que acabó corriéndose en mi interior.

Cuando recuperó sus propias fuerzas me desató y me ayudó a levantarme. Lo miré con indiferencia y me vestí. Me fui al cuarto de baño y me limpié. Me miré al espejo y vi que estaba llorando. Saqué valor para sonreír y fui a hablar con Iker.

-Si preguntan, me estabas enseñando tu ordenador- señalé el ordenador que estaba en el escritorio. Dicho eso me giré y me fui.

Bajé las escaleras y me encontré a lucía en el principio de las escaleras. Estaba acabando de hablar con su madre y me venía a buscar. Nos fuimos en coche hasta mi casa. Y allí nos arreglamos para salir de fiesta. Antes de salir de casa me encerré en el baño y me tomé una anfetamina de la semana anterior. Saqué chocolate de un chivato y me lié un porro. Salí del baño. Me lo fumé casi entero y le dí dos caladas a Lucía que no quería más.

Nos subimos a mi moto y arranqué, dirección al pub. Sentía sus pechos aplastados en mi espalda. Su aliento pasaba por el hueco que dejaba el casco, y acababa en mi cuello. Me encantaba sentirla así, tan cerca, tan acogida.

Llegamos allí a las 8 y media. Allí estaba ella, mi preciosa Nina. Con su top azul con la calavera negra y sus pantaloncitos super cortos negros con su calaverita azul brillante en un lateral. La miré y me miró en ese instante. Vino corriendo con sus deportivas negras y saltó en mis brazos, colgándose de mi. No había gente en el bar en ese momento y no me importó que lo hiciera. Pero había días que sí había gente y también lo hacía. Aun teniéndola en brazos le presenté a Lucia. Bajó y le tendió la mano. No la había visto nunca dar dos besos para saludar a nadie, nunca.

-¿Vienes a picarte conmigo a un baile, Ana?

-Solo a uno ¿he? Que te conozco y te enganchas a la barra y no hay quien te suelte. Lucía, ¿quieres ver una cosa increíble?

-Si, claro.- contestó Lucia sorprendida por el numerito.

Nina ya había ido a ponerme mi cubata y me gritaba desde los vestidores privados que fuera para cambiarme. Nos pusimos unas botas altas negras, nuestros tops y nuestras minifalda-pantalón a juego. Yo iba de rojo fuego y ella de azul mar. Nos soltamos el pelo y esta vez fue Lucía quien nos maquilló. Antes de subir a la pista de baile me tomé el cubata de un trago. “El Jefe” como llamábamos al padre de Nina ya había bajado las barras de “estriptis” y nos pusimos a bailar cuando comenzó a sonar la música. Sin haber preparado nada, como la primera vez que bailamos juntas, nuestros movimientos se complementaban completamente. Y se veía al fuego y al agua moviéndose al mismo compás. Además aprovechábamos para besarnos cuando nuestros cuerpos se juntaban lo suficiente. Al acabar la canción bajé a preguntarle a Lucía que le había parecido y ella se había quedado sin palabras. Habíamos bailado delante de 2 clientes desconocidos y estos hacían la misma cara de sorpresa que Lucía. Estos llamaron a amigos suyos y acabamos por tener que volver a subir a la pista de baile.

Lucía se ofreció para ayudar en la barra y el jefe no tubo más remedio que aceptar su ayuda. Le dio una camiseta del local y le enseñó donde estaban las cosas. Y comenzó a servir cubatas. Se llenó el local con gente que venía a vernos a nosotras. Cuando se acabó la noche el dueño me ofreció dinero, yo no se lo cogí. Entonces me preguntó que si quería repetir. Le avisé que solo podría ser los domingos ya que era el único día que tenía totalmente libre. Quedamos para hacer cada domingo ese evento, nosotras dos bailando.

Nina le pidió venirse conmigo a mi casa. Y me la llevé delante de mí. En la moto íbamos las tres. Llegamos a casa sin ningún problema y le dejé un pijama a Nina. Avisé a mis dos huéspedes que yo al día siguiente tendría que irme a trabajar y a las 8 me tenia que levantar. Ellas me dijeron que no pasaba nada, que ya se las arreglarían ellas solas. Le dije a Lucía donde tenía una copia de las llaves, y que si quería algo que me hiciera una perdida, que no me llamara. Dicho eso nos acostamos en mi cama las tres.

Nina se puso cariñosa y Lucía no se quedó atrás. Yo era la única que insistía en dormir. Pero no me dejaron y al final me puse peor que ellas.

Lucía me besaba y Nina me lo lamía. Le agarre de los pechos a Nina y empecé a lamer-le el pezón. Lucía se entretuvo en pasar-le la lengua por la entrepierna y Nina empezó a gemir. Nina que estaba tumbada boca arriba, alargó las manos a ambos lados, hasta que nos acaricio a las dos el clítoris, de esa forma tan estupenda que lo hacía ella. En poco rato estábamos gimiendo y unos minutos después nos corríamos las tres a la vez. Caímos dormidas en ese momento, solo nos dio tiempo de colocarnos una al lado de la otra.

Al día siguiente, comenzaba mi semana de locos, lunes. De 9h a 13h de “secretaria”. El jefe de la compañía de “el centro” me mandó fotocopiar unos papeles y cuando volví con las fotocopias, me agarró y me tiró en el sofá, donde se sentaba cómodamente para las reuniones que no eran oficiales. Me desabrochó la camisa y el pantalón y me desnudó por completo. Me abrió las piernas y me penetró. Le gustaba sentirme gritar por eso me daba cachetes en los muslos... cada vez mas fuertes. Acabó en breve y me vestí. Estaba raro dentro de que seguía su rutina diaria. Me dio el día libre desde las 12:15 y me ofreció 200€, más el sueldo de ese mes, cosa que acepté con gusto. Una pena inundó mi interior, tenía que salir de esa vida.

Cogí mis cosas, las metí en mi mochila y me puse mi chaqueta motera y la mochila a mi espalda. Bajé asta el aparcamiento y le pedí mi casco al guardia que me lo guardaba. Me subí a la moto. Miré la gasolina y arranqué. Salí volando sel aparcamiento. Me dirigí a la gasolinera y llené el deposito y salí a la autovía. Aceleré mas. Volaba, me sentía como un pájaro volando justo sobre el mar mediterráneo. Decidí ir a la costa a conducir por las carreteras secundarias de las escarpadas paredes de los acantilados. Llegué a la costa en breve. En el paseo marítimo de la ultima playa antes de los acantilados me quité el casco sequé mis lagrimas. Bajé de la moto y entre en un bar, me pedí una copa de Balantains y un redbull, saqué mi cantimplora y la llené con el Balantains y el redbull, y pedí un cubata de lo mismo. Me lo tragué de un par de tragos. El del bar me miraba pero no le hice ni caso. No era la primera vez que me veía hacerlo. Pagué y me fui.

Arranque la moto a toda potencia y me dirigí a los acantilados. Zigzagueé las curvas y me relajé. Ya me conocía esas carreteras y no era raro verme por ahí cuando no estaba trabajando. Llegué a una desviación a una playa minúscula y de piedras en vez de arena. Bajé y aparqué como pude entre arboles y rocas. Me quité la ropa sin ningún temor de ser vista y me lancé desde una roca alta. Era el único lugar donde no podían encontrarme. Desde la carretera casi ni se veía la desviación. Tuve el pensamiento de suicidarme, pero entonces faltaría a mi promesa de sobrevivir como fuera... seria una cobarde, el poco orgullo que me quedaba no me dejó suicidarme.

Me sequé con la toalla que siempre llevaba en mi mochila y me vestí. Me senté en una roca cercana y dejé mi mente en blanco mientras observaba el mar.

Al rato mire la ora eran las 3 de la tarde, me subí a la moto y volví a mi pueblo. Paré en la primera gasolinera de mi pueblo. Llené otra vez el deposito de la moto, que se había vaciado. Ya eran las cuatro menos cuarto, me fui a la nave de Marcos y al llegar él me abrazó y me besó.

Al sentir su abrazo me puse a llorar y lo abrace con fuerza. Era la única persona que me veía llorar. Los demás veían mi faceta alegre y fuerte. Solo él sacaba de mí, todo. Cuando me calmé me soltó y me condujo al patio. Con una gran sonrisa, me mostró su sorpresa.

Diana, la pitbull de Marcos, tenía a su alrededor a cuatro cachorros. Una gran sonrisa se dibujó en mi rostro y decidí pedirle uno para mi y otro para Nina. Él me dijo que eligiera los que quisiera. Saludé a Max el pitbull macho de marcos. Este me miraba y movía la cola.

Marcos seguía hablándome, diciéndome que aun no me los podía llevar por que eran muy pequeños y necesitaban con su madre. Yo asentí y lo besé con ansias. Marcos me condujo a su despacho, donde tenía una cama.

Lo tiré a la cama y lo desnudé. Su cara demostraba la pasión que me profesaba. Y sus ojos reflejaban su amor por mi. Por primera vez hicimos el amor, esa vez no fue solo sexo. Yo sentí su amor y él el mio que crecía con cada estocada que recibía. Al acabar me quede dormida y el me tapó. Cerró la puerta del despacho y ordenó a sus empleados que no me molestaran.

A las 7 me desperté, me vestí y salí. Los vi a los 6 sentados en el patio al rededor de la hoguera. Por extraño que pareciera esa tarde hacia frío. Me acerqué a Marcos y me senté en otra silla a su lado y Max vino a saludarme. Lo acaricie mientras escuchaba la conversaciones de los hombres que estaban a mi alrededor. En realidad no me entere de nada, por que hablaban en otro idioma.

Parecían tranquilos y felices. Me invadió la envidia y me vino un pensamiento repetitivo... .